La tormenta de nieve arreciaba de forma arrolladora en las afueras, a penas y se podía ver algo a través de los vidrios de los ventanales de la confortable sala, al estar recubiertos por una fina capa de hielo.

A pesar de ello la joven de cabellos castaños no se aparto un solo momento de ahí, aguardando pacientemente a que la silueta de su mejor amigo, apareciera por la entrada principal.

Luego del desfile y de esperar inútilmente durante una hora a que Syaoran regresara, pues esta vez ni si quiera Eriol sabía nada de él, Nakuru y Tomoyo le aconsejaron que lo mejor seria regresar a casa, quizás él ya estaría ahí esperándola; pero él no estaba y la verdad era que la joven empezaba a sentirse muy inquieta, agobiándose con terribles pensamientos, a pesar de que su tía la animaba diciéndole que así era su hijo, siempre llegaba tarde para safarse y no ayudarle a preparar la cena de navidad, por lo que este año agradecía enormemente tenerlas a ella y a Nakuru como ayudantes, puesto que la cena se serviría a las once en punto y en esta ocasión no habría retrasos.

Hasta ahora, Sakura no le había dicho a nadie, nada de lo ocurrido realmente en el momento en que Syaoran decidió abandonar el auditorio, quería reservárselo hasta que pudiese hablar con el joven de ojos ambarinos y aclararlo todo.

Cuando el reloj de la sala estaba a punto de marcar las diez y treinta de la noche, se escucho claramente como la puerta principal se abría, con un pequeño respingo, la castaña se apresuro a encontrarse con esa persona, que estaba segura, era quien estuvo esperando durante todo ese tiempo y por la cual no se había despegado del marco de la ventana de la sala, hasta ahora.

El chico se sacudió un poco la nieve que traía encima, de un instante a otro el clima empeoro endemoniadamente, quedando atrapado a la mitad de la tormenta. Se quito el gorro y dejo a un lado la bolsa de regalo que aun sostenía en una de sus manos, estaba a punto de quitarse la bufanda, cuando escucho claramente la voz de quien precisamente no quería ver en esos momentos.

- ¡Bienvenido a casa Syaoran...! – y frente a él apareció la chica de ojos esmeralda, la cual le miraba fijamente y tenia una enorme sonrisa dibujada en los labios, el joven le miro por unos segundos sin decir nada, volviendo inmediatamente a su tarea de deshacerse de la ropa húmeda que traía encima – Syaoran yo... yo quisiera hablar contigo... – dijo tímidamente al ver como este parecía ignorar su presencia, acercándose con cautela hasta quedar frente a él.

- ¿De que quieres hablar? – el tono de su voz se sintió ligeramente cortante, provocando que la castaña se resintiese un poco, al notar la enorme frialdad con que el chico se dirigía a ella.

- Nakuru me dijo que fuiste a buscarme después del desfile, y pues yo quisiera explicarte lo que paso... – él realmente no deseaba una explicación, no quería saber que esta ya era novia de Yukito Daidouji, el puro pensamiento ya le causaba una fuerte punzada en el pecho y de seguro si lo escuchaba salir directamente de sus labios, ahora si quedaría completamente destrozado.

- Descuida, no hace falta que me expliques nada... – forzó una leve sonrisa al momento que colgaba su abrigo en el perchero, pero la castaña pudo sentir como sus palabras carecían de emoción alguna.

- Pero Syaoran, tú eres mi amigo y siento que yo te debo una explicación de lo que ocurrió con Yukito... – el castaño no pudo evitar sonreír con ironía, si... era verdad, esa era la razón por la cual no podía estar molesto con ella, porque al fin y al cabo los dos eran amigos y nada mas.

- De verdad, no hay nada que explicar Kinomoto... – una ventisca aun mas helada y cruda que la de la tormenta de nieve desatada en las afueras de la casa, recorrió de pies a cabeza a la joven, al escuchar la insensibilidad con la que el joven pronuncio su apellido – como bien dices, yo solo soy tu amigo, y por lo tanto a mi menos que a nadie me debes una explicación, ahora si me disculpas, iré a cambiarme de ropa para bajar a cenar – y dicho esto, el joven se retiro, pasándole de lado sin siquiera dirigirle una sola mirada.

Por unos momentos la joven se quedo inmóvil ahí, mirando fijamente al lugar donde el castaño estuvo parado un par de segundos atrás, apretando fuertemente los puños, mientras una solitaria lagrima descendía por su mejilla, hubiese preferido mil veces que le gritara, le reclamara o incluso que se enojara con ella, pero eso no paso, simplemente la trato con la mayor indiferencia posible, como si ella fuese una desconocida a la que no había que prestar la mas mínima atención, sin lugar a dudas eso dolió mucho mas que cualquier comentario ofensivo que este pudiese haberle dicho.

El joven de azabaches cabellos dejo escapar un hondo suspiro, se había quedado recargado por unos instante en la pared que dividía la sala del vestíbulo, y por ende había escuchado todo lo sucedido. Era por eso que le desagradaba tanto ese mocoso, porque sabia perfectamente que tarde o temprano esto iba a pasar, en efecto, eso era lo que quería evitar, que su hermana saliera lastimada, mas ahora no podía hacer nada, simplemente esperar a que ella se diese cuenta por si misma, del por qué ese estúpido mocoso cabeza hueca actuaba así con ella, pues este parecía realmente quererla y por lo tanto no quería ser un obstáculo en su vida.

Capitulo 16

Una despedida, una carta y un adiós definitivo

Las vacaciones de invierno habían terminado el día anterior, por lo que después del año nuevo, todo parecía volver relativamente a la normalidad, Nakuru y Touya se habían marchado la tarde anterior a su mundo, y en cambio Yamazaki y Chiharu regresaban a la pensión, luego de pasar las vacaciones con su familia.

El joven castaño estaba algo confundido, mientras bajaba a desayunar meditaba detenidamente algunas palabras que Touya le había dicho antes de irse, ("protégela pase lo que pase, o te are pagar muy caro mocoso"), esas fueron sus palabras exactas, pero seguía sin entender, sabia que se refería a Sakura, de eso no había duda¿pero de qué quería que la protegiera, con sus pensamientos enfocados totalmente en eso, entro en el comedor, aun era temprano, pero tanto Chiharu como Yamazaki estaban probando su ultimo bocado, antes de salir con rumbo a la universidad.

Luego de un forzado "buenos días" a los presentes, el castaño se sentó para desayunar, la madre del chico sabía lo reservado y serio que podía ser en algunas ocasiones, sobre todo en cuanto a sus asuntos personales se refería, pero esto era el colmo, desde la navidad se había comportado muy extraño, sobre todo con su sobrina, con quien trataba de tener el menor contacto posible, en el fondo presentía que algo les había sucedido a esos dos en nochebuena y aunque intento averiguar, simplemente no podía conseguir que alguno le dijese algo.

A penas término de desayunar tomo su maletín, dispuesto a salir sin esperar, como era la costumbre, a su joven acompañante, mas sus intentos por evitarla fueron inútiles, pues al salir del comedor se encontró justo con ella, en el comienzo de las escaleras, seguramente se dirigía al comedor.

- Buenos días Syaoran... – saludo ella al ver como este iba a ignorarla una vez mas.

- Buenos días Kinomoto... – respondió inflexiblemente, tal y como se refería a ella de unos días para acá, para ser exactos, desde el desfile en el que la castaña participo como modelo.

- ¿Y-ya te vas? – cuestiono quedamente la joven, al ver que este ya cargaba el maletín negro del colegio en la mano.

- Así es... hoy tengo servicio – mostró sequedad en sus palabras, como si le fastidiara tener que responder.

- Syaoran yo... – intento aclarar las cosas de una buena vez por todas, pero siendo tan obstinado y terco como era el ambarino, difícilmente la escucharía, o al menos no lo haría hasta que su ofuscada mente se despejara un poco mas.

- Lo siento, pero ya tengo que marcharme o se me hará tarde – y si bien él se dijese una y mil veces que lo suyo no era cobardía, lo cierto era que temía enormemente lo que ella le diría, por eso pensó que lo mejor era interponer una distancia considerable entre los dos, así quizás, su dolor seria mucho mas llevadero.

- Syaoran... – murmuro amargamente al verlo desaparecer en la puerta principal.

Ya nada era como antes, no sabia que había provocado ese cambio tan drástico en él, pero sin duda quería que le devolvieran al viejo Syaoran, aquel con el que se divertía y aprendía tantas cosas nuevas y desconocidas para ella, ese al que a veces sacaba de quicio y aun así le regalaba una sonrisa sincera, pero sobre todo, ese con el que siempre podía contar, aun cuando la situación se tornase extremadamente difícil, si, ahora mas que nunca le quedaba claro que necesitaba a su querido Syaoran Li de vuelta.

Con pesadez recorrió el tramo que le falta atravesar para llegar al comedor, en el cual solo estaba su tía sentada tranquilamente en una de las sillas, terminando su desayuno.

- Buenos días... – saludo cordialmente la hermosa mujer de cabellos negro azabaches a la recién llegada.

- Buenos días – dijo con el animo por los suelos, si Syaoran quería castigarla por algo, realmente lo estaba logrando, se sentó frente a su tía mirando desanimadamente el desayuno que ya estaba servido.

- ¿Sakura que pasa? – la castaña le miro vacilante, sin comprender el motivo de su pregunta, por lo que la mujer se adelanto a aclarar la confusión que dejaba entrever en sus ojos verdes – desde hace algunos días Syaoran y tú han estado muy raros¿acaso tuvieron una pelea de la que no este enterada?

- No... – mostró tanto desanimo al contestar como el que tenia para comer, pues solo jugaba con su tenedor sin probar bocado alguno de su desayuno – la verdad yo tampoco sé lo que pasa, Syaoran no ha querido hablar conmigo desde el desfile...

- ¿Sucedió algo especial ese día, digo¿cómo para que él tomara esa decisión? – se expreso suspicazmente, al parecerle muy sospechoso que de la noche a la mañana este simplemente le retirara la palabra así y sin ninguna explicación.

- Quizás... aunque aun no estoy segura si fue por eso, porque como te dije, Syaoran no quiere hablar conmigo... – señalo cansadamente, empujando su plato hacia delante pues realmente no tenia nada de apetito

- ¿Puedes contarme lo que paso? – la castaña levanto la mirada de su plato, para ver directamente en los tranquilos ojos negros de su tía, moviendo afirmativamente la cabeza para darle a entender que lo haría.

- Ese día después del evento, Yukito, el hermano mayor de Tomoyo, me visito en el camerino para felicitarme... yo no lo sabía, pero al parecer Syaoran escucho sin querer nuestra conversación – dejo escapar un enorme suspiro antes de proseguir – Yukito empezó a decirme que yo le era muy agradable y que le gustaba mucho... lo siguiente que supe era que él me estaba besando...

- ¿Syaoran vio eso? – mostró el mayor tacto posible, empezando a comprender lo que realmente pasaba, al saber mejor que nadie los sentimientos que su hijo le profesaba a la castaña.

- Y-yo... yo no lo sé... – la mujer sonrió conciliadoramente ante la desesperación de su sobrina – yo he querido hablar con él, pero simplemente no quiere escucharme y ya no se que hacer para que lo haga...

- Si las cosas sucedieron como me cuentas, solo será cuestión de tiempo para que esto se aclare – Yelan tomo su mano con delicadeza, transmitiéndole en esa simple acción tanta ternura y paz que la joven no pudo mas que tranquilizarse – mi hijo suele ser algo obstinado, pero cuando la soberbia y los celos lo dominan, es muy difícil hacerlo razonar... es por eso que te pido que tengas paciencia con él, porque a pesar de todo tiene un corazón muy noble, que tarde o temprano lo hará entrar en razón...

- ¿Tu lo crees? – le miro con una pequeña luz de esperanza brillando en el verde de sus ojos.

- Por supuesto... – le sonrió, acariciando tiernamente su mejilla – ahora quita esa tristeza de tu rostro y desayuna algo para que te vallas a la escuela o se te volverá a hacer tarde.

- Esta bien... – la castaña sonrió con sinceridad, agradeciéndole infinitamente el que se preocupara por ella, recordándole un poco a su madre, pues cuando era más pequeña ella siempre estaba a su lado para confortarla cuando algo le preocupaba, la verdad, no sabia en que momento de sus vidas las dos habían tomado caminos distintos.

La castaña estaba terminando de desayunar, cuando pudo sentir como una conocida presencia mágica se esparcía en el ambiente, tanto su tía como ella pudieron percibir dicha presencia, volviéndose al mismo tiempo al lugar de donde emanaba aquel poder, encontrándose con una figura por demás conocida.

- Buenos días... – la mujer castaña que estaba de pie frente a ellas, saludo amablemente a las presentes.

- ¿P-profesora Mizuki? – tartamudeo incrédulamente la joven de ojos esmeraldas - ¿qué hace aquí, aun no ha pasado un mes desde la ultima vez que me visito...

- Lo sé perfectamente señorita Kinomoto – la mujer le dedico una cordial sonrisa para darle a entender que no era una evaluación lo que le traía esta vez – pero el que haya adelantado mi visita, se debe a algo muy importante no lo dude...

- ¿Sucedió algo malo Kaho? – esta vez quien le cuestiono fue Yelan, mostrándose un poco inquieta.

- En lo absoluto... – negó la joven maestra – en esta ocasión solo soy una mensajera – dijo tranquilamente mientras sacaba una pequeña esfera de cristal de su túnica escarlata – el consejo de ancianos me pidió entregarle personalmente este mensaje señorita Kinomoto – la mujer le extendió la esfera, y aunque la joven titubeo un poco, la tomo de su mano.

- Veamos... – la castaña sostuvo la esfera en la palma de su mano, y un par de segundos después esta se elevo en el aire, produciendo una peculiar luz multicolor, mientras se escuchaba la voz de alguien dentro de ella.

- Sakura Kinomoto – la aludida inmediatamente reconoció la voz, se trataba de la cabeza del consejo de ancianos – el oráculo lo ha previsto ya, el tiempo de que ocupes tu lugar como guardián supremo de los cinco pilares que sostienen la protección del mundo mágico ha llegado...

- ¿Guardián supremo? – su tía le miro incrédulamente, había tenido a la pieza mas importante de todo el mundo mágico bajo su tutela y ni siquiera tuvieron la delicadeza de informárselo.

- Er... si, creo que olvide mencionarlo... – sonrió nerviosamente volviendo inmediatamente su mirada al cristal que sostenía, evadiendo así la inquisitiva mirada de su tía.

- A partir de este momento tiene exactamente cinco horas para presentarse frente al consejo, la profesora Kaho se encargara de escoltarla hasta aquí... – dicho lo ultimo, la esfera dejo de brillar y descendió nuevamente a la palma de la castaña.

- Muy bien señorita Kinomoto, espero que ya este lista para regresar... – la profesora Mizuki se adelanto ante cualquier pregunta que la castaña pudiese hacerle.

- ¿Regresar...¡¿ahora! – expreso verdadero desconcierto, si bien antes lo único que quería era salir de ese mundo a como diera lugar, actualmente no tenía muy claro lo que en realidad deseaba – no puedo, aun tengo muchas cosas pendientes que hacer aquí...

- Tiene cinco horas para resolver sus asuntos pendientes, vendré por usted antes de que el plazo se venza, hasta entonces me despido... – y así tan repentinamente como apareció unos minutos atrás, desapareció en el ambiente con el tintinear del cascabel dorado que siempre llevaba consigo...

- ¡Espere...! – al no poder detenerla se desplomo sobre la silla, como si el mundo entero se le viniese encima - ¿qué voy a hacer? – durante toda su vida supo que llegaría este momento y estaba conforme con ello, pero... ahora no estaba tan segura de querer seguir adelante con su destino...

- Sakura yo... no se que decir... – para su tía la noticia fue tan sorpresiva como para ella, por lo que en realidad y por primera vez, no sabia como reaccionar frente a esa situación.

- No tienes nada que decir tía, creo que todo ha quedado mas que claro, tengo que regresar al mundo mágico lo quiera o no... – cuando pudo asimilar todo con mayor claridad, la muchacha se puso de pie – me temo que después de todo no iré a la escuela... – sonrió con infinita amargura – sabes tía, tengo mucho que hacer en mi habitación, estaré ahí por si me necesitas – una fatiga inmensa le ataco de un momento a otro, al tener presentes todas las cosas que tenia que hacer por delante antes de irse, aunque lo que mayor pesar le causaba en esos momentos era el no haber podido aclarar las cosas con Syaoran.

Jamás vio las escaleras al segundo piso tan altas como ahora, cada escalón que subía le hacía concienciarse mas de su realidad, cuando hubo subido el ultimo escalón, la cabeza le daba tantas vueltas que difícilmente tenia un solo pensamiento en orden.

El muñequito amarillo de felpa jugaba tan apasionadamente el ultimo titulo de "fight of the justice" que difícilmente advirtió la presencia de su ama, realmente no lo supo hasta que esta cerro de golpe la puerta, sobresaltándolo un poco y haciéndolo perder el hilo del juego.

- ¿Sakura que pasa! – se mostró alarmado – ¿por qué no estas en la escuela?

- Creo que ya no podré asistir mas Kero... – dijo con simplicidad, dirigiéndose hasta su armario...

- ¿Pero por qué? – estaba mas que impaciente por una explicación al ver como su ama abría el armario de par en par y sacaba varias maletas de el.

- El consejo de ancianos me ordeno presentarme cuanto antes frente a ellos... – el pequeño guardián estaba mas que estupefacto con la información, el que el consejo requiriera su presencia, solo podía significar que ya estaba lista para cumplir con su destino...

- Pero... pero aun eres muy joven... – el peluche volaba frenéticamente tras ella, ya que esta iba de un lugar a otro de la habitación con la ropa que sacaba del armario para acomodarla en las maletas.

- Tu mejor que nadie sabes que la edad no tiene nada que ver... – señalo ella mientras se detenía de golpe, provocando que el muñequito de felpa chocara contra ella – pero antes, necesito hacer algo mas importante... – balbuceo dirigiéndose a su escritorio, sacando una hoja de papel en blanco y un bolígrafo del cajón superior – ¿como se lo explico? – se mostró pensativa, mirando detenidamente la hoja en blanco que tenia al frente – que tal si... – empezó a escribir algo, el pequeño peluche se asomo por encima de su hombro para ver lo que escribía, pudiendo ver en el encabezado ("Querido Syaoran:)".

- Le estas escribiendo al chiquillo... – el guardián mostró indignación, pero la castaña simplemente lo ignoro y prosiguió con su tarea.

Una hora mas tarde y medio cesto de basura lleno de bolas de papel arrugadas, la castaña exclamo triunfalmente "La he terminado", doblando cuidadosamente la hoja de papel para depositarla en un sobre, que rotulo ("Para Syaoran"), ya mas tranquila y con un peso menos encima, se apresuro a ordenar sus pertenencias faltantes, lo que le tomo una hora mas, cuando todo pareció estar empacado y en perfecto orden, se cambio de ropa (aun traía puesto el uniforme del colegio) para finalmente enfundarse en una capa negra, posteriormente bajo las escaleras, llevando únicamente consigo la carta.

- Ya ordene todas mis cosas... – señalo la castaña, al divisar a su tía unos pasos más adelante.

- Ah... me alegro por ti... – aunque quiso sonreír, lo cierto era que su tía tenia un semblante devastado.

- Si no te molesta, antes de irme, quisiera despedirme de mis amigos – la chica mostraba tanta tristeza como su tía.

- Adelante, si Kaho regresa, le diré que te espere...

- Por cierto tía… ¿podrías hacerme un ultimo favor?

- Por supuesto...

- Podrías entregarle esta carta a Syaoran en caso de que yo no logre hablar con él – le extendió el pequeño sobre blanco que sostenía en las manos.

- No te preocupes, yo lo haré... – sonrió nuevamente al recibir el sobre, para posteriormente ver a su sobrina abandonar la sala y finalmente atravesar la puerta principal.

- - -

Llevaba la ultima media hora sentado al final de la escalera que daba a la azotea, había pasado ahí la mayor parte de la hora del almuerzo pensando, y aunque quería mostrar indiferencia, lo cierto era que estaba demasiado preocupado, pues cuando salió de casa Sakura ya esta cambiada y lista para ir a la escuela, ("¿y si le paso algo malo por no esperarla, no, no, esa posibilidad queda descartada"), se repetía, pues ella ya no era la misma despistada de cuando él la conoció, y sin embargo no podía quitarse de encima aquella preocupación y ese mal presentimiento.

- ¿Y dónde dejaste a Kinomoto? – una voz conocida lo saco de su ensimismamiento, al levantar la cabeza se encontrón con unos ojos marrones rojizos que le miraban fijamente.

- No siempre voy a ser la niñera de Kinomoto... – dijo con tono molesto, desviando la mirada a otro punto.

- Ah, ya veo... – sin mayor invitación tomo asiento junto a él en el mismo escalón – así que se pelearon...

- ¿Por qué piensas eso? – le miro recelosamente de reojo.

- Pues por qué será... – dijo sarcástica, volviéndole ella también la mirada por el rabillo del ojo – veamos – puso pensativamente su dedo índice sobre sus labios – punto numero uno, desde hace mucho que dejaste de llamar a Kinomoto por su apellido, punto numero dos, mucho menos te deja solo en el almuerzo, y punto numero tres y el mas evidente, estas de muy mal humor Syaoran, hasta Eriol huyo de ti en la mañana...

- Por favor, no me recuerdes a ese sujeto... – la pelinegra pudo percibir algo de furia contra el chico de gafas, lo que si era algo para alarmarse.

- Así que el problema no solo es con Kinomoto... – le miro enteramente sorprendida, pues en todos lo años de conocer a ese par, nunca habían peleado mas de dos veces en toda su vida seriamente, y mira que Eriol continuamente le jugaba bromas pesadas a su amigo.

- Sabes Mei Ling, creo que eso no te concierne...

- Uy, valla que estas de muy mal humor... – siguió manifestándole aquel sarcasmo al ver como este se ponía a la defensiva – pero déjame decirte que si me concierne, pues tu me importas mucho Syaoran.

- Por favor Mei Ling, quiero estar...

- Solo... lo sé... – se adelanto a finalizar la oración – te conozco demasiado bien, siempre adoptas esa actitud de ermitaño cuando algo no sale como lo esperas, así que empieza hablar de una vez y dime que fue lo que sucedió entre tu y Kinomoto, y también dime que tiene que ver Eriol en este enredo...

- ¿Tengo alternativa? – le miro con suplica, ya que por mas que quisiera, cuando Mei Ling se ponía en ese plan, no podía eludirla así hubiera insultos de por medio.

- No, me temo que no la tienes...

- Entonces te lo diré... – se resigno, una vez mas la pelinegra había impuesto su voluntad sobre la suya – aunque de una vez te digo que no hay ninguna pelea de por medio, como tu te lo imaginas...

- Si, si, si, luego me haces las aclaraciones, ahora solo quiero saber los hechos...

- Esta bien… todo empezó tres días antes de navidad, Eriol me había pedido ayuda para comprarle un regalo a Tomoyo y yo... – y así comenzó a relatarle todo lo ocurrido, ella presto atención a cada uno de los detalles, dejándolo hablar y por primera vez desahogarse sin sentirse presionado o idiota, por lo que había hecho.

- - -

La muchacha de castaños cabellos hecho un ultimo vistazo a la fachada del edificio, decidiéndose finalmente a entrar, en el patio principal, había unos cuantos estudiantes de primero, enfrascados en lo que parecía una cerrada contienda de bolas de nieve, sin dar mayor importancia continuo su camino, adentrándose así en el edificio principal.

Se dirigió al segundo piso, donde a esas horas tanto Eriol como Syaoran y Tomoyo estarían disfrutando de su almuerzo, y no se equivoco, pues al final del pasillo diviso a sus dos amigos salir de la cafetería, ahorrándole el tener que entrar a buscarlos.

- Que raro, Sakura hoy no vino a la escuela... – comentaba calmadamente la joven amatista a su acompañante.

- Si y no podemos preguntarle a Syaoran, porque aun esta molesto por lo que paso... – reitero Eriol, pues aun recordaba la mirada asesina del castaño cuando una hora atrás, se lo topo por casualidad en uno de los corredores.

- ¿Crees que deberíamos llamar a su casa? – sugirió la joven peliviolacea.

- Es una buena idea... – sonrió el de gafas, disponiéndose a sacar su teléfono celular para llevar a cabo la idea de su querida Tomoyo.

- No hace falta que lo hagan... – al escuchar la voz de la aludida, ambos chicos respingaron ante la sorpresa.

- Sakura... – murmuro con algo de sobresalto la amatista – no sentí tu llegada... ¿pero estas bien¿por qué no asististe a clases?

- Es que tenia mucho pendientes que resolver en casa... – sonrió un poco apenada por llegar tan de improviso – como sea, solo vine a despedirme.

- ¿Despedirte? – cuestiono confundido el de gafas.

- ¿A dónde iras? – repuso la joven amatista que estaba tan aturdida como el peliazul.

- Regresare a casa – dijo con tristeza la castaña, ante la mirada incrédula de sus amigos.

- ¿Por qué no nos habías dicho nada? – se apresuro a decir la amatista, encontrándose tan desconcertada que simplemente no sabia como reaccionar ante la noticia.

- Para mi también fue repentino, a penas me entere esta mañana, pero igual quería despedirme... – al principio pensó que seria una buena idea despedirse, pero cada vez se le hacía mas difícil continuar, sintiendo como sus ojos se empezaban a nublar, ya que comprendía esa era la ultima vez que vería a sus amigos.

- Nos visitaras pronto ¿verdad? – la violácea también sentía como sus ojos se empañaban, mas quiso mostrarle una sonrisa con la esperanza de que su respuesta fuera positiva.

- Me temo que ya no podré volver... – la castaña bajo la mirada pues las lagrimas no tardarían en aparecer – solo quiero decirles que siempre los recordare, ustedes han sido maravillosas personas conmigo, no sé como are para agradecerles su amistad y todo lo que hicieron por mi...

- Sakura... – sin mas, la amatista se lanzo contra su amiga, estrechándola en un fuerte abrazo, con algunas lagrimas de por medio que ninguna pudo contener.

- Adios Tomoyo y despídeme de Yukito por favor… – dijo ahogadamente la castaña, acallando sus sollozos al separarse del abrazo – fuiste una gran amiga y en verdad me dio mucho gusto haberte conocido...- finalmente se dirigió al chico peliazul que estaba al lado de su amiga – Eriol, por favor cuídala mucho.

- Descuida pequeña Sakura, así lo haré – el también la abrazo por unos momentos y aunque se mostraba mas tranquilo, lo cierto era que el estaba muy triste por tener que despedirse.

- Gracias… - la joven se limpio las lágrimas para proseguir – ¿por cierto han visto a Syaoran?

- La última vez que lo vi, se dirigía a la azotea – quien respondió fue Eriol pues Tomoyo aun se veía muy afectada.

- Entonces lo buscare ahí… gracias de nuevo por todo – aunque con ojos llorosos les dirigió una pequeña sonrisa de despedida, antes de dirigirse a las escaleras señaladas, para encontrarse con el ambarino, perdiéndose finalmente en el pasillo que daba a ellas.

- Tomoyo ¿estas bien? – el peliazul se expreso con voz suave al mirar como la joven peliviolacea se cubría el rostro con las manos, ante la pregunta ella solo afirmo con un pequeño movimiento de cabeza, pero sin apartar las manos de su cara – Tomoyo… - le partía el alma verla así, pero no podía hacer nada, para ambos había sido un golpe muy duro de asimilar, por lo que solo pudo rodearla con sus brazos para confortarla.

Ella se aferro a él, hundiendo su desconsolado rostro en el pecho del chico, ante el gesto el joven no pudo mas que atraerla mas hacía si, acariciando sus sedosas hebras onduladas y depositando pequeños besos en su cabeza, intentando él también asemejar lo ocurrido.

- - -

- ¿Y eso fue todo lo que paso? – cuestiono finalmente la pelinegra, que hasta ahora no había dicho palabra alguna sobre lo que su amigo le relataba.

- Si… - el joven pareció haberse deshecho de un gran peso al contarle finalmente a alguien, todo por lo que estaba pasando.

- Me imagino que ya has hablado con Kinomoto sobre esto… - le miro de reojo de forma cuestionante.

- No, no le veo el caso…

- ¿Acaso ella no ha querido hablar contigo?

- Creo que mas bien eh sido yo el que no he querido hablar con ella… - se vio interrumpido por un severo golpe en la nuca, propinado por la pelinegra – auch…oye eso me dolió ¿por qué hiciste eso?

- A ver si así se te aclaran un poco las ideas y regresas a la normalidad¿cómo puedes comportarte tan infantilmente?

- Oh, discúlpame, pero de haber sabido que ibas a golpearme no te habría contado nada…

- Ni me reclames, no puedo creer que seas tan tonto Syaoran, como puede ser posible que ni siquiera escucharas su explicación – le reprendió la pelinegra con ligera indignación – dime ¿que le has hecho a mi Syaoran, el que siempre escucha razones antes de actuar...

- Por favor Mei Ling no te pongas dramática... – dijo fastidiado, de la ultima persona que hubiese esperado un regaño, fue de ella – y yo que pensé que tu serias la mas feliz con todo lo ocurrido, después de todo tu eres quien mayormente detestas a Sakura...

- Si, tienes razón, yo detesto a Kinomoto, pero mas detesto verte sufrir por su culpa – al escucharla decir lo ultimo, el castaño se sintió hasta cierto punto culpable, sabia perfectamente que Mei Ling estaba enamorada de él, pero este simplemente la veía como una hermana y nada mas – ahora escúchame muy bien, porque solo lo diré una vez, hoy mismo hablaras con Kinomoto y prestaras atención a cada una de sus palabras, si después de eso sigues pensando como ahora, yo ya no insistiré mas, pero sino es así, ve pensando en una muy buena disculpa que darle...

- ¿Por qué haces todo esto? – ella sonrió, al notar como el castaño empezaba a ser el mismo de antes.

- Por que estoy completamente segura de que Sakura esta tan enamorada de ti, como tu lo estas de ella... – dijo con simplicidad.

- ¿Y cómo puedes estar tan segura de que ella siente lo mismo por mi? – el castaño aun mostraba sus reservas, pero no con la misma ferocidad de antes.

- Créeme que si no lo estuviera, yo seria la ultima en querer que los dos se reconciliaran – ese fue un buen punto que el ambarino no pudo refutar, pues era cierto lo que le decía, ella se había interpuesto en mas de una de sus relaciones amorosas, todas ellas terminaron en un rotundo fracaso por su culpa.

- Gracias Mei Ling... – dijo finalmente en un tono más apacible.

- No hay de que, me alegro que esa dura cabeza tuya por fin lo haya entendido... – se calló de improviso, sintiendo como sus mejillas se teñían de presto, pues sin mayor aviso el chico le propino un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, dejándola prácticamente sin habla ante semejante muestra de afecto.

- En cuanto llegue a casa hablare con ella... – se separo con calma de la joven, quien solo sonrió en total acuerdo sin decirle nada mas...

- - -

La capa negra hondeaba violentamente, a medida que la joven aumentaba la velocidad que sus piernas podían dar, corrió sin detenerse, pasando de una acera a otra con el único fin de llegar cuanto antes a casa, mientras que esa imagen en su cabeza la hacia sentirse peor, ya que su mente no paraba de hacer indagaciones sobre el significado.

Lo creía de ella, que toda la vida se la pasaba acosándolo, pero jamás creyó que el tomara la iniciativa, acaso ya se habría cansado de tanto evitarla y al final termino por resignarse, es que Syaoran no podía hacerle eso, no ahora que sabia que estaba enamorada de él.

Cuando vio aquella escena, quedo tan confusa que lo único que su cerebro le gritaba era salir de ahí, y así lo hizo, sin despedirse y mucho menos sin pedir una explicación, que después de todo no merecía, pues él le había dejado muy claro las dos ultimas semanas que ambos solo eran amigos.

Sin saber como, al estar mas que perdida en el mar confuso de sus emociones, llego a casa, tomándole unos segundos el poder tranquilizarse y limpiar algunas lagrimas derramadas por sus ojos esmeralda, antes de traspasar el umbral de la puerta principal.

- ¡Tía ya regrese! – exclamo en voz alta, acomodándose de tal manera la capucha negra de su capa, que pudiera cubrir parte de su afectado rostro.

- Bienvenida Sakura... – la pelinegra salió a recibirla, acompañada por cierta profesora que ya estaba ahí para cumplir con su misión.

- Espero que ya este lista para irnos señorita Kinomoto... – dijo con relativa calma la mujer de cabellos castaños rojizos.

- Lo estoy, pero... ¿y mis cosas? – inmediatamente la joven profesora se apresuro a aclara su duda.

- Ya me he encargado personalmente de enviar todas sus pertenencias, así mismo como su guardián, al palacio... – adopto mayor seriedad – sin embargo a donde vamos, ya no las necesitara más.

- Entiendo... – supo ocultar muy bien toda la inseguridad que empezaba a apoderarse de ella, no por nada había escondido con éxito sus emociones ante los demás durante años, a todos excepto a Syaoran, y ahí estaba de vuelta en sus pensamientos, justo ahora cuando lo que menos quería era seguir pensando en él.

- Sakura yo... – la mujer que hasta ahora había sido como su segunda madre se acerco lentamente hasta quedar frente a ella, realmente sin saber que decir, demostrando con sus acciones todo lo que no podía decir con sus palabras, abrazándola fuerte y afectuosamente – cuídate mucho por favor... – le dijo en voz entrecortada.

- Tu también... – fue lo único que la castaña pudo articular, al sentir ese molesto nudo volver a su garganta, escondiendo las lagrimas tras la capucha de su capa – gracias por todo lo que hiciste por mi... – le susurro al oído antes de separarse – c-creo... creo que es hora de que nos vallamos profesora Mizuki – aclaro un poco su voz para poder despedirse de su tía – adiós y de verdad muchas gracias por todo tía Yelan...

- Adiós Sakura... – en todo momento sostuvo su sonrisa, a pesar de la tristeza con que estaba delineaba, manteniéndose fuerte hasta que la castaña desapareció junto con Kaho Mizuki, quien con un simple movimiento de su cascabel las hizo desvanecerse en el ambiente.

- - -

Al castaño no le importo saltarse las tres últimas clases con tal de llegar a tiempo a casa, Tomoyo le había dicho que Sakura se marcharía para siempre ese mismo día, lo que le cayó como una cubetaza de agua mucho mas helada que la de cuando vio como la ultima, se besaba con el hermano mayor de la primera.

Incluso se había olvidado de recoger sus libros, pero los libros era lo que ahora menos importaba, su única prioridad en esos instantes era llegar a tiempo para poder hablar con ella. Más cuando llego a casa ya era tarde, siendo su madre la encargada de darle la noticia de su partida.

- ¿Sakura! – a penas abrió la puerta principal comenzó a llamarla a gritos – ¡SAKURA!

- Syaoran, ella no esta aquí... – le dijo con suavidad su madre, quien al parecer ya estaba mas calmada.

- ¿Dónde esta ella mamá? – se apresuro a cuestionar el ambarino.

- Ella regreso a su hogar hace unos minutos Syaoran... – se expreso la mayor delicadeza que pudo, al ver el rostro desencajado de su hijo.

- Iré a buscarla... – dijo de repente, dándose la media vuelta, con la clara intención de salir tras ella.

- ¡Espera Syaoran¡no puedes! – le detuvo rápidamente, justo antes de que este emprendiera su partida.

- Por que no... no hace mucho que ella se marcho, quizás pueda alcanzarla en la parada de autobús, o en el aeropuerto... – se escucho optimista, ya que si tan solo tenia unos minutos de haberse ido, podría alcanzarla y confesarles de una buena vez sus sentimientos por ella.

- Me temo que eso será inútil cariño... Sakura ya se marcho a su mundo...

- ¿D-de que hablas? – le miro enteramente confundido.

- Toma, ella la dejo para ti... – no le presto importancia a su pregunta, solo se limito a entregar la carta que su sobrina había dejado para él, y si bien lo dudo, este la tomo la carta de su mano – te dejare a solas para que puedas leerla tranquilamente – su madre se marcho solo unos segundos después, sin darle tiempo de hacer una sola pregunta mas.

Luego de tomar asiento en uno de los mullidos sillones de la sala, con cuidado saco la hoja de papel doblado del interior del sobre blanco rotulado con su nombre, dando un hondo suspiro antes de proseguir con la lectura de la misma.

"Querido Syaoran:

No sabes cuantas veces tuve que escribir esta carta para que quedara bien, pero en definitiva esta que tienes en tus manos es la que mejor describe lo que siento, confío en que le des mayor oportunidad a esta carta de la que me has dado a mi para hablar contigo, pues principalmente lo que quiero explicarte en ella es lo que paso aquel día en que todo cambio entre los dos, lo sé, soy demasiado repetitiva en esto, pero de veras me interesa que sepas lo que en realidad paso, y como imagino ya has de saber, sino que fue lo que viste, Yukito me beso aquel día, mas quiero que sepas que ese beso no significo absolutamente nada para mi, al contrario, solo reafirmo algunas dudas que ya tenia sobre mis sentimientos, pues hasta ahora solo tenia mis sospechas de que estos le pertenecían a alguien mas... pero me negaba a creerlo, ya que esa persona era mi mejor amigo y por lo tanto estaba segura de que él solo me veía como tal, mas cuando esa persona empezó a distanciarse de mi, me sentí tan mal... tan vacía por dentro, que fue entonces que lo comprendí, yo no podría ser feliz a menos de que esa persona volviese a verme con la ternura y cariño que antes me demostraba, y aunque intente una y otra vez hablar, tú nunca me respondiste, al contrario te alejaste mas...

Esta mañana supe que regresaría a casa y de inmediato entendí que era mi ultima oportunidad para decirte lo que en realidad siento por ti, por que sabes Syaoran tu te convertiste en el ser mas preciado para mi, eres a quien yo mas amo en este mundo, no sabes como lamento no habértelo dicho antes, si lo hubiese hecho quizás, y solo quizás tu hubieses correspondido mis sentimientos en igual medida y los dos hubiésemos sido muy felices, pero ahora no me queda mas que despedirme de ti, deseándote de todo corazón que encuentres a esa persona que te merezca y te valore tanto como tu te lo mereces, en serio, eres una excelente persona que se merece todo lo mejor, a mi mas que a nadie me consta, ahora me despido, y creo que esta vez será definitivo, pues la verdad será imposible que volvamos a vernos, hasta siempre mi amado Syaoran...

Tuya por siempre Sakura."

- Yo también te amo Sakura... – pronuncio en voz baja, sumiéndose en una enorme depresión, Mei Ling tenia razón, había sido un tonto al no darle una oportunidad y escucharla, ahora ya era demasiado tarde pues ella se había marchado.

Guardo silencio por un largo rato, recostándose en el respaldo del sillón como si tuviese una tonelada de peso encima, los minutos pasaban tan lentamente que no tuvo conciencia de si, hasta que su madre lo saco de su ensimismamiento.

- ¿Te encuentras bien Syaoran? – le llamo con voz calma y reconfortante.

- Tiene que haber una forma de que hable con ella mama – se enderezo en el sillón, girándose un poco para poder ver de frente a su madre, que estaba situada a un costado.

- Lo siento querido, pero me temo que no hay manera de que lo hagas... – la mujer de negra cabellera tomo asiento junto a él.

- Pero es que debe haber una manera, necesito verla aunque sea por última vez...

- Puedo saber ¿por que es tan importante que lo hagas?

- Por que yo... por que yo la amo – soltó de golpe, y aunque si bien su madre se sorprendió un poco por la declaración tan abierta de su hijo, le sonrió complacida – no importa como, pero tengo que hablar con ella.

- ¿De verdad estas dispuesto a hacer lo que sea por verla? – su madre adopto mayor seriedad que la que usualmente la caracterizaba.

- Si, no importa que, haré lo que sea... – contesto plenamente convencido.

- Entonces Syaoran creo que si hay una forma de que puedas hablar con ella – la mujer le sonrió extrañamente – ha llegado la hora de que te revele esa verdad que te eh ocultado durante los últimos quince años...

Continuara...

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Trate de darme prisa en publicar (u.uU), pero nada mas no pude (T.T), imagino que ya han de estar queriendo matar a la escritora por lo que esta ocurriendo entre Sakura y Syaoran, pero tenia que ponerles algunos problemillas de por medio o de lo contrario que chiste tendría la historia (lo sé, a veces soy muy mala (XD), pero lo hecho, hecho esta, ahora solo espero no tardarme tanto en publicar el capitulo siguiente para que no pierdan el hilo de la historia, por que lo que se viene si va a estar un poco confuso, antes de irme solo agradezco a quienes siguen la historia y les pido por favor que me tengan paciencia (n.nU), la verdad es que a veces se me complica mucho darle continuidad a los capítulos, soy un verdadero desastre escribiendo, seguido se me cruzan los cables y revuelvo todo (x.x) (creo que eso ya es otra historia (n.nU), como sea, nos estamos leyendo, hasta el próximo capitulo...