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EL ALMACÉN
Después de que Kaos hubiese conseguido el acuerdo con los Banqueros, el Magistrado decidió sacarles de la Asamblea para llevarles al lugar donde debían esperar las siguientes opciones de comercio para conseguir la tecnología que habían venido a buscar. Cruzaron el pasillo claro hasta llegar a la sala oscura que actuaba de vestíbulo. Luego bajaron por el ascensor que seguía moviéndose como si no tuviese potencia. Llegaron a un piso inferior donde se encontraba una sala con aspecto hexagonal, las paredes eran doradas y brillaban y al lado del ascensor se encontraban dos guardias trolls armados con dos rifles, ambos mantenían unas expresiones serias e intimidantes como si estuviesen dispuestos a atacarlos ahora mismo.
Al ver eso Kaos empezó a hacerse a la idea de que este no era un lugar para que esperasen. Era un lugar para mantenerlos cautivos por si intentaban escapar en caso de que todo esto fuese un engaño.
El Magistrado se marchó dejándolos ahí custodiados, pero avisándoles de que pronto vendría Vergo, estaba con los Banqueros decidiendo qué proporciones de la tecnología arkeyan iban a darles. Una vez decidido eso, él vendría y les llevaría al almacén para hacer el trámite y después de eso podrían volver con lo obtenido.
Esperaron pacientemente su llegada para así poder marcharse, aunque Kaos le mosqueaba el asunto ya que le hacía sentirse un prisionero de algo de lo que no podía escapar. Pero por lo menos mantuvo la compostura para que aquellos guardias no pensasen que estaba maquinando algo malo. Pero Fraymus estaba solemne y preocupado, desde que vio que Kaos trajo el cuerpo muerto del Maestro del Portal Nattynbumpo, no dejaba de darle vueltas al asunto. No lograba entender cómo era que había mantenido oculto el cuerpo putrefacto de su maestro durante tanto tiempo y sin decírselo a nadie. Mejor dicho. ¿Porque nunca se lo dijo a él o siquiera se lo mostró cuando estaba ayudándole a ser emperador? Empezó a sentir que Kaos le estaba ocultando más cosas de las que creía.
-Kaos, ¿puedo hacerte una pregunta? -le lanzó una mirada conflictiva.
-Si -frunció el ceño, intrigado ante su mirada.
-¿Cuánto hace que llevas ocultando el cuerpo de Fraymus? -inquirió con soberanía.
-¿Qué quieres decir? -se quedó indeciso, como si no hubiese captado la pregunta.
-Sabes perfectamente lo que quiero decir -le recriminó asqueado al ver que ahora no solo le ocultaba cosas sino que encima le ignoraba contárselas.
Se acercó hacía él con tono amenazante, eso provocó que Gurcy se pusiese detrás de Kaos para poder defenderle. Miró fijamente al rabioso troll esperando que tuviese la decencia de entender lo que pasaba, pero no. Gurcy era un sér inexpresivo sin alma con una lealtad demasiado irrompible. No iba a ser fácil tratar con él a menos que quisiera ponerse de su lado, lo cual resultaría imposible.
-Dime la verdad Kaos, no pienso ignorar esto -le reprochó dirigiéndole una mirada soberana de ir muy en serio con el tema.
Kaos sabía muy bien cómo era Fraymus, era un general honorable y eso hacía que no pudiese hacer la vista gorda, y encima sobre todo ahora que estaban negociando con unos serés tan superiores que no se les podía molestar.
-Dejale -permitió dirigiéndose hacía Gurcy.
Gurcy acepto, pero no se sentía muy a gusto con Fraymus. Se acercó hacía Kaos dirigiéndole una mirada inquisitiva, como si le interrogase con la mente.
-Es cierto -contestó.
Le sorprendió que no soltase alguna excusa para justificar su acto como algo razonable por el cual debería de verlo desde otra perspectiva.
-Cuando mató a Nattynbumpo y a todos los acólitos magos que le defendían, no podía dejar de pensar en que conocía a toda esa gente. Si es cierto que ahora me había vuelto malvado debido a mi nuevo poder. Pero sentía que no era justo dejarlos morir ahí. Así que lo primero que hice fue recoger los cuerpos de todos los que intentaron atacarme. A ellos los quemé con honor en una hoguera enorme, pero en cambio al maestro Nattynbumpo le di una sepultura mucho más honorable. Una de la que se sentiría orgulloso a pesar de haberlo matado.
-Que poético -exclamó Fraymus, riéndose de su cruda honradez.
Gurcy refunfuño para sus adentros, no le gustaba su sarcasmo.
Decidió ignorarlo, no quería pelearse con él.
-Decidí enterrarlo en el mausoleo principal de los Maestros del Portal, donde también estaban enterrados los anteriores Maestros, lo dejé ahí para que descansase plácidamente como él hubiese querido. Y después de eso me fui.
-¿Entonces no te lo llevaste contigo? -se cuestiono al ver que parecía estar equivocándose en un hecho con esa historia.
-No, y yo no fui quien se lo llevó. Recuerda bien que me presente Trollia sin nada más que un montón de ropa y mis poderes oscuros -señaló expresamente.
Lo recordaba perfectamente, Kaos apareció en Trollia Central como un vagabundo, desnutrido, sucio y con aspecto de haber salido de una mazmorra o haber estado trabajando en unas minas a varios metros bajo tierra.
-Cierto -confirmó plenamente.
-Me presente con los senadores mostrándoles el poder que tenía, y de ahí ya sabes como acaba la historia -se encogió de hombros esbozando una sonrisa picarona, como si le gustase pensar que eso fue un final feliz.
Sentía que aquello no contestaba a su incógnita.
-Ya, pero después sucedió lo de la emboscada marina en la que me caí y me diste por muerto, ¿aprovechaste ahí para sacar el cuerpo de Nattynbumpo del mausoleo? -recrimino insinuando esa posibilidad.
Torció su labio inferior.
-Yo no lo hice -declaró.
Quedó aún más extrañado todavía.
-¿No lo sacaste? ¿Entonces quién fue?
-Después de que desaparecieses, sentía que había perdido a alguien especial, como había pasado con Eon. Yo me intuía que aún seguía vivo, así que deduje que de estarlo acabaría estando en el único lugar donde podría sentirse como en casa. Regrese al palacio destrozado, ¿y sabes con que me encontré?
-¿Con qué?
-Alguien había estado ahí, y lo saqueó todo.
-¿Todo? ¿Incluyendo el...
-Si -confirmó esbozando una mirada de enojo, se notaba que eso si le molestaba personalmente-. Alguien estuvo ahí y se llevó lo que había sobrevivido, armas, libros, pociones, incluido el cuerpo que dejó en el mausoleo.
Ahí entonces pudo deducir cuál fue el problema.
-¿Quién se llevó el cuerpo?
-Fueron piratas.
-Típico -espeto con amargura.
-Aquello me resultó indignante, así que por eso mismo les seguí el rastro hasta dar con el grupo que se lo llevó. Era una banda de cinco individuos que aparentemente se habían llevado el cuerpo para usarlo como moneda de cambio y conseguir comida.
-¿Y qué hiciste entonces?
Levantó la ceja.
-¿Tú qué crees? Lo mismo que tú habrías hecho.
Pudo hacerse una rápida idea de lo que quería decir.
-Venga ya Fraymus, no me pongas esa cara. Reconócelo -le dio una palmada amistosa en el hombro-. Tú habrías hecho lo mismo al encontrarte con piratas así.
En eso no podía negárselo. Él era un general, lo que implicaba que tendría que tomar alguna decisión que tuviese que ver con matar a alguien. Y tratándose de piratas no iba a ser ninguna excepción, eran peores que los trolls ya que no tenían ningún respeto por nada ni por nadie. Sin dudarlo los habría matado para evitar más violencia.
-¿Los mataste? -pregunto, dispuesto a saber como terminaba esa historia.
-Primero les exigí estrictamente que me devolvieran el cuerpo. Pero no me hicieron caso, no era nada para ellos, ni para su capitán que parecía tener algo de cerebro en comparación con su tripulación -mencionó amargamente-. Intentó matarme, pero yo me defendí usando mis poderes. Le mate, y luego al resto de su tripulación.
Asintió reconociendo que sucedió lo que se esperaba escuchar.
-Tras recuperar el cuerpo me dispuse a devolverlo adonde pertenecía. Pero me di cuenta de que ya no había lugar al que devolverlo, el mausoleo había sido destrozado, así que entonces no me quedó otra que llevármelo al Palacio.
Quedó indeciso al ver que parecía tomárselo demasiado bien, como si hubiese cometido una acción razonable.
-¿No pudiste enterrarle en otro sitio? -crítico.
-Pensé en hacerlo, pero entonces me di cuenta. Él era el último Maestro del Portal del que se tenía constancia de que había muerto de verdad, eso tendría que valer algo para muchos. Así que decidí conservarlo de forma segura para que así en algún futuro, pudiese entregárselo a alguien quien le diese mejor sepultura que yo -explicó sincerándose de forma verdaderamente compasiva.
-¿Como ahora? -protesto.
-Pues si -confirmo plenamente.
-¿Y no podrías habérselo dado a alguien?
-¿A quién? Piénsalo bien, ¿a quién se lo podría haber dado? ¿A los cíclopes? ¿A los leviatanes? ¿A los piratas? ¿O alguno que respetase verdaderamente a los Maestros del Portal sin importar si eran enemigos o no? -concreto soltando todas las opciones, desde la más pecaminosa a la más razonable.
Fraymus se llevó las manos a la cabeza agobiado al no poder soportar este tema. Quería pensar que Kaos estaba haciendo lo correcto por una vez. Pero cuanto más escuchaba, más sentía que todo lo hacía sin saber lo que era un acto altruista.
-Venga Fraymus, no te quejes tanto, le he entregado el cuerpo de Nattynbumpo a los Banqueros, ellos le darán una mejor sepultura que la que yo le he dado -le animó Kaos queriendo que se lo tomase a bien.
Se quejó, soltando un amargo resoplido de angustia.
-Ya, pero ese no es el problema.
-¿Y cual es?
-Kaos, eres incapaz de preocuparte por los demás, sin tener algo a cambio. Por eso mismo la gente desconfía de ti -le soltó con total dureza.
-Eso no es cierto, cuando metí el cuerpo en el Palacio, solamente se lo pedí a unos pocos hombres para que lo mantuvieran en secreto. Cosa que ha permanecido así desde entonces -señaló tercionando su crítica.
-¿Quien más lo sabe?
Volteo la mirada hacía Gurcy.
-¿Tu lo sabías? -le pregunto sorprendido.
-Yo soy leal a Kaos, jamás me chivaría ante nadie -declaró de forma breve.
Quedó más rezagado ante este asunto.
-Lo ves Fraymus, si que confió en la gente, porque se que siempre serán leales a mí a pesar de las cosas que haga -repuso incredulamente Kaos señalandole que por mucho que se quejará, él seguiría teniendo la razón.
-Por ahora -terció.
No le gusto oír eso.
-Ahora las cosas se han calmado, pero pronto estallará, no se si será cuando venga Eon con sus guerreros, o cuando un grupo decida estallar el Palacio para matarte -argumentó indicando las posibilidades que había de que todo acabase mal.
Con eso ya tuvo bien claro que Fraymus ya no estaba completamente de su parte.
De pronto un fuerte sonido les sorprendió a ambos. Se dieron la vuelta y observaron que el ascensor bajaba, deteniéndose por medio de un abrupto golpe. Uno de los guardias abrió la puerta de un tirón y salió Vergo caminando hacía ellos con autoridad.
Kaos se alivió al ver que por fin aparecía.
-Señor Kaos -saludo cordialmente Vergo.
-Banquero Vergo -le devolvió el saludo.
-¿Qué han pactado los banqueros? -pregunto intrigado Fraymus.
-Han pactado entregarle el 80% de la tecnología arkeyan que tenemos almacenada -declaró, soltándolo con un tono rígido y serio, como de desconfianza.
-¿Por qué un 80%? -cuestiono Kaos.
-A pesar de que les haya entregado el cuerpo del Maestro del Portal Fraymus, no se sienten muy confiados. Tienen pánico de que si les entregamos esta tecnología puedan acabar usándola para atacarnos y destruir todo aquello que hemos creado.
-Les juro que no pienso atacaros -decretó firmemente Kaos, alzando las manos para mostrar que venía en son de paz.
-Eso dice ahora, pero luego usted o alguien usa esa tecnología en su propio provecho y luego viene aquí a buscar más tecnología que pueda servir para conquistar Skylands, y cuando me refiero a conquistar todo Skylands. Me refiero a absolutamente todo, desde la superficie más alta, hasta lo más hondo -argumentó señalando que iban a entregarles esa proporción por precaución de que hubiese un suceso mucho mayor.
Ambos se miraron reconociendo que era una idea razonable.
-Por eso mismo solamente les daremos una porción aceptable pero no tan sumamente enorme de la tecnología arkeyan que mantenemos guardada. Los arkeyans eran una raza robótica que por poco aniquiló a toda forma de vida orgánica. Es mejor que aún siga aquí -dirigió una mirada inquietante hacía Kaos-. A menos que pretenden usarlo para fines mucho menos excepcionales.
Kaos se sintió impresionado. Esa era una de las razones por las cuales le gustaba confiar en Vergo, tenía una gran determinación a la hora de trabajar y nunca ignoraba el más mínimo detalle. El tipo de troll que necesitaba para su imperio.
-Por nosotros nos parece bien -acepto conforme Fraymus.
-Yo también -coincidió Gurcy.
-¿Alguna objeción más antes de hacer este intercambio? -añadió.
-Si -dijo Fraymus-. ¿Qué harán con el cuerpo del Maestro Nattynbumpo?
Kaos se agobio en su mente al ver que seguía metido aún con el tema.
-El cuerpo del Maestro Nattynbumpo será enterrado y conservado en un cementerio especial que tenemos instalado al otro lado de la isla. Descansará en paz junto a otros serés importantes de la historia de Skylands -comentó con tono respetuoso.
Todos se sintieron conformes con eso.
-Si me lo permiten, acompáñenme por favor -pidió cordialmente.
Se dio la vuelta y ambos siguieron regresando al ascensor. El mismo guardia abrió la puerta de un tirón y los tres pasaron al interior donde se encontraba de nuevo el Magistrado manejando la palanca que controlaba el elevador. Kaos intentó no echarle muchas miradas cínicas ya que parecía no seguir muy contento con él por lo sucedido antes. Decidió ignorarlo ahora que todo el asunto estaba zanjado.
Bajo la palanca y entonces el elevador descendió.
En ese momento Kaos decidió aprovechar para hablar con Vergo, era uno de los pocos hombres en quien confiaba en este lugar. Tiempo atrás había estado conversando con él con la idea de reclutarlo para su ejército, pero no funcionó. El hombre tenía sus razones para no volver a su tierra de origen.
Se dispuso a decirle algo, pero el Magistrado continuaba mirándole como si no quisiese que no hiciese nada por miedo a una represalia. Decidió dejarle una vez que estuviesen fuera y Vergo les llevase al almacén.
Bajaron provocando que el ascensor se detuviera de la misma forma abrupta que antes. Kaos trago saliva. Sentía que no se iba a acostumbrar a este elevador de ninguna manera, ni aunque lo arreglaran o le hiciesen algún ajuste. Abrieron la puerta y ambos salieron, soltando un fuerte suspiro como de recuperar el aire que habían perdido al estar encerrados en aquella habitación que casi los sofoca.
-Señor Kaos -dijo el Magistrado.
Se detuvieron sorprendidos. Kaos se giró mirándole extrañado.
-Puede venir aquí un momento -le pidió, esbozando una mirada incrédula.
Refunfuño para adentro, se acercó dirigiéndose hacía él con la misma expresión.
-¿Desea algo Magistrado? -le preguntó, disimulando su sarcasmo.
-La verdad es que no deseo nada de usted, pero le aviso de una cosa -contestó con un tono severo pero sincero-. No me gusta que haya regresado, no confío en usted, ni confié tiempo atrás y tampoco me fio ahora. Usted es un sér que ha creado todo un imperio en base al miedo, la intimidación y un poder tan oscuro que nadie debería de tener metido en su cuerpo. Entregarle nuestra tecnología almacenada sería como darle a Malefor nuestras propias vidas. Los Banqueros pueden estar conformes con negociar con usted de nuevo, pero yo no.
-¿Y eso quiere decir? -cuestiono ese argumento.
-Que si algún día de estos ese poder oscuro que tiene le consume hasta descontrolarse, y viene aquí en busca de crear violencia, para matar a los Banqueros tal vez, desearía ser el último en morir para mencionarle que tenía razón.
-¿Razón en qué?
-En que usted es una amenaza que merece ser erradicada y detenida, antes de que sea demasiado tarde -señaló con total impetud.
Que le dijese eso, le hizo darse cuenta de porque el Magistrado siempre le había caído mal desde el principio. No era un hombre amargado e ingenuo como solía mostrarse habitualmente. Era un troll calculador con un gran instinto para darse cuenta de que algunas personas eran un peligro importante para la civilización. Y él era una de ellas, se mostraba serio, pero esas advertencias que le soltaba, se producían por miedo, miedo a intuir que cometería esa idea que tanto temía que ocurriese.
-Eso es todo Kaos, tenlo en cuenta -espeto tomandoselo cortésmente, luego se dio la vuelta regresando al elevador.
Kaos refunfuño para sus adentros, no le gustaba que nadie le hiciera frente, sobretodo alguien que ya le tenía en la diana desde hacía mucho tiempo. Se dio la vuelta ignorando su salida para regresar con su grupo.
Tras escuchar eso, no pudo evitar fijarse de vuelta en los registradores de los costados. Mostraban las mismas caras que mostraron al principio cuando entró. Solo que en esta ocasión había una diferencia, esas caras no eran de odio, eran de intimidación. Como una señal para que supiese que aunque estuviese haciendo un negocio aquí, no era bienvenido por mucho tiempo.
Salieron de la Sede Central, alzaron la vista y el sol les pegó fuerte en sus caras. Haber estado tanto tiempo ahí metidos les hizo sentirse una eternidad, ahora la luz del sol les parecía un foco de esperanza para no pasar más tiempo en ese lugar.
Aprovecho este momento de libertad para poder conversar con Vergo.
-Veo que las cosas no han cambiado mucho por aquí desde la última vez que estuve -le comento sarcásticamente, como una excusa fácil para entablar conversación.
-La última vez que pasó por aquí nadie quiso echarle de menos después de que se fuese -recalcó cínicamente.
Kaos se rió ante su comentario, esa era otra cosa que le gustaba, siempre tenía una frase incrédula o sarcástica que soltar, eso le permitía simpatizar con él.
-Discúlpeme si le hemos ofendido a usted y a sus compañeros Banqueros en algo, no queríamos que esta situación se volviese tan efímera -se disculpó Fraymus queriendo hacer las paces con él para que no pensase mal de ellos. Se sentía culpable como si él hubiese sido el que presentó el cuerpo ante los Banqueros.
-No hace que se disculpe. Si fuese por mi y mis compañeros estaríamos ahora mismo arraigados a castigarlo por semejante despropósito, pero por lo menos ha logrado algo honorable entregándonos el cuerpo de Nattynbumpo -comentó cordialmente Vergo demostrando una cierta simpatía-. Hace años vino un viejo mabu que decía que había estado donde antes solía estar el Palacio de los Maestros del Portal, el lugar fue saqueado hasta no quedar nada histórico que se pudiese rescatar.
-¿Alguno vino trayendo un objeto relacionado con el Palacio?
-Hubo uno hace unos años. Vino un pirata joven que quería entregarnos un par de libros de encantamientos con tal de obtener algo de dinero para su familia. Se lo pagamos y ahora esos libros están guardados en un lugar seguro donde no podrán ser tocados por nadie o siquiera desgastarse con el tiempo.
-¿Esos libros están en el lugar al que vamos nó? -objetó Gurcy.
-Así es, y ahí viene nuestro transporte -señaló dirigiendo la mirada al frente.
Los demás alzaron la mirada observando que se estaba acercando un vehículo maniobrado por un grupo de cuatro ruedas compuestas por una goma negra que lo cubría y le permitía moverse fácilmente por el terreno. Aquello era un automóvil, un vehículo de tierra inspirado en los diseños de la tecnología arkeyan, pero construido de una forma primitiva con menos engranajes y piezas que pudiesen soportar cualquier impacto. Estaba siendo conducido por un troll que lo manejaba usando una rueda parecida a un timón de barco, solo que este era más pequeño y tenía tres huecos del tamaño suficiente como para introducir las manos a través de él. Lo giro drásticamente para maniobrar el vehículo y acercarse hacía ellos.
Se acercó y pudieron ver que había otros seis asientos libres, uno estaba delante al lado del conductor y otros cuatro atrás de todo.
-Escojan sus asientos -invitó Vergo con tono cortés.
-Con mucho gusto -agradeció Kaos sumamente encantado.
Kaos salto dentro del vehículo escogiendo el asiento mediano de la derecha. Luego Gurcy se sentó detrás para proteger a Kaos. Fraymus se dispuso a sentarse al lado de Kaos, pero no pudo evitar fijarse en algo interesante del vehículo.
-¿Ocurre algo general Fraymus?
Fraymus golpeó el costado lateral del vehículo con el pie.
-Nunca antes pregunté, ¿cómo logran funcionar estas cosas? -preguntó con interés.
-Tienen un pequeño motor incorporado que funciona por medio de un tanque que contiene una sustancia parecida al combustible que utilizan los motores de las naves aéreas, pero contamina menos aunque tiene el defecto de ser algo volátil -explicó señalandole con la mirada donde se encontraba el motor.
Estaba incorporado debajo de la parte trasera del vehículo.
-Vaya -exclamó asombrado Fraymus.
-¿Le interesa?
-Siempre me ha impresionado la maquinaría que ustedes tienen aquí incorporada. Tienen cosas que en nuestra tierra y a nosotros podría resultarnos útil -comentó mostrando un orgulloso interés por su tecnología.
Kaos se rio, verle entusiasmado de esa manera le hacía parecer un niño que estaba descubriendo lo que era un caramelo, y le gustaba demasiado tenerlo.
-Una vez os dimos a vosotros nuestros artilugios -mencionó Vergo.
-¿De verdad?
-Así es, os compartimos parte de ella, pero la usasteis para contaminar aún más vuestras tierras. Por eso mismo decidimos no daros más, nos resulta más preferible usarla aquí donde lo tenemos todo controlado para evitar que destruyáis la naturaleza con tal de convertirla en una ciudad agrícola.
Se quedó reflexionando sobre esa cuestión. Cierto era de que las máquinas contaminaban el aire de Skylands y eso provocaba que muchas plantas y árboles quedan infectados de sustancias nocivas. Pero le resultaba una lastima que no pudiesen compartir esa misma tecnología aunque pudiesen manejarla con cuidado de no arruinar nada.
-Quizás podamos obtener algo que luego podamos usar de forma correcta -opinó, dando una idea para que se la replantease.
-Esto no es cuestión de si podéis intentarlo o no, es cuestión de que nosotros hemos hecho los gráficos y sabemos perfectamente de que seréis capaces con vuestras máquinas de arrasar con mucha más naturaleza que los arkeyans -indico señalando que no les iban a dar porque tenían la confianza de saber que caerían en el mismo problema.
Con eso ya no pudo replantearse nada más.
-Venga Fraymus, no tenemos todo el día, debemos volver cuanto antes a Trollia Central para evitar que nuestros amigos arruinen mi puesto -insistió incredulamente Kaos, se estaba cansando de tener que ver aguantarles conversar como si fuesen amigos de toda la vida interesados en un mismo tema.
Ambos se miraron con resignación.
-Es largo de contar -exclamó, riendo falsamente.
Vergo sonrió, sabiendo bien de lo que hablaba.
Lo dejo estar y se sentó en el asiento delantero derecho.
El conductor acelero y marcho pasando al lado de la Sede Central, giro en una esquina y eso los llevo por una ciudadela repleta de edificios y fabricas, habían chimeneas cilíndricas que echaban un humo negro de carbon del interior de ellas.
Kaos se acomodo en el asiento, sentía que estaba teniendo una guía turística por el lugar, hacía tiempo que no pasaba por aquí. Recordaba que estaba todo transitado y no paraban de haber trolls recorriendo las calles mientras transportaban todo tipo de cargamentos. También recordaba haber hablado bastante con Vergo, descubrió varias cosas de él, una especialmente era que en realidad había nacido en Trollia Central y no aquí en el Banco de Piedra como muchos creían. Le resultaba interesante, pero nunca se pasó a preguntarle porque pasó de vivir ahí.
-Dime una cosa Vergo, ¿como pasaste de vivir en Trollia Central a trabajar en este inhóspito lugar alejado de cualquier ser viviente? -le pregunto cínicamente.
Vergo rezongo, no le gustaba que preguntasen, pero esta vez iba a hacer una excepción debido a que conocía a Kaos lo suficiente para saber que por lo menos no le trataría de insubordinado a su raza o algo parecido.
-¿Acaso no te gustaba formar parte de los tuyos? -añadió incredulamente.
-Kaos -le reprocho Fraymus, le resultaba una crítica menospreciable.
-No se preocupe general Fraymus -apaciguó con cortesía-. Se muy bien de lo que habla, y la verdad es que si. En su momento me gustaba vivir ahí, pero luego lo tuve que dejar. Mi padre era el anterior experto en cargas, cuando falleció según las reglas del Banco de Piedra, constaba de que su heredero más cercano tendría que hacerse cargo del puesto, y eso significaba quedarme aquí y no volver nunca.
-Recuerdo eso -continuó Fraymus-. Hubo mucho jaleo en el pueblo porque se decía que uno de los hombres más respetados de toda Trollia Central se tuvo que marchar cuando nadie quería que se fuese.
-Así es, yo soy ese hombre que armó tanto escándalo -confirmó solemnemente-. Antes yo solía ser un trabajador honrado a quien todos respetaban, la gente me conocía por mi amabilidad y por lo culto que soy. Que me fuese, fue como si todos se entristeciesen por haber perdido al rey más honrado que habían conocido nunca.
Fraymus se quedó indeciso al oír eso, nunca antes se hubiese imaginado que alguien se marchase al Banco de Piedra pudiese provocar semejante desolación.
-¿Dejó a alguien atrás? -le pregunto, con curiosidad.
-Deje muchas cosas atrás, demasiadas -contestó sin dar muchos detalles.
Cruzaron en la siguiente esquina, acabaron entrando en un enorme complejo formado por unas estructuras grises cuadriculadas. Todos tenían el mismo aspecto y debían de medir unos trescientos metros de altura, como una torre de quince pisos. Estos complejos eran los almacenes privados del Banco de Piedra, lugares de almacenamiento donde tenían guardados todo tipo de artilugios que se habían ido recolectando con el paso del tiempo. Los mantenían ahí para protegerlos del mundo exterior ya que la mayoría de los artilugios que se iban recolectando pertenecían a los arkeyans o a cualquier otra civilización que hubiese sido hostil en otro tiempo. Podían quedar ahí guardados eternamente sin que nadie los usase, o podían ser extraídos en base a algún intercambio de igual o importancia. Y como les había entregado el cuerpo de Nattynbumpo, ahora podrían extraer de la mejor tecnología arkeyan que tenían almacenada.
Le hizo una seña al conductor y este se detuvo delante de la entrada.
Ambos bajaron y al instante el conductor aceleró con el carro, se marchó.
-¿No se va a quedar esperándonos? -cuestionó Fraymus, quedó sorprendido al ver que el conductor se marchaba tan de repente.
-El conductor tenía órdenes de llevarnos, una vez que hayamos descargado el cargamento, vendrán unos hombres montados en unos carros de carga para poder llevároslos a vuestra nave -aclaró concretamente Vergo.
-Uhum, suerte de que lo tenéis bien calculado -opino impresionado Kaos-. Por un momento me imaginaba que tendría que ser yo el que sacase las cajas de aquí.
Se puso a reír descaradamente delante de Vergo, este ni se inmuto a sus sarcasmos.
Finalizó de reírse al ver que no producía efecto alguno.
-Seguidme por favor -pidió con tono autoritario.
Siguieron a Vergo hasta la entrada del complejo, enfrente se encontraba un guardia bastante robusto, rígido y armado con un enorme fusil de punta fina. Vergo se puso delante del guardia y al instante de su túnica una hoja agarrada a una tabla.
Aquella hoja era la solicitud del acceso para sacar un artículo del almacén, los Banqueros lo firmaban con dicho cliente y una vez que se lo mostraban al jefe del almacén, tachaban todas las condiciones y se lo enviaban a los archivadores que se encontraban en la Sede para dejar constancia del intercambio de artículos.
-Banquero Vergo, solicitó la entrada a este almacén para avalar una venta -le comunicó firmemente entregando la hoja.
El guardia agarró la hoja con la mano que no sostenía el arma, lo examinó detenidamente, se notaba por el movimiento de sus ojos que lo estaba leyendo de verdad. Alzó la mirada y asintió estando conforme. Se la devolvió y entonces se acercó a un panel formado por un grupo de botones pintados con un marrón que los hacía parecer estar hechos de madera. Pulso rápidamente una combinación, lo hizo tan rápido que apenas se pudo ver de cual se trataba.
Se oyó un pequeño pitido saliendo de la máquina.
Luego la puerta empezó a abrirse por ambas bandas.
-Adelante -permitió el guardia haciéndose a un lado.
-Gracias -agradeció Vergo.
El grupo pasó al interior, estaba todo oscuro y apenas salía algo de luz de unos delgados ventanales que se encontraban instalados a los costados. Se sentía como estar metidos en las mazmorras del castillo, oscuro y despropósito de cualquier signo de vida. Caminaron un pequeño pasillo formado por cajas de madera hasta que llegaron al final donde estaba todo más iluminado que al fondo. Pudieron ver que más adelante se encontraba una sala de recepción. Era un escritorio acoplado a unas barras de aluminio que se extendían por el centro de la sala como si fuese una jaula. En el frente había un hombre, un troll con una mirada cínica y despreocupada, tenía pinta de ser el recepcionista. Estaba hablando por un radiofónico de pequeña frecuencia, era un radiofónico de tamaño medio que servía para hablar a cortas distancias y solamente podía usarse para hablar en cualquier lugar del Banco de Piedra.
-Si, lo sé, el envío se produjo siguiendo todas las indicaciones, si se ha roto es porque a lo mejor estaba mal empaquetado. Yo no tengo nada que ver con esto -discutía el recepcionista por el radiofónico, esbozando un tono de paciencia controlada.
Ambos se miraron intrigados por la conversación que estaban manteniendo.
-Ya lo sé, hablé con la Sede o con los Banqueros, yo ya no puedo hacer más usted. Lo siento, vale, corto y cierro -finalizó y desconecto el radiofónico, asintió agobiado y luego giró la mirada observando al grupo que tenía delante-. Mucho gusto en volver a verle por aquí Banquero Vergo.
-Lo mismo digo Sigs -agradeció cortésmente el saludo.
Se dispuso a decirle algo pero rápidamente se fijó en el sér que tenía al lado.
-Un momento, yo le conozco -le señalo con el dedo.
-¿Así? -se cuestionó Kaos.
-Si, usted es el enano cabezón que le echó la bronca a los Banqueros hace años -re-conoció entusiasmado al verle.
-¿Como que enano cabezón? -crítico Kaos enfurismado por ese comentario.
Gurcy se dirigió hacía él esbozando una mirada salvaje.
-Tranquilidad -ordenó Vergo.
Ambos se calmaron y Sigs quedó atónito ante lo que acababa de pasar.
-Vaya, qué tensión -exclamó asombrado.
Kaos miró fijamente a aquel recepcionista, solo con verle ya pudo hacerse a la idea de que aquel troll ya no le caía bien, su comportamiento cínico y despreocupado le hizo recordar a los jóvenes alumnos con los que había estado trabajando cuando era un estudiante en la Ciudadela de los Maestros del Portal. Todos siempre actuando como si lo supiesen todo mientras él era el que hacía todo el trabajo correcto.
-¿Es usted el dueño de este almacén? -preguntó Fraymus.
-No, yo soy Sigs, el encargado jefe, el que se encarga de controlar el contenido de cada carga que se introduce y se saca de este almacén -comentó cínicamente.
-¿Y dónde está el dueño del almacén? -pregunto Gurcy.
-Ahí arriba -se giró señalando hacía un piso superior donde se podía ver un ventanal del que emanaba una fuerte luz brillante. Apenas se distinguía lo que había al otro lado, pero se podía vislumbrar una figura negra que parecía estar mirándoles desde lejos-. Será mejor que no le hagáis enfadar, es capaz de encerrarnos a todos aquí solo para hacer mal el trabajo.
Ambos se miraron intuyéndose de que aquel jefe podía ser otro tipo de Kaos.
-¿Y de qué iba la conversación que estabas manteniendo ahora? -preguntó Fraymus, intuyendo que por lo que mencionaba teorizaba que se hizo un mal trabajo.
-Hay un tío de por aquí que recibió una colección de tazas que provenían de aquí, pero aparentemente una de las tazas tenía una pequeña rajadura en la asa y ahora me está echando la bronca porque se piensa que yo tengo la culpa.
-¿Y lo es?
-No, pero si lo fuese me habría dado cuenta -indico obstinadamente.
Kaos empezó a hartarse de aquel individuo, era tan vago y tan irresponsable que le costaba hacerse a la idea de que trabajase precisamente aquí.
-¿Qué es lo que desea ahora Banquero Vergo? -pregunto, pasando a otro tema.
-Necesitamos extraer un contenido especial de aquí, me lo puedes sellar por favor -le entregó la hoja con los formularios.
Cogió la hoja y se puso a examinarla para determinar que todo estuviese en orden, cogió un bolígrafo que tenía al lado y se puso a tachar todas las cuadrículas que había al lado de cada especificación ya escrita. Siguió mirando mientras parecía estar murmurando con la boca medio abierta, hasta que entonces se fijó en algo importante.
-¿Va a sacar algo de la bóveda neutral? -le pregunto.
-Así es -confirmó firmemente Vergo.
-De acuerdo, espero que sea por algo gordo -exclamó sorprendido.
-¿Que es la bóveda neutral? -objetó Fraymus.
-Es una bóveda altamente blindada que se halla llena de artículos tecnológicos que en su tiempo fueron peligrosos y ahora permanecen aquí para evitar ser usados por cualquier individuo que pueda perjudicar la vida en Skylands -explicó Vergo esbozando un tono serio que indicaba que lo que había ahí no le gustaba nada.
-¿Como la tecnología de los arkeyans?
-Exacto.
A Kaos se le abrió la mente al oír eso. Siempre había oído que los Banqueros mantenían guardados todo tipo de armas que en su tiempo fueron letales y peligrosas. Pero descubrir que había toda una bóveda de armas que llevaban siglos almacenadas, le hacía entrar ganas de saquearla para llevárselo todo sin importar lo que pensasen los Banqueros. Era más, pretendía destruir todo el Banco de Hierro solo por conseguir toda esa tecnología que le podría servir beneficiosa.
-Señor -escuchó una voz que le sacó del trance.
Se giró observando que se trataba de Sigs.
-Firme aquí -le paso el formulario de nuevo junto con el bolígrafo, quería que firmara uno de los huecos donde debía poner la firma.
Cogió el bolígrafo con descaro y lo firmó.
Se lo devolvió y entonces Sigs saco una máquina de sellado que tenía debajo del escritorio, puso la hoja encima y luego aplasto el tubo sobre un cuadrado marcado en la esquina derecha del folio. Quedó grabado en rojo el sello del Banco de Piedra. Con esto quedaba constatado de que se hizo un intercambio legal. Se lo devolvió a Vergo y luego se desplazó con su silla hacía un grupo de cajones que se encontraban al otro lado del despacho, sacó una llave y la metió en la cerradura del primer cajón. Estaba lejos pero se podía ver que dentro contenía un conjunto de llaves apiladas sobre unas secciones parecidas a las cubertería de una cocina. Se puso a mirarlas para saber cual debía coger, cogió tres y luego agarró un aro de metal de un conjunto de aros apilados sobre una sección recta que ocupaba todo el extremo izquierdo del cajón. Metió las llaves dentro del aro y luego volvió a desplazarse de vuelta hacía ellos.
Se las entregó a Vergo, las llaves resonaban como campanillas.
-Ahora podrán sacar lo que necesiten de la Bóveda, si necesitan algo o tienen algún problema solo avísenme por radio -recomendó haciendo el gesto de llamar.
-Lo tendremos en cuenta -acepto cordialmente Vergo.
Se dieron la vuelta y se marcharon girando en la esquina de la izquierda. Kaos ignoró por última vez a Sigs, no quería ver a ese sujeto por un buen rato. Ya estaba harto de sus payadas y sus comentarios sarcásticos. Si hubiese estado en Trollia Central, ahora mismo utilizaría sus poderes oscuros para matarlo dolorosamente.
Fueron andando por todo un camino formado por un grupo de cajas de madera almacenadas a los costados. Algunas eran normales con aspecto cúbico y otras eran largas, rectangulares como si contuviesen ataúdes o seguramente componentes de algún potente como un bazooka o un cañón. Era imposible averiguarlo, pero dedujo que seguramente lo hubiese ahí de útil no le serviría de mucho en estas circunstancias. Prefería lo que había en la Bóveda que sonaba interesante de verdad. La mayoría de ellas tenían etiquetadas unas cintas con un titulo en negro que ponía: PRECAUCIÓN, RIESGO, que era un indicativo para avisar de que el material que contenía la caja era frágil y podía romperse muy fácilmente. Algo así como la historia que estaba manteniendo Sigs al hablar con aquel cliente que le estaba recriminando por el radiofónico.
-Por aquí -anunció Vergo girando en la siguiente esquina.
Se encontraron con una estructura rectangular ahuecada que parecía tratarse de un elevador. Había un guardia troll custodiando los paneles de control.
-Señor -le saludo al reconocerle al instante.
Pasaron al interior y entonces el guardia cerró la puerta, era una rendija amarilla de metal. Luego levantó una palanca que hizo que este subiese lentamente con una mejor maniobrabilidad que el ascensor que había en la Sede.
Mientras subían, Kaos no dejo de pensar en la Bóveda. Ahí dentro se encontraba todo ese arsenal de armas que podrían servir para conquistar cualquier tierra o reino de Skylands. Lo veía tan útil que le resultaba imposible creer que el Banco de Hierro nunca lo hubiese usado contra otras tierras. Se intuía que quizás los Banqueros las mantenían ahí alojadas por motivos políticos, pero dudaba de que ninguno hubiese cometido alguna imprudencia con lo que contuviese.
-Dime una cosa, Vergo, ¿ se han usado con anterioridad alguna de las armas que contiene la Bóveda? -le pregunto, con tono susceptible. No quería ocasionar la sospecha de hacerle creer que pretendía cometer un acto criminal en el almacén.
-Nunca -contestó, con tono simple.
-¿De veras? ¿Lo sabes porque lo has visto o por lo que te han dicho? -presiono queriendo sonsacarle todas las incógnitas que se le pasaban por la cabeza.
Fraymus le echó una mirada de reojo, presentía algo malo.
-Sé lo que pretende hacer señor Kaos -objetó, tomando la indirecta.
-Así, ¿y qué es?
-Quiere saber si las armas que hay dentro de esa Bóveda le pueden servir para acabar con sus enemigos -declaró con total honestidad.
-Oh por favor señor Vergo, no me tome por un desesperado -espetó con tono cortés para disimular que se había cerciorado de sus intenciones.
-No lo hago, pero le conozco, y sé reconocer cuando alguien obsesionado con imponer violencia comete el error de preguntar por algo de lo que nadie quiere saber -indico esbozando una mirada susceptible.
-¿El resto de la gente no sabe que existe este lugar? -preguntó Fraymus, metiéndose con curiosidad en la conversación.
-Saben que tenemos armas, pero no donde. Es la mejor forma que tenemos para evitar una masacre que pueda afectar a todo nuestro centro.
-¿Nunca os habéis enfrentado a ningún inquilino de esta ciudad?
-Nosotros somos gente de paz, no usamos la violencia a menos que sea necesario. Si ocurre algún tipo de suceso en el que estén involucrados tanto hombres, mujeres y niños en un fuego cruzado, actuamos siempre buscando la mejor opción para evitar que se produzcan muchas más muertes que resulten lamentables -explicó mostrando sereno y confiado ante esta estrategia, se notaba que respetaba esos valores.
-¿Y alguna vez ha ocurrido alguna estrategia? -pregunto Gurcy.
Miro a Vergo quedándose rígido ante esa pregunta.
-Solo una, pero de eso hace mucho tiempo -contestó, sin dar muchos detalles.
Kaos quedó intrigado al oír eso. Sabía que se producían pequeños altercados en el Banco de Piedra, pero viendo la reacción que mostraba Vergo, se intuía que ocurrió alguna de esas desgracias de las que seguramente algún desgraciado acabó muerto, y él no pudo salvarle y tenía remordimientos de su muerte.
El ascensor se detuvo y el guardia que tenían al lado les abrió la puerta.
-Volveremos dentro de un rato -le aviso Vergo.
-De acuerdo.
Pasaron a lo que parecía ser un quinto piso, estaban delante de un corredor con el suelo de mármol y las paredes metálicas pero de color azafrán. Tenía pinta de que hubiesen colocado ese color para enmarcar que no pareciese un lugar abandonado, pero lo único que lograban era que pareciese un almacén más. Al otro lado se encontraba una barandilla formada por barrotes de aluminio de color azul grisáceo. Fraymus se colocó delante observando el fondo, se podía distinguir una alta lo suficientemente alta como para poder contemplar el conjunto de cajas amontonados en el nivel bajo.
-Será mejor que no se asome mucho. Las barandillas tienen el defecto de romperse con demasiado peso -le aviso esporádicamente Vergo.
Fraymus se alejó sacando las manos de la barandilla, temeroso de que pudiese acabar malherido debido a circunstancias poco redundantes.
Cruzaron el corredor hasta llegar a unos cuantos metros más adelante donde se encontraba un recoveco. Giraron en la esquina y se encontraron con un oscuro pasillo con las paredes tan ennegrecidas que hacían parecer que era una entrada a la nada absoluta, como si ahí se separará la realidad del almacén con algo tenebroso. Al frente del pasillo se encontraba una puerta cuadriculada y plateada, con una válvula giratoria parecida a un volante, en el centro estaba marcado el estandarte del Banco de Piedra.
-¿Es esta la Bóveda? -cuestiono Fraymus, veía aquella puerta rodeada por aquel oscuro pasillo y no podía evitar intuir que se trataba de otra cosa.
-Es la Bóveda, se encuentra aquí colocada para permanecer alejada de la vista de todos los maleantes que vienen aquí con intenciones de abrir y saquear todo su contenido -explicó dando el motivo por el cual lucía como una entrada intimidante.
-¿Alguno ha intentado llevarse lo que hay ahí? -pregunto Kaos.
-Muchos lo han intentado, pero nunca han podido hacerlo. Esa puerta está reforzada con un grupo de cuatro cierres, cada uno distinto del anterior. Además de que está diseñada para soportar el impacto de un misil o la llamarada de un dragón. Nada la destruye, y la única forma de abrirla es con la combinación -concretó señalando que estaban delante de la mejor bóveda jamás construida.
-¿Y usted sabe la combinación nó? -continuo Fraymus.
-Exacto, pero no pienso enseñárosla -declaró, dirigiendo la mirada a Kaos.
-¿Ah no? -exclamó frunciendo incredulamente el ceño.
-Que hagamos esta negociación no implica que pueda confiar en usted y mostrarle todo cuanto tenemos. De ser así seguramente cometería la idea de abrir la Bóveda para llevárselo todo sin que nosotros se lo detengamos -indico señalando que no iba a permitir que nadie extrajese nada de forma tan fácil.
-Hombre, dudo mucho que tenga el suficiente poder para abrirla -enseñó las manos para recalcar sarcásticamente que no iba a hacer nada.
-La puerta también es a prueba de magia. Lo que significa que si intenta de lanzarle un hechizo, no podrá hacerlo, el metal lo absorberá como si fuese una esponja -añadió echándole una mirada indirecta.
Bajo las manos mostrando una expresión de mosqueo. Miró a sus compañeros observando como todos esbozaban unas miradas de indiferencia al descubrir que abrir esa puerta era una tarea peliaguda.
-Deberíamos haber traído al Mago Chompy -exclamó irónicamente.
-¿Eh? -exclamó Vergo, confundido al no comprender lo que decía.
-Cosas nuestras -espeto, sonriendo disimuladamente.
Le echó una mirada arcaica de desconfianza.
-Tenga cuidado Emperador Kaos, hay individuos que han acabado en peores situaciones solo por desear estar aquí -le aviso con tono precavido.
Se puso a recorrer el pasillo oscuro mientras miraba de reojo para asegurarse de que aquellos tres se quedaban ahí parados a esperarle. Siguió adelante y a medida que se iba alejando, se podía notar como la oscuridad de esas paredes parecía estar tragándoselo ya que a medio camino parecía desvanecerse en cuestión de segundos. Luego se junto con la puerta y ahí se vislumbro de nuevo.
Se detuvo y sacó una llave que tenía guardada en el pantalón, la metió verticalmente dentro de una ranura oculta que se hallaba por encima de la válvula. La giro y eso hizo que se bajase el estandarte como si fuese la tapa de un bote. Dentro se encontraba una de esas cerraduras en forma de puzzle en la que había que ir girando la base hasta llegar al centro para dar con la combinación acertada. Pero este parecía tener un diseño mucho más complicado que el de cualquier cerradura corriente. Se podía ver un enorme conjunto de dieciséis cerraduras muy pequeñas, con eso daba constancia de que ese puzzle estaba hecho para ser resuelto de forma tremendamente difícil, como para que nadie lo resolviese sin la ayuda de alguien que supiese de memoria la combinación.
-Kaos, ¿puedo preguntarte una cosa? -se acercó sigilosamente Fraymus.
-¿Si? -pudo notar por su mirada que algo le perturbaba.
-No quiero ofenderte ni crear más conflicto, pero he podido notar que te fascina demasiado lo que hay en esa Bóveda, y no quiero llegar a pensar que tienes pensado cometer alguna imprudencia por eso -le explicó de forma disimulada para recalcar que ya se estaba maquinando un plan maligno con aquellas armas.
Rezongo amargado al cerciorarse de cuál era su problema.
-No tienes que preocuparte de nada Fraymus, no soy tan ingenuo como para saquear este lugar sin pensar en las consecuencias -le aclaró con tono lascivo.
-¿Seguro?
Le dirigió una mirada benevolente.
-Claro -reafirmó con soberbia.
Por el tono de esa respuesta no quedó muy convencido. Sentía que se daba cuenta de cuánto le preocupaba que asumiera que pretendía atacar el Banco de Piedra, por eso mismo lo disimulaba actuando como si supiese donde se estaba metiendo. Pero en el fondo sabía que pretendía coger todo ese arsenal y llevárselo para continuar con su guerra que él mismo se estaba creando.
Dirigió la mirada hacía Gurcy, él ya hacía con esa cara solemne con el labio torcido, mostraba siempre una cara como de que tenía ganas de atacar. Nunca sabía si él hacía caso a Kaos por lealtad, o porque le dejaba que hiciese todo lo que le daba la gana. Opinaba que era lo segundo debido a que en todo su historial se comentaba que había cometido cientos de asesinatos en varias tierras del Norte de Skylands. Lo cual era una muestra clara de que era un salvaje que nunca se cansaba de matar. Eso le hacía el perfecto general para Kaos, uno que jamás le traicionaría.
Volvió a mirar a Vergo, giró la llave sobre una última cerradura y entonces el sistema de cierre se movió hacía adelante, luego la tapa se levantó automáticamente cerrando la válvula. Se produjo una serie de sonidos mecánicos, de engranajes girando rápidamente desde dentro de la puerta. Ambos quedaron sorprendidos al oír eso ya que escuchar todo ese sistema mecánico hacía dar constancia de que el funcionamiento de esa puerta era mucho más complejo de lo que creían al principio.
Finalizaron los cambios de engranajes y luego Vergo giro la válvula principal que tenía delante. La giró con fuerza hacía la derecha y una vez que la movió del todo. Esta se ablandó haciendo que la puerta se abriese hacía el interior de la Bóveda, una enorme luz dorada resurgió haciendo que las paredes oscuras del pasillo desaparecieran.
-Señores, siganme -pidió Vergo mirándolos de reojo.
Ambos se miraron intrigados y marcharon a reunirse con él. Cruzaron el pasillo que dejó de ser tan oscuro, la luz consiguió suprimir toda esa sensación de intimidación de tal manera que ahora el pasillo se veía normal. Cruzaron la Bóveda una vez que la puerta se abrió del todo y pudieron contemplar lo que tenían delante.
Era una enorme sala que se extendía por varios metros como si se tratase de la vía de una locomotora. Las paredes estaban formadas por todo un infinito conjunto de cajones de seguridad dorados que brillaban como el sol. La mayoría tenían un tamaño medio como las que tenían los bancos normales, pero había otras en los costados y en los extremos que eran estrechos como las taquillas de un colegio o grandes como para meter una mochila o un mayor conjunto de cajas de otro tipo.
En el centro del camino había unos asientos de madera sin respaldo, un lugar para sentarse y poder examinar el contenido de las cajas con cuidado.
-Esto es increíble -exclamó sorprendido Kaos.
-¿Cuánto hace que existe este lugar? -pregunto intrigado Fraymus.
-Este lugar se construyó una que se fundó el Banco de Piedra. Después de que el dragón Malefor casi consiguiera conquistar el mundo y empezasen a haber resquicios de un mundo hostil, diseñamos este lugar para mantener clasificados cualquier cosa que pudiese otorgar o infligir actos de violencia, tanto externa como global. Era nuestra única manera de evitar que cualquiera acabase cometiendo los mismos errores que otros serés han cometido en el pasado -explicó señalando con total autoría mientras observaba con plenitud los cajones con total detenimiento.
Kaos se puso a dar vueltas por toda la sala. Ver aquello le hacía sentirse que se encontraba en una feria, solo que en vez de toparse con manzanas de caramelo o payasos tocando la bocina. Tenía un enorme dispensario de artilugios aleatorios que podrían proporcionarle las ganas de destrucción que llevaba tiempo deseando liberar.
-¿Cuántos artilugios arkeyans posee este lugar? -preguntó, alzando la mirada hacía el extendido pasillo que parecía no tener fondo.
-No tengo permitido darle un número señor Kaos, pero sí puedo decirle que aquí se encuentra una colección de 500 años de tecnología arkeyan resguardada -comentó señalando con un leve movimiento de mano hacía el otro lado del pasillo.
Kaos se llevó la mano a la boca, sabía bien que por temas de burocracia Vergo no le iba a decir cuanta tecnología arkeyan se encontraba resguardada. Pero analizando los años que llevaba construido el almacén y los años que llevaban coleccionando toda la tecnología arkeyan, se podía hacer a la idea de que debían de encontrarse como unas 2000 piezas aproximadamente resguardadas y sin usarse. Lo cual esto dejaba constancia del enorme potencial desperdiciado que llevaban guardando durante este tiempo.
Fraymus se acercó a mirar los cajones, se fijó en que encima de ellos había una chapa metálica colocada en el extremo izquierdo de la tapa con un número de serie, había desde 265 hasta 293. Eso le hacía intuir que debían buscar el cargamento que andaban buscando por su número de serie.
-¿Qué número tiene nuestro cargamento? -le pregunto Vergo.
-Las piezas que necesitáis están almacenadas en diferentes cajones -levantó el formulario y se puso a examinar los números-. Lo que debemos buscar se encuentra en los cajones 758, 759 y 817.
-¿Solo esas? -cuestiono Kaos poco sorprendido al ver que por la cantidad que buscaban se encontrasen almacenadas en tan pocos cajones.
-Dos son de tamaño medio y la otra es de las más grandes. Lo que indica que el resto de mis compañeros os han permitido llevaros uno de los cargamentos más especiales.
-¿Y con especiales quiere decir que...
-No lo sé, no sé cuantas cosas contiene este lugar, pero si puedo intuir que algún aparato perteneciente a los miembros de la dinastía arkeyan se encuentra guardado.
-Vaya, se ve que hoy es nuestro día de suerte -opino vacilante Kaos.
-No se entusiasme señor Kaos, la mayoría de estos aparatos llevan años guardados aquí y posiblemente no sigan funcionando como solían hacerlo antes.
-¿Y si no funcionan porque los siguen teniendo entonces? -crítico ese hecho.
-Por la misma razón que ustedes necesitan esa tecnología, puede funcionar si se le da un nuevo uso -indico indirectamente.
Ambos se miraron reconociendo que era una cuestión tolerable.
-Síganme por aquí, por favor -pidió marchando hacía el otro lado del pasillo.
Recorrieron el pasillo pasando por dos de los asientos rectangulares del medio hasta llegar a una sección en la que se encontraban dos cajones en ambos extremos que tenían un tamaño mayor a los demás cajones de tamaño medio. Acercaron la mirada observando que los cajones 758 y 759 se encontraban a la izquierda, una amontonada sobre la otra en el lado derecho. Y a la derecha se encontraba la 817, colocada abajo en el extremo central de la sección.
-¿Hay algún individuo en especial que haya sacado algo de aquí? -preguntó Fraymus intuyendo la posibilidad de que otros podrían haber adquirido la misma tecnología-. ¿Que lo haya usado para los mismos propósitos que nosotros?
Se quedó pensando Vergo ese argumento.
-Eso no puedo notificarlo, pero sí puedo decirles que han habido unos cuantos compradores a lo largo de los años que han obtenido parte de los mismos materiales que ustedes andan buscando -comentó con tono precavido.
-¿Entonces eso significa que alguien intercambió cosas importantes por conseguir más tecnología arkeyan? -insinuó nerviosamente Kaos.
-No solo tecnología arkeyan, aquí tenemos tecnología de todas las clases y razas almacenadas -señaló dirigiéndose hacía todos los cajones de la Bóveda-. Tenemos desde tecnología de los gremlins, de mabus hasta de los trolls.
Aquello alteró a Gurcy abriendo sus ojos como si hubiese escuchado semejante cosa. Marchó fervientemente hacía el banquero, pero Kaos le frenó antes de tiempo.
-¿Ha dicho tecnología troll? -le pregunto cuestionadamente Kaos.
-Así es, aquí también se encuentran almacenados todo tipo de accesorios y armamento perteneciente a los pueblos trolls que intentaron de levantarse tras la caída del dragón oscuro Malefor mil años atrás.
Aquello enfureció aún más a Gurcy, Kaos le detuvo poniéndole el brazo encima. Sabía muy bien porque se ponía mal.
-¿Ocurre algo con eso? -cuestiono Vergo sin comprender su enojo.
-No le gusta que aquí se encuentren esos artilugios -le comentó Kaos.
-Deberían de estar en Trollia -contesto Gurcy.
Kaos le calmó como si se tratase de un animal salvaje.
Vergo les miraba estando confundido ante su comportamiento.
-Es muy defensor de su pueblo, no le gusta que nada que sea de ahí permanezca aquí -le aclaro compasivamente Kaos.
-Entiendo -comprendió, sintiéndose culpable al comprender ahora su enojo.
Gurcy bajo la cabeza calmándose y dejando a Kaos resolver el problema. Él estaba igual que él, no podía dejar que esa tecnología que le pertenecía al reino que él mandaba quedase resguardada ahí como si no tuviese propiedad.
-¿Hay alguna forma de sacar esa tecnología? -le pregunto con seriedad.
-Lamento mucho descubrir eso señor Kaos, pero debo decirle que esa tecnología ahora le pertenece al Banco de Piedra, ha permanecido aquí desde varias generaciones. La única forma de que pueda sacarla de aquí es rellenando un formulario y luego entregárselo a los demás Banqueros para poder llegar a un acuerdo -le explicó detallando las opciones con un cierto tono de angustia.
-¿Rellenar un formulario? ¿Que soy... un mabu? -protesto tomandoselo como una molestia-. Venga Vergo, no hay alguna manera de que tu puedas resolverlo.
-Solamente soy el encargado general del sistema de comercio del Banco de Piedra. Si hiciera eso, estaría cometiendo un delito grave -le aclaro condescendientemente.
Aquello le mosqueó ya que no soportaba que no hiciera la vista gorda por una vez y le permitiese ayudarle aunque solamente sea por un asunto personal.
-Kaos, vinimos aquí para llevarnos la tecnología arkeyan. Si nos metemos en un aprieto por buscar más problemas, no tendremos otra oportunidad para volver aquí -le aviso precavidamente Fraymus, queriendo calmar la situación.
Kaos asintió comprendiendo razonadamente lo que quería decir. Su prioridad ahora era la tecnología arkeyan, no podía llevarse nada más por mucho que lo quisiera.
-¿Les puedo abrir los cajones para que vean el contenido? -pregunto modestamente, volviendo al tema principal.
-Si, por favor -aceptó cordialmente Fraymus.
Saco de debajo de su túnica el conjunto de llaves que le entregó antes Sigs, cogió la primera que estaba numerada con el cajón que tenía al lado. Metió la cerradura dentro del cajón 758, al girar la llave se sintió un crujido metálico, se notaba que aquel cajón estaba diseñado con un sistema de cerraduras inquebrantable y muy fuerte. Saco la llave y luego abrió el cajón tirando de él como si fuese un acordeón, se notaba por la fuerza en cómo tiraba que estaba construido con un metal pesadísimo.
Ambos se acercaron observando su contenido, eran partes de una armadura arkeyan como hombreras, rodilleras, protector de pecho e incluso un casco. También se encontraban otro tipo de artilugios cuyo aspecto era indeterminado. Había un accesorio parecido a una peonza gigante cuya aguja parecía enroscada como si fuese un tornillo de tamaño medio, otro era una placa aplanada que parecía el caparazón de una tortuga marina y unos cuantos accesorios con aspecto cúbico que tenían las puntas maltrechas y la textura de estos era áspera como si la hubiesen raspado sobre una superficie rugosa. Eran más indeterminados que el resto de los artilugios que se veían útiles.
-¿Esto es todo lo que hay? -criticó Kaos señalando el contenido.
-Así es, son todo objetos de tecnología arkeyan que se nos ha entregado en los últimos años -confirmó serenamente Vergo tomándolo como una modestia.
No sabía si era una broma pesada o una absurda verdad, sentía que lo único que veía ahí era un montón de cachivaches que se podía encontrar en un mercadillo cualquiera.
-Me esperaba algo más que esto -opino indignado.
-¿Los demás cajones contienen estas cosas también? -preguntó Fraymus.
-Hay otros cajones con más tecnología arkeyan, pero mis compañeros Banqueros han aceptado ofrecer este conjunto de piezas con un valor inferior al del resto de los accesorios que tenemos almacenados aquí dentro -añadió señalando los demás cajones que se encontraban apilados los alrededores de la Bóveda.
Se sintió tan engatusado que reaccionó ferozmente.
-Les he ofrecido el cuerpo de Nattynbumpo y esto es lo mejor que me ofrecen -le recrimino echándole en cara lo considerado que fue antes.
-Agradecemos que nos haya entregado el cuerpo de uno de los últimos Maestros del Portal, pero eso no justifica que no le perdonamos por ser también su asesino -indicó recalcando el término medio de esa cuestión-. Esto es lo mejor que podemos ofrecerle. Lo toma o lo deja.
Kaos estaba tan alto de esta situación que estaba decidido a dejar de confiar en él y echarle en cara toda su furia. Pero sabiendo que se había prometido a sí mismo portarse por una vez bien, se calmó y lo dejó estar rápidamente.
-Kaos -se acercó Fraymus-. Si volvemos a Trollia, quizás podamos usar la tecnología para fundirla y con ello crear más armas, es nuestra mejor baza ahora.
Reflexionó sobre esa opción.
-¿Hay algún problema sobre que hagamos eso? -le preguntó seriamente, suponía que no les quitaría la tecnología por usarla en fines bélicos.
-Lo que haga usted con ella no es mi problema, siempre y cuando no la utilice contra mi o el Banco de Piedra -indicó concluyentemente.
-Entonces puedo hacerlo -acepto conforme.
-Muy bien.
Kaos se giró y se puso a mirar los accesorios. Le molestaba que le diesen tan poca cosa, le resultaba una falta de respeto, pero también era comprensible porque se lo daban. Él no era un buen individuo, había cometido barbaridades por tener más poder que nunca, lo cual esto era un indicativo de que esta no iba a ser una tarea fácil, nada lo era, desde negociar con los Banqueros hasta encima ganarse la confianza de Vergo. Debía continuar como hacía hasta ahora ya que así cuando Eon y sus guerreros viniesen por él buscando guerra, iba a necesitar toda la ayuda posible, tanto de sus hombres, de su magia y la tecnología que poseía.
Siguió examinando los accesorios, la mayoría de ellos le seguían pareciendo inútiles, pero eso le daba igual. Una vez que regresara a su castillo, se pondría a fundirlos para crear mejores armas para sus soldados trolls. Solo así obtendría el mejor ejército que Skylands hubiese visto nunca.
Se giró dirigiendo una mirada de satisfacción a Vergo y le dijo:
-Nos los llevamos -aceptó convencido.
