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LOS BANQUEROS

Dejaron varios metros atrás la entrada del canal. Ninguno les seguía y no había ningún oficial oculto en los muelles observándose. Esto demostraba que Tyruss no dio la orden para volarlos en medio del camino por miedo a dejar que se encontrasen con los Banqueros. Siguió leal a sus principios aunque tuviese que dejar pasar a un monstruo que seguramente podría destruirlo todo con solo un golpe de palmas.

Kaos aprovecho este momento para contemplar las significantes estructuras que se encontraban a los lados. Podía ver enormes torres grises circulares, tan altas que parecía que tocaban el cielo. Esas torres actuaban como trasteros, cualquier cliente podía pedir uno y almacenar todas las cosas que quisiese o quedarse ahí por un tiempo determinado. Pero nunca actuaban como hogares ya que los Banqueros tenían su propia política de que cualquier persona podía hospedarse ahí por un tiempo determinado, pero nunca dejarían que alguien se hospedase indefinidamente. Ellos eran Banqueros, no ancestros que protegían a gente que huyese del mundo exterior.

Siguieron avanzando y ahora se encontraban en una zona en donde los muelles eran más bajos revelando muchas más cosas interesantes. Se podía ver a lo lejos enormes almacenes rectangulares hechos de piedra caliza. Ahí es donde guardaban los vehículos o cualquier tipo de transporte que pudiese ser necesitado en situaciones de emergencia. Al otro lado se encontraban los campamentos para los oficiales. Eran casas del tamaño de una nave aérea donde podían residir al menos una docena de oficiales. Residían ahí para luego ser entrenados en la guardia militar que protegía el Banco de Piedra. Hubo un tiempo en que también podían vivir las familias de los respectivos oficiales, al existir tenían instalados colegios, recreos, parques. Pero después de varios incidentes relacionados con las máquinas que se traían que resultaban ser peligrosas para que un menor se topase con ellas. Aparte de que también hubo algunos ataques enemigos que provocaron severos muertos, y supuestamente niños. Pero eso era solamente una leyenda que se contaba para que así los curiosos no tocasen lo que no debían.

Giraron en una curva que se encontraba a unos metros, eso les llevó hasta un extremo donde se encontraban toda una serie de canales, cada uno dividido por una anchura distinta para cada nave que entraba. Se metieron en uno de los canales del centro donde parecía tener la anchura suficiente para que cupiese el barco. Pasaron con sumo cuidado ya que a pesar de que cabían, tenían el problema de mantenerlo firme sin poder chocar contra uno de los muelles ya que eso ocasiona problemas de todo tipo.

Llegaron al final del muelle, ralentizaron los motores y observaron que les esperaba un marinero de puerto, les iba guiando para señalarles la proximidad a la que debían detenerse. Les hizo señas con los brazos avisándoles de que se acercaran, al cabo de dos metros les indico que parecen. Se detuvieron completamente los motores.

Tiraron la tabla y los tres fueron bajando mientras un grupo de marineros se ocupan de amarrar el barco a unas argollas que se encontraban colocadas alrededor de los muelles que separaban el canal. Dejó que lo hiciesen ya que la primera vez que vino vio cómo aquel mismo grupo de marineros hacían el mismo trabajo y se enfado porque pensaba que pretendían atracar su nave.

Uno de esos crasos errores de los que se arrepentía.

Justo en ese momento apareció otro grupo de oficiales armados con avanzados fusiles que venían con cara de pocos amigos. Seguramente recibieron la llamada de Tyruss y eso provocó que se mantuvieran alerta por su presencia. Todos vinieron en fila siendo guiados por su teniente, otro individuo a quien también conocía. Los tenientes eran los encargados de dirigir a los soldados especializados en controlar las cargas que se entregaban en el Banco de Piedra, les decían lo que debían y hacer y en cuanto hubiese algún problema, se encargaban de eliminar a la amenaza antes de que esta se descontrole y no hubiese formado de detenerlo. Apareció portando unas gafas de sol negras que apenas le tapaban sus ojos. Eso hacía emanar una sensación de que se estaba ante un sujeto que se mostraba paciente pero que en realidad lo usaba como excusa para emanar que no era tan afable como lucía ser.

-Señor Kaos -se presentó cortésmente el teniente. No era tan estricto como Tyruss ya que por lo menos no refunfuñaba, pero se tomaba las cosas muy en serio.

-Teniente Kirton, me alegra volver a verlo -le devolvió el saludo con vacilación.

-Ya -dijo, como si no le importase-. Según tengo entendido ha venido transportando una carga que se encuentra dentro de la nave.

-Así es -confirmó serenamente.

-Los Banqueros nos han pedido que se reúna en la Asamblea mientras nosotros nos encargamos de extraer la carga de su nave. ¿Le parece bien?

Volteo la mirada hacía sus generales, ambos estaban con caras de no tener ningún problema, era todo decisión suya.

-No.

-Bien, acompáñenos entonces -se movió señalando a otro oficial que se encontraba detrás de la fila de soldados.

Acepto modestamente y marchó a juntarse con el oficial. En cuanto se reunió, Kirton soltó un silbido agudo, era su forma de ordenar a sus oficiales de que comenzasen a hacer su trabajo apuradamente. Obedecieron y se movieron desplazándose por todo el campo. Cada uno se puso a hacer una cosa distinta, unos se encargaban de abrir la compuerta que tenía la proa del barco que permitía extraer la carga con seguridad. Y otros se marcharon a buscar los vehículos pesados que necesitaban para sacarla, inspeccionarla profesionalmente y luego entregarla al destinatario. Todo ese proceso lo hacían en cuestión de menos de media hora ya que todos habían sido entrenados para lograr que esta operación fuese rápida con tal de aprovechar el tiempo que necesitaban para inspeccionar otra carga que llegaba desde el exterior.

Mientras aquel oficial les hacía todo el recorrido, Kaos pudo contemplar viejos lugares por los que sentía una gran devoción. A los alrededores se encontraban colocadas unas estatuas que representaban a cada uno de los Gigantes que en su tiempo protegieron a Skylands de la amenaza de los arkeyans, gracias a ellos se pudo construir el Banco de Piedra para mantener almacenada la tecnología de la raza robótica y así no la pudiese usar de forma impetuosa.

Cruzaron en la esquina y acabaron llegando a la Sede Central de los Banqueros, era una base rectangular que ocupaba todo un área de 20 kilómetros a la redonda. La entrada estaba reforzada por dos oficiales armados con unas escopetas de potencia explosiva. Era tal la seguridad que había en el lugar que en caso de una intrusión, debían ir equipados con cualquier tipo de arma que pudiese eliminar a la amenaza lo más pronto posible, aunque sea volando por los aires.

El oficial se acercó hacía los dos guardias y éste les levantó la mano, era un saludo que indicaba que los serés a los que acompañaba venían con él y eran responsabilidad suya. Ambos guardias repusieron el mismo gesto en señal de confirmación. Los dejaron pasar aunque Kaos sintió la devoción de burlarse de ellos como hizo la primera vez que les vio. Se pensaba que no harían nada debido a que recibían órdenes de un oficial de mando, pero no era cierto, se enfadaron bastante.

Cruzaron la puerta y pasaron a un amplio pasillo de unos catorce metros de largo, estaba repleto de trolls sentados sobre unos butacones del tamaño de un barril de pólvora. Todos aquellos trolls son los que se encargaban de la tarea del registro. Cada vez que algo llegaba al Banco de Piedra o se debía llevar por correo hacía alguna parte de Skylands, se encargaban todos de registrarlo anotando las características de cada enviado. Tanto por su peso, anchura, uso, descripción del proceso y el nombre del propietario y el destinatario al que se debía entregar. Una vez que hacían eso, lo cerraban en una tapa de dos partes cubierto por una lámina metálica invulnerable a las fallas térmicas, así no se podía arruinar tanto si era por frío o por calor en caso de que algo fallase en la Sede. Luego cogían el sello principal del Banco y lo golpeaban en la punta de la tapa de la tapa delantera como si de un martillo se tratase.

El golpe era estrepitoso y resonaba fuertemente.

En cuanto se pusieron a andar por el pasillo, acabaron siendo captados por las miradas de los trabajadores, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se fijaron en él como si fuese alguien indeseado a quien no se esperaban ver. Evidentemente recordaban perfectamente su cara por las veces que visitó el lugar, y seguramente por el escándalo que montó cuando fue expulsado y colocado en la lista negra.

Le daba risa verlos ya que sentía ganas de burlarse de ellos y pensar en las caras de terror que iban a poner. Pero no pensaba hacer eso ya que no vino aquí para montar otro escándalo por el que pudiesen echar de por vida.

Llegaron al fondo de todo donde ahí se encontraba el Magistrado, el troll que dirigía todo el sistema de correos que tenían atrás. Era viejo, llevaba unas gafas de lentes pe-queñas e iba vestido con un uniforme negro parecido al de un juez solo que este tenía unas hombreras doradas alrededor de los hombros. Los Magistrados eran conocidos por ser muy estrictos y poco flexibles, eran tan autoritarios en su trabajo que se les debía tratar con el mayor respeto y nunca hablar por su nombre real, su nombre era oculto y se prohibía que tanto él como cualquier otro lo dijese en voz alta. Estaba sentado en otra de esas sillas altas que parecían butacones escribiendo un informe con una pluma de águila, le iba agregando tinta que tenía al lado.

-Señor Magistrado -se presentó el oficial, saludando.

Alzó la cabeza revelando una seria mirada amarga. Tenía la cara tan ancha y la nariz tan picuda que en vez de parecer un troll parecía un ave.

-¿Kaos? -preguntó, intrigado al ver a quien tenía delante.

-Hola, señor Magistrado -le saludo cordialmente.

-No esperaba volver a verte -espetó, mascullaba haciendo unos gestos con la boca que lo hacían parecer que se estuviese comiendo un chicle. Era una mania que siempre mostraba desde que le vio por primera vez.

-Lo sé, a usted también -prorrumpió con sarcasmo.

-Je -se rió amargamente. Luego miró de vuelta al oficial.

-Los Banqueros desean tener una asamblea con él -anunció el oficial.

Masculló de nuevo con la boca, en señal de que le irritaba esa noticia.

-Espero que sepas lo que tienes que decir Kaos, la última vez que hablaste con ellos, se enfadaron mucho. Nunca han perdido el rencor contra ti -le mencionó en señal de que tuviese en cuenta que no iban a ser benevolentes con él.

Bajo la cabeza recapacitando sobre sus acciones de nuevo. Siempre se intuyó que los Banqueros quedaron muy cabreados con la escena que montó. Pero no tanto como para confirmar la gravedad del daño.

-Permitidme -se excusó, sacó un título metálico que tenía debajo de la mesa y lo apoyó encima. Ponía: DESCANSO, VOLVERÉ.

Se bajó de la silla y los acompañó hacía una puerta que se encontraba en un rincón, sacó unas llaves doradas que tenía escondidas debajo y cogió una de las más grandes, la metió dentro de una cerradura y eso permitió que se abriese la puerta, hizo un estruendoso sonido mecánico que provenía del interior. Pasaron al otro lado topándose con un ascensor de rejas, sacó otra llave de su conjunto y abrió la puerta del ascensor, luego ambos cinco se metieron en aquel ascensor de forma hexagonal que parecía más bi-en la jaula de un canario.

-Nunca antes había estado aquí -recalcó Kaos.

-Este es un elevador personal. Los Banqueros me lo construyeron para ocasiones especiales -comentó el Magistrado.

-¿Y cómo es que no lo usamos cuando venía en su momento?

-Los invitados solamente pueden usar el ascensor principal. Pero como esta es una petición especial recomendada por los Banqueros os llevaré personalmente por éste -a-claro señalando la importancia que se le daba a esta situación.

-¿Y yo no soy alguien especial?

Le dirigió una mirada lasciva.

-Para los Banqueros, usted solamente es un cliente más. La única diferencia es que tiene un poder oscuro que ningún sér debería de tener en este presente.

-¿Y por qué no se le detuvo entonces si posee un poder oscuro? -objetó Fraymus, también intrigado por este conflictivo detalle.

-Porque hasta ahora no lo ha usado contra nosotros. Solo por eso no le trataremos como una amenaza. A menos que no las manifieste -indicó recalcadamente el oficial metiéndose también en la conversación.

Coincidió el Magistrado con él.

Kaos quedó impresionado por eso. Siempre se había intuido que los Banqueros no le hacían nada por miedo a creer que utilizaría su poder, pero en realidad era porque para ellos no le suponía ningúna diferencia de clases.

Cerró la puerta del elevador y luego bajó una palanca que había al lado, esto hizo que el elevador subiese rápidamente. Iba dando tumbos como si no pudiese soportar el peso de los cinco juntos, pero eso se debía al primitivo sistema mecánico del que estaba construido todo el ascensor. En vez de mejorarlo, seguían usando esta clase de aparatos que parecían robados de los gremlins.

Al cabo de menos de dos minutos llegaron arriba, en lo que parecía ser un octavo piso. El Magistrado abrió la puerta del ascensor y salieron en una habitación negra con las paredes abombadas para dar una forma hexagonal.

Luego se acercó a otra puerta que tenía más adelante.

Kaos empezó a agobiarse de tanto abrir puertas.

Cogió otras llaves de su conjunto y la abrió, una luz blanquecina se posó sobre sus caras casi cegándoles, pero se acostumbraron rápidamente a ellas.

-Una vez dentro, quiero que ambos estén callados sin decir nada. Solamente yo os daré permiso para poder hablar, ¿entendido? -acordó estrictamente.

Fraymus y Gurcy aceptaron, pero Kaos no, este asunto de mantenerlo todo con cortesía le resultaba terriblemente agobiante. Entendía que debía de mantener una cierta postura pacífica debido a que estaba apunto de disculparse con los señores con los que habitualmente negociaba. Pero mantenerse en silencio y sin poder dirigirse en persona personalmente, le hacía parecer un criminal al que le quitaron todos sus derechos.

Siguieron de vuelta al Magistrado quien ahora les llevaba por un estrecho pasillo con las paredes grises y cubierta de varios cuadros a los alrededores. En cada esquina había un oficial vestido con un uniforme apretado y pesado e iba armado con un subfusil. En cuanto se cruzó con ellos estos le miraron como si les pareciese la criatura más extraña que hubiesen visto en sus vidas.

Evidentemente ellos no estaban aquí cuando solía venir tiempo atrás.

Llegaron al fondo del pasillo donde se encontraba otro oficial, en cuanto les vio les abrió una pesada puerta tallada a mano, tenía dibujado el estandarte de los Banqueros que era la silueta de un troll portando un mazo agarrado con ambas manos. El mazo representaba a la especie agrícola troll que se formó después de los ataques de los trolls oscuros cuando estos tuvieron que arreglar los desperfectos que se formaron en Skylands y tuvieron que soltar todo su sudor y sangre para reconstruir el mundo que se había arruinado por culpa de la magia oscura.

Desde entonces siempre se recordaba a esos trolls por haber agarrado un mazo gigante y haberlo utilizado para romper las ruinas de una civilización derruida.

Cruzaron la puerta y entraron en la sala de la Asamblea.

Era una enorme sala circular formada por un arco de piedra que representaba de forma dividida los asientos para cada miembro que se metiese en la sala. En el centro se encontraban los asientos de los Banqueros, cinco para cada uno. Eran losas de piedra fusionadas para dar aspecto de una mesa rectangular. A los costados se encontraban unos arcos formados por asientos de piedra, lisos, estaban hechos para que la gente que vivía en el Banco de Piedra se les invitase y pudiesen ver como espectadores el suceso y deliberar sobre el asunto en caso de que a algunos de los Banqueros no haya mencionado algo importante a destacar.

Kaos esbozo una sonrisa de entusiasmo por regresar aquí. Hacía tiempo que no contemplaba una sala que representase tanta superioridad.

-¿Le vienen recuerdos a la cabeza señor Kaos? -le preguntó el Magistrado.

Asintió conforme.

-Pues la verdad que si -miro hacía el centro de los asientos-. Todavía recuerdo cómo cuando negociaba con ellos. Me hacía sentir importante.

-¿Aún lo sigue siendo?

Se volteó mirando con una expresión incrédula.

-Créame señor Magistrado, puede que no lo parezca, pero en estos últimos quince años he mejorado mucho. He creado un ejército de trolls, cíclopes, chompies, y pretendo hacerlo con otras especies. Y una vez que todos se hayan unido a mí, conseguiré domar a todos los pueblos y los reinos de Skylands para que así solamente pertenezcan a los trolls -le explicó con total franqueza la clase de sér que era ahora.

Tanto el Magistrado como el oficial se miraron con unas expresiones interrogantes.

-¿Usted dice que hace esto por los trolls?

-Pues si.

-¿Sabe quien más pensaba eso? Malefor.

Gimió extrañado ante esa respuesta.

-Malefor no era un troll, y aún así decía que hacía todo esto por una especie a la que decidió transformar cruelmente en monstruos. Como hacen todos.

Gurcy se mosqueó con ese comentario, gimió con rabia y se dirigió hacía él dispuesto a atacar, pero Fraymus le detuvo poniéndole la mano delante.

Kaos pudo hacerse a la idea de adonde iba con ese argumento.

-Eso es cierto, pero hay algo que debe entender. Yo no soy Malefor, y yo no trataré a mis subordinados como bestias salvajes -acotó con total impunidad que se equivocaba con ese pensamiento tan superficial.

-Por ahora -terció indirectamente.

Esa frase le hizo dudar, pero decidió ignorarlo porque sabía que esa era una manera de replantearse cosas de las que no tenía ganas de cuestionarlas.

De pronto se oyó un golpe fuerte que resonó por la sala.

Ambos miraron al frente observando que apareció un oficial vestido con un uniforme de guardia pero con un diseño más reducido y llevaba una pistola metida dentro de un cinturón. Ese era el Portavoz Oficial, el hombre encargado de proteger a los Banqueros en caso de que alguien se pasase de la raya y no cooperará con las negociaciones. También se encargaba de anunciar todo acto que se producía en la Asamblea en caso de que los Banqueros no estuviesen o ellos no hablasen personalmente.

-Se presentan los Banqueros del Banco de Piedra -anunció firmemente.

Cruzó el arco de piedra y en cuanto alzó la mirada se fijó en que Kaos se encontraba ahí. También lo recordaba con amargura por lo sucedido tiempo atrás.

Decidió también ignorarlo.

Se oyó de nuevo el golpe y ahí entonces aparecieron los Banqueros, eran cuatro trolls cerca de la tercera edad, cuatro hombres y una mujer. Los cinco iban vestidos con unos uniformes negros que llegaban hasta las rodillas parecidos a los que llevaba el Magistrado, solo que estos tenían el cuello abierto dejando ver otro uniforme blanco con el cuello atado en forma de triangulo. Tenían una estampa con el estandarte del troll con el mazo atado alrededor de este. Lo llevaban para enmarcar que ellos respetaban y protegían este estilo de vida antiguo que ayudó a mejorar a la especie troll.

Los cinco se sentaron en sus respectivos asientos.

El del centro era el Banquero líder, Avaron, él se encargaba de dirigir el sistema bancario de todo Banco de Piedra y asegurarse de que se mantuviera estable y con orden.

A su lado a la izquierda se encontraba sentado Murass, él se encargaba de analizar y examinar cada artefacto con el que se disponía negociar.

Al otro lado a la derecha se encontraba Yolena, la mujer del grupo, ella se encargaba de imponer los derechos del dueño y el destinatario del artefacto que se negociaba. También actuaba de mediadora entre el Banquero y el negociante.

A su lado se encontraba Simass, el hombre que dirigía la contabilidad, los gastos y el dinero que se entregaba a quienes ofrecían venderles algo de suma importancia.

Y por último a la izquierda quedaba Vergo, el hombre que se encargaba de juzgar los actos que tuviesen imputados los comerciantes. De él Kaos tenía que fiarse ya que si decidía que ya no era competente para negociar, no tendría ningúna compra.

Los cinco se acomodaron y miraron fijamente a Kaos con total impunidad, como si tuviesen verdaderamente ganas de juzgarle por todo lo que representaba.

Se quedó incómodo al verles ahí delante. Había pasado tanto tiempo que ya no sabía qué decirles con tal de romper el hielo de esta situación tan incómoda.

Avaron gimió pensativo, se notaba que estaba pensando sobre qué decirle.

Estaba tan ansioso por querer hablarles y decirles lo mucho que sentía haberles tratado mal. Pero viendo que les miraban con aquellas expresiones pícaras llenos de odio y rencor. Sentía que tratar con ellos iba a resultar más difícil de lo que creía.

Dirigió la mirada hacía el Magistrado y este acto seguido hizo un gesto de golpear su puño contra su pecho. Era una señal de que actuó obedeciendo las normas y ahora debía retirarse, esta iba a ser una asamblea entre Kaos, su personal y ellos. Quedó conforme y acto seguido le echó una última mirada perspicaz a Kaos seguido de una sonrisa picarona. Con eso señalaba que sabía bien que los Banqueros no iban a ser benevolentes con él e iba a tener que lidiar con ellos de forma que nada de lo que les dijese les pudiese ofender más de lo que ya estaban.

Se dio la vuelta y se marchó regresando por la puerta por la que entraron, otro guardia que había detrás cerró la pesada puerta, el golpe resonó por toda la sala.

Kaos se quedó indeciso ante lo que estaba apunto de ocurrir.

-Emperador Kaos -soltó Avaron con tono autoritario.

Su voz era tan severa que parecía haber hecho temblar la sala entera. Trago saliva al acordarse de que su voz le resultaba intimidante, era uno de los pocos serés que de alguna manera conseguía hacerle sentir inferior en su estado. Cosa que era normal, dirigía el sistema de negocio burocrático más poderoso de todo Skylands.

-Le deseo nuevamente la bienvenida al Banco de Piedra, aunque sea por petición nuestra y en circunstancias poco conformes -honró cortésmente Avaron.

-Gracias señor Avaron -apreció devolviéndole la gratitud de la visita.

-Antes de iniciar esta Asamblea debo mencionar unos hechos importantes a destacar -dirigió la mirada a sus compañeros Banqueros para determinar si aprobaban la sesión. Todos asintieron estando de acuerdo. La aceptó y dirigió la mirada de vuelta Kaos-. Emperador Kaos. ¿Esos hombres que le acompañan harán de portavoz para usted?

Fraymus aprovecho para dar un paso al frente.

-Solamente yo, señor.

-¿Y usted es?

-No se si lo recuerda señor, pero en un tiempo atrás solíamos conversar de los asuntos de negocio con los trolls de Trollia -le comentó con tono comprensivo para que lo viese como un amigo y no como una molestia.

Se puso a recordarlo detenidamente.

-Así es, le recuerdo al general Fraymus, creo haber entendido que usted había fallecido hace años -opinó intuitivamente.

-Solo secuestrado por el enemigo señor -le aclaró expresamente.

-En ese caso le agradezco su regreso general Fraymus -manifestó en señal de aprobación-. Y como usted ha confirmado será el portavoz del Emperador Kaos.

-De acuerdo, señor -aceptó grandilocuentemente.

-Ahora empecemos -sacó del interior una hoja de apuntes, pasó varias páginas hasta encontrar lo que quería hallar, carraspeo pensativo y acto seguido dijo-: Emperador Ka-os. Hace casi 14 años violó la regla 3 del artículo federal del Banco de Piedra, ¿puede confirmar que violó esa regla a pesar de sus advertencias?

Se lamento por tener que oír eso, si había algo que no soportaba aparte de oír la voz de Avaron, era confirmar algo que no quería reconocer. Cierto era que viole esa norma, pero hizo con la intención de ser honesto, a pesar de que su tono no fue el adecuado.

-Si -confirmo, con lamento.

-¿Y también recuerda que le avisamos de que en cuanto le expulsásemos y quedase colocado en la lista negra, no regresaría a menos que se dispusiese a disculparnos y a entregarnos una ofrenda como gesto de disculpa? -añadió subiendo el tono, le echaba en cara todo lo que le había mencionado tiempo atrás.

-Así es, señor Avaron. Lo recuerdo perfectamente.

-Como se nos ha confirmado, hemos recibido su cargamento sorpresa. Nuestros expertos portuarios están registrándola para determinar si el contenido resulta ser peligroso o inofensivo. De ser peligroso, procederemos a detenerle y a ejecutar a sus compañeros en caso de actos de complicidad de un posible ataque -mencionó Murass poniendo los inconvenientes que había con respecto al cargamento-. ¿Le ha quedado claro o debemos obligar a firmar un testamento para dejar constancia de sus engaños?

-Me ha quedado claro, señor Murass -le confirmó con desgana.

-De ser inofensivo el cargamento lo aceptaremos con sumo gusto, pero ahora queda la siguiente pregunta. ¿Se disculpara ante nosotros o no? -añadió exigente Avaron.

Se dispuso a disculparse con ellos como tenía pensado hacer. Pero al verlos ahí en aquella posición rígida no pudo soportarlo. Le empezaron a venir los mismos recuerdos que tenía cuando se enfadó con ellos la primera vez. Su odio nunca fue por no poder soportar que le escuchasen, su odio era por no poder soportar la superioridad moral con la que se presentaban. El quería ser superior, el máximo superior de Skylands y aquel grupo le estaba dejando en una posición tan inferior como cuando vivía con los Maestros del Portal, de ningúna manera iba a acatar sus órdenes porque él era el único que debía imponer antes que alguien más.

Cerró su puño dispuesto a atacarlos con magia oscura, cuando entonces.

-Señor Avaron -se pronunció Fraymus.

Le dirigió una mirada de sorpresa al ver que le detuvo.

-En nombre de Kaos debo avisarle de que mi señor acepta sus disculpas, pero la idea de venir aquí ha sido inesperada y repentina. No ha habido tiempo para ensayar un discurso que sirva de disculpa -le explicó moderadamente.

Aquello dejó a los cinco pensativos sobre ese tema. Se miraron y empezaron a debatir acerca de si debían tolerar ese comentario como un acto de confirmación o no.

-¿Es cierto eso? -pregunto Yolena.

Le dirigió la mirada a Kaos, pudo ver por sus ojos que se sentía decepcionado, como si no le hubiese gustado que le interrumpiera cuando pretendía hacer otra cosa. No quedó muy seguro de si verdaderamente estaba apunto de desatar su ira contra ellos, pero decidió ignorarlo y asumir que en realidad se estaba aguantaba las ganas de no montar otro escándalo como el que hizo la anterior vez.

-Sí señora -confirmó, falsamente.

-Bien -dijo conforme Yolena-, pero a partir de ahora espero que Kaos pueda contestar a todas nuestras preguntas sin necesidad de que alguien se lo diga todo por él. Esto hace quedar como si usted fuese el culpable, y no es así.

-Lo se señora Yolena, pero debo mencionar que estamos viviendo una época de cambios que nos está afectando a todos. Por eso mismo hemos tenido que recurrir a ustedes para ayudarnos con nuestra lucha interna -comentó utilizando el asunto del plan de conquista como justificación de la visita.

-Eso lo comprendo, pero no justifica que no sea el propio Kaos el que tenga que dar su propio testimonio -indicó recalcadamente Yolena.

Fraymus asintió reconociendo que era cierto, no lo tuvo en cuenta.

-Pero acepto que tengan que encontrar la manera de disculparse. No es fácil poder enmendar los errores del pasado fácilmente.

-Gracias señora -le agradeció reconfortado.

-Emperador Kaos, le permito que se disculpe de forma improvisada si es preciso, pero necesito que por lo menos sea coherente y preciso. No queremos que parezca que se disculpa para luego resultar que se burla de nosotros.

-De acuerdo -aceptó con tono conforme-. Seré respetuoso.

Se alivió Fraymus al ver que no se iba a pasar de la raya.

-Estupendo, hable.

Kaos tosió profundamente, nervioso y acto seguido dijo:

-Señores Banqueros, confieso que me pase de la raya hace 14 años, lo admito. Pero antes de disculparme personalmente con ustedes. Hay una razón por la cual mi actitud fue tan descortés con ustedes -comento siendo comprensivo.

Fraymus se extrañó al oír eso. Ahora no comprendía que pretendía hacer.

-¿Qué quiere decir? -pregunto Avaron intrigado.

-¿Recuerda que estábamos hablando sobre el asunto de la guerra?

-Lo recuerdo bien, ¿pero que tiene que ver eso ahora?

-Mucho. En aquel entonces me había convertido en Emperador, y sentía que todo mi mundo giraba a mi alrededor, y pensar que ustedes me escucharon solo por estar ahora al mando de los trolls haría que oyesen todas mis propuestas. Pero no esperaba que me las cuestionaseis con dureza, eso hizo que reaccionara de una forma inapropiada que no debería haberse producido, y lamento mucho si eso os ha ofendido -explicó concretando las razones por las cuales se produjo aquel conflicto.

Ambos Banqueros se miraron alabados ante ese argumento.

Fraymus quedó sorprendido al ver que Kaos se mostró comprensivo con ellos, creía que complicaría las cosas pero en vez de eso se expresó con buena educación.

Los Banqueros volvieron a dirigir sus miradas hacía él.

-Aceptamos las razones de su enfado Emperador Kaos -dijo Yolena-. Pero nuestro enfado no es producido por su decepción, sino por lo que nos mencionó después.

-Dijo cierta frase que nos dejó bastante atónitos -comentó cínicamente Vergo.

Me pongo molesto por tener que acordarse de eso.

-Admitió también que solté ciertas cosas que no debería haber hecho. Pero reconozco que esa última frase la dije por un buen motivo.

-¿Un buen motivo?

-Así es, es cierto que tengo toda una armada que podría venir aquí y destruir todo aquello que ustedes han creado y han mantenido guardado por años. Pero debéis comprender que ahora mismo soy uno de los serés más poderosos de todo Skylands, mis poderes y mi ejército hacen que todos ustedes sean superados en número y potencia. Lo que eso implica que en caso de que algo salga mal y cualquier cosa me suceda a mí y a mis compañeros. Podría desatar toda mi furia y arrasar este lugar sin ningún problema -explicó señalando de forma pasiva que estaba por encima de ellos.

-¿Está insinuando que puede matarnos a todos nos guste o no? -objetó Avaron frunciendo el ceño intrigado por ese argumento.

-Así es, reconozco que no es bueno oír eso. Pero debemos reconsiderar que es cierto. Por eso mismo se me ha ocurrido una forma de que podamos volver a negociar de forma civilizada sin necesidad de imponer condiciones.

-Con lo cual quiere decir que usted impondrá sus condiciones por encima de lo que nosotros pensemos -señaló indirectamente Vergo.

-No, lo haremos democráticamente, aunque para eso...

Avaron golpeó su puño contra su mesa interrumpiendo.

Ambos se sorprendieron ante su reacción tan severa.

-No dejaré que nos imponga a nosotros nuestras propias ideas -achacó con violencia discrepando de sus ideas. Yolena le calmó al ver como se ponía.

De nuevo se agobio para sus adentros, esta era una de las cosas que menos soportaba cuando hablaba con ellos. Siempre que había algo que tratar, Avaron atacaba negando cualquier posibilidad de aportar algo nuevo.

-Ah -soltó una leve queja.

-Creo que será mejor que deje que se exprese, para eso le hemos dejado venir -manifestó Yolena queriendo que reconsidere tratar el tema.

Se lo pensó detenidamente, se notaba por su mirada de ojos cerrados y el ceño fruncido que parecía importarle muy poco tratar el tema. Pero luego asintió, demostrando que lo pensó y pareció calmarse del todo.

-Tiene razón Yolena -aprobó firmemente-. Muy bien Kaos, ¿qué propone?

Lo retomo donde lo tenía.

-Lo que quiero proponer es simple. Que dejemos de lado nuestras diferencias y trabajemos codo con codo como si fuésemos parte de una misma organización, una misma sociedad que vela por la seguridad del pueblo al que protege y se asegura de protegerlos de todo mal que pueda suceder. No quiero que nos peleemos por normas en las que ambos no estemos de acuerdo, si se va a hablar de un tema en el que haya algo de conflicto, se tiene que resolver de forma parcial -argumentó proponiéndoles la idea de forma educada y amistosa, como queriendo que viesen que le importaba.

Ambos Banqueros se pusieron a murmurar entre sí, cada vez que hacían algo así nunca se les entendía lo que decían. Pero se notaba que se tomaban bastante en serio plantearse esa idea como una propuesta interesante. Voltearon la mirada de vuelta hacía Kaos, Avaron tosió firmemente y acto seguido dijo:

-Su propuesta es innovadora y razonable. Pero desgraciadamente debo decirle que tomar una acción como esa implicaría mucho trabajo, sería como empezar de cero con todo lo que hemos creado -recalcó honestamente Avaron señalando que no era una tarea que se pudiese solventar fácilmente.

-No es necesario que vuelquen todo lo acordado, solamente necesito que cambien las condiciones y les den un nuevo sentido. Que esta vez actúen para ambos bandos, no para uno solo -indico alzando los brazos para mostrar lo innovador que se sentía.

Volvieron a replantearse esa propuesta con total seriedad.

-Es una idea inteligente que creo que quizás podamos aceptar. Pero no la toleramos a menos de que se disculpe con nosotros por lo que dijo.

-Solamente lo haré si primero reciben mi encargo.

-¿Por qué está tan preocupado de ese encargo? -pregunto Simass.

-Creanme, es algo bueno -guiño con el ojo.

Avaron frunció el ceño poco confiado ante esa objeción tan meticulosa.

Justo en ese momento se le acercó el Portavoz por detrás, Murass se enderezo y le susurro algo al oído, se extrañó y le volvió a preguntar, el Portavoz asintió serenamente con la cabeza, Murass se quedó impávido y le pidió que se marchase.

-¿Ocurre algo? -le preguntó Yolena.

-Si, mis hombres han confirmado que no se halló ningún artilugio peligroso en el cargamento que ha traído el Emperador Kaos.

-Estupendo -confirmó aliviado Vergo.

-Pero también han confirmado de que hubo algo organizado en el interior.

-¿Algo orgánico? -se cuestiono Yelena.

-¿Que se halla en esa caja Kaos? -le preguntó exigentemente Avaron.

Fraymus dio un paso al frente.

-Lo siento señor Avaron, pero tal y como ha decretado el Emperador Kaos, no dirá nada relacionado con el cargamento hasta que sea abierto aquí -testipulo firmemente.

Avaron se enfurruñó, estaba harto de este tema.

-Pues en este caso tendrá que ser abierto aquí -decreto Avaron.

-Pero señor, sería arriesgado abrir un cargamento del cual desconocemos su contenido -objetó precavidamente Yolena.

-Lo se, pero este sér nos está engatusando, así que a menos que podamos confirmar que no nos está engañando, el cargamento será abierto para resolver toda duda -impuso seriamente decidido a terminar con el tema.

Kaos sonrió alegrado.

-Murass, avisa a tus hombres de que traigan el cargamento en perfecto estado.

-Si señor -obedeció el banquero y se marchó levantándose de su asiento.

Regresó a la habitación que se encontraba detrás de la Asamblea, se puso a hacer la llamada y luego regresó volviendo a sentarse en su respectivo sitio.

-Están en camino -confirmo.

Esperaron un buen rato sin hacer nada hasta que al cabo de menos de diez minutos las puertas se abrieron, aparecieron dos obreros trolls trayendo consigo una enorme caja rectangular hecha de madera del tamaño de un armario montado en una carretilla. La dejaron apoyada sobre el centro de la sala, se notaba que contenía algo pesado.

Los cinco Banqueros quedaron intrigados por aquella caja.

-Emperador Kaos, ¿promete con total honestidad que el contenido de esa caja no provocará ningún daño a todos los presentes de esta sala, incluido nosotros? -pregunto Avaron queriendo que jurara por su mano.

-Lo prometo -juró alzando la mano con firmeza.

Todos quedaron conformes.

-Ábranla -ordenó dirigiéndose a los obreros.

El obrero más fuerte sacó una palanca que tenía guardada detrás de una espalda, metió la punta dentro del borde y con mucha fuerza se puso a abrir la tapa. La levantó de un golpe y al instante salió disparado un enorme hedor que se expandió por toda la sala. Todos los presentes incluyendo los Banqueros se taparon la boca de lo mal que olía.

El mismo obrero asomo la cabeza, pudo ver que el contenido de la caja se trataba de un frigorífico formado por una capa de hielo que mantenía enfriado un cuerpo humano en descomposición y bastante quemado, estaba envuelto en una bolsa de lona que llegaba desde la mandíbula hasta los pies.

Ambos quedaron asombrados ya que no se esperaban encontrarse con eso, aunque Kaos sonreía satisfecho, era evidente que él lo había puesto ahí a propósito.

-¿De qué se trata esto? -pregunto reprochadamente Avaron.

-Mi señor Avaron, si me disculpa, esto de aquí, es el cuerpo del Maestro del Portal conocido como Nattynpbumpo, el maestro que me enseñó tanto a mi como a Eon. Yo mismo lo asesiné cuando destruí a todos los Maestros del Portal, pero su cuerpo lo conserve en ocasión de que lo necesitase para algún tipo de conjuro -explicó asintiendo compasivo al relatar lo que hizo-. Pero ahora creo que más vale entregarlos a vosotros y que le deis una mejor sepultura que la que yo le he dado.

Todos se quedaron dubitativos al no saber qué pensar de esta revelación.

-Esto es algo monstruoso -musitó Vergo.

-Indignante -coincidió Simass.

Yolena alzó la mano para mediar la situación, ambos se calmaron.

-Emperador Kaos, esta revelación ha sido algo fortuito e inesperado. Nos ha dejado totalmente indecisos ante este obsequio tan poco sutil. Si fuese por mi ahora mismo pensaría que usted es un sér despreciable lleno de mucha oscuridad -refutó cordialmente Yolena dejando constancia de lo que pensaba.

-Uhum -asintió con la cabeza.

-Pero en vista de nuestras propias leyes, este acto permite que no le podamos juzgar debido a que sucede fuera de esta ciudad, y eso implica el asesinato a un Maestro del Portal, no podemos culparle por ese crimen aunque esto demuestre su total persona. Por eso mismo aceptaremos su obsequio dándole un digno entierro a un viejo aliado de la población de este mundo -decretó firmemente Yolena.

-De acuerdo, señora -aceptó encantado Kaos.

Murass le dirigió la mirada a los dos obreros y entonces ambos volvieron a poner la tapa sobre la caja, sacaron una cinta que tenían colgando de sus cinturones y precintaron la caja para que no saliese el frío del interior. Cogieron la carretilla y se la llevaron saliendo de la sala, luego cerraron la puerta de un portazo que resonó.

-Emperador Kaos, nos ha mostrado su obsequio, ahora queremos una disculpa -pidió explícitamente Yolena regresando al tema inicial.

-Así es -aceptó y entonces se enderezó apoyando su rodilla contra el suelo-. Mis señores Banqueros, lamento mucho que mi presuntuoso comportamiento os haya ofendido tiempo atrás. Pero en aquel momento era una persona distinta y no sabía lo que decía, me aprovechaba de la gente para conseguir mis propios fines. Pero ahora he madurado y me he dado cuenta de que todas esas cosas no estaban bien. Por eso mismo me disculpo ante ustedes esperando que mi comportamiento hacía ustedes sea más racional. Deseo que colaboremos de nuevo, pero sin que se repita la misma situación que nos ha llevado ante este conflicto que ha durado demasiado.

Los Banqueros se sintieron conformes al oírlo.

-Levántese -le ordenó Avaron.

Se levantó de pie volviendo a ponerse de pie.

-Emperador Kaos, su disculpa ha durado demasiado, esto hace que nos sintamos insatisfechos con su buena amabilidad. Pero viendo que por lo menos ha confesado sentirse indignado de su error, podemos aceptar su disculpa con buena fe -repuso honestamente y dirigió la mirada hacía los demás Banqueros para saber su opinión.

Todos asintieron con la cabeza estando de acuerdo.

-Emperador Kaos, queda readmitido a las negociaciones del Banco de Piedra -impuso golpeando su puño contra la mesa en señal de quedar pactado.

-Se termina la asamblea -anunció el Portavoz que se encontraba parado en una esquina de los arcos.

Los cinco Banqueros se levantaron de sus asientos regresando a sus aposentos.

Kaos quedó tan entusiasmado por quedar readmitido que dirigió la mirada hacía el general Fraymus, este también esbozo una mirada de entusiasmo, pero era más de sorpresa ya que no se esperaba que acabase solucionando el problema tan fácilmente.

-Lo hemos conseguido -le dijo orgullosamente.

-Ya -exclamó asombrado, no sabía qué decirle ya que no podía dejar de pensar en el cuerpo que acababa de presenciar.

Kaos pudo comprobar por su cara que algo malo pasaba.

-¿Ocurre algo? -le preguntó, frunciendo el ceño.

No tuvo más opción que decirle lo que pensaba.

-Kaos, ¿desde cuando tenías escondido el cuerpo de Nattynbumpo? -musitó con tono exigente, quería entender porque hizo.

Rezongo indignado al ver que solo se preocupaba de eso.

-Después de que le matase quería tener su cuerpo de trofeo, pero al final no pude por remordimientos. Así que al final no tuve más opción que guardarlo en caso de que lo necesitase algún día, como hasta ahora -confesó demostrando que era tan arrogante que era capaz de guardar el cuerpo de su mentor por puro orgullo.

Fraymus estaba que no sabía qué pensar de esto. Esperaba que él cambiase con esta disculpa, pero en vez de eso ahora descubrió que era mucho más arrogante y canalla de lo que había creído nunca.

-Venga Fraymus, animate. Por fin vamos a tener la tecnología arkeyan que veníamos a buscar -le animó dándole una palmada en el hombro y se marchó.

Quedó ahora con la terrible duda de saber si esto fue una buena idea o no.