The Magical Files
Disclaimer:
Nada del mundo de Harry Potter me pertenece, todos los derechos son de J.K. Rowling; Mulder y Scully tampoco son míos, estos personajes así como todo lo relacionado con "Los Expedientes Secretos X" es obra de Chris Carter. La historia y uno que otro personaje despistado que aparece en ella, definitivamente son míos.
Capítulo III. Una vuelta por la Villa Misteriosa.
Después del curioso incidente del joven Harry y su extraña cicatriz, Mulder y Scully habían finalmente logrado llegar a Canterville. Después de pasar un par de días ahí, decidieron marchar un poco más hacia el norte, sin embargo ambos estuvieron de acuerdo en que no había sido tan buena idea después de todo el haber rentado un carro, así que decidieron regresar a Londres y esta vez viajar en tren.
Se hallaban en la estación de King's Cross y partieron rumbo al norte. Mulder se hallaba de mal humor porque algo de lo que comió le había producido un terrible malestar estomacal.
Con el fin de que se mejorara, decidieron bajar en una estación y hospedarse en una pequeña villa cercana. Una vez ahí establecidos, Scully dejó a Mulder descansando en su habitación y salió a dar un paseo para recorrer la pequeña y pintoresca villa.
Sus pasos la condujeron hasta un sendero que atravesaba un pequeño bosque. Desde ahí se alcanzaba a distinguir una mansión enorme que parecía abandonada. Había algo extraño en esa mansión, que Scully no lograba descifrar, pero le producía una sensación de desasosiego, así que decidió volver sobre sus pasos hacia la posada en donde ella y Mulder se hospedaban.
Mientras caminaba, unos pobladores del lugar que pasaban por ahí la saludaron con cortesía y a ella se le ocurrió preguntarles si alguien habitaba en la mansión que había en la colina.
- No, ya no habita nadie ahí. Sus dueños murieron hace muchos años. Hasta hace un par de años vivía ahí el jardinero que trabajaba para la familia, pero fuera de él, nunca la han vuelto a habitar.
-¿Y el jardinero? ¿Se mudó de ahí?
Las personas con las que hablaba, intercambiaron miradas de nerviosismo y guardaron silencio por unos momentos, hasta que uno de ellos se atrevió a hablar.
-Bueno, la verdad es que él... murió.
-¿En serio?
-Sí y francamente, murió de una manera muy extraña...
-¿Cómo fue?
-Nadie lo sabe con exactitud. Pero es como si algo que vio justo antes de morir le produjo la muerte.
-¿Quiere decir que murió de miedo?
-Escuche, no nos gusta mucho hablar de esto; desde que descubrieron su cadáver han estado pasando cosas extrañas en esa mansión; por qué no platica con el jefe de la policía; tal vez él quiera contarle algo... nosotros preferimos no hablar más de eso.
-Está bien ¡gracias!
Las tres personas se alejaron apresuradamente y Scully se quedó pensando un momento en qué podría haber asustado a ese hombre hasta llevarlo a la muerte. De repente se percató de que se estaba haciendo tarde y que lo mejor sería volver con Mulder.
Scully había vuelto por fin a la posada, haciéndose algunas preguntas sobre lo que acababan de contarle. Se encontraba tan metida en sus pensamientos que al entrar estuvo muy cerca de estrellarse con un hombre que iba saliendo de la posada y quien por evitarla dejó caer al suelo algunos cuadernos de notas que llevaba en el brazo. Era un hombre delgado y aunque no parecía tener más de 40 años tenía el cabello salpicado de canas. Parecía enfermo y cansado porque tenía ojeras muy pronunciadas y la ropa que llevaba parecía quedarle demasiado grande.
-¡Disculpe usted! Es que venía algo distraída y no lo vi, permítame ayudarle. -Dijo Scully apresuradamente.
-No se preocupe, no hay ningún problema. -Dijo el hombre mientras se apresuraba a recoger los libros. -¿Es usted americana, verdad? –Continuó el hombre mientras miraba con mucho interés a Scully.
-¡Si! Efectivamente. Vine aquí junto con un amigo. Estamos de vacaciones.
-Pues me alegra mucho; espero que disfruten su estancia. Yo no soy originario de este pueblo, vine aquí porque soy escritor y estaba en busca de algo de inspiración. ¡Oh! pero que mal educado, permítame presentarme, mi nombre es John Watson.
-¿John Watson? ¿Como el amigo de Sherlock Holmes?
-Exactamente. Mi padre era un gran admirador de Sir Arthur Conan Doyle y siendo nuestro apellido Watson, supongo que fue una especie de tributo.
-¡Vaya! Pues mucho gusto, señor Watson. Mi nombre es Dana Scully.
-Pues es un verdadero placer conocerla señorita Scully. Posiblemente nos encontremos por aquí bastante, porque también me hospedo en esta posada.
-¡Bien! Pues, nos veremos entonces. Hasta luego.
-Hasta luego.
El hombre salió de la posada y Scully permaneció observándolo por algunos minutos. Finalmente decidió que ya era hora de volver con Mulder; ya se dirigía a su habitación cuando se dio cuenta de que Mulder se hallaba sentado en el restaurante de la posada, tomando un té mientras leía el periódico.
-¡Hola Scully!
-¡Hola Mulder! ¿Cómo te sientes?
-Bastante mejor, gracias. ¿Y tu, donde has estado?
-¡Ah! solo salí a dar una vuelta.
-¿Y qué tal? ¿Encontraste algo interesante?
-Mmm... ahora que lo mencionas...
-Espera, déjame adivinar: ¡Se trata del extraño caso de la familia Ryddle y de su jardinero!
-Si te refieres a la familia que vivía en la mansión de la colina...
-Precisamente.
-¿Con quién has estado hablando?
-Estuve platicando con un policía retirado. Me comentó que hace poco más de 50 años los Ryddle fueron hallados muertos en su mansión. Lo que resultó extraño fue que no había ningún signo de lucha. Tampoco parecía que hubiesen sido heridos por ningún tipo de arma y los análisis clínicos tampoco mostraron que hubiesen sido envenenados.
-¿Y qué te dijo del jardinero?
-Bueno, al principio pensaron que él era el responsable de la muerte de esa familia, pero no encontraron la manera de demostrarlo así que tuvieron que dejarlo en libertad. Ahora se encuentran completamente perplejos ya que, apenas hace 2 años, él fue encontrado muerto de la misma misteriosa manera.
-Y supongo que ya tienes alguna idea al respecto.
-Pues la verdad, no.
-Habría sido interesante hacerle una autopsia al cuerpo de ese hombre. Aunque también escuché que después de la muerte del jardinero, han estado pasando cosas raras en ese lugar...
-Es un caso muy peculiar... Tal vez al rato revise en las noticias viejas y pueda llegar a establecer algún tipo de conexión que... ¿qué? ¿por qué me miras así?
-Mulder, estamos de vacaciones ¿recuerdas?
-¡Vamos, Scully! No me digas que a ti no te parece atractivo el hacer una investigación de esto.
-Mulder...
-De acuerdo, esto es lo que haremos: Permaneceremos una semana en este sitio y si no descubrimos absolutamente nada te prometo que nos iremos de aquí y no pondré ninguna objeción al respecto. ¿Te parece bien?
-¿Una semana? ¿Mulder, estás loco?
-Tal vez...
Mientras tanto, el escritor había regresado a la posada y se encontraba sentado a la barra del restaurante. Había pedido una tasa de té y platicaba con una joven que llevaba el cabello muy corto y en un color rojizo muy estrafalario.
-Creo que esos dos podrían darnos algunos problemas ¿no crees?- Dijo la joven, señalando con la cabeza a Mulder y Scully.
-Es posible. -Dijo Lupin distraídamente.
-¡Pero Remus! ¡¡Ese hombre estuvo dentro del "Caldero Chorreante"!
-Si y yo estuve hablando con la mujer que lo acompaña. Son americanos, ¿sabes?
-¡¡A mi no me interesa si vienen de La Patagonia! ¡¡Son muggles, son policías y se ve que también son unos metiches!
-Tonks, tienes que tomarlo con calma. Las cosas tendrán que hacerse de acuerdo al plan de Dumbledore y no veo ningún motivo por el que debamos cambiarlo todo ahora solo por un par de muggles que ni siquiera están seguros de lo que están buscando. Ellos solo están de vacaciones, se irán muy pronto.
-¡¡¡Pero si hasta estuvieron hablando con Harry!
-¿Y eso que? No dieron ningún indicio de saber quién era él ¿o si? Seguramente deben haber pensado que el pobre estaba mal de la cabeza... pásame el azúcar ¿quieres?
Tonks no parecía estar de acuerdo en lo absoluto, pero pensó que no tenía ningún objeto seguir discutiendo. Le alcanzó el azúcar a Lupin con un gesto de fastidio y finalmente dijo -Será mejor que me vaya. Ese tipo parece estar tratando de recordar en donde me ha visto.
-Muy bien. -Dijo Lupin despreocupadamente mientras agregaba más azúcar a su té y hacía anotaciones en una libreta. De repente se acercó un poco a Tonks y le dijo en voz muy baja. -¡Oh, espera! Recuerda que debes llamarme John cuando te dirijas a mí. Aún no sabemos si existe algún enemigo oculto en este pueblo.
-¡Lo siento!. -Dijo Tonks en voz todavía más baja y entonces se alejó rápidamente.
