The Magical Files

Disclaimer:

Nada del mundo de Harry Potter me pertenece, todos los derechos son de J.K. Rowling; Mulder y Scully tampoco son míos, estos personajes así como todo lo relacionado con "Los Expedientes Secretos X" es obra de Chris Carter. La historia y uno que otro personaje despistado que aparece en ella, definitivamente son míos.

Sinopsis:

Muchos secretos alberga este mundo y es trabajo de los agentes Mulder y Scully del FBI descubrirlos. ¿Qué pasará cuando una comunidad secreta les reciba? ¿Tendrá algo que ver el pasado de aquél misterioso extraño?

Nota: Esta historia ya ha sido publicada en foros de discusión, bajo el nombre de "Mulder y Scully. Vacaciones, mágicas."; con alguno de mis otros nicks, tales como siriusxsiempre, siriusneverdie y spookylunatico.

Capítulo XI. ¿Quién soy yo?

Era una noche tranquila y silenciosa, iluminada únicamente por la luna llena. Mulder caminaba por el bosque, siguiendo a un hombre que caminaba delante de él, con paso enérgico. No lograba distinguir su rostro por la falta de luz, aunque notaba que vestía una especie de túnica de aspecto maltrecho; el hombre tenía cabello oscuro y largo y decía en voz alta: "Ya no falta mucho. Pero procura no apartarte. Debes seguirme a mi. ¡Yo sé el camino correcto!"

Mulder seguía al hombre tan de cerca como podía, pero no lograba darle alcance. Finalmente habían salido del bosque y Mulder pudo distinguir lo que parecía una casa de aspecto muy común. Justo en el dintel de la puerta se encontraba el hombre a quien había venido siguiendo. Estaba recargado con los brazos cruzados, mirando hacia el suelo. Mulder intentaba reconocer su cara, pero el hombre llevaba el cabello tan largo que su rostro era indistinguible. El hombre le dijo con calma: "Pasa, te están esperando."

Mulder no respondió nada y cruzó por la puerta. Al entrar, encontró una habitación muy austera en la que se encontraban dos personas. Una de ellas era un hombre de cabello negro y gafas redondas. A su lado, sujeta de su brazo, había una mujer de cabello rojizo y ojos verdes. Ambos miraban a Mulder con atención y él se quedó ahí viéndolos sin saber que decir. Estaba seguro de que los había visto en algún lado, pero no podía precisar cómo o dónde. La mujer sostenía en sus brazos un bebé que parecía dormir plácidamente. De momento, una sombra comenzó a cernirse sobre la pareja y el bebé. Un frío intenso cubrió la habitación y aunque Mulder trató de advertirle a la pareja del peligro que se avecinaba, las palabras no pudieron salir de su boca. La sombra ya los había sujetado y trataba de agarrar al bebé, cuando de la nada apareció un perro negro y enorme que saltó hacia al bebé y lo arrebató de las garras de la sombra maligna que intentaba sujetarlo.

Mulder estaba como paralizado presenciando todo esto y por más que trataba de pedir ayuda o de moverse, nada podía hacer. El perro tomó al bebé y salió huyendo sin más ni más y mientras tanto, la sombra había cubierto al hombre y a la mujer y éstos habían desaparecido. Mulder sintió que ahora podía ya moverse y miró a todas partes pero no vio a absolutamente nadie. Entonces se dio la vuelta para marcharse y vio el rostro más bizarro y aterrador que jamás había visto. Era una cara de piel blanca como la cera, de ojos rojos y pupilas dilatadas. Tenía una nariz aplastada como una serpiente y una boca sin labios. El terrible rostro lo miró por algunos segundos, pero fueron suficientes para obligarlo a proferir un grito...

-¡¿Te sientes bien! ¿qué ocurre?

El hombre se irguió en el "sofá-cama" que estaba en la sala. Estaba cubierto de sudor y aún temblaba por lo que había visto.

-No... no es nada... es sólo que tuve otro de esos sueños raros...

-¿Quieres tomar algo? Tal vez un poco de leche...

-No, no te preocupes. Ya estoy más tranquilo; será mejor que vuelvas a la cama. Mañana tienes que ir a trabajar ¿no es así?

-Si, claro... mmm... ¿estás seguro que no quieres hablar de esto?

-Al menos, no por el momento.

-Bien, entonces me iré a dormir... buenas noches "Steve".

-Buenas noches Victoria.

Victoria dejó a "Steve "(o como quiera que se llamase) sentado en el "sofá-cama". Ya tenía más de un mes dándole alojamiento a ese misterioso extranjero que parecía haber perdido la memoria por completo. No sabía quien era o de donde venía. A veces, Victoria se preguntaba cómo era que las cosas habían llegado hasta este punto.

Recordaba constantemente la noche en que lo conoció, o mejor dicho, la noche en la que estuvo a punto de arrollarlo con el auto, ya que él estaba sentado en medio de la calle vacía y ella volvía tarde de su trabajo. Fue un milagro que lograra esquivarlo, aunque ella estaba segura de que al menos tenía que haberlo golpeado un poco. Sin embargo, él se encontraba bien; o al menos, sin ninguna herida visible, porque todo lo que atinó a decir cuando ella se le acercó para ver si estaba bien, fue: "necesito ayuda". Llevaba un atuendo muy peculiar y por un instante ella pensó que se trataba de un indigente y hasta creyó que estaba ebrio o drogado; pero cuando el hombre volvió sus ojos grises hacia ella... había algo indescifrable en esa mirada. Era una mezcla de valor, dolor, ira, pasión... Siempre que comenzaba a preguntarse el porqué había llevado a ese hombre a vivir con ella, el recuerdo de esa mirada le daba la repuesta...