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EL CAMINO DE VUELTA
Habían pasado dos horas desde que se habían alejado del Banco de Hierro, en todo ese tiempo hicieron el mismo camino de vuelta navegando por una nebulosa que les tapaba la vista, esta era más densa, lo que hacía que fuese más dificil no poder ver más de lo que podían visualizar. Tuvieron que instalar un foco enorme en la proa de la nave para iluminar el frente y así saber poder guiarse con facilidad.
Gurcy se ocupaba de dirigir la nave manejando el timón con total tranquilidad, de vez en cuando también de mantener la carga asegurada abajo, desde que se habían ido no dejaba de fijarse en cada detalle que le pudiese resultar sospechoso.
Mientras tanto Kaos se puso a descansar, se sento en el mismo rincón de antes, a su lado tenía una mesilla de madera pegable con un vaso lleno de licor de limon, estaba frio y habían cubitos de hielo dentro, lo degusto placidamente. A su lado se encontraba Fraymus quien de nuevo se mostraba tenso por la situación en la que habían pasado en el Banco, estaba aliviado de que la negociación hubiese sido un exito, pero seguía sin convencerle el comportamiento tan conspiración de Kaos, desde que habían pasado tiempo ahí explorando la zona, no había parado de creer que todos querían matarle o aprovecharse de él de algúna manera, esto le hizo cuestionarse si Kaos no se estaba precipitando de forma problematica en base a sus ambiciones.
-¿Quieres un poco Fraymus? -le pregunto Kaos, mostrandole su vaso con la bebida.
-No, no quiero nada -rechazó cortesmente.
-Venga vamos -le presiono amigablemente-. Por los viejos tiempos.
-Lo siento Kaos, pero esta vez me temo que no -echo la vista al otro lado.
Kaos resoplo amargado, pero lo acepto considerablemente.
Miro fijamente a Fraymus, pudo notar una molestía en él, y sabía cual era.
-Siento mucho lo que paso en el Banco de Piedra -le comentó.
Gimio extrañado al oír eso.
-Se que debería habertelo contado todo, pero tenía que hacerlo por un motivo.
-¿Y cuál era? -le pregunto intrigado.
-Llevo tanto tiempo maquinandome las cosas por mi propia cuenta, que he dejado de confiar en la gente, no se quien puede traicionarme o quien puede dudar de mi, como has podido comprobar con Reginald -argumentó acomodandose en la silla mientras reflexionaba sobre lo que contaba-. Las cosas se me están complicando, y eso no me gusta, así que por eso mismo tengo que tomar varias decisiones en la que a algúnos no les concierne y a otros sí.
-¿Y yo soy uno de esos individuos a los que no me concierne lo que haces? -insinuo indirectamente Fraymus.
Kaos se lo penso, frunciendo la boca.
-Si te soy sincero Fraymus -se enderezo dirigiendo la mirada hacía él-. Llevo como casi 15 años sin verte, te creía muerto, y ahora que has vuelto y sigues siendo el mismo de siempre, me preocupa.
-¿Te preocupa porque?
-La gente poderosa como el senador Reginald normalmente le lavaría el cerebro a algúno con el proposito de usarle para cometer un asesinato y así quedar impune de toda sospecha -argumentó concienzudamente-. Pero que tu sigas siendo el mismo hombre que conocí cuando me instale en Trollia, me hace preguntarme si no hay un detonante que pueda activar un instinto asesino que te hayan implantado.
Fraymus no sabía si tomar eso como un argumentó solido o como una ironia de la que poder reirse debido a lo extravagante que sonaba.
-¿Y que pasaría si resulta que nunca me lavaron el cerebro y lo único que consiguieron hacer fue torturarme y dejarme encerrado en una celda oscura creyendo que nadie me iba a rescatar? -objetó tergivesando su analisis.
Kaos estaba apunto de dar un sorbo a su bebida, pero se detuvo, quedandose indeciso al oír esa historia que parecía que no había oído nunca. Los quedaron tensos, sin saber que decirse ya que eso rompió el agradable ritmo que estaban manteniendo.
-¿Nunca te pregunte como lo pasaste los ultimos 15 años nó? -indicó, cerciorandose de que no le había ayudado a superar sus traumas.
Se alivio mentalmente al ver que ahora le estaba escuchando de verdad.
-Cuando caí al agua, pense que me iba a ahogar, pero me desperte y nade hacía la orilla más cercana con la esperanza de encontrarte -se puso a abreviar más detalles de su historia-. Pero en vez de eso unos trolls me rescataron, para lsecuestrarme y llevarme a una casucha a la que tome como celda, jamás vi la luz y apenas hable con nadie. Espere y espere a que ocurriese algo que me liberase -volteó la mirada hacía Kaos echandole una mirada de gratitud-, hasta que apareciste tu y me liberaste de ese tormento.
Sonrió alegrado ante ese gesto de gratitud.
-Y si, me hicieron cosas, pero de haberme lavado el cerebro, habría intentado como minimo morderme la lengua con tal de morir antes de traicionar a mis principios -comento indicando la honorable fidelidad que le tenía al imperio troll.
Kaos esbozo una mueca de afabilidad.
-Me alegro de que vuelvas -le contesto cortesmente.
-¿Por que? -le miro intrigado.
-Echaba de menos eso de ti. De entre toda la gente que conozco, tu eres el uníco que es leal al imperio, pero no porque te hayan enseñado que nosotros somos superiores y vivimos para adorar a nuestros lideres y sus reglas impiestas, sino porque a ti verdaderamente te importa el pueblo y su gente, sientes devoción por tu especie. Tanto que morirías por ellos incluso aunque te dijesen lo contrario -argumentó soltandole el res-peto que le tenía por sus buenos ideales.
Fraymus sonrió halagado de su gratitud.
-Haría lo que fuera por ti Kaos, y por los trolls -añadio.
Kaos levanto su copa en señal de gratitud mientras sonreía entusiasmado, se tomo otro trago, Fraymus le miraba orgulloso, pero luego se preocupaba.
-Pero también debes entender una cosa.
Se asusto provocando que se ahogase con su bebida.
-Me he quedado por ti, pero esto que hacemos -señalo la carga de detrás-. Lo hago por el pueblo, para ayudarlo a crecer.
Le miro rigidamente al sentir que le estaba contradiciendo.
-Y si vuelve a producirse una situación parecida a la que hemos tenido en el Banco de Piedra, juro por los ancestros que no me haré cargo de lo que pase después -decretó dejandole constancia de sus limitaciones.
Kaos volvió a ofenderse, no soportaba que siempre le soltasen esas objeciones esperando que lo entendiese, pero al mismo tiempo lo comprendía, en cierto modo debía darle la razón porque se había estado comportando de una forma muy ingenua, quería hacer las cosas bien, pero le divertía tanto tener tanto poder, que no soportaba la idea de no aprovechar esta posición para comportarse como quisiese, era un emperador, un tirano, y estaba orgulloso de eso. Pero si Fraymus discrepaba de todas sus acciones por no poder tolerarle, tendría que tomar una decisión que muy pocas veces ha tomado.
Pasadas unas horas, consiguió salir de la neblina pudiendo ver de nuevo el cielo azul y un sol que desprendía unos rayos cegadores, era molesto, pero agradable a la vista. Cruzaron todo un oceano en el que se podían ver a unos leviatanes nadando y chapoteando en el agua. En un extremo se vislumbraba a unos pescadores montados en sus barcos de pesca, evidentemente estaban ahí para cazarlos, ya que muchos pescadores suelen usar sus tripas y su sangre para usarla de combustible o como comida. Hacía unos años un grupo de pueblerinos se opuso a ese comercio ya que muchos intuían que cazarlos consecutivamente podría llevarlos a la extinción. Se acepto esa petición, pero a escondidas de que en realidad se lo dejaban a otro grupo para que pudiese cazarlos sin que nadie sospechase nada.
Llegaron a la isla, giraron en un extremo del centro cercano al castillo, se encontraron con una patrulla nautica, un grupo de soldados trolls que se ocupan de vigilar los mares, se percataron de su presencia y les dieron la enhorabuena por haber regresado sanos y salvos. Introdujeron la nave en el puerto, pasaron al interior del hangar y la acoplaron a las plataformas de anclaje. Una vez que dejaron el barco mandaron a un grupo de trabajadores para que sacasen la carga, con la ayuda de una grua fueron quitando las cargas cuidadosamente, ahora que habían vuelto no podían permitirse que ningún irresponsable rompiese la carga, sobretodo teniendo en cuenta de que tenían sus sospechas de que se pudiese haber introducido una bomba o no.
Una vez que la dejaron en el suelo, vinieron un grupo de expertos para buscar el más minimo detalle, lo examinaron concienzudamente por ambos lados. Ningúno detecto nada raro, abrieron la carga usando una palanca, y se encontraron con el metal arkeyan, el mismo que sacaron de la Boveda, en perfecto estado. Cerraron las cajas y unos minutos más tarde apareció un troll conduciendo una carretilla, introdujo las cajas encima y dio la vuelta marchandose del hangar.
-¿Que harás con ese metal Kaos? -le pregunto Fraymus, aprovechando para tener una respuesta honesta sobre sus nuevas motivaciones.
-Por ahora voy a usarlo para crear un nuevo traje para mis soldados, pero quizás lo aproveche para algo más -comentó vacilante.
-¿Que quieres decir? -se cuestiono ofendido de nuevo.
-Tranquilo Fraymus, no es nada de lo que crees -le apaciguó sabiendo que se molestaría-. En realidad se trata de algo mucho mejor.
-¿Y de que se trata?
-Desde que ese Gillmen se metió hace meses espiando mis trabajos, no he dejado de creer que tarde o temprano acabará sucediendo algo parecido, pero a gran escala. Así que por eso mismo se me ha ocurrido crearme unas defensas.
-¿Unas defensas del tipo...
-Torretas, lanzamisiles, hasta posiblemente incluso cañones de energia -concretó esbozando una mirada de orgullo ante lo que se imaginaba.
-¿No te parece eso un poco excesivo?
-Tu dirás, pero se que Eon está juntando un ejercito junto con sus guerreros magicos, no pienso esperar a que vengan sabiendo que posiblemente se introduzcan en el castillo por medio de un hueco oculto como sucedió la ultima vez -comentó con malicia-. No pienso permitir que este reinado caiga tan vulgarmente. Pienso hacer de Trollia Central el pueblo más defendido de todo Skylands.
Fraymus le miro poco confiado, sabía que sus motivaciones eran demasíado maliciosas, pero había una cosa en la que si tenía razón. Eon iba a reunir a un ejercito enorme, de eso estaba seguro, así que era vital que tuviesen todas las defensas posibles porque una vez que se montase una enorme batalla en Trollia, todo acabaría perdido.
-Señor -le llamo Gurcy.
Le echo una mirada seria y rapídamente se giro observando que más adelante estaba llegando el resto de su equipo.
Señor Kaos -le saludo primero Kullshak-. Me alegro mucho de volver a verle.
-Lo mismo mis queridos amigos -devolvió el saludo sonriendo orgulloso.
Se puso a mirar las caras de todos su compañeros, ningúno mostraba una expresión de preocupación en sus rostros, lo que indicaba que no había pasado nada en su ausencia y no tenían nada importante que comentarle.
-Dime Noodles, ¿has dirigido bien mi castillo? -le pregunto a su amigo ciclope.
-No es mi reino, pero al menos se hace lo que se puede -comento con tono afable-. Además -cogió a Glumshanks apoyandolo contra su enorme barriga-. Tu pequeño criado se ha ocupado bastante bien de dejarme limpio.
-¿De verdad? -miro a Glumshanks con una expresión cinica.
Glumshanks se rio con vergüenza.
-Me pidio que le ayudará a bañarlo -le comentó riendo fingidamente.
Intento de apartar su mirada para que Noodles no notase su disgusto.
-Hace un milagro con las manos excelente -añadio halagado.
Glumshanks levanto las manos mostrando que las tenía llenas de tiras.
-¿Que te ha pasado...
-También me puse a bañar a sus chompies -añadio echando la mirada a Mago.
Mago esbozo una sonrisa de indiferencia.
-El pobre jamás ha sido tocar a un chompie -dijo con ironia.
Kaos soltó una pequeña risilla.
-¿Tiene el metal señor? -le pregunto Kullshak.
-Lo tengo, ha sido duro, pero lo he obtenido de forma justa -comento con orgullo.
Fraymus le miro indirectamente.
-Y ahora si no ha habido ningún problema, volvamos al trabajo -pidio con entusiasmo y marcho pasando delante de ellos.
El grupo se miró indeciso.
-Señor Kaos -soltó Glumshanks.
Kaos escucho ese tono, no le resultó agradable.
-No se como decirle esto, pero... -Glumshanks se rascó la nuca, nervioso ante lo que estaba por decir-, tenemos un problema que debe ver.
..
Abandonaron rapídamente el hangar y el grupo acompaño a Kaos hacía los niveles inferiores del castillo, cogieron un elevador y bajaron a las mazmorras. Una vez que salieron del elevador, ambos marcharon con paso firme pero apurado por todo aquel pasillo formado por una serie de celdas en donde se encontraban varios trolls con aspecto de estar desnutridos y sucios. Se acercaban a las verjas exigiendole de que les liberase y demostrase su inocencia, los ignoro por completo. Kaos paso de estar de buen humor a estar amargado como de costumbre, pero esta vez mostraba una amargura reticente, como si aguantase todo su odio hacía el final por lo que descubriese.
-¿Que me podeís decir de él? -pregunto dirigiendose al grupo, esperaba que algúno de ellos le soltase toda la información de golpe.
-Es un viejo relojero, lleva trabajando en su propia tienda de relojes desde hace más de 40 años, los pueblerinos lo conocen, nunca ha sido arrestado o siquiera ha cometido algúna imprudencia en su vida -comentó Noodles soltando descriptivamente los detalles-. Es basicamente un pueblerino honrado y decente.
-Excepto que estaba ocultando un arma -soltó la marioneta de Mago.
Noodles se molestó de que le interrumpiese.
-Aparentemente el viejo estuvo usando sus herramientas de relojería para fabricar una bomba mecanica. No se encontro ningún residuo que pudiese usarse para conectarse a la maquina, lo cual esto nos indica que se lo iba a entregar a alguien más para que terminase el trabajo -añadío girando en una esquina que les llevaba a una sección diferente de las mazmorras, no había celdas, era otro pasillo formado por una pared de muros subterraneos-. Se hablo con varios de sus conocidos y familiares, todos corroboraron no saber de la existencia de una bomba o de sus planes.
-¿Como se descubrió que estaba creando una bomba?
-Uno de sus clientes era uno de nuestros hombres, se percató de que estaba maquinando una cosa que no tenía nada que ver con un reloj. Se marchó y aviso a los refuerzos, una vez entraron descubrieron el extraño artilugio. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que ese viejo estaba maquinando algo anormal y peligroso.
-¿Ha dicho siquiera a quien se lo iba a entregar? -pregunto Kaos.
-Ese es el problema -continuó Glumshanks-. El viejo miente y dice que en realidad lo que estaba construyendo era un prototipo de reloj mecanico gigante.
Kaos rechistó, burlandose de esa idea.
-Le hemos interrogado y no quiere confesar a quien iba destinada la entrega, para ser un viejo cascarrabias, es muy listo, cree que todo esto es muy malentendido y que saldrá muy pronto una vez no encontremos prueba algúna de su culpabilidad.
-Pues espero de que tenga algo que decirme, porque seguro que cualquier cosa que salga de su boca solamente serán más mentiras y quizás una de ellas sea cierta -expresó Kaos concienzudo de su perseverancia.
Llegaron al fondo del pasillo, se encontraba una puerta de bronce custodiada por un joven soldado troll que estaba parado delante, reconoció a Kaos y rapídamente agarro la manija de la puerta para abrirla. Pasaron al otro lado y se encontraron con el viejo troll, estaba sentado en una silla apoyando sus manos esposadas con unos grilletes sobre una mesa de madera. La sala era angosta y las paredes eran humedas, como si se hubiesen destartalado con el paso de los años. Al lado habían dos guardias que se mostraban firmes, estaban armados con porras, las usaban en caso de que se produjese algún altercado durante el interrogatorio.
Kaos se acercó al viejo, era un troll con unos rasgos faciales triangulares y con las mejillas abombadas, tenía el cabello y la barba de color blanco plateados, llevaba unas gafas ovaladas que encajaban con su trabajo de relojero. Iba vestido con un jersey de rayas marrones y una camiseta blanca que le sobresalía por debajo, lo veías de cerca y parecía un individuo que seguramente tendría un oficio cotidiano. Asomo la cabeza y le echo una mirada agridulce, como si estuviese contento de verle, era más, no parecía estar enfadado o molesto por estar encerrado en contra de su voluntad.
Cogió una silla que había en el otro extremo de la mesa, la cogió de un tiron y se sento en ella, se acomodo y se acercó mirandole fijamente con una expresión seria. Estaba dispuesto a razonar con él y descubrir sus secretos.
-Amo Kaos -contesto soltando un tono de entusiasmo que le hacía parecer un individuo gentil-. Me alegro mucho de conocerle.
Acerco las manos para estrecharselas, Kaos ni se inmuto, bajo la mirada fijandose en que tenía los grilletes puestos, el viejo se percató de eso, se rio con vergüenza y lentamente las alejo apoyandoselas con incomodidad sobre su pecho.
Intento de verle mejor para determinar la clase de troll que era, evidentemente se comportaba como un hombre amable, pero sentía que también era un hombre listo, tan listo que seguramente encontraría la forma de confundirle. Si quería que largará la información, necesitaba ponerse a su misma ventaja.
-¿Como se llama?
-Mi nombre es Cornelius -dijo-. Mucho gusto.
Kaos le sonrió.
-Digame Cornelius -apoyo sus manos sobre la mesa-. Según tengo entendido mis hombres le detuvieron maquinando un artilugio bastante inusual, ¿podría explicarme que es para entender un poco la situación.
-Era el prototipo para un reloj, un reloj de torre -aclaro mostrandose comprensivo-. Quería mostrarselo una vez estuviese determinado para que así luego me diese el per-miso de construir una nueva torre y poner así el reloj en él.
-¿Y usted iba a construir esa torre? -pregunto cambiando de tema.
-No -se retracto-. No soy arquitecto.
-Claro -se rio siguiendole la corriente-. Pero se lo pediría a alguien, ¿nó?
-Si, pensaba que en cuanto se lo mostrase, usted me daría el visto bueno y le pediría a su mejor arquitecto para que lo construyese.
-¿Y porque debería hacerlo?
-¿El qué?
-Una torre de reloj, ¿porque piensa que yo lo construiría?
Cornelius se puso a pensar.
-Porque usted es bueno.
-¿Yo bueno?
-Si -reafirmo exhaltado-. Soy un gran admirador suyo señor Kaos, llevo venerandole desde el día en que se proclamo emperador de toda Trollia, eso fue algo admirable, jamás creí que otro sér que no fuese un troll pudiese ser un lider tan perfecto.
Kaos se rio halagado ante su admiración, se sentía complacido, pero rapídamente se cercioro de que estaba alabandole aproposito para que no pensase mal de él. Aquel viejo también era listo y persuasivo, debía tener cuidado y no subestimarle.
-Agradezco sus halagos.
Cornelius se rio complacido.
-Digame -acerco la mirada-, ¿es cierto eso de que consiguió sus poderes del mundo subterraneo de los muertos?
Quedo meditabundo al oír eso, lo que dijo era una especulación que se había inventado la gente al creer que era un no-muerto, lo desmintió enseguida, pero la mayoría de los pueblerinos quedaron con esa idea durante años. No comprendía a que se debía esa pregunta, pero sentía que había un motivo por el que lo hacía.
-No, mis poderes los conseguí de un poder mayor -le aclaro con pasividad.
-Lo sabía, aquel rumor era mentira, lo sabía -apretó fuertemente su puño en señal de sentirse aliviaba, se lo tomaba como un orgullo resolver ese hecho.
Kaos gimio poco complacido.
-¿Le he ofendido?
-No, para nada.
-Oh bien -apoyo su mano sobre su pecho, lamentaba su actitud.
Cuanto más tiempo pasaba viendole reaccionar de aquellas maneras tan exageradas, más sentía que le hacía perder el tiempo, necesitaba sonsacarle información ya mismo.
-Digame, ¿como se le ocurrió la idea de inventar ese reloj? ¿Se lo recomendó alguien? -pregunto esbozando una mirada picarona de confianza.
-Se me ocurrió hace mucho tiempo, cuando comenzo a crear esas naves y esos tanques que planeaba mandar hacía los demás pueblos de Skylands -comentó señalandole con fascinación-. Como a usted le gustaba crear vehículos de guerra enormes, a mi se me ocurrió que debía hacer el doble de lo que suelo hacer normalmente. Necesitaba crear ese reloj, para que usted viera que el tiempo es vital en Trollia, ya que algún día podríamos seguir existiendo, o desaparecer en el infinito.
-Vaya -exclamó asombrado, se acomodo en el asiento intentando asimilar todo ese argumento-, no sabía que usted fuese un poeta.
-No lo soy, solamente soy un visionario.
-¿Como yo?
-Si, como usted -se alegró abriendo entusiasmado la boca.
Ambos se rieron al ver que estaban en sintonia.
Kaos seguía riendo, pero en su mente lo hacía porque sentía que estaba consiguiendo sonsacarle algo de información, solo le faltaba apretarle un poco más.
-¿Entonces dime una cosa? -golpeteo los dedos contra la mesa-. Si usted es un visio-nario como yo, ¿porque no se le ocurrió inventar otra cosa?
Quedo indeciso al oír eso.
-No lo comprendo.
-Digo, si usted es capaz de inventar un reloj gigante, ¿porque asumió que a mi me gustaría si hasta ahora lo único que me interesa es la conquista? -objetó llevandole la contraria-. Porque este interés por un reloj cuando estamos en guerra con un grupo de opositores, ¿no parece un poco descabellado eso?
Se hizo el silencio en la sala.
El viejo bajo la mirada, en señal de que no sabía que excusa soltar.
-Digame la verdad, ¿que es lo que está construyendo de verdad? -insistió.
-Ya se lo he dicho.
-No -nego con el dedo-. Todo lo que me ha dicho hasta ahora son pamplias, no me creo para nada que este tan loco por mí, ni siquiera yo lo estaría por otro individuo que no este a mi nivel. Así que si quiere que terminemos con esto, digame la verdad sobre lo que estaba construyendo y me veré obligado a dejarle encerrado con la esperanza de que me diga lo que quiero oír.
Cornelius quedo meditabundo, parecía que iba a llorar, pero no.
-No se que quiere que le diga. Me he pasado los ultimos años haciendo lo que más me gusta, porque iba a arriesgar mi legado, mi reputación y mi vida por cometer ese crimen tan atroz que sus compañeros me han reprochado antes -explicó mostrandose desafiante-. Eso no es justo, no es un justo de un lider actuar así, ni siquiera lo implementaban los anteriores gobernantes.
Kaos quedo disconforme con eso, en cierta parte tenía razón, no era justo que un lider tratase con severidad a su pueblo, pero había algo que discrepaba y era el hecho de tener que creerse que porque aunque fuese duro, no sería menos culpable que aquellos que le estuviesen mintiendo. Miro a Cornelius, molesto e intentando de cruzarse de brazos para mostrar su enfado y su indignación, esa era la primera cosa que hacía distinto de su comportamiento. De pronto se cercioro de algo, un hecho que dijo en ese argumento que no llego a escuchar.
-¿Que es eso ultimo que ha dicho?
-He dicho que no es justo de un emperador actuar así.
Al oírlo de nuevo lo tuvo claro.
-Si, pero usted no ha dicho emperador, ha dicho gobernante -señalo dirigiendose hacía él con una mirada acusadora-. ¿Sabe quien son los individuos que hablan así?
-¿Quienes?
-Los que consideran a los emperadores como ancestros. Lo que me hace pensar que usted no está obsesionado conmigo, sino que es uno de esos locos que veneran a los emperadores de esta isla como gobernantes porque es lo que les han enseñado los padres a sus hijos desde que nacen -argumentó señalando que había una incongruencia en sus muestras de admiración-. Y a mi en ningún momento se ha referido a mi como gobernante, solo como emperador, porque para usted soy menos que un gobernante.
Se hizo el silencio en la sala de nuevo.
Cornelius no dijo nada, solo se quedo mirandole, endurecido, como si no supiese de lo que estaba hablando, o tratase de asimilarlo como fuese.
-¿Que piensa de eso?
Se acomodo las gafas y acto seguido dijo:
-¿Quiere saber lo que pienso?
Le hizo un gesto con los dedos para que se acercará, se acercó mirandole fijamente a la cara. Cornelius reaccionó y saltó sobre Kaos intentando de estrangularle con la cara. Kaos rapídamente le lanzó un golpe de magia en la cara, lo hizo saltar hacía atrás haciendo que se desnivelase de la silla, cayo torpemente de espaldas contra el suelo. Los guardias agarraron al prisionero, lo levantaron sentandolo de frente, Kaos suspiró aliviado mientras se tocaba el cuello, aquel acto tan repentino le hizo sentir que se lo había agarrado de verdad. Se acomodo y miro fijamente al viejo troll, los guardias quedaron molestos con él, lo acomodaron en la silla con dureza, Cornelius miro a los guardias con temor y luego volteo una mirada de desesperación hacía Kaos.
-Ahora hablemos de verdad -impuso firmemente.
El corazon se le acelero, no sabía que hacer.
-Dime la verdad, ¿que estabas construyendo de verdad?
-Jamás te lo diré maldito monstruo, tu no eres mi emperador -le reprochó en cara, paso de admirarlo a tratarlo como escoria.
Kaos suspiro amargamente, dirigió la mirada a los guardias, hizo un gesto de aviso e inmediatamente los dos guardias cogieron a Cornelius, uno se agarró a la silla y el otro apoya con fuerza la cabeza del viejo sobre la mesa, lo sentía como si le estuviesen aplastando el craneo con un martillo. Kaos se enderezo y se acercó mirandole con una expresión disconforme, Cornelius le miró con desesperación.
-¿Para quien trabajas? -le pregunto con tono paciente.
-Para nadie -contesto sollozando de temor.
Le echo otra mirada al guardia, este obedeció y presiono aún más la cabeza del viejo, aquello hizo que gimiese de dolor y de angustia por no poder hacer nada. Kaos veía su cara y pudo hacerse a la idea de aquel viejo era tan cobarde e ingenuo que era capaz de morir por lo que fuese que estuviese defendiendo, si quería sonsacarle información, tenía que amenazarle con algo que le molestase de verdad.
-Te propongo algo, dime para quien trabajas y no le haré daño a tu familia.
-Yo no tengo familia.
Lo penso de nuevo.
-No, pero también puedo matar a todas los trolls que viven en el barrio donde resides -añadio esbozando una mirada picarona pero amenazante.
Su expresión cambio a una mirada de puro temor.
-No puedes hacer eso, eres su emperador.
-Lo se, pero la gente me quiere demasíado, no creerán para nada que me haya dispuesto a ejecutar un montón de serés inocentes porque si, ¿nó? -indico señalando que tenía una forma de no parecer culpable ante sus actos.
Cornelius se angustió aún más, se puso a pensarlo detenidamente.
-Está bien, lo diré, pero por favor...
Kaos le echo otra mirada al guardia, obedeció y soltó a Cornelius, le agarró del cuello de la camisa y lo acomodo mirando al frente. Cornelius resoplo aliviado, pero gimió dolorido por la fuerte presión que sufrió en la cabeza.
-¿Que es lo que estabas construyendo? Y no me digas de nuevo que era un reloj.
Cornelius asintio apaciguado y acto seguido dijo:
-Se trataba del prototipo de una bomba.
-¿Una bomba? -se sorprendió al oír eso.
-Si, me pidieron que inventase la cabeza mecanica de la bomba, luego una vez que la terminase la llevaría a otro lugar para que otros se ocupasen de terminarla.
-¿Terminarla? ¿Aún le faltaban cosas por poner?
-Si, faltaba ponerle el componente quimico que la haría estallar.
Kaos gimió malhumorado al cerciorarse de que confesó todo lo que temía que sucediese, se aguanto y miro con desdén a Cornelius.
-¿Donde está?
-No lo se.
-¿Quien lo tiene?
-Tampoco lo se.
Kaos se harto y golpeo su puño contra la mesa.
-Deja de seguir mintiendome -le reprochó con descaro.
Cornelius volteo la mirada observando que los guardia se estaban malhumorando con la situación, era evidente que le iban a aplastar la cabeza de nuevo.
-No miento, es la verdad -aclaro nerviosamente, levantaba las manos con suplica.
Miro los gestos de sus manos, implicaba una desesperación por demostrarle que iba en serio, con eso pudo confirmar que lo que decía era cierto. No sabía nada, lo cual implicaba que si se unió a un grupo, fue de forma diferente.
-Tengo una idea mejor, cuentemepor el principio como empezo todo -le propuso co-mo alternativa para acortar el interrogatorio.
Cornelius resoplo aliviado, se acomodo y acto seguido dijo:
-¿Sabe? Durante años siempre he creído que algún día algúno de nuestros emperadores encontraría la manera de conquistar todas las islas de Skylands, tenía confianza en esa idea -argumento empezando por contar sus motivaciones-. Pero entonces llego usted, un mago expulsado de su propia tierra que se impuso como el ser más poderoso de Skylands, y como demostro que tenía poder, se proclamo emperador. Pero eso solo lo consiguió porque tenía poderes y confeso que había matado a todos los Maestros del Portal, y como no había nadie que protegiese el mundo, la gente quedo convencida de sus palabras, ¿pero sabé una cosa -frunció el ceño esbozando una mirada de indignación-. Yo no me quede convencido de ello, desde que lo vi jamás me gusto, había algo en usted que me inspiraba poca confianza, y ahora se porque es.
Kaos gimio intrigado, esto empezaba a resultarle nuevo.
-Usted es un manipulador mentiroso que se preocupa muy poco de los demás, de los trolls a los que lidera. ¿Como se que aquel grupo de jovenes cadetes no fueron enviados a morir en una batalla sin sentido? Mi hijo hace años lucho en una guerra en la que no salió con vida, pero al menos peleo por algo en lo que creía. Mientras que esto en cambio es solo una patraña, usted no merece lider este plan de conquista, no merece nada de todo esto -golpeteo con descaro los puños sobre la mesa.
Kaos quedo indeciso al oír eso, pero no impresionado, ya se imaginaba que diría algo así porque era lo que la mayor parte de los pueblerinos habían soltado sobre él en su momento. Pero ahora tenía ganas de escuchar otra cosa.
-¿Y porque se te ocurrió inventar esa bomba? -pregunto, cambiando de tema.
Soltó un suspiro amargo.
-Cuando usted me proclamo emperador, yo me moleste, me molesto tanto que varias veces fui soltando lo que pensaba, sobre que usted no era un buen lider, que no estuvo bien lo que le hizo al senador Reginald -comento soltandolo todo con calma-. Un día entro un troll, se me presento muy amablemente, decía que estaba de acuerdo conmigo. No lo entendí, pero entonces me contó que él junto con otros tampoco aprobaban su mandato y preferían que otro troll se ocupase de hacer lo que usted no hacía.
Kaos rezongó amargado, se hacía una idea del tipo de gente que pensaba en esas ideas tan pesimistas sobre su forma de liderar.
-Me interesó lo que contaba porque quería formar parte de algo en lo que sintiese que tuviese razón, así que me propuso una idea. Me pidio que inventase artilugios que pudiesen servir para crear armas, armas para acabar con el ejercito troll que usted ha creado, y una vez eso funcionase, usted quedaría vulnerable y ellos podrían derrocarle y liberar al senador Reginald, quien para ellos es el verdadero lider de Trollia -comento soltando ese argumentó como si fuese una ovación.
Kaos se sintio satisfecho de ver que obtuvo lo que quería escuchar, en parte, pero había algo que le provocaba más preguntas que respuestas.
-¿Que otros artilugios? -pregunto, acercando cinicamente la mirada de nuevo.
Se lamentó de nuevo, no estaba dispuesto a confesarlo todo.
-¿Que otros artilugios? -repitió, molesto de que no lo dijese.
-Habían unos aparatos pequeños que querían que construyese, junto con la boma, esa fue la uníca cosa que si pude reconocer. Pero del resto, no me importo mucho, así que construi las primeras partes sin pensar en lo que eran.
-¿Ni siquiera pudiste adivinar de que se trataban? -protesto patidifuso.
-Solo me dieron las instrucciones para crear las carcazas, el resto lo terminarían ellos una vez les entregase lo que construí -aclaro sobrecogido.
Soltó un leve gemido de amargura al ver que cada cosa que decía le hacía sentirse que este tema se le estaba complicando más de la cuenta.
-¿Donde están esas instrucciones?
-En mi apartamento, deben de seguir ahí guardadas, a menos que sus hombres no hayan registrado mi casa también -confesó sollozando de agonía, acabo apoyando su cara contra la mesa en señal de no querer reconocer su vergüenza.
Kaos sonrió aliviado al notar que esa era una de las pocas cosas que si encontraba útil, chasqueo los dedos y uno de los guardias se le acercó, le susurró la información al oído y acto seguido abrió la puerta, se puso a conversar con alguien que había al otro lado, la cerro de nuevo y regresó para volver a colocarse donde estaba antes.
Cornelius quedo tensó al no entender lo que sucedió.
-He avisado a mis hombres para que registren tu apartamento, si resulta que las instrucciones no están ahí, entonces me temo que tendremos otro problema -le avisó mostrandose candente.
Cornelius no lo aguantó más y se puso a llorar, apoyo de nuevo la cara sobre la mesa y se puso a golpear la mesa, los grilletes resonaban con los golpes. Kaos quedo sentado con los brazos cruzados, mirandole con indiferencia. Intentando de asimilar como era posible que aquel viejo que antes actuaba de forma tan educada y elegante, quedase reducido a un vil cobarde que se derrumbaba.
-Lo siento mucho señor Kaos, lo siento mucho, no debería haberlo hecho -bramó disculpandose mientras lloriqueaba como si se estuviese muriendo.
Kaos sintió una enorme vergüenza de verle así, quería que parase, pero sabía que si lo hacía, seguiría con esa detestable angustia que no paraba de soltar.
-Por favor, no me castigue, haré lo que sea.
-¿Lo que sea?
-Si -alzó la mirada mientras tironeaba de los grilletes.
Kaos se mostró conforme con eso.
-¿Digame quien es ese hombre que le contacto?
-No lo se, jamás me dijo su nombre. Solamente me comentó que era alguien importante y que debía mantener las apariencias, nada más.
Se amargó de nuevo, estaba harto de no descubrir que le sirviese de útilidad.
-¿Pero algo tenía algo al menos nó?
-¿Algo? ¿Como...? -no comprendió la pregunta.
-Algo tendría que le pudiese identificar, su ocupación, su forma de vestir...
-Si, su forma de vestir -comentó, recordando algo-. Cuando se me presento llevaba puesto un traje color gris, hecho con lana de oveja.
Kaos rezongó intrigado, le era poco, pero lo de la lana de oveja le dio que pensar.
-¿Tampoco sabe en que grupo estaba metido ese hombre nó?
-Y no, no quise preguntar, porque sabía que si lo hacía pasaría esto.
Kaos se rio con incredulidad.
-Hizo bien -dijo.
-¿De verdad? -se asombró con extrañez.
-Si, por desgracia -confirmo indirectamente.
Bajo la cabeza apenado de nuevo.
-Perdoneme por lo que he hecho, yo no quiero hacer daño a nadie, pero tengo amigos y vecinos que han perdido a sus hijos, no saben nada de ellos desde que se marcharon a conquistar Skylands -comentó sincerandose de corazón-. Nadie sabe si siguen vivos o muertos, lo único que hacen es asumir sobre cosas que podrían ser suceder o no -se enderezo acercando su mirada de tristeza hacía Kaos-. Por favor emperador Kaos, digame la verdad, ¿sabe que le han sucedido a esos cadetes?
Kaos asintio con conformidad, junto sus manos y las apoyo sobre la mesa, respiro profundamente mirando con seriedad a Cornelius y acto seguido le dijo:
-¿Porque debería hacerlo? Si usted me ha mentido antes -declaro descaradamente.
Cornelius se entristeció nerviosamente de nuevo.
-Eso no es justo, le he dicho todo lo que se -protesto señalandole acusadoramente con ambas manos, los guardias se acercaron a tranquilizarle.
-Y yo le dire todo lo que se, una vez sepa lo que quiero saber -señalo obstinadamente-. Usted y yo hemos terminado.
-No, ¿que va a pasar conmigo? ¿Que va a pasar conmigo? -bramó Cornelius tratando de levantarse, pero los guardias se lo impedían.
Kaos salió de la sala y se cerró la puerta.
Resopló con amargura y se marcho dispuesto a querer alejarse de los gritos de aquel viejo traidor. Esta le había resultado una de sus experiencias más nefastas como emperador, no porque esta era la primera vez que interrogó a alguien así, sino porque ahora descubrió una cosa. Tenía otro enemigo, y una peor que el Maestro Eon, y eran los pueblerinos que estaban dispuestos a cometer otro golpe de estado a escondidas.
Ahora que regreso, debía estar preparado para enfrentarse a otro reto más.
