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LA CONFESIÓN DE ROCAMAURO

Salieron de la Sala de Reuniones y marcharon a toda prisa hacía el centro de la ciu-dad para encontrar a Cynder, asumiendo que encontraría ahí a Rocamauro. Ambos se temían lo peor ya que hacía cosa de unas horas la habían visto poseida por el espiritu de Malefor y eso ocasiono todo este desastre, y ahora que estaba siendo ella misma, totalmente cabreada con lo que estaba pasando, no querían hacerse a la idea de lo que podría pasar si entraba en guerra con los golems.

Cogieron las carretillas que les llevaron al otro del volcan, iban tan apurados que apenas les entraba el efecto del mareo ocasionado por el viaje, ya les daba igual sentirse de cualquier manera rara. Bajaron y una vez ahí se encontraron con una escolta de guardias que se pusieron a acompañarles con tal de llevarles seguros durante el trayecto, no le hacían falta pero si para la Madre Superiora ya que se estaba arriesgando demasíado al querer meterse en una situación que podría complicarse inesperadamente.

Mientras recorrían se pusieron a pensar en los lugares donde estaría ahora mismo Rocamauro, quizás estaría en las saunas donde Spyro le encontro descansando, pero era por la mañana, así que esa posibilidad era nula ya que le importaba más actuar como el general que era que estar haciendo otra cosa. También asumieron que podría dirigirse hacía la carcel donde se encontraba el Rey Magmus, esa era una opción razonable, pero cabía la posibilidad de que a lo mejor ni sabía que le habían encerrado ya que no había pasado mucho tiempo desde que teorizaron sobre el tema del hijo.

Los unícos lugares que quedaban serían algúnos conocidos por los individuos que tenía más cercanos, y hasta ahora solo conocían a uno.

Se detuvieron y giraron mirando fijamente a la Madre Superiora.

-Madre Superiora, ¿conoce algún donde Rocamauro pueda estar ahora? -le preguntaron con total franqueza.

La Madre Superiora se puso a pensar con profundidad.

-Si es lo que creo puede que este en el centro, hablando con el capitan Moletov -declaro con seriedad.

-¿Con Moletov? -cuestiono Spyro.

-Siempre que se produce algún incidente, habla con el capitan Moletov para asegurarse de que sus soldados molekins están preparados para soportar cualquier situación.

-¿Y que situación puede haberse producido? -critico Sparx.

Spyro recalcó mentalmente en ese hecho. Si estaba con Moletov entonces significaba que algo grande estaría apunto de suceder, y hasta ahora no había pasado nada que le produjese, excepto una pequeña cosa.

-Nosotros -dijo.

Todos captaron su mirada.

-Rocamauro teme que le digamos a todo el mundo la verdad. Así que para asegurarse de que no suceda seguramente habrá preparado a un ejercito de golems y molekins con la ayuda de Moletov -argumentó deductivamente.

-¿Pero porque iba a hacerlo si le convenciste de que no diríamos nada? -terció Sparx sin comprender del todo esa teoria.

-Piensalo bien, ¿de veras crees que nos callaríamos la boca eternamente este tema? -indico señalando lo predecible que eran.

Sparx comprendió tomandoselo con ironia.

Se acerco hacía la Madre Superiora y le dijo:

-Rocamauro no va a parar, ahora que le hemos sacado las castañas del fuego está apunto de estallar, y cuando Cynder aparezca empeorará aún más -decreto Spyro a detenerlo con total impunidad-. Dejeme encargarme de ella primero, luego dejare que usted y su ejercito de molekins le detengan.

La Madre Superiora se puso a reflexionar seriamente sobre el tema.

-Detenedle, y aseguraos de que no maten a ningún inocente -decreto confiadamente.

Todos asintieron estando de acuerdo.

-¿Que tienes pensado hacer? -le pregunto Sparx, asumiendo que su hermano tendría algún plan con tal impedir un desastre con fatidicos resultados.

-Primero hay que reunir a un equipo de guaridas molekins que se encargan de prote-ger a los ciudadanos, luego me ocupare personalmente de calmar a Cynder.

-¿Pero y que pasa si no te hace caso? -critico ese detalle.

Se puso a pensarselo de otra manera.

-Tendre que pasar por lo mismo de antes, eso me distraera de detener a Rocamauro -se acerco mirando confiadamente a Sparx-. Necesito que te encargues de dirigir a las tropas de detener a los golems.

-¿Quieres que yo los lidere? -chillo Sparx alucinando con esa propuesta.

-Siempre has actuado como un lider en casa, hazlo aquí también, se que puedes hacerlo -le guiño confiadamente.

Sparx se lo replanteo con total seriedad.

-Lo hare Spyro, lo hare por ti -acepto confiadamente.

Ambos se apretaron fuertemente las manos.

-Será mejor que nos demos prisa, el centro del volcan todavía continua siendo un re-fugio medico, ahí hay cientos de heridos todavía recuperandose del anterior ataque -notifico la Madre Superiora exponiendo su apuro.

De pronto Ermit recordo algo importante.

-Por los ancestros, Vickam debe de estar ahí -confeso el viejo duende.

Ambos se sorprendieron alarmados.

-Vickam quería quedarse ahí ayudando, morira en el fuego cruzado -indico Sparx.

-Hay que buscarle -se dijo Spyro sabiendo que no podía permitirse dejarle morir.

Se apuraron y marcharon corriendo lo más rapído que podían.

..

Bajaron al centro y se pusieron a recorrer todos los barrios con tal de encontrar algún rastro de destrucción que pudiese servir de pista para hallar a Cynder, siendo ella una dragona malhumorada con una impetuosa necesidad de meterse con todo el mundo, evidentemente se tendría que haber enfrentado a alguien.

-¡Socorro! -grito un molekin que apareció corriendo de la nada-. Que alguien venga, la destructora ha vuelto.

El resto de los viandantes lo escucharon y rapídamente estallaron corriendo de un lado para otro como si estuviesen siendo perseguidos por un mal mayor. Era tal el ajetreo que montaban que algúnos se chocaban contra las tiendas o tiraban al suelo todo objeto pesado que llevaban encima.

Ambos se miraron asumiendo que debía de tratarse de Cynder.

El mismo molekin que inicio el barullo se les acerco.

-Madre Superiora -se puso a respirar profundamente-. La destructora ha vuelto a atacar, tiene que hacer algo.

-¿A que te refieres? -le pregunto Spyro, queriendo comprender lo que decía.

-La destructora, la dragona que se puso a atacarnos provocando la intrusión de los magmagolems está volviendo a atacar -aclaro señalando euforicamente el otro lado del camino, el lugar por el que vino-. Está en la plaza atacando a los golems.

Ambos se miraron lamentandose al ver que ya arremetió su rabia contra Rocamauro.

-No se preocupe conciudadano, pongase a salvo, nosotros nos ocuparemos de resolver este problema -le aviso cordialmente Sparx.

-Gracias -agradeció meneandose el molekin y se marcho corriendo lejos.

De pronto se empezaron a escuchar gritos seguido de explosiones que no sonaban cerca, provenían del otro lado de la avenída, sonaba como si se estuviese produciendo una guerra a pequeña escala.

Escuchar ese barullo provoco en Spyro una mala sensación de decepción, confiaba en que Cynder cambiaria de parecer, pero si era cierto que estaba sucediendo lo que creía que pasaba, no lo podía dejar correr. Acelero sus alas y marcho volando aceleradamente sin esperar a que los otros le siguiesen.

Giro en la esquina que daba a otra parte de la plaza y se encontro con lo que menos quería ver. Cynder estaba lanzando llamaradas contra un grupo de golems armados con mazos, se estaban protegiendo de sus ataques usando unos escudos hechos de piedra caliza recubiertos con un metal blindado, las llamaradas impactaban contra los escudos, pero los que eran más fuertes golpeaban a los golems tan bruscamente que les hacía salir volando varios metros adelante donde se desarmaban en trozos de roca.

Spyro quedo horrorizado al ver eso, pero rapídamente se cercioro de que se estaban recomponiendo de nuevo, la clara ventaja de los golems, no podían morir, solo desar-marse para luego volver a montarse.

Cynder no se rindio y siguió atacandoles sin parar, uno de los golems lanzo su mazo dispuesto a golpearla, pero ella se abalanzo encima de él y se puso a rajarle la cara con sus afiladas garras, actuaba como un animal salvaje y despiadado.

Spyro no pudo soportarlo más.

-Cynder, ¡basta! -le grito.

La joven dragona se detuvo y giro la cabeza.

-Spyro -dijo.

-Cynder, tienes que detener esto.

-No pienso detener nada -discrepo con una voz aborrecible.

El golem se harto y cogió su martillo dispuesto a atacarla, Cynder uso sus reflejos para elevarse a tiempo de que la golpeara. Aterrizo unos metros atrás y levanto sus garras dispuesta a atacarle con ellas de nuevo.

Spyro empezo a ponerse nervioso, era evidente que no le iba a escuchar.

-Cynder, se lo que quieres hacer, pero tienes que calmarte y escucharme, te he mentido -trato de contarle la verdad.

-¿Que quieres decir? -se molestó al oír eso.

El golem aprovecho la oportunidad y la ataco golpeandole en la cabeza con el martillo, quedo malherida y tirada en el suelo.

-¡Cynder! -se alarmó al ver que la noqueo.

Salto delante de ella y lanzo una llamarada de fuego contra el golem, lo lanzo volando varios metros adelante y cayo tirado en el suelo. Ignoro a ese golem sabiendo que se volvería a levantar de nuevo, se acerco a Cynder y se aseguro de que no le hubiese ocurrido nada, la toco, pudo sentir una pequeña magulladura en su mejilla derecha, pero aparte de eso se encontraba perfecta, sus escamas la habían protegido. Intento de tocarla, pero rapídamente la joven dragona reaccionó saltando sorpresivamente hacía atrás al intuir que había una amenaza cerca, pero cayo rendida.

-Cynder, calmate -le pidio clementemente.

La joven dragona se desperto, mirandole con angustia.

-¿Que has querido decir con que me has mentido? -pregunto murmuradamente.

Spyro asintio resentido.

-Rocamauro nos secuestro, a mi, a Sparx y al resto del equipo, nos mantuvo encerrados en una celda, nos conto su historia y nos ordeno que no dijesemos nada -le confeso sintiendose culpable-, si no lo hacíamos se pondría a atacar a los molekins.

Cynder le miro desconcertada, luego se molesto y le propino una fuerte bofetada en la cara, Spyro no reacciono dolorido.

-Sabía que algo estaba mal contigo, ¿porque no me lo contaste?

No sabía que contestar, era más, ni siquiera sabía porque lo había hecho, pero en el fondo tenía una idea de porque se lo oculto en realidad.

-Porque tenía miedo -declaro.

Cynder quedo más desconcertada todavía al oír eso.

-Tenía miedo de no ser un buen lider, y perder a más gente de la que puedo salvar -añadió llevandose la mano a la cara-. No debería haberlo hecho, debería haber sido más listo e intuirme de que esto no iba a funcionar para nada.

Cynder se sentía decepcionada al oír eso, pero al mismo tiempo se quedo asimilando los sentimientos que estaba manifestando el joven dragon.

-¿De veras decidiste eso por miedo? -le pregunto con franqueza.

-Si, tenía el mismo miedo que llevo padeciendo durante años, creía que lo había superado, pero resulta no ser cierto -añadio llevandose la mano a la cara mientras se angustiaba al sentir que había cometido un error imperdonable.

Cynder quedo impresionado al ver lo que sentía, desde que le conocía siempre había creído que Spyro era alguien decidido que jamás tendría miedo, pero ahora que padecía esos remordimientos, se daba cuenta de que en el fondo era alguien normal, un joven capaz de tener voluntad y rendirse facilmente como cualquier otro.

De pronto escucharon unas pisadas que provenían de un lugar cercano, unas pisadas que indicaban que estaba llegando algo enorme y fuerte. Se giraron y observaron que al otro de la esquina venía una armada formada tanto de molekins como golems, era diri-gida por el capitan Moletov y Rocamauro, ambos esbozaban unas miradas de enojo qu-e señalaban su frustración ante lo que estaba sucediendo.

Se reincorporaron y se dispusieron a tratar con ellos.

Se detuvieron y ambos quedaron mirandose, formando un tenebroso ambiente.

-Joven dragon, creí haberte dicho que no interfirieses en mis asuntos -le reprocho Rocamauro dando un paso al frente.

Cynder se enderezo y dio también un paso al frente.

-Él no tiene la culpa, yo he sido quien ha atacado a esos golems -defendió Cynder.

Los golems con los que peleaba se reincorporaron y marcharon a juntarse con el resto del equipo que había detrás, uno de ellos se puso delante de Rocamauro.

-¿Es cierto eso camarada? -le pregunto soberanamente.

-Así es, la dragona nos ataco preguntandonos por usted, quería que viniera para confrontarlo, nosotros se lo impedimos -confeso el golem-. Pero luego apareció el dragón purpura y me ataco a mi también.

-Eso no es cierto -discrepo Spyro-. Ha sido en defensa propia, le ataque porque había atacado a Cynder, yo jamás habría atacado a alguien a menos que fuese necesario.

El golem se dio la vuelta y se marcho a juntarse con el resto del equipo.

-Eso ya da igual, has violado nuestro acuerdo Spyro, esto nos supone un problema -comento señalando que estaba dispuesto a dar guerra.

-Y a nosotros también, llevas demasíado tiempo mintiendo Rocamauro, y ya va siendo hora de que esto termine de una vez -berreó Spyro con tono firme-. Confiesa Rocamauro, di la verdad sobre lo que sucedió.

-¿De que está hablando? -se cuestiono Moletov.

-De una paranoia que él se ha inventado, se ha hecho tan amigo de ese monstruo de lava que cree que yo soy el enemigo -mintió descaradamente Rocamauro.

Ambos dragones se cabrearon al ver que no paraba de mentir por todo.

-Eso no es cierto -protesto-. Tu eres el que miente, y pienso demostrarlo.

-¿Y como piensas demostrarlo? ¿Obligandome a decirlo por la fuerza? Tu sabes perfectamente que no puedo morir -achacó con descaro.

-No, si que puedes, lanzandote un poco de lava y te moriras, como le ocurrió a ese pequeño al que tu dices llamar hijo -le aclaro severamente Cynder.

Ese argumento sorprendió a todos de una manera poco agradable.

Rocamauro se enfureció sintiendose ofendido de sus palabras.

-¿De que están hablando? -cuestiono Moletov.

-De nada -discrepo-. Acabemos con esto de una vez.

Los golems se colocaron en posicion, alzaron sus escudos para cubrirse mientrás con la otra mano sostenían una roca que pretendían lanzarles.

-No puedes ganarnos dragón, rindente y no sufrirás daño -recomendó firmemente.

-Tienes razón, no puede ganarte, pero no solo -indico expresamente.

Se aparto dejando ver que al otro lado estaba llegando la armada de molekins dirigida por la Madre Superiora, venía acompañado del resto del equipo, Sparx estaba a su lado como un general más, todos mostraban unas expresiones serias que indicaban perfectamente que venían a pelear.

Rocamauro se amargo, no le produjo ningún miedo ver que la Madre Superiora hubiese venido acompañada de un ejercito.

Continuaron adelante hasta que se detuvieron a pocos metros de los dragones.

La Madre Superiora mantuvo una expresión de superioridad.

-General Rocamauro, he traído a mi escolta de molekins dispuesta a detenerle por sus crimenes. Durante años ha mantenido y preservado nuestra especie en este lugar gracias a la ayuda de mis antepasados. Pero hoy he descubierto que ha mentido y traicionado la confianza de muchos, me avergüenza este comportamiento como me avergüenza también lo que ha hecho con ese joven dragón y su hermano -explicó achacandole con impunidad lo que pensaba de sus actos.

Sparx se puso en una posición firme, coincidia con sus palabras.

-Madre Superiora, dejenos en paz, usted no lo entiende -berreó Rocamauro dirigien-dose hacía ella con franqueza.

-No, si que lo entiendo. No quería que los magmagolems viviesen con su especie, así que le ocurrió crear una mentira para que así todos se pusiesen de acuerdo con usted y pudiese echarles y tratarles como monstruos. Este es el comportamiento más desagradable que he visto en mucho tiempo -le aclaro decepcionada con tono impune-. Por eso mismo vamos a detenerle, para que confiese la verdad y así demostrar que Magmus nunca asesino a ningún niño golem.

Todos dirigieron sus miradas hacía Rocamauro, querían saber como reaccionaba para así determinar que estaban en lo cierto. Pero no pasaba nada, Rocamauro estaba rigido, inexpresivo, como si no le sorprendiera. Esperaron un buen rato para saber si hacía algún movimiento en falso, pero no lo hacía, era como si estuviese asimilando el proceso para luego determinar como actuar con conciencia.

-No dire nada -contesto.

Quedaron todos extrañados al oír eso.

-No dire nada porque sigo teniendo la ultima palabra, si cree que voy a actuar como un villano de obra de teatro, está muy equivocada. Yo seguire teniendo la razón hasta que alguien me convenza de lo contrario, lo cual es muy poco probable -argumentó imponiendo su silencio ante cualquier honesta confesión.

Con eso ya tuvieron bien en claro que Rocamauro se estaba buscando pelea él solo, si no iban a conseguir que lo dijese por su propia cuenta, lo iban a tener que conseguir de la manera menos ventajosa.

La Madre Superiora dirigió la mirada al capitan Moletov.

-Capitan Moletov, me sorprende que también se haya unido a esta rebelión. Usted más que nadie debería de saber que yo soy la que esta al mando y no puede traicionarnos por alguien como Rocamauro -protesto echandole la bronca para que supiese que se estaba traicionando a si mismo.

Spyro miro fijamente a Moletov, bajo la cabeza y mostraba una expresión de vergüenza, se notaba que se estaba arrepintiendo de tomar esta decisión.

-Usted hizo la promesa de proteger al pueblo de los molekins, ¿porque les traiciona? ¿Por él? -achacó Cynder-. Acaso le importa más su amistad con ese condenado golem que el respeto a su propia especie, debería de avergonzarse por ello.

Moletov resoplo angustiado, se notaba que no quería hacer esto.

-Moletov, no les escuches, te están manipulando -le exigió Rocamauro.

-No Moletov -intervino Spyro-, tu eres el que se deja manipular, solo que eres dema-síado ingenuo para darte cuenta.

Se puso a reflexionar de nuevo con mayor intensidad.

-Moletov -berreó Rocamauro, se estaba enfadando de sus dudas.

Soltó un fuerte suspiro y acto seguido dijo:

-Lo siento Rocamauro -se lamentó-. Tu y yo hemos pasado por muchas situaciones juntos, incluso te he defendido de aquellos que no te respetaban. Pero me temo que esta vez no va a poder ser.

Spyro quedo sorprendido al ver que Moletov lo reconoció rapídamente, esperaba que no lo hiciese, pero ahora veía que si era capaz de lamentarse de sus decisiones, esta era la demostración de que no todos tenían una mente cerrada.

-Soy leal a este pueblo, y eso incluye a tu raza, pero mi principal objetivo es proteger la vida de los molekins -dirigió la mirada hacía su grupo de soldados molekins, quienes les miraban con preocupación-. Y si algo les ocurre o les afecta en algo, entonces me temo que tendre que tomar la decisión más inteligente según estas circunstancias.

Rocamauro le miro con una expresión rigida, se notaba que estaba enfadado, pero no parecía estarlo como para reaccionar de una manera agresiva.

-¿Tanto te interesa tu gente? -le pregunto con un tono contradictorio.

Moletov pudo sentir como aquella no era una buena pregunta.

-Venga Rocamauro, tu sabes que está mal -le imploro echandole la bronca.

-Si, ¿y sabes que está mal también? -le golpeteo en el pecho con uno de sus enormes dedos de roca-. Que alguien en quien yo confiaba me traicionase.

Spyro veía como Rocamauro se estaba poniendo y eso le hizo intuirse lo peor, no podía dejar que le hiciese daño a Moletov ahora que estaba cambiando de ideas.

-Rocamauro, para ya, lo uníco que logras es buscarte una guerra -le imploro de nuevo pero subiendo a un tono más insistente.

-La guerra ya se produjo hace mil años, y sigue existiendo, pero ahora yo la terminare -replicó esbozando un tono serio que indicaba que planeaba algo severo.

Cogió a Moletov del cuello y lo levanto forzosamente, quedo colgando en el aire sin posibilidad de tocar el suelo. Eso provoco que todos se alarmasen al instante. Los soldados molekin que dirigió Moletov levantaron sus armas apuntando hacía Rocamauro en señal de provocación, eso también dio lugar a que el grupo de golems apuntasen con sus armas hacía los molekins, todos se estaban apuntando mutuamente.

-Rocamauro, para ya, tu no quieres esto -le imploro nuevamente Spyro.

-Hazles caso -dijo Moletov, con dificultades para respirar. Si me haces daño o me lo haces a mi, solamente conseguirás que las cosas empeoren, para ti y tu gente.

Rocamauro bajo la cabeza, poniendose a reflexionar sobre el asunto.

-Tengo una idea -dijo.

Quedaron expectantes al oír eso.

-Dame al rey Magmus, y finalizare con este conflicto -propuso con tono afable.

-¿Al rey Magmus? ¿Para que? -cuestiono Spyro.

-¿Para que va a ser? -esbozo una sonrisa picarona de poca confianza.

Con eso ya tuvo bien en claro que Rocamauro no estaba decidido a terminar con esto de forma pacifica, había creado todo este desorden porque aún seguía obsesionado con salirse de la suya.

-Rocamauro, se que estás enfadado, pero tomarla con él por lo que sea que haya pasado no te ayudará en nada -apaciguó Spyro razonando con él.

-No, si que me ayudará, y mucho, ¿y sabes porque? -bramó soltando un tono exage-rado de desesperación-. Porque estoy harto de los magmagolems.

Todos alucinaron abriendo sus ojos como bolas de cristal. No se esperaban que soltase una respuesta semejante con tal impunidad.

Rocamauro se puso a resoplar con profundidad, se notaba que no podía aguantar las ganas de ocultar la verdad, miro a los dragones dispuesto a confesarse.

-Cuando nosotros llegamos a este lugar, era hermoso y pacifico, un perfecto paraiso para una raza rocosa como nosotros. Pero entonces llegaron los magmagolems, y deci-dieron instalarse aquí creyendo que tendrían el mismo derecho que nosotros -berreó explicando sus molestias a ambos grupos.

Spyro quedo impavido al oír eso, sabía que en el fondo el problema que tenía Rocamauro era por no tolerar a los magmagolems, pero jamás asumió que fuese tan literal, que les tuviese un odio tan irracional como para actuar como lo hizo.

-Eran seres creados por la magia oscura de Malefor, que culpa tenían de haber nacido bajo esas circunstancias -critico Spyro ese vil argumento.

-No solo por eso, Malefor en aquel entonces no solo asesino a cientos de serés, también mato a mis familiares -añadio con dureza-. Perdí a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos, todos ellos murieron por culpa de ese monstruo, y después de que esa cosa fuese vencida, jure que no dejaría que nada con ese poder volviese a acercarse a mi gente, para que así no volviesen a sufrir el mismo daño.

-Más bien parecía que lo querías era no seguir sufriendo -terció Cynder.

Rocamauro resoplo, reconociendo que era cierto.

-Si -miro fijamente a ambos dragones-. Estaba harto de sufrir por la magia oscura de Malefor, y cuando vi que aquellos serés habían nacido fruto de su magia, me temí lo peor, sabía que en el fondo se volverían como él, y atacarían a mi gente en cualquier momento-, se giro dirigiendose hacía los golems-. Pero ningúno me escucho, todos vosotros eraís demasíado blandos y considerados para daros cuenta de que estabaís dejando entrar a un grupo de parasitos en nuestros hogares.

Ningúno de los golems se inmuto, pero se podía notar que se sentían ofendidos al ser acusados de tener empatia, como si eso fuese un crimen.

-Convivieron con nosotros durante tres años, al principio iba bien, pero siempre tenía el dilema de que en algún momento alguien cometería un error, y todo se arruinaría. No podía permitir eso, no después de tanto sufrimiento.

-¿Entonces te inventaste un plan para culpar a los magmagolems? -acotó Spyro.

Se extraño.

-¿De que hablás? -cuestiono.

-¿No recuerdas que nos dijiste que murió tu hijo tras salvar a Rocamauro?

-Si, porque eso fue lo que paso.

-¿Acaso ese niño era hijo tuyo?

Todos los otros quedaron indecisos ante esa pregunta acusadora.

-¿Como osas preguntarme eso? Claro que era hijo mio -protesto indignado.

-¿Seguro? ¿Acaso alguien lo sabe? -insinuo incredulamente Spyro, fijo la mirada en el grupo de golems-. ¿Algúno sabe si Rocamauro tenía un hijo?

Todos se miraron intentando de saber si algúno tendría una respuesta, nadie sabía nada y nadie sabía que responder ante esa cuestión. Con eso se pudo confirmar que Rocamauro estaba mintiendo con lo del hijo.

Rocamauro se indigno, al ver que ya no pudo ocultar también ese hecho.

-Cierto, no era mi hijo -confesó compasivamente-. Pero lo trataba como tal.

-¿Quien era? -pregunto intrigada Cynder.

-Era un huerfano, al que protegí en los ataques de Malefor, lo estuve cuidando durante un tiempo. Me encaríñe con él durante un largo tiempo, pasamos tanto tiempo juntos que empezamos a creernos la idea de que eramos padre e hijo. Era mentira, pero fue una mentira que la gente se creyo y acepto favorablemente -confeso mostrando un comportamiento benevolente que demostraba su tristeza.

Spyro se compadecío de él al ver que si le importaba aquel niño, otra cosa en la que se equivoco y se pensaba de una manera arcaica.

-Mi amistad con él hizo que me olvidase de los magmagolems. Pero había días en los que los golems y los magmagolems se peleaban por tonterías insignificantes, conseguíamos tranquilizar la situación, pero siempre había conflicto.

-Y como viste que las cosas no funcionaban, empezaste a tener tus dudas.

-Si -confirmo amargamente-. Al principio quería hacer las cosas bien, pero una parte de mi tenía esa voz en la cabeza que me decía que esto no estaba bien, que tenía que echarles antes de que uno de ellos cometiese algúna imprudencia que lo arruinase todo. Fue como una obsesión, día trás día los observaba, esperando el momento para actuar, para saber si serían capaces de hacer lo que no quería pensar que sucediera.

-Pero paso, ¿verdad? -objetó Spyro.

Resoplo profundamente.

-Un día él se fue a jugar con un chico magmagolem, casi de su edad, estuvieron correteando de un lado para otro hasta que acabaron llegando a una zona en obras. No deberían haberse metido ahí. Magmus estaba con ellos ayudandoles porque le hizo un favor a un amigo -comento soltando más detalles que aclaraban la verdadera historia-. Los gritos de los chicos les distraían, perdían el equilibrio. Magmus les grito con más fuerza, y eso provoco que la estructura en la que estaba apoyado se rompiese.

Bajo la cabeza asintiendo con disgusto.

-Casi estaba apunto de caer al lago volcanico que había abajo, él se acerco dispuesto a ayudarle, le agarro y cuando cayo al suelo, Magmus echo toda la lava que había acumulado tras sufrir tanta tensión, le quemo el abdomen y eso hizo que sus rocase se empezasen a fundir, se extendió por todo el cuerpo.

Spyro quedo indeciso al ver que al final después de todo, aquel incidente si que se produjo como le habían contado, el problema era que le habían mentido en los pequeños detalles que acontecieron a todo el resto del conflicto.

-Cuando yo llegue, intente de salvarle, pero no había manera, en cuanto lo tocaba, me quemaban las manos, ardía como un horno. Tardo como cinco minutos en fundirse la mitad de su cuerpo hasta que murió.

Ambos se miraron intentando de asimilar la situación, ahora que lo escuchaban con sus propias palabras se daban cuenta de que el suceso fue más doloroso de lo que creían, pero seguían sin estar convencidos de una cosa.

-¿Y que paso con Magmus? -le pregunto Spyro, queriendo llegar al final de todo.

-Magmus intento de consolarme, como un hermano, como un amigo. Entendió que había sido un accidente y que le había salvado la vida. Estaba en deuda conmigo -asintio pensativo mientras empezaba a mostrar una expresión de resentimiento-. Pero yo no podía, ese era el tipo de cosas que temía que pasarían. Había luchado para impedir que ocurriese, y al final ocurrió de la manera que menos quería que pasase.

La situación se puso tensa de nuevo.

-Pero aquello fue un accidente, ¿porque tuviste que echarle la culpa de esa manera? -critico intentando de entender ese hecho.

-Yo nunca quise que los magmagolems viviesen con nosotros. Lo único que quería era un lugar prospero para nosotros. Y eso no pude tener, nunca lo he podido tener porque siempre está él, acechandome tanto cerca como lejos, intentando de hacerme creer que él es una victima, cuando en realidad aquí la victima soy yo, por haberme creído que las cosas cambiarían -reprocho sincerandose con descaro-. Pero no, el daño dejado por Malefor es eterno, siempre hay alguien destrozando todo lo que nosotros creamos.

Todos esbozaron unas miradas disconformes ante su criterio. Estaban ofendidos de sentir que todo su enojo se basaba unícamente en un capricho egoista que se lo tomaba de forma infantil, esperaban mucho más de él debido a su compasión, y como dijo eso ultimo ahora la comprensión de sus argumentos se había esfumado.

-No Rocamauro -dijo Spyro esbozando una mirada firme de honestidad-. Malefor y los magmagolems no os arruinaron la vida, el que se la arruina eres tu.

Fijo su mirada en él sin mostrar un solo gesto en su expresión.

-¿De que hablás? -se molesto.

-A ti nunca te ha importado tu pueblo, a ti lo único que te ha importa es tu mismo -aclaro acusadoramente Spyro, se puso a andar dirigiendose hacía él sin miedo-. A ti siempre te ha encantado el poder, y cuando surgió la ocasión te aprovechaste y te impusiste como el jefe de tu gente, pero entonces vinieron los magmagolems que querían aliarse contigo y no lo pudiste soportar. Te dio miedo, pero no porque fuesen diferentes o porque hubiesen sido creados por la magia de Malefor, no, al contrario. Los rechazabas porque sabías que si se unían a tu gente entonces ya no te respetarían tanto como antes. Tan ambicioso eres que no puedes soportar la idea de compartir las cosas con otros que no sean como tu.

Quedo delante de Rocamauro mirandole con impunidad, podía ver su mirada de agonía ante aquella confesión, sabía que le atacaría por tenerle delante, pero no le tenía miedo, estaba dispuesto a decirle lo que pensaba porque necesitaba que lo escuchase.

-Querías dar lo mejor de tu pueblo, pero una parte no podía dejar de pensar en que tu eras el uníco salvador de tu gente, así que en cuanto viste la oportunidad, encontraste la manera de poner a Magmus en contra de todos para que así quedases tu como el único heroe que les salvo de morirse secos, ¿verdad? -añadió señalando que todo aquello que habían estado escuchando era contradictorio a lo que pensaba de verdad.

Se formo un enorme silencio en el ambiente, nadie hablaba, lo cual era un sintoma de que Spyro estaba demostrando una hipotesis razonable y certera.

Moletov les estaba mirando, tenso al no saber que pensar.

-¿Es eso cierto? -les pregunto.

Rocamauro bufo descaradamente.

-Tonterías, lo uníco que me importa es mi gente, moriría por ellos -acoto.

-Y si tanto te importa tu gente entonces porque no pensaste en una manera mejor de ayudarles en vez de estar todo el tiempo quejandote de lo que harían los magmagolems -señalo Spyro-. Para mi no hiciste nada porque te preocupaba más que te idolatrasen como a un heroe que como un jefe que pudiese tomar la opción más conveniente.

Rocamauro se cabreó aún más, se acerco poniendose delante de Spyro echandole una mirada desafiante. El joven dragón no se inmuto.

-Yo jamás habría puesto en peligro a mi gente por esos monstruos -se defendió imponiendo su razonamiento.

-Venga Rocamauro, reconocelo, eres como Malefor queriendo imponer tu dominio con los demás, solo que eres demasíado cobarde y terco para reconocerlo -soltó Spyro contradiciendo toda su persona con total honestidad.

Eso ultimo no lo pudo soportar.

Lanzo un enorme alarido de furia y alzo su puño dispuesto a golpear al dragón. Spyro lo vio venir y dio una voltereta hacía atrás. Levito y le agarro de la cola estrangulandole para impedir que siguiese actuando con violencia.

Todos se quedaron indecisos al ver lo que estaba haciendo.

-Deten esto Rocamauro, esto que haces tiene que parar -le pidio explicitamente.

Rocamauro le agarro de la boca apretandosela con fuerza.

Le dolió, siguió tirando de él.

Se harto y se puso a dar vueltas provocando que el joven dragón se marease, lo lanzo varios metros adelante, cayo delante de Cynder, la joven dragona le ayudo mientras él intentaba de recomponerse.

-Esto terminará cuando todos vosotros esteís muertos -bramó con furía y dio un fuerte golpe de puño en el suelo, las rocas que formaban el pavimento se agrietaron. Se dio la vuelta dirigiendose hacía los soldados golems-. Mis soldados, hemos sido traicionados por aquellos en quienes confiabamos, ya es hora de tomar las armas y demostrarles a quien pertenece este lugar.

Todos los presentes se alarmaron al ver que se estaba amotinando y decidió ir a la guerra. Los soldados molekins que estaban del lado de la Madre Superiora se alzaron blandiendo sus armas dispuestos a luchar. Esperaron a que los golems hiciesen algo pero no pasaba, estaban indecisos echandose miradas complices, como si no supiesen quien iba a echar el primer grito de guerra o quien iba a pegar a los molekins que estaban del lado del general Moletov.

Rocamauro era el que estaba más confundido.

-¿Que haceís? ¡Atacadles! -protesto señalando al otro grupo.

Todos los golems le dirigieron una mirada de indignación.

Sintio un enorme pavor al que parecía que todos se negaban a actuar.

-Yo soy vuestro lider, vuestro superior, obedecedme -insistió caprichosamente.

-¡No! -dijo uno que estaba adelante.

Se acerco hacía Rocamauro echandole una mirada de discrepancía.

-Tu siempre nos dijiste que los magmagolems nos traicionaron porque no se responsabilizaron de la muerte de tu hijo -confesó señalando que hasta los soldados de su propia raza les mintió también-. Pero ahora veo que en realidad esta guerra se ha producido porque tu la iniciaste por miedo. Por tu culpa han muerto cientos de los nuestros, ¿como podemos seguir obedeciendo a un hombre que nunca se ha responsabilizado de todas esas muertes?

Bajo la cabeza resoplando con amargura, ahora empezaba a darse cuenta de que estaba tocando fondo. Les miro compasivamente tratando de razonar con ellos, pero diri-gieron la mirada hacía otro lugar.

-Madre Superiora, pedimos rendirnos honorablemente -pidio cortesmente.

La Madre sonrió halagada de su petición.

-Acepto vuestra rendición -acepto gustosamente.

Inmediatamente todos los golems tiraron sus respectivas armas provocando un estruendo que resono por todo el camino. Rocamauro quedo atonito al ver que perdió a todo su ejercito de una forma tan simple, y no solo eso, los molekins que estaban de su lado también bajaron las armas, todos dejaron de pensar en pelearse.

La Madre Superiora dio varios pasos adelante, se dirigió impunemente hacía el derrotado comandante que ahora le miraba con una expresión de disgusto y tristeza.

-General Rocamauro, por orden de la alianza entre molekins y golems, queda arrestado por los crimenes cometidos contra ambas especies, entre ellos incluyen, conspiración para cometer el genocidio de una especie, manipulación de pruebas, acumulamiento de mentiras incriminatorias, secuestro ilegal de otras razas y tortuoso cautiverio -concretó señalando todos los crimenes que había estado cometiendo durante los ultimos siglos-. Y además de no haber participado en las negociaciones para cometer un tratado de paz que podría haber ayudado a nuestro pueblo.

-¿Que? -se extraño ante esa ultime detalle.

Estaba tan atonito ante la descripción de esos delitos que no sabía que pensar, le resultaban ridiculos ya que siempre había hecho las cosas bien, no le parecída justo estar sufriendo por todo esto siendo el que era.

Moletov se le acerco apoyando su mano sobre su hombro.

-Se acabo Rocamauro, rindente y seremos clementes contigo -le pidio expresamente Moletov mostrandose compasivo con él.

Miro hacía el frente, todos le miraban como un delincuente, en especial Cynder, aquella dragona tenía la mirada fijada en él como si quisiera matarle, le odiaba a muerte. Al verla empezo a darse cuenta de una cosa, ella era la causante de todo.

-Un momento -levanto la mano señalando hacía Cynder-. Todo esto es culpa tuya.

Todos se extrañaron ante esa mención.

-Si no te hubieses vuelto loca, no habrías dañado ese muro y los magmagolems no habrían entrado a matar -indico cerciorandose de que ella era el punto de inflexión por el cual se inicio todo este conflicto-. Todo estaba bien, hasta que tu permitiste que viniesen para que al final tenga que pasar por esto.

-Rocamauro, calmate -le pidio Moletov.

Le golpeo en la cara haciendole caer al suelo.

-Por tu culpa maldito engendro lo has arruinado todo, me has arruinado mi vida -achacó dirigiendo todo su odio hacía Cynder.

La dragona se enfureció tanto que empezó a emanar un aura oscuro que salía tanto de su cuerpo como de sus ojos. Spyro la veía, atonito, podía reconocer ese aura, era magia oscura, la magia de Malefor.

Dirigió la mirada de nuevo hacía Rocamauro, estaba alterado al ver lo que veía, él también reconoció esa magia al instantre, como si estuviese presenciando algo traumatizante que no quería volver a ver nunca.