The Magical Files

Disclaimer:

Nada del mundo de Harry Potter me pertenece, todos los derechos son de J.K. Rowling; Mulder y Scully tampoco son míos, estos personajes así como todo lo relacionado con "Los Expedientes Secretos X" es obra de Chris Carter. La historia y uno que otro personaje despistado que aparece en ella, definitivamente son míos.

Capítulo XXXIII. No pierdas la fé.

En la sombría habitación en la que Fox Mulder se encontraba recluido, la única luz que se distinguía, provenía de una ventana tapiada. Sólo algunos rayos de sol se filtraban por entre las rendijas.

Mulder no había podido dormir mucho, pero no tenía ninguna otra opción, más que seguir esperando. Estaba algo angustiado y la incertidumbre le hacía pasar malos ratos. Pensaba mucho en Scully y realmente esperaba que se encontrara bien. Mientras obscuros pensamientos atravesaban por su mente, escuchó ruidos amortiguados que se aproximaban a la puerta. Comenzó a sentir muchísimo frío y casi sin darse cuenta, sintió como si todas sus esperanzas se fueran diluyendo en profundo abismo. La puerta se abrió y dos dementores entraron en la habitación. Instintivamente, Mulder se hizo hacia atrás hasta que quedó pegado a la pared. Los seres continuaron avanzando hacia él y lo sujetaron cada uno de un brazo. Mulder sentía como si de un momento a otro fuera a desmayarse; se sentía perdido. Ya nada tenía sentido. Todo lo que deseaba en ese momento era morir.

Se dejó arrastrar por esos seres, que estaba seguro que lo conducían al mismo infierno. Pero ya nada le importaba.

Los dementores condujeron a Mulder hacia un salón de apariencia descuidada. Había muebles antiguos cubiertos de polvo y una figura solitaria se encontraba en medio de la habitación.

Los dementores soltaron a Mulder quien se dejó caer al suelo, temblando. Acto seguido, salieron del salón, dejando a Mulder en compañía de un hombre que vestía una túnica obscura, que le ocultaba el rostro.

Inmediatamente, Mulder comenzó a sentir calor de nuevo. Aún estaba muy débil, pero poco a poco iba recuperando la cordura. Observaba atentamente al hombre que tenía en frente, quien actuaba como si no se percatara de su presencia.

-Así que este es el muggle que va a servirme para destruir a Harry Potter.- Dijo una tétrica y fría voz.

Mulder no respondió.

-Has causado una gran sensación en el mundo mágico, ¿lo sabías? Estoy seguro de que Dumbledore te lo debe haber dicho.

Mulder se quedó muy sorprendido, pero no sabía que responder a eso.

-No te esfuerces en tratar de engañarme, muggle. No te serviría de nada. ¿Crees que soy tan torpe como para no darme cuenta de que Dumbledore te puso en mis manos a propósito? Es obvio que no podía hacer otra cosa.- El hombre continuó hablando, sin mirar a Mulder, quien se sentía sumamente empequeñecido. –Anda, dime que te ha contado nuestro amigo Dumbledore. ¿Cómo te ha convencido? ¿Te ha dicho que el destino de la humanidad está en tus manos? Debe haberte hecho sentir muy importante, ¿no es así?

-Él vendrá a rescatarme.- Dijo Mulder irreflexivamente. De repente sintió como su cuerpo se elevaba en el aire, estrellándose contra el techo del salón. Desde ahí, miró hacia su interlocutor, quien soltó una sonora pero fría carcajada, que le heló la sangre. Mulder apenas se recuperaba del dolor que sentía en la espalda, cuando sin previo aviso se desplomó al suelo. El golpe le sacó el aire y tardó varios minutos en recuperarse.

-Si, seguramente vendrá a rescatarte. Aunque dudo que haya mucho que rescatar cuando yo termine contigo.- Repitió el hombre encapuchado. Se acercó a Mulder, le tomó del cabello obligándolo a que lo mirara y se levantó la capucha; dejando ver un aterrador rostro de ojos rojos y nariz aplastada como la de una serpiente. Entonces le dijo a Mulder:

–Tú vas a ayudarme. Ya sea que lo quieras o no. Tú serás la llave que me permitirá encontrar a Sirius Black. Sé perfectamente que Dumbledore trata de ponerme una trampa, pero muy pronto descubrirás que no hay mago que se le compare a Lord Voldemort... oh, sí amigo mío. No tengas dudas, vas a morir.

Lo soltó con brusquedad y se alejó de él. Lord Voldemort salió de la habitación y de inmediato, entraron dos dementores para llevarse de nuevo a Mulder.

A solas en la habitación obscura, Mulder trataba de recuperarse de la impresión que acababa de recibir. Así que ese era Lord Voldemort. Podía comprender ahora por qué Dumbledore había insistido tanto en hablar con él a solas. Nada de lo que había vivido hasta la fecha podría haberlo preparado para lo que estaba a punto de experimentar. Tenía deseos de gritar por la inmensa angustia que le anegaba el pecho; repentinamente recordó las palabras que le habían dicho apenas unas horas antes. "...cuando todo haya pasado, todo lo que deberá hacer es tocar este amuleto"

Entonces se llevó la mano al cuello y notó que llevaba atado un delgado cordón. Tiró de él para poner a la vista, lo que suponía debía ser el amuleto que le permitiría escapar con vida. Sabía que no debía tocarlo, porque entonces todos los esfuerzos habrían sido en vano, así que con sumo cuidado fue jalando del cordón para extraer el amuleto que se hallaba oculto entre sus ropas.

Finalmente logró extraer el amuleto y lo observó con detenimiento. Era un crucifijo.

Inmediatamente, comenzó a sentirse mucho más fuerte y como por arte de magia, la esperanza le regresó al alma. Y no fue precisamente por el crucifijo, símbolo de la fe católica; ya que Mulder no practicaba ninguna religión. Lo que le hizo recuperar sus fuerzas fue que ese crucifijo en particular le pertenecía a Dana Scully.