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EL PUEBLO

Elfina estaba acostada sobre las piernas de Gorkit, mirando aquel cielo azul parecido al del mar. Le resultaba tan placido ver eso que empezo a silbar una pequeña cancioncilla, una alegre, melancolica, como para dar una sensación de alegria y positivismo en el ambiente, y también para ella misma. Que hasta ahora no había hecho nada más que sufrir y recibir todo tipo de golpes consecutivamente. Esto le alegraba y le hacía sentirse viva de nuevo sin preocuparse por nada.

Gorkit la miro consoladamente, le gustaba que silbase ya le hacía olvidar todo lo que había dejado atrás. Su hogar, Eathol y a la pareja de viejos que tuvieron que dejar con la duda de saber si llegarían o no a ese pueblo. Le dio lastima despedirse de ellos, pero hizo bien ya que ahora los habían dejado expuestos ante un peligro semejante. Pero lo peor de todo era que seguia teniendo la duda de no saber cual era el regalo que le entrego Molna cuando se marcharon.

Cogió la manta que contenía algo pesado, no sabía lo que era, tenía ganas de abrirlo, pero prefirio no hacerlo ya que ella le aviso que era algo que necesitaria por si se cruzaban con la guardia urbana. Así era mejor no abrirlo y ver de que se trataba ya que así no tendría la duda de saber si lo que tenía era bueno o no.

Continuo prestandole atención a Elfina, su canción se le hacía cada vez más buena a medida que silbaba más. Era lo mejor que había visto que ella pudiese hacer ahora aparte de ser toda una peleona. Se rio y se puso a acariciarle la cabeza con tal de que se relajase aún más.

Paro de silbar y le miro con una expresión calmada y serena.

-Muy bonita la canción -le dijo.

Sonrio contenta.

-¿La has aprendido en algúna parte?

Afirmo meneando levemente la cabeza.

-¿Lo aprendiste en el pueblo donde viviste?

Afirmo de nuevo con la cabeza.

-¿De tus padres?

Volvió a afirmar.

-¿De algúno en especial? ¿De tu padre?

Bajo los ojos, señalando que no era él.

-¿De tu madre? -lo soltó.

Sonrio en señal de confirmación.

-Claro, de tu madre obviamente -rio sarcasticamente-. ¿Te lo cantaba ella?

Afirmo, pero cambió su expresión a una de tristeza.

Supo reconocer su mirada al instante.

-¿La echas de menos verdad?

Se le escapo una pequeña lagrimilla en el ojo.

-No te preocupes, volverás a verla en cuanto todo haya terminado -le prometió acariciandole suavemente mientras pensaba en lo que decía.

Asintio profundamente y luego resoplo angustiado. Ya le molestaba bastante que tuviese que protegerla de todo, pero peor era mentirle en cosas que no podía prometer.

Asomo la mirada hacía arriba fijandose en su tio, estaba conduciendo el carro con total tranquilidad, pero movía la cabeza de un lado para otro. Evidentemente eso lo hacía para vigilar de que no se cruzasen con nadie que pudiesen reconocerles. Ahora que eran fugitivos buscados por la justicia, debían mantener las apariencias ocultas.

-Tio, ¿falta mucho para que lleguemos? -le pregunto acercandose para que le escuchase lo más fuerte que pudiese.

El tio Ephraim volteo la mirada, fijandose en él de reojo.

-Ya falta poco, veo el pueblo a lo lejos -confeso señalando hacía arriba.

Se levanto de pie agarrandose a las rejas del carro procurando no caerse. Pudo ver humo saliendo de una chimenea. Con eso confirmaba que se estaban acercando a un pueblo rural donde seguramente viviría mucha gente. Eso le hizo temerse lo peor, si alguién se percataba de Elfina, se meterían en un buen lio.

Regreso con la pequeña elfa que ahora empezaba a tiritar.

-¿Que ocurre? -le pregunto.

No contesto, le dirigió una mirada dura con los ojos moviendose para ambos lados.

Le puso la mano sobre su frente, la noto caliente.

-Oh no -exclamó alarmado ante lo que eso suponía.

-¡Tio! -bramó-. Elfina tiene fiebre.

-¿Que?

-Elfina tiene fiebre -se lo volvió a repetir.

-¿De verdad?

-No lo se, pero está tiritando y la siento caliente -le dijo nerviosamente.

-Maldición -protesto golpeando las cuerdas que tenía atadas a los caballos.

-¿Que hacemos?

El tio Ephraim se lo penso detenidamente.

-Tendremos que llevarla ante ese amigo de Norbell cuanto antes -propuso.

-¿Sabes que si no resulta ser de confianza...

-Lo se, pero algo debemos hacer por ella. Yo asumo toda la responsabilidad.

-No, yo la asumo también. Ambos la rescatamos de aquel horrible troll. Nos hicimos responsables de ella al instante. Si te detienen, ire contigo tio. Aunque sea lo ultimo que los ancestros quieran de nosotros -decretó Gorkit decidido a aguantar las consecuencias de los actos que ambos cometieron.

Su tio le miro de reojo con una cara desdichada.

-¿En serio quieres hacer eso? -le pregunto cuestionandose esa petición suya.

-Y si tio, he perdido a demasíada gente. No te perdere a ti también -confeso expresando su necesidad por querer protegerle.

Quedo impresionado al ver con que valor se disponía a protegerle. Le resultaba algo admirable, pero al mismo tiempo también le preocupaba ya que no podía dejar que él fuese capturado cuando tenía una tarea por hacer. Si algo llegaba a suceder, debía exigirle que le abandonase cuanto tuviese la oportunidad.

Bajaron una colina empinada y siguieron un camino despejado que les llevaba hasta un huerto, en un costado se encontraba un granjero troll vestido con un sombrero tan ancho que le tapaba la cabeza, pasaba el rastrillo por uno de sus campos. En cuanto les vio asomo la cara revelando ser un anciano.

Ephraim le vio y tuvo una idea.

-Ire a hablar con ese granjero para saber si conoce a algún medico en el pueblo -le aviso pasivamente-. Será mejor que ocultes a Elfina.

-De acuerdo -acepto con desgana, no le gustaba tener que hacerlo.

Agarro la tunica y se la puso por encima de Elfina, con eso permitió que no se la pudiese reconocer como una chica elfa.

Se detuvieron y el viejo troll empezo a acercarse hacía ellos.

-Hola -le saludo Ephraim con amabilidad.

-Hola -le devolvió el saludo el viejo troll-. ¿Puedo ayudarles en algo?

-Nos han dicho por aquí hay un medico, ¿es cierto eso?

-Así es, tenemos al doctor Vilas, es muy bueno, ¿necesita de su ayuda?

-Yo no -movió la cabeza hacía la carreta.

El viejo troll se movió levantando la cabeza observando que en la carreta se encontraba un joven troll agarrado a lo que parecía ser una chica troll cubierta bajo una tunica negra que le tapaba el rostro.

-¿Quienes son? -le pregunto confundido.

-Son mi hijo y su hermana. Ella está enferma de algo y no sabemos de que, por eso mismo necesitamos de su ayuda -le aclaro, mintiendole al respecto.

-Por los ancestros -exclamó alarmado el anciano-. ¿No será algo contagioso nó?

-No es nada, pero lo que tiene le duele bastante.

-Vaya -exclamó pasandose atolondrada la mano sobre su sien.

Se acerco aún más para verla mejor y ahí empezo a notar algo raro en aquella chica, tenía aspecto de troll, pero algo en sus ojos le hacía sospechar que no lo era.

-¿Usted dice que son sus hijos? -se lo repreguntó de nuevo, con duda.

-Así es, ese es mi hijo, pero la chica es de otro matrimonio mio.

-Aja -comprendió.

No se quedo satisfecho y siguió acercandose más, le veía la piel verde, pero sus ojos eran de un color que no se lo había visto en ningún troll, era como si fuese una rara mezcla de diferentes especies. A menos que fuese de otra especie. En cuanto quise mirarla a los ojos para cerciorarse de lo que era, Gorkit la tapo cubriendola con la túnica. El viejo se quedo indeciso al ver como la ocultaba.

-Le dan miedo los desconocidos -le contesto Gorkit.

-Entiendo, entiendo -comprendió nuevamente, pero indignado porque sentía que le estaban mintiendo en algo.

Se acerco de nuevo hacía Ephraim.

-¿Sabe donde vive el doctor Vilas? -le pregunto el tio.

-Siguiendo todo el camino, vera un hostal que pone: ENFERMERIA, ahí se encontrará con el doctor Vilas -le señalo levantando el dedo hacía arriba.

-Muchas gracias.

-Igualmente -acepto cordialmente su saludo.

Ephraim tiro de los caballos de nuevo haciendo que se moviesen nuevamente. El viejo miro a los dos chicos, Gorkit se aparto de Elfina haciendo que se le pudiese ver uno de los ojos. El viejo pudo fijarse que aquel ojo lo tenía azulado. Eso lo dejo aún más perplejo ya que no entendía que era lo que había visto.

Gorkit miro al viejo alejandose, sintiendo que presenció algo que no debía.

-Creo que ese hombre se ha dado cuenta de que teníamos a Elfina -le aviso a su tio.

-¿Se ha dado cuenta?

-No lo se, pero puso una mirada como de haberse percatado de algo raro.

-Si se ha percatado de algo raro entonces avisara a la Guardia Urbana.

-Tenemos que irnos -imploro Gorkit temiendose lo peor.

-No, debemos buscar a ese medico para ayudar a Elfina. Solamente si la cosa se po-ne fea nos iremos, ¿de acuerdo? -acotó decididamente.

-De acuerdo -acepto, atemorizado de lo que pudiese ocurrir.

Subieron por la colina y se toparon con una entrada rural formado por un arco de treinta metros de ancho, la altura suficiente como para que pasase un carro. En cuanto lo cruzaron se encontraron con un pequeño pueblo formado por un camino muy abierto y con algo de hierba en los costados. Las casas eran muy rurales y muy unidas entre si. Sus habitantes iban bien vestidos con ropajes muy antiguos, era como si se hubiesen introducido en un libro de historia ya que parecía otro mundo.

Siguieron adelante cuando de pronto surgieron unos niños que estaban jugando, se pusieron delante, por poco los aplastaban los caballos.

-So -trotó Ephraim deteniendo a los animales.

Los caballos se calmaron y miro a los niños, eran muy jovenes e iban bien vestidos llevando un traje formal de campo. Pero en cuanto vio sus caras, noto que esbozaban unas miradas que lucían asesinas.

-Lo siento mucho -se disculpo amigablemente con ellos.

Uno de los niños rechisto con descaro. Luego todos se marcharon corriendo para el otro lado del camino. Ephraim quedo indeciso por lo ocurrido, no entendía si había dicho algo que no debía o se paso de la raya sin darse cuenta. Miro al resto de la gente y todos los pueblerinos les miraban igual. Todos esbozaban unas expresiones desafiantes como si sintiesen un total desagrado por su visita.

-Tio -fue interrumpido por Gorkit.

-¿Si Gorkit?

Asomo la cabeza para acercarse a su oido y le dijo:

-Creo que aquí no somos muy bienvenidos -le comento honestamente.

-Eso veo -refutó estando de acuerdo con él.

-¿Porque será?

-No lo se, será a lo mejor porque no les gustan los extraños, como a los que nos encontramos en el bar -se intuyo intuitivamente.

-Quizas no sabía que nos verían con tan malos ojos.

-¿Crees que nos obligaran a marcharnos?

-No lo creo, pero no harán nada a menos que les provoquemos.

Aquello hizo que Gorkit se quejase.

-¿Sucede algo? -notó intrigado su malhumor.

-No lo entiendo, si esta gente nos va a tratar mal, ¿entonces porque nos pidio Norbell que fuesemos a visitar al doctor aquí? -critico buscandole las vueltas al asunto.

-Quizas no supiese que las cosas han cambiado -indico subjetivamente.

De pronto se escucharon los gemidos de Elfina.

-Ey, ¿que pasa? -se acerco Gorkit a consolarla.

Le acaricio suavemente la cara, cada vez la tenía más caliente.

-Tendremos que llevarla a ver ese medico -apañó Gorkit con remordimiento.

-De acuerdo -acepto convencido.

Tiro de los caballos y el carro volvió a avanzar, pero la gente no dejaba de mirarles con aquellas miradas acusadoras. Como si les estuviesen juzgando por pertenecer a otra parte y a causa de eso no tenían prohibida la entrada, y eso para ellos era algo malo.

A medida que iban avanzando, pudieron encontrarse con más cosas interesantes del pueblo. Había una panaderia que vendían panes al instante después de cocerse al horno. Una floristeria repleta de flores enormes. Un taller en el que parecían repartir articulos mecanicos de una tecnologia no perteneciente a la de los trolls. Una escuela que ocupaba como doce plazas de area, los niños iban saliendo para lo que parecía ser la hora del recreo, la profesora se quedo rezagada en la puerta observando como los niños se ponían corretear como moscas por encima de las cabezas de la gente.

Seguía luciendo un lugar agradable, si no fuese porque todo el mundo les seguian mirando con aquellas expresiones desafiantes, como si les diesen ascos verles. Ephraim intento de ignorarles, pero le costaba. Nunca antes había sentido una sensación de incomodidad en toda su vida, y eso que había estado en varios pueblos donde le habían recibido con gran amabilidad. Pero en este, tenía las dudas que fuese a recibir algún agradecimiento por parte de los pueblerinos.

Giraron en la siguiente esquina y de ahí subieron por otra enorme pendiente que les llevaba hasta lo más alto del pueblo. Era una colina tan empinada que dudaba que hubiese sido edificada para que pasasen carros por ahí. Un solo error y cualquier carro pasaría a caerse y estrellarse en cualquier momento.

Ephraim miro a los costados para ver la enfermería, se fijo en un bloque gris cuyos colores neutros no encajaban con el aspecto rustico de las demás casas de la zona. Se fijo en el titulo tan destartalado que ponía: ENFERMERÍA, estaba cubierto de polvo, como si no lo hubiesen limpiado en meses.

-Es este -le aviso.

Gorkit asomo la cabeza, quedo extrañado al ver el aspecto del lugar.

-¿De veras trabaja aquí el doctor Vilas? -se cuestiono reprochadamente.

-Parece ser que sí -reafirmo cinicamente.

-Si luce medio abandonado.

-Estará más limpio por dentro -objetó, pensando de forma más objetiva.

-Pues espero que por lo menos el baño sea como la habitación de un palacio, porque no pienso expulsarlo todo por un cuenco de madera -comento con regañinas.

Ephraim refunfuño viendo como su sobrino se lo tomaba todo tan a pecho.

Bajaron del carro, Gorkit ayudo con cuidado a bajar a Elfina, estaba tan enferma que apenas podía mantenerse en pie. La tuvo que ayudar para caminar mejor. Volteo la mirada hacía el fondo y pudo observar que los pueblerinos de más abajo se estaban acercando para mirar. Como si quisiesen averiguar que era lo que planeaban hacer. Eso era algo que Gorkit se temía desde el principio, que la gente tuviese la poca decencia de meter sus narices en donde no les tocaban. Si querían ser mal vistos debían meterse en la enfermeria ahora mismo.

Ephraim se acerco la puerta, se dispuso a abrirla, pero estaba cerrado.

-Me parece que no está -dijo amargamente Ephraim.

-No lo creo, mira -señalo que en una de las ventanas se podía ver un cartel hecho de cartón colgando de arriba del cristal que ponía: ABIERTO-. ¿Como puede ser que diga que este abierto cuando en realidad está cerrado.

-Quizas se le haya olvidado girar -refutó logicamente Ephraim.

Elfina estornudo, sorprendiendo a Gorkit.

-No se pondrá bien a menos que no la trate -precavió alarmado Gorkit.

-¿Y como lo vamos a hacer si no sabemos donde está? -cuestiono Ephraim poniendose histerico al ver que quería conseguir lo imposible.

Gorkit se harto y se puso a golpetear nerviosamente la puerta.

-¡Doctor Vilas! ¡Doctor Vilas!

No hubo respuesta.

-No debe de estar aquí -recalcó honestamente Ephraim.

-Si que debe de estar aquí -discrepo con seriedad y siguió golpeando.

La golpeaba tantas veces que parecía que iba a romper tanto la puerta como su propia mano de lo frenetico que se estaba poniendo.

-Gorkit, por favor, dejalo ya -exigió Ephraim, harto de ver lo que hacía.

Gorkit no pudo más, tenía sangre saliendole de los nudillos, respiro profundamente ya que estaba tan desesperado que apenas podía contener el aliento.

-Lo siento mucho Gorkit, lo hemos intentado -le apaciguó acariciandole la cabeza con tal de que se tranquilizase-. Tendremos que buscar en otra parte.

-Si -acepto con desdén.

Se dieron la vuelta dispuestos a regresar al carro, pero de pronto escucharon unos fuertes pisotones que parecían provenir del interior de la enfermería. Se oyó un golpe seguido de un sistema mecanico moviendose, luego la puerta se abrió revelando a un troll con un aspecto desaliñado con ojeras y teniendo un cepillo de dientes en la boca.

-¡Que! -protesto.

Ambos se miraron intrigados ante su presencia.

-¿No será usted el doctor Vilas? -le pregunto Ephraim.

-Si, soy yo, ¿que pasa? -refunfuño, apenas se entendía debido a que seguia teniendo el cepillo en la boca-. ¿Como me conocen?

-Un amigo suyo nos pidió que le visitasemos.

-¿Conoce a Norbell?

Se saco el cepillo y se les quedo mirando con la cara dubitativa.

-Si, lo conozco. Pero de hace muchos años -comento intentando de pensar-. No le veo desde que su hijo falleció combatiendo.

Ambos se miraron entusiasmados al ver que era él en realidad.

-Doctor Vilas, necesitamos de su ayuda -le pidió nerviosamente Gorkit.

-Alto ahí -les detuvo-, ¿ayuda?

-Si, esta chica de aquí esta enferma, él nos aconsejo que la podría ayudar.

Se rasco la nuca por detrás mientras buscaban la manera de expresarse.

-¿Pasa algo? -pregunto Ephraim, sintiendo que ocurría algo.

-Lamento deciros esto chicos, pero me parece que no puedo ayudaros.

-¿Que? -chillaron mutuamente.

-He dejado de ser medico.

-¿Que ha dejado de ser medico? Pero si vive en una enfermería -critico Gorkit señalando que no tenía excusas.

-Ya, porque es donde vivo ahora -se encogió de hombros.

-¿Que? -quedaron aún más sorprendidos al oír eso.

-Doctor Vilas, expliqueme que es lo que sucede -exigió Ephraim sintiendo que estaba sucediendo algo que no quería contar.

Asintio amargado mientras se seguia tocando nerviosamente la nuca.

-La gente de este pueblo me ha ordenado que no siga siendo medico.

-¿Que no siga siendo medico? -critico extrañado Gorkit-. Que tontería es esa, ¿como puede un pueblo obligar a nadie a que no sea medico? Además, ¿que sucede si alguien se hace daño? ¿Quienes les tratan?

-Ese es el problema, aquí nadie se trata -añadio con tono alarmante.

Ambos sentían que todo su mundo le daba vueltas al no entender nada. Empezaban a hacerse una idea pero no la creían real para nada. Ephraim se giro y pudo observar que a lo lejos los pueblerinos se estaban agrupando cada vez más. Parecía un ejercito que se estuviese formando para emboscarles.

-Doctor, ¿que le sucede a este pueblo? -imploro Ephraim queriendo comprender con exactitud lo que estaba ocurriendo.

Miro para el otro lado fijandose en los pueblerinos, le asustaba verlos.

-Será mejor que se marchen -pidio con desesperación, se dispuso a cerrar la puerta.

Ephraim la cogió impidiendo que la cerrase a tiempo.

-Doctor Vilas, venimos de muy lejos. Es usted el único que puede tratar a esta chica -le exigió de nuevo con mayor autoridad.

-No puedo hacer nada, he dejado de ser medico. Será mejor que se marchen y busquen el siguiente pueblo porque aquí no recibiran nada de mi -reprocho discrepando desesperadamente de ellos, se dispuso a cerrar forzosamente la puerta de nuevo.

Ephraim tiro de la puerta con todas sus fuerzas para que no la cerrase.

Gorkit se empezo a poner de los nervios, ya no aguantaba esta situación. Cogió a Elfina y le quito la capucha revelando su identidad. El Doctor Vilas se detuvo, quedandose sorprendido con los ojos abiertos como canicas al ver lo que tenía delante.

Ephraim se detuvo dejando que él la viese perfectamente.

-¿Es una elfa? -les pregunto, murmuradamente.

-Si, la encontramos, y ahora necesito que la salve -le comento Gorkit.

-¿Que? -exclamó extrañado.

-Norbell nos pidió que usted podría ayudarla.

-¿Él lo sabe?

-Venimos de estar con él.

Se agarro de las orejas ante los nervios que le estaban entrando.

Giro la cabeza mirando a la multitud que se encontraba abajo de todo. Estaban quietos como esperando a que sucediese algo. De pronto uno reaccióno, se puso a andar por el camino y acto seguido todos empezaron a hacer lo mismo.

-¿Pero que pasa? -se cuestiono Gorkit estupefacto al ver que la multitud se estaba aproximando de una manera poco inusual.

Vilas se asusto tanto de esta situación que se le ocurrió cometer la única decisión menos favorable que podía tomar ahora.

-Pasad -rechistó.

-¿Que? -ambos no comprendieron lo que dijeron.

-Meteos dentro -ordeno haciendoles señas para que se metiesen.

Ambos se miraron preocupados, no entendían que era lo que estaba sucediendo, pero viendo las extrañas circunstancias en las que se encontraban. No les quedo otra que ir con él, como minimo para resguardarse y proteger a Elfina.

Se metieron de un salto al interior de la enfermeria y luego la Vilas se puso a cerrarla con llave de una forma desesperante. Como si quisiese que la puerta estuviese lo suficientemente cerrada para que no pasase nadie del otro lado.

Se giro y se regocijo sobre la puerta.

-No os preocupeís, ahora no vendrán -les dijo murmuradamente.

-¿Como que no van a venir? -critico Gorkit.

-Ahora que estamos dentro, se han ido.

Ambos se miraron sin comprender a lo que se refería, pero por lo menos se aliviaron de que estuviesen dentro de la enfermeria y no fuera con esa gente.

Suspiraron agitados ante esta atonita situación.

Asomaron la mirada observando que estaba todo a oscuras. Pero había unos rayos de luz saliendo a traves de las ventanas. Pero estas de este lado estaban tapiadas con unos tablones de madera clavados encima. Como para evitar que algo del exterior entrase. Se podían ver que estaban en el interior de la sala recepción. Habían unas sillas colocadas en un rincón y un despacho de consulta pequeño en el rincón. Pero se notaba todo polvoriento y desgastado, como si nadie lo hubiese limpiado en años.

Encima se podía notar un olor poco agridulce.

Miraron a Vilas quien estaba suspirando con mayor profundidad. Parecía estar ahogandose con su propia respiración.

-No deberíais haberla traído aquí -protesto, señalandoles acusadoramente.

Estaban tan hartos de tanto secretismo que decidieron que les contase lo que sucedía.

-Doctor Vilas, ¿que le ocurre a este pueblo? -le pregunto Ephraim con seriedad.

-No quereís saberlo -farfullo, continuaba respirando con dificultad.

-Pues yo sí. Hemos venido aquí porque Norbell, que es su amigo, que nos ha ayudado a cuidar de Elfina nos recomendó que fuesemos a verle porque pensaba que usted nos ayudaría. Pero ahora veo que aquí en este pueblo sucede algo raro y parece tener que ver con nosotros, ¿por que? -protesto Gorkit regañandole para que entendiese la gravedad del motivo por el cual habían venido a verle.

Termino de suspirar y volvió a respirar con normalidad.

-No es el pueblo, ni vosotros. Es el Padre Vecker -declaro.

-¿El Padre Vecker? -cuestiono Gorkit ese nombre.

-¿Está hablando de un sarcedote? -pregunto Ephraim, con curiosidad.

-Nuestra comunidad funciona por medio de unsacerdote que se ocupa de protegernos y cuidarnos de todo tipo de males. Es un trabajo familiar que ha existido desde generaciones. Hace años nuestro sacerdote murió, y el trabajo se lo tuvieron que dar a su hijo. Estaba preparado para tomar su puesto, pero había algo que no sabíamos.

-¿El qué?

-Al parecer en secreto, Vecker estuvo estudiando lectura de los muertos.

-¿Lectura de los muertos? -cuestiono Gorkit cada vez más extrañado.

-Es aprender sobre el mundo de los espiritus y los serés oscuros que habían en ese submundo que hay debajo de Skylands -recalcó astutamente Ephraim.

-Exacto -confirmo, soltó una risa de satisfacción al ver que lo sabía-. Se paso tanto tiempo estudiando eso, que cuando tomo el poder el pueblo. En vez de enseñarnos lo mismo que le enseño su pueblo. Decidió impartir su propia religión relacionada con el mundo de los muertos. Les metió a todos la idea en la cabeza de que vivian sin preocuparse de la muerte, que era su amiga, que debían vivir con ella ya que les haría sentirse mejores. Por culpa de eso cerraron todas las enfermerias, me quitaron mi puesto ya que ahora los medicos están prohibidos.

-¿Y como hacen para ayudarse cuando alguien sufre una herida? -refutó Gorkit.

-No lo hacen, como creen que es mejor vivir sin preocuparse por nada, ahora ya nadie se encarga de nada. Todos se han vuelto egoistas. Ahora si alguien se le infecta una herida o sufria un grave accidente, le dejan que se mueran creyendo que los ancestros le salvaran o se unira al mundo de los muertos para ser invencible.

-Es una locura -bramó Gorkit indignado al escuchar eso.

-¿Y que sucede si alguien intenta ayudar a otro? -continuo Ephraim.

-Al principio aquellos que no se dejaron convencer por las palabras del padre Vecket se rehusaron. Siguieron con lo suyo ayudando a los más necesitados, pero cuando se dio cuenta de que eso no le estaba funcionando. Se le ocurrió cometer la única idea que podía cometer con tal de subyugarles a sus propias ideologias.

-¿Cual? -pregunto Gorkit, empezando a temerse lo peor.

-Si alguien discrepaba o decía algo que no le gustaba. O se podía a ayudar a otros, los pueblerinos de mente más cerrada te cogían y te llevan al campo para ser purificado por los ancestros por tus crimenes contra el mundo de los muertos.

-¿Y por purificado quiere decir...

-Si, te hacen arder en una hoguera como si fueses una bruja -declaro abiertamente.

Su pulso se les subió al escuchar eso, era lo que menos querían suponer.

-Desde entonces ya se han muerto una docena de personas. Incluido niños que apenas pudieron entender en que se estaban metiendo -comento esbozando una mirada de melancolía al recordar lo que sucedió.

-¿Algúno ha intentado de irse?

-Algúnos lo quisieron hacer, pero fueron capturados por los jinetes.

-¿Jinetes?

-Antes solían ser nuestros jinetes para nuestra competición anual de carreras de caballos. Pero el padre Vecket les convenció de transformarles en una especie de patrulla que custodia las entradas y salidas del pueblo para cualquiera de los residentes.

-¿Entonces eso significa que podemos salir?

-Vosotros podeís salir, pero tened en cuenta que eso tiene un limite.

-¿Que limite?

-Al padre Vecket no le gustan extraños husmeando en su pueblo. Si ve que un turista se queda demasíado tiempo en el pueblo y empieza a meterse en donde no le llaman, los jinetes te secuestran, o te mandan con la Guardia Urbana para ser encerrados como delincuentes por crimenes que no has cometido.

-¿La Guardia Urbana? ¿Ellos estan compinchados?

-No, pero reciben sobornos del padre Vecket para que hagan la vista gorda. Por culpa de eso muchos de los que lograron zafarse del pueblo acabaron siendo traídos aquí para recibir el mismo castigo que los demás. No hay escapatoria para nadie.

-¿Y usted ha intentado de irse? -continuó Gorkit.

-Si, pero no lo he hecho.

-¿Por que?

-Porque no puedo hacerlo. La gente de este lugar es mi familia, necesitan de mi ayuda. Además. Si me voy, tanto los pueblerinos como la Guardia Urbana me detendran solamente por irme -declaro con desolación.

Ambos se miraron reconociendo que se encontraban en medio de un grave problema. Si se iban ahora, no tendrían un gran problema. Pero si esperaban demasíado, llamarían la atención de los desquiciados pueblerinos que ya habían empezado a tener un cierto problema con ellos solamente por el hecho de entrar. Pero no podían hacerlo hasta que consiguiesen tratar a Elfina con su enfermedad.

-¿Como se os ha ocurrido venir aquí con una elfa? ¿De donde ha salido? -protesto señalandoles acusadoramente Vilas como si hubiesen cometido un crimen.

-Es una larga historia -espeto Ephraim, se acerco al doctor mirandole con una expre-sión compasiva-. Doctor Vilas, puede ayudarnos a tratarla.

-Ya le he dicho que he dejado de ser medico -refutó sordidamente.

-Lo se, pero aquí estamos encerrados del mundo exterior. Dudo mucho que nadie sepa de lo que sucede. Además, aunque supiesen que hemos venido para ayudar a alguien. Ahora mismo tendrían que estar tirando la puerta abajo como minimo -argumentó señalando la puerta que se encontraba aún en perfeco estado.

Recapacitó sobre ese asunto.

-Es cierto -confirmo.

-Elfina está muy enferma, no sabemos lo que le pasa. Esperabamos que usted la pudiese ayudar -comento nerviosamente Gorkit.

-¿Que le ocurre? -pregunto intrigado.

-No lo sabemos, pero por lo que hemos podido deducir, aparentemente fue secuestrada del pueblo en que vivía, la torturaron de diferentes maneras y eso la ha trastornado hasta convertirla en un animal salvaje -soltó honestamente Ephraim.

-Se comió vivo a uno de los animales de granja de Norbell -añadio Gorkit.

Sus ojos se le abrieron.

-¿De verdad?

Afirmo meneando la cabeza.

-Pero no se preocupe, hemos conseguido calmarla. No le hará daño si usted no la provoca -aseguró Ephraim con total honestidad.

-Eso espero -dijo muy poco confiado.

Se acerco lentamente hacía Elfina, ella asomo la cabeza y eso hizo que pudiese verla con precisión, era una elfa preciosa, pero se notaba por solamente verle a la cara que padecía una gran tristeza, y un gran dolor que la atormentaba. Sus temblores y ese sudor que le caía por toda la cara, le hizo quedar constancia de aquella chica padecía algo más que una enfermedad.

No pudo evitar preocuparse demasíado por ella.

-La ayudaré -accedió decididamente.

Ambos se miraron entusiasmados al ver que acepto.

-¿Hay algún lugar donde pueda tratarla?

-Si, venid conmigo.

Siguieron a Vilas hasta el otro lado de la recepción. Pasaron por un estrecho pasillo que estaba todo mugriento, lleno de peluzas en el aire y varias telarañas colgando de las paredes. Estaba más sucio que el resto de la recepción.

Cruzaron en la siguiente esquina y atravesaron una habitación oscura, Vilas se acerco y encendió una antorcha artificial que tenía colgando del rincón de la pared. Se ilumino la habitación revelando ser una sala de enfermería. Había una camilla en el centro y una lacena formado por un conjuntos estantes repletos de vasijas y latas cilindricas que parecían contener sustancias medicas.

-Ponedla aquí -pidio, ayudandoles a apoyar a Elfina sobre la camilla.

La ayudaron entre los tres acostandola sobre la camilla, en cuanto se acosto apoyo sus piernas contra su estomago mientras tiritaba de frio.

-Aquí esta un poco frio, ¿nó? -opino Gorkit, tiritando al instante.

-Dejamedlo a mi -se acerco a una caldera vieja y algo oxidada que se encontraba en el costado. Giro la manivela que había en el costado, el interior de la caldera se encendió desprendiendo un fuego que ilumino el resto de la habitación.

Gorkit asomo la cabeza pudiendo ver con mayor exactitud como lucía el resto de la sala. El resto era igual que el pasillo y la sala de recepción. Mugriento, con la pintura blanca de las paredes desgastadas, sució en los rincones plateados y algúnas herramientas que se encontraban encima de una bandeja enorme parecían estar desgastados.

-¿Como puedes tener esto tan horrible? -le pregunto cripticamente Gorkit. Le daba tanto asco lo que veía que necesitaba alejarse como si lo fuese a matar.

-Desde que tuve que cerrar la enfermería, nadie vino a trabajar, y luego cuando vinieron las lluvias, la cosa empeoro todo. Las maderas del techo empezaron a oxidarse y ahí fue cuando entro la mugre -comento con resentimiento.

-¿Y no has intentado siquiera de limpiarlo?

-El padre Vecket nos ha quitado todos los utensillos de limpieza, no le interesa que este todo limpio, quiere que quede podrido como el mundo de los muertos para que así nos podamos morir más lentamente con honor.

-¿Con honor? -cuestiono Ephraim esa mención.

-Lo se, parece una estupidez, pero es verdad. El padre Vecket esta tan convencido de que es un regalo irse al otro lado que es capaz de hacer lo que sea con tal de que no nos sintamos bien consigo mismos, como él lo está.

-¿Nadie ha intentado siquiera de matarle, o de oponerse a sus ideas?

-Solo uno lo hizo... le dijo que todas las tonterias que soltaba eran excusas baratas que usaba solamente para injustificar que era un niño mimado que lo único que quiere hacer es tener a todo el mundo controlado para hacer lo que quiera.

-Como el emperador Kaos -indico recalcadamente Gorkit.

Ephraim le echo una mirada cinica, al estar de acuerdo con él.

Aquello capto la atención de Vilas.

-¿Kaos sigue siendo Emperador de Trollia? -pregunto con preocupación.

Se extrañaron ante esa pregunta.

-Si -confirmo extrañado Gorkit.

Vilas se giro observando la cara de indecisos que ambos mostraban.

-¿Tiene algúna idea de todo lo que ha sucedido en estos ultimos años?

-Y no, desgraciadamente el padre Vecket también se ocupo de eliminar al cartero. Quiere que estemos aislados del mundo completamente -declaro amargamente.

Ambos se miraron aún más indecisos al ver que el asunto era peor de lo que pensaban. No solamente les habían metido ideas falsas en la cabeza, sino que encima los mantenían retenidos deliberadamente en su propio pueblo.

-Veamos ahora como puedo tratarte -farfulló.

Se acerco a uno de los estantes, se puso a rebuscar hasta coger un frasco de ceramica de color canela, lo abrió, lo acerco a la cara y lo olío sintiendo un fuerte aroma.

-¿Que es eso? -pregunto Ephraim.

-Son especias del sur, se utilizan normalmente para tratar heridas, pero otras especies lo utilizan como un farmaco para determinar el estado del paciente.

-¿Que quiere decir? -cuestiono Gorkit.

-Normalmente cuido trolls, y se reconocer sus sintomas. Pero como ahora me habeís traído una elfa, no se como cuidarla, desconozco si su biologia es igual a la nuestra. Así que para estos casos se necesita esto -comento detalladamente enseñando el frasco.

-¿Que es lo que hace? -prosiguió Ephraim.

-Tiene que beberlo y una vez que lo haga, pronto su piel cambiara de color.

-¿Su piel cambiara de color? -cuestiono reprochadamente Gorkit.

-Si, pero no te preocupes, no es algo nocivo. Se le ira para hasta mañana. Veras. Todas las enfermedades, siempre muestran sintomas, cada uno distinto del otro. Esto permite revelarnos de cual se trata.

-¿Y que colores puede mostrar? -pregunto intrigado Ephraim.

-Si se pone amarilla, es que tiene fiebre, una fiebre normal y corriente que cualquiera padece. Si se pone más verdosa de lo que ella es, es que entonce sufre una infección que le esta afectando a la sangre, lo cual puede ser grave siempre y cuando no se la trate bien. Pero si se pone algo azulada, es que entonces..

-¿Entonces qué? -pregunto insistentemente Gorkit, quería que terminase la frase.

Rezongo profundamente y acto seguido dijo:

-Es que entonces está padeciendo una enfermedad que yo no puedo tratar -declaro.

Ambos se miraron indecisos al cerciorarse de que estaban con el mismo apaño.

-¿Quiere decir que si se pone de ese color no la podra ayudar?

-Y no, yo nunca he tratado elfos -recalcó encogiendose de hombros-. Además, se puede saber donde la hallasteís, porque dudo mucho que os la hayaís encontrado merodeando por ahí. Tuvo que haberla tenido un esclavista, ¿verdad?

Se echaron una mirada de complicidad que no pudieron ocultar.

-¿La salvasteís verdad? -intuyo seriamente.

-Nos topamos con su secuestrador, una cosa llevo a la otra y entonces... cogimos su carro sin saber que ella se encontraba dentro -confeso abruptamente Ephraim.

Se llevo las manos a la cabeza al no poder creerse lo que oía.

-¿Vosotros teneís algúna idea de lo que habeís hecho? -les reprochó criticandoles con un duro tono acusador-. ¿Sabeís ahora lo que eso supone?

Gorkit se lo replanteo profundamente, sabía que lo que ocurrió aquella noche estaba mal, pero no le importaba ya que consiguió algo bueno al hacerlo.

-Si -soltó firmemente.

Ambos le dirigieron la mirad sorprendidos.

-Hemos salvado a una pobre elfa inocente de ser vendida a alguien mucho peor. Y no me importa que hayamos cometido un error enorme, hemos hecho lo justo porque ningún troll se atreve nunca a salvar a nadie -explicó justificando con impunidad lo orgulloso que se sentía de haberla salvado sin pensar en las consecuencias.

El tio Ephraim le miro con una cara de confianza, estaba convencido de su palabra. A ambos no les gustaba que una elfa quedase en estado, pero sobretodo sentía que hizo lo correcto porque eso es lo que un troll debería estar haciendo ahora. Preocuparse por otras especies sin importar lo que ellas piensen.

Vilas se encogió de hombros, resignandose ante lo que iba a decir.

-Si de verdad es eso lo que pensaís. Adelante, hacedlo. Pero tened en cuenta de que posiblemente ahora mismo este la Guardia Urbana buscandoos -farfulló avisandoles con desdén la gravedad del asunto.

-Ya lo sabemos -dijo Ephraim.

-Esta misma mañana la Guardia Urbana vino a la casa Norbell, buscandonos. Por eso mismo hemos venido aquí para que nos ayudarás -añadio Gorkit.

Se llevo de nuevo las manos a la cabeza mientras soltaba unos gemidos de amargura como si no pudiese soportar nada de lo que sucedía. Le resultaba todo tan complicado de asimilar que ahora empezaba a cuestionarse como era posible que hubiese sucedido esto. Los miro a ambos fijamente, no parecían ser simples trolls. Uno era muy joven, y el otro muy viejo, debían de ser familiares ya que sino no podrían estar preocuparse tanto por una elfa a la que habían encontrado.

-¿Quienes sois en realidad? -interrogó señalandoles a ambos con el dedo.

-¿A que se refiere? -cuestiono Gorkit sintiendo por su tono de que ahora se estaba poniendo más amenazador que antes.

-¿Quienes sois? ¿De donde venís?

Ambos se miraron sin saber muy bien si confiar en él o no.

-Escuchadme bien, vamos a tener que pasar un muy buen rato aquí. Así que... o me decís quienes sois u os echo de aquí a patadas para que os coja el Padre Vecket -exigió amenazandoles mientras esbozaba una expresión de puro desiquilibrio.

Elfina lo escucho, la altero tanto que le dieron ganas de enfurecerse.

-No Elfina, calmate -se acerco Gorkit a apaciguarla.

Se levanto de la camilla y se puso a fruncir los dientes como un animal salvaje.

-Elfina, calmate. Es un amigo, vale. No te hará daño -le explicó con pasividad mientras lograba que volviese a acostarse sobre la camilla.

Vilas asintio abrumado. Le costaba asimilar esta situación, pero peor tener que ver como estos dos trolls hacían lo que podían para ayudar a esa pobre elfa.

Elfina se calmo y volvió a tiritar de frio.

-Eso es, quedate ahí -consiguió lograr que se acostará y descansara un poco.

Gorkit asintio, aliviado de que esto no hubiese ido a más.

-Doctor, dele la especia, por favor -le pidio explicitamente Ephraim.

-Si -acepto con resentimiento-. Un momento, por favor.

Se acerco a la caldera, se enderezo agarrando una olla con agua hirviendo que se encontraba debajo. Se puso delante de la lacena y echo el agua dentro del tarro con la especie. Lo removió un buen rato hasta quedar hecho una pasta verdosa como la hierba.

-Será mejor que me ayudes -le pidió a Gorkit.

-Si -acepto.

Ambos se acercaron con sumo cuidado de no alterar a Elfina, Gorkit le ayudo a que abriese levemente la boca y luego Vilas se acerco echandole la especia en la boca.

-¡Agh! -escupió la especia de la boca de tal manera que ambos se sorprendieron al creer que les iba a atacar de un mordisco.

-¿Porque ha hecho eso? -se cuestiono Gorkit.

-Debe de ser porque esta caliente -opino Vilas.

Se chupo los labios con la lengua.

-¿Hay algúna forma de darselo frio? -pregunto Ephraim.

-Si esta frio no hará efecto -recalcó Vilas.

Ambos se miraron reconociendo que no les quedaba otra que darselo así. Gorkit miro a Elfina, esbozandole una mirada de odio como si le hubiese dado semejante cosa para que sufriese aún más.

-Lo siento mucho Elfina, pero tendrás que bebertelo así -rogó Gorkit dandole el tarro para que se lo bebiese de un trago sin problemas.

Nego con la cabeza, le tenía miedo a ese tarro.

-Por favor.

Ephraim pudo intuirse que no habría manera de razonar con ella a menos que le diesen un motivo compasivo para que lo hiciese.

-Dejame a mi -pidio acercandose hacía ellos.

Cogió el tarro y miro a Elfina con total clemencia.

-Elfina, si no lo haces, ¿sabes que pasará? -la puso a prueba.

Levanto la cabeza mirandole intrigado.

-Que ese dolor tuyo que estas padeciendo ahora, no terminará nunca. Empeorara y quizás acabe muriendo, y cuando lo hagas, no podrás ver a tu familia, y a aquellos a quienes más quieres, ¿deseas eso de verdad? -argumentó con tono calmado y directo.

Ambos se quedaron sorprendidos con su manera de razonar.

Elfina se lo replanteo, agarro personalmente ella misma el tarro y se puso a beberselo de un trago sin importar si le hacía daño. Trago y al instante empezo a dolerle por dentro, se notaba que quería dejarlo.

-Ayudadla -pidio exigentemente Vilas.

Gorkit y Ephraim se pusieron detrás agarrandola de los hombros mientras Vilas le sostenía el tarro para evitar que se le cayese.

Termino y le quito el tarro de la mano. Elfina quedo tan agotada que se puso a toser con la lengua para afuera. Estaba que le ardía la garganta.

-Se esta quemando -farfulló alarmado Gorkit.

-Deja que se le pase -ordeno Vilas.

-Se le va a quemar la lengua -protesto nervioso, no soportaba el pensar que ahora tuviese que meter quemaduras en la lengua a la lista de daños que sufría.

-No se quemará, la especia se la curara. Es mejor que reposa y deje que haga efecto -le aclaro señalando la sustancia verdosa que le cubría la parte de arriba de la lengua.

Ambos se miraron intuyendose que debía saber lo que hacía.

Agarraron a Elfina y la acostaron levemente de nuevo sobre la camilla, soltó unos gemidos de angustia y luego se recosto poniendose de costado.

-Será mejor que la dejeís tranquila por ahora -recomendó.

Lo aceptaron, preocupados ante la idea de que quizas no funcionase.

-Yo me quedare con ella -propuso Gorkit.

Ephraim le miro, preocupado ante esa idea.

-No haré ruido -acordó con confianza.

Se lo tomo como un acto de modestia y decidió dejarle con ella para cuidarla. Se dio la vuelta siguiendo a Vilas, quien parecía querer estar fuera de esa sala. Salió y echo una ultima mirada para ver como Gorkit estaba ahí parado delante de ella, mirandola con regocijo. Estaba tan preocupado que era incapaz de quitarle el ojo de encima.

Verle así le hizo entrar más confianza.

Lo dejo estar y se marcho alejandose de la sala. Siguió a Vilas quien se marcho al otro lado del pasillo. Había una puerta de madera, maltrecha, que estaba abierta revelando otra habitación oscura pero se podía vislumbrar una luz verde. La cruzo descubriendo que era un almacen transformado en un jardín botanico. Arriba el tejado era una vidriera inclinada hacía adelante con una palanca enganchada en la esquina, debía de tratarse de la herramienta que permitía que se levantase para dejar pasar el aire, estaba cubierto por una maraña de plantas con hojas grandes que tapaban cualquier orificio de luz exterior. A los costados habían plantas enormes metidas dentro de macetas recubiertas de tierra con algúnas piñas de color acre a los alrededores. Y en el centro apoyado en un rincón se encontraba una mesa y un par de sillas de jardín, eran las mismas que uno se encontraba en una cafeteria de alta categoria burguesa.

Dirigió la mirada hacía Vilas quien estaba abriendo la puerta de lo que parecía ser una fresquera, un especie de congelador hecho de madera que no necesitaba ningúna potencía electrica para mantener cualquier producto congelado. Se enderezo y saco una botella de tamaño mediano, luego cerro la puerta de un portazo, se oyo el sonido de varios botellas resonando en su interior.

-¿Te apetece una? -le pregunto, mirandole de reojo.

-¿Que es? -quedo con la curiosidad.

-Es malta, nos sentira bien a ambos -le aclaro con tono cortes.

Sentía unas ganas terribles de tomar algo fuerte que le aliviase.

-Si, por favor -acepto, por agotamiento.

Se sento en la silla que estaba del extremo izquierdo y espero a que Vilas lo sirviese, se acerco a una lacena formado por un bloque de cajones de madera. Abrió el que estaba más alto y saco unos vasos de cristal con los bordes abombados formando un hexagono. Se puso delante de la mesa y sirvió la malta sobre ambos vasos. Luego se sento en el otro extremo mirando con indiferencia a Vilas.

-Salud -extendió su vaso.

Ephraim hizo lo mismo, extrañado ante su repentina amabilidad.

Golpetearon sus vasos mutuamente.

Levantaron las cabezas y se bebieron la malta de un trago. Luego apoyaron los vasos de un golpe contra la mesa mientras suspiraban atolondrados por el sabor fuerte de la bebida, Vilas lo soporto excepto Ephraim que quedo mareado.

-Demasíado fuerte para usted -exclamó vacilante Vilas.

-Y tanto -berreó removiendo su cabeza.

Vilas se rio de su reacción.

Se le aclaro la cabeza y ahí aprovecho para hablar con él.

-¿Que se supone que es este lugar? -le pregunto, admirando el singular ambiente.

-Antes solía ser un invernadero para cultivar mis especias, pero el padre Vecket me obligo a quemar todo lo que tenía para así no poder ayudar a nadie -comento bajando la cabeza con lamento, golpeteaba el vaso con los dedos en señal de remordimiento.

-Pero algo pudiste salvar, ¿nó? -dedujo al mirar las demás plantas.

-Así es, escondí unas cuantas plantas importantes antes de que el padre Vecket y sus locos seguidores lo destruyesen todo -señalo a las plantas que habían a los costados, esas eran las que salvo-. Desde entonces guardo lo poco aquí usandolo para ayudar no estan de su parte. Cada día levanto ese ventanal para que entre algo de luz cuando más lo necesita, si alguien de afuera se entera de que tengo estas plantas. No quiero saber lo que el padre Vecket me hará.

Pudo hacerse a la idea de que lo tenía todo bien planeado.

-¿Y esta mesa? -pregunto intrigado, por saber que pintaba la mesa que tenía delante.

-Es que ya que estaba vació lo aproveche para convertirlo en un pequeño salón donde poder beber y pensar tranquilamente.

Se rio gustoso de esa idea, le parecía bien estar en un lugar así.

-Hay una cosa que no comprendo, si sigues haciendo a los demás, ¿como es que...

-Lo se -le reafirmo antes de que pudiese terminar la frase-. No te preocupes, me he asegurado de meter aquí a gente en quien confio.

-Eso esta bien -acepto seriamente conforme.

Volvieron a dar otro trago a la malta, lo sorbieron y volvieron a sentir ese sabor fuerte que les dejaba la cabeza mareada.

-Esto es un vicio -berreó Vilas.

-Y que lo digas -exclamó asombrado Ephraim.

Ambos se rieron a carcajadas debido a lo absurdo que era esta situación.

-Dime una cosa, ¿quien eres en realidad? -le pregunto con capricho.

Pudo ver por su cara que ahora tenía verdaderas intenciones de conocerlos a ambos, pero no de la forma maliciosa que mostro antes. Después de haberle permitido beber con él, le parecía el mejor momento para poder confiar en él.

-Mi nombre es Ephraim, y el chico de ahí es mi sobrino Gorkit -le confesó.

-¿De donde venís?

-De Trollia Central.

Esbozo una mirada de asombro que le dejo la cara endurecida.

-Por los ancestros -farfulló.

-¿Eso te supone algún problema? -le pregunto, asumiendo que le molestaría de la misma forma que le molestaba al resto de trolls con los que se juntaron.

-No, al contrario -quedo pensando que más decir-... bueno, hubo un tiempo en que me molestaba bastante, pero ahora...

-Ahora ambos estamos en la misma, ¿verdad? -recalcó, señalando que como ambos estaban siendo controlados por un loco tirano, eran iguales.

-Si -reafirmo, soltando una pequeña risotada falsa de lo ironico que sonaba.

Ephraim pudo ver que Vilas no era tan malo como parecía, era un hombre comprensible y capaz de tener una mejor perspectiva. Pero ahora tenía el problema de que se sentía derrotado ante la situación por la que pasaba.

-¿Como estan las cosas ahí? ¿En Trollia Central? -le pregunto esbozando una mirada de suplica, verdaderamente tenía ganas de saber cosas del mundo exterior.

-Bastante mal, Kaos mando a un grupo de tropas a conquistar los pueblos más vulnerables de Skylands. Se ha juntado con un ciclope, un hombre que controla a los chompies y no se a quien más. Y encima cuando vine a reencontrarme con Gorkit, para pedirle que se viniese conmigo a regresar a casa para celebrar el funeral de alguien importante, se montó un golpe de estado. Todos los trolls de Trollia Central ahora están decididos a acabar con el dominio de Kaos -le explicó concretando todas las cosas que pudo descubrir en el poco tiempo que paso ahí.

Vilas suspiro aliviado por ser notificado de toda esa información.

-Creía que nunca lo oíria -dijo.

-¿El qué? -cuestiono Ephraim esa exclamación.

-Oír que la gente pasaría de Kaos por una vez -declaro, sonriendo gratamente.

Echo una sonrisa parecida.

-Lo mismo digo -alzo su vaso con lo poco que quedaba de la malta.

Ambos golpetearon sus brazos celebrando el golpe de estado.

-Entonces... ¿habeís echo toda esta caminata desde Trollia Central hasta aquí solamente para llevar a tu sobrino a ese funeral? -pregunto, asimilando el asunto.

-Y si, se lo debo a la familia. La chica que ha fallecido es un antiguo noviazgo de Gorkit, me lo llevo para que pueda lograr que descanse en paz, así su alma no acabe atrapada en el mundo de los muertos.

-Eso esta bien, pero bastante peligroso ahora -recalcó seriamente.

-Lo se, no ha sido facil -miró el vaso removiendo la malta, imaginandosela como si esa fuese su vida girando constantemente-. Sobretodo ahora que la tenemos a ella.

Pudo saber a quien se refería.

-¿Donde fue que la encontrasteís? -pregunto, dispuesto a averiguar sobre ese tema.

-Nos topamos con un troll que tenía el carruaje, no sabíamos que era un esclavista hasta que acabamos en su bar. Nos peleamos con la gente que había ahí dentro, una cosa llevo a la otra y el local se prendió fuego.

Frunció el ceño, absorto al oír eso.

-¿Prendisteis el fuego el bar? -critico, sin poder creerse eso.

-Pero malintencionadamente. El sujeto del carro se murió en el incendio y cuando intentamos de huir, descubrimos a Elfina, encerrada en la parte delantera. La sacamos y nos la llevamos para ponerla a salvo.

-¡No! -bramó, llevandose las manos a la cabeza.

-¿Ocurre algo con eso? -critico su reacción.

-Si -confirmo con total plenitud-. Habeís dejado que un troll muera, prendisteis fuego un bar y os llevasteís a una elfa prisionera, ¿sabes lo que implica eso?

-Si, que nos busca la Guardia Urbana -confirmo retoricamente.

Quedo sorprendido al ver que parecia saberlo.

-¿Os habeís topado con la Guardia Urbana?

-Esta misma mañana se metieron en la casa de Norbell, buscandonos. Por poco nos encuentran, pero nos marchamos de ahí antes de que la cosa acabase mal.

-¿Y a Norbell no le ocurrió nada grave? -pregunto alteradamente.

-No, nada. Le sirvio el desayuno al lider de ese grupo, que se llamaba...

-Orbuk.

-Si, ese mismo -confirmo, sintiendo que sabía algo-. ¿Lo conoces?

-Es tio del padre Vecket -declaró con temor.

-Oh por los ancestros -exclamó sintiendo un enorme dolor en la cabeza, eso era algo que no había intuido para nada, y descubrirlo le hacía sentir que empeoraban las cosas.

-Si Orbuk viene por aquí buscandoos, seguramente le dirá al padre Vecket que os escondeís aquí mismo -recalcó con tono precavido.

-Pero no sabe que estamos aquí.

-No, pero la gente sí.

Eso le hizo intuirse otra cosa mucho más alarmante.

-¿Tu crees que la gente se chivará al padre Vecket de nuestra presencia?

-Estan tan ensimismados en su mundo que son capaces de decirle cualquier cosa con tal de complacerle -indico bajando la mirada en señal de que esa idea le daba miedo.

Aquello lo puso tenso ya que no sabía deducir que era peor. Si encontrarse con el padre Vecket y ser llevado al fuego para morir incinerado, o encontrarse con la Guardia Urbana y sufrir un destino mucho más lento y poco doloroso.

-En cuanto esa chica se cure, será mejor que os marcheís de aquí -recomendó Vilas como excusa para así poder marcharse pronto.

-Si -acepto decididamente.

De pronto escucho unos golpes que venían de muy lejos.

-¡Doctor Vilas! -alguien llamo.

Ambos alzaron las miradas hacía el frente, fuera del jardín.

-¡Doctor Vilas!

Dirigió la mirada hacía Vilas, quien yacía con una expresión endurecida como si se hubiese encontrado con algo singularmente aterrador.

-¿Quien es? -le pregunto, murmuradamente.

Le devolvió la mirada mientras tragaba saliva.

-Es él -contesto.

-¡Soy el padre Vecket!, ¡abra por favor!