The Magical Files

Disclaimer:

Nada del mundo de Harry Potter me pertenece, todos los derechos son de J.K. Rowling; Mulder y Scully tampoco son míos, estos personajes así como todo lo relacionado con "Los Expedientes Secretos X" es obra de Chris Carter. La historia y uno que otro personaje despistado que aparece en ella, definitivamente son míos.

Capítulo XXII. Viaje al pasado.

En una pequeña bodega en la ciudad de Londres, Remus Lupin se encontraba revolviendo entre los objetos viejos que estaban ahí amontonados.

De acuerdo con las instrucciones de Dumbledore, en ese lugar se encontraba el regalo que quería entregarle a Harry a través de él.

Normalmente, Remus procuraba confiar en Dumbledore, aunque a veces le parecía que tenía un extraño sentido del humor. Sus instrucciones fueron muy concisas. Simplemente debería presentarse en ese sitio y ahí encontraría un objeto de gran tamaño, cubierto con una manta. Dumbledore no dio ninguna otra explicación, simplemente se concretó a decirle que en cuanto viera el objeto comprendería de que se trataba y también el por qué deseaba que fuese precisamente él quien se lo entregara a Harry.

Mientras hacía levitar una vieja televisión de blanco y negro que le obstruía el paso, pensaba que a Arthur Weasley le habría encantado llevar a cabo esa tarea. La bodega se encontraba llena de objetos muggles que requerían electricidad para funcionar, aunque todos parecían inservibles.

Tras unos quince minutos, Remus finalmente encontró lo que estaba buscando. Removió una caja llena de cómics viejos que estaban encima de un objeto grande cubierto por una manta gris y polvorienta.

En cuanto quitó la manta, comprendió perfectamente lo que Dumbledore había querido decir. Se quedó atónito observando el objeto que acababa de descubrir. Habían pasado muchos años desde la última vez que lo había visto y sin embargo, parecía que hubiera sido ayer cuando lo vio por primera vez. No pudo evitar que su mente viajara varios años atrás, situándolo en el que fuera uno de los veranos más dichosos de su vida.

-¡Apresúrate, Lunático!- Gritaba James, mientras corría detrás de Sirius, por un prado.

-¡Ya voy!- Repuso Remus, quien corría un poco más atrás de ellos. No recordaba haberse sentido más alegre en toda su vida. Estaban de vacaciones, la luna llena había pasado hacía una semana, los resultados de los TIMOS habían sido más que satisfactorios y tenía tres semanas para disfrutar junto con Sirius y James, ya que éste último los había invitado a pasar unos días en su casa.

-¡Cómo es posible que alguien que una vez al mes tiene cuatro patas, corra tan lento!- Gritó Sirius, quien ya se encontraba en lo alto de una colina, esperando a que sus amigos lo alcanzaran.

-¡Pues al menos yo no tengo pulgas!- Respondió Remus alegremente.

Finalmente dio alcance a James y a Sirius y los tres se detuvieron en lo alto de la colina, observando el paisaje, mientras recuperaban el aliento. No se veía nada en muchos kilómetros a la redonda, salvo una especie de depósito para automóviles viejos que estaba justo al pie del otro lado de la colina.

Sirius se dirigió hacia el depósito, con paso decidido; James y Remus lo siguieron. Los tres saltaron ágilmente la reja que cercaba el lugar y una vez adentro, Sirius se detuvo un momento, como si buscara algo.

-Hmmm... ¿Canuto, qué estamos haciendo aquí?- Preguntó James en tono de aburrimiento. Pero Sirius no respondió, sino que se limitó a adentrarse más y más en el establecimiento, mirando a todas partes. Por un momento, Remus pensó que no sabía lo que estaba buscando, pero de repente, Sirius se aproximó a un sitio y se quedó frente de uno de los vehículos que había ahí.

James se acercó y observó el vehículo con actitud crítica y finalmente preguntó:
-¿Qué es esta cosa?
-Es una motocicleta.- Dijo Remus. -Un vehículo muggle muy popular, aunque creo que es algo peligroso.- Aclaró, cuando James puso cara de "¿eh?"
-¿Así es como se llama?- Preguntó Sirius impresionado.
-¿Y eso qué?- Dijo James bruscamente.
-¡Yo vi una de estas en Londres!- Dijo Sirius entusiasmado y continuó: -Un tipo se paseaba en ella. Hasta me transformé para seguirlo, pero iba tan rápido que no pude alcanzarlo.
-Pues no se que le ves de maravilloso. A mi me parece la cosa más fea que he visto en mi vida.- Dijo James de mala gana; sin embargo, Sirius no lo escuchaba. Observaba extasiado la motocicleta, mirándola desde un ángulo y luego desde otro. Finalmente se montó en ella, puso las manos en los manubrios y comenzó a imitar el sonido del motor.

James lo miraba asombrado y Remus, divertido. Parecía un niño ante su primera bicicleta. Sirius dijo entonces:
-¿Lunático, crees que se pueda arreglar?
-Pues no estoy seguro, necesitaríamos echarle un vistazo.- Dijo Remus no muy convencido.

Sirius se bajó de la motocicleta, le puso una mano sobre el hombro a Remus y dijo:
-¡Vamos Lunático¡Yo se que tu puedes! Nos habías dicho que sabías como arreglar automóviles.
-De acuerdo, Sirius. La revisaré, pero no te hagas muchas ilusiones, porque se ve que lleva abandonada mucho tiempo y estas cosas tienden a descomponerse con la falta de uso.- Repuso Remus.
-¡Seguro que podemos arreglarla!- Dijo Sirius entusiasmado. James lo miró de reojo y dijo entre dientes "¿podemos?"

A partir de ese día, todas las tardes después del almuerzo, volvieron a ese sitio para tratar de arreglar la motocicleta. No fue una tarea fácil, pero todas las herramientas que necesitaban estaban ahí mismo, al igual que las refacciones que les hacían falta. Remus trabajó muchísimo tratando de hacer funcionar la motocicleta. Su idea era que Sirius la conservara, ya que él había sido quien la había descubierto, eso sin mencionar que a James no le interesaba en lo más mínimo. "¿Quién podría desear una mugre como esa, cuando se tiene una escoba?" solía quejarse James todo el tiempo, aunque la verdad es que estaba tan entusiasmado con el proyecto, como Sirius.

Después de cuatro días, la motocicleta quedó arreglada y en condiciones de funcionar, sin embargo, aún no tenían gasolina y no había ninguna posibilidad de conseguirla, ya que el pueblo más cercano estaba a más de cuarenta kilómetros de ahí. James tuvo entonces una idea repentina. Se fue a casa, dejando a Sirius y a Remus con la motocicleta. Cuando volvió, traía una alforja, cuyo contenido vació en el tanque de la gasolina.

-¿Qué le pusiste?- Preguntó Remus.
-Es una poción que descubrí hace poco.- Dijo James casualmente.
-¿Y cómo funciona!- Quizo saber Sirius.
-Ya lo verás.- Respondió James con aire de autosuficiencia.

Acto seguido, Remus se montó en la motocicleta y la encendió.

El motor produjo un sonido sordo y Sirius comenzó a aplaudir y a gritar emocionado. "¡FUNCIONA¡FUNCIONA!"

Remus procedió a explicarle a Sirius como manejar la motocicleta y acto seguido le dejó subirse en ella. Sirius salió disparado, conducía a gran velocidad por todo el campo, mientras James y Remus corrían tras él, tratando de no perderle de vista. Finalmente desistieron de hacerlo, mientras Sirius iba de un lado a otro del prado, gritando y canturreando alegremente.

Remus y James lo observaban complacidos. Era gratificante verlo reír de nuevo. Sirius no decía nada, pero la verdad es que había estado muy deprimido desde que había llegado a casa de James. Al principio, la invitación había sido para pasar el verano, pero Sirius había decidido abandonar a su familia y James no dudó un instante en hablar con sus padres para convencerlos de que permitieran a Sirius vivir con ellos. Los Potter no pusieron objeción alguna, conocían de sobra a la familia Black; no obstante decidieron enviar una lechuza a los padres de Sirius para avisarles que él se encontraba viviendo con ellos, pero lo único que lograron fue enfadarlos tanto que, al día siguiente recibieron un "vociferador". En éste, se oía la voz de la madre de Sirius, que clamaba a viva voz el desprecio que sentía por el que alguna vez fuera su hijo y de quien no deseaba volver a oír una sola palabra, porque lo consideraba muerto.

Cuando Sirius se detuvo finalmente, se acercó a James y a Remus y dijo:
-¡Es genial¡¡Nunca había experimentado nada igual¡No entiendo por qué no te gusta James!

James se quitó los anteojos y los limpió con el revés de su playera, mientras decía:
-Bueno, supongo que me gustaría más si al menos... mmm... no sé, si se pudiera volar en ella.- Dicho esto, se colocó los anteojos de nuevo y Remus se le quedó mirando asombrado.
-¡No! No me digas que...
-¡Ajá! La poción que preparé, no solo le permite funcionar¡también le permitirá volar!- Dijo James muy satisfecho.
-Si que has estado practicando magia¿eh?- Dijo Sirius muy impresionado.
-Ya me conoces Canuto.
-¿Pero como es que vuela?- Preguntó Remus.
-¡Pues muy fácil! Sólo tienes que accionar este mecanismo de aquí.- Dijo James señalando un pequeño botón, ubicado a un lado del tanque de la gasolina, el cual por cierto, Remus no recordaba haber visto hasta ese momento.
-¡Vamos a probarla!- Dijo Sirius muy excitado.
-No es buena idea, Sirius. Alguien podría vernos. Será mejor que la probemos en la noche.- Dijo Remus terminante.

Sirius parecía algo decepcionado, pero aceptó de todas formas. Guardaron la motocicleta en el depósito abandonado y regresaron a la casa de James, muy animados.

Esa misma noche, salieron de la casa con mucho cuidado para no despertar a los padres de James; éste había llevado consigo su escoba ya que la motocicleta no podría llevar a más que a dos de ellos.

Llegó el momento de la verdad. James les recomendó que primero tomaran un poco de velocidad y que luego accionaran el botón para hacer volar la motocicleta.
-¿Listo, Lunático?- Dijo Sirius, encendiendo la motocicleta.
-¡Adelante!

Arrancaron y comenzaron a avanzar, la motocicleta fue ganando velocidad rápidamente. Pasados unos breves minutos, Sirius sintió que ya era el momento de hacerla volar, así que accionó el botón. De inmediato, la motocicleta comenzó a elevarse más y más alto; James los seguía en su escoba, tan cerca como podía; la noche estaba muy despejada y lograron ver una colina suficientemente espaciosa como para aterrizar. Ahí se detuvieron.

Se tumbaron un rato sobre la hierba, observando el cielo y sintiéndose muy satisfechos. Durante un buen rato, nadie dijo una palabra. Tal parecía que deseaban atesorar ese momento. A Remus le habría gustado permanecer ahí por siempre. No obstante, Sirius estaba muy pensativo, lo cual era extraño en él, ya que casi siempre estaba armando alboroto. Entonces y sin previo aviso dijo, señalando un punto en el cielo:
-¡Miren¡Ahí está mi estrella!

James se tumbó más cerca de él y se fijó en lo que estaba viendo. Se trataba de la constelación del Can Mayor y la estrella a la que se refería, era por supuesto la más brillante de la constelación: Sirius.

James dijo entonces: -¡Hey, es cierto¡Se ve muy brillante esta noche!- Después de unos segundos añadió: -¡No es justo¡Por qué hay constelaciones de perros y de lobos, pero no hay de ciervos!
-Bueno, si te sirve de consuelo, tampoco hay constelaciones de ratas.- Dijo Remus tratando de sonar comprensivo.

Sirius permanecía en silencio y de repente dijo con la voz cargada de emoción: -¿Saben algo? Si yo llego a morir antes que ustedes... los estaré mirando desde esa estrella...

James se le quedó viendo y dijo: -¿Pero de qué hablas¿Por qué piensas que tu vas a morir primero que nosotros?- Dijo James, como si pensara que Sirius estaba bromeando como siempre.
-El futuro no luce nada prometedor, James. Con todo lo que se dice acerca de ese Lord Voldemort... no sé. Tengo la impresión de que cosas muy desagradables se avecinan; con toda esa gente estúpida que lo apoya y que cree que está haciendo lo correcto... - Al decir esto, Remus y James comprendieron de inmediato a que se refería Sirius. Esa era la principal razón por la que había decidido dejar la casa de sus padres. Estaba harto de sus ridículas ideas sobre la "limpieza de la sangre" y que consideraran a Lord Voldemort como una especie de héroe.
-Sirius, no tiene ningún objeto ponerse a pensar en eso ahora. No hay nada que podamos hacer de momento.- Respondió James en un tono algo más serio.

Remus no decía nada, simplemente se dedicaba a escucharlos. Se hizo una nueva pausa y entonces dijo, suavemente:
-En todo caso, es mucho más probable que yo muera antes que ustedes.
-¿Oigan, de qué se trata¿Acaso es una especie de competencia para ver quien va a sobrevivir a los otros¿Qué les pasa?- Dijo James, tratando de sonar despreocupado, pero la voz le temblaba. Entonces añadió: -Miren, entiendo como se sienten. No voy a negarles que también estoy algo preocupado, pero se están olvidando de un detalle importante¡Dumbledore! Sé que el ha estado preparándose para hacerle frente a Voldemort. Es el mago más grande de todos los tiempos; ya venció a otro mago tenebroso antes¿por qué no habría hacerlo de nuevo?... Además, después de que terminemos en Hogwarts, estoy seguro de que tendremos muchas oportunidades de luchar activamente contra Voldemort, y les doy mi palabra de que haré todo lo que esté en mis manos para combatirlo... y mientras yo viva, no permitiré que nada le pase a la gente que aprecio.

Remus lo observó por unos breves instantes y un sentimiento de profunda admiración se apoderó de él. Sentía mucho afecto por sus amigos, pero no podía negar que había ocasiones en que le exasperaba que fueran tan inmaduros y a veces tan superficiales. Pero en ese momento, descubrió que James ya no era el presumido, cabeza hueca de siempre. Veía en él a un hombre valiente, noble y resuelto.

En ese momento se hizo un juramento en silencio a sí mismo. Que pasara lo que pasara, haría cualquier cosa por cuidar de sus amigos y de estar a su lado siempre, aún si tuviese que morir en el intento.