Ya había transcurrido una semana desde lo del campamento y a partir de ese entonces la joven de ojos verdes, pudo notar como el castaño se fue distanciado poco a poco de ella, desde el día en que volvió, las cosas entre los dos ya no eran iguales.
Por su parte, el castaño decidió que eso era lo mejor, no quería sentir ninguna clase de afecto por alguien que estaba seguro, terminaría lastimándolo, además que ahora tenia a su Yuki, del cual no paraba de hablar desde la cita que tuvo con este.
Ambos jóvenes se dirigían ahora calladamente hasta la escuela, era temprano y por primera vez en un mes, no se les había hecho tarde para llegar a tiempo a clases, aquel silencio incomodo estaba empezando a fastidiar a la muchacha, que decidió de una buena vez por todas averiguar lo que le ocurría al chico.
- ¿Li? – le llamo quedamente, el otro siguió de largo sin voltear a verla, aunque escucho claramente su llamado – ¿estas molesto conmigo? – se volvió a él esperando una respuesta de su parte.
- No... – respondió secamente, tan cortante fue su respuesta, que hizo encoger un poco el corazón de la muchacha.
A lo largo de su vida estudiantil, esta recibió toda clase de insultos, algunos verdaderamente ofensivos, siendo algo normal para su reputación, pero ninguno le había dolido tanto como esa simple respuesta salida de los labios de aquel joven.
- ¿Entonces, por qué has evitado hablarme toda la semana? – se aventuro a preguntar nuevamente.
- Dime Kinomoto, ¿por qué te interesa tanto que te hable o no, hasta donde yo entendía tu me odiabas... – siguió demostrándole aquella frialdad es sus palabras.
- Lo sé, pero eso solo era al principio – dijo con sinceridad la chica – ahora tu eres mi amigo... o al menos eso creí, porque aunque aun no sé que es, siento que te hice algo muy malo y por eso ya no quieres hablarme... – bajo automáticamente la cabeza, denotando evidente tristeza en sus palabras, cuya modulación de tono iban disminuyendo cada vez mas.
- Kinomoto, tú no hiciste nada malo... – suavizo un poco su voz, procurando hablarle con un mayor tacto.
- ¿Entonces? – levanto la cabeza para verle con ojos cristalizados, lo cual le hizo sentir un enorme remordimiento al chico.
- E-es que el problema no eres tú... soy yo, que he estado pensando un sinnúmero de idioteces todos estos días – acepto finalmente, dejando algo confundida a la castaña con su respuesta.
- ¿Entonces no estas enojado conmigo? – detuvo sus pasos a media calle para volver a preguntar, en el fondo quería estar cien por ciento segura de que así fuera.
- No Kinomoto, por mas que quiera, no puedo estar molesto contigo... – él también se detuvo, al quedar frente a ella el chico solo pudo dedicarle una afable mirada a si mismo como una pequeña sonrisa sincera.
Al escucharle decir aquello, la joven recupero nuevamente todos los ánimos perdidos, lanzándose sin previo aviso sobre él, sin pensar en el descomunal sonrojo que le provocaría al muchacho, al sentir como la distancia entre sus cuerpos se había vuelto prácticamente nula, cuando esta le rodeo efusivamente el cuello con sus brazos.
- ¡Que bueno...! – dijo ella muy feliz, con su ya característica espontaneidad – por un momento pensé que yo era la causa de tu mal humor...
- Ki... K-Kinomoto yo... – tan nervioso estaba, que no podía ni siquiera articular bien sus palabras.
- ¿Qué sucede? – se separo solo un poco, para saber lo que este quería decirle.
- Y-yo… yo lo lamento... – antes de que la chica pudiera averiguar exactamente el por qué se disculpaba, fueron inesperadamente interrumpidos, por alguien que la joven castaña pensó no volvería a ver en muchísimo, pero muchísimo tiempo.
- Buenos días señorita Kinomoto... – aquella voz era inconfundible para la chica, quien no pudo evitar girar la cabeza, solo para comprobar que en efecto se trataba de ella – ¿podemos hablar?
Capitulo 10
La evaluaciónNo supo a ciencia cierta la razón, pero al verla, un pequeño escalofrió le recorrió enteramente de pies a cabeza, tal vez seria por no haber advertido la presencia de esa mujer a tiempo, aunque ahora que lo pensaba mejor, ¿que se suponía que estaría haciendo ella en el mundo humano?
- ¿P-profesora Mizuki? – dijo no muy segura de que ella estuviera ahí realmente - ¿qué hace aquí?
- ¿Conoces a esta persona Kinomoto? – el muchacho pregunto un tanto receloso, pues igual que cuando conoció a la castaña, en esa persona también pudo percibir algo extraño, como un tipo de energía que simplemente no podía explicar lo que era.
- Me temo que sí... – respondió calmadamente, aun trataba de encontrar una razón valida para que ella se encontrase en ese lugar – Li, te presento a la profesora Kaho Mizuki, ella es profesora en mi antigua escuela… – la mujer hizo una pequeña reverencia respetuosa con la cabeza, el castaño igualmente saludo, pero sin quitarle la desconfiada mirada de encima.
- Si no le incomoda señorita Kinomoto, me gustaría hablar con usted a solas – se volvió nuevamente a la chica, hablándole con suma tranquilidad.
- Por supuesto... – accedió, ya que así podría aclarar cuanto antes sus dudas – Li, podrías adelantarte... yo en seguida te alcanzo.
- Esta bien Kinomoto, nos veremos en clases... – aunque dudo un poco, termino marchándose, dejándola a solas con la mujer de largos y lacios cabellos castaños rojizos.
- Muy bien señorita Kinomoto, de acuerdo con el trato hecho entre su madre y la directora, estoy aquí para evaluar el comportamiento que ha tenido a lo largo de este mes – empezó a hablar calmadamente la mujer – déjeme decirle que la felicito, estoy realmente sorprendida de que haya podido sobrellevar una buena relación con los humanos y a parte se haya comportado debidamente a lo largo de este mes… excepto, por el incidente con una humana llamada Mei Ling Wong...
- Rayos, sabia que me estaban vigilando... – murmuro entre dientes un poco molesta.
- ¿Dijo algo?
- Eh, no, nada, no dije nada jejeje... – sonrió nerviosamente al constatar una vez más el excelente oído de la profesora Mizuki.
- Para terminar y darle mi resolución, solo espero que me explique el incidente con la señorita Wong.
- Bien pues vera... yo... yo... – simplemente las ideas habían abandonado su cabeza, no podía dar una respuesta convincente al saberse descubierta – ¿ya lo sabe todo no es así? – por primera vez se expreso derrotada, cosa que tomo por sorpresa a la mujer de ojos avellana, quien ya esperaba un sinnúmero de excusas de su parte.
- No todo... – le dijo con serenidad, a pesar de su asombro por el notorio cambio en la actitud siempre a la defensiva de la joven – por esa razón, quiero que usted me de su versión de lo ocurrido.
- Bueno, es que no pude contenerme, Mei Ling me provoco tanto, que al final estalle y yo solo me cobre lo que me hizo...
- ¿Y cree que la venganza siempre será la solución a todos sus problemas? – le espeto duramente.
- Yo... – cada vez se le hacia mas difícil dar una explicación, siendo conciente de que cualquier paso en falso que diera, seria utilizado en su contra.
- Mire señorita Kinomoto... – la joven mujer bajo un poco la severidad utilizada, hablándole con mayor familiaridad a la castaña – Sakura... por lo que he visto, de verdad creo que intentas cambiar y la prueba mas contundente es que ya tienes varios amigos humanos...
- ¿Entonces ya me permitirán regresar? – una luz de esperanza se asomo vivazmente en sus ojos esmeraldas.
- Me temo que aun no podrás hacerlo – denoto algo de pesadumbre en lo dicho, al ver la desilusión reflejada en el rostro desencajado de la chica.
- Pero... pero... – intento objetar en esos momentos, más el nudo que se le había formado en la garganta no la dejo.
- Lo siento mucho, y mas por que sé el enorme trabajo que te a costado sobrevivir en un mundo tan diferente al nuestro... – la castaña se quedo sin habla, por un momento pensó que seria un día perfecto al haber arreglado sus diferencias con Li, pero ahora era que se daba cuenta lo equivocada que estaba – mas la actitud que tomaste, al preparar alevosamente una poción para perjudicar a un humano, resto muchos puntos a tu favor...
- Profesora Mizuki no puede hacerme esto... – sus lagrimas no tardarían en desbordarse, le dolía, porque por primea vez en su vida, se había esforzado realmente por corregir sus errores.
- Lo lamento, pero por ahora ya no puedo hacer nada… nos veremos el mes siguiente para su próxima evaluación – con un simple toque del cascabel dorado que traía en las manos, la profesora comenzó a desaparecer paulatinamente en el entorno – hasta entonces.
- ¡No, profesora Mizuki...! ¡espere por favor! – grito con desesperación, tratando de alcanzarla antes de que desapareciera completamente, mas fue inútil, ya que solo logro traspasar el viento – demonios... – ahogo un grito injurioso junto con su lagrimas, que no dejaría salir por mucho que le doliera, admitiendo que por esta vez había perdido.
- - -
El joven ambarino no quito un solo momento su ámbar mirada de la muchacha castaña, puesto que toda la mañana se la había pasado como ausente, en una especie de mundo paralelo al suyo.
Por lo general la chica ojiverde, a pesar de no entender mucho, siempre trataba de prestar un mínimo de atención a la clase de matemáticas, mas sin embargo ese día se la había pasado con la cabeza hundida entre sus brazos, sin tratar de averiguar lo que ocurría mas halla de su libro de texto, a pesar de las constantes llamadas de atención por parte del profesor Terada.
El joven estaba casi seguro de que la responsable de que se comportara así, era esa extraña mujer, que según Sakura era una antigua maestra suya, al encontrarse en ese estado desde que hablara con ella por la mañana.
Para la hora del almuerzo, el estado de animo de la chica no vario mucho que digamos, sino que incluso su depresión parecía haber empeorado, preocupando ciertamente a todos sus amigos, quienes nunca la habían visto tan triste.
- Sakura ¿estas bien? – pregunto finalmente la de cabellos negro-violáceos, mientras los otros dos chicos que estaban en la misma mesa, se quedaban a la expectativa, al ver como ese día ni siquiera probara un bocado de la comida de la señora Tamaki, que tanto le gustaba.
- ¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué? – desde hacia un buen rato, solo murmuraba aquello, azotando levemente su frente contra la mesa.
- Kino... – el castaño quiso averiguar por su parte, mas fue interrumpido por una estridente voz a sus espaldas.
- ¡Querido Syaoran! – el chico sintió como sin previo aviso algo se afianzaba de manera sofocante a su cuello, lo que no le dio la mas mínima oportunidad de hablar.
- ¿Mei Ling? – automáticamente el joven volteo la cabeza, solo para encontrarse con un par de ojos color chocolate que le miraban cariñosamente – ¿qué sucede? – hablo con algo de fastidio, tratando de separarse disimuladamente de ella.
- Pues estoy aquí para invitarte a un maravillosa fiesta que daré en dos semanas, será para celebrar mi cumpleaños... – miro despectivamente de reojo a la chica castaña que tenia a un lado, entregándole un pequeño sobre lavanda con la invitación al muchacho, de alguna manera, esperando la reacción de la otra chica por no ser invitada, pero nada, esta aun seguía hundida en su mar confuso de pensamientos – por supuesto que ustedes también están invitados Eriol y Tomoyo... – igualmente les entrego una invitación a ambos jóvenes, quienes solo hicieron un ademán afirmativo para confirmar que irían.
Todos estaban con la incertidumbre de ver como reaccionaria la castaña, mas esta siguió mostrándose ausente del mundo real, hasta que sin previo aviso, la joven se levanto abruptamente de su asiento, haciendo creer a mas de uno que se desataría una nueva disputa entre ella y la pelinegra.
- ¿Sucede algo Kinomoto? – la de negra cabellera le reto, sondeado así, a su archí enemiga.
La castaña le ignoro por completo, se fue caminando lentamente, pasándole de largo con la cabeza mas baja que antes, nadie se atrevió a decirle nada, pues la mirada confusa de los cuatro presentes en aquella mesa lo decía todo.
- Espera Kinomoto ¿a dónde vas? – el castaño no tardo en reaccionar, al sentir como si una energía negativa rodeara por completo a la chica.
- Voy a ver desde otra ángulo mi patético intento por adaptarme a este mundo – fue lo único que salió de sus labios, dejando mas confundidos que antes a los chicos.
- ¿Qué le pasa? – la primera en romper aquel largo silencio fue la pelinegra – creí que armaría un alboroto porque no la invite a la fiesta – ninguno supo que responderle, puesto que todos se encontraban igual de desconcertados que ella – como sea… no me importa, los espero el viernes, no vallan a faltar... – se dirigió especialmente al ambarino, antes de despedirse por completo.
- Iré a hablar con ella – dijo la violácea cuando vio que se retiraba la otra chica.
- No Tomoyo... – le detuvo el ambarino antes de que se pusiera de pie – será mejor que yo valla – sin decir nada mas salió detrás de la castaña, aunque no estaba seguro de que le diría cuando la viera.
Por un buen rato estuvo buscándola, dando finalmente con su paradero en la azotea de la escuela, donde al parecer esta había encontrado momentáneamente la paz que necesitaba para sus pensamientos.
La muchacha miraba con suma tristeza, el paisaje urbano de la pequeña ciudad de Tomoeda, que se reflejaba a través de la malla metálica que recubría los alrededores de la azotea.
- Kinomoto... – el muchacho le llamo con suavidad, al verla estática en el lugar en el que estaba parada.
- ¿Puedo preguntarte algo Li? – comenzó a hablar pero sin girarse en ningún momento para mirarle.
- Seguro... – el chico encamino serenamente sus pasos hasta quedar justo atrás de ella.
- ¿Crees que alguien pueda ir en contra de su naturaleza? – lentamente se fue girando hasta quedar de frente a él.
- No te entiendo... – contesto con la verdad, pues aun no entendía la actitud que adoptara la castaña desde la mañana.
- ¿Piensas que algún día pueda sacar toda esta maldad que hay dentro de mi? – le miro fijamente a los ojos, tratando de encontrar en él una mágica solución a su problema.
- Pero que dices, tú no eres mala...
- ¿No...? – dejo escapar una carcajada llena de ironía, para después sin previo aviso arremeter contra el chico – ¡¿entonces porque siempre termino provocándole un mal a todos los que me rodean, aunque no lo quiera! – se exaspero de sobremanera, dejando escapar aquello que había venido reprimiendo desde hacia tanto tiempo – ¡contéstame Li! ¡¿por qué tengo que causar daño a todo lo que toco!
- Kinomoto, primero que nada tranquilízate y dime que es lo que te ocurre – se mostró calmado, aunque por dentro sentía una enorme preocupación por ella, al ver como aquella chica que siempre fue tan fuerte, se desmoronaba ante sus ojos.
- N-no es nada... olvida lo que te dije por favor... – su voz empezó a quebrarse por lo que trato de ocultar su afligido rostro tras los mechones castaños que empezaban a caerle desordenadamente por la frente.
-¿Cómo que no es nada, ¡has estado completamente deprimida desde que hablaste con esa mujer y todavía me dices que lo olvide...! – tal era su preocupación que sin querer subió de mas el tono de su voz, logrando que esta le diera la espalda mas herida de lo que ya estaba – ¿dime tan solo que fue lo que paso entre ustedes?
- Sabes Li, eso es algo que no te incumbe...
- Tienes razón Kinomoto, realmente no debería importarme lo que te pase y aun sabiendo eso... no sé por qué no puedo dejar de preocuparme por ti... – la joven escucho un poco incrédula sus ultimas palabras, ocasionando que inevitablemente se girara para constatar que sus oídos no le hubiesen jugado una broma.
- ¿D-de veras, te preocupas por mi? – le cuestiono, dudando aun de que fuera verdad.
- P-por... por supuesto que lo hago... – al recapitular lo hasta ahora dicho, tendió a desviar la mirada a un lado, un poco sonrojado – tú misma me dijiste esta mañana que éramos amigos, y como amigo me preocupo por ti y por tu bienestar...
- G-gracias Li... – dijo un poco mas tranquila.
- Ahora, ¿puedes decirme que es lo que te ocurre? – le hablo igual de suave que la vez anterior para no alterarla nuevamente, como respuesta solo obtuvo un pequeño ademán afirmativo de parte de la chica, quien se recargo ligeramente en la malla metálica.
- La profesora Mizuki, vino a informarme que mi estancia aquí se prolongaría por tiempo indefinido... – el chico le escucho atentamente, siempre con la vista fija en su rostro que ya lucia mas relajado – durante este mes, no sabes cuanto me esforcé por corregir mi impulsivo carácter, pero al parecer no fue lo suficiente, pues mis padres han decidido que permanezca otro mes en este mundo.
- En verdad lo lamento Kinomoto, pero... no crees que deberías ver las cosas con más optimismo...
- ¿A que te refieres? – le dijo mostrándose un poco intrigada.
- Lo que quiero decir, es que después de todo no te la has pasado tan mal aquí ¿o si? – el joven le sonrió un poco.
- Pues debo admitir que ha sido muy divertido estar aquí con ustedes... – ella también sonrió al pensarlo de esa forma, ya que en si, lo único que la estaba matando en estos momentos, era el no tener sus poderes mágicos consigo, por lo demás ella era feliz viviendo en el mundo humano – nunca imagine que aprendería tantas cosas nuevas, o que algún día tendría amigos como tú, Tomoyo, Yuki o Eriol.
- Lo ves... – su sonrisa fue mas notoria al percibir como la joven gradualmente iba adoptando su actitud de siempre – imagino lo difícil que ha de ser para ti el estar tanto tiempo fuera de casa, por lo que solo puedo aconsejarte que tengas paciencia, ya que si algo es seguro, es que tarde o temprano regresaras a tu hogar... aunque... te extrañaremos mucho cuando te vallas.
La sonrisa de la castaña se borro automáticamente, estaba tan obsesionada con regresar a su mundo, que no se le había ocurrido pensar lo que sucedería cuando ella se marchara, pues forzosamente dejaría atrás a esa familia que ya sentía como suya, pero sobre todo, se alejaría de él, solo pensar que los dos tendrían que separarse algún día, empezó a formarle un temor inmenso en su interior.
- ¿Sucede algo malo? – el chico se aturdió un poco por el nuevo cambio en su fisonomía, esta se había quedado seria y con un dejo de tristeza en el verde de sus ojos.
- No... no, es nada Syaoran... – sacudió un poco su cabeza para demostrarle una gran sonrisa, sin percatarse el nombre con que cito a este.
- ¿C-cómo me llamaste? – el chico no estaba muy seguro si era verdad lo que había escuchado, preguntando para corroborar que sus oídos no le fallaran.
- Hoe... l-lo… lo lamento Li... – intento corregirse rápidamente, al sentirse bastante apenada por haber roto su promesa interior de jamás llamarle tan familiarmente.
- D-descuida, esta bien, puedes llamarme así, si es que lo quieres... – le sonrió con aquella afabilidad que solo mostraba frente a ella.
- ¡¿En serio...! – se manifestó mas que emocionada ante la idea.
- Por supuesto... siempre y cuando tú me permitas a mi llamarte Sakura... – su sonrisa se amplio enormemente al escuchar por primera vez su nombre salido de los labios de aquel joven que era tan especial para ella.
- Claro que puedes hacerlo "Syaoran" – se sentía tan bien pronunciarlo, era como si la barrera invisible que en un principio se encapricho en separarlos, se fuera debilitando paulatinamente, haciéndolos tener una mayor confianza el uno en el otro.
- Entonces así será "Sakura" – asimismo el joven se sintió muy bien al pronunciar el nombre de ella con mas libertad.
- ¡Syaoran! – se sintió tan feliz, que no reprimió el impulso de abrazarlo, al escucharlo pronunciar nuevamente su nombre.
El joven se quedo paralizado por unos momentos, para al final terminar correspondiendo enteramente el abrazo, entrecerrando sus ojos para poder sentir la agradable presencia de ella, embriagando a su vez todos sus sentidos con el dulce olor a jazmín que de sus sedosos cabellos se desprendía, ciertamente, no le disgustaba en lo absoluto el hecho de tenerla tan cerca de si, como ocurría con cierta pelinegra que le hacia sentir todo lo contrario.
- Gracias por ser mi amigo Syaoran... – murmuro bajamente, separándose del chico muy a su pesar, puesto que ella igualmente se sentía muy cómoda a su lado, en el trayecto no se resistió a depositar un sutil beso en la mejilla del chico, que simplemente se quedo sin palabras ante el gesto, llevando mecánicamente su mano hasta su muy sonrojada mejilla.
Si pudo reaccionar, fue gracias al estrepitoso sonido causado por el reloj de la torre principal de la escuela, haciéndolo despertar de su sueño despierto y anunciándole que ya era hora de su próxima clase.
- Kino... quiero decir, Sakura... – era extraño llamarle de esa manera, aunque no tardaría en acostumbrarse, de eso no había duda – es hora de irnos.
- Si... – lo tomo por sorpresa del brazo, lo que ocasiono que de nueva cuenta la temperatura en el rostro del chico aumentara, y sin embargo no realizo el mínimo intento por apartarla de él.
- Por cierto, esta tarde tengo un partido de fut-bol, me temo que deberás regresar a casa sola... a menos de que quieras ir a verme jugar... – le comento casualmente en el camino de regreso, aunque en el fondo deseaba que estuviese ahí.
- En ese caso, creo que te acompañare... – levanto la mirada para verle curiosamente, queriendo conocer mas afondo ese juego por el que el chico se apasionaba tanto.
- ¿De verdad? – le miro con duda, pues si mal no recordaba, ella no tenia la menor idea de lo que era el fut bol.
- Claro que si Syaoran, esta tarde yo estaré en primera fila apoyándote... – sonrió felizmente.
Posteriormente los dos siguieron conversando animadamente hasta su salón, con esa platica el castaño pudo darse cuenta de que ya no quedaba ningún rastro de la depresión en la que la joven estuviera inmersa hacia unos momentos atrás, lo que le causo alivio, pues hasta ahora era que se daba cuenta lo importante que era ella para él, al no sopor verla afligida y mucho menos triste.
- - -
El resto del día la joven se la paso mas que contenta, al final las cosas habían resultado bien, sobre todo con el muchacho castaño, con el que ahora tenia una mayor confianza, por ese mismo motivo ahora se dirigía hasta la cancha de fut bol de la escuela, pues el partido del chico empezaría en cualquier momento, siendo acompañada por su mejor amiga, quien acepto ir con ella sin ninguna objeción.
En el campo de juego, tanto el equipo local como el visitante estaban realizando ejercicios de calentamiento, al llegar, la joven ojiverde se apresuro a buscar con la mirada al ambarino, dando con él del otro lado de la cancha.
- ¡Syaoran! – le grito para llamar su atención, agitando vigorosamente su mano derecha en señal de saludo, al advertir su presencia, este se giro para verla, levantando también su mano para saludarle.
- ¿Desde cuando le llamas por su nombre a Syaoran? – cuestiono inmediatamente la violácea, mientras una sonrisilla un tanto picara se le empezaba a formar en la comisura de sus labios, fijándose en ese instante, en un pequeño detalle que increíblemente le había pasado desapercibido hasta ahora.
- Desde esta mañana... – sonrió satisfactoriamente sin prestarle mayor atención a las palabras de la violácea, pues su visión estaba enfocada en el chico castaño, quien igual tenía puesta su total atención en ella, a pesar de seguir haciendo sus ejercicios de calentamiento.
- Hermosa Tomoyo... – la amatista sintió como si un balde de agua helada le cayese en la cabeza, al escuchar la inconfundible y cínica voz de ese chico – yo sabia que tarde o temprano vendrías a apoyarme... – era ella o últimamente ese joven se le aparecía a donde quiera que iba.
- No te hagas ilusiones Hiragizawa... si estoy aquí es para acompañar a Sakura y por supuesto para animar a "todo" el equipo... – le miro indiferentemente de reojo, sin siquiera dar señales de querer mirarle de frente – además, que seria mi insignificante apoyo, comprado con el de todo tu club de admiradoras... – señalo al grupo de chicas que estaban a unos cuantos metros de donde ellos se encontraban, todas gritaban eufóricamente el nombre del muchacho, y de hecho algunas de ellas, portaban pancartas para darle mayores ánimos.
- Pues tu apoyo me animaría diez veces mas, que el de un millar de esas chicas – la joven por fin se digno a prestarle un poco de su atención, al parecerle que sus palabras eran mas sinceras que de costumbre.
- Eriol yo... – estaba a punto de dejar sus desavenencias de lado, cuando ratifico de nueva cuenta su opinión, de seguir como hasta ahora su relación con ese chico. El de cabellos azulados por su parte, sintió, como inesperadamente un par de manos femeninas, se anteponía sobre sus ojos azules.
- ¿Adivina quien soy? – fue entonces que él pudo escuchar, la voz de la responsable de su momentánea falta de visión.
- ¿A… A-Asumí? – retiro nerviosamente de su rostro las manos de la chica que se encontraba situada atrás de él, encontrándose con la cara no muy feliz de cierta amatista, quien a pesar de todo no dijo nada, y solo le miraba de forma reprobatoria - ¿q-que... q-que haces aquí? – definitivamente eso si eliminaría toda clase de esperanza que pudiese llegar a tener con la violácea.
- Tonto... pues vine a verte jugar... – dijo con diversión la chica pelirroja, que camino hasta quedar enteramente frente a él, mirando maliciosamente de reojo a la joven violácea, pues en la escuela de todos era bien sabido, que la única chica a quien el peliazul realmente le profesaba un sentimiento sincero, era a ella – ¿lo olvidaste, tú mismo me invitaste a venir después de nuestra cita de ayer...
La castaña, que estaba presenciando calladamente todo aquello, advirtió una especia de aura espectral, proveniente de su amiga, que aunque demostraba indiferencia en su rostro, su aura decía todo lo contrario, más bien podría decirse que era furia lo que de ella emanaba.
- ¿No me digas que también olvidaste esto? – inesperadamente y con toda la malicia que pudo, la peliroja deposito un rápido beso en los labios del joven, quien a pesar de que la aparto instantáneamente de si, hizo aumentar descomunalmente la ira de la violácea.
- Sakura... – se escucho la voz fría y sin emoción alguna de la peliviolácea, lo que no le agrado en lo absoluto al chico de gafas – vamonos de aquí, creo que estamos haciendo un mal tercio...
- Si... – apoyo a su amiga al notar el brillo cristalino en sus ojos amatista.
- Espera Tomoyo, no es lo que crees... – al darse cuenta de lo que pasaba, el chico quiso detenerla, mas fue inútil, solo se gano una áspera respuesta de su parte.
- No tiene porque darme explicaciones sobre su vida, joven Hiragizawa... – un viento ártico recorrió enteramente al joven, era como si la distancia que tanto trabajo le costo acortar entre los dos, se hubiese vuelto kilométrica en ese instante, al haberse extinguido en su totalidad, la poca confianza que la chica le tenia.
La castaña no dijo nada para no incomodarla más, pero como deseó en esos momentos tener consigo sus poderes mágicos, ya que sin dudarlo, hubiese convertido a esa chica en lo que era, una repulsiva serpiente venenosa, porque obviamente hizo todo aquello, con el único afán de molestar a su amiga.
- Tomoyo... – le llamo con voz fraterna – ¿estas bien?
- Si... no te preocupes Sakura... – quiso mostrarle una sonrisa, pero el tono amargo de sus palabras decía todo lo contrario.
- Solo recuerda, que siempre podrás contar conmigo... – tomo fuertemente su mano de su amiga, mirándole con una intensidad inmensa, para que comprendiera que ahora ya no estaba sola.
- Lo sé... – sonrió con mayor sinceridad, pues ella sabia muy bien que así era – gracias Sakura.
- Sakura, Tomoyo... me alegra que hayan venido – aquel momento fue interrumpido por el ambarino, antes de que iniciara el partido quiso ir a saludar al par de jóvenes.
- Hola Syaoran... – contesto primeramente la castaña – que tengas mucha, mucha, mucha suerte en este partido.
- Pues con su apoyo seguramente ganaremos – le dedico una alegre sonrisa al par de chicas, advirtiendo en ese momento la actitud un tanto ausente de la muchacha violácea – Tomoyo ¿te sucede algo? – cuestiono al instante un poco preocupado.
- Eh, no, no me pasa nada Syaoran, estoy bien... – igual que antes forzó una sonrisa para no preocupar mas a sus amigos – que tengas buena suerte... – el joven no estaba muy convencido, pero en el fondo ya imaginaba quien era el culpable de su estado de animo, al verles unos momentos atrás platicar con su mejor amigo.
Estaba a punto de decirle algo mas, cuando escucho la fuerte voz de su entrenador, que estaba llamando a todo el equipo para que se reuniera en la banca, pues el partido estaba por iniciar, no quedándole otro remedio que retirarse.
- Hasta luego chicas... nos veremos después... – con esas últimas palabras se despidió de ellas, trotando hasta llegar junto a su equipo, que portaba un uniforme de color rojo para la casaca y negro para los shorts, mientras que el equipo rival vestía completamente de color blanco.
Finalmente ambos equipos se plantaron en el terreno de juego, adoptando sus posiciones correspondientes en ambos lados de la cancha.
Tanto el chico castaño como el peliazul ocupaban el puesto de centro delanteros, por lo que después de haber ganado el volado previo, ellos se encargaría de abrir el juego con un primer ataque ofensivo, cuando el arbitro silbo el inicio del encuentro, ambos jugadores se hicieron un par de señas con la cabeza, para coordinarse y arremeter contra el equipo contrario.
Con ese primer ataque, el cuadro roji-negro logro llegar hasta el área del equipo rival, quienes se defendían ferozmente, logrando bloquear el primer tiro a gol del joven castaño y dando pie a un contraataque que no paso a mas de la mitad de la cancha.
Casi treinta minutos habían transcurrido ya desde que comenzara el partido, cuando el joven de cabellos negro azulados se deshizo del defensor que le marcaba, centrando un largo y certero pase a su mejor amigo y capitán del equipo, quien materializo el gol con un fuerte tiro de zurda, dejando prácticamente pasmados al portero y la defensa por la fuerza y velocidad que le imprimió al disparo, lo que dejo muy en claro el por qué aquellos dos, eran considerados los mejores jugadores no solo de la secundaria Tomoeda, sino de todo el distrito también.
El joven levanto un brazo con el puño cerrado en señal de victoria, mientras todos los jugadores de su equipo se acercaban a él para felicitarlo, a pesar de la algarabía que se había formado a su alrededor, este giro su cabeza hasta el lugar donde se encontraba la ojiverde, dedicándole una enorme sonrisa, con lo cual le daba a entender que ese gol había sido única y exclusivamente por ella.
Esta correspondió igualmente el gesto, al darse cuenta de la intención del chico, no tardando en dejar escapar una fuerte muestra de ánimo para él.
- ¡Bien hecho Syaoran...! – grito efusivamente.
No obstante a que solo entendía los preceptos básicos del juego, y eso porque la joven amatista, tan pacientemente como siempre, se encargo de explicarle cada detalle para su mayor comprensión.
El ver el enorme entusiasmo que mostraba su amiga cada vez que el castaño le sonreía, o tenia alguna atención para con ella, aumento las sospechas de la amatista, quien ya empezaba imaginar cuales eran los verdaderos sentimientos de ese par, sintiendo mucha felicidad por quienes consideraba sus dos mejores amigos.
Después de observar entretenidamente por un rato el comportamiento de ambos, la amatista dejo escapar una risilla traviesa, ya que el segundo gol anotado por el chico le hizo ver más claramente el especial afecto que este sentía por su amiga, al dedicarle abiertamente y frente a todos los presentes ese gol a ella, lo que dio como resultado que en esos instantes la violácea comenzara a maquinar en su cabeza un maravilloso plan que le ayudaría a confirmar todas sus sospechas.
Continuara...
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Con este capitulo queda concluida la primera parte de la historia (XD), las cosas van a cambiar, pues algunos detalles que deje pendientes en los anteriores capítulos le darán forma a las relaciones de los personajes de ahora en adelante, y si creían que las cosas entre Sakura y Syaoran se habían arreglado, pues no... (como me encanta complicarle la vida a los personajes (XD), ya cambiando de tema, quiero avisarles que para los próximos capítulos si me voy a demorar un poco, pues cada vez tengo menos ratos libres para escribir, o simplemente cuando los tengo no me llega la inspiración, ni las ideas, es algo frustrante (ú.ù), pero bueno, por ahora eso fue todo, ojala y les haya gustado capitulo, ahora si me despido, hasta la próxima...
