Ambos jóvenes corrían a toda prisa, sorteando toda clase de obstáculos en el camino, puesto que solo faltaban cinco minutos para que el reloj marcara las ocho de la mañana y a estos aun les faltaba atravesar cuatro cuadras más, para llegar exitosamente a su destino.
Debido a la desvelada del día anterior, ninguno de los dos castaños tenía el ánimo suficiente como para levantarse de la cama, de no ser por Yelan y Kerberos, que los obligaron a despertar, ahora mismo estarían felizmente disfrutando de su quinto sueño.
Tal había sido el ajetreo de esa mañana, que ni siquiera les había dado tiempo de desayunar, por lo que a parte de la desvelada, también iban a la escuela con el estomago vació.
A unos cuantos metros mas adelante, por fin pudieron divisar la entrada principal del edificio, lo que les obligo a aumentar casi sobrehumanamente la velocidad que podían dar sus piernas, entrando como si de un maratón olímpico se tratara, al momento que el reloj de la torre principal punteaba las ocho de la mañana, ya posteriormente y con mas calma, ingresaron al aula que les correspondía, con el pecho a punto de explotar.
- L-lo... lo logramos... – decía la castaña entrecortadamente, sintiéndose casi desfallecer por el enorme esfuerzo que había hecho.
- Eso parece... – respondió el ambarino, con una respiración menos agitada que la de su compañera, puesto que su cuerpo estaba en mejores condiciones físicas.
- Oye Syaoran¿no crees que el profesor Terada ya se tardo? – ya mas relajada, la chica le cuestiono unos minutos después, al ver como pasaba de las ocho de la mañana y este todavía no se aparecía por el aula.
- ¿No se enteraron...? – de repente, una voz a sus espaladas llamo su atención, haciendo que estos se giraran automáticamente al reconocer de quien se trataba, encontrándose así con la joven amatista, a quien al parecer no le había afectado en absoluto la desvelada, de hecho se veía mas radiante que nunca – el profesor Terada esta enfermo, por eso la primera clase se cancelo.
- ¿QUÉ! – al uníoslo, los dos alzaron fuertemente la voz por la sorpresa, entre tanto la peliviolacea realizaba divertidamente un pequeño ademán afirmativo con la cabeza para corroborar sus palabras, viendo como su amiga desfallecía entre los brazos del ambarino por la impresión.
Capitulo 14
Una dura prueba
Luego de una atropellada mañana, tanto la amatista, como los dos castaños se dirigieron al comedor de la cafetería para almorzar, la de violáceos cabellos se reprochaba el no llevar su cámara de video consigo, pues le parecía divertidísima la expresión somnolienta, casi zombi, en el rostro de sus amigos, los cuales caminaban mas por la inercia que por su sentido común.
Lo único que deseaba en esos momentos la ojiverde, era una mullida cama donde poder descansar, y aunque el ambarino se encontraba mas conciente que ella, igual se sentía en extremo cansado, por lo que sin saber como, llegaron finalmente a la cafetería.
Esa mañana ni siquiera había hecho caso a las continuas provocaciones de Mei Ling, estaba tan preocupada en permanecer despierta que a penas y reacciono a su ultima indirecta, aunque por otro lado, Syaoran tampoco prestaba caso alguno a sus insinuaciones, lo que le hizo sentirse ciertamente aliviada y feliz.
Mas sin embargo, unos momentos después ocurrió algo insólito, casi inaudito, luego de que el chico de cabellos azules apareciera para tomar su almuerzo con ellos, al principio creyó que se trataba de alguna clase de alucinación suya, provocada por las escasas horas que sueño y el obligarse a si misma a mantenerse despierta, mas al voltear la cara para ver al ambarino, supo que no era producto de su imaginación lo que sus verdes ojos veían.
- Buenos días mi dulce Tomoyo – con voz suave, el chico se acerco lentamente al rostro de la amatista para depositar un beso en su mejilla. En esos momentos ninguno de los castaños sabia a ciencia cierta que era lo que les causaba mayor asombro, si el hecho de que Eriol haya besado a Tomoyo, o que esta no lo haya mandado a volar con una fuerte bofetada de por medio – buenos días – se dirigió a ellos, mas sin prestarles mayor atención, pues su interés estaba única y exclusivamente puesto en la hermosa joven de ojos violeta con la que ahora compartía asiento en la mesa.
La ojiverde sin salir de su asombro, dejo caer torpemente con todo y bocado, el tenedor que sostenía, aun así intento recuperarse lo antes posible para formular la pregunta obligatoria, sobre el evidente cambio en la conducta de ambos, ya que si mal no recordaba, el día anterior hubiera jurado que su amiga estaba a punto de matar al chico a la menor provocación.
- Pueden explicarme ¿qué es lo que les sucede a ustedes dos? – dijo mas que anonadada que antes, al ver como el peliazul tomaba delicadamente la mano de la amatista para depositar un sutil beso en ella, mientras ella solo dejaba escapar una risita y sus mejillas se sonrosaban un poco.
- ¿De que hablas pequeña Sakura? – respondió el de cabellos azulados, sin quitar un solo instante su embelesada mirada del rostro de su amada.
Y al parecer no era la única que había notado que algo extraño en el comportamientos de esos dos, ya que la mayor parte de la cafetería parecía haber notado lo mismo que ella, pudo escuchar varios murmullos, referentes al cordial trato entre sus amigos, provenientes sobre todo de las chicas, quienes al parecer no les causaba mucha gracia el hecho de que el chico mas cotizado de la secundaria, ahora demostrara públicamente su amor, a quien desde el primer año lo había rechazado una y otra vez con notorios desplantes.
- No me digan que ustedes dos... – articulo por fin el ambarino, quien parecía haber salido de un momentáneo trance, su compañera de asiento rápidamente giro la cabeza, escudriñando al chico con sus ojos esmeralda, para tratar de averiguar eso que al parecer él ya había descubierto y ella todavía no.
- Bueno pues es que Eriol y yo... – dijo tímidamente la de cabellos negro violáceos, al momento que el tono carmesí en sus mejillas se intensificaba – Eriol y yo por fin hemos arreglado nuestras diferencias...
- Eso quiere decir... – dijo con beneplácito el ambarino, mientras una diminuta sonrisa se curvaba en la comisura de sus labios, la castaña que aun no descifraba el juego de palabras, finalmente exploto.
- ¿Me pueden explicar de una buena vez que es lo que esta pasando! – dijo casi en un grito para que le prestaran atención, cosa que consiguió al instaste, ya que tres pares de ojos inmediatamente se posaron sobre ella.
- Lo que pasa es que mi bella Tomoyo por fin ha decidido darme una oportunidad – se expreso soñadoramente el chico peliazul, quien aun sostenía la mano de la violácea con la suya, y aunque a la castaña le tomo un poco de tiempo comprender sus palabras, inmediatamente se le ilumino el rostro con una enorme sonrisa.
- ¿Pero cuando¿Cómo¿A que horas paso¿Y por que no me habían dicho nada? – fue una pregunta tras otra, mostrándose un poco indignada ante la ultima cuestión, mas el ambarino se encargo de apaciguarla al retomar la palabra.
- Los felicito sinceramente, ya era hora de que hicieran las paces y aceptaran sus sentimientos – sonrió un poco, antes de ser atajado por la peliviolacea.
- Gracias Syaoran – le devolvió la sonrisa, aunque de una manera mas picara – ahora habrá que ver cuanto se tardan ustedes en hacer lo mismo – y aunque la castaña no entendió la indirecta, el ambarino si lo hizo, provocándole un descomunal sonrojo en todo el rostro, la amatista solo dejo escapar una nueva risita ante el gesto nervioso del chico.
- Como sea, ya saben que van ha hacer para las vacaciones – se apresuro a decir el ambarino, tratando de cambiar cuanto antes el tema de conversación.
- ¿Vacaciones? – cuestiono un poco confundida la castaña.
- Lo olvidaste Sakura, hoy es el ultimo día de clases... – apunto la amatista con calma, a lo que su amiga solo le miro mas confusa – supongo que regresaras con tu familia a pasar las navidades con ellos.
- Y-yo.. – contesto titubeante pues todavía no pensaba en eso – aun no lo sé... – por estar tan emocionada con lo del concierto de Mía Farell, había olvidado por completo todo lo relacionado con las vacaciones, y por consiguiente todo lo que tuviera que ver con su familia y su regreso a casa.
Su familia, era verdad, aunque no lo admitiera, todas las noches desde hacia dos meses se preguntaba que seria de ellos, aunque su mente hacia varias divagaciones sobre eso, su padre de seguro estaría ocupado en alguna junta importante o en algún viaje, mientras que su madre estaría preparando ya la enorme celebración que se llevaba a cabo cada año para celebrar la navidad, que junto con la noche de todos los santos, era una de las fechas mas importantes en Clow, mientras que su hermano mayor, estaría totalmente exasperado y vuelto loco ayudando a Nakuru con los obsequios, una nostálgica sonrisa se dibujo en sus labios, ya que todos los años ella los acompañaba a hacer las compras navideñas.
El día paso en un abrir y cerrar de ojos, con su mente enfocada en su familia, las vacaciones y la navidad, no tuvo plena conciencia de si, no hasta que ella y el castaño estuvieron frente a la fachada de su casa, en cuando entraron en la sala, Yelan se apresuro a acercarse hasta quedar junto de su sobrina, informándole que tenia visita y que esta a su vez le estaba esperando en la cocina.
Sin enterarse de quien se trataba, la joven entro en la cocina, luego de separarse del castaño en las escaleras que daban al segundo piso y de despedirse momentáneamente de su tía.
La ojiverde se llevo una enorme sorpresa al entrar en la cocina y ver la joven mujer de cabellos castaños rojizos que se encontraba tranquilamente sentada en una silla, tomando con total elegancia, el té de hierbas que sin duda su tía le habría ofrecido mientras la esperaba.
- Buenas tardes, señorita Kinomoto... – dijo cortésmente la mujer al percibir su presencia, dejando su taza de lado.
- B-buenas tardes profesora Mizuki – titubeo un poco, ya que hasta ahora veía que las vacaciones no era lo único que se le había olvidado por la emoción del concierto.
- No hacer falta que explique mi presencia, así que ¿qué le parece si pasemos cuanto antes a lo que nos interesa? – la hermosa mujer, de no mas de veinticinco años de edad, se puso de pie para encaminarse hasta quedar junto a la castaña – seré breve, y solo le diré que me decepciono un poco su forma de actuar, después del notorio progreso que había logrado, lo hecha todo a perder con la maldición aplicada a la señorita Arakawa.
- Supongo que me dirá que permaneceré otro mes aquí ¿no es así? – mostró mayor calma de lo que ella misma esperaba.
- Veo que lo esta tomando con mas calma que la ultima vez – aunque sorprendida, no dejo de mostrar seriedad en sus acciones y una mayor tranquilidad en sus ojos color avellana
- Si eso es todo lo que tenia que decirme, con su permiso me retiro, tengo que arreglar algunas cosas antes de la cena – la ojiverde se dio la media vuelta con la clara intención de marcharse a su habitación, sin decir nada mas, pues lo ultimo que quería en esos momentos era escuchar uno de los sermones de la profesora Mizuki, sabía perfectamente que había hecho mal al haber maldecido a su acérrima enemiga, aunque ahora que lo pensaba mejor, en cierta medida fue benevolente, en otros tiempos le hubiera hecho algo mas horrible que la calvicie.
- De hecho, eso no es todo – con voz un tanto severa, le detuvo justo cuando había llegado al marco de la puerta.
- ¿A-a que se refiere? – volvió pausadamente su mirada para verle por encima del hombro.
- Su padre me pidió que le entregara esto personalmente – la mujer le extendió un pequeño sobre color canela, perfectamente sellado, con el escudo de armas de Cloe en el frente.
Con manos temblorosas, la chica cogió el sobre que la profesora Mizuki le extendía, para que solo segundos después esta se desvaneciera en el ambiente, despidiéndose con un simple "nos veremos el próximo mes" , su corazón latía mas y mas aprisa a medida que rasgaba la parte superior del sobre.
Estaba preocupada, ya que en si, no era nada normal que su padre se comunicara con ella, es mas, desde que llego al mundo humano, no había tenido una sola noticia de él o de su madre, seguramente porque estaban muy ocupados en sus propios asuntos, pero si de algo estaba completamente segura, era de que ese sobre no le traía saludos y mucho menos una buena noticia.
Con cuidado extrajo la hoja de papel de dentro del sobre, extendiendo el perfecto dobles del papel nacarado que se encontraba en el interior, dando un hondo suspiro para armarse de valor, antes de leer el contenido de aquella carta que sostenía rígidamente con ambas manos.
Su rostro nervioso, fue tornándose de preocupado a uno totalmente afligido, a medida que repasaba con la vista las líneas escritas en tinta café, a la mitad de la lectura sus ojos verdes se nublaron en contra de su voluntad, y antes de llegar al final dejó caer finalmente una lagrima, que corrió un poco la tinta al deslizarse sobre el papel, que arrugo involuntariamente, por la desesperación que sentía.
Yelan, que justo iba entrando en ese momento a la cocina, se preocupo un poco al ver parada a la mitad de la cocina a su sobrina, hecha un mar de lagrimas, por lo que sin dudarlo se acerco cuanto antes a ella, tratando de averiguar al instante lo que le ocurría.
- Sakura¿qué te sucede? – poso alentadoramente una mano sobre su hombro derecho, con la clara intención de ayudarle en lo que fuera lo que le estuviera pasando, ya que las lagrimas de la joven se intensificaban desconsoladamente.
Desconcertándose bastante cuanto la castaña ya no pudo mas y estallo en fuertes sollozos, apretujando enérgicamente contra su pecho la carta, incapaz de volverle la mirada para verle de frente, por lo que solo segundos después salió corriendo a toda prisa escaleras arriba, dejando botada la carta en el piso, ante la mirada expectante de su tía.
La mujer permaneció indecisa por unos momentos, se debatía sobre si tomar o no, la carta que yacía tirada en el piso de madera, al final la recogió, leyendo ávidamente con la vista el contenido de la misma, la cual decía lo siguiente:
"Querida Sakura:
La profesora Mizuki me ha informado ya, sobre los últimos acontecimientos en los que te has visto envuelta, déjame decirte que estoy bastante decepcionado de ti, en verdad creí que harías cuando menos un intento por enmendar tus faltas, mas no has podido ni siquiera respetar los principios básicos de la disciplina que debe mantener un hechicero, y mucho mas al estar en el mundo humano, abusando indiscriminadamente de tus poderes y explotando tus conocimientos sobre hechicería, es por esta razón que lamento decirte que tu castigo seguirá adelante el tiempo que la profesora Kaho considere necesario, por lo que obviamente no podrás regresar a casa estas vacaciones, espero y esta lección te sirva para valorar un poco mas lo que tienes
Me despido, y te recuerdo que el que nos veamos pronto, solo dependerá de ti.
Con cariño, Fujitaka Kinomoto"
- Sakura... – murmuro tristemente la mujer, comprendiendo hasta ahora el por qué de tanta aflicción en el rostro de su sobrina, dejando a su consideración que lo más prudente en esos momentos, era dejarla a solas para que pudiese tranquilizarse.
- - -
Como nunca, la joven subió a largas zancadas los numerosos escalones de la escalera que llevaba al segundo piso, a penas llego al corredor, corrió con todas sus fuerzas, para internarse en la seguridad que solo su habitación le podía brindar en esos momentos.
Al entrar en la alcoba no pudo evitar dar un fuerte portazo, el golpe seco que se produjo llamo inmediatamente la atención de su vecino de habitación, el que se encontraba leyendo justo antes de oír claramente como la puerta del otro lado se abría bruscamente, lo que le hizo preguntarse el motivo, al percibir cierta furia cuando la puerta se cerro con un fuerte golpe.
Su primera reacción fue la de tirarse boca abajo en la cama, aferrándose con impotencia a su almohada, hundiendo su cabeza en ella, para ahogar de alguna manera sus insistentes lagrimas y sollozos, el pequeño guardián que estaba probando un nuevo juego en la computadora de la castaña, observo alarmadamente la escena, por lo que no dudo un instante en dejar botado su videojuego, para averiguar que era lo que había ocurrido.
- ¿Sakurita que tienes! – se mostró bastante alarmado, hacia años que no veía a su ama en un estado tan desconsolado, mas la otra guardo silencio sin despegar la cara de la almohada – ¿acaso ese chiquillo te hizo algo, por que si es así te juro que... – no pudo terminar de lanzar su amenaza, ya que justo en ese momento alguien llamo a la puerta.
- ¡Sakura! – era el ambarino quien llamaba - ¿esta todo bien! – alzo lo suficiente fuerte la voz, como para que la joven le escuchara, mas esta no dio muestras de quererle responder - ¿Sakura estas ahí! – el joven le llamó una y otra vez, pero al ver como esta no respondía decidió entrar para cerciorarse por él mismo que todo estuviera bien.
Al verlo entrar, el pequeño guardián se quedo inmóvil y se tiro sobre la cama, adoptando su acostumbrada forma de peluche sin vida, mas el chico presto nula atención a lo ocurrido, pues su visión estaba única y exclusivamente enfocada en la figura desconsolada de la castaña, que retozaba al lado del muñequito.
- Sakura... ¿q-que... que es lo que pasa? – al igual que Kerberos, este también se mostró bastante preocupado por su bienestar, quedando en fracción de segundos a su lado, tratando de averiguar lo que estaba sucediéndole.
- ¡No es nada! – alzo la voz debido a la desesperación – ¡vete por favor! – mas el ambarino se quedo, tomando cautelosamente asiento junto a ella, en el borde lateral de la cama.
- No me voy a ir – le dijo con voz apacible, tratando de no alterarle mas – no puedo dejarte sola en ese estado.
- ¡Estoy bien! – sus ahogados sollozos decían todo lo contrario, pero aun así trato de persuadirlo para que se marchara – ¡por favor Syaoran necesito estar sola! – rogó ella, pero este simplemente le paso afectuosamente la mano por la cabeza.
- Tan solo dime ¿qué es lo que sucede? – siguió hablándole con calma, acariciando con delicadeza sus finos cabellos – quizás… quizás yo pueda ayudarte en algo...
- No lo entenderías... – murmuro, auque sus palabras fueron bastante audibles para el chico, que mostraba verdadero interés y preocupación por ella.
- Confía en mi... por favor – le dijo con ternura, haciendo que la joven finalmente se girara, irguiéndose un poco para verle de frente, con los ojos un poco hinchados por el llanto.
- E-es que... es que soy un completo fracaso... – decía entrecortadamente, sin que las lágrimas dejaran de brotar de sus ojos verdes, que ya estaba un poco rojos.
- ¿Por qué dices eso? – el castaño le miro confuso, al no entender bien sus palabras.
- P-por que... p-por que es la verdad... – lentamente bajo la cabeza en señal de entera derrota – ha sido un fracaso tras otro... y yo ya no puedo seguir así... ya no... – sus lagrimas se intensificaron, lo que ahogo sus palabras nuevamente, partiéndole el corazón al chico, que no soportaba verla sufrir.
- Sakura... – le susurro con suavidad, ante su impotencia de no poder hacer nada para ayudarle, impulsivamente la rodeo afectuosamente con sus brazos, atrayéndola hacia si, para tratar de consolarla un poco.
Aunque titubeante, la joven termino refugiándose en el único lugar donde pudo sentirse a salvo, dejando su fragilidad nuevamente expuesta ante ese chico, quien desde hacia algún tiempo se había vuelto la única persona en quien depositara su entera y absoluta confianza.
- Syaoran... – se expreso ahogadamente entre sollozos, descargando en él toda la frustración y el dolor, que durante tantos años guardara en lo mas hondo de su ser, aferrándose a su pecho, como si su vida dependiese de ello.
El muchacho guardo silencio, reconfortando a la joven con sus acciones mas que con sus palabras, acariciando con infinita ternura las sedosas hebras doradas, de su lacia cabellera, sosteniéndola cuidadosamente entre sus brazos, con aquel sentimiento de impotencia creciendo en él a cada segundo que pasaba, al no poder hacer absolutamente nada mas, para que ella no sufriese de esa manera.
Los minutos pasaron inadvertidamente para ambos, tiempo en el que la joven castaña pudo desahogar todo su dolor y frustración callados, tratando de estabilizar las emociones que antes suprimía al no tener un fin o sentido para ella, y despertando en su interior un cálido sentimiento, que si bien se encontraba dormido o simplemente ignorado, era una nueva sensación que sin duda quería llegar a experimentar, y trataría de averiguar cuanto antes de lo que se trataba.
- ¿Syaoran? – el mencionado pudo detectar como el tono trémulo de antes, había desaparecido casi por completo de su voz, lo que le obligo a bajar la mirada, para encontrarse con la figura menos tensa de la joven, que aun seguía sujeta a él, pero parecía mas serena.
- ¿Qué sucede Sakura? – cuestiono con suma afabilidad, dándole la confianza necesaria a la chica, para exteriorizar la inquietud que aun tenia arraigada en el fondo de sus pensamientos y de su corazón.
- ¿Por qué…¿por qué no puedo llenar las expectativas que mis padres tienen sobre mi? – si bien estaba mas tranquila, la melancolía expresada en sus palabras reflejaban su tristeza.
- ¿De que hablas? – el joven se desconcertó un poco con la extraña pregunta, lo que le hizo querer indagar mas a fondo, el motivo por el que estaba inmersa en esa profunda depresión.
- Durante años eh tratado ser esa hija ejemplar que mis padres deseaban que fuera – explico con lentitud la castaña – siempre eh sido la mejor estudiante en cada una de las escuelas a las que eh asistido... o al menos lo era hasta que te conocí a ti, porque en algunas cosas tu me superas por mucho... – sonrió con amargura – pero aun a pesar de ello, eso no parece bastar...
- Sakura, por favor no tomes a mal lo que voy a decirte, pero... ¿no crees que es algo injusto que tus padres te juzguen de esa manera tan dura...?
- No, no entiendes, no solo es por ellos, es por todos, tengo que ser la mejor porque así esta escrito... – quería hacerle entender sus motivos, mas no encontraba la manera correcta de expresarse.
- ¿Pero por qué? – intento contradecirla – absolutamente todos tenemos errores, nadie en esta vida puede ser perfecto...
- Te equivocas, en mi caso debo serlo... – la joven intentaba explicar sus razones, mas no podía hacerlo abiertamente, no sin revelar su verdadero origen – aunque casi siempre, mi impulsivo carácter hecha abajo todos mis esfuerzos, es por esa razón que mis padres decidieron enviarme aquí, para poder corregir ese defecto, o de lo contrario todo estará perdido.
- Quizás sea yo el que no entienda... – el castaño intento aclarar nuevamente su punto – pero no hables de ti como si se tratase de una simple maquina sin sentimientos o emociones, el que cometamos errores es algo normal y en cierta medida esta bien, siempre y cuando aprendamos de ellos...
- Cuando lo explicas de esa manera todo se ve tan fácil... – la joven se acomodo mejor sobre el pecho del chico, por lo que él se encargo de acunarla entre sus brazos como si de una pequeña niña se tratase – pero mi realidad es muy distintita...
- Si no me dices que es lo que en verdad sucede, yo no podré ayudarte – inquirió con suavidad el muchacho, al escuchar las vagas respuestas por parte de la chica.
- Tal vez tengas razón, y ya sea tiempo de que te diga la verdad Syaoran... – la joven se aparto un poco de él, levantando su esmeralda mirada hasta que sus ojos se conectaron con los del ambarino.
- ¿A que te refieres? – se expreso bastante confundido – ¿de que verdad hablas?
- Es sobre mi verdadera naturaleza... – con algo de fuerza, la joven tomo sus manos entre las suyas – solo te pido que me escuches, y aunque suene un poco descabellado lo que voy a decirte, es la verdad de quien soy en mi mundo...
- Sakura... – murmuro con algo de desconcierto reflejado en el avellana de sus ojos, más que nada por la extraña forma de expresarse de la castaña, mirándole detenidamente sin poder descifrar lo que esta quería decirle exactamente.
El pequeño peluche amarillo, que en esos momentos era un mudo testigo de lo que ocurría, no encontraba la manera de detener a su ama sin revelar su verdadera identidad, tenia que interrumpir su confección a toda costa, el problema era ¿cómo un pequeño animalito de felpa podría lograr semejante hazaña?
- Syaoran, la verdad es que yo... – titubeo por unos segundos, tomando con mucha mayor fuerza las manos del chico, quien ahora mismo estaba a la expectativa de lo que saldría de los labios de la joven – yo soy una he... – mas en ese momento y justo a tiempo, como si el pequeño guardián le hubiese llamado telepáticamente, fueron abruptamente interrumpidos por una figura que sin previo aviso, se introdujo a la habitación de la chica de una manera bastante brusca.
- ¡Suelta a mi hermana en este mismo momento...! – ambos jóvenes se quedaron pasmados al ver al joven de tez trigueña que les miraba furicamente desde la puerta de entrada.
- H-hermano... – la castaña mostró cierto escepticismo a lo que sus asombrados ojos esmeralda estaban viendo, por otro lado el ambarino no acababa de entender lo que a ciencia cierta estaba ocurriendo ahí, mientras que el joven pelinegro de la entrada tenia la vista fija en las manos de los otros dos jóvenes, ya que inconcientemente estas aun se encontraban entrelazadas, sin que ninguno de los castaños comprendiera, el por qué el trigueño les miraba tan enajenadamente ...
Continuara...
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Y aquí va mis discurso (cof, cof, cof), saben, este capitulo fue uno de los mas extraños a la hora de escribirlo, ya que lo escribí por partes, primero el final y luego el principio, el desarrollo, en fin, no sé, como que se me cruzaron lo cables y al final solo uní las partes como un rompecabezas, algo raro, (pero yo me entiendo (XD), y ahora si, pasando a lo siguiente, quiero agradecerles por leer la historia, pero mucho mas por dejarme sus comentarios, de veras que es lo que da cuerda para seguir con esta locura mía de escribir, como sea, ya es tiempo de que me valla y hasta la próxima actualización...
