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LOS GREMLINS DE VILLA SIERRA

Había pasado como media hora desde que dejaron que Fargus se marchase dispuesto a confesarle la verdad al general Herman sobre que él fue el tirador quien inicio el tiroteo con la avioneta. Se esperaban que esto se produjese pronto, pero tardaba demasíado. Marvus se lo tomaba con calma porque sabía que de algúna manera Fargus exculparía a su mejor amigo, pero los demás que estaban tan desesperados por acabar con este tema, en especial para poder despedirse justamente de Duane, que iban perdiendo la impaciencia al no saber que estaba ocurriendo.

Borke era el que menos aguantaba la situación, estaba sentado con las manos cruzadas, rezandole a los ancestros para que cuidasen del alma de Duane, pero estaba tan cabreado que hasta eso le resultaba incapaz de hacer.

-Ya esta -se levanto de golpe-. No puedo aguantarlo más.

-Tranquilizate Borke, ya pasará -le calmo Oggus.

-¿Como? Hemos dejado que ese granuja se fuese libremente sin siquiera vigilar que fuese a cumplir con lo prometido. ¿Como estamos tan seguros de que no ira a decir a los generales que nosotros tampoco somos complices -se quejo soltando excusas que pudiesen empeorar aún más la situación.

Todos se quedaron pensando en ese hecho. Fargus era un incredulo egoista que se creía que siempre tenía el control de todo. Como estaban tan seguros de que al final no había improvisado todo lo que les dijo solo para permitir que le soltasen y poder volver a cometer los mismos chanchullos que había estado cometiendo antes.

Marvus se lo replanteaba con seriedad, desde que Sturgess y su equipo se marcharon no había dejado de cuestionarse si todo esto formaba parte de un plan mayor para acabar con ellos o para vengarse de Fargus por lo que les había hecho. No había forma de averiguarlo, pero había una cosa que tenía bien clara, la tristeza que mostro Fargus era real, pudo ver perfectamente en su cara la vergüenza que tenía por haberle hecho daño a Thorne, tanto antes como ahora.

-No lo creo -salto Marvus de golpe.

Dirigieron unas miradas de sorpresa hacía él.

-Creo que decía la verdad -confirmo confiadamente.

-¿Como? Estaba soltando lagrimas de gillmen -espeto burlonamente Borke-. Yo creo que lo hacía para librarse de Sturgess porque le tenía miedo.

-Puede ser, pero cuando se puso violento y le conte todo lo malo que le estaba pasando, pude ver algo en su mirada, una señal de que por primera vez en su vida estaba comprendiendo que todo lo que hacía estaba mal. De que se traiciono a si mismo, a él y a la buena amistad que tenía con su amigo. Por eso mismo creo que Fargus hará lo correcto -opino argumentando la razón de porque creía que actuaría moralmente.

-¿Y como estás tan seguro de que viste eso en su cara? -le pregunto Oggus, suponiendo que vio algo en él que ellos no lo vieron antes.

Se rasco la nuca nervioso ante lo que iba a decir.

-Vi esa misma mirada en mi hermano -declaro.

Fruncieron sus ceños sorprendidos al oír eso.

Le daba tristeza mencionarlo, pero sentía que debía comentarlo.

-Cuando me tuve que ir de casa, mi hermano pequeño me exigió que no me fuese, que estaría solo sin mi y tendría miedo de que no le protegiese. Me acerque a él y le dije que no pasaba nada, que ya era un hombre y que podría cuidarse solo. Como no estaba muy convencido de ello, hice un trato con él -intento de no ponerse triste pero le resultaba imposible, le dolía demasíado recordar lo que sucedió aquel día-. Le pedí que si cuidaba de mama y se ocupaba de todas las labores de la casa, entonces podría volver pronto y demostrarle que al final no era tan malo que yo me fuese.

Quedaron atonitos al oír eso, no les había mencionado en ningún momento que hubiese ocurrido de esa manera. Pero de pronto se cercioraron de algo en esa historia que les parecía que no funcionaba.

-¿Pero le mentiste, en eso de que volverías? -refutó honestamente Oggus.

-Y si, lo tuve que hacer. Cuando le dije lo que pasaba esbozo una expresión de tristeza que no la había puesto nunca. Y cuando hice el trato con él, su mirada cambió a una expresión de confianza, fue la mejor mirada que le vi poner en su vida. Y me la creí, la creí de verdad -soltó una risotada de felicidad que dejaba bien claro que estaba confia-do en que su idea del trato le hubiese convencido del todo.

Ambos se miraron perplejos al no saber que pensar de eso, cierto era que hizo mal en mentirle de esa manera. Pero analizando la situación en la que se encontraba, pudieron asumir que eso era algo que ellos también podrían haber hecho.

-Y lo peor de todo es que encima dudo de que vuelva, Duane ha muerto y no tengo ni idea de que le va a suceder Thorne. No si lo soltarán o nosotros acabaremos igual que él, enjaulados y tratados como miseria -protesto largando todas las malas ideas que tenía al creer que iba a acabar tan mal que no volvería a ver a su hermano.

No pudieron soportar verlo así, necesitaban hacerle cambiar de opinion.

-Marvus, escuchame bien -pidio soberanamente Borke-. No sabemos lo que va a suceder, pero si dices que confias en que Fargus hará lo correcto, entonces asumiremos que también sucederá. Pase lo que pase confiamos en tu palabra.

Puso rigida la mirada al ver que no parecían tenerle ningún problema al asunto.

-¿De verdad?

-Y si Marvus, tu has hecho mucho por nosotros y por Thorne, te lo debemos -indico sinceramente Oggus demostrandole que confiaban plenamente en él.

Cambió su percepción del asunto al ver que no tenía ningúna razón para creer que esto no acabaría tan mal como esperaba.

-Volveras a ver a tu hermano. Eso es algo que yo te lo prometo -acoto confiadamente Borke apoyando su mano sobre su corazon.

Asintio con la cabeza conforme, solo con la ayuda de sus amigos podía lograr que este viaje no acabase más en tragedia.

De pronto se oyeron unos gritos que les asustaron. Voltearon la mirada de un lado para otro asumiendo que estaban siendo atacados, pero los gemidos y los gritos que soltaban los cadetes que se encontraban cerca de ellos, sonaban más a sorpresa que de terror ante una amenaza inminente.

-¿Creeís que...

Era tan suspensivo el momento que no sabían intuirse si estaba sucediendo lo que ellos esperaban que sucediese, o había surgido otra cosa mucho peor.

-Será mejor que vayamos a verlo -propuso Oggus con tono intuitivo.

-Si -los otros dos aceptaron y se marcharon corriendo apuradamente.

Siguieron al grupo de jovenes cadetes que marchaban hacía el centro del campamento, se juntaron formando un circulo alrededor. Los tres pasaron entre la multitud de cadetes intentando de ver lo que sucedía. Al frente apareció el general Tumbor poniendo-se encima de una mesa de comedor, se estaba mostrando ante ellos con superioridad.

-¡Cadetes! -aviso euforicamente.

Todos dejaron de murmurar y se pusieron a escucharle atentamente.

-Hay una noticia de ultima hora, y es muy importante -contesto con tono autoritario pero calmado, lo decía tomandose en serio lo que sucedía-. Todos sabemos lo que ha sucedido esta mañana, fuimos atacados por una avioneta proveniente del pueblo de Valle Sierra, pero ese ataque se produjo a causa de que uno de nosotros disparo imprudentemente contra ese vehículo aereo provocando que nos atacase y perdiesemos parte de nuestro personal y a los compañeros que nos seguían. Y como tal detuvimos al tirador que causo este desgraciado incidente.

-Si -agravió euforicamente uno de los cadetes haciendo que los cadetes vitoreasen estando de acuerdo con la detención del provocar del tiroteo.

Ambos tres se miraron avergonzados al ver que todo el mundo parecía entusiasmarle que hubiesen detenido a Thorne injustamente.

Tumbor bajo la mano en señal de que se silenciasen.

-Pero ahora también debo anunciar una nueva noticia -dijo alzando los brazos-. Hemos cometido un terrible error al detener al acusado.

-¿Que? -chillaron todos sorprendidos.

Marvus miro a sus amigos, alegrados de pensar que estaba sucediendo lo que esperaban que sucediese. Volvieron a mirar intrigados ante lo que decía Tumbor.

-Hemos detenido al cadete equivocado. El cadete conocido como Thorne no era el tirador, sino otro cadete cercano a él, llamado Fargus.

Todos volvieron a ponerse murmurar sorprendidos ante la noticia.

Ambos se miraron de nuevo alegrados ante lo que acababa de pasar.

-Lo hemos conseguido -dijo contento Oggus abrazando a los tres.

-Traed al acusado -ordeno dirigiendo la mirada al otro lado.

Más al frente apareció el general Herman acompañado de su escolta de jovenes soldados, llevaba consigo a un abatido y apagado Fargus con la cabeza baja.

-Este cadete acaba de confesar que fue el causante de iniciar el tiroteo con la avioneta. Mantuvo oculto la verdad y dejo que detuviesen a su amigo para que cargase con la culpa en vez de él -explicó Herman soltando la confesión de Fargus.

Todos esbozaron unas miradas de vergüenza al descubrir lo que hizo, para ellos esto era mucho peor que lo que se pensaban que hizo Thorne antes.

-Ahora traed al otro acusado -ordeno nuevamente Tumbor.

Apareció otro grupo de jovenes cadetes llevando consigo a Thorne, estaba sucio con la cara llena de tierra y tenía unos grilletes que parecían apretarle bastante las muñecas.

-¿Que le han hecho? -se pregunto Borke asombrado al ver el deteriorado aspecto en que se encontraba su amigo.

Solo con esto indicaba que Fargus confeso la verdad en el mejor momento.

Thorne quedo cerca de Fargus mirandole fijamente, podía ver en él una cara de vergüenza y arrepentimiento de su parte. Quería hablarle pero se sentía tan opacado ante esta situación que no estaba muy seguro de lo que debía hacer.

-Para comprobar que su coartada es cierta, nos ha entregado el arma que uso para cometer ese acto indisciplinado -añadio Herman dirigiendo la mirada hacía uno de los cadetes que traía consigo una escopeta subfusil, la levanto enseñandola para que todos viesen de cual arma se trataba-. A esta arma le faltan varias balas, lo cual demuestra que fue usado para cometer el ataque.

Fargus rezongo, se llevo las manos a la cara por todo lo que le estaban contando. Thorne le miro pudiendo ver que esos lamentos eran de verdadero arrepentimiento. Perfectamente podía sentir que lamentaba algo que si hizo.

-A causa de estas pruebas, hemos determinado que el acusado no tuvo nada que ver con el tiroteo. Pero como es su compañero podemos intuir que ha sido complice del acto ya que ha mantenido oculta la información que podría haberle detenido desde un principio -añadio Tumbor agravando aún más sus cargos de forma severa.

-¿Que? -chillo Thorne sorprendido al oír eso.

Todos se quedaron indecisos al ver que lo estaban salvando pero ahora parecían estar ocultandolo de otra cosa inexistente.

Fargus le miro dirigiendole una expresión de sorpresa que indicaba que él no tenía nada que ver con esto, que no fue idea suya.

-Pero eso no es cierto -protesto Borke poniendose histerico.

-¡Chisss! -le rechisto Marvus queriendo escuchar lo que pasaba ahora.

-General Tumbor -vociferó el general Herman con tono autoritario-. El acusado conocido como Thorne me ha confesado que dejo de ser su compañero hace cosa de unos dias. No tiene ya nada que ver con lo que él haga, lo que indica que no puede ser complice porque no podía intuirse lo que él fuese a hacer.

-Pero él no ha dicho nada al respecto -indico credulamente Tumbor.

-Porque usted no le ha permitido dejar hablar -dijo alguien con una voz conocida.

Todos ladearon la mirada hacía el general Lomis quien aparecía sorpresivamente en-tre la oscuridad. Tenía los ojos negros de agotamiento y de no poder dormir.

-General Lomis, me alegro de verle -le saludo con tono animado, pero falso.

-Lo mismo digo Tumbor -le devolvió el saludo de una forma poco amigable.

Se podía notar la mala tensión entre ambos.

Thorne le miro sintiendo que había algo de esperanza en que pudiese ayudarle a pesar de que le habían dejado apartado a un lado de sus funciones.

-Señor Tumbor, debo hacerle recordar el conflicto que hemos tenido esta mañana -le comento poniendo un tono de incredulidad para contradecir su opinion.

-Así es, menos mal que por suerte nuestro joven acusado lo interfirio.

Thorne rechisto, asqueado al ver lo mentiroso que era.

-Y también le detuvo sin pruebas de que él fue el acusado, decidió detenerlo imprudentemente en contra de su voluntad.

-Soy el general al mando de este equipo, tengo la obligación de detener a quien quiera siempre y cuando cumpla las ordenes. Y el joven cadete llamado Thorne incumplió una pequeña regla que supuso la detención tardia del verdadero acusado -explicó justificando que tenía verdadero derecho a detenerle por nada.

Todos se pusieron a murmurar de nuevo esbozando unas miradas de desprecio. Verdaderamente se estaban creyendo que Thorne era culpa de algo.

-El joven acusado no incumplió nada. No puede culpar a un individuo solo por el hecho de que su compañero sea el perpetrador de tales actos -aclaro dirigiendose hacía él con total impunidad, estaba decidido a llevarle la contra.

-Y usted ha quedado relegado de sus funciones, ya no tiene ningún poder para recriminarme e injustificar todos mis actos -añadió echandole motivos para no seguir reprochandole el mal trabajo que hacía como general.

Lomis se quejo reconociendo que tenía razón. Ahora que lo habían rebajado, se sentía como imponente ante cualquier acto que quisiese cometer.

Thorne perdió la esperanza rapídamente, esperaba que él a estas alturas le pudiese ayudar por lo menos en una cosa, pero ni eso podía.

-Puede que él no lo tenga, pero yo si -bramó el general Herman imponiendose de nuevo ante el general Tumbor-. El general Lomis tiene razón, el acusado no sabía ni podía intuir nada de lo que pudiese hacer su compañero, se han separado temporalmente. Además, el cadete Fargus ha confesado que le gusta actuar solo sin pensar, lo cual demuestra que lo hizo apropositamente sin pensar en las consecuencias. Esto demuestra claramente que toda la pena recae en Fargus y no en Thorne, él merece ser liberado y absuelto de toda culpa.

Tumbor se lo replanteo, evidentemente este descubrimiento le hizo dejar en ridiculo delante de todos los cadetes. No le gustaba que un general le recriminase que se equivocaba con algo, pero peor humillación era el demostrar que había detenido a un cadete de forma imprudente por miedo a una rebelión.

Necesitaba terminar con esto cuanto antes.

-De acuerdo -dijo conforme y se dirigió hacía los cadetes con firmeza-. En vista de las pruebas y de las confesiones entregadas, debo declarar que el acusado llamado Thorne deberá ser absuelto de toda culpa mientras que el cadete Fargus será arrestado por incumplir las reglas del ejercito troll como rebelión y desobedeciencia.

Thorne quedo tan sorprendido al oír eso que no se lo podía creer, levanto la cabeza y observo que ahora todos los cadetes se ponían a aplaudir celebrando que hubiese absuelto. Lo cual resultaba un poco condesciente teniendo en cuenta que hacía unos minutos todos ellos le trataban de delincuente y de traidor. Pero solamente había un grupo que le importaba, pudo ver a lo lejos a Marvus junto con Oggus y Borke celebrandolo con una serie de vitoreos y abrazos los unos a los otros.

Eso fue lo mejor que vio en toda la noche.

Giro la cabeza y se fijo en Fargus, él era el unico que no estaba contento, se entristeció al ver que su amigo había confesado la culpa de todos sus actos, por primera vez había visto que Fargus tuvo algo de remordimientos por lo que hacía. El general Herman se le acerco con una llave, la metió dentro de la cerradura y le quito los grilletes, Thorne suspiro aliviado ya que aquellos grilletes le estaban matando las muñecas. Herman le echo una mirada de disculpa y entonces dio un paso al otro lado poniendose delante de Fargus, mostrandole los grilletes.

Se giro mirandole en señal de que sabía lo que le esperaba.

-Lo siento -le siseó con profundidad.

Le puso los grilletes y luego el grupo de cadetes que se lo llevaron para el otro lado, seguramente dispuestos a meterlo en la misma jaula en la que estuvo antes.

Thorne se giro observando apenado como el chico que una vez fue su mejor amigo, estaba sacrificando sus deseos de ser famoso con el ejercito troll para poder salvarle la vida. Ver esto le hizo sentirse culpable, creía que no iba a cambiar pero al final lo hizo, ahora estaba en deuda con él por esto.

-¡Thorne! -escucho una voz conocida.

Se giro viendo que sus amigos se acercaban hacía él agitados, le agararron fuertemente para abrazarle mientras iban riendo como locos.

-Lo hemos conseguido -le dijo Borke.

-¿De que hablaís?

Recordo que él no sabía nada.

-Hicimos un pacto con Sturgess para hablar con Fargus, conseguimos hacerle ver que se estaba equivocando con sus decisiones y le exigimos que confesase que él era el verdadero tirador y no tu -le explicó vacilando con entusiasmo.

-¿De verdad?

-Así es, Fargus pudo hacer una cosa buena por ti -indico Marvus.

Se rio del entusiasmo que le daba oír eso, se hizo a la idea de que era obvio de que Fargus no pudo haberlo hecho solo, le tuvieron que obligar por la fuerza a que se lo replanteara. Pero ahora que mencionaron eso también, no pudo evitar pensar en otro hecho que resultaba importante.

-¿Y donde esta Sturgess? -pregunto ladeado la cabeza de un lado para otro.

Los otros hicieron lo mismo también.

-Que raro, juraría que estaría aquí para ver semejante espectaculo -opino Borke con incredulidad, le daba risa de solo imaginar la situación de otro modo.

-Por lo menos ahora eres libre -repuso honestamente Oggus.

-Lo se -reafirmo estando de acuerdo en ese aspecto.

Les devolvió a ambos un abrazo por haber confiado en él. Se separo y luego se puso a mirarles a ambos entristecido porque pensaba que no lo iba a lograr.

-¿Estás bien chico? -le pregunto Lomis acercandose.

-General Lomis -dijo alegrado al verle.

-Siento mucho de no poder haber sido de mucha ayuda, pero es que lo de hoy ha sido muy... -se quedo suspirando de agonia al no saber que más decir.

-No se preocupe general Lomis, usted ha hecho lo que le parecía justo, me ha defendido, eso para mí ya sirve de algo -le animo queriendo que no se culpase.

Sonrio a duras penas aceptando su halago.

Voltearon sus miradas observando que el general Tumbor se acercaba también.

-Veo que lo estaís festejando bastante bien -exclamó sarcasticamente, mostraba una cara cinica como de querer hacerse el compasivo.

Ambos le miraron con unas expresiónes de poca confianza.

-¿Que quieres ahora Tumbor? ¿No has tenido suficiente tratando al chico como a un delincuente? -le pregunto reprochadamente, estaba tan harto de él que de solo verle a-hí delante sentía unas ganas enormes de volver a pegarle.

-No, solamente digo que ha sido una buena jugada.

-¿Que quiere decir? -protesto Marvus.

Lomis les puso la mano delante, quería que tratar con él personalmente.

-Me ha ganado -extendió la mano para estrecharsela.

Lomis miro su mano, sabía muy bien lo que trataba de hacer, quería hacerse el amistoso demostrando que no le guardaba rencor algúno por haberle dejado en ridiculo, pero él sabía muy bien que tenía truco. Si se la estrechaba, algo ocurriría más tarde, pero si no lo hacía, insinuaria que le estaba faltando el respeto y volverían a la misma discusión de antes y el asunto no terminaría nunca.

Era mejor tomar la opción más consideraba para asegurarse de que no se produjesen más problemas de los que no debiese arrepentirse. Se la estrecho firmemente, le miro con una expresión y firme para mantener las apariencias, se dispuso a soltarle pero de pronto se percato de que no se la soltaba de ningúna manera.

Tumbor le cogió poniendo su cabeza detrás de su oido, eso le sorprendió.

-Vuelve a dirigirme la palabra, y te juro por los ancestros que no volverás a ver la luz del día en todo este viaje -le advirtio susurradamente.

Se agobió al ver que estaba sucediendo lo que no quería que sucediese.

Se separo de él y le miro de nuevo con una expresión conforme, que sabía bien reconocer que en realidad era todo lo contrario.

-¿Sucede algo? -pregunto el general Herman apareciendo de repente, les estaba mirando con una expresión intuitiva de estar sospechando algo.

Miro de nuevo a Tumbor, esbozaba una media sonrisa que indicaba que si le decía a él lo que le dijo, iba a tener problemas igualmente.

-No pasa nada -le respondió calmadamente.

Soltó una risotada falsa entre dientes.

Herman se le acerco dirigiendole una mirada conflictiva.

-Espero de que entienda de que todo este desorden se ha provocado por culpa suya -le comento avisandole con desden.

-La culpa ha sido del tirador, si hubiese confesado antes no estaríamos aquí -aclaro tergivesando su comentario con otra cuestión.

-Pero de no haberlo hecho hubiese culpado a alguien más solo para calmar las aguas, ¿no es así? -añadió echandole en cara que todo lo hacía aproposito.

Ahí no encontro forma de justificarse, miro a ambos generales que le miraban con unas expresiones incredulas sin mover un solo musculo de la cara. Excepto los chicos que tenía delante, ambos no mostraban emoción algúna pero se notaba que en el fondo se estaban mofando de él. Pudo ver la cara del cadete Thorne, le miraba con una expresión rencorosa, pero no una mirada rencorosa cualquiera, era una expresión que indicaba que verdaderamente le odiaba a muerte y si se le encontraba, lo mataría.

-Espero de que este asunto no vuelva a repetirse -decretó amargamente.

-Lo mismo digo -reafirmo gratamente.

Tumbor se acomodo el chaleco que llevaba puesto y se dio la vuelta para alejarse de ellos cuanto antes.

Lomis suspiro y dirigió la mirada hacía los chicos.

-¿Estaís todos bien? -les pregunto, agotado.

-Estamos bien, no le tenemos ningún miedo a ese gordo -comento vacilante Borke poniendo una posición de guerrero astuto con los brazos cruzados.

Los demás se rieron de su comentario.

Miro a Thorne quien parecía estar descontento con todo esto.

-¿Te pasa algo Thorne? -le pregunto, preocupado por su estado.

Le costaba decirselo porque sabía muy bien cual era su problema. Le habían avisado de que Tumbor era un problema, pero no había subestimado que fuese tan monstruoso como para encerrarle en una celda y tratarla como a un criminal. No soportaba que siguiese creyendose que podía seguir haciendo lo que le daba la gana, lo que hacía estaba mal y debía pagar por ello, y si nadie más lo iba a hacer, él lo haría.

Estaba dispuesto a matarlo si hacía falta.

Miro a Lomis que esperaba una respuesta compasiva de él, no le iba a decir lo que pensaba porque entonces estaría cometiendo un error.

-¿Fargus estará bien? -fue lo mejor que pudo preguntarle, aunque en el fondo también lo pensaba.

Lomis se lo replanteo mentalmente.

-Fargus estará encerrado en otro lugar especial, no le daremos el mismo castigo que te dimos a ti porque es inhumano -le comento Herman.

-¿A pesar de lo que hizo? -objetó Oggus.

-Exactamente -confirmo pasivamente.

-¿Te parece bien eso? -le pregunto Lomis queriendo saber su opinion.

Le gustaba que Fargus sufriese por lo que le hizo, pero después de ver como se derrumbaba, sentía que ese era peor castigo para él que cualquier cosa desagradable.

-Si -acepto convencido.

Sus amigos le apoyaron consoladamente al ver como estaba.

Se dispusieron a marcharse pero entonces se oyo un sonido agudo que resono por todo el campamento asustandoles al no entender que era.

-¿Que es eso? -se cuestiono reprochadamente Borke, le molestaba.

-Es el cuerno de emergencia -comento Herman.

-¿El cuerno de emergencia? -critico Marvus ese nombre.

-Es un cuerno que hemos decidido usar para avistar la proximidad de cualquier tipo de amenaza. Después de lo que paso con los Sabuesos nos pareció la mejor idea para que así no se repitiese el mismo suceso -explicó nerviosamente Lomis.

-¿Vienen los Sabuesos otra vez? -pregunto alarmado Borke.

-No lo se, será mejor que vayamos a ver -propuso decididamente Herman.

Ambos se marcharon a seguirle junto con todo un grupo de cadetes que aparecieron de nada para seguir a ambos generales. Bajaron por la colina hasta alcanzar al cadete que estaba usando el cuerno, lo tenía levantado y luego lo bajo.

-Cadete -le llamo Herman-. ¿Que sucede?

-General Herman, mire -le señalo hacía el lugar donde se encontraba el tubo de drenaje, se podían ver dos figuras iluminadas con una pequeña luz naranja.

-¿Que es eso? -se pregunto Thorne.

Lomis se acerco hacía Herman observando lo mismo que él.

-¿Dime que crees que es? -le pregunto intuitivamente.

-No son Sabuesos, y ni siquiera son trolls. Deben de ser gremlins.

-¿Gremlins?

-Habitantes del pueblo de Valle Sierra, deben de venir para razonar con nosotros y averiguar quienes somos -opino logicamente.

-¿Y si nos atacan? -critico alarmado Borke.

-Lo dudo mucho, ahí solamente vienen dos. De querer atacarnos habrían mandado a más aviones como el de hoy -indico Oggus con precisión.

Siguieron viendo como aquellas dos figuras no dejaban de avanzar, apenas se veía como eran ya que venían vestidos con unas capuchas negras que les tapaban el rostro, pero a medida que se acercaban se podía notar que no eran trolls ya que eran muy bajos, evidentemente tenían que tratarse de gremlins.

-¿Que hacemos? -le pregunto Lomis a Herman.

-Primero dejemos que se presenten, luego veremos que quieren -sugirió con tono precavido, no se sentía muy confiado pero se intuía que sería lo correcto.

Lomis se lo replanteo con la misma seriedad.

-De acuerdo -acepto.

Luego se giro dirigiendose hacía los cadetes que también miraban.

-Escuchadme bien, se acercan dos individuos de origen desconocido, no sabemos que pretenden. Pero hemos decidido que les daremos la bienvenida y no les haremos daño, seremos pacificos con ellos y los trataremos como dignos invitados, ¿ha quedado claro o alguien tiene algo que preguntar?

Todos se miraron dubitativos, era una situación tan tensa que a cualquiera le daba miedo preguntar lo que fuese. De pronto uno que había al fondo levantaba la mano.

-Tu, ¿dime?

Bajo la mano temoroso de lo que fuese a decir, contesto:

-¿Y que sucede si todo es una trampa? Solo para distraernos y atacarnos.

Todos se miraron convencidos ante esa suposición. Incluido Herman, él también quedo pensativo y alarmado ante esa idea.

-Pues entonces atacaremos, como un equipo -acotó impunemente, fue lo mejor que pudo decirles para no asustarles.

Aquello pareció convencerles.

-Todos a sus puestos -ordeno nuevamente.

Todos se movilizaron y fueron yendo de un lado para otro para recoger sus fusiles, iban tan ajetreados que parecían moscas peleandose por comida.

Thorne estaba tan absorto que no sabía que pensar de esto, si ya no era suficiente que le hubiesen encerrado por un crimen que no cometió, ahora tenía que lidiar con el hecho de que se acercaban dos seres de una especie que ningúno había visto presencial. Le parecía genial si no fuese por el hecho de que hacía largo rato habían mandado una avioneta para atacarles y abrió fuego intencionadamente contra ellos. Lo cual esto daba a indicar que podría ocurrir lo mismo pero peor.

-Cadete Thorne -se acerco el general Lomis hacía él.

-Si señor -saludo cordialmente.

-Tengo algo que me parece que es tuyo -se saco por detrás la lanza que antes le pertenecía pero luego se la regalo a él.

La cogió impresionado de tenerla de vuelta en sus manos.

-Gracias señor -le agradeció entusiasmado.

-No me las des hijo, te la has ganado de nuevo.

-¿Pero porque? Si no he hecho nada.

-En realidad si lo haz hecho. Has podido soportar honradamente la experiencia de ser encarcelado injustamente. Muy pocos lo habían logrado como tu.

Quedo indeciso al descubrir eso, nunca antes en su vida hubiese pensado que soportar estar encarcelado fuese algo de lo que sentirse orgulloso, y menos todavía después de la mala recepción que le dio el resto de la gente.

-Ahora ve y preparate. Tu uniforme está guardado en mi tienda -le anunció, seguido de un guiño de ojo.

Se entusiasmo y se marcho a prepararse.

Hizo todo el trayecto por el campamento hasta llegar al grupo de tiendas de los generales, se metió en la que pertenecía a Lomis. Estaba algo desordenada, se notaba que el cabreo que tuvo con Tumbor lo llevo a cometer varios actos irracionales. Lo dejo estar y se puso a mirar de un lado para otro hasta fijarse que su uniforme se encontraba doblado sobre la mesa de escritorio, al lado del radiofonico. Lo cogió aliviado de comprobar que le tenía tanto caríño que se lo dejo preparado en ocasión de que le liberasen y demostrase su inocencia.

Se lo puso lo más rapído posible y luego regreso corriendo al campo de batalla.

Recorrió todo el campamento que ahora estaba más despejado que cuando se encontraba solo y metido en la jaula. Todos los cadetes estaban agrupados en un rincón formando una cuadriculla con forma circular. Se introdujo con empujones entre la multitud hasta llegar a encontrarse de vuelta con sus amigos que le estaban esperando con ansias de pelear, aunque se intuía que seguramente no combatirían contra nadie.

Lomis y Herman iban mantenían la posicion agarrando fuertemente sus lanzas, esperaban que se acercasen lo suficiente para saber como actuar ante su presencia.

Los dos individuos consiguieron subir la empinada colina y ahí pudo verse que uno de ellos iba cargando con una farol, ahora que estaban cerca, aquella luz naranja que desprendían se volvió tenue y difusa. Se detuvieron y luego se quitaron las capuchas, revelando ser exactamente gremlins. Ambos tenían la piel amarilla con franjas blancas alrededor de la cara y en el interior de sus puntiagudas orejas. El que colgaba el farol tenía una cara fruncida que lo hacía parecer una persona con un comportamiento cinico y supersticio, mientras que el otro que cruzaba los brazos en señal de cordialidad mostraba una expresión solemne y relajada.

Todos los cadetes se pusieron más nerviosos al verlos. Era la primera vez que veían un gremlin, y para ellos obviamente los veían como monstruos.

Lomis y Herman se miraron de nuevo al no saber que hacer, aquellos dos gremlins les estaban mirando con unas expresiones solemnes como si estuviesen expectantes de que ocurriese algo. Pensaban que ellos se presentarían pero no ocurría eso, no les quedo otra que presentarse modestamente para demostrar que no eran hostiles.

Bajaron sus lanzas y dieron dos pasos adelante.

-Saludos, soy el general Lomis, y el es el general Herman -dijo, contestando con una actitud modesta y firme.

El gremlin relajado le dirigió una mirada de aprobación al otro gremlin, este asintió con la cabeza en señal de que actuase.

-Saludos, mi nombre es Gillis, representante de los gremlins del pueblo de Valle Sierra -contesto, hablando con un tono chillón propio-, quien me acompaña es mi guardaespaldas guerrero Springer.

-Saludos -les devolvió el saludo, en un tono de desgana y de desconfianza.

-¿Sois trolls verdad? -pregunto Gillis.

-Así es -confirmo Herman-. Venimos de la lejana isla conocida como Trollia.

-Trollia -puso su mano encima de su barbilla, se puso a pensar-. He oído de ese lugar, hay rumores que mencionan que lo gobierna un sér que no es un troll, ¿es así?

-Así es, nos ha mandado el emperador Kaos en una operación especial.

-Y esa operación especial consiste en atacarnos? -refutó soberanamente Springer.

Ambos quedaron indecisos al ver que se daban cuenta de la razón por la que estaban aquí, les dejo en una situación incomoda.

-No es lo que cree -intento Herman de retractarse.

-¿Seguro? Porque estos jovenes trolls parecen muy dispuestos a matarnos -indico echandolo el ojo a los cadetes que alzaban sus armas con frialidad.

Se dio la vuelta y dirigió la mirada los cadetes, les hizo un gesto y al instante todos obedecieron bajando lentamente las armas.

Gillis esbozo una media sonrisa de impresión.

-¿Puedo deducir que han venido aquí por lo que ha sucedido esta mañana?

-Así es, según tenemos entendido. Han entrado sin permiso en nuestro pueblo, mandamos a uno de nuestros pilotos para determinar si soís hostiles o no. Y justo nuestro hombre fue atacado recibiendo una serie de disparos que permitieron que os disparase en defensa propia, dañando a vuestro ejercito -explicó resumiendo de forma breve con un cierto tono cinico lo acontecido.

-Eso es cierto -reafirmo Lomis con remordimientos-, pero hay una explicación para que haya sucedido lo que paso.

-¿Una explicación?

-Si me lo permiten, os invitamos a tener una charla privada.

-No va a haber charla privada -retiro Springer su tunica revelando que tenía una pistola dorada metida dentro de su funda.

Aquello provoco que los cadetes se asustasen y levantasen sus armas apuntandoles.

Lomis rapídamente les hizo el mismo gesto pero con mayor exigencia, no quería por todos los medios que se volviese a producir el mismo suceso pasase lo que pasase. Todos obedecieron bajando las armas pero ahora con una mayor amargura, el descubrimiento de esa arma hizo que todos desconfiasen de los dos gremlins.

-Mire, no queremos que pase nada. Ya hemos perdido a demasíados hombres, lo que queremos es invitaros y hablar en privado para explicaros que lo que ha sucedido es un malentendido y que no pretendíamos atacaros. Podemos hacer eso o irnos de aquí y fingir que no ha ocurrido nada, ¿de acuerdo? -recomendó nerviosamente Lomis como metodo para lograr un acuerdo pacifico con ellos.

Ambos se miraron pensativos, no se sentían muy confiados.

-No queremos que se derrame más sangre -añadio honestamente.

Gillis se lo planteo y acto seguido dijo:

-Si fuese por nosotros podríamos volver y decirles a nuestros superiores que os ataquen como esta mañana. Pero viendo que desde que os han atacado no habeís tomado represalias por nuestros actos, podemos asumir que sois inteligentes y que no ataqueís salvajemente como hacían vuestros antepasados. Solo por eso lo aceptaremos -argumentó hallando la manera de aceptar su petición.

Lomis asintio con la cabeza estando de acuerdo.

-Si me permitís -alzo la mano queriendo que le condujesen.

-Si -acepto con sumo gusto y se marcharon para el otro lado.

Subieron el resto de la colina y luego fueron pasando por un camino formado por los grupos de cadetes divididos a los costados. Cada uno de ellos les miraban con una caras poco complacientes, como si tuviesen verdaderas ganas de matarles solamente por el hecho de ser de otra especies. Gillis seguía manteniendo la compostura como si no existiesen, en cambió Springer levantaba su túnica revelando su arma como para intimidar a los más debiles para que supiesen de que iban.

Gillis paso por delante de Thorne, él era el único que le miraba con una cara de intriga, como si no le tuviese miedo algúno. Frunció el ceño intrigado por aquel muchacho y siguió adelante asumiendo que vería a ese muchacho más tarde.

-Te ha mirado -le dijo Borke con asombro.

Le miro cinicamente al pensar que por mirarle sería una experiencia nueva. Ignoro ese comentario y siguio mirando como se alejaba cada vez más. Herman y Lomis les estaban llevando a la zona de tiendas, para hablar en privado seguramente.

..

Lomis abrió la tienda de su campaña.

-Pasad, por favor -pidio con amabilidad.

Gillis asintio agradecidamente con la cabeza y paso al interior, seguido de Springer quien se puso a mirar el contenido de la tienda como si esperase encontrarse con algo desagradable que no fuese de su desagrado, pero en cambió siguió mostrando su mirada de asombro por lo desordenado que estaba el lugar.

-Disculpen, si esto no esta en orden, es que hace un rato estuve buscando una cosa importante -les comento falsamente, no quería decirles que era un borracho que hoy se amargo tanto que se puso a romper todas las cosas que tenía almacenadas.

Ambos se miraron tomandoselo como un simple descuido.

-Será mejor que se sienten, quizas esta sea una conversación larga -propuso expresamente Herman, se imaginaba que la situación con aquellos duraría bastante.

-Nos parece bien -acepto amargamente Springer.

Herman y Lomis cogieron ambas sillas que habían al lado del escritorio y se las dieron a ambos para que se sentasen. Pero ahora quedaba el problema de que les faltaba dos sillas para que los cuatro pudiesen estar sentados juntos.

-Traere otro par más -aviso Herman dispuesto a marcharse.

-De acuerdo -Lomis se lo permitió.

Asintio con la cabeza y se marcho saliendo de la tienda.

Los tres se quedaron en una situación incomoda sin saber que decirse. Lomis se sentía tan culpable por tenerlos ahí mismo que necesitaba decirles algo para romper con esta mala sensación de incertidumbre.

-¿Como es Valle Sierra? -les pregunto.

Gillis se puso a pensar como explicarse.

-Es un lugar bonito, vivimos cerca de un cañon que cuando sale el atardecer, se ve precioso -comento con optimismo.

-Eso debe de estar bien.

-Lo es, durante mucho tiempo siempre lo ha sido así.

Le gusto saber eso, era una buena forma de aprender más de otra raza sin necesidad de obligarle a que le soltasen toda la información.

La puerta de la tienda se abrió revelando a Herman quien traía las dos sillas, pero mostraba una expresión de remordimientos como si hubiese hecho algo horrible de lo que ahora se arrepentía. Paso al interior y se vio que por detrás suyo aparecía el general Tumbor, esbozando esa risa incredula de siempre. Y lo peor de todo, vino trayendo consigo una quinta silla, señal de que pretendía quedarse ahí también.

Lomis se alarmo al verle justo en ese momento, creía que se había largado a ocuparse de sus asuntos privados.

-Hola señores -les saludo con tono modesto.

-Hola -le devolvieron el saludo.

-¿Quien es usted? -le pregunto Gillis.

-Soy el general Tumbor, responsable de todo el equipo de trolls.

-Creía que el hombre al mando era...

Señalo hacía Lomis, quien ya se estaba empezando a avergonzar del asunto.

-El general Lomis también es responsable del equipo, lo es cuando no está disponible -se acerco hacía él apoyando su mano encima de su hombro, como si pretendiese aparentar que eran amigos-. Antes estaba ocupado con un asunto importante, por eso mismo no he podido venir antes, si disculpaís a mi compañero general él simplemente ha intentado de tomar mi papel solamente para mantener el control.

Lomis tenía unas verdaderas ganas de sacarselo de encima, pero le resultaba imposible, no con aquellos dos gremlins a los que debían impresionar.

-Uhum -masculló Gills-. No parece tan mala idea.

-¿Os importa que me quede a charlar con ustedes dos? -pregunto, apoyo la silla en el suelo, se disponía a sentarse antes siquiera de que le respondiesen.

-Por supuesto -acepto encantado Gills.

-Muchas gracias -agradeció y se sento en menos de un segundo.

Los otros dos se sentaron en sus respectivas sillas.

Lomis se sentía tan arremetido ante esta situación que necesitaba comprender porque estaba él aquí, se acerco al oído de Herman y le dijo:

-¿Que hace él aquí? -le pregunto susurradamente.

-Apareció de repente, tiene interes en conocerles. Además de que cubrirte por la cha-puza que hiciste antes por lo del tubo -le comento escepticamente.

-Más bien en chantajearme para que no diga nada contradictorio -terció indirectamente, luego se acomodo en su silla dispuesto a iniciar su conversación.

Los cinco se quedaron mirandose firmemente.

-Digame señor... -Tumbor hablo primero.

-Gills, representante de los gremlins de Villa Sierra, y quien me acompaña es mi gu-ardaespaldas protector Springer -se presento formalmente como hizo antes.

Le echo la misma mirada de desconfianza.

Tumbor sonrio halagado, como una muestra que no le intimidaba.

-Si quieren pueden empezar ustedes a preguntarnos lo que quieran -propuso Lomis.

-De acuerdo -accedió clementemente Gills-. Pero os aviso de que lo que vayamos a preguntar puede que no os guste.

-Hemos venido aquí a tratar con el asunto, responderemos a todo lo que quieran preguntarnos -consintio Herman señalando que no había ningún problema.

-Esta bien -penso seriamente lo que iba a decir, les miro y dijo-: ¿Porque estan aquí exactamente? ¿Y me refiero en Skylands?

Ambos se miraron dubitativos, aquella pregunta les resultaba dificil de responder, tenían miedo de decirles con exactitud los verdaderos motivos por los que estaban aquí porque sino acabarían empeorando las cosas. Y ya tenían bastante tras lo sucedido esta mañana, Lomis decidió explicarse primero. Tenía algo pensado para decirles sin parecer que sus fines eran del todo militares y con propositos de conquista.

-Somos un cuerpo de exploración que ha venido en nombre del Emperador Kaos para cometer una misión diplomatica. Creemos que nosotros los trolls hemos permanecido demasíado tiempo alejados del mundo exterior y deseamos abrirnos a nuevos horizontes, buscando nuevos lugares con los que poder extender nuestra especie y también poder relacionarnos con otras especies que esten dispuestas a ayudarnos a mejorar nuestra imagen. Queremos que todas las especies de Skylands no vean que somos la especie que casi estuvimos apunto de gobernar el mundo siglos atrás -les explico argumentando todo el asunto de forma breve, concisa y paciente.

Los dos gremlins se miraron, pensativos ante ese argumento.

Lomis ladeo la cabeza hacía sus dos compañeros generales, ambos mostraban disimuladamente unas miradas que indicaban que decir aquello fue arriesgado, no dijeron nada pero Tumbor se mostraba como muy cinico al respecto.

-¿Dicen que vienen en una misión diplomatica? -pregunto Gills.

-Exactamente.

-Si es así, ¿entonces porque todo su equipo está formado por jovenes cadetes armados con fusiles y disponen de tanques que podrían destruir todo un poblado? -recalcó Springer con un tono de estar insinuando que algo no cuadraba con su argumento.

Ambos tragaron saliva sorprendidos por ese comentario, no se esperaban algo así, se pusieron a buscar una respuesta mentalmente, entonces Tumbor dijo:

-Es por una misión de aprendizaje -dijo serenamente.

-¿Una misión de aprendizaje? -continuo Gills.

-Nuestro Emperador Kaos quiere cambiar el aspecto de Trollia, queremos que deje de ser una población rural a ser una nación con un sistema politico bien integrado, y para lograrlo, queremos que las nuevas generaciones, jovenes, sean el primer paso para iniciar este cambio. Por eso mismo hemos traído a todos estos jovenes, para que aprendan a fortacelerse como los trolls de una nueva era -explicó resumiendo parte de la verdad, tomandoselo con total plenitud, como si fuese algo en lo que creía.

Gillis carraspeo pensativo.

-Bueno, no esta mal esa idea, a decir verdad vivimos en una epoca de cambiós. Que una especie como la vuestra se adapte y se convierta en una sociedad que vive bajo un gobierno que sabe manejar con mano dura a su pueblo es una interesante iniciativa -opino halagado ante esa propuesta.

-Nosotros tenemos algo parecido, pero no somos tan autoritarios como lo parecen ser ustedes -añadió escepticamente Springer.

-Si, pero... -continuo Herman-, veran señores: Si es cierto que nuestro Emperador Kaos es algo autoritorio y quizas haya creado este equipo con unas tecnicas militares bastante intimidantes, que podrían intuir cualquier tipo de idea premonitoria. Pero les aseguro que nuestra mision sigue siendo la misma.

-¿Y como explican que les hayamos atacado? -refutó Springer-. Según nuestros vigilantes hemos visto que dos de ustedes cruzo nuestro territorio para violar una de nuestras normas, ¿que fue lo que les indujo a tocar ese tubo? ¿Si saben a lo que me refiero?

Lomis se rasco la nuca avergonzado, seguía arrepintiendose de eso.

-Fue un acto producido por la curiosidad de toparnos con un objeto desconocido para nosotros, desconocíamos vuestras normas, lo que sucedió ahí fue...

-No -le interrumpió Lomis.

Todos quedaron indecisos.

-La culpa fue mía -declaro.

-¿Suya? -cuestiono Gillis.

Lomis asintio profundamente, estaba dispuesto a confesar.

-Yo fui quien toco el tubo, y lo hice de forma imprudente.

Ambos gremlins quedaron adoninados ante ese descubrimiento.

-¿Porque motivo?

Dirigió la mirada a Tumbor, este empezo a esbozar una expresión rencorosa como de hacerle recordar que fue lo que produjo aquel incidente. Miro de nuevo a los gremlins sabiendo bien que si les decía con exactitud lo que ocurrió de verdad, Tumbor se aprovecharía de la situación y habría problemas, seguramente les diría que no debían confiar por salvar su pellejo. Por el bien de todos debía ocultarles esa verdad.

-Me entusiasme demasíado, estaba tan perplejo al ver ese tubo que me pase de la raya, lo toque sin pensar en las consecuencias. Es todo culpa mia -confeso bajando la cabeza de la lamentación que sufría por lo que hizo.

Herman se le quedo mirando sorprendido, no se esperaba que lo confesase, pero ahora que lo hacía, se sentía aliviado porque por lo menos no mintio en eso. Tumbor sonrio aliviado de ver que no les dijo nada relacionado sobre él, pero eso no quitaba el hecho de que no le iba a retirar el ojo de encima por cualquier cosa.

-¿Y los disparos a nuestra avioneta? -añadio Gillis.

-Fue un acto compulsivo producido por uno de nuestros cadetes, desobedeció una orden y disparo por despecho a la avioneta creyendo que la derribaría. Como les dijimos antes, todo fue producido por un malentendido que llevo a una mala consecuencia. Pero por suerte ese cadete ha sido identificado, arrestado y encarcelado a la espera de ser juzgado -comento seriamente Herman.

-Uhum -ambos se miraron, planteandose una idea.

-¿Ocurre algo? -les pregunto Lomis.

-Bueno, veran -golpeteo las manos en señal de buscando la manera facil de explicarse-. Según nuestra politica, cada vez que un joven comete un acto tan imprudente como ese, se le suele juzgar a pasar un determinado tiempo compensando sus errores, cuanto mayor es el daño, mayor es el tiempo de su condenado.

-¿Se refiere a obligarle a trabajar como un esclavo? -objetó alarmado Herman haciendose a la idea de que sus tecnicas de castigo eran más severas que las de ellos.

-Oh no, claro que no -se rectifico Springer soltando una pequeña risilla falsa-. Nos referimos a pequeñas labores cuotidianas como llevar cubetas de agua, lavar platos sucios, cuidar de los animales de granja. Cosas así.

-Nosotros podemos hacer eso -recalcó Tumbor.

-Ya, pero... nosotros nos referimos más a que lo que haga aquí.

-¿Se refiere a mantenerlo cautivado en su ciudad?

-A mantenerlo cautivo no exactamente, pero si que permanezca residiendo aquí como castigo hasta que aprenda modales.

-¿Hasta que aprenda modales? -cuestiono Tumbor.

-La idea de estos castigos no son los de simplemente lograr que se arrepienta de sus propios errores y pecados. Es más la idea de que logre comprender que puede vivir de forma educada sin necesidad de portarse mal, que tenga un futuro preocupandose y a-yudando a los demás. Para que no acabe siendo como Maley.

-¿Maley?

-¿Conocen las viejas historias de los dragones nó? -objetó Springer.

-Si, todas las conocemos, pero el nombre de Maley...

-Maley era el dragon que hubo antes de que se transformase en Malefor, según los escritos, Malefor aparentemente solía ser un chiquillo arrogante e imprudente que siempre actuaba sin pensar. A causa de eso se acabó convirtiendo en la monstruoso criatura oscura que todos conocemos.

-Nosotros no queremos que le ocurra lo mismo a nuestros jovenes gremlins, por eso les proponemos toda esta serie de trabajos para que le creen una especie de experiencia que pueda replantearse su vida. Y creo que con el joven cadete que teneís encerrado podría dar el mismo resultado -opino retrospectivamente Gillis.

Ambos se miraron dubitativos ante esa respuesta.

-Bueno, señor Gillis, es una propuesta excelente, pero... -se puso Lomis nervioso de nuevo al no saber como explicarse-. No se si nos parece bien entregaros a uno de los nuestros para que podaís educarle como ustedes dicen.

-No tiene porque ser obligatorio, pero os digo esto -se enderezo la espalda mirando fijamente hacía ellos con las manos cruzadas-. Ese chico recibira muchos mejores tratos aquí que con vosotros. Además, si estaís dispuestos a juzgarle por sus crimenes, espero que la idea que teneís planteada no sea la de matarle.

Volvieron a quedarse dubitativos de nuevo, pero esta vez con una sensación poco agridulce ya que no habían llegado a plantearse esa idea. Lomis era el que menos capaz se sentía de ello. Si lo hacía, estaría incumpliendo sus principios, además de que estaba el problema de que era el mejor amigo de Thorne. Ese chico le caía demasíado bien y le había perjudicado demasíado, no podía dejar que sucediese eso si quería que aquel joven se mantuviese estable y sin preocuparse más por todo.

Tumbor aprovecho para hablar.

-Bueno, en realidad tenemos una propuesta que...

-Lo acepto -soltó repentinamente Lomis.

Los otros dos trolls se endurecieron sorprendidos al oír eso.

-¿Nos va a entregar al muchacho? -pregunto Springer.

-Así es, pero con una condición.

-¿Cual? -se intrigo Gillis.

-Primero, queremos ver vuestro pueblo -pidió explicitamente.

-Eso ni soñarlo -discrepo Springer.

Gillis le calmo, al ver como se puso con esa idea.

-Expliquese.

-Ustedes dicen que quieren que les entreguemos al cadete para darle un escarmiento por sus crimenes. Lo minimo que pueden hacer ahora por nosotros es llevarnos a vuestro pueblo para averiguar si es cierto todo eso que decís. Además también de concedernos una disculpa por la muerte de los cadetes que hemos perdido durante este fatidico malentendido, ¿no les parece? -explicó concretandolo como un mutuo acuerdo para que ambos estuviesen mano a mano sin causar severos problemas.

Todos se quedaron pensativos ante esa propuesta.

Gillis se junto con Springer y ambos se pusieron a hablar en murmullos.

Lomis le dirigió una mirada asertiva hacía sus compañeros trolls, ambos le miraban como si hubiese soltado algo que no debía. Cosa que era normal, soltó esa propuesta sin siquiera haberla consultado con ellos primero. Con Herman seguro que lo habría hecho, pero estando Tumbor ahí, ni loco lo hubiese hecho.

Era mejor que hubiese soltado personalmente la idea antes de que las cosas se hubiesen complicado más de lo que ya estaban.

Terminaron de murmurar y volvieron a dirigirse hacía ellos.

-Me halaga vuestra propuesta, pero primero debe hablarlo con mis superiores. En cuanto salgamos de aquí se los dire personalmente. Y lo que decidan os lo tendre que decir mañana a la mañana -explicó Gillis avisando de los convenientes.

-De acuerdo -acepto Lomis.

-Pero también debo mencionar que quizas no les guste meter en su ciudad a todos esos cadetes trolls que tengaís ahí. Como minimo solamente entrara la mitad.

-Pero eso significaría que...

-Que tendremos que elegir a suerte -indico Tumbor.

-Es la única forma -refutó Springer.

Ambos se miraron dudosos de esa propuesta, si ya les gustaba menos la idea de entrar en Villa Sierra a conocer su civilización. Menos les iba a gustar elegir a los cadetes que les dejarían pasar. Además, encima estaba el problema de que aquellos que se quedasen fuera, se enfadarían tanto que posiblemente se amotinarían y luego se rebelarían contra ellos oponiendose a las normas que les impusieron desde el principio.

-Aceptamos sus condiciones, pero deben darnos algo de tiempo por si eso llega a suceder -comento prioritariamente Lomis.

-Estupendo -acerco Gillis la mano para estrecharsela.

Lomis se dispuso a estrecharle la mano, pero Tumbor se la adelanto estrechandosela a él primero como si se le hubiese ocurrido todas las ideas.

-No se preocupe señor Gillis, no le defraudaremos -dijo animadamente Tumbor.

-Eso espero -espeto Gillis.

Tumbor esbozo una sonrisa de satisfacción.

Lomis no quedo muy convencido de Tumbor, sentía que tenía algo planeado.