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UNA UNIÓN COMPLICADA

Spyro decidió dejar a un lado a Sparx para que se calmará, escuchar que dejó vivir al Rey Magmus le había molestado bastante. No le gustaba que su hermano se enfadase con él por algo que no entendía, comprendía muy bien su enojo ya que si se metía en su propia piel hubiese pensado idénticamente lo mismo. Pero por desgracia en esta ocasión no era así. Había conseguido hacer un trato con Magmus para que dejase de pelear y pudiese razonar con la Madre Superiora en persona sin más peleas.

Esto era algo que no había hecho nunca, por eso mismo debía lidiar con el asunto y asegurarse de que saliese o sino tendrían otra batalla infernal con los magmagolems y nada de lo que sucedió hasta ahora habría valido la pena.

Cynder siguió ella sola ya que su amigo dragón había quedado atrás para resolver un pequeño asunto, le molestaba que no estuviese aquí pero no pasaba nada porque sabiendo lo mucho que le importaba confiaba en que estaría aquí en un buen rato.

Acompañó al Rey Magmus a una sala de reuniones que se había construido especialmente para tratar con otras especies y llegar a una conclusión por las circunstancias que fuesen. Fue la misma sala que se usó para lograr la paz con los golems en cuanto les ayudaron a acabar con los magmagolems siglos atrás.

El Rey Magmus entró a la sala, era la primera vez que la veía. Era una sala circular ovalada hecha de piedra pero con las talladas para que tuviesen una superficie lisa y los bordes estaban adornados con estampados de rayas para darle un toque rústico. En el centro se encontraba una mesa circular del tamaño de un carruaje, alrededor habían colocadas unas doce sillas de madera con el respaldo inclinado hacía atrás.

La Madre Superiora se sentó en la silla del extremo delantero. Se notaba que ese era su lugar ya que se ponía al final de la habitación para quedar ella la primera de todo. Se apoyó cómodamente y entonces le dirigió una mirada de soslayo a Magnus al ver que se encontraba ahí parado sin hacer nada.

-Puedes tomar asiento Rey Magmus -le comentó señalándole la silla.

Miro la silla con indiferencia.

-¿Ocurre algo con el Rey Magmus? -le pregunto.

-Nunca antes nadie me había pedido que me sentase -declaró.

-Comprendo -se rió para sus adentros.

-¿Le resulta gracioso? -le ofendió su risa.

-Me da risa que ambos seamos iguales, nunca nadie nos ha pedido que nos sentemos -aclaró sarcásticamente.

-Ah -comprendió, se rio a duras penas, se notaba que nunca reía por gusto.

Luego ambos se callaron al acordarse de que eran para nada amigos. Se sentó en esa misma silla y se acomodo, quedó mirando firmemente a la Madre Superiora.

Había tanta tranquilidad en el ambiente que sospechaba que esto no se debía a la intención de que esta situación fuese placentera. Miro al lado observando como aquella dragona y un guardia molekin les estaba mirando con intensidad, como si esperase a que él hiciese algo para tener un excusa por la que enfrentarlo.

-¿Soy prisionero? -le pregunto con total honestidad.

-No, es mi invitado -le aclaró.

-Pues si así me gustaría que esta negociación fuese más privada -objetó con descaro mirando a los dos presentes que le estaban mirando con expresión asesina.

El guardia molekin dio un paso atrás, ofendido por su contestación. Cynder le puso la mano delante impidiendo que reaccionase desprevenidamente.

-Yo me quedo -le dijo Cynder, dispuesto a vigilarlos.

El guardia accedió y se marchó dejando a los tres ahí mismo.

-¿No debería estar aquí el otro dragón? -repuso incrédulamente, recordando que fue idea de Spyro que él se reuniese con ella.

-Estará aquí muy pronto -le respondió pasivamente.

Rezongo con amargura, le estaba empezando a gustar muy poco el asunto.

Cynder asintió preocupado, se intuía de que esta parecía una buena idea, pero tenía el presagio de que tratando con alguien como Magmus, que era igual que su maestro

Kaos, provocaría algún tipo de nuevo conflicto con tal de continuar su batalla.

Era demasiado creíble que esto acabase de forma tan fácil.

-Antes de iniciar esta negociación, quiero dejar claro varias cosas -pronunció la

Madre dispuesta a poner las condiciones.

-De acuerdo -se acomodo, dispuesto a escuchar con atención.

-Todo lo que se diga en esta sala, no puede salir de aquí -implemento.

-Vale -aceptó, en eso pareció estar conforme.

-En todas las conversaciones que tengamos, se deberá hablar con educación y sin necesidad de actuar de forma agresiva.

Afirmó carraspeando de nuevo.

-Si uno de los dos quiere insinuar o pretender algo que sea relevante en la negociación, se tendrá que hacer basándose en circunstancias que puedan ser refutables. No vale sacar conclusiones precipitadas.

-Vale -aceptó con disgusto.

Por ese tono, Cynder supo reconocer que Magmus planeaba insinuar algo que seguramente no sería para nada confortable.

-Y por último y para que conste. Ninguno de los dos saldrá de aquí, hasta que se haya llegado a una solución o usted Rey Magmus esté dispuesto a ser juzgado por sus crímenes contra el pueblo de los molekins y los golems -acoto con total impunidad, ese era el inconveniente más importante de toda la lista.

-¿Significa eso que de fallar está negociación tendrá un juicio justo o será ejecutado en público para que todos lo vean? -repuso con honestidad.

-Será juzgado justamente. Aquí no ejecutamos a los criminales en público -le aclaró señalando la gran diferencia entre él y su gente.

-Antes se hacía -añadió tergiversando su comentario.

Rezongo amargamente, se sintió como que le tocó la fibra sensible.

-Eso es cierto, pero ya no hacemos eso, hace siglos que se quitó esa norma -le respondió actuando con moderación-. La primera Madre Superiora actuó con autoridad, pero sus actos fueron infortunios, por eso mismo se cambiaron muchas cosas.

-O más bien ocultaste el hecho de que esta sociedad actuaba con crueldad -terció devolviéndole el golpe con sarcasmo.

Aquello hizo que la tensión entre ambos se torciese al instante.

Justo en ese momento apareció Spyro pasando por la entrada.

-Hola, lamento mucho por venir -disculpándose con lamentación.

-¿Qué ha pasado? -le preguntó Cynder.

-Luego te cuento -le susurro, dispuesto a contarle su asunto más tarde.

Cynder lo aceptó.

-Hola Spyro, estábamos apunto de empezar le contestó con vacilación, soltó una risa indirecta que provocó que Madre Superiora le mirase con malos humos.

Spyro pudo notar que ambos ya no estaban llevando bien esta negociación.

-¿Qué ha ocurrido? -le pregunté a Cynder.

-Lo típico. Este tratado pacifico va a ser muy largo -contesto sarcásticamente.

Se angustió al hacerse de que ya se estaban creando problemas mutuamente. Miro seriamente a Magmus confiando en que haría las cosas bien.

-¿Podemos empezar ahora? -preguntó la Madre Superiora asumiendo que ahora que todos estaban presentes podrían comenzar el tratado.

-Si -acepto convenientemente Magmus.

Los dos se acomodaron nuevamente, se prepararon para discutir el asunto.

-Rey Magmus, se le declara culpable por el intento de aniquilación de toda una población de molekins y golems. Normalmente ahora le juzgaríamos por estos severos crímenes. Pero en vez de eso no lo haré porque pienso que eso solamente causará más violencia, y yo no quiero que siga habiendo más violencia en esta ciudad -argumentó actuando con pasividad y franqueza, como para dejar constancia de que se tomaba muy en serio el tema-. Por eso mismo le propongo que dejemos a un lado nuestras diferencias y actuemos como una sociedad civilizada que se preocupa de sus propios ciudadanos. ¿Le parece eso bien o encuentra algún problema?

Todos dirigieron unas miradas de intriga hacía Magmus, estaba rígido con los brazos apoyados sobre la mesa, como intentando asimilar toda esa explicación.

-Si, le encuentro un problema -respondió con serenidad.

-¿De cuál se trata? -junto sus brazos interesada por lo que tuviese que decir.

-Usted dice que dejemos a un lado nuestras diferencias. Usted conoce las mías, pero yo conozco las de usted, porque no la conozco tanto como a la primera Madre Superiora. Y créame que le digo que a ella la conocí muy bien -comentó señalando que el error que había en ese argumento. Se cruzó de brazos para indicar que tenía razón.

Spyro quedó atónito al no haberse cerciorado de ese hecho.

-Eso es cierto, y por lo que veo parece que le tiene un problema a la gente que existió tiempo atrás. La misma que expulsó a usted y a su gente al otro lado del volcán.

-Así es, ¿y sabe en realidad por qué pasó eso? -subió el tono.

-¿Por qué? Cuéntemelo.

-¿Si lo digo intentará de justificarme que lo que sucedió en ese momento era razonable y me dejará a mi como el malo o no? -objetó lanzándole indirectas con tal de hacerle ver que él ya conocía este tipo de interrogatorio.

-No, me interesa saber lo que sucedió siglos atrás. Usted es de los pocos seres que duran mucho más que un molekin. Quiero conocer toda su historia y así poder entender porque se inició todo este conflicto. Y así quizás terminemos con esto más pronto -acoto permitiéndole decir lo que quería relatar.

Frunció el ceño intrigado ante esa propuesta.

-¿Me escuchará?

-Si -afirmó asintiendo con la cabeza.

-Bien -aceptó con tono satisfactorio.

Se acomodo firmemente sobre la silla.

-Vera, hace siglos atrás, nosotros los Magmagolems nacimos por accidente, como un efecto secundario de la magia de Malefor. Salimos de las llamas sin saber que éramos o porque existíamos, pero supimos reconocer una cosa, estábamos vivos y queríamos vivir en este mundo que apenas conocíamos.

-¿Os hicisteis con el volcán? -objetó.

-No nos hicimos con el volcán, solamente nos quedamos con una parte. Apenas sabíamos qué hacer, éramos como bebés aprendiendo a caminar y a hablar, y para cuando nos dimos cuenta, ya se encontraban viviendo otros seres.

-Los golems.

-Exacto, encontramos a esos seres de roca viviendo ahí desde hacía años sin que nosotros nos diésemos cuenta. Nos juntamos con ellos para averiguar quiénes eran.

Nos contaron que eran golems que llevaban viviendo ahí desde hacía siglos en el volcán como obsequio de un gigante hecho de magma que les ayudó a sobrevivir cuando ellos habían perdido sus tierra por culpa de unos seres mecánicos o algo parecido -comentó quejumbroso como si no pudiese decir sus nombres.

-Los arkeyans -recalcó Spyro.

-Eso mismo dijeron.

-¿Y qué pasó después? -preguntó la Madre Superiora.

-Fuimos amables con ellos, les propusimos que nos ayudaran ya que no sabíamos que debíamos hacer para vivir, lo desconocíamos. Nos unimos y mutuamente nos fuimos ayudando hasta alcanzar la mentalidad habitual de un adulto. Ahí entonces pudimos descubrir ciertas cosas. Como la felicidad, el miedo, la angustia, el poder.

Todas esas cosas nos hicieron sentir extrañados, pero pudimos asimilarlas rápidamente en cuanto fuimos cambiando de parecer.

-¿Pero algo cambió verdad?

-Así es, los golems se pusieron a estudiarnos, intentando de entender cómo habíamos sido creados. Fue un proceso largo, pero entonces llegó un tiempo en el que nosotros los magmagolems empezamos a desarrollar ciertas habilidades que aparentemente provocaron cierto temor con el resto de los golems. No les gusto que controláramos la lava del volcán, o de que pudiésemos crear a nuestras propias criaturas con tal de satisfacer nuestra curiosidad.

-Pero eso no lo veo suficiente, tuvo que haber un detonante que hizo que se formase un conflicto mucho más grande -opinó concluyentemente Cynder.

-En eso tienes razón joven dragona -asintió intentando de recapacitar en todo lo sucedido-. A medida que la gente empezaba a mirarnos con mal ojo, nosotros empezamos a hacer lo mismo con ellos, les veíamos viviendo sus vidas con tranquilidad como si no tuviesen nada de lo que preocuparse. Nosotros no podíamos hacer lo mismo, no teníamos a gente con la que crear nuestras propias familias.

En ese momento Spyro recalco en algo.

-¿No tenéis familias? -objetó.

Todos quedaron atónitos ante esa pregunta.

Meneo la cabeza avergonzado por tener que reconocerlo.

-Desgraciadamente todos los magmagolems nacimos hombres, nunca en todo este tiempo nació una mujer -confesó lamentándose por ese hecho.

-Increíble -exclamó sorprendida Cynder, no se esperaba descubrir a una raza que no tuviese mujeres en su propia especie.

-¿Rocamauro sabe esto? -continuó la Madre Superiora.

-Claro que sabe esto, él estuvo ahí cuando apenas era alguien -declaró soltándolo todo con amargura, luego asintió resignado.

-¿Y qué ocurrió entonces? ¿Que llevo semejante conflicto? -preguntó insistentemente la Madre, ahora intrigada por saber cómo continuaba esa historia.

-Las cosas se empezaron a caldear con el paso del tiempo, los golems empezaron a desconfiar de nosotros por severas cosas que ocurrían casualmente. Evidentemente nuestra relación se volvió tensa. Hasta que al final ocurrió la única cosa impensable que pudiese haber hecho cualquier magmagolem.

-¿El qué?

-Hubo un día en que uno de los miembros de mi gente estaba trabajando, edificando una estructura de las paredes del volcán, la estaba derritiendo con su lava, pero esta se derramó demasiado y acabó partiendo la roca en la que estaba apoyado.

Se cayó y entonces unos niños golems que paseaban por ahí intentaron de ayudarle, pero como estaba ardiendo al cogerle de la mano estos se quemaron y se les partieron los dedos de roca al instante -comentó lamentándose por lo sucedido.

-Oh no -reaccionaron aterrados Spyro al imaginarse eso.

-Fue horrible, tanto que cuando llegaron los golems a averiguar lo que pasó, se pusieron a incriminar a mi hombre como si lo hubiese hecho apropósito. Otros magmagolems aparecieron y empezaron una disputa enorme, se acrecentó hasta que al final los dos bandos acabaron ensartándose en una explosiva batalla descontrolada -dirigió una mirada de honestidad hacía Madre Superiora-. Cuando intenté detenerlos, ya no había forma de pararles, nuestra relación se terminó en ese momento.

La Madre Superiora quedó indecisa al escuchar todo eso, siempre se había imaginado que ocurrió por un acto espontáneo de algún magmagolem que actuaba de forma narcisista, pero en vez de eso ocurrió lo contrario, y ahora se sentía culpable por no haberse cerciorado de esto tiempo atrás.

-¿Entonces... después les ganasteis nó? -objetó Spyro, intercalando todas las historias que le habían contado antes.

-Y si, nosotros estábamos hechos de lava, teníamos una mejor ventaja contra ellos.

Les ganamos y les echamos del volcán sin pensar si estábamos haciendo lo correcto. En ese momento se nos subió el poder a la cabeza por primera vez, ahí fue cuando nos dimos cuenta de que debíamos hacernos con el volcán porque estaba lleno de fuego, que era de lo que estaba hecho todo nuestro organismo -comentó sonriendo al acordarse de cómo fue ese momento-. Durante un tiempo lo estuvimos pasando estupendamente sin ningún problema, como ya no vivíamos sin los golems podíamos hacer lo que nos diese la gana, hasta que dejó de serlo.

-¿Regresaron los golems verdad? -insinuó Cynder.

-Regresaron, pero esta vez venían acompañados de otra especie de la que nunca nos enteramos de su existencia. Los molekins, aquellos topos vinieron armados con un elemento que también desconocíamos. El agua, nos rociaron con ella y uno por uno fuimos cayendo hasta que al final perdimos la batalla. Nos echaron al mismo lugar por el que vinimos y tapiaron todas las entradas y salidas con tal de asegurarse de que nunca pudiésemos regresar, expulsados y encerrados en las tinieblas.

-¿Y cuánto lleváis así desde entonces? -objetó Spyro.

-Más de 852 años, como mucho creo.

Ambos asintieron perplejos.

-Con razón estamos tan cabreados -indicó escépticamente Cynder.

-Yo nunca quise esto, quería lo mismo que los demás. Pero una vez que quedamos atrapados en esa otra tierra ardiente alejados de la vista de todo ancestro. Nos convencimos directamente que lo mejor para recuperar nuestra libertad era vengarnos de ellos, vengarnos de aquellos que nos trataron como a monstruos -reaccionó enrarecido y golpeó con fuerza la mesa.

Ambos se alarmaron poniéndose en posición de atacar, creían que iban a reaccionar violentamente y les iba a atacar. Magmus se calmó al reconocer cómo se ponía, noto que estaba chorreando lava ardiente sobre la mesa.

-Lo siento -se disculpó avergonzado.

-No, en realidad la culpa es mía -dijo la Madre Superiora.

-Eh -se extrañaron al mismo tiempo.

-Si los golems me hubiesen dicho que esto sucedió así, entonces nada de esto hubiese ocurrido y quizás hubiese podido razonar con vuestra gente para así conseguir la paz y olvidar el pasado.

-Pero no ha pasado esto, ¿porque será? -repuso incrédulamente Magmus.

Todos se quedaron indagando en esa cuestión.

-¿Rocamauro nos mintió? -se cuestionó Spyro.

-Si es así habrá que traerle para intentar de comprender porque la historia ha sido alterada para que pensamos mal de los magmagolems -encomendó la Madre Superiora.

-¿Le interrogaréis? -preguntó Magmus.

-Si, yo me encargaré de traerle aquí -accedió Spyro con seriedad. Estaba dispuesto a confrontarlo si era necesario.

-Yo me quedo -aviso Cynder, dispuesta a seguir con ella la reunión.

-Bien -acepto confiada Spyro.

Se dio la vuelta cuando entonces Magmus dijo:

-Preguntale por lo de su hijo -le comentó.

Lo miro de reojo.

-Preguntale por lo que le pasó a su hijo -añadió.

-¿Rocamauro tiene un hijo? -cuestiono Cynder.

-Yo no recuerdo que hubiese mencionado que tuviese hijos, ni siquiera los he visto -mencionó la Madre Superiora, confundida ante esa mención.

Todos se quedaron con la idea de que algo raro estaba pasando.

-Se lo preguntaré -accedió con mayor seriedad que antes.

No entendía a qué venían todos estos secretos, pero sentía que Rocamauro no había sido del todo sincero con algunas cosas. Estaba dispuesto a descubrirlo antes de que las cosas empeorasen aún más de la cuenta.

Si es que podían empeorar aún más.

..

Spyro regresó a la ciudad para buscar a Rocamauro, desde que se lo llevaron para curarle no tenía ni idea de donde se encontraba ahora. Era más, desconocía por completo si existía una enfermería u hospital para golems, ya que como nunca mueren y nunca sucede aquí, le resultaba imposible que existiese.

Se puso a preguntarle a unos cuantos compañeros suyos. Todos decían que se había ido a unos baños termales especiales para golems. No lograba comprender que era un baño termal para golems, pero debía de probar de buscarlo ahí.

Marchó volando hacía el este de la ciudad donde se encontraba un establecimiento cuyo cartel grande ponía: BAÑO TERMALES PARA GOLEMS. Supuso que ese debía ser el lugar porque era el único que tenía un cartel así de grande. Además vio que había unos cuantos golems acompañando a otros cuantos heridos al interior.

Al verlo debió de intuir que lo usarían como enfermería.

Paso al interior del salón principal, estaba todo repleto de golems y unos cuantos molekins apoyando a unos golems malheridos, partes de sus cuerpos estaban derretidas. Todos le miraban como si fuese un extraño en un lugar en el que no debía estar. Lo ignoro ya que tenía bastante con lo sucedido con Cynder. Les pregunto por Rocamauro y ambos señalaron hacía el frente.

Les indico el lugar y se metió en un pasillo que iba aumentando la temperatura a cada paso que daba. Lucía como la sauna en la que se había metido su hermano y los demás en el palacio en el que se hospedaban. Cruzó una esquina y acabó metido en un baño formado por seis bañeras llenas de carbono líquido hirviendo con las secciones hechas de mármol y al frente habían un par de duchas, seguramente para limpiarse los restos de carbón que se les quedaban pegados encima. Esa debía de ser el agua para ellos. Había unos cuantos golems socorriendo a otros malheridos, los dejan reposando en las propias bañeras que parecían sanarles las heridas. Todos se pusieron a mirarle de nuevo como si no debiese estar ahí.

Se sentía incómodo ante una situación así.

-¿Estoy buscando a Rocamauro? -preguntó con tono autoritario.

Uno de los golpes le señaló hacía la esquina de enfrente.

Le agradeció asintiendo con la cabeza y caminó hacía el frente, giró en la esquina y ahí pudo ver a Rocamauro recostado sobre aquella agua ennegrecida mientras uno de sus compañeros golems les ayudaba a meter más carbón en una cubeta.

-Spyro -se alegró de verle.

-Hola Rocamauro -le devolvió el saludo modestamente-. ¿Cómo te encuentras?

-Bastante bien, el carbón está logrando que me vuelva a crecer las partes que se me han derretido -comentó mostrando como el abdomen que tenía dañado se le estaba reparando de nuevo mágicamente.

-Necesito hablar de una cosa contigo -espetó con seriedad.

Le hizo señas al otro golem para que se marchase. Este obedeció y se marchó llevándose consigo la cubeta, se fue para el otro lado.

-¿Qué es este lugar? -aprovecho para preguntarle esa duda.

-Es un baño termal hecho para los golems. Lo usamos para hidratarnos y fortalecernos una vez que el vapor de este lugar nos empiece a oxidar nuestras rocas. Los molekins se enteraron de esto y decidimos compartirlo con ellos por si necesitaban un lugar único para poder relajarse en calma -le comentó con entusiasmo, se estiró aún más y suspiró aliviadamente, se notaba que le encantaba ese baño.

-¿Y también sirve para reparar nuestras heridas?

-Así es, estas rocas de carbón nos permiten regenerar el tejido de roca dañado, sin esto, todos nosotros viviríamos con anormalidades -indicó precavidamente.

Spyro asintió halagado.

-Pues espero que no haya uno para dragones -opino irónicamente.

-Ya me gustaría.

Ambos se rieron ante ese ridículo chiste.

-¿Qué se te ofrece joven dragón? ¿Has podido hacer la negociación de paz con la Madre Superiora? -le pregunto con tono cortés.

-Estoy en ello, pero es complicado -le contestó, no quería decirle de una todo lo que le había contado Magmus hasta ahora.

Asintió firmemente con la cabeza.

-Normal, Magmus es un sér peligroso, dudo mucho de que quiera cooperar, por mi debería de volver al lugar del que provino -refuto con rencor.

Con ese tono pudo notar que le tenía un verdadero a Magmus, pero sentía que ese odio se debía a algo mucho más personal.

-Cynder y yo hemos estado hablando con Magmus -soltó.

-Emh -captó su atención.

-Me ha contado ciertas cosas bastante importantes.

-¿Importantes... de qué tipo? -metió los brazos debajo del agua, quedó intrigado por lo que tuviese que decirle.

-Sobre cómo fue que nacieron, como os conocieron, y de cómo se inició la guerra -concretó el orden de las cosas que le mencionó.

-Aja -berreó, pensando sobre lo que decía.

-Pero también me contó sobre cómo se produjo el conflicto entre tu especie y la suya -añadió echando una mirada acusadora.

Bajo una mirada de vergüenza, podía reconocer que sabía lo que se intuía.

-Que al parecer fue debido a algo que ocurrió con unos niños.

-¿Te dijo que fue un accidente nó?

-Uhum -confirmó.

Rezongo mosqueado, no le gustaba acordarse de ello.

-Si, fue un accidente lo que ocurrió aquel día, pero lo peor de todo fue que los magmagolems empeoraron las cosas. Se mosquearon tanto que nos atacaron y nos echaron por las malas del volcán -le respondió brevemente lo ocurrido.

-¿Así sin más? -frunció el ceño extrañado en esa respuesta.

-Así sin más.

Carraspeó pensativamente al cerciorarse de que le estaba ocultando algo.

-Pues él me ha contado muchas cosas -repuso con incredulidad.

-Si te ha contado algo más es que entonces te está mintiendo. Eso es lo que hace Magmus, manipula a la gente para hacerles creer que ellos son las víctimas de este conflicto insolucionable -le reprocho justificando su argumento.

Eso era algo que podía resultar ser cierto. Magmus era distinto a cualquier villano con el que se había enfrentado, pero también lo era Masker Mind y cometió un error con él que casi causó la muerte de su hermano y de sus amigos. Si era cierto que estaba mintiendo, debía saber por sus reacciones cómo soportaría lo que le tenía que contar.

-Pues esta vez ha resultado ser muy sincero con la Madre Superiora.

-¿Qué quieres decir?

-Me ha contado sobre tu hijo.

Se quedó paralizado al oír eso.

-¿Qué hijo?

-Al parecer tienes un hijo, según dice él.

-Eso es imposible, yo nunca he tenido un hijo. De haberlo tenido se lo habría enseñado a la Madre Superiora cuando era una niña -achacó con severidad.

-¿Y entonces porque me lo dijo como algo que sabías?

-Y yo que sé, a lo mejor pretende hacerte creer que yo soy el malo aquí. Y eso no es verdad, ya has visto que he intentado proteger esta ciudad de su propia especie, ¿nó? -protesto quejándose por la acusación que le estaba soltando.

-Lo he visto, pero veras Rocamauro. Quiero hacer este pacto pacifico con la Madre Superiora y Magmus, y si no se todos los detalles de lo que ocurrió hace siglos, entonces me temo que tendré que pedirte que me acompañes -le explicó avisando de lo que sucedería si no era sincero con él.

Rocamauro le miró con una expresión arcaica, como si le estuviera pidiendo que hiciera algo en contra de su propia voluntad.

-¿De veras eres capaz de obligarme a irme de aquí? -le preguntó echando una mirada desafiante.

-Puedo esperar, pero te aviso de que Cynder, Magmus y la Madre Superiora me están esperando en la sala de reuniones, y si no vuelvo dentro de un rato. Me temo que Cynder tendrá que venir y se montará lo que ha ocurrido antes.

A pesar del sonido de los golems que seguían bañándose detrás de ellos, se hizo un fortuito silencio que dejaba un mal ambiente.

-¿En serio crees que eres capaz de hacer eso? -se insinuó con duda.

-Pruebame, soy un dragón púrpura, los dragones hemos hecho cosas raras a lo largo de los años antes de extinguirnos -refutó de forma obstinada.

Rocamauro quedó indeciso intentando asimilar todo ese argumento, le resultaba un farol que pasase lo que él decía. Pero viendo su cara de enojo con el ceño levantado hacía arriba, se intuía de que por lo menos algo haría con tal de obligarle.

-¿Sabes que soy el máximo mandatario de la alianza entre golems y molekins? -soltó cambiando de tema con un tono pasivo.

-Pues no.

-Resulta que si, yo fui el primero en firmar la alianza con la primera Madre Superiora, y lo hice prometiendo que les defendería tanto a ellos como a los de mi primera especie. Pero mi especie está siempre primero, lo que eso implica que podría pasar de defender a estos topos y romper el acuerdo de paz voluntariamente -explicó insinuando que podría dejar de estar aliado con ellos con total soberanía.

Spyro quedó ensombrecido al oír eso, no se esperaba que se encomendase cometer una acción tan severa.

-No podrías hacer eso, lo firmaste junto con la Madre Superiora, para separaros ne-cesitarías que por lo menos ella estuviese contigo -indicó lógicamente Spyro.

-Lo se, pero tampoco ella está obligada a discrepar de separar nuestra alianza. Solamente tengo que pedírselo y entonces ambos firmaremos un nuevo acuerdo sin ningún problema -señaló esbozando una mirada socarrona de desprecio.

Ahí en ese momento Spyro se dio cuenta de la clase de persona que era Rocamauro, pensaba que era alguien honrado que se tomaba las cosas en serio, pero ahora veía que un sér arrogante al que poco le importaban la vida de los demás.

-¿Por qué harías eso? ¿Qué ganarías?

-Que entonces el Rey Magmus sería responsabilidad mía y lo juzgaría a mi propia manera sin que nadie se oponga -declaró con tono orgulloso.

Empezó a venirle una conclusión en la cabeza.

-Tu no vas a juzgarle, tu vas a matarle para que no diga nada, porque sabes que él sabe algo que no quieres que diga, ¿verdad?

Cruzó los brazos por detrás poniéndose en posición cómoda.

-¿Qué fue lo que ocurrió Rocamauro? ¿Que impulsó esta eterna pelea? ¿Fue que perdiste un juego a causa de aquel accidente? -sonsacó Spyro largando todas las preguntas con tal de que él le respondiera a alguna.

Aquella última pregunta le asustó sorpresivamente.

Los dos se quedaron mirando al reconocer que ese fue el detonante.

-Vuelve con tus amigos y dile a la Madre Superiora que lo deje estar, Magmus es culpable por haber atacado este volcán y haber asesinado a varios de los míos. Juzgale o permite que acepte tu tratado pacifico. Si no quieres que la alianza entre golems y molekins se rompa después de tanto tiempo -le propuso indiscriminadamente con tal de ignorar el tema, pero poniendo el inconveniente por si pensaba hacer lo contrario.

Spyro quedó tan estupefacto al ver la arrogancia que mostraba, que ya no se le ocurrió qué más decirle. Lo dejó estar con sus pensamientos y se dio la vuelta dispuesto a contarle a la Madre Superiora lo que le contó.

De ser cierto que Rocamauro ocultaba algo importante relacionado con el conflicto con los magmagolems, significaba que entonces la historia era falsa y que durante todo este tiempo la gente había estado creyendo otra cosa.

No dejaría que se saliese con la suya, destaparía la verdad costase lo que le costase.