La joven de cortos y lacios cabellos castaños se encontraba inmersa en lo maravilloso de sus sueños, por la diminuta sonrisa en sus labios, se podía constatar perfectamente que era un sueño placentero, pero como todo lo bueno, aquello no tardaría en terminar, finalizando justo en el momento en que sentía como algo o mejor dicho alguien, inevitablemente le obligaba a regresar a la realidad.

- Sakura despierta… – la violácea llevaba más de diez minutos meciendo insistentemente a su amiga para que esta despertara – ¡¡¡Sakura!

El tremendo grito pegado por la amatista hizo que la otra muchacha diera un gran brinco muy asustada, reincorporándose al instante para tratar de averiguar donde estaba el incendio, la inundación o lo que fuese por lo que la habían obligado a despertar.

- ¿Q-qué… qué sucede? – dijo aun sosteniendo su mano derecha sobre el corazón, pues este no dejaba de palpitar desmesuradamente rápido.

- Lo lamento, pero es que no encontré otra manera de despertarte – la castaña al escuchar quien la llamaba, dio un suspiro más aliviada.

- ¿Qué hora es? – preguntaba algo adormilada al momento que daba un enorme bostezo.

- Son las seis treinta de la mañana – le respondió tranquilamente la de cabellos violáceos.

- Entonces dame otros cinco minutos mas… - se acomodo nuevamente en la bolsa de dormir, cubriéndose con ella hasta la cabeza.

- Sakura… - le llamo en tono reprendor, luego del trabajo que le costara que esta finalmente despertara.

- Esta bien, esta bien… ya voy… - dijo aun entre bostezos mientras hacia la colchoneta de la bolsa a un lado, para finalmente ponerse de pie.

- Yo te esperare afuera mientras te vistes – sonrió un poco mas conforme al ver como esta se encontraba ya mas conciente.

- Si, si, ya voy… - se expreso un poco malhumorada, despidiéndose al momento que la violácea salía de la tienda de campaña.

Aun medio dormida se saco la pijama de encima, y entre bostezo y bostezo se coloco los pantalones cortos de mezclilla, hasta poco mas debajo de las rodillas, siguiéndole con la playera de color rosado pálido, para finalizar con un acolchado chaleco beige, colocándose finalmente los tenis rosas para salir de la tienda.

Capitulo 9

¿Celos?

Tonos rojizos y naranjas empezaban a emerger en el horizonte, dejando sumamente maravillada a la joven castaña, pues ella nunca había tenido la oportunidad de ver algo tan hermoso como aquel espectáculo, por un momento se quedo embelezada, viendo con detalle aquel singular numero de colores rojizos.

- Buenos días señora Sunomi – dijo la castaña al advertir la presencia de la joven mujer que ahora se encontraba preparando algunos bocadillos para el viaje de pesca.

- Buenos días querida Sakura – respondió volviéndose al momento para corresponder al saludo – ¿y como dormiste?

- Muy bien… ¿pero y Tomoyo, dijo que me esperaría afuera… - volvió a todos la cabeza, tratando de ubicar con la mirada a la violácea.

- Tomoyo acompaño a Yuki, tenían que ver algo referente al bote – sonrió con apacibilidad mientras terminaba de hacer los sándwich.

- ¡Es verdad…! – lo recordó repentinamente, podría decirse que a esas horas tan tempranas de la mañana sus ideas no compaginaban del todo bien – Tomoyo me dijo que nos levantaríamos tan temprano porque iríamos a pescar – miro con mas detenimiento a la mujer y la labor que esta desempeñaba – ¿gusta que le ayude con eso señora Daidouji? – se ofreció amablemente.

- ¿En que quedamos Sakura? – la joven mujer le miro con el entrecejo un poco fruncido.

- Lo siento señora Sunomi, je je je… - rasco su cabeza con algo de nerviosismo, al ver el extraño semblante en la mujer.

- Mucho mejor… - sonrió a manera conforme.

La joven se acerco para ayudar en las labores desempeñadas por la mujer castaña, divisando a unos cuantos metros de ahí al señor Daidouji, quien al parecer le hacia una clase de revisión a la camioneta.

- Bien papá, ya esta todo listo – anuncio el mayor de los Daidouji, que parecía venir del lago, este iba seguido de su hermana menor, quien caminaba a sus espaldas.

- Si, pero me temo que no podré acompañarlos, el auto sufrió una pequeña descompostura y será mejor que la arregle si queremos partir hoy mismo – anuncio el hombre, haciendo que el chico solo asintiera con un pequeño ademán.

- En ese caso creo que solo seremos solo tú y yo pequeña Sakura – se dirigió a la joven que estaba ayudándole a su madre a preparar los bocadillos para el viaje.

- Pero creí que Tomoyo también nos acompañaría… – comento la ojiverde, mas la aludida no tardo en corroborar lo dicho por su hermano mayor.

- Lo siento Sakura, pero yo siempre prefiero quedarme en tierra firme junto con mamá, pues andar en botes hace que me maree – la respuesta que dio solo dejo en claro lo que anteriormente le dijera el joven de cabellos grisáceos.

- Entonces Sakura, es tiempo de que partamos – el joven le sonrió con apacibilidad, haciendo que por una extraña razón esta se sintiera nerviosa, al solo contemplar la idea de que los dos estarían nuevamente solos, sin embargo eso no impidió que le acompañara.

- - -

Había transcurrido casi una hora ya, desde que los dos jóvenes se encontraran varados a la mitad del lago, la castaña empezaba a impacientarse, estar prácticamente inmóvil, esperando que un pez mordiera el anzuelo de su caña de pescar, no era lo que tenia en mente, no obstante no quiso incomodar a su acompañante, quien si parecía disfrutar aquello.

- ¿Yukito? – le llamo muy bajamente, según como el chico le dijo que lo hiciera para no asustar a los peces.

- ¿Si? – contesto igual, pero con algo de diversión al escuchar la voz de la castaña. Cuando le dijo que modulara mas bajamente su voz, nunca pensó que esta empezaría ha hablar de forma cautelosa y en murmullos.

- ¿Cuanto tiempo exactamente tengo que esperar para que un pez muerda mi anzuelo? – siguió murmurando como si de un secreto se tratase.

- Sakura... – murmuro tan bajo como la castaña – ¿por qué hablamos en susurros?

- No lo sé, tú me dijiste que hablara así – siguió murmurando, lo que hizo que el chico dejara escapar una breve carcajada.

- Si, pero yo solo te dije que disminuyeras un poco el tono de tu voz – le dijo este en un tono de voz un poco mas neutral, dándole a entender con ello que no era necesario cuchichear para poder hablar.

- Ah, ¿por que no me lo dijiste antes? – aumento el tono de su voz para hablarle con mayor normalidad – ahora si puedes decirme ¿cuánto tiempo mas tenemos que esperar?

- Puede ser cuestión de minutos, o inclusive horas...

- ¡¿Horas! – dejo escapar un fuerte grito ante la sorpresa.

- No te desanimes, ya veras como pronto picara uno... – trataba de animarle, pero esta simplemente decidió dejar su caña de lado.

- Olvídalo, soy demasiado impaciente para esto, así que solo observare como lo haces – le dijo, dándose completamente por vencida, lo que le causo algo de gracia al chico al ver lo sincera que era la chica.

- Sabes Sakura, me dio mucho gusto haberte conocido... – comenzó a decirle tranquilamente el chico de gafas, provocando con sus palabras un leve rubor en las mejillas de la chica.

- A mi también me dio gusto conocerte Yukito... – respondió con una pequeña sonrisa dibujada en su rostro – y espero que sigamos siendo buenos amigos – le dijo con sinceridad.

- Así será Sakura... – no pudo terminar su oración, pues en ese momento sintió como algo jalaba fuertemente su caña.

- ¿Que sucede? – la joven no tardo en preguntar al ver como el chico prácticamente luchaba por no ser tirado del bote, con todo y caña.

- Parece que pico uno... – a pesar del evidente esfuerzo que estaba realizando, el chico le mostró una gran sonrisa a su compañera.

- ¡¿De verdad! – se expresó muy emocionada ante las palabras del chico.

- Si, y parece que es uno muy grande – el muchacho se apresuraba a enrollar el hilo en el carrete, tirando finalmente con una mayor fuerza de su caña, para así sacar del agua a un enorme arenque.

- ¡Lo hiciste! – dijo felizmente la chica al ver el enorme pescado que el chico sostenía en el aire – atrapaste un pez.

Ese fue solo uno de los seis peses que pescaron esa mañana, pues después de ver como el chico lograra atrapar uno, la joven se animo y volvió junto con su caña a la tarea de pescar, logrando atrapar ella también a dos peces, que en conjunción con los otros cuatro pescados por el chico, terminaron siendo la comida de ese día.

Después de la comida, entre todos levantaron el campamento, saliendo con rumbo a la civilización posteriormente a eso, arribando a la ciudad poco antes del atardecer.

Para la castaña fueron bastante entretenidos esos dos días, no esperaba para llegar a casa y contarles a todos lo bien que se la había pasado.

- Muchas gracias por traerme – fue lo último que dijo la ojiverde antes de despedirse finalmente de la familia Daidouji, con quienes pasara todo el fin de semana acampando en el bosque.

La joven se sentía muy feliz por el haber podido convivir con ellos y aprender muchas cosas interesantes en el transcurso de esos dos días, realmente fue muy divertido para ella conocer el trato y las costumbres de una familia tan unida.

Y si bien le fascino ir de campamento, también era cierto que estaba muy contenta de haber regresado a lo que ella ya consideraba su hogar, de seguro su tía ahora mismo estaría preparando la cena, pues desde la puerta de entrada podía percibir el exquisito olor de la comida.

- ¡Ya llegue! – grito desde el marco de la puerta que ahora mismo atravesaba, despojándose de su mochila en el transcurso, dejándola a un lado de la entrada.

- Kinomoto que sorpresa... ¿cómo te fue? – quien primeramente la recibió fue el joven de ojos color avellana, este iba saliendo de la cocina con un vaso de jugo de naranja en la mano, con su saludo provoco una inesperada reacción en las acciones de la chica, al lanzarse sin mayor aviso contra la humanidad del muchacho.

- ¡Li...! – dio un sonoro grito de alegría, al momento que lo abrazaba eufóricamente. Ante el insospechado gesto de la castaña, el joven se quedo estático, tratando de equilibrar el vaso que traía en la mano para que el contenido no se derramara – te extrañe mucho...

- K-Kinomoto... – murmuro dificultosamente por la falta de oxigeno que la castaña le provocaba, al haberse aferrado fuertemente a su cuello.

- L-lo lamento jejeje... – se separo lentamente de él, mostrándose un poco apenada al ver como el chico poco a poco recuperaba el aliento – es que los extrañe mucho a todos.

- N-no exageres Kinomoto, solo estuviste fuera por dos días... – quiso mostrar indiferencia, aun a pesar del pequeño sonrojo formado en sus mejillas por la inigualable forma de ser de la chica.

- Tienes razón, creo que me deje llevar un poquito – sonrió graciosamente, achicando el espacio entre sus dedos índice y pulgar, demostrando así gráficamente sus palabras.

No obstante lo que decía era la pura verdad, de veras le daba un gusto enorme volver a ver de nuevo al chico castaño, se había acostumbrado tanto a su presencia en esas semanas, que el no sentirla cerca de sí, le hacia sentir un pequeño vació por dentro.

- Antes de que se me olvide, quería comentarte algo extraño que ocurrió durante tu ausencia... – de repente el chico adopto una postura un poco seria, cambiando rápidamente el tema de conversación para dejar su sonrojo de lado.

- ¿De que se trata? – pregunto intrigada.

- Es sobre la laptop que tienes arriba de tu escritorio... – comenzó a decirle calmadamente – de antemano te pido disculpas por haber entrado a tu habitación sin permiso, pero es que el fuerte volumen de las bocinas no me dejaba concentrarme...

- ¿E-en serio...? – un pequeño escalofrió le recorrió la espina dorsal y todo a causa de cierto peluche volador, que en cuanto tuviera enfrente se las iba a ver seriamente con ella.

- Si... pero eso no fue lo extraño, lo que realmente me desconcertó fue que cada vez que apagaba la computadora, al poco rato esta se prendía misteriosamente... y como yo no creo en los fantasmas y seres sobrenaturales, mas bien pienso que tu computadora tiene alguna falla mecánica...

- ¿T-tú lo crees, jejeje – empezó a reír nerviosamente ante las suposiciones del chico, el cual no estaba muy alejado de la verdad, lo que dejo demostrado en su siguiente comentario.

- Claro, a menos que ese peluche amarillo que tienes en la repisa sea quien la prenda, cosa que dudo...

- ¿Kero, no para nada, como puedes siquiera pensar que un simple animalito de felpa podría ser capas de moverse, no, definitivamente no puede ser él... – estaba tan nerviosa que empezó a hablar rápidamente de corrido, sin siquiera tomarse un segundo para tomar aire.

- Kinomoto cálmate, claro que no puede ser él... un peluche no puede moverse por si solo – se apresuro a tratar de tranquilizarla al ver el descontrol desatado en la chica – aunque te confieso que me pasa algo muy raro cuando estoy cerca de él.

- ¿Raro...? ¿raro en que sentido? – lo cuestiono casi paranoicamente.

- No sé como explicarlo... – dijo encogiéndose de hombros para mostrar su neutralidad acostumbrada – es algo que me pasa por dentro… algo que me dice que esta vivo… es como si pudiera sentir su presencia... – el corazón de la muchacha se detuvo por un momento en el cual casi se va de espaldas al escuchar lo ultimo, comprobando por si misma lo que Kerberos le advirtiera unas semanas atrás – es tonto ¿no?... ¿cómo algo inanimado puede tener vida?

- H... hoe... – no supo que contestarle, pero una cosa tenia clara, ella y Keberos hablarían muy seriamente en cuanto lo viera, ¿qué parte de "no llamar la atención" no entendió?

- Que bueno que ya regresaste Sakura... – desde el marco de la entrada a la cocina, escucho la calmada pero alegre voz de su tía, interviniendo, como siempre, en el momento exacto - ¿te divertiste?

- S-seguro que si... – comento bastante animada, tratando de dejar de lado su conversación con el muchacho, pero sin llegar esta vez a los extremos de lanzarse contra su tía, tal y como lo hiciera con el castaño – la familia de Tomoyo es muy divertida, y sus padres fueron muy amables conmigo...

- Me alegro por ti... pero porque no me cuentas todo con mas detalle en la cocina, mientras termino de preparar la cena – les hizo un pequeño gesto, para que le siguiesen tanto ella como su hijo, quienes obedecieron silenciosamente – pero dime ¿qué mas hiciste?

- También aprendí muchas cosas de supervivencia en el bosque gracias a Yuki... – menciono muy emocionada el último nombre, lo que no le dio buena espina al castaño, quien no tardo en cuestionarla disimuladamente.

- ¿Quién es Yuki? – aparento calma, a pesar de que una gran duda comenzaba a formársele por dentro.

- Yukito es el hermano mayor de Tomoyo – contesto igual de calmada, pero sin quitar la enorme sonrisa que le causaba el solo mencionar su nombre.

- Ah... – dijo más que indiferente, antes de darle un pequeño sorbo al líquido anaranjado de su vaso, tratando así de disimular su molestia por la aparente felicidad de la joven.

- Si, los dos nos hicimos muy buenos amigos... – prosiguió en su relato – es un chico muy agradable, además de eso, me enseño a pescar y cocinar bombones en una fogata, fue muy divertido en verdad...

Al castaño cada vez le agradaba menos ese sujeto, aunque si bien no tuviera la fortuna de conocerlo, un sentimiento de resentimiento lentamente se apoderaba de él.

- Incluso Yuki me invito a salir mañana después de la escuela, ¿no es fabuloso...?

El chico apretó fuertemente el vaso de vidrio, dejando escapar un pequeño gruñido de inconformidad y molestia, no pasando desapercibido por las dos mujeres que estaban a su lado.

- ¿Te encuentras bien Syaoran? – pregunto su madre un tanto inquieta.

- No te preocupes, estoy bien... – su sonrisa era evidentemente forzada, pero su madre no quiso insistir, lo conocía mejor que nadie y ya sospechaba algo de lo que le pasaba, por lo que lo mejor seria comprobarlo de otra forma.

- Valla querida, se ve que ese chico esta bastante interesado en ti... – dijo con algo de malicia para corroborar sus suposiciones.

- Cof, cof, cof – el ambarino casi se ahoga con el jugo al escuchar las palabras de su madre, dándole con ello la entera razón a sus sospechas.

- ¿Syaoran de verdad estas bien? – pregunto nuevamente la mujer de negros cabellos.

- Si, estoy de maravilla... – respondió a sabiendas de que era mentira, pues no estaba bien, nada bien y él lo sabia, además que su madre no ayudaba mucho al estarle echando porras a la castaña, por lo que decidió que lo mejor era salir de ahí cuanto antes – nos vemos en la cena – se dio la media vuelta dispuesto a retirarse – estaré en mi habitación el resto de la tarde, aun tengo mucha tarea que hacer...

- Pero creí que la habías hecho conmigo el viernes – dijo con verdadera inocencia la de ojos esmeralda, ya que una vez mas no entendía el comportamiento del chico.

- Es otra cosa que tengo que hacer, con permiso – salió apresuradamente sin decir nada mas, dejando mas confundida de lo normal a la muchacha castaña, ya que hasta ella pudo percibir la molestia del joven.

- Tía Yelan... ¿tú sabes qué le pasa a Li? – cuestiono la chica a penas el ambarino desapareció en el pasillo que daba a la escalera.

- Descuida cariño, solo esta un poco malhumorado, estoy segura que pronto se le pasara... – contesto sin quitar la sonrisa amable de su rostro – pero sígueme contando que más hiciste.

- Ah, pues frente a la fogata conté una historia y... – la chica siguió narrándole con lujo de detalle todas las cosas que había hecho, a pesar de que en el fondo aun estaba un poco preocupada por la extraña reacción del ambarino.

- - -

Como dijo, el joven se encerró en su habitación el resto de la tarde, no sabia por qué le causaba tanta rabia el solo pensar que algún chico llegara a interesarle sentimentalmente a ella, lo que sentía era algo mas fuerte que él y sin embargo no atinaba a comprender de que se trataba.

Intento leer para despejar sus pensamientos, por un rato funciono, pero luego de unos minutos, todas las dudas e inquietudes de antes asaltaron de nueva cuenta su cabeza, de la desesperación se paro de su asiento, empezando a caminar con notoria exaltación de un lado a otro de su habitación.

- Maldición... – se expreso ya bastante exasperado – Yuki me ayudo, Yuki me enseño... Yuki, Yuki Yuki... – el chico finalmente exploto, exponiendo afuera todos sus pensamientos – yo también le he enseñado muchas cosas y jamás se muestra tan emocionada cuando habla sobre mí...

Dejo escapar un hondo suspiro antes de dejarse caer lentamente sobre su cama, cansadamente fue cubriéndose el rostro con su brazo derecho, dejando entrever solamente una pequeña sonrisa por demás irónica.

- Acaso será... ¿qué ese chico realmente le gusta? – aparto su brazo un poco mas relajado, fijando en esos momentos sus profundos ojos color avellana, en lo blanco del techo de su habitación – no, eso es algo improbable, a penas si lo conoce...

Medito aquello por unos momentos más, tratando así de aclarar todas sus ideas, pues creía no era normal toda la furia que sentía sin motivo aparente ¿o es que acaso si existía un motivo y él simplemente no quería darse cuenta de ello?

- "¿Qué me esta pasando...?" – dejo escapar un nuevo suspiro, serrando pesadamente los ojos para tratar de encontrar la respuesta a la auto formulada pregunta – "jamás en mi vida había sentido este enojo... ni siquiera cuando en el primer año Mei Ling me dijo que ya tenia novio, esa vez sentí hasta alivio... pero ahora es todo lo contrario, acaso lo que siento serán... no... imposible... yo puedo sentir celos de ese chico, si lo hiciera significaría que Kinomoto me gusta, cosa que no sucede..." – se quedo pensativo por unos minutos mas meditando aquello, hasta que finalmente murmuro algo mas que para nadie, para si mismo – ¿o si?

Continuara...

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Primero que nada espero que este capitulo haya quedado un poco mas entendible que el anterior (n.nU), y por otro lado les aviso que el siguiente capitulo va a ser casi únicamente y exclusivamente dedicado a S&S, (hasta que por fin (XD) sé que esta es una historia sobre esta pareja, pero para la próxima podrán verlos juntos sin tantas interrupciones (creo (U), bien, eso es todo lo que tenia que decir de este tema, ya por otro lado solo quiero agradecer sus comentarios, asimismo agradezco a quienes igual y no me dejan review pero leen la historia, ahora si aclarados estos puntos, nos vemos el siguiente capitulo...