Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

10

—¿Él hizo qué? —susurró… gritó TenTen.

Hina asintió mientras levantaba su rosquilla. Era la mañana del sábado y estaba con TenTen en el Café du Monde, engullendo los polvorientos pedazos de perfección. El hecho de que hubieran sido capaces de conseguir una mesa las sorprendió a ambas dado que la temperatura había refrescado un poco.

Acababa de poner a su amiga al tanto respecto a la sorpresa de Naruto.

—Sip. E incluso tenía nuevos sierras, una sierra de arco y una sierra de vaivén. Quiero decir, básicamente me instaló mi propia tienda pequeña.

—Eso es descabellado —TenTen dio una mordida a una rosquilla, logrando no hacer que cayera algo de azúcar sobre ella, lo que significaba que debía haberle vendido su alma al diablo— Quiero decir, ni siquiera sabía que podías esas cosas con la madera. ¿Por qué nunca me lo dijiste?

Hina levantó un hombro.

—Simplemente... pensé que si hablaba sobre ello, me haría querer regresar a hacerlo y honestamente no tengo tiempo en la escuela y...

—¿Te recordaba a Naruto?

—Sí —suspiró— De cualquier manera, no sé lo que estaba esperando, pero no era eso.

TenTen levantó su botella de agua.

—¿Vas a hacer uso de ello, de las herramientas y la tienda?

Hubo un aleteo profundo en su pecho. Como si un nido de mariposas se hubiera despertado.

—Eso creo. Quiero decir, él pasó por todas esas molestias.

Enormes lentes de sol ocultaban sus ojos, así que era difícil saber lo que TenTen estaba pensando.

—¿Vas a hacer uso de su madera?

—Por supuesto. Guardó... espera —Hina levantó su servilleta y la lanzó hacia su amiga sonriente— No es así.

—¿No lo es?

Ahora esas mariposas estaban intentando salir, porque pensó en el abrazo y la forma en que estaba segura de que había estado contemplando a su boca. Se movió en su silla, cruzando sus piernas.

—Cállate.

—Aunque ¿en serio? ¿Tenía una habitación llena de madera de reserva? —Se inclinó hacia adelante, hundiendo su nariz— ¿Y no sabía por qué estaba guardando la madera?

—Eso es lo que dijo.

Las mariposas que había movido hacia su estómago.

—¿Sabes lo que pienso? —Se enderezó— Voy a decírtelo. Creo que estaba guardando la madera de reserva para ti.

La mera idea de Naruto haciendo eso en el transcurso de los años la sacudió. Si ese fuera el caso, no sabía qué pensar al respecto. No podía pensar en eso. Porque su corazón ya se estaba hinchando hasta el punto de estallar y esa no era una buena señal. TenTen debía haberlo sentido, porque dijo:

—Solo necesitas tener cuidado, Hina.

—No estoy leyendo nada en ello.

—No, creo que sí necesitas leer en ello.

Frunció el ceño.

—Realmente no te estoy siguiendo el paso.

—Mira, lo que hizo por ti no es algo que alguien, quien supuestamente pasó los últimos cuatro años odiándote, haría.

—Vaya. —Levantó su café— Cuando lo pones de esa manera.

—Lo que hizo es algo grande. Tiene que saberlo, incluso si no sabe porqué dejaste de hacer todo el trabajo en madera. —Tomando una servilleta, limpió sus dedos— Así que, pienso que necesitas leer entre las líneas.

Hina tomó una respiración que fue para ningún lado.

—No puedo permitirme hacer eso.

—Digo que necesitas ser cuidadosa. Es un hombre adulto que está bastante experimentado y tú, por otro lado, no estás muy experimentada.

—Gracias —murmuró.

—Y tienen este pasado desordenado entre ustedes. Va a ser complicado.

Sacudió su cabeza.

—No lo sé. Quiero decir, lo que estas sugiriendo, que podría tener algún tipo de motivo detrás de ser amigo mío, solo parece demente cuando lo dijiste; pasó cuatro años odiándome.

—¿Alguna vez pensaste que tal vez pasó cuatro años odiándose más a sí mismo? —Una pulsera rosa brillante se deslizó por su brazo cuando dejó caer su codo sobre la mesa— ¿Que tal vez te deseaba en ese momento y se odiaba a sí mismo por ello?

Hina abrió su boca.

—Sabes que tengo un grado en psicología, ¿cierto? —TenTen golpeteó una uña pintada en púrpura contra su sien—. Conozco estas cosas.

¿Podría Naruto haberse odiado más a sí mismo? Eso era más que probable, pero no por las razones que TenTen sugería.

—Creo que me quería cuando estaba sucediendo, porque estaba ebrio en el momento.

TenTen sacudió su cabeza, enviando rizos rebotando en todas direcciónes.

—Todo lo que digo es que pienso que necesitas proceder con precaución.

—No estoy procediendo con nada —Levantó lo que quedaba de su rosquilla— Somos amigos y creo que lo que hizo fue como un... símbolo de nuestra amistad. Una verdadera bandera blanca.

—Bueno, estoy feliz de escuchar eso, porque tengo algo para ti.

Con TenTen, su sorpresa podría ser cualquier cosa desde un tablero de Ouija hasta una muñeca vudú. Una muñeca vudú usada.

—Tengo a alguien que quiero que conozcas.

—TenTen...

—Está soltero. Tiene un trabajo. No vive en una casa embrujada, lo que es negativo para mí, pero como sea. No todos pueden ser perfectos. Pero no trabajas para su familia. Es bien guapo yyyyy no te acostaste con él cuando tenías dieciocho años.

—Hay mucha gente con la que no me acosté cuando tenía dieciocho años —respondió Hina con un suspiro sarcástico.

—Sip —Sonrió ampliamente— Y aquí está la mejor parte. De hecho me preguntó por ti.

Hina comenzó a fruncir su ceño.

—¿Qué?

—De hecho, nos vio juntas en Cure y pensó que eras la cosa más caliente desde los Hot Pockets.

—Um...

—No sé por qué no se acercó y saludó. Creo que se puso nervioso o algo así. ¿Y sabes qué más creo? Creo que deberías salir en una cita con él.

Abrió su boca para decir que no, absolutamente no. TenTen le ganó a decir algo.

—Si realmente estás lista para seguir adelante con tu vida, lo primero que tienes que hacer es salir y conocer a alguien que no sea Naruto.

Hina pensó que había muchas otras cosas que podría hacer en lugar de salir con un tipo que no conocía.

—Tuve citas en la universidad...

—Apenas.

—Y tuve un novio...

—Sabemos en qué terminó eso —bromeó TenTen.

Los ojos de Hina se estrecharon, pero ¿en serio? ¿Por qué se estaba resistiendo tanto a tener una cita? Incluso decidió que era momento para que saliera y tuviera citas. Nada la estaba conteniendo.

—¿Sabes qué? Sí. Voy a ir a una cita.

Emoción llenó sus ojos marrones que lucían más avellanados en la luz.

—¿En serio?

Hina asintió.

—Prográmala.

Por encima de sus cabezas algo chocó contra una pared, algo frágil por el sonido de ello. Probablemente también algo costoso.

La mirada de Naruto se elevó hacia el techo.

—Eso sonó como un vaso.

—O un jarrón —comentó Sasuke.

—Espero que no fuera una ventana. —Sakura bajó su taco de billar.

Naruto sonrió con suficiencia.

—Kin sabe que es mejor que no haga algo así.

Durante los últimos treinta minutos, más o menos, Kin había estado arriba en la oficina de Neji y a cada rato, escuchaban la voz estridente de Kin. No podían definir sobre qué estaba discutiendo, pero tenían sus suposiciones.

Esto no era algo nuevo.

Muy seguramente estaba presionando a Neji sobre acordar una fecha y cada vez que lo hacía, terminaba con ella lanzando algo cuando Neji se negaba a ceder.

Caminando alrededor de la mesa de billar, Sasuke llegó a un costado de Sakura.

—¿Por qué no vas arriba y eliges una película para que la veamos? —Enganchó su brazo alrededor de los hombros de Sakura, atrayéndola contra su costado— Subiré dentro de poco.

Sakura arqueó una ceja, pero se estiró y besó su mejilla.

—Estaré esperando.

—Malditamente correcto —Palmeó su trasero cuando se alejó, haciendo que se ganara una mirada con ojos entrecerrados— Ese soy yo calentando motores.

—Lo que sea —murmuró, su rostro sonrojándose mientras ondeaba su mano hacia Naruto deseándole buenas noches y se iba de la habitación.

Naruto se inclinó hacia atrás, apoyando sus brazos en la barra detrás de él.

—Movimiento inteligente.

—Hmm —Sasuke caminó detrás de la barra y levantó varios vasos— ¿Crees que Neji va a elegir una fecha?

—Si lo hiciera, no estaría ahí tirando mierdas.

Naruto se giró en el banco, mirando a su hermano mientras servía bourbon en los tres vasos.

—Neji no es a quién ella quiere.

Naruto resopló mientras se tomaba su bebida.

—Sí, bueno, ese no es mi problema.

—Hasta que se mude aquí. —Sasuke se inclinó contra la barra— ¿Crees que mágicamente va a dejar de intentar brincar hacia tu pene?

La imagen de esas palabras provocaron que los labios de Naruto se curvaran.

—Está loca si cree que ir por ese camino conmigo va a ser exitoso.

Sasuke inclinó su vaso hacia Naruto.

Sacando su teléfono de su bolsillo, Naruto revisó la aplicación del sistema de alarma de su taller. No había sido desactivado, lo que significaba que Hina todavía no había estado ahí. No había venido a la tienda desde que la llevó ahí el miércoles, pero si se llevó con ella el kit y un pedazo de madera cuando se fueron.

Mientras se quedó ahí sentando, girando el líquido ámbar en su vaso, se preguntó qué era lo que estaría haciendo Hina. ¿Estaría afuera en el Barrio? Era sábado por la noche y dudaba que estuviera sentada en su casa… Demonios, ¿qué estaba haciendo él sentado en casa? Había recibido un mensaje más temprano en la tarde de una de las mujeres con las que generalmente cruzaba caminos en el Red Stallion. Alyssa siempre estaba disponible para pasar un buen rato, sin compromisos. Normalmente, hubiera respondido, hubiera arrastrado su trasero hasta ahí. Eso sería lo inteligente por hacer.

Excepto que no tenía interés en ir al bar. No tenía interés en ver a Alyssa.

—¿Has pensado más en lo que dijo Shikamaru sobre el auto? —preguntó Sasuke.

Había pensado mucho en ello.

—Todos hemos hecho enojar a algunas personas, pero ¿que alguien supiera donde estaba y hacer eso? No sé quién podría ser.

—¿Así que entonces piensas que fue un niño?

Levantó un hombro.

—No lo sé. Simplemente no creo que tenga algo que ver con Hina. No ha estado en casa durante cuatro años y ¿quién estaría lo suficientemente molesto con ella como para hacer eso?

—Tú no —respondió su hermano hábilmente. Naruto ignoró ese comentario.

Sasuke se quedó en silencio por un momento.

—¿No crees que haya tenido algo que ver con los Rothchild?

La pregunta lo sorprendió.

—¿Crees que lanzarían algo por la ventana de mi auto?

—Ellos no, pero tal vez alguien que contrataron —Sasuke se encogió de hombros— Tienes el potencial para cambiar su vida y no de una forma que vaya a gustarles. Sé que suena demente que estén involucrados, pero hemos visto cosas peores.

Era demente, pero Sasuke también tenía razón. Había visto cosas peores.

—No creo que fueran ellos. Sería estúpido que lo hubieran hecho. No soy el tipo malo con ellos. He sido más que razonable.

—Sí que lo has sido, pero... —Sasuke se quedó en silencio.

No tenía que terminar su idea. Naruto sabía en lo que estaba pensando. La gente realmente podía ser capaz de cualquier cosa.

Naruto se estaba terminando el vaso de bourbon cuando Neji hizo su gran aparición, haciendo que se levantaran las dos cejas de Naruto. La camisa de Neji, normalmente bien planchada y sin arrugas estaba a medio meter. Había una marca roja a lo largo del costado izquierdo de su rostro.

—Vaya —Sasuke deslizó el tercer vaso intacto hacia Neji— Parece que tuviste una interesante visita con Kin.

Neji resopló mientras levantaba el vaso, tomándose la bebida de un solo trago.

—¿Te pegó? —preguntó Naruto.

Seguro, Kin tenía el hábito de lanzar cosas, generalmente lo que sea que estuviera a la mano y fuera lo más costoso, ¿pero golpear?

Neji bajó el vaso hacia la barra.

—Digamos que su berrinche alcanzó un nuevo punto alto.

—O bajo, dependiendo de cómo lo mires —sugirió Sasuke— Tengo que preguntarte esto. ¿Por qué te vas a casar con ella, Neji?

Sentándose en el banco junto a Naruto, Neji dobló sus brazos sobre la barra.

—¿Por qué no?

Naruto miró a su hermano mayor.

—Esa no es exactamente la mejor respuesta que dar para esa pregunta.

Su hermano se encogió de hombros.

—Su compañía sería un activo valioso en algún punto del camino.

—Vaya —murmuró Naruto— Y algunos dicen que el romance está muerto.

Sasuke se rio entre dientes.

—No necesitamos a su compañía. Tenemos más dinero de lo que cualquier generación futura pudiera siquiera esperar.

Neji no dijo nada mientras se enfocaba en las repisas detrás del bar.

—Las etiquetas no están volteadas en la misma dirección.

Naruto siguió su mirada. Tenía razón. Algunas estaban torcidas.

—Esa sería Hina —suspiró Neji— Voy a tener que hablar con ella.

—¿Sobre las botellas de whisky que no están derechas? —Los hombros de Naruto se tensaron— ¿Hablas malditamente en serio?

La mirada de Neji se deslizó hacia la suya.

—No. Pero esa es una reacción un tanto fuerte.

Naruto ignoró ese comentario.

—¿Sobre qué quieres hablar con ella?

—Sobre cómo le habla a Kin.

Reclinándose en el banco, Naruto sostuvo la mirada de Neji.

—¿Y cómo le habla a Kin que ella no mereciera que le hablen así?

—No importa lo que Kin merezca. Va a convertirse en mi esposa y Hina tiene que respetar eso, respetarla a ella.

—Es difícil respetar a alguien que te trata como a una sirvienta —respondió con fuego Naruto.

—La última vez que revisé, ese es el trabajo de Hina. Al menos en este momento —Neji le señaló a Sasuke para que rellenara su bebida— Puede que Hina no sea personal permanente aquí, pero cuando esté aquí, necesita actuar como si lo fuera.

—¿Exactamente sobre qué se está quejando Kin? —preguntó Sasuke, sirviendo el bourbon— He visto a Hina alrededor de ella. Generalmente se queda callada e ignora los incesantes insultos de Kin.

—Excepto cuando derramó la champaña sobre ella —comentó Neji.

Los labios de Naruto se fruncieron.

—Eso fue un accidente.

—Tú y yo sabemos que no fue un accidente.

—Eso sucedió hace semanas.

Neji levantó su vaso de nuevo.

—Aparentemente Hina le hizo un comentario malicioso al hermano de Kin sobre que no haya una fecha para la boda. Eso hizo enojar a Kin, lo que llevó a su pequeña crisis de esta noche.

Los ojos de Naruto se estrecharon. ¿Cuándo había visto Hina a Toneri? Pensó en lo que había sucedido el miércoles. Toneri había estado ahí y Hina había estado terriblemente callada en el trayecto de auto en dirección al taller.

—Hablaré con Hina —dijo Naruto.

—¿De verdad? —murmuró Neji.

—Creo que es una buen idea —intervino Sasuke— Mejor a que tú hables con ella.

—¿Y por qué es eso? —preguntó Neji.

—Porque eres un idiota —respondió Sasuke, sonriendo— Y Hina se metió para ayudar a su mamá, que tiene cáncer. Lo último que esa chica necesita es a ti sermoneándola sobre cómo debe hablar con la gente "mejor" que ella.

—Lo último que necesita es que hables con ella en absoluto —Naruto cruzó los brazos— Me aseguraré de que permanezca alejada tanto de Kin como de Toneri. Me encargaré de ella.

Los labios de Neji se curvaron alrededor de la orilla del vaso en algo parecido a una sonrisa.

—¿Sabes lo que creo, Naruto?

—No puedo esperar por escuchar esto.

Tomó un trago y luego lo miró.

—Creo que lo último que necesitas es encargarte de Hina en todos los sentidos de la palabra.

El domingo por la tarde, Hina estaba en el centro de la pequeña habitación que Naruto había preparado para ella. En sus brazos, acunaba el kit de tallado en madera y el bloque de madera que se había llevado a casa el miércoles.

Habían pasado años desde que había hecho algo por el estilo, así que usó el bloque de madera como práctica, como había hecho cuando Naruto le había enseñado a usar las herramientas para tallar. Había tallado una luna creciente en el bloque de madera, sorprendida por lo fácil que había sido una vez que se puso en marcha. No importaba cuánto tiempo había pasado. Sus dedos sabían qué hacer en el momento en que se sentaba con el cincel.

Hina puso la luna sobre el escritorio. Tal vez lo cortaría más tarde, pero lo que realmente quería hacer era hacerle a su mamá un brazalete. Ya lo veía en su cabeza, seis cuentas largas para representar cada ciclo de tratamiento que recibiría. . . y sobreviviría. Y cuando su madre terminara su último ciclo, Hina planeaba darle el brazalete.

Caminando hacia el cúmulo de madera cuidadosamente apilado, recogió un trozo de madera y luego tomó la herramienta Dremel. Encendiendo la aplicación de música de su teléfono, se sentó detrás del escritorio y se puso a trabajar.

Hina no tenía idea de cuánto tiempo pasó. Lo bueno de trabajar con las manos, concentrándose en nivelar los centros, era que no pensaba, no se estresaba. No se obsesionaba con Naruto, se preocupaba por su madre ni se preocupaba por la no tan velada amenaza de Toneri. Su mente quedaba maravillosamente en blanco mientras trabajaba, y Dios, no tenía idea de cuánto había echado de menos eso hasta que estuvo sentada detrás del escritorio que Naruto obviamente había hecho con sus propias manos.

Tan atrapada en lo que estaba haciendo, no se dio cuenta de que tenía compañía hasta que alguien llamó suavemente a la puerta abierta. Mirando hacia arriba, no se sorprendió tanto de ver a Naruto parado allí.

—Oye —dijo él, sonriendo— Buenas tardes.

—Hola. —Bajó el Dremel— Espero que no te importe que esté aquí.

—Por supuesto no. Te dije que podías usar este lugar cuando quisieras —Se apoyó contra la perilla de la puerta— Estoy feliz de verte aquí.

Su estómago se hundió, y pensó en lo que TenTen dijo ayer.

"Creo que necesitas leerlo".

Se quedó sin aliento.

—Gracias de nuevo por esto.

Se encogió de hombros.

—No es la gran cosa.

Naruto había dicho eso antes, pero era algo grande para ella. Incluso si no hubiera estado guardándole la madera durante los últimos años, esto aún significaba mucho.

—¿En qué estás trabajando? —preguntó.

—Un brazalete para mi mamá —Se mordió el labio y miró las dos cuentas que había terminado— No estoy segura de qué color los voy a pintar, pero creo que voy a tratar de tallar rosas en ellos. Es su flor favorita.

—Eso va a ser complicado.

—Lo será, pero gracias a ti, tengo las herramientas perfectas —Se sacudió la fina capa de polvo de las manos— ¿Qué planeas hacer tú?

—Pensé en pasarme por aquí y hacer algo de trabajo —Se apartó de la puerta— ¿Ya has comido?

Hina negó con la cabeza.

—No.

—¿Quieres ir por algo de comer? —le ofreció—. Hay un restaurante justo al final de la calle. Tienen alitas increíbles.

Ahora su corazón se unía a su estómago.

Es solo el almuerzo, se dijo a sí misma mientras asentía.

—Sí, um, déjame recoger mis cosas.

Naruto la esperó mientras tomaba su teléfono del escritorio y tomaba su bolso. Salió de la oficina, rozando a Naruto en el proceso. El ligero toque de su brazo contra el de él fue un shock para su sistema, enviando un fuerte hormigueo a través de todo su cuerpo.

Excitación, rápida y aguda, la recorrió, dejándola un poco sin aliento y, oh Señor, encendida. Su estómago se sentía raro. Sus pechos se sentían pesados, y palpitaciones agudas sacudían sus muslos… Bueno, necesitaba salir más, y hacer algo así como, conocer gente, porque en serio, su cuerpo era ridículo si el roce contra su brazo podía encenderla.

—¿Estás bien? —Naruto se detuvo frente a la puerta principal. Realmente no. Se sentía sonrojada… y estúpida.

—Sí, solo necesito comer.

—Entonces hagamos eso antes de que te desmayes.

Cuando él se dio la vuelta, ella cerró los ojos y se imaginó a sí misma golpeándose la cara. Repetidamente.

El restaurante estaba justo al final de la cuadra, como él dijo, y después de sentarse cerca de una ventana, Hina sintió una implacable energía nerviosa cuando Naruto pidió agua y ella eligió tomar un té dulce. Su mirada seguía lanzándose de su rostro a la calle. Parte de ella no podía creer que estaba sentada aquí con Naruto. Si alguien le hubiera preguntado si eso era posible hace un año, se habría reído directamente en su cara.

—Por cierto, hay algo de lo que quiero hablar contigo —dijo, llamando su atención— Creo que sería muy inteligente de tu parte que te mantengas tan lejos de Kin y su hermano como sea humanamente posible.

—¿Qué? —Frunció el ceño— Esa es una afirmación realmente aleatoria, y sabes que preferiría estar en la luna durante un eclipse solar que estar en la misma habitación que ellos.

—¿En la luna durante un eclipse solar? —repitió en voz baja y luego negó con la cabeza— Kin se quejó a Neji de ti.

Sintió un vacío en el estómago.

—¿Acerca de qué?

—Acerca de ti haciendo algún tipo de comentario a su hermano sobre la falta de una fecha de boda.

Jodido Toneri.

Sus manos se apretaron en puños.

—Lo odio.

Naruto miró de cerca.

—El odio es un sentimiento bastante fuerte.

—Sí, bueno, lo odio. Es arrogante y cuando le dije eso, no lo dije para ser una imbécil —Se detuvo— Bueno. Estaba siendo una imbécil, pero como sea.

Los labios de Naruto se torcieron en la última parte-

—¿Cuándo viste a Toneri?

—El miércoles, cuando fue allí para cenar. Entró en la cocina a tomar algo.

La comprensión se deslizó por su rostro.

—¿Qué pasó el miércoles?

La necesidad de decirle lo que Toneri le había dicho era fuerte, pero sabía que, si lo hacía, Naruto le diría algo y luego Toneri se quejaría con Kin. Basándose en lo que Naruto le estaba contando sobre Neji, Kin iría con Neji y no podría poner en peligro el empleo de sus padres.

—No pasó nada.

—No suena como nada.

—Solo estaba siendo como es de idiota normalmente —Respiró hondo— Me comportaré de lo mejor.

—No estoy seguro de que te comportes mejor. —Sonrió.

Le tomó un momento darse cuenta de que estaba bromeando con ella.

—Lo haré. Algunas veces. Pero prométeme que no le dirás nada a Toneri. Sabes que si lo haces, solo empeorará la situación.

—¿Hay alguna situación que pueda empeorar? —Su voz se volvió tan fría que se estremeció.

—No. No hay, pero si le dices algo, entonces habrá un problema. Prométeme que no dirás nada.

—Prometo que no lo haré, pero también quiero que me prometas que si hay un problema, serás honesta conmigo.

—Lo prometo… espera —La decepción se encendió a la vida en ella. Recordó la conversación en el auto el día que intentó ir al refugio con ella— ¿Es por eso que me pediste que almorzáramos? ¿Para hablarme de ser más amable o lo que sea con Kin?

—No —Frunció el ceño— Te pregunté si querías ir a almorzar porque quería almorzar contigo. Podría haber esperado para hablar contigo sobre Kin mañana.

—Oh. —Tenía un punto.

—Entonces, ¿hiciste algo emocionante con tu fin de semana? —preguntó, cambiando de tema.

—En realidad no —Jugó con el borde del menú— Me encontré con TenTen ayer en du Monde y comí mi peso en rosquillas. ¿Qué hay de ti?

Sonrió.

—Solo pasé tiempo en casa —Hizo una pausa— Me sorprende que no hayas salido o algo así.

—¿Por qué?

Sonrió cuando la camarera apareció con sus bebidas. Hicieron un pedido de alitas, y se ganó una mirada de desaprobación cuando pidió que las suyas fueran sin salsa, mientras que Naruto se decantó con cierto sabor para quemar el paladar.

—Solo recuerdo cómo era cuando tenía veinte años —dijo después de que la camarera se fue—. Esta ciudad era como un patio gigante.

Ella rió.

—Haces que parezca que eso fue hace siglos.

—Lo fue.

—¿También caminaste a la escuela con un metro de nieve, descalzo? —bromeó, y él se rió— Realmente no he estado saliendo desde que estoy en casa.

El interés chispeó en sus ojos.

—¿Salías mucho cuando estabas en la UA?

Hina negó con la cabeza, sin saber cómo explicar que no tenía la experiencia estereotipada de la universidad.

—Sabes, en realidad tampoco salí mucho allí.

—¿Eras una estudiante dedicada? —bromeó.

Ella rió.

—No exactamente. Yo solo…

—¿Qué?

Mirando por la ventana, vio a una mujer caminar empujando un coche de bebé. En lugar de responder, se encogió de hombros. Pasó un momento, y pudo sentir su intensa mirada sobre ella.

—¿Puedo hacerte una pregunta y serás honesta conmigo?

Su corazón dio un vuelco cuando lo miró.

—Por supuesto.

Naruto se había inclinado hacia adelante, descansando sus brazos sobre la mesa.

—No te estabas conteniendo al hacer cosas por lo que pasó entre nosotros, ¿verdad?

Maldita sea. Había conectado esos puntos demasiado rápido para su gusto. Lo aceptaba, hablaban sobre su vida en la universidad antes y siempre había esquivado de toda la escena de citas y fiestas.

—Mierda —murmuró, recostándose en su asiento. Miró por la ventana manchada de huellas dactilares. Un músculo se contrajo a lo largo de su mandíbula— Odio saber que ese es el caso. Siempre pensé que te volverías loca en la universidad, probablemente quemarías uno o dos edificios.

No supo qué decir al principio.

—No era solo eso. Lo digo en serio. Sabes que yo era una chica rara, torpe. Todavía era rara y torpe en la universidad. ¿Y qué? No salí mucho...

—¿Pero tuviste novio?

—Sí. Y era un buen tipo.

—Entonces, ¿qué pasó? —Su mirada se había vuelto hacia ella, y sus ojos eran más azules que verdes hoy— Si era un buen tipo, ¿por qué no estás todavía con él?

Esta no era exactamente la conversación que planeaba tener con él, como que… nunca.

—Yo no era… La novia más fácil.

—¿Me lo cuentas?

Puso los ojos en blanco.

—Simplemente no estaba realmente… abierta. Él realmente lo intentó y fue paciente, pero yo no estaba allí para eso.

—No estoy entendiendo.

Por supuesto que no lo estaba.

—Está bien, así que hacíamos planes, y siempre me olvidaba de ellos. No era a propósito. Simplemente no estaba pensando en ello. Quería salir, como ir al cine y cenar, y no estaba realmente interesada. Solía pensar que era porque era una persona hogareña, pero simplemente no quería salir con él, con nadie realmente. Porque cuando venía a relajarse conmigo en mi habitación, me molestaba que estuviera allí. Sin importar lo que hiciera.

—Maldición. —Dio un golpecito a la mesa con un dedo— Eso es un poco duro.

Se movió en la cabina, incómoda.

—Sí. Bastante. Terminó reclamándomelo, después de que olvidé nuestro aniversario. Un año. Y lo olvidé.

—Mierda, eso tiene que ser incómodo.

—Lo fue. Especialmente cuando me preguntó si lo amaba y no pude responderle. Quiero decir, pude haberlo hecho, pero no era lo que él quería escuchar. Fue entonces cuando rompió conmigo.

Él parecía reflexionar sobre eso.

—Parece que realmente no querías estar con él.

—No creo que lo hiciera.

—Entonces, ¿por qué estabas con él?

—¿Honestamente? Dios. Es embarazoso admitirlo, pero no quería estar sola y quería ser... normal. Como todos los demás que estaban enrollados o en una relación y allí estaba yo, sentada como un idiota.

—¿Y no saliste con otras personas? —preguntó y cuando ella negó con la cabeza, la incredulidad se deslizó en su rostro— ¿Te enrollaste?

Esta conversación seguía empeorando cada vez más. ¿Cómo podía explicar que había tenido miedo de salir a experimentar? ¿Soltarse y divertirse? ¿O que era más que eso y hasta para ella era difícil entenderlo? Hina no podía simplemente enrollarse. Dios, deseaba poder hacerlo. Sonaba divertido, liberador y normal para los estándares sociales, pero tenía que interesarse por alguien en un nivel más profundo para querer tener sexo con ellos. Enrollarse generalmente no permitía eso.

—Esta es una conversación tan incómoda. En serio.

—Si no puedes hablar de ello, no deberías estar haciéndolo.

—Cállate.

Naruto se estaba inclinando hacia adelante de nuevo.

—Ustedes chicos…

—¿En serio estás preguntando si Calvin y yo tuvimos sexo? —preguntó con voz baja.

Él inclinó la cabeza.

—Sí. Iba a decir follar, pero tener sexo suena más… insulso.

Hina se ruborizó hasta las raíces de su cabello.

—No es que sea de tu incumbencia, pero sí, lo hicimos.

Sus ojos se clavaron en los de ella.

—¿Fue él la única persona además de mí?

—Oh, Dios mío —Se apretó contra la cabina— No puedo creer que me estés haciendo esta pregunta. Sinceramente, no puedo creerlo.

—Bueno, créelo, porque lo estoy haciendo. ¿Te has acostado con alguien más?

Hina lo miró boquiabierta.

—No voy a responder esa pregunta.

Un lado de sus labios se levantó.

—¿Y por qué no?

—¿En serio no sabes por qué? —Saltando hacia adelante en su asiento, se agarró al borde de la mesa— Bueno. He terminado de hablar de mí. Hablemos de ti.

Los ojos de él se estrecharon.

—¿Qué sucedió entre tú y esa chica con la que saliste cuando estabas en la universidad? ¿De la que estabas enamorado? —Lo vio retroceder, satisfecha y molesta— ¿Cómo se llamaba? ¿Shion?

Su expresión se endureció.

—No vamos a hablar de eso.

La molestia ahora estaba superando la satisfacción de ponerlo en su lugar.

—Bueno, ahora sabes cómo se siente estar en el extremo receptor de ese tipo de preguntas.

—Es diferente.

—¿En serio? —Inclinó la cabeza hacia un lado— ¿Cómo es eso?

—Porque la amaba y tú no amabas a este tipo.

Hina contuvo el aliento. Ahí. Dijo lo que siempre sospechó sobre la chica con la que salía en la universidad. La había amado. Y como era una idiota de primer nivel, preguntó:

—¿Todavía la amas?

Naruto apartó la mirada, con los hombros tensos. Pasó un segundo, y algo… algo dentro de Hina, cerca de las cercanías de su inútil corazón, se quebró un poco, y eso fue una locura, porque demostró que todavía tenía un lugar allí.

—Siempre la amaré.

El almuerzo se había derrumbado después de eso.

Ninguno de los dos realmente dijo mucho de nada y la caminata de regreso fue tan jodidamente incómoda como un maldito mono tratando de follar a una pelota de fútbol.

Naruto no podía creer que había sacado a Shion en la conversación… Demonios, sus hermanos sabían que no debían hacerlo. Bueno, excepto Sasuke, pero sabía cuándo callarse hablando de ella. ¿Pero Hina? Le había hecho la única pregunta que ni Sasuke había tenido las bolas de preguntar. Puede que no supiera toda su historia con Shion, pero Hina era observadora. Vio lo suficiente para saber que no podía ir con él.

Y maldito sea si no hubiera contestado honestamente. Lo que dijo era verdad. Una parte de él siempre amaría a Shion y ese hecho le afectaba, lo había estado carcomiendo durante años.

Incapaz de sentarse y trabajar como planeaba, dejó a Hina en el taller, se subió a su automóvil y condujo. Sin darse cuenta, se encontró aparcando en el cementerio Metairie. Se estacionó junto al césped verde bien cuidado, salió y comenzó a caminar, pasando por la famosa pirámide mientras una ligera brisa agitaba los árboles y enviaba hojas flotando hacia el suelo.

No estaba solo. La gente pasaba junto a él. Algunos eran turistas. Otros estaban allí visitando tumbas de sus seres queridos. Los cementerios eran un gran negocio en Nueva Orleans. Eran viejos, pero incluso los más nuevos estaban ocupados. Siempre había gente muriendo, siempre había gente afligida. Se gastaba mucho dinero en los muertos.

Naruto cortó entre una hilera de tumbas. Más adelante, vio el alto mausoleo, protegido por no uno, sino dos ángeles llorones.

En el pasado, los Uchiha usaban la cripta que estaba en la parte posterior de la propiedad, más cerca del pantano. No estaba seguro de por qué la familia comenzó a enterrar a la gente en Metairie. Probablemente porque la cripta familiar en su propiedad no pudo mantenerse al día con todas las muertes.

Aquí fue donde fue enterrada su abuela, junto con varias tías y tíos. El hombre que lo crió, el hombre que siempre creyó que era su padre, estaba aquí, junto con su madre. Y después de que Izumi, su hermana, había muerto, de verdad esta vez, había sido enterrada en privado. Un esfuerzo que le había costado a Neji mucho dinero para mantenerlo en secreto.

Izumi lo habría matado, los habría matado a todos, pero aún era familia. Una familia jodida, pero familia no obstante. No había sido colocada al lado de su madre.

Demonios no.

Naruto se hizo a un lado y se sentó en el banco. Entrecerrando los ojos a la luz del sol, metió la mano en el bolsillo y sacó el teléfono. Desplazándose por sus contactos, marcó Llamar y levantó el teléfono hasta su oreja.

Samuel Rothchild respondió al tercer timbre, y como siempre, el hombre era tan contundente como una uña.

—Dijiste que nos darías tres meses. Vas a llegar en un mes. Se sentía más que eso.

—No voy a retractarme de a la promesa que te hice.

Hubo un latido de silencio.

—¿Entonces por qué llamas, Naruto?

Su mandíbula se endureció mientras cerraba los ojos.

—Quería comprobar y ver cómo está todo el mundo.

—Todo el mundo está bien. —Fue la respuesta recortada.

Naruto suspiró.

—Sé que no te gusto y sé que estás preocupado por lo que voy a hacer. Lo entiendo. Pero tengo derecho a hacer esta llamada telefónica. Tengo derecho a mucho más, Samuel.

—Cinco años, Naruto.

—Sí, cinco años de mí sin una sola pista —La irritación llenó su tono cuando abrió los ojos— No puedes olvidar eso. No me puedes poner eso sobre mis hombros. Si lo hubiera sabido, habría estado allí hace cinco años.

Hubo otra pausa de silencio.

—Lo sé. Eso es lo que nos asusta.

Apretando mandíbula, sacudió la cabeza mientras levantaba la vista hacia las nubes que se movían lentamente sobre el cielo.

—¿Cómo está?

Hubo un fuerte suspiro.

—Lo está haciendo bien. Está un poco resfriado, pero nada grave.

La mano de Naruto se apretó en su teléfono.

—Mierda. ¿Estás seguro de que es sólo un resfriado?

—Solo un resfriado —La voz de Samuel se suavizó un poco— Estaba preguntando por ti. Quería saber cuándo ibas a volver.

Eso fue un maldito golpe en su pecho.

—¿Y qué le dijiste?

—Le dije que tenías asuntos que atender, pero que volverías —respondió— No le mentí.

—Gracias —Había tanto que quería decir, pero la presión se apretó en su pecho, callando esas palabras, dejando lo único que podía decir— Cuida de mi hijo, Samuel.