A cada segundo que pasaba el ambiente en la habitación de la joven castaña, se volvía mas y mas tenso, de hecho, hasta el ambarino pudo percibir la negatividad en el ambiente, cuya emanación parecía provenir principalmente del recién llegado, por lo que aun confundido y tratando de analizar mas a fondo aquella extraña situación, en la que sin saber cómo, se encontraba inmiscuido, decidió guardar silencio, pues a su consideración, era lo mas prudente en esos momentos, al no tener muy claro lo que estaba ocurriendo exactamente entre la joven ojiverde y el chico que decía era su hermano.
- ¿Q-que...¿qué haces aquí hermano? – cuestiono la chica, al salir finalmente de su asombro, lo que para su fortuna o no, rompió aquel incomodo y tenso silencio que se había producido unos instantes atrás.
- Pues yo... – le tomo un poco desprevenido, por lo que vacilo por un segundo al dar su respuesta – vine a pasar las vacaciones de navidad contigo – con cierta indiferencia, el moreno evadió la mirada inquisitiva por parte de su hermana.
- ¿En serio? – le miro no muy convencida, achicando un poco sus ojos, pues que ella recordase, él jamás había hecho a un lado sus obligaciones, solo por pasar tiempo de calidad entre los dos, eso aun si estaban de vacaciones.
- Si... – respondió firmemente el moreno al ver la desconfianza reflejada en esas dos simples palabras dichas por la chica – ¿o acaso es un crimen que quiera visitarte? – la voz del joven se escuchaba un poco irritada, y si a eso se le aunaban su postura de brazos cruzados y el ceño ligeramente fruncido, a simple vista se podía deducir que no estaba de muy buen humor.
- No, por supuesto que no... – se apresuro a decir la muchacha, mas mostrándose tan indiferentemente como él lo estaba haciendo – es solo que me parece bastante extraño tu repentino interés por mi... – antes de que pudiera responderle, alguien mas irrumpió abruptamente en la habitación, interrumpiendo al moreno que estaba a punto de objetar lo dicho por su hermana.
- ¡Sakura ¿estas bien, tu tía me acaba de contar lo que... – una hermosa joven de largos cabellos castaños rojizos apareció imprevistamente detrás del trigueño, haciéndolo a un lado sin importar las quejas que de este salían – eh... ¡oh...! – calló de inmediato, lanzándole una sonrisita bastante picara a su amiga – creo que llegamos en mal momento – su sonrisa se amplio aun mas al ver la expresión confundida en el rostro de los dos castaños, los que en realidad no se dieron cuenta de lo que ocurría, hasta que bajaron la mirada a sus manos, pues era ahí donde la castaña rojiza tenia clavada su vista.
Al ver como sus manos seguían entrelazadas, los dos se separaron automáticamente, no pudiendo evitar que un furioso sonrojo se apoderara de sus mejillas, la castaña rojiza, miraba enteramente divertidamente la escena, mientras que el moreno por su lado adopto una expresión asesina en el rostro.
Capitulo 15
Una desastrosa navidad
- Por enésima vez hermano, te repito que entre Syaoran y yo no hay nada... – reitero la castaña, al tener aun presente la bochornosa escena en la que se había visto envuelta la tarde del día anterior, por culpa de su hermano mayor...
"- ¡Apártate en este mismo momento de mi hermana mocoso! – sentencio iracundamente el chico alto, de cabellos y ojos negros, a un aturdido joven castaño, que aun no asimilaba lo que estaba ocurriendo.
- ¡Ya basta hermano! – le grito la ojiverde bastante molesta – no permitiré que insultes a Syaoran...
- Tu no me vas a... – por segunda vez el moreno se vio interrumpido antes de poder objetar.
- Sakura esta bien... – se escucho la voz neutral del ambarino, quien al parecer ya había vuelto de dondequiera que estuviese su conciencia – no hace falta que me defiendas – con suma tranquilidad se puso de pie, encaminándose hasta la salida, pasándole de lado al otro chico que le miraba totalmente receloso – evidentemente, tu hermano esta algo... "perturbado" por algo – acentuó lo ultimo con mayor énfasis, de una manera bastante desdeñosa, pero tan sutil que la castaña no alcanzo a percibir – así que los dejare solos para que puedan arreglar sus diferencias en paz... – el moreno, que si había entendido la indirecta, le lanzo una mirada fulminante y sumamente despectiva, que el otro correspondió en igual forma, para posteriormente salir de la habitación con una sonrisa algo arrogante.
- Resulto ser mas astuto de lo que esperabas ¿no Touya? – murmuro bajamente y con burla la castaña rojiza, quien había estado atenta a cada acción del ambarino, lo que hizo enfurecer todavía mas al otro chico.
- Cállate Nakuru... – farfullo apretando fuertemente los dientes, por lo que sus palabras apenas fueron entendibles, causando una mayor diversión en su compañera, que de alguna forma disfrutaba al ver los incontrolables celos fraternos de su novio.
- ¡Muy bien¿me pueden explicar de una buena vez que están haciendo ustedes dos aquí! – la castaña se exalto notoriamente al ver como era excluida de aquella conversación.
- Lo que pasa es que Touya estaba bastante preocupado por ti... – dijo con simplicidad la joven de ojos avellana, ignorando por completo las amenazadoras miradas del otro chico – cuando se entero de la carta que tu padre te envió, inmediatamente quiso venir a ver como te encontrabas – se encamino con serenidad hasta quedar junto a su amiga antes de que el joven pudiera decir algo para defenderse – y en cuanto a eso ¿estas bien, persuadí a tu tía para que me mostrara la carta y pues yo...
- Descuida Nakuru, estoy bien... – aunque débilmente, la joven sonrió con sinceridad – Syaoran estuvo a mi lado y aunque aun me siento un poco mal por lo ocurrido, creo que su compañía me ayudo bastante a sentirme mejor...
- Y dale con ese mocoso – el pelinegro volvió a intervenir con igual o mayor furia que antes – ¿se puede saber que ha estado haciendo Kerberos todo este tiempo? – al oír su nombre, el pequeño guardián, adopto mas que nunca su postura de muñeco de felpa – ¿o es que a caso ese chiquillo y tú tienen algo mas que ver...?
- ¿Q-qué insinúas! – quiso escucharse molesta, mas un nuevo color carmesí ataco a sus mejillas en ese momento, delatando su verdadero sentir, por lo que evito a toda costa el contacto visual con su hermano, ya que este tenia una extraña habilidad para leer los sentimientos de los demás, con solo verlos directamente a los ojos – entre Syaoran y yo no hay nada mas que una simple amistad...
- Si como no... – mascullo escépticamente y con una mirada llena de desconfianza dirigida a su hermana – por lo que veo ya olvidaste a Yue... – sugirió mordazmente.
- ¡Yo no eh olvidado a Yue...! – hablo sin pensar, aunque al recapacitarlo mejor, ni siquiera había pensado en él los últimos dos meses, a pesar de que ella antes juraba y perjuraba que eran almas gemelas – y en todo caso, eso es algo que a ti no te importa...
- ¡Eres mi hermana y por supuesto que me importa el que salgas con cualquier mocoso impertinente! – el chico estaba ya fuera de sus casillas al igual que la castaña, quien en ningún momento se dio por vencida en la discusión.
- ¡PUES A BUENA HORA RECUERDAS QUE TIENES UNA HERMANA! – grito furiosa – ¡y en cuanto a Syaoran, te prohíbo que sigas insultándolo, ni siquiera lo conoces, además, si decido salir o no con él, es algo que solo me concierne a mi, así que te pido o mejor dicho te exijo que no vuelvas a entrometerte en mi vida! – se puso bruscamente de pie, dejándolo con la palabra en la boca, al salir rápidamente de la habitación sin decir nada mas.
- ¡Espera Sakura! – le llamo, pero esta hizo caso omiso a sus palabras - ¡tu y yo no hemos terminado de hablar¡SAKURA...!"
Eso era lo que había sucedido, y en si, la castaña ya se había cansado de escuchar las constantes quejas de su hermano, sobre que si él se llegaba a enterar de que había algo mas entre Syaoran y ella, haría pagar a ese mocoso, convirtiéndolo en cualquier clase de bicho repugnante y rastrero.
Nakuru sin embargo, se mostró muy comprensiva, y hasta parecía emocionada con la idea de que ella y el castaño tuvieran algo que ver, mas por alguna razón ella inmediatamente le evadía y decía que entre Syaoran y ella no podría haber otra cosa mas que una buena amistad.
Y de nuevo tenía a su hermano siguiéndola y dándole el mismo sermón que no dejaba de repetir desde la tarde anterior, mientras se dirigían a la planta baja para desayunar, pues este se había tomado la amable molestia de ir a despertarla, ayudándose de un recipiente con agua fría, que ayudo a acelerar el proceso.
Al llegar a la sala, la joven vio en el recibidor a los otro dos inquilinos de la pensión, quienes al parecer tenían la clara intención de viajar, pues ambos mantenían a su lado un par de maletas, junto a ellos estaba Syaoran, Nakuru y su tía Yelan, quienes ya se estaban despidiendo de ellos.
- ¿Yamazaki¿Chiharu? – les llamo la ojiverde, al momento los dos voltearon para verle – ¿qué hacen con esas maletas?
- Ah, buenos días Sakura... – dijo felizmente la joven que estaba de píe frente a ella, con una bolsa de viaje en su mano – estamos esperando al taxi que nos llevara al aeropuerto.
- ¿Al aeropuerto? – pregunto confundida, al recordar vagamente que un aeropuerto era aquel lugar que los humanos utilizaban para viajar en una especie de artefacto volador gigante – ¿a dónde irán?
- Pasaremos las vacaciones de navidad con nuestras familias – respondió con simpleza el chico pelinegro al lado al lado de la joven.
- Entiendo... entonces les deseo una feliz navidad a los dos... – les sonrió antes de darles un fuerte abrazo de despedida, dejando ciertamente anonadado a su hermano mayor, al saber de antemano la notoria aversión que la joven profesaba a los humanos, de hecho eso no era el único cambio que había notado en ella, pues su carácter ya no era tan explosivo como antes¿acaso seria posible que ella al fin hubiese podido controlar sus impulsos?. De ser así su destino la alcanzaría dentro de muy poco tiempo.
Los chicos partieron un par de minutos después, los demás, ya con mas serenidad se dirigieron al comedor, para así poder disfrutar del maravilloso almuerzo que había preparado Yelan, y aunque fue un poco incomodo, por las constantes miradas desafiantes entre Touya y Syaoran, paso sin mayores incidentes.
A media mañana se escucho el repicar del teléfono, rompiendo la atmósfera tensa que se vivía bajo techo, la llamada era para el ambarino, quien se sintió ciertamente aliviado, pues los constantes desplantes de cierto moreno hacia su persona, ya le estaban cansando.
Se trataba de su mejor amigo, para su sorpresa se escuchaba algo alterado, por no decir desesperado, por lo que según él, era una emergencia nacional el que se vieran lo mas rápido posible.
Los dos concertaron verse en el centro comercial media hora mas tarde, ya que él pelizul no quiso decirle nada mas por teléfono, y si bien se sentía feliz con la idea de no ver a Touya Kinomoto por el resto de la tarde, igualmente se sentía inquieto por averiguar de que se trataría la dichosa urgencia de su amigo.
- ¡Syaoran, por aquí...! – agito vigorosamente su mano el joven de cabellos azulinos al distinguir en la entrada del centro comercial la figura de su amigo.
- Muy bien Hiragizawa, aquí me tienes... – dijo el ambarino cuando se acercaba hasta donde él estaba – ¿cuál era esa emergencia por la que te urgía que nos viéramos...?
- Es que quiero pedirte un favor muy especial Syaoran – mostró bastante seriedad en su semblante, avivando un poco la curiosidad innata del castaño.
- ¿D-de que se trata? – cuestiono con suspicacia y algo de intriga.
- Solo quedan tres días para navidad y yo aun no le eh comprado nada a Tomoyo... – soltó todo de corrido, sin hacer pausas ni siquiera para tomar un respiro, dejando a un Syaoran bastante confundido.
- Y... ¿eso que tiene que ver conmigo? – articulo al fin, sin atinar a descifrar el mensaje de lo que Eriol quería de él.
- Eso mi amigo, tiene mucho que ver, pues ese es el favor que quiero pedirte... – volvió a retomar la seriedad de antes, provocando que inevitablemente el chico castaño le prestara toda la atención posible – ya que quiero que tu me ayudes a escoger un regalo para Tomoyo...
- ¿Y esa es tu urgencia de vida o muerte por la que me hiciste venir! – sin mas exploto, y aunque se escuchaba furioso, el chico de gafas le resto mínima importancia a su reaccion – ¡el regalo de navidad para tu novia...!
- Por supuesto – aclaro con toda la calma del mundo – tú cada año le regalas a Mei Ling, así que ya tienes experiencia en eso...
- En primera te aclaro que Mei Ling no es mi novia... – trato de recobrar la compostura al ver como su amigo ni siquiera se inmutaba por lo ocurrido.
- Como si lo fuera – al castaño a veces le exasperaba la tranquilidad que el otro chico siempre demostraba, aun cuando se encontrara en la peor situación – porque es un hecho que ella siempre lo ha declarado a los cuatro vientos y tú nunca la has desmentido de lo contrario...
- Como sea... – el ambarino se cruzo de brazos, tratando de escucharse lo mas sereno posible y así disimular un pequeño sonrojo provocado por el ultimo comentario del peliazul – pero tú también tienes experiencia en esas cosas, ya hasta perdí la cuenta de veces que utilizabas los obsequios para atraer a tus conquistas...
- Tu lo has dicho, mis conquistas... – repunto el de gafas para corregirle – pero Tomoyo es mi novia y la verdad no quiero decepcionarla, tu sabes lo que ella significa para mi, es mi luna, mi sol, mi estrella, la luz de mis ojos, el...
- Si, si, si, ya entendí... – le detuvo justo a tiempo, antes de que le recitara con lujo de detalle todo el discurso sobre el enorme amor que le profesaba a Tomoyo Daidouji, el cual ya se lo sabía de memoria, pues este no se cansaba de recitárselo cada vez que tenia oportunidad.
- ¿Entonces me ayudaras? – le miro de manera un tanto suplicante, por lo que el castaño, después de dar un hondísimo suspiro lleno de resignación, termino aceptando.
- Si no hay otro remedio – dijo de mala gana, pero igual, dándole a entender al peliazul que contaba con toda su ayuda.
- Genial, sabia que podía contar contigo... – sonrió triunfalmente ante su victoria. Posteriormente, los chicos emprendieron su recorrido por el centro comercial, explorando a detalle cada tienda que llamase su atención, tratando de encontrar el obsequio perfecto para la joven de orbes amatistas – y por cierto¿ya le compraste algo a Sakura? – dijo casualmente el chico de gafas, mientras veía un hermoso collar plateado en uno de los tantos escaparates.
- No tendría porque hacerlo – contesto retraídamente el ambarino, perdiendo su vista en un enorme cartel, a las afueras de una tienda de osos de felpa, el que decía "Hágalo usted mismo" y después daba una breve explicación del especial significado que tenia un oso de felpa cuando uno lo confeccionaba para esa persona a la que estuviera destinado.
- Vamos¿hasta cuando vas a aceptar tu realidad camarada? – el ojiazul volvió su mirada, estacionándola momentáneamente en donde se encontraba parado su amigo.
- ¿De que realidad hablas? – respondió distraído al momento que el también se volteaba para verle.
- ¿Cómo que de que hablo? – pareció indignado al parecerle que era algo mas que evidente a lo que se refería – hablo de tus sentimientos por la pequeña Sakura... ¿cuándo le vas a confesar que estas enamorado de ella?
- ¡QUE...¡YO NO ESTOY ENAMORADO DE ELLA...! – alzo la voz tan fuerte que varias personas se detuvieron para mirarle, se sintió tan apenando que su ya de por si sonrosado rostro, adquirió un tinte rojo fuego, que lo obligo a esconder su cabeza tras su bufanda verde, girándose hacia otro lugar donde nadie lo viera a la cara.
- La negación... – sin darle importancia, como siempre, el peliazul chasqueo la lengua, moviendo negativamente la cabeza de un lado a otro – típico síntoma del hombre enamorado.
- ¡Que yo no estoy enamorado! – mostró una ligera alteración, pero mucho menor que la vez anterior.
- Seguro... seguro... si tu lo dices yo te creo... – el de gafas retomo tranquilamente su camino hacia otra tienda, dejando atrás al castaño que rápidamente le siguió el paso de cerca.
- Pues no te oyes muy convencido que digamos, así que suelta de una vez lo que te traes entre manos Hiragizawa...
- Mi estimado Li ¿de verdad quieres saber que es lo que pienso? – se detuvo a medio camino, mirándole por encima del hombro con su típica sonrisa burlona dibujada en los labios.
- Por supuesto, o no te lo estaría preguntando... – se cruzo nuevamente de brazos, arqueando una de sus cejas para mirarle de manera inquisitiva.
- Muy bien, te lo diré con la condición de que no empieces a gritar como loco otra vez¿es un trato? – lo condiciono, al conocer mejor que nadie lo impulsivo que en algunas ocasiones podía llegar a ser este, dando la media vuelta de nuevo para mirarle de frente y extenderle la mano.
- Trato... – acepto, tendiéndole la mano para cerrar su acuerdo, ya que sinceramente quería saber la opinión de su mejor amigo.
- Bien, lo que yo creo, es que tu estas perdidamente enamorado de Sakura Kinomoto y, o estas tan ciego que no lo vez o simplemente te haces el ciego para no verlo, aunque yo apuesto por lo segundo...
- Y se puede saber ¿de donde sacas que Sakura me gusta? – se armo de toda la paciencia de la que era poseedor, mas el crispado tono en su voz, delataba automáticamente la alteración en su estado de animo.
- Pues es mas que obvio mi querido saltamontes – retomo esa burla que siempre utilizaba cada vez que tenia la actitud de "yo lo sé todo y tu ni cuenta te has dado" – el nerviosismo cuando estas a su lado, tus disimuladas miradas hacia ella cada vez que no te ve, los sonrojos cuando te sorprende y el hecho de que prácticamente ya ahuyentaste a todos los chicos que quieren salir con ella, te bastan esos motivos o puedo seguirme de largo con la lista...
- Eso no es verdad, yo solo... yo solo la protejo – trato de objetar lo irrefutable, aun a sabiendas de que lo que le decía su amigo era nada mas que la verdad – tú sabes que para ella es como si apenas estuviese descubriendo el mundo y yo no puedo permitir que nada malo le pase...
- ¿De verdad es solo eso Syaoran? – le miro fijamente, de una forma tan penetrante que puso bastante nervioso al ambarino.
- P-pues si... – titubeo sin estar muy seguro de su propia respuesta.
- Sabes que eres muy malo mintiendo, y a mi menos que a nadie puedes engañarme, te conozco prácticamente desde el jardín de niños – señalo con simplicidad, encogiéndose despreocupadamente de hombros y metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón negro.
- Y que quieres que te diga, que me gusta y que estoy locamente enamorado de ella... – ok, al recapacitarlo con calma supo que estaba de mas haber dicho lo ultimo, pero aun así no se retracto de lo dicho.
- Es un comienzo, si... – sonrió complacido ante la respuesta positiva, pues el chico al fin había dado su brazo a torcer.
- Por favor Eriol, entre Sakura y yo nunca habrá otra cosa mas que amistad y lo sabes – se escucho un tanto desanimado, bajando levemente la cabeza con derrota.
- Mientras tu no le digas tus sentimientos así será... – volvió al ataque, con la clara intención de infundirle los ánimos suficientes como para que se armara del valor necesario, de una buena vez por todas.
- ¿Pero como quieres que se lo diga, no puedo llegar como si nada, pararme frente a ella y decirle "hey Sakura, me gustas y creo que estoy enamorado de ti"
- Por supuesto que no vas a decirle eso, queremos que te haga caso, no aterrorizarla para que no vuelva a dirigirte la palabra el resto de su vida.
- Y según tú, doctora corazón ¿qué es lo que debo hacer? – derrocho sarcasmo al querer hacerle entender que no era tan fácil hacerlo, como decirlo o planificarlo.
- Pues el primer paso ya esta dado, y es que por fin hayas reconocido tus sentimientos, ahora solo habrá que buscar el momento indicado para que puedas decirle lo que sientes por ella, y creo que ya tengo una idea perfecta para que esa situación se de...
- Entonces habla, estoy abierto a toda clase de sugerencias... – le miro atentamente, pero manteniendo sus reservas, pues aun recordaba todos los problemas en los que se había visto envuelto en mas de una ocasión, por las maravillosas ideas de su camarada.
- Tomoyo me comento hace poco, que en la víspera de navidad habrá un desfile en el que participara con sus diseños, por un concurso que gano o algo así, y según me dijo quiere que Sakura sea su modelo, que mejor oportunidad para decírselo, digo, después del evento...
- Muy buen plan, solo hay un pequeño inconveniente, como siempre... – sonrió sarcásticamente el de cabellos castaños.
- ¿Qué inconveniente? – le miro confundido, pues a su ver el plan era perfecto y a prueba de tontos.
- El inconveniente tiene nombre y se llama Touya Kinomoto, el hermano mayor de Sakura... – el chico pudo percibir desdén de parte de su amigo, al pronunciar aquel nombre.
- ¿Sakura tiene un hermano?
- Oh si y uno muy irritante, pero es una larga historia, que ahora no estoy de humor para contarte, solo te puedo decir que es bastante sobre protector con su hermana menor...
- Por él no te preocupes, ya encontrare la forma para que no intervenga – resto importancia de nueva cuenta, pasándole un brazo por el cuello al ambarino para caminar junto a él – ahora solo preocúpate por encontrar la forma de decirle a Sakura lo que sientes y te sugiero que también pienses en algo que obsequiarle para navidad, créeme que eso facilitara tu tarea...
- Esta bien, aunque siento que me voy a arrepentir – suspiro con resignación, al ver de reojo la marcada determinación en el rostro de su compañero – la ultima vez que seguí tus consejos termine castigado por un mes...
- Descuida mi pequeño saltamontes, yo se lo que hago... – se escuchaba tan seguro de si, que al otro no le que mas quedo confiar y rezar por que todo saliera bien.
Entre peleas, miradas hostiles y continuos malentendidos, pasaron los tres días siguientes, llegando así a la víspera de navidad, la joven de mirada esmeralda había notado bastante extraño para con ella al chico castaño, quien le había estado rehuyendo los últimos tres días, pasándosela encerrado todo el tiempo en su habitación, aunque de alguna forma no lo culpaba, pues su hermano aparecía mágicamente, cada vez que este se encontraba a menos de dos metros de ella.
Lo único que la animo un poco, era que por la tarde iría con Syaoran al auditorio de la ciudad, donde se reuniría a su vez con Eriol y Tomoyo, por lo menos así no tendría a su hermano tras ella todo el tiempo, o al menos eso creía, Tomoyo le había pedido que fuese su modelo una vez mas, echando mano de su ya conocida táctica de ojitos tiernos, esa arma infalible de persuasión que utilizaba en su contra cada vez que quería convencerla de hacer algo que ella no quería, no pudiendo mas que aceptar con resignación.
La joven se abrigo debidamente en una combinación de tonos rosas y blancos, que seguían sin agradarle, pero es que no pudo pedir ayuda a Nakuru esta vez, pues su hermano le había prohibido terminantemente a cualquiera de las dos hacer uso de magia, luego del incidente de hacia menos de un mes, y aunque Nakuru dijo que era un cascarrabias, no le quedo mas que aceptar.
Ciertamente la relación entre los dos se veía deteriorada, por cualquier cosa discutían y aunque Sakura no quisiera pensar lo peor, tenia el mal presentimiento de que tarde o temprano su hermano y su mejor amiga terminarían, el solo pensamiento le causaba tristeza, pues ella siempre imagino que los dos terminarían casados, y sin embargo ya lo había intuido la ultima vez que Nakuru la visito.
Durante todo el camino de ida Syaoran no le dirigió la palabra, estaba retraído y absorto en él mismo, y aunque Sakura quiso entablar una conversación, este simplemente balbuceaba algo y seguía en su plan de mutismo total, ya hasta empezaba a preguntarse si su hermano no tendría que ver en que su amigo se comportara así, mas sus sospechas quedaron disipadas al encontrarse con sus amigos en la entrada del auditorio, pues inmediatamente este se aparto con Eriol y los dos se pusieron a platicar de una manera bastante misteriosa.
La castaña pudo ver como el peliazul le decía algo al ambarino y este simplemente movía la cabeza negativamente, al sentirse observados, estos se separaron y regresaron hasta donde las chicas se encontraban, despidiéndose así de ellas, pues estas entrarían a uno de los camerinos del auditorio para arreglarse.
- Te lo digo Eriol, esto no es una buena idea – se quejo por centésima vez en tres días el chico de cabellos castaños. Al separarse de las chicas, estos entraron en el auditorio, para coger un buen lugar antes del evento.
- Solo confía en mi Syaoran, ya te dije que yo me encargo de distraer al hermano de Sakura – el peliazul se escucho tan confiado como de costumbre, al mismo tiempo que los dos tomaban asiento juntos.
- Tú no conoces a ese sujeto, parece como si tuviera un radar integrado, porque cada vez que intento acercarme a Sakura , siempre aparece de golpe...
- Si, pero en este caso contamos con el elemento sorpresa...
- ¿Elemento sorpresa? – le miro no muy confiadamente, achicando un poco sus ojos para verle directamente a la cara.
- Sip, ayer cuando Sakura fue a ver a Tomoyo para lo del desfile, por casualidad conocí a la novia de tu cuñado, platicamos durante un largo rato y no pude evitar sondearla un poco para averiguar lo que pensaba de ti, y cual fue mi sorpresa al descubrir que estaba completamente de acuerdo en que tu y Sakura estuvieran juntos.
- Así que la hiciste cómplice de tu plan... – le miro acusadoramente, pero el chico solo sonrió despreocupadamente.
- Cómplice es una palabra mayor, yo mas bien diría que es una colaboradora mas, para que las cosas salgan bien...
- De veras que aun no se por qué te hago caso – se hundió en su asiento, pues entre mas repasaba el plan de su amigo, mas defectos le encontraba.
- Por qué sabes que tengo la razón – le respondió con serenidad, ignorando la cara de pocos amigos que tenia el otro – y en cuanto a eso ¿conseguiste el obsequio?
- Si... – suspiro con cansancio – esta en la mochila... – señalo una mochila tipo morral, que cargaba a cuestas.
- Estupendo, ahora solo hay que esperar un poco mas...
De un momento a otro, las luces del auditorio se apagaron, al mismo tiempo que se escuchaba por todo el salón una clase de música tecno dance, que dio inicio el evento, mientras los reflectores iluminaban a las modelos que aparecían por la pasarela, el joven castaño aguardaba impaciente, sus nervios aumentaban a cada minuto que pasaba, al dudar seriamente, sobre si llevar a cabo o no el plan de su amigo, mas sus nervios quedaron destrozados cuando fue el turno de Sakura para modelar.
Al verla tan hermosa, sintió sus mejillas arder de presto, por lo que en esos momentos agradeció sinceramente que las luces estuvieran apagadas, así no seria objeto de las burlas por parte de Eriol, pero es que lucia tan linda en ese entallado vestido rosado, el cual enmarcaba a la perfección su estilizada figura, definitivamente tenia que felicitar personalmente a Tomoyo, por haber hecho aun mas hermoso de lo que ya era a su preciado ángel, quien mostraba una inusual seguridad y elegancia al caminar, dejando a mas de uno deslumbrado con su belleza y altivo porte.
El castaño aun no salía de su ensoñación, cuando sintió un leve codazo en sus costillas, cortesía de su mejor amigo, que estaba sentado a su lado, lo que indicaba seguramente que era tiempo de retirarse pues la hora de la verdad había llegado.
El joven sentía sus piernas tambalearse a cada paso que daba, a pesar de las manifestaciones de apoyo moral de sus amigos, todo indicaba que Tomoyo también estaba enterada de lo que ocurría, porque había dejado sola a Sakura en el camerino para que así los dos pudieran hablar mas tranquilamente.
Con una hermosa bolsa de regalo en la mano y luego de dar un hondísimo suspiro para armarse completamente de valor, el castaño giro lentamente el picaporte de la puerta del camerino que la amatista le había indicado era en el que se encontraba Sakura, abrió un poco la puerta, pero se quedo inmóvil al escuchar dos voces que provenían del interior, una de ellas sin duda era la de la castaña, pero la otra a simple instancia, no pudo identificar de quien se trataba.
Por unos segundos pensó en retirarse, ya que si ella estaba acompañada, él no podría decirle nada, pero por otro lado no quería arruinar todos los esfuerzos que sus amigos habían hecho para ayudarle, quedándose ahí parado, esperando a que saliera el chico que estaba con ella, escuchando sin querer la conversación que los dos sostenían.
- Son hermosas Yukito... – dijo emocionada al ver el enorme ramo de rosas blancas que el mencionado le estaba entregando.
- Su belleza no es nada comparada a la tuya Sakura... – le sonrió de esa encantadora manera, que siempre arrancaba un pequeño sonrojo en las mejillas de la chica.
- G-gracias Yuki... – el castaño que estaba detrás de la puerta, apretó fuertemente el picaporte, no le agradaba en lo absoluto la forma tan familiar en que los dos se estaban tratando.
- Te felicito de veras, estuviste maravillosa en la pasarela... – los ojos amielados del chico bajaron para posarse en la figura de la joven, quien apretaba medianamente las rosas blancas contra su regazo.
- ¿De veras lo crees, sabes, cuando estaba haya arriba me sentía un poco tonta con toda esa gente mirándome... – le devolvió la mirada desde la silla donde se encontraba sentada.
- Para nada, estuviste genial, eras la chica mas linda de todas... – el ambarino apretó mas fuerte el picaporte, al sentir como una descomunal furia se estaba apoderando de todo su ser...
- Yuki yo... – se sonrojo nuevamente ante las palabras del joven.
- Sabes Sakura, desde hace algún tiempo eh querido decirte algo... – el joven de cabellos grisáceos se acerco mas a ella, poniéndose en cuclillas para quedar a su altura.
- ¿De que se trata? – cuestiono confundida, cuando este la tomo con delicadeza de la mano que tenia libre, pues con la otra aun sostenía el ramo de rosas.
- Es que no se como explicarlo, es algo que me sucedió desde la primera vez que te vi...
- N-no entiendo...
- Veras Sakura, tu eres alguien muy especial para mi... eres una chica estupenda y una muy buena amiga, además de que eres hermosa, y no solo por fuera, sino que también lo eres por dentro...
- Gracias, pero aun no entiendo lo que quieres decirme... – la chica se sentía considerablemente nerviosa, sobre todo al sentir como el chico, aminoraba la distancia entre sus rostros. Sin hacer el mas mínimo ruido, el ambarino abrió un poco mas la puerta para ver lo que estaba ocurriendo adentro.
- Lo que quiero decir, es que tú me gustas mucho Sakura... – y sin mas preámbulo, anulo la corta distancia que los separaba, tomándola completamente desprevenida y sin saber como reaccionar de momento, al sentir como los labios del chico se habían aferrado a los de ella.
Fue como si un cubo de agua helada le cayera en la cabeza, lo que vio lo dejo estupefacto, alejándose mecánicamente de la puerta, puesto que ya había visto y escuchado lo suficiente como para comprender que los sentimientos de ella ya estaban destinados a alguien mas.
Con rapidez se aparto unos pasos mas, para salir cuanto antes de ahí, sintiéndose herido y traicionado a la vez por su amada flor de cerezo, lo único que le confortaba en esos momentos, era no haber hecho el ridículo delante de ella, al declararle lo que ahora veía como un absurdo.
- Touya espera por favor... – decía desesperadamente Nakuru, quien trataba de detener a toda costa a su novio, para que no echara a perder la oportunidad del castaño, pero tal parecía de que no había necesidad de detener al chico, pues al dar la vuelta a la derecha, en el corredor que daba al camerino de la ojiverde, se toparon con el joven ambarino, quien tenia un semblante bastante extraño – ¿Syaoran esta todo bien? – la joven se adelanto para verlo de cerca.
- Eh... si... – dijo este confusamente – l-lo... lo siento Nakuru, pero tengo que irme... – y así, sin dar mayor explicación siguió de largo su camino, dejando un poco preocupada a la chica, que le pareció ver reflejada una enorme tristeza y desolación en lo profundo de sus ojos ámbar, por lo que ahora era a ella, a la que le apuraba llegar hasta donde estaba su amiga.
Mientras tanto, al salir de su sorpresa, la castaña aparto sin mas al joven de cabellos grisáceos que tenia frente a si.
- Y-Yukito... – dijo con evidente desconcierto – ¿por qué?.
- S-Sakura, yo pensé que tu sentías lo mismo – el joven parecía tan confundido como ella, pues después de todas las veces que habían salido juntos, supuso que esta sentiría algo parecido a lo que él le profesaba.
- Y-yo... yo no se que decir... es que yo creí que tú... que tú solo querías ser mi amigo... – no pudo decirle mas que la verdad, encontrándose notoriamente perturbada por lo ocurrido unos momentos atrás.
- ¿Eso creíste? – cuestiono quedamente, ella simplemente realizo un ademán afirmativo sin atreverse a decir nada mas – entiendo...
- Y-yo lo lamento mucho... – quiso disculparse, pues en parte se creía responsable de hacerle creer una cosa que no era – sinceramente quisiera corresponderte, pero ahora me es imposible hacerlo...
- Hay alguien mas ¿verdad? – la castaña le miro anhelante, Yukito era un chico extraordinario, además de ser atractivo, era muy inteligente, buen deportista y sobretodo era extremadamente agradable, y sin embargo en lo único en que podía pensar en esos momentos era en Syaoran – y-ya veo... de veras me alegro por ti Sakura...
- Yuki yo... – trato de decirle algo mas para que las cosas no terminaran tan mal entre los dos, después de todo, él siempre había sido muy bueno con ella.
- Por favor no digas nada... solo... solo prométeme una cosa... – el chico mantuvo una cálida sonrisa en sus labios, lo que le dio a entender a la castaña que no estaba enojado con ella, algo desubicado quizás, pero no enojado.
- ¿Qué cosa? – miro fijamente en los ojos amielados del chico, mientras este sostenía con mas fuerza su mano.
- Prométeme que seguirás siendo mi amiga...
- Aun después de lo que paso ¿quieres seguir siendo mi amigo? – se mostró incrédula, era lo ultimo que se le hubiese ocurrido que él le diría.
- Claro, aunque tu no sientas lo mismo por mi, eso no quiere decir que dejemos de ser amigos, pues tu amistad siempre ha sido lo mas importante para mi, y no quiero perderla o que las cosas cambien entre nosotros solo por este malentendido...
- Yo tampoco quiero perder tu amistad Yuki... – dejo el ramo de rosas en el peinador que tenia a un lado, posando su mano, ahora libre, sobre la del chico.
- Entonces ¿amigos otra vez? – sonrió levemente ante el gesto de la joven.
- Amigos... – ella sonrió mas ampliamente, regalándole un abrazo en señal de gratitud y común acuerdo.
- Bien, ahora me retiro, quede de llegar temprano a casa para ayudarle a mamá con la cena de navidad, sabes, cada año le gusta prepárala ella misma – se separo de ella y se puso de pie, para encaminarse a la salida del camerino – nos veremos después...
- Esta bien, hasta luego... – se despidió por ultima vez, con un gran peso menos encima, pues lo ultimo que hubiera querido era que su amistad hubiese terminado.
A la salida, el joven no pudo evitar toparse con dos jóvenes, una chica de cabellos largos y un chico de mas o menos su edad, con un semblante algo malhumorado, el de cabellos grisáceos les mostró una gentil sonrisa, antes de seguir su camino, mas la muchacha no presto mucha atención pues su prioridad era entrar cuanto antes en ese camerino.
- ¿Hermano¿Nakuru? – la castaña miro aturdida a los recién llegados – ¿qué hacen aquí?
- Sakura ¿qué fue lo que paso entre tú y Syaoran? – se apresuro a decir la joven de ahora trenzados cabellos, acercándose hasta quedar junto a su amiga.
- ¿Syaoran, nada ¿por qué? – se mostró despreocupada, a pesar de la conmoción reflejada en el rostro de la otra chica.
- Acabamos de toparnos con él y sinceramente no tenia un muy buen semblante... – explico con avidez la joven, mientras que por increíble que resultara, el moreno se quedaba callado, sin emitir ninguna clase de comentario sarcástico, al contrario, parecía estar tan expectante como su hermana – creí que tú y él habrían tenido algún desacuerdo, luego de decirte sus...
- ¿Quieres decir que Syaoran estuvo aquí? – la castaña le interrumpió al ponerse abruptamente de pie, para quedar frente a frente, mirando con tanta intensidad a su amiga que la puso un poco nerviosa.
- S-si, no me digas que no hablo contigo... – se escucho bastante azorada, al ver el grave error que estuvo a punto de cometer, al decirle ella y no el ambarino, lo que este sentía.
- No, yo estaba con... – abrió los ojos como platos al atar algunos cabos de lo que pudo haber sucedido, si es que el ambarino había estado ahí cuando Yukito se encontraba con ella – hay no...
- ¿Qué sucede? – cuestiono inmediatamente la de ojos avellana, al ver como su amiga se llevaba de golpe ambas manos a la boca.
- Syaoran no... – se dejo caer pesadamente en la silla, como si el mundo se le viniera encima, sin apartar sus manos de la boca¿ahora que pensaría Syaoran de ella, es que él no podía creer que entre Yukito y ella hubiera algo, en su interior sabia perfectamente que los dos eran solo amigos, por lo que en realidad no debía importarle lo que este pensara de ella ¿o sí, y sin embargo le daba tanto miedo el imaginar que haya malinterpretado las cosas, puesto que después de lo ocurrido con Yukito, ahora tenia muy claro que para ella su persona mas importante y querida en el mundo era él, Syaoran...
Se sentía tan mal, tan herido y tan estúpido por lo que estuvo a punto de hacer, era mas que evidente que ella no sentía mas que alguna clase de afecto fraterno por él, y sin embargo estaba tan ciego con la idea de que podría corresponder sus sentimientos, que jamás contemplo la posibilidad de que ella simplemente lo viera como un amigo y nada mas, porque eso era lo que era él, el amigo incondicional que siempre estaba a su lado, pero que nunca podría ver con otros ojos que no fueran esos.
Estaba furioso, y no precisamente con la castaña, puesto que no podía culparla por no sentir nada por él, sino consigo mismo, por dejarse convencer por su amigo una vez mas, y por no hacer caso a lo que su subconsciente le advertía.
No supo cuanto tiempo se la paso vagando sin rumbo fijo, lo único que quería en esos momentos era dejar de pensar y sentir, aunque sus pensamientos y sentimientos no se dignaran a abandonarlo.
Según se adentraba la noche, la temperatura en el ambiente descendía considerablemente, podía notar como su acolchado abrigo azul grisáceo, la bufanda, los guantes y el gorro negro, ya no eran suficientes para calmar el intenso frío que sentía, elevo su mirada al cielo y fue entonces que un pequeño copo de nieve cayo justo en su nariz, eso le hizo sonreír y olvidar por un instante el completo caos que era su vida.
Al bajar la mirada y ver como mas copos se le unían a ese, decidió que lo mejor era volver, después de todo, tarde o temprano tendría que enfrentarla, y seria mejor hacerlo pronto, ya que él jamás había sido un cobarde y este no seria el momento para empezar a serlo.
Con la firme convicción de arrancarse ese maldito sentimiento que le lastimaba profundamente, emprendió el camino de regreso a casa, donde seguramente la celebración de la fiesta de navidad ya habría comenzado, no sabia que iba a hacer cuando la tuviese enfrente, pero sin duda ya nada volvería a ser lo mismo entre los dos...
Continuara...
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
¡Volví! (XD), se que ha pasado algún tiempo desde la ultima vez, pero es que no he tenido mucho tiempo libre, así que no había podido seguir escribiendo, como siempre espero que le haya gustado el capítulo, a pesar de lo enredado que estuvo (n.nU), por lo pronto vamos a ver que pasa, porque yo la verdad ya no se en que valla a terminar esto (y eso que soy la escritora (¬¬U), por ahora esos fue todo, muchas gracias por los comentarios (n.n) y por todos los ánimos, nos vemos o mejor dicho nos leemos el próximo capitulo...
