222
LA TRAICIÓN DE LOS GOLEMS
Todo estaba oscuro y no veía absolutamente. Tenía algo colocado sobre la cabeza que le pesaba bastante y no se lo podía sacar de encima, se sentía como si le hubiesen atornillado un yunque en el craneo para que no pudiese volver a mirar nunca. Está situación hacía que su pulse se acelerase ya que no sabía a que se estaba enfrentando. Recordaba que los golems le habían capturado trás descubrir que Rocamauro estaba mintiendo sobre algo relacionado con los magmagolems. Se enfrento a ellos pero perdió y le golpearon en la cabeza, ahora que despertó no sabía que ocurría para que solamente viese una oscuridad inmensa.
Esto le hizo acordarse a cuando se escabullo en aquel hueco del Palacio del Refugio de Eon, recordaba como de mal se sintió aquel día cuando los Skylanders se pusieron a debatir sobre si debían echarle o no por creer que era una amenaza. Fue una de sus peores situaciónes, pero consiguió superarlo. Reconoció que les echaba de menos de nuevo, desconocía su paradero habitual, pero se intuía que seguramente habrían conseguido negociar con algún otro reino para unirse a su causa y así crear un ejercito lo suficientemente fuerte como para acabar con el reinado de Kaos. Le entusiasmaba pensar eso, pero ahora no podía ponerse a pensar en eso ahora, estaba metido en una situación desconocida de la que debía salir cuanto antes.
Intento de utilizar sus sentidos para determinar si podía ver más allá de lo que le tapaba la cara, se concentro y no pudo ver nada, seguía viendose todo oscuro como hasta ahora. Si no podía ver por lo menos debía moverse. Se estiro hacía atrás hasta tocar con una garra un muro de piedra que tenía detrás, con solamente tocarlo se notaba lo aspera que era su textura. Con eso pudo intuirse que estaba en un lugar interior pero en una estructura inferior. Intento de seguir tocando pero de pronto se dio cuenta de una cosa, no podía extender sus patas. Tiro y tiro pero algo le hacía fuerza en las muñecas de cada extremidad suya, incluida la cola, las golpeteo haciendo que resonase un sonido metalico que si pudo reconocer. Era metal, metal de grilletes. Con esto pudo intuirse que quien le capturo lo metió seguramente en una mazmorra y se aseguro de que no pudiese defenderse o siquiera ver donde estaba. Debieron de ser los golems, como eran inmortales seguramente debían de saber todas las tecnicas de los dragones y eso les ha permitido retenerle sin oponer resistencia. Por eso mismo tenía colocado lo que pudo suponer que se trataba de una mascara de roca hecha para que un dragón no pudiese usar ningúna de sus habilidades especiales como lanzar llamaradas por la boca o doblegar sus sentidos.
Esta era una jugada astuta demasíado buena.
Estaba tan cabreado por esto que se puso a golpear la mascará de piedra contra la pared que tenía detrás. Asumía que si se ponía a macharla lo más rapído posible se rompería y podría ver y lanzar llamaradas. La siguió golpeteando contra la pared como si se tratase de una campana, pero no pasaba nada. Al final tantos golpes hicieron que le empezase a doler la cabeza.
-¡Agh! -se quejó sintiendose agobiado.
-Spyro.
Escucho una voz conocida.
-¿Sparx? -pregunto, nervioso al creer que de nuevo se imaginaba cosas.
-Hermano, ¿eres tu?
Esa nueva pregunta hizo que se confirmase su presencia, estaba ahí mismo con él, pero debido a la mascara de piedra que llevaba puesta, no era capaz de reconocer si se encontraba cerca o al lado de él.
-Sparx, ¿donde estás?
Se enderezo hacía un lado hasta que acabo golpeandose con algo vivo.
-Ay -se quejo.
Ese quejido le hizo reconocer que había estado al lado suyo todo este tiempo.
-Sparx, ¿estas bien?
-¿Bien? No lo se, no veo nada.
Él también se encontraba en las mismas circunstancias, seguramente estaba atado con un grillete chico que le impedía irse volando y llevaba algo minusculo colocado alrededor de sus ojos para que no viese.
-Yo tampoco veo nada, deben de habernos puesto un casco o una mascára para que así no podamos saber donde estamos.
-¿Por que? ¿Y quienes lo han hecho?
No estaba muy seguro sobre si contarle la verdad sobre lo que pasaba, necesitaba que antes mantuviese la calma para que no se volviese nervioso como de costumbre.
-Es una larga historia -le dijo.
-Genial -rezongó, estaba tan acostumbrado que para él oír esa frase significaba que estaban en un aprieto enorme.
-¿Como te capturaron? -le pregunto, curioso por ese hecho.
-¿Por que quieres saber eso?
-Eres una libélula, ¿como hicieron para capturarte tan facilmente?
Se quejo, se escuchaba unos silbidos que indicaban que estaba pensando.
-Estaba buscando a una mujer molekin, me metí en una enfermería, revoloteé de un lado para otro, hasta que de pronto un golem me agarro de la cara. Me apretujo la cara y creo que me dejo inconsciente -explicó soltando quejas de disgusto.
Se mosqueo más de la cuenta. Con eso pudo intuirse que los golems no solamente cogieron a su amigo sino que seguramente a todos sus amigos. Era más, ahora seguramente irían a por la Madre Superiora y el Rey Magmus para sacarlos de su reunión. Si hacían eso implicaba que ahora estarían en guerra con ellos.
Se escucho el sonido de unas cadenas moviendose cerca de él, era Sparx que estaba intentando de volar, pero no podía, estaba bien atado.
-No vas a poder Sparx -le aviso precavidamente.
-¿Y como hacemos para salir de aquí? -cuestiono reprochadamente.
-No podemos, tendremos que esperar a Cynder -indicó-. Ella es la única que es capaz de ocuparse de estas cosas.
-¿De veras confías tanto en esa dragona? -le reprochó descaradamente.
-Y si, debo hacerlo Sparx, ella es importante para la misión, y después de lo que ha sucedido antes dudo mucho que se vuelva mala, ¿de acuerdo? -le recrimino echandole en cara que nunca dejaría de tratarla como aliada.
Se pudo escuchar un suspiro de molestía viniendo del joven libélula.
Ahí en ese momento pudo comprender que su hermano estaba dolido, tenía miedo y no sabía que pensar de esta situación. Y él también estaba igual, quería hacer las cosas bien y en vez de eso las empeoro aún más, su hermano no se merecía esa recrimenda.
-Lo siento mucho Sparx -aprovecho con él para disculparse.
-¿Por que?
-Por no haberme dado cuenta de lo dolido que te dejo cuidar a esos molekins. Debería haber comprendido que eso te dolío y tendría que haberme quedado contigo en todo momento -explicó sincerandose con él para que no se lo tomara a mal.
Hubo un momento de silencio.
-No lo lamentes tanto Spyro -dijo.
-¿Ah no?
-Y no, en realidad yo no estoy enfadado contigo, sino conmigo mismo.
-¿Por que?
-Porque no estoy preparado para pensar que tu vas a ser el elegido que nos salvarás a todos de la oscuridad. Yo siempre me intuí que eras especial, pero no de esto. Y ahora que te veo haciendo cosas como aliandote con una dragona oscura y deteniendo a golems de lava, me hace darme cuenta de que siempre he estado equivocado.
-¿Equivocado en qué?
-Siempre he creído que los heroes solamente luchaban y castigaban a quienes más se lo merecían, pero viendolo de una forma más subjetiva, me he dado cuenta de que eso no es suficiente. Un heroe implica todo, incluso negociar con un monstruo tan malvado que ha herido a cientos de serés inocentes. Yo eso nunca lo podré entender.
Ahí en ese momento Spyro lo comprendió, su odio no por él, era por el hecho de que no estaba acostumbrado a vivir en este mundo. Sus años de adolescencia en Ala Rocosa le hicieron creer que el mundo sería más bueno, pero ahora veía que no era así y eso le disgustaba, tanto que hasta le dolía ver a su hermano haciendo algo para lo que nunca antes se había replanteado que podría ocurrir.
-Lo se Sparx, a mi también me parece raro, pero así es la vida. Los heroes no son perfectos, y los malos no tan pecaminosos. Y yo tampoco creía que acabaría siendo el ultimo miembro de una estirpe de dragones poderosos que podrían cambiar el curso del futuro. Pero así es la vida. Ningúno cree que es lo que es hasta que se da cuenta de que debe prepararse para afrontar algo que creía imposible. Y nosotros hemos hecho lo imposible a pesar de ser tan diferentes, ¿eso tiene que valer para algo nó?
Pudo escuchar como Sparx rezongaba, reflexionaba sobre ese argumento.
-Si -confirmo, riendose entusiasmado.
-Además, ¿sabes una cosa?
-¿Que?
-He estado hablando con el Rey Magmus.
-¿Has podido hablar con ese monstruo?
-No es un monstruo, es un rey bueno, el problema es que fue traicionado.
-¿Traicionado por quien?
-Por Rocamauro.
-¿Rocamauro? -farfulló sorprendido-. ¿Estás diciendo que un tiempo atrás ellos fueron amigos y luego decidieron ser enemigos?
Ahora que estaba un poco más relajado decidió aprovechar para contarle la verdad.
-Aparentemente más que eso, Rocamauro nos ha mentido, y me parece que él es el responsable de habernos metido aquí y ponernos estas cosas sobre la cabeza -aclaro tirando con más fuerzas las cadenas. Estaba decidido a romperlas como fuese.
-¿Pero por que haría eso? -se cuestiono absorto.
-No lo se, antes intente de hablar con él y no me quiso decir nada. Evidentemente hay algo que no quiere que nadie sepa -tironeo de las cadenas de nuevo.
-¿Que le habrá pasado a Ermit y Vickam? -pregunto recordando a sus otros dos amigos que se separaron-. Me parece que o están aquí con nosotros.
-Deben de haberse escondido en algúna parte o quizás los hayan capturado y metido en una celda distinta -opino intentando de pensar de una forma positiva.
-¿Como sabemos que estamos en una celda?
-Porque de no ser así no tendríamos puestas estas mascaras de piedra y seguramente estaríamos metidos en unas jaulas colgando hacía un rio de lava.
Hubo una pausa, se intuyo que Sparx se estaría imaginando esa idea.
-Eso si que es tener imaginación -exclamó con ironia.
Siguió tironeando de las cadenas asumiendo que a lo mejor estas estarían oxidadas y quizás en algún momento podrían romperse con facilidad. Pero no había forma, esas cadenas eran más duras de las que creía. De pronto se oyo un sonido retumbante que lo alarmo, no venía de las cadenas, pudo sentir que provenía del enfrente, de un frente del que no podía ver o sentir como de lejos y amplio que era.
-¿Que ha sido eso? -pregunto Sparx.
Spyro le rechisto, quería oírlo.
Escucho el sonido de unos metales golpeteandose entre si, era leve. Pero de pronto se escucho un crujido que supo reconocer al instante.
-Están abriendo una puerta.
-¿Una puerta?
-Si, eso significa que estamos en unas celda. Tenía razón -confirmo, sintiendose aliviado al ver que no se encontraban en un lugar mucho peor.
La puerta se abrió y escucho unos fuertes pasos que se aproximaban hacía ellos, por el fuerte estruendo que sonaba, se pudo intuir que se trataba de un golem. No sabía disntinguir si se trataba de Rocamauro o no, pero de todas formas le resultaba preocupante el hecho de que se acercase un golem hacía él. Se estiro hacía atrás temeroso de que le pudiese golpear con sus fuertes manos, pero peor aún era que le hiciese algo a su hermano, él era más debil y no podría soportar que cometiesen el mismo acto que hicieron antes para capturarle.
Se escucho un gemido, como de desprecio al verle. Se acerco y apoyo su mano encima de la máscara pesada, sentía como si una tortuga le estuviese apretando el craneo para ver como se le rompía. Se oyo el sonido mecanico de una llave que la metió dentro de una cerradura que había dentro de la mascará, se puso a girarla como si fuese un juguete de cuerda y luego sonó un chasquido leve.
Luego se la retiro haciendo que pudiese ver la luz de nuevo. Su cabeza se removía como si fuese uno de esos muñecos cabezudos que uno se encuentra en un mercadillo. Aquella mascará pesada le dejo el craneo blando después de tenerla tanto tiempo puesta. Levanto la mirada y observo que tenía delante a un golem, se le aclaron los ojos y pudo notar que no se trataba de Rocamauro, era otro golem, uno por su cara le resultaba familiar por algún motivo.
Respiró agitadamente, estaba tan nervioso que necesitaba sacarse todo el aire de encima. Aprovecho para mirar a ambos lados donde se encontraba. Evidentemente era una celda de cuatro paredes. Sucía, hecha de ladrillos negros como el carbon con la mayoría de ellos tenía una fisura tanto en el centro como en los extremos. Sin ventanas y al frente había una puerta por la que salía un poco de aire, era caluroso pero al menos era mejor que el aire tan cerrado que se notaba en el interior. Luego giro la mirada observando que a su lado se encontraba Sparx, estaba atado por medio de unos finos grilletes que le cabían alrededor de sus brazos y una cadena enganchada alrededor de su cuello que le impedía salir volando mucho más lejos. Ahora entendía porque no podía salir volando, cada vez que se elevaba la cadena lo asfixiaba. Y lo peor de todo es que encima llevaba puesta una pequeña mascará hecha de piedra gris con forma de balde que le cubría toda la cabeza, pero dejaba apenas verse unos centimetros de su boca. Eso le hizo darse cuenta que él llevaba la misma mascará. Miro al golem que tenía delante, pudo ver que en su mano tenía agarrada la mascará, era más grande, concava, como para que pudiese ocupar su craneo de reptil y tenía incrustado encima de ella la llave metida dentro de una ranura rectangular dividida por un rectangulo exterior. Veía la piedra de la que estaba hecha y pudo hacerse a la idea de como era que tan pesada, le resultaba ironico creerse que eso pesase tanto como para que le ocupase toda la cabeza. Luego se miro de nuevo a si mismo comprobando lo que antes se intuía, estaba atado por ambas patas a la pared por medio de unos grilletes atadas a unas cadenas que le impedían moverse más de la cuenta. Volvió a tirar y ocurría lo mismo, eran demasíado fuertes y no estaba en una posición lo suficientemente comoda como para ocurrirse algún truco que le sirviese para arrancarselas de cuajo.
-Será mejor que no lo hagas, cuanto más tires menos te será posible retirarlas -le aviso descaradamente el golem, esbozando una mirada de indiferencia.
Al oír esa voz y ver esa mirada de incredulidad en su cara hecha de rocas, le vino a la mente de quien se trataba. Era el golem que antes le había exigido que le acompañase a ver a Rocamauro, y también el mismo que le derribo antes.
Le ignoro y camino poniendose al lado de Sparx, apoyo la pesada mascará de roca en el suelo y luego cogió a Sparx del cuerpo haciendo que él gimiese dolorido.
-Sueltale -le exigió Spyro preocupandole de lo que le pudiese hacerle. Tironeo de nuevo con las cadenas, pero seguía sin ocurrir nada.
-Tranquilo, solamente voy a quitarle esto a tu amigo -le aviso con tono paciente.
Saco otra llave más pequeña que tenía atada a un cinturón metalico y la metió dentro de una fina cerradura que había encima de la mascará que llevaba puesta Sparx, se la giro apretandosela con fuerza como si le costará. Se oyo un leve chasquido y luego se la retiro levantandosela como si fuese una mascará de tela. Se le abrieron los ojos de golpe y empezo a parpadear consecutivamente, había pasado tanto tiempo viendo la oscuridad que ahora le molestaba ver algo de luz.
-Sparx, ¿estás bien? -le pregunto Spyro.
Giro la cabeza mientras se le torcía el cuello, haber llevado tanto tiempo aquella cosa hizo que su cuello se volviese más flacido que antes.
-Me lo parece a mi o lo veo todo torcído -exclamó ironicamente.
Se rio al ver que seguía siendo el de siempre.
Escuho otro gemido proveniente del golem, se notaba que no le gustaba mucho que ambos estuviesen contentos. Les miraba con una expresión arrugada como si les despreciase tanto que no podía soportar ver o escuchar la más minima cosa que viniese de ellos. Al ver esa cara le hizo recordar algo que ya había visto antes en otra raza, en los trolls a los que se había enfrentado. Todos ellos siempre mostraban la misma arrogancia y el mismo desdén por creerse que podían hacer lo que quisieran sin importar si era moralmente justo o correcto. Lo cual esto era una demostración de que tanto los trolls como los golems no tenían mucha diferencía, ambos serés se creían superiores solamente por el hecho de pertenecer a una tierra separada del mundo, y por cada vez que algo malo ocurría, trataban a serés de otra especie como si fuesen alimañas que no se merecían el más minimo respeto, tanto si estaban haciendo algo malo como irrelevante.
Cogió ambas mascarás enderezandose lentamente para cogerlas, como si tuviese miedo de que por algún motivo él fuese a abalanzarse o hacer otro tipo de gesto con el pretexto de querer atacarle salvajemente. Spyro le ignoro riendose para sus adentros de lo ridiculo que se veía todo esto. Podía soportar que les tratase con desprecio por el hecho de que le ataco al intentarse defenderse, pero no que le mirasen como si fuese una criatura asesina que podría matarlo en cualquier momento. Rechistó, y luego se giro marchando hacía la puerta por la que emanaba una luz blanquesina tan fuerte que les cegaba, intentaron de apartar pero pudieron notar rapídamente que al otro lado había una figura reconocida. Era otro golem, se pusieron a hablar muy despacio sin que se pudiese escuchar lo que decían, pero se podían hacer a la idea de que el golem de las mascarás le estaba informando de algo relacionado con ellos. El otro golem asintio con la cabeza y entonces el golem de la mirada arrugada se marcho caminando hacía el frente donde desapareció. Quedo el otro golem mirando hacía ellos. Camino firmemente hasta meterse en la celda donde se pudo mostrar quien era. Tenía el mismo aspecto que el otro golem, pero su cara era distinta y reconocible.
Era Rocamauro.
-Tu -dijo Spyro, sorprendido de verle tan pronto.
-Hola dragón -le saludo con un tono de poca cortesía, luego volteo la mirada hacía la joven libélula-. Hola a ti también joven Sparx.
Sparx se sentía tan nervioso de verle que no sabía que responderle. Le dirigió la mirada a su hermano acordandose de lo que le dijo antes. Tenía miedo de creer que fuese posible que Rocamauro hubiese hecho todo esto después de lo bien que les trato antes. Pero ahora que se encontraban en esta situación, debía tener la cabeza clara y reconocer que las tornas se habían dado vuelta.
-Señor Rocamauro, ¿usted nos ha encerrado aquí? -le pregunto, titubeando.
El golem resoplo angustiado. Se rasco por detrás de la cabeza mostrando que tenía un pequeño orificio circular distinto a todos los orificios y esquinas que conformaban su cuerpo hecho de rocas.
-Temo deciros que si -reafirmo solemnemente.
Sparx quedo con la boca abierta.
-Aunque no esperaba que mis hombres os cogiesen de una forma tan severa. Solamente les pedí que os exigiesen que vinieseis con ellos y nada más -añadio mostrando un desahogo de culpa.
-Más bien parecía que nos estaban exigiendo por la fuerza -le recriminó Spyro-. ¿Que pensabas que ibamos a hacer? ¿Irnos con ellos sin oponer resistencia?
-No -contesto cinicamente-. Pero no debiste encararte conmigo, eso les asusto y ahora piensas que estás en guerra con todos nosotros.
-¿Con todos vosotros? Ustedes los golems os encarasteís con los magmagolems por culpa de un malentendido, deberiaís en guerra con vosotros mismos por lo que ocurrió con ellos -recrimino Spyro justificando el verdadero problema.
Rocamauro frunció la mirada con desdén.
-Tu no lo entiendes joven dragón -espeto con amargura.
-No, si que lo entiendo, lamento mucho lo que le paso a tu hijo. Pero debes entender que lo que ocurrió fue un accidente -se retractó haciendole entrar en razón de forma pasiva para que entendiese que pretendía ayudarle.
Aquello ultimo sorprendió a Sparx, le miro absorto al no entender lo que ocurría.
Se le estiraron las piedras de su cara hacía arriba.
-¿Te lo ha contado? -pregunto sorprendido.
-Así es, me lo ha contado todo. La verdad sobre lo que paso aquel día.
-Está mintiendo.
-No, no está mintiendo, ha sido totalmente sincero conmigo todo este tiempo. Me ha contado lo que paso. Lo que sucedió aquel día fue un accidente, ese golem se cayo y aquellos niños intentaron de ayudarle, pero no sabían que sus manos se derritirían al tocarle, fue un simple descuido que llevo a una horrible desgracia. Pero ese incidente se pudo haber zanjado muy facilmente -le explicó insistiendole para que comprendiese que la gravedad de ese asunto era menor a cualquier otro suceso.
Gimió cerciorandose de algo.
-¿En serio te ha contado eso? -pregunto reprochadamente.
-Pues si, ¿acaso no fue así?
Se acerco apoyando su cabeza contra la del joven dragón, aunque no tenía globulos oculares, aquella mirada vacía formada de rocas igneas era intimidante.
-¿Que fue lo que te contó?
-Me conto que uno de tus hombros se le derritío la roca en la que estaba apoyado, y cuando casi estaba apunto de caer al lago de lava, unos niños golem vinieron y se agarraron a sus manos, pero al sujetarsela sus dedos se derritieron -le comento describiendole brevemente la historia como la recordaba.
-Puede que te haya dicho la verdad, pero hay algo que se le olvido mencionar.
-¿El qué? -frunció el ceño extrañado.
-Él fue el magmagolem que se cayo -declaro.
Quedo indeciso al oír eso.
-¿Que? -intento mentalmente asimilar esa revelación porque no comprendía que después de la conversación que tuvieron, había algo que no había añadido, demostrando que seguía todavía mintiendo-. Pero no lo entiendo, él...
-Decía que contaba la verdad, ¿nó? -repuso descaradamente-. Pues no es así, y encima sucedió algo más que seguramente tampoco te conto.
-¿El qué? -pregunto intrigado Sparx por saber adonde llevaba la historia.
-No fue un simple niño golem el que marcho a salvar a Magmus, fue mi hijo -confeso soltando un profundo alarido.
Ahora ambos estaban más indecisos que antes. Cuanto más descubrían, menos sentido le encontraban a toda esta parafernalia.
-¿Tu hijo? -le pregunto Spyro con total firmeza, estaba tan harto de este tema que ahora quería que le dijesen todos los detalles de lo sucedido.
-Así es -bajo la cabeza apenado-. Mi hijo fue la victima de aquel desafortunado incidente relacionado con Magmus, el pobre intento de hacer lo correcto, y acabo sufriendo algo para lo que ningún niño de su edad debería de estar preparado.
-Pero eso nunca lo contaste.
-¿Y por que debería de hacerlo? Ocurrió hace mucho tiempo, y encima soy el general al mando de todos los golems. Yo no voy por ahí soltandole a todo el mundo mi historia, ni siquiera a vosotros o a la Madre Superiora -explicó demostrando que se ocultaba cosas por pura tozudez-. Si tengo algo que ocultar, es el hecho de que ese monstruo de lava me destruyo lo que más apreciaba en el mundo.
Se sentía tan angustioso que ni siquiera podía enfadarse por ello, se dio la vuelta intentando de ignorar el hecho de que le estaba poniendo triste recordar todo ese suceso. Ambos hermanos se miraron reconociendo que toda esta historia les estaba impresionando demasíado. Era peor de lo que creían, por eso mismo ahora comprendían porque toda esta guerra por el volcan era tan intensificante. Habían tantos detalles inconclusos y tantos años ignorando los verdaderos sucesos, que era imposible determinar ya que cosas eran ciertas o quien era el verdadero culpable o victima del suceso.
Eso le hizo intuir al dragón que había algo que no cuadraba, la forma en como lo decía no sonaba a la de alguien destrozado porque su hijo hubiese quedado gravemente herido. Además, los golems sabían recuperarse de cualquier herida relacionada con lava. Éstaba ocultando otro detalle más, y este le dolía bastante.
-¿Tu hijo no quedo herido porque se le hubiesen derretido los dedos al coger la mano de Magmus verdad? -le pregunto con tono intuitivo, sospechaba de que se produjo otro incidente mucho más grave-. ¿Paso algo más que hizo que te enfadases con él nó?
Sparx le miro meditabundo al no entender lo que ocurrió.
Rocamauro hizo un gesto de amargo resoplido y luego se giro dirigiendole una mirada de desazón. Se acerco de nuevo mostrandose imponente como si estuviese dispuesto a golpearle con violencia, pero en vez de eso se calmo de nuevo y dijo:
-Cierto -confirmo con tono solemne-. Sucedió algo más.
Asintio con mayor profundidad, intentando de asimilar lo que recordaba.
-Cuando Magmus se le derritió la roca donde estaba apoyado, este se salvo agarrandose de una roca, pero la roca se le estaba derritiendo en su mano a medida que se iba poniendo nervioso y si se soltaba, caería contra un trozo picudo que había más abajo, mi hijo y unos amigos suyos se metieron a mirar. Marcharon a ver lo que pasaba y se encontraron con él. Magmus estaba apunto de caer cuando entonces él le cogió de la mano justo a tiempo. Intento con todas sus fuerzas de levantarle. Pero como Magmus se ponía demasíado nervioso, empezo a echar lava por todas partes, incluido en su brazo y en su cara -se detuvo frunciendo la cara al no querer recordarlo.
Spyro se quedo perplejo al ver hasta donde iba la historia.
-El resto de los amigos le ayudaron, tiraron de él, pero al hacerlo ellos se quemaron también, mientras que Magmus se tiro encima del chico, quemandole todo el pecho, y la lava se fue extendiendo por todas las rocas que conformaban su cuerpo -berreó intentando de aguantarse las ganas de no llorar-. Cuando llegue, se estaba desintegrando, sus piernas, sus brazos y la mitad de su cuerpo se habían derretido en un menjunje de lava que apenas podía tocar, me quemaba los dedos de solo hacerlo. Intente de ayudarle, pero lo mejor que pude hacer fue decirle que "todo iba bienˮ. Él me sonrió como si no pasase nada, que había sido un buen padre, que hizo lo correcto, y luego las rocas que conformaban su cabeza se derritieron encima de mis manos -extendió sus manos recreando la escena, le parecía que seguia viendo esas rocas en sus palmas, luego estallo en un llanto enorme mientras apretaba fuertemente los puños.
Termino por caer arrodillado contra el suelo.
Spyro quedo tan impavido al oír toda esa historia que sintió la necesidad de soltar todo el aire que había estado aguantando todo el rato. No estaba preparado para descubrir eso. Dirigió la mirada a su hermano, él estaba igual, absorto y consternado, esta historia le hizo llorar de tal manera que las lagrimas que le caían de sus ojos parecían cataratas cristalinas. Después de oír esto le hizo reconocer que esta era la definitiva versión del suceso que produjo el conflicto ya que viendo su reacción, era imposible que se la inventase. Pero aún así había ciertos hechos que no le cuadraban del todo.
-Pero no lo entiendo, ¿porque Magmus no me dijo eso? Creía que sería sincero conmigo -cuestiono ese hecho que ahora le estando resultando agobiante de comprender.
Rocamauro rezongo con amargura.
Levanto la cabeza mirandole con una expresión de disgusto.
-¿Quieres saber porque Magmus no te lo ha contado? -interpeló con desdén. Se enderezo y volvió a ponerse de pie-. Porque él espera que te cuente la verdad, para demostrarle al mundo que soy un necio que inicio todo este conficto.
-¿Entonces lo hizo usted de verdad? -le pregunto seriamente, sintiendo que estaba a un paso de descubrir toda la historia.
Bajo la mirada, estando pensativo.
-Yo no lo quería, pero su muerte provoco una enorme angustia en mi. Él intento de disculparse por lo sucedido, pero me enfade tanto que le eche la culpa de lo sucedido, le recrimine que los magmagolems jamás deberían haber confraternizado con nosotros -explicó detallandolo con paciencia, quería que entendiese la seriedad con la que se produjeron esos acontecimientos-. Pero él me explico que fue un accidente, y si se lo contaba a los demás ellos lo entenderían y zanjarían justamente el asunto.
-Pero no fue así, ¿verdad? -continuo Sparx, sintiendo que había algo en esa historia que provoco un detonante en esa discusión.
Rocamauro bajo la cabeza, reconociendo que tenía razón.
-Estaba tan enfadado con él, que empece a darle vueltas a la cabeza, y me di cuenta de que si él no hubiese estado aquí, mi hijo no se habría muerto, y no hubiesen ocurrido otros problemas que ya estaban afectando a mi pueblo -volvío a dirigirse hacía Spyro con una expresión firme-. Al cabo del rato vinieron un grupo de obreros golems que venían trás oír el suceso. Me pidieron que les explicase lo sucedido, así que entonces aproveche para comentarles que mi hijo había salvado a Magmus, pero que luego le mato tirandole lava encima porque no podía soportar la idea de que un golem le hubiese salvado la vida. Como si fuese una vergüenza para su espcie.
-¿Que? -reaccionaron ambos mutuamente.
-¿Entonces les mentiste a todos? -pregunto retoricamente Spyro.
-Hice lo que debía hacer para proteger a mi gente -justifico con severidad.
-Más bien lo hiciste para tener una razón para echarles del volcan -recalcó honestamente Sparx sintiendose asqueado con esa verdad-. Siempre quisiste echarles, así que les mentiste para que así todos se pusiesen de tu parte.
Rocamauro se enfado tanto que cogió a Sparx de la cara apretandole los labios para que no pudiese decir nada. Spyro se sobresalto horrorizado al ver lo que le estaba haciendo a su hermano. Aprovecho ahora que no tenía aquella mascará de roca para lanzarle una llamarada que le quemase o le provocase algún daño como minimo. Sabía que no le haría nada, pero le importaba más que se alejase de Sparx. Se concentro e intento de largar fuego de la boca, pero no le salía, forcejeo para escupir algo de fuego pero cuanto más apretaba su garganta, más le dolía. Era la primera vez que le sucedía eso.
Rocamauro le miro pudiendo notar lo que intentaba hacer.
-No vas a poder dragon, cuando mis hombres te cogieron, te golpearon en la traquea donde te permite echar fuego de la boca. No vas a poder hacer nada por un buen rato -le aclaro demostrando que ya hasta ya había pensado en eso por si acaso.
Se molesto tanto que se enfado aún más. Tironeo de la cadena de nuevo esperando que se soltase, pero no sucedía nada. La cogió con sus manos y tironeo con más fuerza que antes, sus musculos se le apretaban una barbaridad. Al final no pudo aguantarlo más y cayo agotado contra el suelo.
Rocamauro esbozo una mirada de sorpresa, le resultaba interesante ver como aquel dragon se esforzaba por escapar aun sabiendo que no tenía manera, y todo por su hermano libélula. Decidió soltar a su hermano para que la situación no se agravase. Se alejo y el joven libélula se puso a respirar profundamente. Fue soltando leves resoplidos de aire mientras levantaba la cabeza dirigiendole una mirada de desprecio. Paso de tener miedo a lo que sucedía a mostrarse firme.
-Lamento mucho esto jovenes hermanos, pero no puedo soportar que nadie lo entienda. Esperaba que fueseis un poco más comprensibles, pero ahora veo que no es así. Vosotros sois como la Madre Superiora, siempre viendolo de una forma mucho más objetiva y honesta -se disculpo reconociendo lo sinceros que eran. Eso era algo que respetaba y admiraba.
Spyro tenía unas ganas terribles de ir por él. Se sentía engañado ya que creía que después de todo este tiempo era un amigo, pero no era así, era un embaucador y un mentiroso que permitío que se formase una guerra que duro siglos y ahora encima les había capturado porque estaba desesperado de que no supiesen la verdad. Pero antes quería saber del todo las razones por las cuales se produjo ese suceso.
-¿Porque lo hiciste en realidad Rocamauro? ¿Tanto odiabas a los magmagolems que tuviese que culpar a Magmus de lo que había hecho? -le pregunto con tono de exigirle una respuesta honesta que le aclarase todas sus dudas.
-Tu no lo entenderías -bajo la cabeza de nuevo estando calmado.
-Pues entonces hazmelo entender, porque yo ahora mismo estoy harto de no entender nada -decreto golpeteando el puño contra el suelo.
Rocamauro resoplo, amargado por tener que hacerlo como si para él fuese un suplicio del que no pudiese escapar.
-Cuando conocí a Magmus, desconocía lo que era, me daba miedo porque veía que estaba hecho de lava. Pense que nos atacarían, pero luego vi que eran amistosos. Y como estaban dispuestos a ayudarnos, decidi aliarme con ellos. Por un tiempo estuvimos progresando en crear un nuevo mundo aquí. Pero siempre me quedo la duda de pensar que a lo mejor sería una mala idea tenerlos de nuestro lado. La lava que desprendían afectaba a las rocas de las que estabamos hechos. No podía dejar de intuirme en que le harían algo a mis amigos o a mi familia -le explicó dirigiendole una mirada pecaminosa-. Y fijate tu por donde al final ocurrió lo que no quería que sucediese. Al ver eso, me hizo darme cuenta de que eso no podía seguir así. Los magmagolems no eran serés con quienes se pudiese tratar o siquiera tolerar, así que tome la opción más justa y decidi culparles de la muerte de mi hijo. Conseguimos echar a todos los magmagolems, hasta que contraatacaron con su lava, pero luego pudimos vengarnos gracias a la ayuda de los molekins. Los alejamos de los nuestros dejandoles apartados en el único lugar donde no podrían hacer daño a nadie. Y así ha permanecido durante siglos.
-Funcionando en base a una mentira -recalcó Spyro.
-Una mentira que ha ayudado a salvar esta ciudad y a ambas razas.
-¿Pero y que sucede con los magmagolems? ¿Acaso ellos no se merecen el mismo derecho que los golems y los molekins? ¿Acaso merecen ser rechazados simplemente por el hecho de estar formados de un elemento que os destruye?
-No, pero ellos nacieron de la oscuridad. Por eso podría destruirlos a todos, pero no lo he hecho porque a pesar de ello soy un hombre compasivo. Y se reconocer que aunque intente de acabar con una especie, eso no me haría mejor sér civilizado en comparación con Malefor -indico señalando que era lo suficientemente inteligente para saber que se arrepentiría de cometer un error de esa magnitud.
Spyro esbozo una mirada rigida, a pesar de sus razonables argumentos, no quedaba muy convencido de que eso justificase su decisión tiempo atrás. Había cometido un error imperdonable y debía retractarse de ello como fuese.
-Se que debes odiarme porque crees que quizás no sea lo correcto, pero ten en cuenta de que hay ocasiones en que uno debe dejarse llevar por el miedo porque es más facil que buscar el perdón aún sabiendo que eso nunca te aliviara del todo -asintio reflexionando acerca de adonde le llevo todo este asunto. Le resultaba tan complicado que ahora ya no sabía si era capaz de confrontar el problema o no.
Eso fue algo en lo que pudo darle la razón. Las cosas nunca eran faciles, ni siquiera cuando a la hora de aceptar que algo a lo que tanto tenías miedo de que sucediese, acabase sucediendo y no puedas hacer nada para remediarlo excepto encerrarte en tus propias penas y señalar a un culpable porque es más facil que culparse a uno mismo. Estaba tan preocupado por esto que no pudo evitar pensar en que quizás ellos no eran los únicos que estaban pasando por esta misma situación.
-¿Que le ha pasado al resto de mi equipo? -pregunto con firmeza.
-Tus amigos, el duene y el mabu los tenemos retenidos también. No en estas mismas instalaciones, pero al menos en mejores circunstancias que las vuestras.
Se rio, no sabía si sentirse mosqueado o aliviado de que sus amigos no tuviesen también una mascará pesada de piedra que les tapase toda la cara.
-¿Y Cynder?
-De ella no se nada. Mis hombres no la han capturado. Lo que significa que aún sigue protegiendo la Madre Superiora y Magmus.
-Pero en cuanto sepa que no hemos vuelto, ella vendrá a buscarnos -recalcó Sparx.
-Así es -afirmo intuitivamente-. Por eso mismo quiero proponeros algo.
Ambos hermaron se echaron unas miradas de sospecha. Llevan tanto tiempo pasando por este tipo de situaciones, que cada vez que escuchaban a alguien pretender hacer un trato, significaba que les iba a pedir hacer algo que no les iba a gustar. Y estando en la situación en la que estaban, seguramente la propuesta que les fuese a dar iba a tratarse sobre algo de lo que iban a lamentar mucho más que con cualquier cosa.
-Yo no quiero empezar otra guerra. Ya han habido bastantes bajas relacionadas con los ataques producidos por tu amiga y los magmagolems. No quiero haceros daño porque eso me llevaría a más consecuencias de la que pueda tener. Por eso mismo quisiera que regreseís con la Madre Superiora para que le digaís que no ha pasado nada. Que esta negociación no funciona. Y que es mejor que el rey Magmus y los suyos regresen al territorio de donde proceden para no volver jamás aquí -explicó indicando que su propuesta consistia en tapar los hechos de la verdad.
Se miraron de nuevo al no poder creerse que su propuesta fuese cometer una idea tan simple como efectiva que no llevase a solucionar nada.
-¿Quieres seguir ocultandolo todo? -le critico Spyro.
-La gente no está preparada para descubrir la verdad. Y aunque lo confesase todo. Provocaría un enorme conflicto con los molekins que llevan viviendo generaciones aquí. Es mejor que no sepan nada y que el rey Magmus regrese de donde ha venido para no causar más problemas de los que ya ha causado con esta guerra -aclaro demostrando que pretendía tapar el asunto por puras ideas politicas.
-¿Lo que nos estás pidiendo es que no hagamos nada? -protesto Sparx.
-Lo que os estoy pidiendo es que sigaís manteniendo la paz en este volcan. Solo así las cosas volverán a ser lo que eran.
-Las cosas no volverán a ser lo que era -retracto seriamente Spyro.
Ambos quedaron con las miradas fijadas al saber muy bien que tenían opiniones muy contradictorias al respecto.
-Te voy a proponer algo joven dragón -se acomodo enderezandose con las piernas estiradas y cruzandose de brazos para mostrar una actitud desafiante-. Voy a soltarte, a ti, a tu hermano, y a tus amigos. Y cuando lo hagás, quiero que vuelvas con la Madre Superiora para comentarle que yo decía la verdad todo este tiempo y de que Magmus ha sido culpable de todos sus actos, tanto antiguos como presentes. Y como no hay forma de demostrar su inocencia, tendrán que llegar a la única conclusión de que lo mejor que pueden hacer para zanjar este asunto. Es hacer que cada uno vuelva adonde pertenece. Solo así conseguiremos calmar esta sociedad dañada.
-¿Y si no lo hago? -critico con desdén.
-Me temo que tendré que cancelar la alianza que tenemos los golems con los molekins. Además de que posiblemente pueda ordenarles de que les echen.
-¿Echarlos? -saltó Sparx-. ¿Quieres decir de...
-Si -reafirmo su ultima frase-. Han sido amigos nuestros durante siglos, pero antes de eso solamente estabamos nosotros los golems. Si fuese por mi, podría echarlos de este volcan y pedirles que se busquen una nueva vida en otra parte y así quedarnos nosotros para reconstruir este lugar a nuestra propia manera.
-¿No serás capaz de eso verdad? Son tan gente como tu especie -achacó Spyro señalando la imposibilidad que había en cometer ese acto-. Has visto todas las generaciones de molekins crecer desde el principio de todo.
-Lo se, pero más me importaba mi hijo, y lo perdí hace siglos. ¿Porque debería de seguir preocupandome por ellos si ya no son la misma gente que conocí durante la primera generación? -argumentó con superficialidad.
Aquello le hizo darse cuenta de cual era el verdadero caracter de Rocamauro y de lo ensimismado que estaba por seguir creyendo que tenía la razón. Solo con oírle escuchar ese argumento, sabía reconocer que estaba ante alguien que haría lo que fuera por mantener las apariencias siempre y cuando no se arruinase su orden.
-¿Que opinas joven dragón? ¿Lo aceptas o no? -frunció cinicamente el ceño.
Dudaba de esa petición, sabía bien que esto estaba mal, le había hecho una promesa a Rocamauro de que todo cambiaría. Pero viendo que Rocamauro tenía el control y podía hacer lo que quisiera tanto con los magmagolems como los molekins, le hizo darse cuenta de que no era bueno meterse con él o siquiera enfadar. No estaba en una posición aventujosa que le pudiese servir para detenerle e impedir sus nefastos planes. Esta vez era una batalla que no podía ganar.
-Jamás lo haremos -discrepo reaccionando Sparx con tono desafiante-. Una vez que salgamos de aquí te detendremos y te obligaremos a que le digas a toda esa gente que hay ahí fuera de todo lo que haz hecho porque sino...
-¡Sparx! -protesto Spyro.
Inmediatamente la joven libélula se callo y dirigió la mirada a su hermano.
-Dejalo estar, él ha ganado -le contesto, aceptando las condiciones.
-¿Que? -exclamó sorprendido-. Pero él ha...
-Lo se, pero dejalo, ha ganado.
Sparx quedo indeciso ante esa respuesta, se sentía como si le hubiese dado una punzada en su corazón justo cuando arreglaron de nuevo sus problemas.
Rocamauro sonrio alegrado por su respuesta.
-Me alegra mucho de que por fin podamos entendernos -se insinuo con lascivia-. Una vez que os libere os encontrareís con vuestros amigos afuera. No les hemos hecho, eso puedo prometeros, pero tendreís que pedirles primero que no digan nada porque sino habrá consecuencias de mi parte.
-Lo tomare en cuenta -acepto amargamente.
-Bien -acepto y se dio la vuelta marchandose por aquella salida de la cual desprendía una enorme luz cegadora.
Spyro se giro mirando a su hermano de nuevo, volvió a poner la misma cara de decepción que antes. Era evidente que esta idea no le iba a gustar, ya que conociendole se esperaba que él hiciese algo como ponerse a romper las cadenas y detener a Rocamauro. Pero él siendo tan joven e ingenuo no era capaz de entenderlo. Aunque se lo explicase, le costaría horas encontrarle el punto para que lo comprendiese. Pero ahora eso no era lo que más le importaba ahora. Le preocupaba el no saber que hacer a continuación. Si cumplir con la petición de Rocamauro de no decir nada. O preparar un plan lo suficientemente arriesgado para impedir un motin por parte de los golems.
Esta vez tenía que jugar bien sus cartas.
