La joven castaña llevaba alrededor de cinco minutos mirando detenidamente su reflejo en el espejo del peinador de su recamara, mientras tanto el pequeño peluche amarillo que sobrevolaba a su alrededor, la contemplaba a la expectativa, el ceño fruncido de su ama daba a entender que no estaba de muy buen humor, lo que de hecho no tardo mucho tiempo en manifestar.

- ¡Aghhhhh...! – finalmente exploto, revolviendo sus castaños cabellos desesperadamente – ¡ya llegue a mi limite, llevo dos semanas viviendo en este mundo y aun no se como rayos se utiliza esa cosa! – señalo el cepillo y el par de ligas que estaban frente a si.

Su reacción era hasta cierto punto comprensible, ya que a esta siempre le había gustado traer el cabello recogido, a pesar de que el largo le llegaba poco a bajo de los hombros, sin embargo no había podido ponerlo bajo control en todo ese tiempo puesto que aun no lograba descifrar el gran enigma de cómo utilizar el cepillo y las ligas para el cabello.

- Tranquila Sakurita, no esta tan mal... – el animalito le miro con algo de indulgencia y haciendo uso de mentirillas piadosas, pues la verdad su cabello parecía haber sido arrasado por la fuerza de un torbellino.

- ¿Tú lo crees? – le miro con algunas pequeñas lagrimas de desesperación en sus preciosos ojos verdes.

- S-seguro... – le sonrió nerviosamente al no querer herir sus sentimientos – ahora ¿por que no bajas a desayunar...?

- Esta bien... – se expreso algo conforme, dejando finalmente el cepillo de lado y marcando su rumbo hacia la puerta que daba a la salida, donde momentos después desapareció y se perdió en el pasillo que conducía a la planta baja.

El pequeño guardián dio un hondo suspiro de alivio cuando esta definitivamente se fue, mientras se rascaba la cabeza con su patita un poco confundido, si bien era cierto que su ama había progresado considerablemente en lo que a la vida humana se refería, lo real era que aun le faltaban muchas cosas por aprender.

- Ese mocoso va a volver a burlarse de ella... – dijo resignado mientras una pequeña sonrisa se empezaba a dibujar en el contorno de su boca, convirtiéndose poco a poco en una sonora carcajada al recordar la imagen tan graciosa de la chica luego haber usado mas fijador del adecuado, logrando poner de punta todos los cabellos sueltos que le quedaban en ese intento de media coleta.

Capitulo 7

La realidad de un guardián

La joven bajo con lentitud las escaleras, aun no podía creer que las únicas cosas que no podía hacer bien en ese mundo era, peinarse y anudar correctamente la corbata de su uniforme, siendo siempre auxiliada en la última por el castaño, volviéndose una especie de rutina que él le enlazara correctamente la corbata todas las mañanas.

- Buenos días... – saludo amablemente a las tres personas presentes en el comedor, ya que ahora mismo se encontraban los otros dos inquilinos de la casa, disfrutando tranquilamente de su desayuno, sus clases en la universidad ese día eran mas tarde.

- ¿Otra vez te peleaste con el cepillo? – el ambarino se burlo abiertamente, aquel tipo de bromas se habían hecho algo común entre ellos, siendo por igual normal que los dos empezaran a discutir desde muy temprano.

- Cállate Li, no estoy de humor como para soportar tus burlas – le envió una mirada asesina, dándole a entender al otro que lo mejor en ese momento era reservarse sus comentarios para mas tarde, cuando sin lugar a dudas esta estuviese de mejor humor.

Extrañamente la castaña se levanto un poco más temprano que de costumbre, pudiendo después de mucho tiempo desayunar tranquilamente, sin atragantarse en el proceso.

Siendo sinceros ya nadie la veía raro, al parecer los habitantes de la casa ya estaban acostumbrándose a las comunes excentricidades en su forma de peinar y vestir.

- No le hagas caso querida, todos sabemos lo inoportuno que a veces puede ser mi hijo – le dijo la joven mujer de cabellos negros que acaba de entrar en el comedor con una bandeja, volteando a ver al castaño de forma reprendedora mientras servia el desayuno de la ojiverde, quien ya tomaba su lugar acostumbrado en la mesa.

- Gracias tía...

- Si aun tienes algo de tiempo quizás yo pueda hacer algo con tu cabello – se ofreció amablemente la castaña rojiza que tenia al frente.

- ¿De verdad Chiharu? – la de ojos esmeralda se mostró un poco emocionada, habían pasado semanas desde que no ponía bajo control su rebelde cabellera.

- Seguro... – le respondió ella con una gentil sonrisa.

- Gracias, eres un verdadero ángel – aunque casi no se veían debido a que las dos siempre estaban ocupadas con las actividades escolares, lo cierto es que llevaban una muy buena relación, incluso la castaña ya no le limitaba tanto su espacio personal.

Las dos tomaron su desayuno lo mas rápido posible, posteriormente la joven de cabellos castaños rojizos peino tal y como lo prometiera a la de ojos esmeralda.

- Sabes Sakura, tienes un cabello muy hermoso – le comentaba la chica mientras cepillaba cuidadosamente el sedoso cabello de la otra – creo que lo mejor es hacerte algo sencillo para darnos prisa... – la chica entretejió sus cabellos en un tipo de media diadema, dejando sueltos los cabellos de la mitad de abajo, aquel peinado de alguna manera realzo la belleza natural de la castaña, notándose instantáneamente el cambio – ¿qué te parece? – le extendió un pequeño espejo, la castaña al ver su reflejo en el quedo en extremo fascinada.

- Es perfecto... no había visto mi cabello tan arreglado desde que mis padres decidieron quitarme mis poderes... – estaba tan feliz que ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba diciéndole a la otra chica.

- ¿Poderes? – la castaña rojiza se quedo un poco confundida con la extraña afirmación de la muchacha, quien como siempre y para su suerte, su tía estaba ahí salvándola rápidamente de ese pequeño error.

- Sakura quiso decir... sirvientes – señalo con oportuna prontitud la mujer de negros cabellos – ellos siempre se encargaban de peinarla...

- Ah... – respondió la muchacha, advirtiendo el evidente nerviosismo en el rostro de su casera, aunque si bien la aludida ya había abandonado el lugar sin prestar mayor importancia a lo que dijo.

- Ya estoy lista... – dijo alegremente cuando llego al lado del castaño que ahora estaba de espaldas a ella.

- Menos mal... – el joven se dio la vuelta para verle, llevándose una gran sorpresa al observar el notorio cambio en la apariencia la muchacha, provocándole incluso un pequeño sonrojo al ver lo hermosa que esta se veía.

- Aun estoy esperándote Li... – esta no tardo en sacarlo de su ensimismamiento al ver como el chico no había hecho su rutina acostumbrada, y sin embargo este no entendió sus palabras a primera instancia, por lo que solo le mostró una cara de desconcierto que la otra noto al instante – ¿hoy no vas ayudarme con mi corbata?

- Eh... si, l-lo siento – solo pudo bajar despistadamente su mirada a la corbata, ocultando así el pequeño sonrojo que aun perduraba en sus mejillas.

Seguidamente los dos se dirigieron a la salida, emprendiendo así su inmediata partida a la escuela, una vez más se le había hecho tarde, otra cosa que sin duda también se volvió una rutina para ellos.

En todo el trayecto el castaño no pudo contenerse de volver disimuladamente la mirada hacia a su acompañante, valla que lucia diferente cuando esta se arreglaba un poco, a la joven no le paso desapercibida la insistente mirada del ambarino, por lo que apenas llegaron a la escuela esta no tardo en preguntarle que era lo que le ocurría.

- ¿Se puede saber que tanto me ves? – le dijo desconfiadamente, por lo que el otro solo trato de desviar la mirada – desde que salimos de casa no me has quitado la vista de encima, acaso tengo un bicho raro en el rostro ¿o que...? – manifestó algo molesta no entendiendo nuevamente la actitud del castaño.

- N-no es eso... es que... – se viro finalmente hacia ella pero sin dejar sus reservas, sobre si decirle o no la verdad – es que... luces muy distinta cuando te arreglas el cabello – la joven se le quedo mirando confundida y de hecho estaba a punto de preguntar a que se refería exactamente, pero justo en eso fue interrumpida por alguien más...

- Wow pequeña Sakura ¿que te hiciste hoy en el cabello? – el joven peliazul hizo su inesperado acto de presencia, dejándola sin la oportunidad de cuestionar al castaño.

- Hola Eriol… pues Chiharu me hizo el favor de peinarme esta mañana... – hablo correspondiendo igual de animadamente el saludo.

- Pues felicítala de mi parte, con ese peinado luces mucho mas hermosa que de costumbre – el joven le dedico un sonrisa un tanto picara, ganándose una mirada fulminante del ambarino que veía furiosamente como este la tomaba de la mano, para posteriormente depositar un pequeño beso en ella, provocando con aquel gesto que la castaña se sonrojara de sobremanera – de hecho estas tan hermosa hoy que seria una descortesía de mi parte no invitarte a salir... ¿que te parece si te invito a tomar un helado después de la escuela? – nuevamente no le dieron tiempo de responder ya que esta vez quien intervino fue el ambarino, en un tono ligeramente molesto.

- Eriol... – el castaño se planto tras de él, mostrándole una cara de pocos amigos, causándole un poco de diversión a su camarada al identificar el por qué de su molestia.

- ¿Qué sucede Syaoran? – el de ojos como zafiros se giro para verle con una cara llena de inocencia.

- Hoy tenemos practica con el equipo de Fut-bol ¿lo recuerdas?

- Cierto, lo había olvidado – sonrió para sus adentros al notar como el castaño claramente estaba conteniendo el enojo que le causaba al dirigirse de esa manera tan amigable a la ojiverde – en ese caso pequeña Sakura ¿que te parece si lo dejamos para otro día?

- Claro Eriol... – sonrió divertida viendo como el ambarino jalaba disimuladamente al de gafas, sin notar que su verdadera intención era que el peliazul ya no se le acercara mas.

- Camina Hiragizawa o se te hará tarde para tu primera clase… de hecho sabes que, yo mismo te acompañare hasta tu salón... – murmuro molesto mientras lo conducía casi a rastras por uno de los pasillos.

- Pero Li, también es hora de nuestra primera clase... – replico instantáneamente la joven.

- Descuida Kinomoto yo te alcanzare en el salón... – se despidió distraídamente de ella pues su mayor preocupación era el Juan Tenorio que llevaba fuertemente agarrado del cuello de la camisa blanca del uniforme – camina conquistador, o si no yo mismo me encargare de que Tomoyo se entere que estabas coqueteándole a su mejor amiga.

- Tranquilo Syaoran, no hay por que llegar a esos extremos – replico el ojiazul de forma un tanto infantil – nos vemos después pequeña Sakura... - el chico peliazul se despidió por ultima vez, alejándose mas y mas en una graciosa escena en la que el ambarino prácticamente lo jalaba para que este caminara mientras que el otro casi le suplicaba su silencio.

- Adiós... – la joven mantenía la mano en lo alto, despidiéndose hasta que ese par desapareció finalmente, entonces dirigió de nueva cuenta sus pasos hasta su respectivo salón, si bien esa materia era una de las favoritas de Syaoran, a su parecer debería ser borrada del mapa y de hecho ya hubiera intentado hacerlo si aun tuviera sus poderes, ya que las matemáticas definitivamente no habían sido hechas para ella.

- ¿Sakura, casi no te reconozco – se expreso bastante sorprendida una joven amatista que estaba situada a sus espaldas.

- Hola Tomoyo... – sonrió nerviosamente al darse cuenta de esa seria la última vez en el día que le hicieran esa clase de comentario, haciéndole cuestionarse seriamente sobre si había sido un cambio tan extremo.

- Te ves realmente muy bien... – la joven camino por el pasillo al lado de la castaña, teniendo en común la primera clase juntas.

- Gracias...

- Por cierto Sakura ¿ya sabias que Mei Ling regreso a la escuela? – la peliviolacea no tardo en cambiar de tema, al existir algo de lo que ciertamente debía advertirle.

- ¿En serio? – no pudo contener una risilla llena de malicia, teniendo muy gravada en la memoria la magistral escena que protagonizo la pelinegra casi dos semanas atrás en la cafetería de la escuela.

- Si ... y esta un poco molesta... de hecho me entere que te esta buscando.

- ¿A mi? – se mostró bastante sorprendida, aunque si bien desde un principio supuso que algo así sucedería - ¿y para que me quiere?

- Mei Ling cree que tú fuiste la responsable de lo que le ocurrió.

- No entiendo por que lo cree, si yo no le hice nada – quiso hacer jactancia de su inocencia a pesar de que aquella sonrisa malvada se mantenía impresa en sus labios de forma delatadora.

- Lo sé, pero aun así ten cuidado, Mei Ling no es de las personas que... – quiso darle un último consejo pero en ese momento fueron interceptadas por la chica de la cual habían venido haciendo referencia.

- Justo a la persona que andaba buscando – su voz un tanto chillona se escuchaba mucho mas molesta de lo normal.

- ¿Te refieres a mi? – se mostró mas que indiferente la joven castaña a pesar del estado caótico de la pelinegra, aprovechando el momento para constatar su perfecto trabajo, al no quedar rastro alguno de la posición y por consiguiente ninguna prueba incriminatoria.

- Así es Kinomoto... – la joven se le planto en el frente, interponiéndose a propósito en su camino para que le mirara a la cara.

- Pues ya me encontraste ¿ahora dime que es lo que quieres? – le reto nuevamente en su característico duelo de rivalidades – tengo cosas mucho mas importantes que hacer como para perder mi tiempo contigo.

- No tardare mucho, no te preocupes... – se mostró sarcástica, siendo la única forma en que podía dirigirse a esa irritante joven – no sé como lo hiciste, pero aun así sé muy bien que tu fuiste la culpable de lo que me ocurrió...

- ¿Tienes pruebas, por que si mal no recuerdo el doctor dijo que había sido una tipo de alergia a los mariscos – la desfachatez de esa chica no tenia precedentes a los ojos de la pelinegra.

- Sé muy bien lo que dijo el doctor, pero no deja de ser sospechoso, yo nunca antes había mostrado ninguna clase de alergia a los mariscos, estoy completamente segura de que esa bebida que me diste a tomar tenía algo.

- Vamos Wong, no le eches la culpa a mi bebida, porque si mal no recuerdo yo tome de ella antes que tu y a mi no me ocurrió nada... – se mostró un poco cínica, ella sabia a la perfección que eso fue enteramente la causa, lo de los mariscos fue solo coincidencia.

- Quizás, pero aun así no voy a dejar de vigilarte, hay algo muy extraño contigo y no voy a parar hasta averiguar que es... – no le quedo de otra mas que dejar hasta ahí la discusión pues como bien dijo castaña, ella no tenia ninguna clase de prueba, no todavía.

- Yo solamente quería hacer las paces contigo, si tu no quieres ese ya no es mi problema – la joven de cabellos castaños demostró algo de indignación en sus acciones al cruzarse de brazos, la peliviolacea solo podía observar y admirar el carácter decidido de su amiga.

- Si tu lo dices... pero que te quede algo claro, y es que de ahora en adelante te mantendré en la mira, y créeme que estaré mas que feliz cuando des tu primer paso en falso – con esta ultima amenaza la pelinegra y su sequito de seguidoras se retiraron del lugar, pasándole pesadamente de lado a la castaña.

- Adiós... – se despidió la ojiverde con bastante sarcasmo demostrado en su sonrisa – como siempre fue un gusto conversar contigo.

- Ahora si estaba furiosa... – intervino finalmente la chica de ojos como amatistas, quien había presenciado detenidamente todo el encuentro.

- Para lo que me importa – la joven prosiguió su camino como si nada hubiese ocurrido, ya que por dentro sabia que esa victoria había sido indiscutiblemente para ella, lo supo al ver la furia reflejada en el rostro de la que ahora consideraba su acérrima enemiga.

- Por cierto Sakura, me preguntaba si tal vez ¿te gustaría ir a mi casa después de clases? – pregunto repentinamente la joven de cabellos violáceos al momento que ella también retomaba el camino al lado de su amiga.

- Seguro Tomoyo, me encantaría...

- Genial, porque he diseñado unos trajes con los que seguramente te veras divina... – dijo aquello casi con estrellitas de felicidad en los ojos, la castaña sabia de la pasión que su amiga profesada a la ropa, lo que no sabia, era que esta ya la había tomado a ella como su musa inspiradora.

- - -

Después de la escuela, ambas chicas se dirigieron a la casa de la amatista, como el ambarino tenia practica te fut-bol después de clases no le fue muy difícil convencerlo de dejarla ir, desde que se paso esa luz roja el primer día de clases, además de otros cuantos incidentes aislados, se había vuelto algo sobre protector con ella, incluso mas que su propia tía.

Algo de lo que sabia la castaña de la vida de Tomoyo era que esta tenia un hermano un poco mayor que ella, asimismo su padre era uno de los empresarios mas importantes en el ramo de la industria textil, por lo que muy pocas veces estaba en casa debido a sus diversos viajes de negocios, mientras que su madre era la exitosa diseñadora de la compañía, eso explicaba en gran medida la enorme fascinación de la peliviolacea por la ropa.

- Llegamos... – dijo de repente la joven de cabellos violáceos al detenerse frente a un enrejado que protegía una enorme propiedad del otro lado.

- ¿Esta es tu casa? – la castaña se mostró entusiasmada, pues a lo lejos pudo divisar la gran mansión, aunque realmente eso no fue lo que llamo su atención, porque en si su hogar seria unas veinte veces mas grande, sino mas bien fue el diseño arquitectónico y los hermosos jardines que recubrían el lugar, siendo como siempre esto lo que tendía a llamarle mas la atención, comparando igual, las diferencias entre el mundo mágico y el mundo humano.

- Así es, pasa por favor... – le sonrió afablemente al momento que el portón eléctrico se abriera frente a ellas, luego de que la violácea pidiera le abrieran por medio del intercomunicador que estaba en la puerta.

La joven observaba detenidamente el lugar, especialmente los hermosos y bastos jardines, y por lo mismo teniendo que caminar bastante rato para llegar finalmente a la entrada de la monumental mansión de tres pisos.

A penas cruzaron el umbral una de las sirvientas detuvo su camino para saludar respetuosamente a la joven dueña de la casa.

- Buenas tardes señorita Daidouji...

- Buenas tardes Mary – la joven contesto con su siempre amable sonrisa - ¿mis padres están en casa?

- No señorita, su madre llamo para avisar que ni su padre ni ella llegarían a tiempo para la cena – respondió con igual cortesía.

- ¿Y mi hermano?

- El joven esta en su habitación – señalo la chica del servicio.

- Entiendo... – suspiro la amatista con cansancio, como si eso fuera algo común en su vida cotidiana – gracias Mary, por cierto, podrías subir un pequeño refrigerio para dos personas a mi habitación.

- Por supuesto señorita, ¿hay algo mas que se le ofrezca?

- No... por el momento eso será todo Mary...

- Entonces, con su permiso me retiro – hizo una pequeña inclinación y se retiro del lugar en silencio, para llevar a cabo la tarea encomendada.

Las jóvenes atravesaron el salón principal, para seguidamente subir unas escaleras, puesto que la habitación de Tomoyo quedaba en el segundo piso, atravesando un pequeño corredor al final de las escaleras.

- Aquí es... – lentamente la de cabellos negro violáceos giro la perilla dorada de la puerta de roble, dejando al descubierto la enorme alcoba que estaba exquisitamente decorada – pasa por favor Sakura – la castaña obedeció y le siguió calladamente, pues como antes, estaba explorando minuciosamente cada detalle decorativo del lugar, el que incluso parecía tener una pequeña sala de video incorporada – siéntete como en casa – le dijo al momento que se dirigía a un armario.

- Esta bien... – le respondió distraídamente, al observar detenidamente la enorme colección de videos caseros que estaba cuidadosamente ordenada en varios estantes empotrerados a la pared color marfil, junto a una enorme pantalla plana de cuarenta pulgadas con teatro en casa incluido – todos estos video ¿tu los filmaste?

- Así es... – respondió calmadamente, acercándose a ella con varios vestidos en los brazos y una caja de costura en la mano – cuando cumplí diez años, mi mamá me obsequio una cámara de video y desde entonces se me ha vuelto una enorme afición grabar las cosas que hay a mi alrededor.

- ¿Y esos son los trajes que diseñaste? – dijo al ver como ocho cambios de vestuario distintos y con formas muy llamativas.

- Si, y de hecho quería pedirte un gran favor – un brillo extraño resalto el violeta de sus ojos.

- S-seguro... – asintió, aunque algo en el fondo le decía que iba a arrepentirse – ¿de que se trata?

- Hay un concurso de diseño que se organiza cada año en la ciudad de Tomoeda, para dicho evento los participantes deben enviar por correo, ya sea en fotografía o video, el diseño con que participaran en el concurso...

- Hasta ahí entiendo, pero lo que no sé es en donde encajo yo aquí – se expreso con verdadero desconcierto delineado en su rostro.

- Ah... pues como quiero mandar mi diseño por video, necesito una modelo que lo luzca, y… pues… ese es el favor que quiero pedirte... – el brillo en sus ojos amatista aumento de intensidad, poniendo mucho mas nerviosa a la otra joven - ¿aceptarías ser mi modelo Sakura?

- Y-yo... yo no... - titubeo un poco.

- Por favor... – dijo con rostro tierno y suplicante, casi con lágrimas en los ojos, sosteniéndole firmemente esa mirada de cachorrito por unos segundos más.

- Esta bien… – accedió finalmente, teniendo como reacción inmediata de la otra joven un cambio automático de fisonomía.

- Gracias Sakura – su gratitud era genuina al igual que su rostro casi soñador – entonces pruébate por favor los vestidos mientras yo voy por mi cámara, después elegiremos entre las dos cual será el que participara en el concurso.

- E-esta bien – sonrió nerviosamente al ver el vestuario designado, no lo negaba, todos los vestidos eran hermosos, Tomoyo era una maravillosa diseñadora, haciéndole recordar cuan bajo había caído, si alguien de la academia Clow la llegase a ver vestida así, como una perfecta muñeca de porcelana, su reputación caería hasta los suelos y seria el hazme reír de todos.

- Por cierto Sakura, hay otra cosa que eh querido pedirte desde hace unos días – entro en escena otra vez la peliviolacea.

- ¿Qué cosa? – hablaba dificultosamente al tratar de hacer entrarle un vestido rosa pálido de corte asimétrico en la falda.

- Dos o tres veces al año, mis padres organizan un pequeño campamento… – le decía al momento que se lanzaba en su auxilio, ayudándole a ponerse la entallada prenda de vestir – y la próxima semana, mi padre decidió que iríamos de campamento nuevamente, según él, porque quiere que la familia se mantenga unida, además de que siempre me insiste en que invite a una amiga, y no sé... yo me preguntaba si tal vez ¿te gustaría venir con nosotros?

- Claro que si Tomoyo – la joven se volvió con alegría hacia ella luego de que por fin pudieran adecuar el vestido a su cuerpo – nunca eh estado en uno de esos.

- Estupendo, vas a ver que nos vamos a divertir mucho... – sonrió ella aun mas feliz, no solo por la que la castaña aceptara acompañarla, sino que también lo hacia al contemplar como su creación le había quedado a la perfección a su modelo.

- ¿Por cierto Tomoyo?

- ¿Qué sucede Sakura? – pregunto al ver el semblante de desconcierto que de repente adoptara la castaña.

- ¿Qué es un campamento? – la joven amatista solo pudo dejar escapar una pequeña risita conciliadora, le enternecía en cierta manera lo inocente que podía llegar a ser en ocasiones y a su vez, como por la mañana, era de temer con los que consideraba sus enemigos.

- - -

Sakura casi arrastraba los pies para poder llegar hasta la puerta de su casa, eso aun a pesar de que la violácea amablemente se había ofrecido en llevarla hasta ahí en automóvil.

Jamás en la vida le paso por la cabeza que el ser modelo seria un trabajo tan agotador, toda la tarde se la había pasado posando y cambiándose de vestuario mientras que Tomoyo encuadraba con la cámara las poses que mas le agradaban para el video, el que luego se encargaría de editar para el concurso.

Sintió un gran alivio al pasar el umbral de la puerta de su casa, lo único que quería era tomar un baño caliente y meterse a su camita a descansar, en el transcurso de la puerta de entrada a las escaleras se topo con su tía, quien la esperaba algo inquieta, no obstante a que esta le avisara por teléfono el que cenaría en casa de una amiga.

- Buenas noches tía – saludo con menos animo que de acostumbre la ojiverde.

- Buenas noches Sakura ¿te divertiste en casa de Tomoyo? – la pelinegra empezó con una conversación casual, algo que raras veces tenia con su propia madre, ya que esta siempre estaba tan ocupada con sus diversas obligaciones, que pocas veces le prestaba atención.

- Si, de hecho el sábado y domingo de la próxima semana Tomoyo me invito a ir con ella de campamento – se encamino hasta quedar frente a su tía, que justo ahora se encontraba en la sala - ¿me darás permiso de ir?

- Claro… aunque… ¿sabes que es un campamento? – se mostró tan preocupada como lo hacia cada vez que a esta se le metía una nueva idea en la cabeza.

- Tomoyo me explico algo durante la cena, y por lo que me contó suena bastante divertido – se mostró bastante emocionada, asimismo tomaba asiento junto a su tía en el sofá para dos personas.

- En ese caso, te deseo mucha suerte… - hablo con tranquilidad para posteriormente intentar proseguir con la conversación que habían estado postergando desde hacia un par de semanas atrás – por cierto Sakura, en la fiesta de Chiharu ya no pudimos hablar… pero creo que este es un buen momento para que continuemos con aquella charla que dejamos pendiente aquel día…. - una expresión algo seria se le iba agudizando poco a poco en el rostro, el mayor indicio para la joven de ojos color esmeralda, que esa vez no iba a poder evadirla.

- P-pero… - quiso refutarle, mas la mujer la hizo retractarse instantáneamente al enviarle una mirada severa – esta bien… – no le quedo mas que resignarse a contestar cada pregunta que su tía le haría sin dudar – ¿qué es lo que quieres saber?

- Primero que nada, si tus padres saben que eres una elegida ¿por qué te mandaron al mundo humano sin ninguna clase de protección? – mantuvo la seriedad en sus palabras en todo momento – si algún hechicero maligno o peor, si un cazador se llega a enterar, yo no podría hacer nada para defenderte…

- Lo sé, y créeme que comprendo a la perfección tus temores, porque yo misma siempre eh vivido con la incertidumbre de lo que me depara el destino… y si bien los ancianos del consejo de la magia ya pusieron toda clase de conjuros de protección sobre mi, lo cierto es que yo aun tengo miedo…

- L-lo lamento, nunca me puse a pensar en lo que tu pensabas o sentías… - el semblante de la mujer se ablando un poco – pero es que me preocupa desasido el que un cazador de magia especial te llegase a encontrar, eh sabido de muchos hechiceros con dones especiales como los tuyos, que han perdido su magia a causa de las ambiciones de los hechiceros de la oscuridad…

- Entiendo, pero es que yo no soy una simple hechicera con "dones especiales", como a los que despojan de sus poderes los cazadores… - su actitud se puso igualmente seria – como ya sabrás, los elegidos son seres con poderes aun mas extraordinarios, ellos como yo, algún día se convertirán en guardianes de los pilares que resguardan todo el mundo mágico…

- De la misma forma, el tiempo de vida de un hechicero, sobre todo la de un guardián, es mucho más largo que el de un ordinario humano – la joven siguió con la explicación fijando su vista en el piso, pues en verdad era bastante raro para ella exponer por primera vez su mas profundo secreto ante alguien – la causa es que los guardianes son reemplazados cada cien años, tiempo justo en el que aparece un nuevo elegido que esta destinado desde su nacimiento a reemplazarlo…

- Si, algo había oído de eso… - la mujer escuchaba atenta cada pequeño detalle que su sobrina le narraba.

- Aunque lo cierto es que hay algo más oscuro en todo esto, y es en si la verdadera misión de cada guardián – su seriedad aumentaba al tiempo que su relato avanzaba.

- ¿De que hablas? – volteó a verla totalmente confundida.

- Hablo del Caos… - le devolvió la mirado con un profundo vació en sus siempre vivaces ojos verdes – y aunque muchos creen que el Caos no es otra cosa que una leyenda para asustar a los niños, la verdad es muy diferente, ya que este es tan real como tu o como yo…

- No puede ser…

- Cada dos mil años, nuestro mundo es cubierto completamente por las tinieblas, destruyendo a su paso todo aquello que es tocado por su oscuro manto…

- ¿El devorador de mundos…? – la mujer estaba bastante aturdida sin acabar de asimilar lo que la joven le revelaba – me estas diciendo que esa abominación realmente existe...

- Tu mejor que nadie deberías saber que en nuestro mundo jamás se debe tomar una leyenda a la ligera – sonrió tristemente al ver la incredulidad reflejada en el rostro de su tía – desde que era muy pequeña, a penas tuve uso de razón, comprendí cual sería mi destino y cuanta importancia tendría para el bienestar de mi mundo, a pesar de ello aun no me acabo de hacer a la idea sobre esto y mucho menos sé que voy a hacer cuando el devorador de mundos aparezca.

- ¿Quieres decir que…? – trato de hallar algún tipo de titubeo en sus acciones pero solo se encontró con un semblante por demás ensombrecido por parte de ella.

- Así es… el Caos o el devorador de mundos, como quieras llamarle, aparecerá muy pronto, esto lo predijo el oráculo justo el día de mi nacimiento… y aunque tal vez todos piensen que soy una irresponsable por todas esas desgracias que provoque a mis anteriores escuelas, lo cierto es que simplemente en ocasiones no puedo controlar el alcance de mis poderes, y por eso es hasta cierto punto es un alivio el que yo no posea poderes en ese mundo…

- Sakura, no sé que decirte, todo esto es tan repentino…

- No tienes nada que decir, si te digo esto es porque te tengo la suficiente confianza de hacerlo, ya que ni siquiera mis padres están enterados de mis verdaderos sentimientos, y sabes, creo que es mejor así, ya que no quiero preocuparlos y mucho menos quiero que se entristezcan ahora por algo que sucederá en el futuro…

- ¿D-de que hablas? – le miro con cierto temor al venirle justo ahora a la cabeza, algunas leyendas sobre lo que le sucedía a los guardianes una vez que derrotaban al caos.

- La única manera de detener a esa criatura, es reforzar el campo de energía que la mantiene cautiva desde hace milenios – su rostro se volvía mucho mas lúgubre a cada palabra – para lograrlo, cada guardián debe sacrificar incluso su poder vital para sellar completamente a la criatura en una nueva prisión por otros dos mil años…

- Eso quiere decir que tu… o por dios… - la mujer palideció al comprobar una vez mas que las leyendas algunas veces no eran otra cosa mas que la realidad.

- Así es tía, y-yo… yo moriré cuando eso ocurra… - los ojos de la chica se cristalizaron demostrando en ellos un temor inmenso.

- Y lo dices así, tan tranquilamente… - Yelan no pudo evitar sobresaltarse – tiene que haber una forma de poder evitarlo.

- Es que ya no hay otra salida – murmuro bajamente sintiendo como un nudo empezaba a hacérsele en la garganta, después de tantos años de permanecer oculto, aquel tema volvía a salir a la luz – esta es la primera vez que alguien aparte de los ancianos lo sabe, pero extrañamente siento mas ligero el peso al sacarlo de mi… - le sonrió débilmente con una extraña relajación en el rostro – confió en que puedas guardar este secreto, que ahora será solo entre tú y yo…

- Por supuesto que lo guardare… - le dijo con suavidad al momento que inesperadamente la abrazaba contra si maternalmente, pues para ella esa dulce joven ya era como su hija – gracias por tenerme confianza, y créeme que podrás contar conmigo siempre que lo necesites.

- Muchas gracias tía – expreso mas que gratitud, alivio, al sentir como esa pesada carga lentamente iba desaparecido dentro de ella, abrazando a su tía como hacia tanto no lo hacia con su propia madre.

El joven castaño bajo a la cocina por un poco de jugo de naranja, al pasar por la sala no pudo pasar por alto la extraña la escena que protagonizaban su madre y la joven de castaños cabellos, quienes aun permanecían unidas en ese maternal abrazo, sin que ninguna de las dos se percatara de su presencia.

- ¿Sucede algo malo? – al fin pregunto, haciendo que las dos se separaran, girándose automáticamente para verle sumamente alarmadas.

- S- Syaoran… ¿que haces ahí? – pregunto con evidente nerviosismo su madre.

- Vine por un poco de jugo de naranja – respondió tranquilamente sin entender a bien el alterado estado de progenitora, misma que al advertir su actitud despreocupada comprendió que el joven no había escuchado nada su conversación, lo que sin duda era un alivio para las dos - ¿esta todo bien?

- Si, no te preocupes… - sonrió afablemente la mujer, disfrazando de esa manera lo que en realidad ocurría.

- ¿Segura…? - mustio no muy convencido al ver el rostro ensombrecido de la castaña que aun permanecía con la mirada perdida entre las sombras de sus ojos, algo no muy común en ella.

- Me retiro tía, buenas noches Li… - la joven se puso de pie, dirigiendo sus pasos de forma maquinal hacia su habitación, sin siquiera hacer el menor intento por mirar de frente al castaño.

Al notar la forma tan ausente con que se había despedido, el chico se giro para verle mas atónito que antes, desde que ella llego a su vida este no había podido desechar esa sensación, sintiendo que había una especie de secreto entre ella y su madre, y siendo tan perspicaz como era no se iba a dar por vencido tan fácilmente y trataría de averiguar de que se trataba de una buena vez por todas.

Continuara….

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Finalmente un capitulo mas (n.n), ya enrede un poco las cosas, pero no importa, porque ahora si tengo mas definido lo que va a pasar para los próximos capítulos, por ahora eso fue todo, ojala y les haya gustado, gracias por tomarse la molestia de dejarme sus comentarios, de veras que lo agradezco por que así me entero de su punto de vista y puedo ver si la historia va por buen camino, por el momento eso fue todo, hasta el próximo capitulo.