Durante el transcurso de la noche, el clima fue modificándose paulatinamente, lentamente densos nubarrones oscuros se fueron apoderando de todo el cielo nocturno de la pequeña ciudad de Tomoeda, la que posteriormente fue recubierta en su totalidad por una fina capa de lluvia, que no paro de caer el resto de la noche.

Así llego el amanecer del nuevo día, muy a pesar de que en las afueras persistía la negrura producida por los grisáceos nubarrones que cubrían el cielo matutino.

Aunque prácticamente estaba de vacaciones, la castaña rojiza se levanto tempranamente de la cama, ya que a diferencia de su compañera, a ella si le gustaba madrugar, por lo que a penas se vistió mágicamente, salió silenciosamente de la habitación para descender al segundo piso.

Mas se llevo una enorme sorpresa, al darse cuenta de que al parecer no era la única que había tenido esa idea, pues en la mesa del comedor ya se encontraban instalados los dos chicos humanos, mismos que conociera el día anterior, cuando llegara sorpresivamente de visita a ese lugar, también estaba el chico castaño, asimismo como su madre, quien ahora les servia el desayuno a todos sus huéspedes.

- Buenos días – saludo animadamente la castaña rojiza.

- Buenos días Nakuru, toma asiento por favor, enseguida te serviré tu almuerzo – cuando la mujer de negros cabellos advirtió la presencia de la joven de mirada avellana, cordialmente le invito a que tomara asiento junto con ellos.

- Gracias señora Li – acepto gustosa, claro que manteniéndose un poco distanciada de los humanos, puesto que ella no se adaptaba tan fácilmente a los cambios como su amiga – disculpe señora Li… ¿acaso no esperaran a Sakura? – dijo al ver como todos empezaban a degustar tranquilamente su desayuno.

- No tiene caso hacerlo... – el ambarino se anticipo a responderle – por lo general los fines de semana, Sakura se levanta como hasta las diez, así que mamá guarda su desayuno en el horno para que pueda calentarlo cuando ya esta lista...

- Ya veo... – al ver la manera tan serena en que todos siguieron desayunando, se dio cuenta de que ya conocían a la perfección las costumbres y hábitos de su amiga, causándole un poco de gracia, pues en definitiva en ese aspecto era la misma de siempre.

Capitulo 12

Un día de mala suerte

Tal y como ya era su rutina sabatina, la castaña de cortos cabellos se levanto tarde, teniendo como primer punto en su agenda, darse un largo baño en la ducha antes de bajar a desayunar.

Ese día tenia planeado ir de compras junto con Tomoyo y Nakuru, para que entre las dos terminaran de mostrarle a la ultima, todos aquellos lugares tan interesantes que ellas solían frecuentar.

Después de dejar caer por un largo rato el agua tibia de la regadera sobre su cuerpo desnudo, la chica serró la llave, para posteriormente aplicar abundante shampoo sobre cabello mojado, cuando hubo masajeado lo suficiente el cuero cabelludo, tomo una esponja, enjabonando con ella todo su cuerpo, incluyendo el rostro. Mas para cuando giro nuevamente la perilla del agua, solo escucho un sonido de vació en la tubería.

- ¿Que pasa? – giro y giro las perillas del agua fría y caliente, pero solamente escuchaba ese particular sonido – no puede ser... no puedo quedarme sin agua ahora.

A tientas saco una mano, hasta que dio con la toalla que estaba colgada en el gancho de la pared, a un lado de la cortina aguamarina que recubría el área de la regadera, quitándose con ella todo el jabón de la cara, pues accidentalmente le había entrado en los ojos.

Aun con la visión un poco nublada por la irritación que le provoco el jabón, se dirigió con pasos torpes hasta el lavabo, con la esperanza de conseguir el agua suficiente, para cuando menos enjuagarse los ojos.

Dejo correr el agua de la llave, salpicándose abundantemente la cara para limpiarse los residuos de jabón en sus ojos verdes, el ver como el agua seguía corriendo ininterrumpidamente, le dio a entender que el problema no era la falta de agua, sino la regadera, así que cuando se retiro el jabón de su rostro, intento probar nuevamente suerte en la ducha.

La chica se paro justo bajo la regadera, girando un poco la llave del agua caliente, rogando a los cielos por que solo hubiese sido una falla momentánea, mas no contaba con que el agua saldría prácticamente hirviendo.

- ¡Aghhhhhhh...! ¡Me quemo, me quemo...! – dejo escapar un sonoro grito al sentir como a parte de estar hirviendo, el chorro del agua salía con una presión mucho mas fuerte de lo normal, con rapidez cerro la llave, para posteriormente intentar refrescarse con el agua fría.

Pero el agua fría salió con igual o mayor presión que la vez anterior, logrando que en segundos quedara sin un solo remanente de jabón, ya que la fuerte presión del agua logro enjuagarla completamente.

La chica salió tiritando de la regadera, el agua estaba demasiado fría para su gusto, aun temblando tomo su bata de baño para envolverse completamente en ella, cuando por fin pudo salir del cuarto de baño, esta temblaba de frío.

- ¿Q-qué le p-pasa a e-esa r-regadera? – murmuraba mientras frotaba insistentemente su brazos por los escalofríos que ahora sentía en todo el cuerpo.

- Sakura ¿estas bien? – en el camino se encontró con el ambarino, quien al parecer estaba esperándola en el pasillo – escuche que gritabas...

- A-agua c-caliente... – tartamudeaba por el intenso frío que sentía – m-me q-queme... – no dijo nada mas, simplemente se retiro a su habitación para ponerse algo mas abrigador, ante la mirada por demás confusa del castaño.

Luego de arreglarse debidamente, como lo hacia cotidianamente en ese mundo, bajo a desayunar, debido a la hora, no era de extrañarse que el comedor estuviese ya vacío, incluso Kero y Spy, habían desayunado, gracias a Nakuru, que se encargo de subir sus almuerzos sin que nadie a parte de Yelan se diera cuenta.

Como todos los fines de semana, la joven programo la temperatura del horno para que calentase el desayuno que su tía le prepara por la mañana, al principio todo parecía ir de maravilla, hasta que un desagradable olor proveniente del horno, empezara a inundar toda la cocina, cuando la joven se percato, corrió hasta llegar al horno, apagando el fuego al instante, lo que por fortuna no paso a mayores, pero su comida no salió muy bien librada.

Al lugar, prontamente llegaron la pelinegra y la otra castaña, luego de escuchar todo el alboroto causado por la ojiverde, al tratar de rescatar su comida.

- Sakura ¿que sucede? – pregunto muy preocupada su tía, al percibir en su nariz el inconfundible olor a quemado proveniente del electrodoméstico.

- Mi comida... – le dijo con pequeñas lágrimas en sus ojos esmeralda, mostrándole asimismo la charola que sostenía en las manos, con los guantes cafés de cocina.

- ¿Pero como sucedió? – dijo la mujer mas que sorprendida, al ver que de la comida de su sobrina, solo quedaba carbón.

- No lo sé... encendí el horno como siempre y me senté a esperar para que la comida se calentara, después de eso solo percibí ese desagradable olor a quemado – explico ella, que se veía notoriamente angustiada.

- Déjame ver... – la mujer se acerco a la estufa, al revisar se dio cuenta que la temperatura era mucho mas alta que de costumbre – creo que sin querer encendiste el horno a todo lo que da.

- No, pero si puse la temperatura de siempre... achu... – dejo escapar un pequeño estornudo.

- Bien, ahora eso ya no importa, pero me temo que ya no queda nada mas para desayunar… hoy es el día de hacer las compras y únicamente quedaban víveres suficientes para esta mañana... – explico pacientemente la mujer.

- ¿Y ahora que se supone que voy a desayu...? ¡achu...!

- Salud – respondió la chica de ojos avellana.

- Gracias...

- Lo único que queda en la alacena son sopas instantáneas – explico la mujer a sabiendas de la inminente reacción de su sobrina.

- ¡¿Qué! pero tía, tu sabes que odio esas sopas... – objeto inmediatamente.

- Lo lamento mucho querida, pero es lo único que hay... – la castaña estaba a punto de reclamar cuando un nuevo ataque de estornudos se hizo presente.

- ¡Achu...! ¡¡achu...! ¡¡¡achu...! – cada estornudo era mas fuerte que el anterior.

- ¿Sakura te sientes bien...? – dijo la mujer, al ver como esta no paraba de estornudar, mientras sus ojos verdes se volvían lagrimosos.

- Si, solo me duele un poco la cabeza... ¡achu...! – quiso mostrarse normal, pero lo cierto era que desde que salió de bañarse, el dolor de cabeza y los escalofríos no se le habían quitado. Repentinamente la pelinegra le paso una mano por la frente, alarmándose instantáneamente, al sentir como la temperatura de su cuerpo no era normal.

- Pero si estas ardiendo en fiebre... – exclamo con notoria preocupación – lo mejor será que te tomes todo el día para descansar.

- Pero no puedo, ¡achu..., Nakuru y yo iríamos de paseo...

- Lo siento mucho jovencita, pero no saldrás de esta casa hasta que te hayas recuperado completamente – por primera vez, la castaña experimento la faceta estricta de su tía, quien por el tono severo de su voz, le decía que no estaba bromeando.

- Pero... – trato de objetar, mas no pudo, ya que la castaña rojiza se había puesto de su lado.

- Tu tía tiene razón Sakura... – la de ojos almendrados apoyo incondicionalmente lo dicho por la mujer cabellos negros – lo mejor será que descanses.

- Esta bien... que remed... ¡¡¡achu...! – aunque de no muy buena gana, termino aceptando, regresando a su habitación para meterse a la cama, tal y como su tía se lo había ordenado.

- - -

Ya llevaba alrededor de tres horas en cama, lo que le hizo sentirse considerablemente mejor, luego de haber tomado los analgésicos que su tía le diera. Durante todo ese rato, su guardián no se despego ni un solo momento de ella, mostrándose en todo momento alerta, por si esta llegase a necesitar algo.

La muchacha estaba a punto de dormirse, cuando escucho claramente como el teléfono de la sala no paraba de timbrar, no dio mayor importancia a lo ocurrido y se dispuso a tratar de conciliar el sueño nuevamente, pero entonces advirtió la presencia de una persona, que al parecer se dirigía justo a su habitación.

Al oír como la perilla de la puerta era girada lentamente, su guardián no tardo en querer ocultarse en la repisa que permanecía arriba de su cama, para cuando la puerta finalmente se abrió, dejo al descubierto la figura de su tía, quien llevaba en las manos el teléfono inalámbrico de la sala.

- Sakura, tienes una llamada de Tomoyo – dijo con cierta serenidad la hermosa mujer de negros cabellos.

- Gracias tía... – su voz se escuchaba graciosa, al tener totalmente obstruidas las vías respiratorias, por lo que se limito a coger el teléfono que su tía le ofrecía – diga... – la mujer se retiro inmediatamente, dejando a solas a la joven.

- Sakura ¿estas bien, tu tía me dijo que estabas enferma... – aunque tranquila, la voz al otro lado de la línea se percibía un tanto preocupada.

- Si, descuida Tomoyo, solo estoy un poco resfriada – respondió con la voz gangosa – pero me temo que tendremos que posponer nuestra salida de hoy.

- No te preocupes por eso, tu solamente concéntrate en recuperarte, esta bien...

- Gracias Tomoyo, eres una buena amiga...

- Aunque por otro lado es una verdadera lastima... – dijo un tanto desanimada la chica de ojos amatistas que también estaba al teléfono.

- ¿Por qué lo dices? – cuestiono un poco intrigada, ante la extraña actitud que de repente adoptara su amiga.

- Por que esta tarde Mia Farell estará firmando autógrafos en la tienda de discos que se encuentra en el centro comercial, de hecho tenia planeado que fuéramos juntas...

- ¡¿Qué! – exclamo tan fuertemente, que casi deja sorda a la otra chica, sentándose como resorte en la cama – ¿de verdad Mía Farell estará en el centro comercial?

- Si, esa era la sorpresa que te tenía para esta tarde...

- Ay no, por qué tuve que enfermarme justo hoy... – se expreso derrotadamente, dejando caer pesadamente todo el peso de su cuerpo nuevamente sobre la cama.

- Lo lamento mucho, pero sabes, puedo pedirle a Yuki que me acompañe, y así le pido a Mía, un autógrafo para ti... – la de cabellos negro violáceos, trato de resolver de alguna manera la situación.

- Gracias Tomoyo, pero me hubiese gustado ir para conocerla en persona – se mostró bastante desanimada – ¿qué te parece si luego hablamos?

- Esta bien, te dejo descansar... – la chica colgó el teléfono, dejándolo a un lado de su cama, al verla, el animalito de felpa amarillo descendió de la repisa, hasta quedar junto a ella.

- Sakura... – murmuro bajamente, luego de que la mencionada, dejara escapar un hondo suspiro.

- ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mi Kero? – cuestiono deprimidamente la chica.

- Sakurita... tu salud esta primero que nada – trato de darle ánimos, pero sin querer termino dándole una descabellada idea – además, aunque lo quisieras no puedes salir de aquí.

- Lo sé, pero... – fue como si un flash de luz iluminara de repente su cerebro, dibujándosele avivadamente una enorme sonrisa en los labios – espera un momento, ¿y quien dice que no puedo salir?

- Ay no, por favor dime que no estas pensando en escapar... – el muñequito felpudo empezó a alarmarse, cuando su ama sonreía de esa manera, algo muy malo pasaba.

- Yo no le llamaría así... – su sonrisa fue mas amplia – solo digamos que daré un pequeño paseo por la ciudad, eso es todo...– la chica botó el edredón que la cubría, para ponerse de pie y caminar hasta su armario.

- Que significa lo mismo que escapar... – le miro acusadoramente de reojo, y de hecho intento disuadirla, aunque estaba casi seguro de que no lograría nada, ya que cuando una idea se metía en la cabeza de su ama, no había poder alguno que la hiciera desistir – además, si sales en ese estado, algo malo podría pasarte...

- Vamos Kero, no seas tan exagerado, solo estoy resfriada – decía la joven al momento que se despojaba de su pijama rosada – y por otro lado, regresare tan rápido que ni siquiera se darán cuenta de que salí... – luego se vistió con unos jeans azules, una playera blanca y un suéter de capucha rojo, el cual hacia juego con su tenis de tela.

- Sakura por favor, al menos déjame acompañarte... – replico el animalito al ver a su ama lista para salir, mas esta hizo caso omiso a sus palabras, pues estaba mas preocupada por idear una forma de escabullirse sin ser vista por nadie de la casa.

- Lo tengo... – exclamo mas que feliz por su descubrimiento – saldré por la ventana – se dirigió hasta ese lugar, abriendo la ventana para tratar de brincar desde ahí, hasta el árbol que estaba justo frente a su habitación.

- Sakura, ¿me escuchas? – el guardián se expresaba mas que preocupado ante la irracional idea de la castaña, sobrevolando en todo momento a sus espaldas para tratar de hacerle regresar la cordura, pues pensaba que la fiebre empezaba a causarle desvaríos.

- Bien Kero, deséame suerte – la joven se volvió para verle por ultima vez y por la decisión que mostraba en su semblante, al pequeño guardián no le quedo de otra mas que ver como esta cumplía lo dicho a pesar de todas sus suplicas.

La castaña trepo al marco de la ventana, dando un ágil salto hasta la rama mas cercana del árbol vecino, todo parecía estar saliendo de acuerdo al plan, pues la chica había hecho un aterrizaje perfecto, mas sin embargo las situación dio un giro inesperado, ya que al descender del árbol, la joven piso en falso una rama, haciéndole perder el equilibrio y por consiguiente al tratar de detenerse, la rama de la que se sostuvo se rompió, haciéndola caer inevitablemente a tierra.

Intento ahogar un grito mientras se desplomaba, aunque para su fortuna unos arbustos que estaban plantados alrededor de la casa amortiguaron en gran medida el impacto de la caída, lo que solo le dejo algunos raspones y moretes que no eran de cuidado.

- Auch... eso si me dolió... – murmuraba, mientras se masajeaba insistentemente la parte posterior de su cuerpo – no es momento para lamentaciones, tengo que darme prisa si quiero ver a Mía...

Sin mas, la joven se puso de pie para seguir su camino, saliendo de la propiedad para ponerse en marcha hasta el centro comercial, mientras los estornudos se hacían nuevamente presentes, por el ambiente frío y húmedo a su alrededor, aunque si bien la lluvia había parado de caer una hora atrás, los nubarrones en el cielo persistían.

- ¡Achu...! – cubrió su boca con un pañuelo – odio la gripe – se quejo por un buen rato, mas entre queja y queja siguió sin detenerse un solo momento, o al menos siguió hasta que en su camino se topo con una escalera atravesada a media acera.

- No, con el día que he tenido hoy, lo mejor será rodear la escalera – se murmuraba a si misma, rodeando, como lo dijo, aquel pequeño obstáculo en su camino, los hechiceros tomaban muy en serio las supersticiones, al ser verdaderas catástrofes en su mundo.

Para poder llegar hasta el otro lado de la escalera, esta tuvo que bajar de la acera y cuando por fin creyó que estaría a salvo, un automóvil que paso a toda velocidad la dejo medianamente empapada, al patinar por un charco que dejara la lluvia.

- Ah, ah, ah, me mojo... – decía al ver su ropa toda salpicada de lodo, aun se encontraba concentrada en su soliloquio, cuando inesperadamente topo con alguien que la hizo caer al piso.

- Fíjate por donde caminas, atolondrada... – aquella persona le insulto, a pesar de ser ella la parte afectada, y de hecho estaba a punto de reclamarle cuando vio como ese personaje, atravesaba la escalera que ella evitara traspasar a toda costa, por lo que decidió que lo mas sano era seguir su camino sin volverse atrás.

El resto de su travesía hacia el centro comercial, paso sin mayores incidentes, sintiendo un gran alivio, al ver un enorme cartel en la entrada, donde se anunciaba que la firma de autógrafos se llevaría a cabo a las cuatro de la tarde, lo que ciertamente le daba bastante tiempo, puesto que su reloj de pulsera apenas marcaba las dos de la tarde.

Ya con más calma, decidió tomar un ascensor que la llevaría al tercer piso, que era donde se encontraba la tienda de discos, pensando que todo estaba regresando a la normalidad.

- Cálmate Sakura, por fin estoy aquí y ya nada malo va a pasar... – se decía bajamente para tranquilizarse, ya que todo el día había tenido un muy mal presentimiento dentro de si – ya no hay ningún... – calló automáticamente, al sentir como de repente el ascensor se detenía a medio camino – ...problema...

La joven se apresuro a presionar varias veces los botones auxiliares, pero nada, al parecer el elevador había sufrido una descompostura, lo que le hizo entrar momentáneamente en estado de pánico, luego de que las luces del ascensor se apagaran...

- ¡Auxilio...! ¡sáquenme de aquí! – se lanzo desesperadamente contra la puerta del ascensor, golpeándola insistentemente para que alguien le escuchase, pues el botón de emergencia no funcionaba al igual que el ascensor.

Dos horas después, el equipo de mantenimiento del centro comercial por fin logro hacer funcionar el elevador, dejando en libertad a una histérica joven de ojos esmeralda, quien estaba totalmente aterrada por haber permanecido a oscuras y encerrada en un espacio de dimensiones tan reducidas.

El gerente del centro comercial se sintió bastante responsable por lo ocurrido, así que quiso compensar a la chica, concediéndole cualquier cosa que pidiera y que estuviese dentro de sus manos poder cumplir.

Y aquí fue donde entró en escena el maravilloso ingenio de la joven, lo mas seguro era que a esas horas la fila para ver a Mía Farell seria kilométrica, y como ella ya no tenia tiempo que perder, pidió como compensación, el que le permitirán conocer a la cantante personalmente.

Al gerente no le quedo de otra más que aceptar, y así fue como la castaña logro colarse hasta los primeros lugares de la fila, para que Mía Farell autografiara el disco que llevaba consigo.

Ya mas que feliz y satisfecha por haber cumplido su cometido, la muchacha abandono el centro comercial, dirigiéndose con algo de calma hasta su casa, sin dejar de abrazar su disco, que a partir de ese momento se había vuelto su tesoro mas preciado.

Pero su regreso no fue tan tranquilo como ella hubiese querido, pues en el camino se topo con un pequeño minino negro, quien decidió quedarse parado justo frente a ella, obstruyendo así sus pasos.

- No... por piedad, esta es la peor de las malas suertes en un día así – dijo tratando de retroceder lentamente de aquel animal que le miraba curiosamente – adiós gatito... – cada paso que retrocedía era un paso que el animalito daba hacia delante – vamos, se bueno y aléjate...

- Miau... – el pequeño gato negro estaba divertido con las extrañas muecas que hacia la chica para alejarlo de ella, por lo que su curiosidad nata, le hacia querer acercarse mas a la joven.

- Shu... shu... ¡aléjate! – estaba tan alterada que en su intento por escapar del animalito, tropezó y cayo bruscamente de espaldas, por la inercia de la caída, la castaña soltó el disco que tan celosamente resguardaba.

El disco salió volando hasta caer a media avenida, donde los autos corrían velozmente, intento con todas su fuerzas ponerse de pie para recuperar el disco, no importándole si para hacerlo, tenia que sortear los automóviles que corrían velozmente frente a ella, mas sus esperanzas se vieron destrozadas cuando uno de esos bólidos paso por encima del disco, haciéndolo añicos al pasar sus dos ruedas sobre el.

La chica quedo en shock, de hecho sus rodillas no soportó por mucho tiempo el peso de su cuerpo, haciéndola caer al piso, mientras sus ojos se ponían cristalinos, al haber perdido aquello por lo que luchara tanto ese día, creyendo que ya nada peor podía pasarle.

Con dificultad se levanto del piso, totalmente derrotada y adolorida, con pesadez emprendió el difícil camino a casa, cuando sintió como una gota de agua le caía en la frente, con lentitud levanto la mirada al cielo, que solo instantes después, dejo caer sobre ella una torrencial lluvia que la empapo de pies a cabeza.

- - -

Quince minutos mas tarde, la chica con muchos esfuerzos llego a la casa, mojada, adolorida y con el animo por los suelos, la joven se encontraba muy agitada y casi sin fuerzas ni para seguir de pie, por lo que hizo un esfuerzo sobrehumano para seguir adelante y atravesar el umbral de la puerta.

- Sakura ¿se puede saber donde has estado? – la chica medio escucho la voz molesta del ambarino, girando lentamente la cabeza hasta donde suponía, este le llamaba – todos estábamos muy preocupados por ti... – el chico siguió hablando hasta quedar frente a ella.

- Syaoran... – murmuro ella, desplomándose finalmente en los brazos del ambarino, quien le sostuvo oportunamente antes de que cayera al piso.

- ¡Sakura ¿estas bien! – exclamo muy alarmado el chico, para luego comprobar que esta simplemente había perdido el conocimiento, con delicadeza la cargo en brazos, para posteriormente depositarla con sumo cuidado en el sillón de la sala – ¡mamá, ven rápido! – le grito a la mujer de negros cabellos que se encontraba en otra habitación.

- ¿Qué sucede? – la aludida rápidamente apareció en el lugar, llevándose una inesperada sorpresa, al ver a su sobrina inconsciente y tendida en el sillón, lo que le hizo encaminarse prontamente hasta llegar a su lado. Por los gritos del joven, al lugar también llego la joven humana, inquilina de esa residencia.

- ¿Pero que paso? – la castaña rojiza se mostró un poco asombrada al ver a la chica.

- Chiharu, podrías subir y llenar la tina del baño con agua fría… – al advertir su presencia la mujer pelinegra no dudo en solicitar su ayuda.

- Por supuesto señora Yelan – sin decir otra cosa, la chica se fue a cumplir la encomienda de su casera.

- Syaoran, tráeme el termómetro del botiquín – inmediatamente después se dirigió a su hijo, quien al igual que la castaña, obedeció al instante, saliendo por unos momentos de la habitación para solo segundos después llegar con el objeto referido por su madre – aquí tienes.

- Gracias... – la mujer tomo con avidez el termómetro, preparándolo para ponerlo en la boca de la chica, consultando a continuación la temperatura que marcaba el aparato – no puede ser, su temperatura aumento demasiado... – la mujer se mostró muy preocupada al ver los casi treinta y nueve grados que marcaba el mercurio – Syoaran ayúdame a llevarla arriba por favor...

El joven la tomo nuevamente en sus brazos, cargándola hasta llegar al baño, donde la tina con agua fría ya estaba lista, el joven depositó a la chica con mucha delicadeza en la tina, cuidando en todo momento de su bienestar.

Pasaron un par de horas antes de que la fiebre cediera, en todo ese tiempo los habitantes de la pensión se mantuvieron al pendiente de su evolución.

Cuando se retiro, el medico que Yelan había llamado, les dijo que la peor parte ya había pasado, pero que era necesario vigilar su estado el resto de la noche.

Voluntariamente, Nakuru se mudo por esa noche a dormir a la habitación de Chiharu, ya que no quería incomodar de ninguna manera a su amiga, la cual no había abierto los ojos desde que quedara inconsciente en la sala.

Mientras tanto, Yelan permaneció al lado de Sakura en todo momento, ya iban a ser las once y media de la noche, cuando alguien mas ingreso a la habitación de la castaña, llevando consigo una humeante taza de té caliente.

- Mamá, deberías descansar un rato – era el chico de ojos ámbar, quien toco levemente el hombro de su madre para llamarle.

- Pero Syaoran no podemos dejarla sola… – la mujer le respondió con algo de calma, mientras se volvía para tomar la taza que este gentilmente le ofrecía.

- Descuida, yo me quedare con ella mientras tú descansas... – dijo con calma.

- Pero... – quiso objetar, mas el otro no le dio oportunidad de hacerlo.

- Tranquila, tú descansa que yo te avisare inmediatamente si algo malo sucede...

- Esta bien... – sonrió con resignación la mujer, pues aunque quisiera, el chico tenia la razón, estaba tan cansada que sus ojos ya se le cerraban – pero por favor no dudes en llamarme si algo pasa.

- No te preocupes, por supuesto que lo are... – con esa última respuesta, la mujer de negros cabellos abandono la habitación, dejando a su hijo a cargo de la situación.

El chico tomo asiento en la silla en la que anteriormente estaba sentada su madre, observando cuidadosamente por un largo rato la figura durmiente de la castaña, quien a pesar de que la fiebre ya había cedido, seguía respirando dificultosamente.

- Descansa Sakura... – le murmuró el chico, mientras con cuidado apartaba unos cuantos mechones castaños que caían desordenadamente por la frente de la chica – recupérate pronto, por favor... – con ternura tomo una de sus manos entre las suyas para después acercarse hasta su rostro, donde deposito un sutil beso de las buenas noches en su frente, aunque inconsciente, el rostro de la joven mostró como auto reflejo una diminuta sonrisa, que se curvo lentamente en la comisura de sus labios.

- - -

La noche transcurrió sin mayores complicaciones, todos los malos momentos, se había ido junto con la tormenta que no parara de caer el día anterior, dejando ver nuevamente al astro solar, que se elevaba triunfalmente en el horizonte con sus resplandecientes rayos dorados, anunciando así el comienzo de un nuevo amanecer.

Luego del fatídico día por el que pasara, la joven finalmente fue abriendo perezosamente sus hermosos ojos verdes, a medida que su mente se aclaraba, múltiples sensaciones de dolor se apoderaran de todo su cuerpo, era como si hubiese sido victima de un enajenado monstruo que le atacara sin piedad, lo cual era de alguna forma irónico, ya que su hermano mayor siempre la llamaba de esa manera.

Cuando hubo estado mas conciente, con cuidado se enderezo en la cama para sentarse, mas se llevo una enorme sorpresa al ver recostado levemente sobre una orilla del colchón, pues aun se encontraba sentado en la misma silla, al chico de mirada ambarina, quien todavía tenia su mano entrelazada con la suya.

Involuntariamente un leve sonrojo se apodero de sus mejillas, al mirar detenidamente el apacible rostro del chico, que ahora yacía profundamente dormido a su lado, a pesar de eso, la joven no hizo el menor intento por apartar su mano, de hecho la tomo con mayor firmeza, para poder sentir mejor aquellas agradables sensaciones que el chico le provocaba con su simple roce, pues se había dado cuenta de como estando a su lado, encontraba la paz y tranquilidad que durante tanto tiempo su alma buscara.

El chico por su parte, al advertir la presencia de la joven, se reincorporo rápidamente, encontrándose con un par de ojos esmeralda, que le veían con algo de curiosidad desde el lugar en que se encontraban.

- Buenos días Syaoran – el saludo de la joven estuvo lleno de calidez y ternura, asimismo como la dulce sonrisa que ahora estaba presente en la curvatura de sus labios.

- Sakura... – murmuro el chico al ver detenidamente a la castaña, quien al parecer ya se encontraba completamente recuperada – ¿cómo te sientes?

- Muy bien... – dijo un poco sonrojada, pues aunque sin darse cuenta, el chico aun sostenía su mano – ¿t-tú...? ¿tú estuviste a mi lado toda la noche?

- Eh... y-yo... yo solo reemplace a mamá... – desvió la mirada bastante apenado, tratando de apartar al instante su mano, al haberse percatado de donde estaba situada.

- Muchas gracias Syaoran... – la joven no le permitió apartarse, pues en ese momento apretó con mayor fuerza su mano, al sentirlo, el chico inevitablemente volvió su mirada avellana hacia ella.

En ese pequeño instante, sus ojos se entrelazaron de una manera muy especial, fue como si el tiempo se detuviera al experimentaron la intensidad con la que el otro le miraba, haciendo que de alguna forma sus rostros se acercaran, con la fuerza invisible de un imán que les atraía inevitablemente.

Mas sin embargo aquel mágico momento se vio ligeramente interrumpido, cuando la alarma del despertador que estaba en la repisa, junto al muñeco de felpa amarillo de la castaña, se prendiera escandalosamente.

- ¿Qué sucede? – el joven se separo automáticamente de ella un poco alarmado, tratando de verificar que era lo que había sucedido, mientras la castaña dirigía una mirada fulminante al pequeño peluche alado que estaba en la repisa, al estar casi segura de que él era el responsable de ese incidente con el despertador.

Cuando el joven apago finalmente la alarma, volvió a dejarlo en su sitio, mas no pudo evitar fijar su entera atención en el animalito de felpa, el cual se había quedado mas inmóvil que una estatua para no ser descubierto.

- Creo que sin querer deje puesta la alarma... – intervino rápidamente la chica, al notar la mirada llena de desconfianza que el castaño le lanzaba a su guardián. Al escuchar su voz el joven dejó de ver al peluche, retomando asiento en la silla, que estaba situada junto a la cama de la castaña.

- Seguro... – su voz no se escuchaba muy convencida, pero igual empezaba a pensar que las extrañas energías que percibía a su alrededor eran paranoias suyas – Sakura, ¿ahora puedes explicarme por qué ayer te fuiste sin avisarle a nadie? – el joven adopto una postura bastante rigurosa para interrogar a la joven.

- P-pues es que yo... – titubeo un poco antes de contestar – yo me escape para poder ver a Mía Farell...

- ¿Fuiste al centro comercial en las condiciones en que estabas...? – la joven simplemente hizo un ademán afirmativo para corroborar lo dicho por el ambarino.

- Pero a pesar de que pude conseguir el autógrafo de Mía, las cosas no salieron muy bien que digamos... – la joven de repente se sintió como una pequeña niña que daba cuentas de sus actos a sus padres, por haberse portado mal – el disco que ella me había autografiado, se me resbalo de las manos y fue destrozado por un carro que paso justo donde había caído.

- Sakura lo lamento... – le miro conciliadoramente al ver la enorme tristeza reflejada en el rostro de la chica.

- Definitivamente no fue mi día, tuve mas desgracias ayer, de las que eh tenido en años...

- Si te soy sincero, con todas las cosas que te pasaron ayer, cualquiera creería que tuvieras una maldición encima... – aquellas palabras hicieron a la chica poner alerta todos sus sentidos, mirando al castaño, como si este hubiese tuviera la entera razón de lo que le ocurría.

- Por supuesto, como no me di cuenta antes... – entre murmuraciones la chica castaña abandono la comodidad de su cama, para dirigirse a toda velocidad a la puerta de salida, ante la mirada confusa del ambarino.

- Sakura ¿qué sucede? – el chico también se puso de pie para seguirla.

- Syaoran ¿dónde esta Nakuru? – se detuvo repentinamente antes de salir de la habitación.

- Se quedo a dormir con Chiharu... – al oírlo, la joven retomo su camino, diseccionando sus pasos a la habitación de la nombrada – espera Sakura, ¿a dónde vas?

- A la habitación de Chiharu, por favor Syaoran, espérame aquí... – fue lo ultimo que le dijo, porque entonces se perdió en el pasillo.

Sin mayor preámbulo la castaña ingreso en la habitación, con la mirada busco a su amiga, encontrándola en la cama de la otra castaña rojiza, la que dormía placidamente en una colchoneta en el piso, con bastante sigilo se acerco a su amiga, para no despertar a la otra joven.

- Nakuru... – le murmuro bajamente, meciéndola suavemente para hacerla despertar – Nakuru, despierta.

- ¿Sakura? – la joven abrió de no muy buena gana los ojos, no sabiendo si lo que estaba viendo era aun producto del sueño - ¿qué pasa?

- Acompáñame... – sin decir nada más, la saco casi a rastras de la habitación.

- Sakura, ¿me puedes explicar que sucede...? – reclamo un poco molesta, pues aun era demasiado temprano como para estar despierto y mucho mas por el día tan agitado que tuvieron anteriormente.

- Necesito un hechizo de rastreo – dijo sin mas rodeos, haciendo con ello que la joven de mirada almendrada terminara de despertar, al sorprenderse un poco por semejante petición.

- Te sientes bien, ¿para que quieres un hechizo de rastreo?

- Al parecer tengo una maldición encima y necesito encontrar al hechicero que me la impuso... – se expreso un poco molesta, descendiendo con bastante precaución las escaleras, pues si sus sospechas eran ciertas, cualquier cosa mala podía pasarle.

- ¿Qué, pero eso es imposible, en este mundo no hay hechiceros con semejante poder, además quien podría querer lastimarte...

- Es obvio Nakuru, tú misma me lo dijiste el otro día – explicaba, llegando de esta manera hasta la cocina - el único ser que me tiene tanto rencor como para hacerlo es Reika.

- Es verdad que has tenido demasiada mala suerte, pero si lo que dices es cierto, solo ella podrá quitarte la maldición.

- Lo sé, y es por eso que necesito que me ayudes a encontrarla con tus poderes...

- Te entiendo Sakura, pero para poder realizar el hechizo que me pides, necesito tener algo que le pertenezca a Reika...

- Descuida, que yo sé otro conjuro... – decía la castaña clara, al momento que sacaba algunas hiervas y condimentos de la alacena.

- No me digas que estas pensando en lo que creo... – la otra joven afirmo con la cabeza, pero sin dejar de agregar los anteriores ingredientes, en una olla que tomara de uno de los compartimientos inferiores de una repisa – pero Sakura, eso es magia muy avanzada, yo no podré hacer semejante hechizo...

- Descuida Nakuru, yo te diré exactamente que es lo que se tiene que hacer... – se mostró decidida, revolviendo algunas hiervas y especias, en el recipiente que ya había puesto en el fuego. Cuando todo hubo estado listo, tomo la llave que pendía del cuello de su amiga, sumergiéndola en la extraña posición púrpura que había preparado.

- Listo Nakuru, ahora deja fluir tu magia y recita el conjuro que te enseñe... – la chica le entrego la llave de nueva cuenta a su dueña.

- Esta bien... – la joven tomo con una mano la cadena a la que estaba sujeta la llave, levantándola para que esta pendiera en el aire – llave que guardas los secretos de mi poder, ayúdame a encontrar al ser responsable que conjuro una maldición contra Sakura...

La pequeña llave empezó a actuar de una forma muy extraña, pues esta paresia tener voluntad propia al elevarse y marcar una dirección, como si de una brújula se tratase.

- Genial, eso significa que ella aun se encuentra en esta ciudad – las jóvenes siguieron por las calles, que a esa hora estaban desabitadas al ser domingo, la dirección que la llave les mostraba, adentrándose así en el parque que estaba a un par de cuadras de la casa de la ojiverde.

Justo en ese lugar, la llave adopto un intenso brillo rojo, indicándoles con esa señal, que el hechicero en cuestión se encontraba instalado en ese sitio.

- ¡Reika Arakawa, ¡sé perfectamente que estas aquí, así que sal de una buena vez...! – la castaña clara se planto a medio parque, alzando su voz lo mas fuerte que pudo para que la otra persona le escuchara.

Por unos segundos, el parque quedo sumido en un total silencio, hasta que este fue roto por el rechinido de un columpio que se mecía de un lado a otro, al escuchar ese sonido, la castaña automáticamente giro la cabeza hasta el lugar donde provenía aquel ruido que hacia el columbio al balancearse.

- Valla Kinomoto, tardaste mucho... – la voz de la silueta encapuchada, que ahora se balanceaba en el columbio, se oyó bastante burlona.

- Así que si fuiste tú Arakawa... – la castaña apretó fuertemente los puños al ver directamente a la figura que le hablaba – esta vez llegaste demasiado lejos...

- ¿Yo llegue lejos? – le interrumpió abruptamente, deteniendo así el movimiento oscilatorio del columpio para ponerse de pie – tú fuiste la que me daño primero... – con pasos lentos se acerco a la otra chica de forma desafiante.

- Lo del laboratorio de pociones fue un accidente – argumento como defensa.

- Para ti fue un accidente, pero para mi fue un desastre... – entre la capucha que le cubría el rostro, esta dejo entrever sus ojos azules llenos de rencor – lo que te hice fue minimo, comparado con todas las burlas que eh recibido en la escuela por tu absurdo descuido.

- De veras lamento mucho el haberte dañado... – la ojiverde intento disculparse y a la vez explicar sus acciones – pero eso no justifica lo que tú me estas haciendo ahora...

- Sakura... – pronuncio su nombre lleno de ironía y sarcasmo – la siempre bella y perfecta Sakura... ahora quieres que yo te haga un favor.

- Lo único que te pido es que retires este hechizo de mí...

- No pienso hacerlo...

- Pero... – intento objetar, pero la otra le acallo rápidamente.

- No pienso hacerlo, porque no sabes la satisfacción que me causa el verte sufrir... por una sola vez me estoy cobrando todo lo que me hiciste… – sonrió triunfalmente al ver finalmente la inminente derrota de su acérrima enemiga – sabes, siempre recordare gratamente tu cara llena de desilusión cuando tu preciadísimo disco de Mía Farell fue destrozado por esa maquina con ruedas.

- ¡Basta! – la chica grito totalmente furiosa oprimiendo aun mas fuerte sus puños – no tenias porque recordarme eso, después de todas las calamidades que pase para conseguirlo... eso es algo que jamás te voy a perdonar.

- En serio ¿y puedo saber que es lo que piensas hacer sin la ayuda de tus poderes? – le espeto con mas que sarcasmo.

- Ya lo veras... – la de ojos esmeralda apretó fuertemente los dientes, elevando ambas manos frente a sí.

La ojiazul no aparto la vista un solo momento de ella, viendo como esta hacia algunos ademanes mágicos con las manos, para posteriormente empezar a recitar una especie de conjuro.

- Por los poderes de la oscuridad que se me han conferido, esta maldición caerá sobre ti... – recitaba rápidamente, aumentando la velocidad en los símbolos que representaba con sus manos – tu cabello caerá uno a uno hasta que no quede ninguno... – de sus manos salió un destello rosado que se instauro en la cabeza de la chica de ojos azules.

- Si quieres asustarme, esto no te funcionara... – la encapuchada quiso mostrarse serena, a pesar de que todos sus sentidos le decían que la otra chica no estaba jugando.

- No, entonces por que no lo compruebas por ti misma querida... – le dijo burlonamente mientras se cruzaba despreocupadamente de brazos.

Por las dudas, la joven descubrió su cabeza, todo parecía normal, pues su cabello seguía intacto, mas para asegurarse completamente se llevo una mano a la cabeza, al tocarlo este empezó a caer sin remedio, y tal como la otra chica lo conjurara, ni un solo cabello le quedo en la cabeza.

- M-mi... mi cabello – dijo incrédula, al sostener un mechón rojizo del mismo, en su mano derecha – no, no, regresa a tu lugar – la joven había quedado totalmente calva, por lo que intentaba desesperadamente hacer regresar su cabello a su cabeza – regresa... – la joven se dejo caer al piso, mientras sus ojos azules se llenaban de lagrimas.

- Te advierto que ningún producto mágico lo hará crecer de nuevo – de alguna manera la chica se jactaba de su hazaña, burlándose descaradamente de la desgracia de la joven antes rubia.

- Eres un monstruo Sakura... – le dijo totalmente dolida, mientras las lagrimas bañaban incontrolablemente su rostro.

- Tú comenzaste esta guerra, así que ahora no te quejes de las consecuencias – se mostró indiferente ante el evidente sufrimiento de la otra chica.

- Admito que yo empecé esto, mas el hechizo que te aplique solo duraría hasta esta tarde... – dijo entre sollozos la ojiazul – en cambio esto será permanente...

- La verdad no me importa tus absurdas excusas, además, aunque quisiera ya no puedo hacer nada, pues solo me quedaba la magia suficiente para hacer un solo hechizo – siguió mostrándose totalmente ajena a su dolor – así que ya deja tus lamentaciones y resígnate.

- No sabes cuanto de odio Sakura Kinomoto... – con esas ultimas palabras la chica saco un amuleto de entre sus ropas, para momentos después desaparecer en el ambiente.

- Ahora si van a humillarla en la escuela – la castaña rojiza, que hasta ahora se había mantenido al margen de la situación, se acerco cautelosamente su amiga – princesa... ¿no crees que ahora si se te paso un poquito la mano?

- Se que esto parecerá bastante desalmado, pero no te preocupes que su cabello volverá a crecer como era antes del accidente en el laboratorio de posiciones.

- ¿Entonces el cabello de Reika regresara a la normalidad? – la joven se mostró un poco interesada, pues antes no era común que la chica diera explicaciones de sus actos.

- Si, esa era la única manera de regresarla a la normalidad, ya que ningún hechizo le devolvería su cabello tal y como era... – explico, volviéndose a su compañera con una diminuta sonrisa en los labios – en menos de medio año, Reika volverá a presumir su larga y sedosa cabellera como antes.

- Valla, jamás imagine que harías algo bueno por ella – la otra joven también sonrió para corresponder el gesto.

- Sé que algunas veces puedo aparentar ser muy cruel, pero en realidad no lo soy tanto – la joven se dio la vuelta para emprender el camino de regreso a casa – solo no le digas a Reika lo que en realidad paso, no quiero que piense que eh ablandado mi carácter...

- Cuenta conmigo, de mis labios no saldrá una sola palabra... – hizo un pequeño ademán, como si tuviera un pequeño cierre en sus labios.

- Hay que regresar pronto, la maldición de Reika aun no termina y no se que otras cosas malas puedan pasarse... – y así las dos jóvenes regresaron, en todo el trayecto la castaña rojiza no pudo dejar de pensar en las acciones de su amiga, quien al parecer no se había dado cuenta de los pequeños cambios que empezaba a experimentar en su persona.

Continuara...

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Este capitulo si quedo un poco largo, (por no decir kilométrico (XD), pero bueno, aun así espero que haya quedado bien (n.n), por el momento fue todo, gracias por tomarse la molestia de dejar sus comentarios y leer la historia, y ahora si me despido, hasta la próxima…