La semana paso en un abrir y serrar de ojos, siendo ya sábado, el día acordado para ir de campamento, la joven castaña se encontraba totalmente preparada, enfundada en su vestuario de exploradora, para enfrentarse a lo que fuese que afrontaría en el bosque, estaba tan feliz que incluso no le importo el tener que madrugar y levantarse a las cuatro y media de la mañana para salir antes del amanecer.

El pequeño peluche amarillo, que también se vio obligado a despertarse, le observaba detenidamente mientras esta acababa de hacer su mochila, era la primera vez que veía a su ama tan emocionada por algo.

- Sakurita ¿estas segura de que no puedo ir? – le miro con ojos tiernos y suplicantes, intentando así hacerla cambiar de opinión.

- Ya te dije que no Kero... – le respondía tranquilamente ella, al momento que se colocaba la mochila verde militar en los hombros – toda la familia de Tomoyo son humanos, imagínate el alboroto que se armaría si llevo conmigo a un peluche volador parlante, definitivamente tendría que dar muchas explicaciones.

- Pero y si me oculto todo el tiempo en tu mochila para que no me vean, tal y como lo hago cada vez que ese mocoso aparece... – volaba a sus espaldas, puesto que ella ya se disponía a dejar la habitación.

- No es tan sencillo Kero, además ya le dije a tía Yelan que se haga cargo de ti los días que estaré fuera... – la joven se encontraba en el umbral de la puerta cuando finalmente se volvió para encarar a su pequeño protector – anda Kero, te prometo que te comprare todos los dulces que quieras si te portas bien y te quedas aquí...

- ¡Pero es que no me importan los dulces...! – quiso objetar, mas la joven rápidamente le hizo una última oferta.

- Viste la nueva computadora portátil que mamá me envió... – el muñequito paro en seco al escuchar la palabra computadora – según ella me la mando porque la mía era demasiado peligrosa para este mundo… y adivina que, también me envió varios videojuegos incluidos… – con eso estaba casi segura de que ya lo tenia en la bolsa – no te gustaría mejor quedarte en casa todo el fin de semana, probando esos maravillosos videojuegos nuevos...

- Bueno... yo... yo... – la castaña dio justo en el blanco

- De hecho me enviaron la última versión de Hunter Dragon, creo que es el siete… – dijo con una sonrisilla confiada.

- ¡El siete! – pego un enorme grito, pero rápidamente volvió a su postura de guardián – Yo... agh... bueno... – habló con resignación, había esperado meses poder jugar esa versión y no iba a rechazar la maravillosa oportunidad que se le presentaba de jugarlo tranquilamente sin ser molestado – trato hecho – el pequeño muñeco le extendió la patita al momento que ella extendía también su mano para posteriormente cerrar dicho trato – acepto solo porque quiero jugar cuanto antes Hunter Dragon.

- Estupendo – sonrió satisfactoriamente la muchacha – solo ten mucho cuidado con Li, recuerda que su habitación es la del otro lado y podría darse cuenta de tu presencia – con un problema menos encima, la joven prosiguió su camino al pasillo, pero antes de irse completamente fue detenida de nuevo por el pequeño guardián.

- Solo ten mucho cuidado Sakura… – se expreso con mas seriedad de la acostumbrada, pues su bienestar era lo mas importante para él, por eso se negaba a dejarla ir sola.

- Descuida Kero, todo estará bien, te lo prometo… – sonrió comprensivamente ante la evidente preocupación de su mejor amigo.

- Y Sakura...

- ¿Si?

- Quiero esos dulces a primera hora el lunes, o si no te enfrentaras a la terrible venganza del más poderoso de los guardianes de Clow.

- Esta bien Kero... – sonrió nuevamente ante las ocurrencias del animalito que ya volaba hasta el escritorio donde yacía su computadora.

- Ahora veamos que mas juegos te mandaron – abrió de par en par el cajón superior del escritorio, donde la joven castaña guardo dichos videojuegos – ¡oh, mira…, este también es fantástico… ja ja ja esto será un maratón de dos días, ya que hace semanas que no siento la adrenalina de un buen juego, ja ja...

Capitulo 8

De campamento

Eran justo las cinco de la mañana cuando se escucho que alguien llamaba a la puerta principal de la residencia Li, la dueña de la casa atendió al llamado. Yelan se había levantado igual de temprano que su sobrina con el intención de prepararle algunos bocadillos para el camino y asistirla en cualquier cosa que fuera a necesitar.

La mujer de cabellos como ébano abrió la puerta, encontrándose con la figura a media luz de la peliviolacea, no pasándole por alto lo abrigada que lucia, debido al intenso frío que se sentía a tan tempranas horas de la madrugada, y tras ella diviso una camioneta roja que al parecer le esperaba.

- Buenos días señora Li – saludo cordialmente la joven.

- Buenos días Tomoyo – respondió igual de amablemente – pasa por favor, enseguida iré a llamar a Sakura.

- Si, gracias señora Li... – la violácea obedeció, mas no fue necesario que la pelinegra subiera, puesto que la castaña ya bajaba las escaleras y con ella llevaba una gran mochila a cuestas.

- Buenos días Tomoyo, buenos días tía Yelan – sonrió la ojiverde a las presentes – ya estoy lista, ya podemos irnos.

- Sakura, espera un momento por favor – dijo la mujer saliendo de la sala con rumbo a la cocina, para posteriormente salir de ella con algunas cajas de almuerzo en las manos – les prepare esto para el camino – le entrego un gran envoltorio con la comida a la joven.

- G-gracias tía – sonrió nerviosamente al sentir lo pesado del almuerzo – antes de que se me olvide, puedes regresarle sus despertadores a Li, Yamasaki y Chiharu por favor, todos están en la repisa que esta sobre mi cama – se acerco sigilosamente hasta ella, como si fuese a confiarle un enorme secreto al oído – tú ya sabes quien esta adentro jugando, por lo que será mejor que seas tú la que se los entregues.

- D-de acuerdo... – contesto algo nerviosa al ver el desconcierto que se asomo en la cara de la joven de ojos como amatistas.

- Ahora si Tomoyo, ya vamonos… – la violácea asintió, adelantándose pues la castaña aun se despedía de su tía en la puerta, quien por alguna razón desconocida para la joven de larga cabellera, le hacia a su sobrina un sinnúmero de recomendaciones un poco exageradas a su punto de vista.

La amatista subió primeramente a la camioneta, donde toda su familia ya le esperaba, exceptuando a su padre quien había salido para ayudar a guardar en el portaequipaje la mochila de su amiga, la joven tomo asiento frente a su hermano, ya que la camioneta era para seis pasajeros y las jóvenes viajarían juntas en los asientos del medio.

Cuando la castaña y el papá de la amatista subieron, este dio finalmente marcha a la camioneta, para así salir justo a tiempo, antes del amanecer.

- Así que tu eres la famosa Sakura de quien Tomoyo nos ha hablado tanto – se expreso amablemente el joven a sus espaldas, tomándola desprevenida al estar ocupada librando una feroz batalla contra el cinturón de seguridad, el cual estaba encaprichado en no querer abrocharse.

- Si... s-soy Sakura Kinomoto – le sonrió gentilmente al muchacho de grisáceos cabellos y gafas, pudiendo en esos segundos percibir en él la misma esencia tranquila de la violácea.

- Yo soy Yukito Daidouji, encantado... – le extendió la mano en cordial gesto de amabilidad para con ella, aunque si bien solo segundos después esta rechazo su atención lo mas diplomáticamente posible.

- N-no te ofendas Yukito, pero es que no me gusta tener contacto físico con los humanos que acabo de conocer... – sonrió un poco nerviosa, regresando a difícil tarea de abrocharse el condenado cinturón.

- S-seguro... – fue lo único que atino a decir, aproximándose cautelosamente hasta su hermana menor, susurrándole disimuladamente al oído – ¿tu amiga se encuentra bien?

- No te preocupes, es solo que a Sakura le toma algún tiempo tomarle confianza a quienes acaba de conocer... – contesto con afabilidad a su hermano, contrariamente al particular caso de la castaña con su hermano, los dos llevaban una excelente relación desde muy pequeños.

- Tomoyo... – se expreso totalmente derrotada la ojiverde, señalando con la mirada el obstinado artefacto que nada mas no daba su brazo a torcer, la muchacha de amatista mirar se lanzo calmadamente en su auxilio, abrochando debidamente el cinturón de su amiga.

- Listo...

- Muchas gracias Tomoyo...

- Sabes Sakura, Tomoyo nos ha hablado mucho de ti... – dijo la madre de la violácea tratando de romper un poco el hielo.

- ¿De verdad? – dijo entre emocionada y un tanto curiosa.

- Si, y también nos comento que esta será tu primera vez en un campamento – la mujer de corta cabellera castaña siguió con la charla, tratando de aligerar el tedio del largo viaje al bosque, donde acamparían durante todo el fin de semana.

- Así es señora Daidouji... – se expreso respetuosamente, aunque si bien la joven mujer le corrigió rápidamente.

- Por favor Sakura llámame Sonomi, que lo de señora Daidouji me hace sentir algo vieja... – bromeo un poco, dándole así a conocer su forma de ser a la ojiverde.

- Esta bien señora Sonomi... – la aludida solo sonrió un poco mas conforme.

- Oigan chicos, que les parece si cantamos algo para hacer mas corto el camino... – sugirió el hombre de cabellos negros quien iba al volante, teniendo puesta fija su vista en el camino que cada vez se hacia menos poblado por los edificios y casas, dando paso a la naturaleza propia del lugar – de hecho por que no nos cantas algo querida Tomoyo.

- No sabia que supieras cantar... – la joven de ojos esmeralda dejo entrever bastante curiosidad a lo dicho por el padre de su amiga.

- Tomoyo tiene una voz muy hermosa – apoyo el mayor de los Daidouji.

- Solo dicen eso porque son mi familia... – la joven se mostró un poco apenada por los comentarios.

- Por favor Tomoyo, canta algo... – la castaña se les unió, después de insistirle por unos minutos, a la violácea no le quedo de otra mas que aceptar.

El resto del camino la joven amatista amenizo el viaje con su dulce y melodiosa voz, dejando mas que maravillada a la muchacha castaña, cantaba tan bien, que de hecho le pareció una de las mejores voces que ella hubiese escuchado jamás, era incluso comparable con su mayor ídolo musical, la inigualable Mia Farell.

A medida que avanzaban, el paisaje se modificaba mas y mas, pues las construcciones de concreto se convertían en cedros y cipreses, que iban siendo iluminados paulatinamente a medida que el sol se levantaba en todo lo alto del horizonte, dando un panorama completamente distinto al de hacia unas horas atrás.

La joven hechicera miraba asombrada por el cristal de la ventanilla, lo basto del follaje y el sinnúmero de plantas medicinales que a distancia podía distinguir entre los alrededores, y aunque si bien, en aspecto ese panorama boscoso era exactamente igual al de su tierra, existía una gran diferencia, ya que al parecer en ese lugar no había criaturas salvajes, o por lo menos tenia la certeza de que ahí no sería tragada por un hambriento ogro del bosque.

No es que ella nunca hubiera estado en el bosque, porque la academia Read continuamente realizaba excursiones a ese lugar para la clase de pociones, donde recolectaban las plantas y hiervas necesarias.

Lo que si nunca había hecho, era lo que los humanos llamaban acampar, por el mismo motivo de las peligrosas criaturas salvajes que residían en esos lugares, puesto que muchas veces la magia no era suficiente para ponerse a salvo de una jauría de perros fantasmales comparables con los de Hécate, la soberana de la oscuridad.

La muchacha quedo fascinada al distinguir el enorme lago en aquel claro donde la camioneta ahora mismo detenía su marcha, posteriormente todos descendieron de ella, para solo instantes después desempacar e instalar un pequeño campamento. Entre los cinco se encargaron de armar las tres tiendas de campaña donde pasarían la noche de ese día.

La castaña no podía creer lo irónica que podía ser la vida, por mas complicado y difícil que fuera, con su magia podía realizar cualquier clase de hechizo, mas era tan torpe en los trabajos manuales, que incluso no podía hacer una simple tarea como armar la tienda de campaña que compartiría esa noche con la violácea, la cual se desmoronaba nuevamente frente a sus ojos al haber estirado de mas una cuerda de las alas laterales de la tienda.

- Lo siento Tomoyo... – dijo muy apenada al haber arruinado por quinta vez el armazón de la tienda.

- No te preocupes Sakura, es normal que no puedas hacerlo, ya que aun para mi es muy difícil – le hablo con esa infinita paciencia que parecía nunca agotársele.

- Oye Sakura, ¿por qué mejor no me acompañas a recolectar algo de leña al bosque para la fogata? – ofreció el joven de tranquila mirada ámbar.

- Seguro, creo que eso si podré hacerlo bien, porque con esto de las actividades manuales soy un rotundo fracaso... – dejo de lado la tienda, creyendo firmemente que ayudaría mucho más a su amiga, si no le asistía en una nueva demolición.

Los chicos caminaron por un rato en lo profundo del bosque, e igual que como le ocurrió con Tomoyo, la ojiverde compagino a la perfección con el chico de gafas.

- ¿Así que a ti también te gusta Mia Farell? – dijo algo sorprendida la castaña ante la revelación del otro joven, ambos llevaban un largo rato charlando entretenidamente de varias trivialidades.

- Por supuesto, me encanta Mia Farell, aunque no tanto como a Tomoyo, ella prácticamente tiene toda su colección de discos – contesto apaciblemente al agacharse para recoger otra rama del suelo.

- Este es un lugar sorprendente, jamás pensé encontrar tanta variedad de plantas medicinales en un solo lugar... – se alejo un poco del chico, quedándose estacionada de pie frente a uno de los tantos pinos – por ejemplo, el musgo que crece en la corteza de este árbol, es muy bueno para curar toda clase de resfriados si sabes extraer sus propiedades curativas adecuadamente...

- Jamás imagine que supieras sobre plantas medicinales...

- En mi anterior escuela llevaba un curso sobre herbolaria – se volvió al joven a sus espaldas al sentir como este tenia puesta la vista fijamente en ella – l-lo lamento, debo estarte aburriendo con mi discurso sobre las plantas…

- Para nada, de hecho me parece interesante... – le sonrió de una forma tan encantadora que la chica no pudo evitar un pequeño sonrojo.

- Aun así, creo que será mejor cambiar de tema – desvió la mirada al sentir lo tibio de sus mejillas – yo ya eh hablado mucho de mi, así que por que no me cuentas algo sobre ti...

- ¿Cómo que te gustaría saber? – mantuvo la sonrisa en sus labios, provocando que la intensidad del sonrojo aumentara.

- Tomoyo me dijo que ya asistías a la preparatoria… – quiso cambiar totalmente de tema para tratar de sentirse menos nerviosa.

- Así es, actualmente estoy cursando el segundo año de preparatoria.

- Igual que mi hermano – le dijo bajamente, dejando escapar un hondo suspiro al recordar a su hermano mayor – a veces envidio a Tomoyo... – murmuro sin prestar atención a sus palabras.

- ¿Y eso por qué?

- Pues por que a de ser maravilloso tener un hermano como tú... – hablo sin pensar, cuando pudo reflexionar lo que había dicho el rojo asalto de nueva cuenta sus mejillas, pero esta vez de una manera mas furiosa – eh, lo lamento, no quise decirlo de esa manera – se apresuro a auto corregirse.

- Descuida, no tienes porque disculparte...

- Es solo que Touya y yo nunca podemos compartir tiempo juntos – al decir aquello su mirada se ensombreció un poco – aparte que cuando lo estamos, no podemos dejar de pelear un solo momento, por lo que a veces creo que es mejor no vernos…

- Ya tenemos suficiente leña, ¿qué te parece si regresamos? – el joven opto por cambiar de tema al ver la triste sonrisa que se había dibujado en los labios de la chica.

La muchacha se quedo estática por unos momentos, sintiéndose por demás confundida al empezar al experimentar todas aquellas locas emociones dentro de si, por un chico al que apenas y acababa de conocer, simplemente su corazón latía desmesuradamente rápido al solo escuchar la afable voz de ese gallardo joven que caminaba frente a ella.

- ¿Sucede algo malo? – cuestiono el chico de grisáceos cabellos al percatarse de que su compañera no caminaba a su lado, sino al contrario se había quedado detenida a la mitad del paraje.

- Hoe... no, no me pasa nada... – se apresuro a decir al salir de su momentáneo ensimismamiento, e inmediatamente retomando el camino al lado del chico – Yukito... ¿p-puedo preguntarte algo personal?

- ¿Qué tan personal? – se sonrió un poco ante la excepcional forma de ser de la muchacha.

- No mucho... te lo prometo...

- Entonces adelante, ¿qué quieres preguntarme?

- Solo quería preguntarte si a ti... tal vez... ¿tal vez te gustaría ser mi amigo? – se mostró un poco nerviosa ante la respuesta que del chico saldría y mas al ver como este se le quedaba viendo un poco raro – te lo pido porque me caíste muy bien desde que te vi y pues eso no es algo muy común que me pase, por lo que yo...

- Sakura tranquila... – la detuvo cuando esta empezó a hablar tan rápidamente de corrido que a penas y se le entendía lo que decía – seria un honor para mi el que seas mi amiga... ¿ahora yo puedo decirte algo?

- S-seguro ¿de que se trata?

- La verdad es que me pareces una chica un poco enigmática, y de veras me gustaría conocerte más a fondo...

La castaña se quedo anonadada con sus palabras – "¿será posible que él haya descubierto quien soy realidad?" – pensaba mientras un sin numero de dudas asaltaban a su cabeza – "no, es imposible que él se haya dado cuenta" – si bien lo que el joven realmente quiso decirle era que le había agrado mucho su forma de ser y quería seguir tratándola, ella malinterpreto sus palabras creyendo en cualquier momento se desataría una cacería de brujas, por lo que la joven no abrió la boca hasta que los dos llegaron al campamento.

- - -

En general fue un día bastante entretenido para la muchacha de mirada esmeralda, después de que Tomoyo armara exitosamente la tienda de campaña, con algo de la ayuda de Yukito, entre los tres hicieron muchas cosas divertidas, tales como nadar en el lago frente al campamento, donde ella gano la competencia de natación que organizaron, jugo a la pelota y se divirtió de lo lindo jugando a las escondidas, asimismo, la joven violácea no perdía un solo detalle, pues en ningún momento se aparto de su cámara de video.

Ya casi para el anochecer el padre de los chicos encendió una fogata donde cocinaron la cena. Luego de la cena los señores Daidouji se retiraron a su tienda de campaña, sin duda para ellos también había sido un día bastante agotador, dejando a los jóvenes solos para que disfrutaran un rato mas de la fogata.

- ¿Y ahora que hacemos? – pregunto la castaña al parecerle que ya no existía otra cosa, mas que irse a dormir ellos también, no obstante sus suposiciones cambiaron después de observar como el joven de gafas sacaba de una mochila una bolsa de bombones y la peliviolacea tomaba tres varas, donde posteriormente inserto los bombones - ¿para que haces eso Tomoyo? – simplemente no entendía que lograría con aquello y mucho menos al ponerlos frente a la fogata.

- Porque saben deliciosos asados – respondió entregándole a ella también una vara, aun sin entender muy bien la explicación.

- Si... ensartas varios bombones y después los pones a asar en el fuego... – el chico se le acerco, sentándose a su lado en el tronco seco que utilizaban como asiento, mostrándole el procedimiento para que ella los imitara – creo que ya están – le paso la brocheta con el bombón en la punta – adelante, pruébalo.

- Esta bien... – miro el bombón aun con desconfianza, llevándoselo de un solo bocado sin esperar a que se enfriara, pegando tremendo grito al sentirlo al rojo vivo sobre su lengua.

- Cuidado esta... – el joven quiso advertirle pero ya era demasiado tarde – caliente.

- Y hata ahodita me lo dides... – hablo dificultosamente con la lengua un poco trabada por la irritación...

- Vamos chicos que les parece si empezamos de una vez... – intervino finalmente la de cabellos violáceos.

- ¿Empezamos que? – la castaña comenzaba a hablar con mayor fluidez después de unos instantes de enfriar su lengua.

- En un campamento nunca debe faltar un buena historia de fantasmas... – se escucho algo emocionada al decir lo ultimo apareciéndole un extraño reflejo en lo violeta de sus ojos – además, la noche es mas que perfecta para narrarla – señalo a lo alto, justo donde la magnifica luna llena de ese día brillaba a plenitud.

- ¿De veras? – pregunto aun incrédula pero al ver que la joven asentía con un pequeño movimiento de cabeza no le quedo de otra mas que sentirse un poco inquieta.

Por culpa de su hermano mayor, cuando era mas joven, el solo escuchar la palabra fantasma le hacia salir huyendo sin dirección fija, en ese entonces sentía un inmenso horror por esos entes, mas con los años y con la temida reputación que a pulso se fue formando en la escuela, no podía darse el lujo de ser una miedosa y mucho menos exponerse a la escrutinio publico por este pequeño defecto, no quedándole de otra mas que enfrentar sus temores, lo que no fue una tarea casi titánica, pero que después de mucho batallar lo logro, llegando a tal punto que incluso ahora disfrutaba narrar dichas historias.

- ¿Entonces yo puedo contar una? – se señalo inmediatamente.

- Claro... – contesto gentilmente el muchacho a su lado.

- Solo una cosa Sakura... – puntualizo en última instancia la violácea – recuerda que tu historia tiene que ser escalofriante...

- Descuida, en mi naturaleza es algo nato ese tipo de historias, confíen en mi, que no pienso defraudarlos, ja ja ja... – dejo escapar una risilla algo maquiavélica, provocando sin querer escalofríos a su amiga, viendo como su semblante también se hacia bastante tétrico a medida que se tomaba mas en serio su papel – esta es una leyenda muy popular en mi mundo, se dice que hace cientos de años, en el tiempo de la guerra y hambruna que vivimos por décadas, apareció un terrible ser...

Los jóvenes escucharon atentos cada una de sus palabras, la castaña por su parte se sentía como pez en el agua al narrar aquello, porque como bien dijo antes, su naturaleza mágica le hacia tomarse muy enserio su papel como hechicera, de lo cual dio muestra es su espeluznante relato.

- ...los restos de todos desaparecieron con la luz del amanecer, y aun hoy nadie se atreve a poner un pie en el bosque, mas que nada por las monstruosas criaturas nocturnas que vigilan la entrada, quienes se encargaran de eliminar a cualquiera que pueda romper el sello que mantiene cautiva a la criatura... ¿y bien que les pareció?

- Una muy buena historia, te felicito... – el joven pareció ni siquiera haberse inmutado a pesar de la excelente narración de la muchacha.

- Y a ti Tomoyo, ¿te pareció lo suficientemente escalofriante? – se volvió a su amiga que estaba del otro lado, la cual estaba como en una especie de trance, sin hacer caso a las palabras de la chica – Tomoyo... ¡Tomoyo! – la joven la sacudió con fuerza logrando hacerla regresar del lugar en el que estaba.

- Y-ya... ya me voy a dormir... – sonrió queriendo disimular su turbación, pues aunque quisiera demostrar lo contrario, lo cierto era que esa historia le había inquietado bastante.

- Esta bien... – le miro confundida al ver que su piel se había puesto más pálida de lo habitual – enseguida te alcanzo.

- No tardes... – prácticamente corrió hasta donde se encontraba la tienda de campaña, donde finalmente se internó, dejando solos a su hermano y su mejor amiga.

- Sabes Sakura, nunca había conocido una chica como tú... – el muchacho centro toda su atención en la chica que tenia a su lado – eres una persona muy divertida, pero sobre todo muy inteligente...

- Dile eso a mis padres... – bromeo con aquel sarcasmo que a pesar de que no lo quisiera, siempre le acompañaba – ellos creen que soy un verdadero dolor de cabeza.

- No creo que ellos realmente piensen eso, porque cualquiera que tenga la fortuna de conocerte te diría lo agradable que eres...

Le sonrió nuevamente de esa manera tan encantadora que automáticamente hizo aumentar la presión sanguínea en el rostro de la chica, la cual rápidamente trato de ocultar su sonrojo tras los cabellos castaños que le caían por el rostro.

- Y no solo eso, sino que también eres poseedora de un belleza extraordinaria... – lentamente le paso los dedos por la cabeza, apartando con mucho cuidado el cabello que caía de su frente, acercándose hasta quedar a su altura – buenas noches Sakura... – al decir lo ultimo deposito un pequeño beso sobre su frente, provocando con su acción avivar el incendio que se desatara sin control en su rostro.

- Yukito... yo... – cuando reacciono quiso decir algo, mas no supo que decir exactamente – buenas noches... – se despidió ella también, no perdiéndolo de vista hasta que se adentro en su campaña.

- Si Li se entera, se va a enojar mucho conmigo... – suspiro con cansancio para después rememorar lo que había dicho – "aunque pensándolo bien… ¿por qué debería importarme lo que piense Li de mi?" – pensaba – "después de todo aun ni siquiera tenemos la suficiente confianza como para llamarnos por nuestros nombres" – no supo por qué, pero eso ultimo le causaba algo de tristeza – "aun así… no me gustaría que él se molestase conmigo..." – suspiro nuevamente sin apartar aquellos pensamientos de su cabeza, quedándose sentada ahí por un largo rato, sin quitar la vista de la fogata, la cual no tardaría en extinguirse por si sola – Syaoran…

Continuara…

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

Ahora si actualice un poco mas rápido (n.n), ojala y el capitulo les haya gustado, (a pesar de que cierto castaño no apareció hoy (XD), pero es que ya tengo mis planes y bueno, pues ya verán mas adelante lo que le tengo preparado (XD), y cambiando de tema, gracias a quienes se tomaron la molestia de dejarme reviews, siempre me gusta saber lo que piensan y aparte de que leerlos me da ánimos para seguir escribiendo, no se para cuando tenga listo el capitulo siguiente ya que estos días eh andado escasa de tiempo para escribir (n.nU), ahora si por ahora eso fue todo, nos vemos el próximo capítulo…