Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

11

Naruto sabía que ella probablemente estaba esperando que las cosas fueran incómodas entre ellos luego de su almuerzo, y no podía culparla, especialmente por cómo había terminado, pero cuando la vio el lunes, se propuso no actuar como un idiota. Parecía funcionar, porque, aunque al principio estaba un poco tensa a su alrededor, se dejó llevar y se relajó… El batido y la galleta con chispas de chocolate que le había traído probablemente habían ayudado a suavizar las cosas. Y cuando ella mencionó que estaba pensando respecto a ir al taller por la tarde, después del trabajo, él había estado… interesado en escuchar aquello. Con una tarde ocupada, no era capaz de ir a la tienda hasta después de la cena. Había funcionado convenientemente.

Así que se sentaron allí la tarde del martes, trabajando casi lado a lado mientras el tráfico del exterior sonaba en el fondo. Naruto tenía nuevas órdenes en las que trabajar. Uno era un estante de vinos que hiciera juego con un gabinete que había hecho para el gobernador hace algunos años. Si bien era una pieza más pequeña, requería más tiempo para diseñarlo.

Ayer había cortado y pegado el marco.

—¿Cómo está tu madre? —preguntó, dándose cuenta de que no había preguntado por ella en algún tiempo.

Hina levantó la mirada desde donde estaba sentada con las piernas cruzadas en el piso en vez del escritorio. De cierto modo le gustaba eso de ella.

—Está bien, pero… —Inhaló profundamente mientras bajaba la mirada hacia lo que estaba trabajando— Está realmente exhausta. El tratamiento está tomando mucho de ella.

Surgió preocupación por la mujer que era básicamente una segunda madre para él.

—Ella es una mujer realmente fuerte. El tratamiento está tomando mucho de ella.

—Lo sé, pero no creo que importe qué tan fuerte es alguien —Ella se mordió su labio inferior— Su conteo de glóbulos blancos cayó y tuvieron que darle una inyección de refuerzo antes de que pudieran continuar con la quimioterapia.

—¿La inyección funcionó?

Ella asintió.

—Sí, lo hizo.

Podía ver la preocupación grabada en su rostro y quería aliviar algo de ella, pero sabía que todo lo que tenía para ofrecerle eran palabras.

—Ella estará bien.

Hina volvió a levantar la mirada.

—¿Lo crees?

—Sí.

Bueno, eso esperaba. Jodidamente lo esperaba.

Una sonrisa apareció, y maldición, ella pasó de ser hermosa a una belleza aturdidora en un nanosegundo. Nada sobre ella en ese momento le recordaba a la Hina quien creció siguiéndolo a todos lados. Nada en ella le recordaba a Shion.

Infiernos.

Realmente no tenía idea de dónde vino ese pensamiento, pero eso es lo que se hizo camino en su cabeza.

Hina volvió al trabajo en su cuenta, y un silencio amistoso cayó entre ellos mientras trabajaban. No había sido así con nadie. Ni siquiera con Sasuke quien le acompañaba frecuentemente. Su hermano no estaba callado por más que unos pocos minutos a la vez, pero Hina… bueno, ella sabía lo que era perderse en el zumbido de una sierra o los cortes de una navaja. Eso era raro. ¿Podría verse a sí mismo sentado aquí con…?

Detuvo sus pensamientos y entonces… entonces se obligó a sí mismo a terminar esa pregunta. ¿Podría verse a sí mismo sentado aquí de esta forma con Shion?

No. Para nada.

Shion era callada, pero aquello venía de un inherente nerviosismo más que de alguna otra cosa. A ella le gustaba reflexionar sobre todo lo que haría o diría, así que era propensa a largos períodos de silencio. No del tipo amistoso como este. Naruto sabía que cuando Shion estaba callada, significaba que estaba pensando mucho en algo y viendo el modo de discutirlo. Solía pensar que eso era algo lindo de ella. Excepto hacia el final, hacia el final simplemente le molestaba, porque sabía que estaba pensando un montón de mierda que tenía que ver con él, en vez de hablar con él. ¿Pero Hina? Sabía que ella estaba perdida en lo que estaba haciendo en el momento. Lo que sea que estuviera ocurriendo en su cabeza entraba y salía. No estaba planeando una completa conversación que podría llegar a sacar a la luz en una semana más.

Así que sí, no podía verse sentado aquí con Shion, incluso cuando las cosas habían ido bien entre ellos.

Naruto no tenía idea qué demonios significaba eso, pero se sentía como un imbécil por cómo había terminado la conversación sobre Shion con Hina. Normalmente no le importaría. Él no hablaba sobre Shion, pero con Hina, se sentía diferente, bien de algún modo. Quizás era porque él y Hina compartían algo tan complicado como lo que alguna vez compartió con Shion.

Por primera vez en su vida, sentía la necesidad de hablar sobre Shion, de hablarle a alguien sobre ella.

Bajó el estante en el que estaba trabajando.

—Cuando fuimos a almorzar, sacaste a colación a Shion.

Hina levanto la mirada y el centro de sus mejillas se sonrojó.

—Sí, lamento eso. Fue…

—No te disculpes. No hiciste nada malo. Ese fui yo siendo un idiota. No tú.

Ella bajó sus manos, pero no dijo nada mientras lo miraba desde donde estaba sentada. Él tomó una bocanada de aire, dejó caer su mirada a sus ahora vacías manos.

—¿Recuerdas a Shion? Vino conmigo a casa una navidad. Tú estuviste allí uno de esos días.

—Lo recuerdo —dijo ella luego de un largo momento— Era realmente agradable.

—Sí —Naruto asintió lentamente— Lo era. A veces demasiado agradable. Como tú.

—No creo que pensaras que yo soy "demasiado agradable" si supieras lo que estoy pensando de la gente la mitad del tiempo.

Una sonrisa burlona apareció en su boca.

—Aún eres agradable. Al igual que Shion. Ella era… era una buena persona. De corazón. Cualquiera que la conociera no tendría nada malo que decir de ella. Sasuke pensaba maravillas de ella. Incluso a Neji le gustaba.

—¿Por qué terminaron? —preguntó Hina— Quiero decir, era obvio que ustedes estaban saliendo, estabas enamorado de ella.

Esa era una pregunta cargada, una con una respuesta que no quería descansando sobre los hombros de Hina.

—Durante nuestro último año, hubo una fiesta. No estuve allí. No puedo recordar porqué no fui, pero… Shion salió herida.

—¿Qué quieres decir con que… salió herida?

Él la miró mientras sus manos se cerraban en puños.

—Un sujeto con el que eran amigos no entendía la palabra no.

—Oh, Dios —susurró, palideciendo.

Inevitable ira creció en él mientras desviaba la mirada.

—Ella no quería ir a la policía. No estaba precisamente emocionado por esa decisión, pero respeté su elección. Ese era su derecho y la apoyé mientras intentaba que fuera a la policía, pero…—Sacudió su cabeza— Lo confronté. Cosas pasaron y nuestra relación se desmoronó luego de eso.

No oyó a Hina moverse, pero sintió que estaba más cerca y cuando levantó la vista, ella estaba sentada ahora en el polvoriento suelo a su lado. Esos ojos de conejo estaban pesados y sombríos.

—Ni siquiera puedo imaginar por lo que ella estaba pasando —dijo ella— Lo siento tanto.

La mirada de Naruto se movió sobre su rostro.

—No pude tampoco. Lo intenté y creo… no, sé que hice las cosas peor cuando lo intenté.

Ella inclinó su cabeza a un costado mientras posaba su mano en el brazo de él.

—No hay un manual sobre cómo manejar este tipo de cosas, Naruto. No puedes ser tan duro contigo mismo.

Él rio, pero de modo áspero y frágil. Si ella supiera lo que él y sus hermanos habían hecho, estaría cantando otra tonada. Infiernos, no querría estar en el mismo cuarto que él y mucho menos tocarlo.

—Así que, ¿por eso es que ustedes terminaron? —Ella apretó su brazo, y el toque, bueno, se suponía que fuera confortante, pero envió sensaciones mixtas a través de él.

Aclarando su garganta, asintió.

—Lo hicimos. Mierda, me mató. La amaba, pero ella necesitaba espacio y creo que yo también. En el fondo de mi cabeza siempre pensé que volveríamos. Quiero decir, cuando amas a alguien y esa persona te ama a ti, las cosas simplemente encuentran el modo de funcionar, ¿no?

—Sí —susurró ella, quitando su mano y posándola en sus rodillas.

Él pasó una mano por su cabeza, soltando los cabellos que había puesto hacia atrás.

—Hace como cinco años atrás, estaba en este evento de caridad. Ni siquiera quería ir, pero Sasuke me convenció —Una tenue sonrisa cruzó sus labios— Y allí estaba ella. Años después, allí estaba.

—¿Qué ocurrió?

La mejor y la peor cosa, supuso él.

—Nos pusimos al día, ¿sabes? Hablamos y terminamos pasando juntos toda la tarde, pero ella tenía su propia vida en Baton Rouge y yo tenía la mía.

Algo parpadeó en el rostro de ella.

—¿Baton Rouge?

—Sí, de todos modos. Eso fue todo. —Se levantó, tomando una de sus herramientas y caminando hacia la mesa— Tuvimos un fin de semana, y nunca volví a oír de ella. Intenté llamarla, pero no respondió. Obviamente, no me quería de vuelta en su vida. Ese fue un trago jodidamente amargo, porque ese fin de semana probó que yo aún la amaba. —Soltó la herramienta en la mesa— Y entonces mi teléfono sonó hace tres meses.

Hina estaba callada, tan callada que él se giró hacia ella. No lo estaba mirando, si no al lugar donde había estado sentado. Estaba tan increíblemente quieta.

—No era ella —dijo él. Ella volteó su cabeza y encontró sus ojos— Era su padre. Shion había estado en un accidente automovilístico y estaba mal. Estaba en coma y ellos… ellos pensaron que debía saber.

Hina puso su mano sobre su boca.

—Fui allí. Ella estaba en el hospital, en esa cama, y ni siquiera lucía como ella —Su estómago se llenó con ácido— Mientras me sentaba a su lado, mientras ella estaba en esa maldita cama, lo único en lo que podía pensar era en todo lo que nunca le había dicho. Pensé en cómo había empeorado las cosas cuando ella había estado más vulnerable. Me senté allí odiándome y… mierda, odiándola a ella por nunca devolver mis llamadas, porque no iba a haber ninguna otra oportunidad. La verdad es que ya sabía eso antes de recibir esa llamada.

¿Podrían haber vuelto a estar juntos? Quién sabe, pero era improbable. No cuando había descubierto el secreto que ella le había ocultado.

Algunas cosas podían ser perdonadas. Algunas no.

—Estaba en un coma cuando llegue allí, y… —Exhaló bruscamente, sobando el centro de su pecho con la palma de su mano— No había actividad cerebral. Se hicieron muchas pruebas. Ninguna dio un atisbo de buenas noticias o esperanza. Ella se había ido y sus padres debieron enfrentar la decisión de quitarle el soporte vital. Lo hicieron aproximadamente una semana después de que yo fuera allí.

Entonces dijo las dos palabras que no había dicho en estos meses. Las palabras que lo atormentaban, porque todo lo que había quedado sin decir entre ellos, porque esos cinco años entre el ahora y la última vez que la había visto, por lo que él había hecho que los había separado.

—Shion está muerta.

Hina estaba sentada en el cuarto de estar de sus padres, observando el constante subir y bajar del pecho de su madre. Su madre estaba durmiendo en el sillón cuando ella llegó a casa y su padre no había tenido el corazón de despertarla. Él estaba ahora deambulando por la cocina, haciendo quien sabe qué. La casa era cómoda, pero su madre estaba envuelta en varias mantas suaves.

Hina había leído que uno de los muchos efectos secundarios de la quimioterapia era sentir frío. No todos lo sentían. Solo algunos lo experimentaban cuando recibían la quimio, pero su madre parecía tener este efecto secundario, junto con otros.

Desvió la mirada mientras se sentaba en la vieja mecedora, levantando sus piernas para que sus rodillas se presionaran contra su pecho. Shion estaba muerta. Eso había sido una sorpresa para Hina. Siempre había asumido que Shion seguía viva. Y cuando él dijo Baton Rouge, automática y comprensiblemente había asumido que ese era el porqué él estaba buscando un sitio allí. Porque Shion estaba allí. Pero Shion estaba… ella estaba muerta.

Envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas, descansó su mentón en sus rodillas y cerró sus ojos. Naruto y Shion reconectaron hace cinco años. Un año antes de que ella se fuera a la universidad, y si realmente pensaba bien, Naruto definitivamente había estado de peor humor durante ese tiempo, quedándose en casa y bebiendo más. Los únicos momentos en que parecía ser como su antiguo ser era cuando estaba trabajando. Y la mañana siguiente de que ella llegara a él, antes de que estuviera completamente despierto, la había llamado Shion.

Había estado enamorado de Shion entonces y aún había una parte de él que la amaba ahora.

Hina estaba… estaba feliz de que él hubiera confiado en ella. Era obvio que Naruto necesitaba hablar con alguien y casi no podía creer que fuera ella. Eso era una gran cosa. Una grande y Dios la ayude, no podía detener la tristeza elevándose y no podía detener el sentimiento de decepción.

Y sabía que la última señalaba algo en ella que era igual a Naruto. ¿Cuántos años había pasado él pensando que él y Shion encontrarían su camino de vuelta el uno al otro? Ella realmente no era diferente a Naruto. A pesar de lo tonto, inútil y absolutamente desesperanzador que era, aún había una parte de ella que… que se preocupaba por él más de lo que debía. Sin embargo, eso no era nada nuevo.

Pero si la conversación hoy le había probado algo, necesitaba hacer exactamente lo que TenTen había dicho, lo que era proceder con precaución. Naruto no seguía enamorado de una mujer que no lo quería.

Estaba enamorado de un fantasma y nadie podía competir con eso.

Naruto observaba a Hina.

De nuevo.

Estaba haciendo eso mucho últimamente. Tanto así, que estaba comenzando a preguntarse si tenía un problema. Era jueves en la noche y se estaba haciendo tarde. Ella debería estar de camino a casa pronto ya que no vivía a la vuelta de la esquina. Tal vez él debería empezar a traerla aquí después del trabajo y luego dejarla en su casa. Sería más seguro de esa forma. Más inteligente. Definitivamente debería ofrecerle eso.

Pensó en lo que opinaría su padre de eso, y en vez de estremecerse, sonrió al pensamiento.

Algo…. Algo había cambiado en Naruto después de hablar con Hina sobre Shion. Tan cliché como sonaba, se sentía más ligero. Sasuke tenía razón cuando dijo que tal vez Naruto necesitaba hablar de Shion. Las últimas noches había logrado dormir bien. Un jodido milagro.

Hina miraba alrededor, las comisuras de sus labios un poco caídas. Luego su mirada cambió hacia el estante contra la pared trasera. Dejando a un lado la cuenta y cincel, se levantó, frotándose las manos.

—¿Esa de allá es la sierra? —Señaló a la cima del estante.

—Sí. ¿La necesitas?

Ella cruzó la habitación.

—Puedo cogerla.

Tragándose una risa, él se levantó de donde se encontraba sentado. No había manera en que pudiera alcanzarlo. No cuando era tan pequeña. Pero allí estaba ella, poniéndose de puntillas, rozando el mango de la sierra mientras se agarraba de los niveles bajos del estante.

—Terminarás tumbando todo ese estante sobre ti —Caminó hacia ella— Aquí. —Se estiró al mismo tiempo que ella retrocedía.

Naruto no sabía qué pasó. En un segundo estaba alcanzando la sierra y al otro, su frente estaba contra la espalda de ella, mientras se estampaba contra él.

—Caray —dijo él, su mano aterrizando en su cadera.

En un instante el aire a su alrededor pareció encenderse. Por lo que se sintió como una eternidad, ninguno de ellos se movió, y luego Hina se movió, presionando su trasero contra él.

Dulce Jesús.

Su mandíbula se tensó cuando lujuria pura pulsó a través de sus venas. ¿Lo hizo a propósito? Demonios si importaba. Él la miró, viendo que su pecho subía y bajaba pesadamente, estirando el frente de su camisa. Bajó su cabeza e inhaló profundamente, atrapando su esencia de fresas.

Cristo.

Su cuerpo prácticamente se rindió al de ella, pero su mera cercanía lo abrumaba. Debería retroceder. Definitivamente debería quitarle la mano de la cadera.

No hizo nada de eso.

Sus pensamientos se nublaron ante el más pequeño estremecimiento de ella. El cerebro de Naruto hizo cortocircuito. Apretó aún más la que sostenía su cadera mientras su brazo se flexionaba, presionando su espalda con la cantidad justa de presión. Mierda. Su sangre hervía. Ella encajaba perfecto contra él. Mejor aún, se sentía perfecta contra él. No costó nada imaginarse dándole la vuelta y colocándola en el banco. Excepto que nada estaría entre ellos mientras deslizaba sus manos entre sus muslos y tanteaba… Santo cristo, esos pensamientos no ayudaban. En lo absoluto. ¿Pero podía ella sentirlo? ¿Cuán jodidamente duro estaba contra la curva de su trasero?

Entonces la sintió estremecerse. Todo su cuerpo se estremeció. Su cabeza se giró a un lado, y esperó que ella se apartara o lo empujara. Que hiciera algo. No lo hizo. Hina se quedó allí mientras su trasero prácticamente arropaba su pene, dejándolo… ¿Dejándolo hacer qué exactamente? ¿Frotar en seco su trasero? Naruto tragó un gemido, porque ahora mismo eso sonaba increíble. ¿Y cuándo fue la última vez que frotó en seco a una mujer? Mierda. ¿Cuándo era un adolescente? Demonios, sabía que había una buena posibilidad de que acabara haciendo solo eso.

La sintió tomar su próximo aliento.

—¿Ya tienes la… sierra?

Cerró los ojos. ¿Así que, iban a pretender que su pene no estaba presionándole el trasero? Muy bien. Él podía hacer eso. Podía pretender.

—No aún.

Ella colocó sus manos en el estante bajo, y sí, él se dio cuenta justo entonces, no necesitaría darle la vuelta. Podía hacer que esto funcionara muy bien.

—¿Necitas ayuda? Sí, necesitaba ayuda.

Instinto primario le dijo que le permitiría hacérselo justo allí, y ese instinto no tenía nada que ver con su pasado. En lo absoluto. Las caderas de Hina se movieron de nuevo, esta vez en el círculo más pequeño, y se preguntó si ella incluso estaba consciente de lo que estaba haciendo o lo que le estaba haciendo a él.

Necesitaba detener esto antes que jodidamente se viniera en sus pantalones vaqueros.

Su mano se apretó en su cadera mientras se estiraba hacia arriba, agarrando la sierra del estante más alto. Se dejó tener un momento más, un aliento más de aire que ella respiraba, y luego comenzó a actuar como si le quedara al menos una onza de decencia común.

—Lo siento —soltó él, la voz rasposa mientras retrocedía— Perdí mi balance.

—Está bien —Su rostro era diez tonos de rosado diferentes mientras lo veía. Levantó su mano. Temblaba— Gracias.

Asintió mientras se giró y regresó al banco de trabajo. Sentarse no era exactamente lo que quería hacer, pero eso fue lo que hizo.

Maldición.

Ya no podía pretender, no podía mentirse a sí mismo. No era su hechizo que lo tenía duro como una piedra cada vez que estaba cerca de Hina. Era ella.

Su mirada encontró su camino hacia ella.

Apartando un mechón de pelo de su rostro, lo miró y le sonrió, una sonrisa tentativa mientras sus dedos rodeaban la sierra quedándose quietos. La pequeña sonrisa fue directamente a su pene.

Él no sonrió de vuelta. Se hallaba más allá de eso. Su cuerpo entero se hallaba tenso. Él la quería. Debajo de él. En él. Frente a él. De rodillas. Y su cabeza entre sus muslos. La quería de cada forma que podía pensar y demonios, tenía una imaginación activa.

Lujuria, pura y simple, era una droga poderosa.

La observó ir de regreso a tallar el pequeño trozo de madera. ¿Iría por ese camino con ella? Naruto no necesitaba realmente preguntarse eso. Ya sabía la respuesta.

Más tarde esa noche, Hina yacía en cama y miraba al techo, incapaz de dormir. Su cuerpo y mente eran perras traicioneras, reproduciendo la tarde una y otra vez en su mente. Dios mío, ¿qué había pasado entre ellos? Algo pasó. No había forma de negar lo que sintió presionado contra su trasero.

Su estómago se torció y bajó, muy bajo, se apretó mientras levantaba las piernas, doblando las rodillas. Horas después y Hina aun podía sentir su mano en su cadera. Era como si la hubiera marcado su toque. ¿Y la forma en que su mano se apretó y la acercó?

—Dios —susurró, presionando sus muslos. Eso no hizo nada para aliviar el dolor construyéndose entre sus muslos.

De hecho lo hacía peor. Mucho peor.

Naruto tenía que saber lo que estaba haciendo. No había manera. Al igual que ella sabía lo que estaba haciendo, permitiéndole presionarla. Ambos pretendieron que nada pasó, pero él la quería. Ella podía sentirlo. Y oh Señor, tan rebelde y tonta como eso la hacía, aun lo quería. Demasiado. Excepto que ahora, al menos tenía un conocimiento práctico de lo que lo quería. Ella solo pudo haber tenido sexo con él y Calvin, pero sabía cómo podía sentirse.

Sus pezones se endurecieron mientras cerraba los ojos. Sus pensamientos se alejaron de ella, y estaba de vuelta en ese taller con Naruto, todo grande y fuerte, parado detrás de ella, presionándola. ¿Y si él la hubiera empujado hacia atrás, doblándola? Hina contuvo el aliento. ¿Lo habría detenido? Supo la respuesta cuando su mano se deslizó entre las mantas enredadas en su cintura. No lo habría detenido. Habría extendido sus piernas, tal como lo estaba haciendo ahora, dándole acceso para hacer… para hacer lo que él quisiera.

Sus dedos se movieron bajo la banda de sus bragas. Estaba mojada. Ya sabía eso mientras se tocaba. Había estado tan mojada frente a él esta noche, dejándolo…

La mandíbula de Hina se apretó mientras deslizaba un dedo dentro y presionaba su palma contra su parte más sensible.

Solo una fantasía.

Lo que estaba haciendo no significaba nada y sabía que no había nada real entre ellos, no cuando él estaba enamorado de una mujer que ya no estaba aquí.

Solo una fantasía.

En su mente, era la mano de Naruto reemplazando la de ella. Era su mano contra la que ella estaba frotándose, sus dedos los que estaba apretando mientras él se paraba detrás ella, presionado su dureza contra ella mientras la trabajaba con su mano.

No tomó mucho.

Sus músculos se tensaron y la tensión se concentró en su centro. Sus piernas se apretaron mientras sus dedos empujaban más rápido y más rápido. Se torció, presionando su cara en la almohada mientras se venía. Jadeando, cayó contra el colchón y abrió sus ojos. El tiempo pasó cuando apartó su mano. Sus piernas lívidas, pero se sentía… vacía.

Exhaló lentamente.

Aparte de que no podía creer que hubiera hecho eso. No es que fuera su primera vez, pero nunca se dejó imaginar a Naruto. No después de esa noche. Pero era solo una fantasía y las fantasías estaban bien. Eran seguras. Saludable incluso. Las fantasías no eran reales.

Era viernes por la tarde cuando Naruto entró en la cocina, su llegada como un reloj. En su mano, llevaba lo que parecía ser un batido de fresa.

—Oye —Tirando la gruesa trenza sobre su hombro, cerró la puerta de la nevera y colocó el paquete de carne en el mostrador— ¿Eso es para mí?

—Por supuesto —Se acercó a ella en la isla, entregándosela— Es tu favorita. Aburrido. Pero lo que sea.

—Aburrido es bueno —Sonrió mientras tomaba el batido de sus manos. Sus dedos se rozaron. Los suyos eran ásperos y le lanzaron una sacudida por el brazo. Hina dio un paso atrás. Había tenido cuidado de no tocarlo desde el… incidente en su taller— Gracias.

—No hay problema —Bajó la mano y retrocedió, saltando sobre uno de los taburetes— Entonces, ¿qué hay de cenar?

—¿De verdad te vas a unir a Neji?

Levantó un hombro.

—Tal vez.

Tiró el papel de la paja y lo tiró a la basura. Naruto no había asistido a la cena desde la primera semana que estuvo aquí. Sasuke y Sakura se unían esporádicamente, pero cuando lo hacían, traían su propia comida. No había habido más cenas a las que Hina había sido invitada.

—Hay cordero en el menú —Mirando por encima del hombro a la carne, curvó sus labios— Ew.

—El cordero es sabroso. —Extendió sus muslos, enganchando sus pies descalzos en el fondo del taburete.

Ella sacudió su cabeza.

—Los corderos son demasiado lindos como para comerlos.

Una sonrisa apareció en él cuando sacó su teléfono de su bolsillo, colocándolo en la isla.

—Y supongo que no encuentras a las vacas lindas, porque no tienes problemas para comerlas. O a los pollos.

—Las vacas y los pollos son lindos, pero elijo no pensar en ellos mientras los estoy comiendo —Cuando arqueó una ceja, sonrió— No cuestiones mi lógica.

—Nunca me atrevería a hacerlo —Pasó un dedo por el borde de la isla— Entonces, ¿tienes grandes planes para este fin de semana?

En realidad, los tenía.

Y tampoco estaba terminando las cuentas para el brazalete de su madre. Sinvergüenza. Su vientre dio un vuelco y luego cayó.

—Voy a mirar un apartamento más tarde.

—¿Encontraste uno? —Interés genuino llenó su tono.

Asintió, habiéndolo mantenido al tanto de su búsqueda de apartamento.

—Es agradable y está en una buena zona, a las afueras de la ciudad. Espero que sea el indicado. No me malinterpretes. Me encanta estar de vuelta con mis padres, pero vivir con ellos no es exactamente lo que pensé que estaría haciendo estando a punto de cumplir los veintitrés.

Sonrió.

—Bueno, no voy a juzgar. Todos nosotros seguimos viviendo aquí, en la casa de la familia.

—Eso es diferente. Este lugar es tan grande, que toda la familia podría mudarse y ustedes nunca lo sabrían —razonó, tomando un sorbo de su batido— Además, todos ustedes tienen sus propios apartamentos. No tienes que ver a nadie a menos que quieras, donde si salgo más allá de las once, siento que tengo dieciséis años entrando a escondidas en la casa de mis padres.

Naruto se rió.

—Estoy cruzando mis dedos por ti.

—Gracias.

—¿Tienes algo más planeado?

Lo tenía.

Apartándose de Naruto, regresó su batido de vuelta al mostrador.

—Yo... Yo tengo una cita mañana por la noche.

Silencio.

Diciéndose a sí misma no hacerlo, no lo hizo y miró por encima del hombro a Naruto. Su expresión... demonios. Su rostro era áspero. Eso la asustó un poco.

—Um, mi amiga TenTen me consiguió una cita.

La mano de Naruto se detuvo a lo largo de la isla de la cocina.

—Entonces, ¿es una cita a ciegas?

—Sí.

Se dio la vuelta y bajó un pie. Doblándose, abrió el gabinete y sacó una gran sartén.

—¿Eso es seguro?

Pensó que era una pregunta extraña.

—TenTen lo conoce y confío en ella. No me arreglaría una cita con un extraño.

—¿Cuál es su nombre?

Su tono era plano, como si no creyera lo que había dicho, lo que era ridículo, porque nunca había conocido a TenTen. Aunque la idea de que TenTen se encontrara con cualquiera de los Uchiha la hizo sonreír. Especialmente Neji.

—Su nombre es Gerald. —Colocó la sartén sobre el mostrador— Dudo que lo conozcas.

—¿Gerald? —Se rió en voz alta— ¿Qué tipo de nombre es ese?

Giró su cintura, levantando las cejas.

—Es un nombre.

Él sonrió con suficiencia.

—Suena como el nombre de un anciano.

—Tú eres un anciano —replicó ella.

—No lo suficientemente viejo como para llamarme Gerald.

—Lo que sea. —Puso los ojos en blanco—. Vamos a ir a Crescent City.

—¿Crescent City?

—No hay nada de malo en Crescent City. Tienen filetes increíbles y me encantan sus papas fritas.

—Yo al menos te llevaría a Morton's. Te encantarían sus papas fritas.

Sus ojos se estrecharon.

—Lo siento. Morton's no está dentro del presupuesto de la mayoría de la gente. De todos modos, solo cenaremos. Así que, lo que sea.

Naruto se quedó en silencio por el momento.

—No pareces muy entusiasmada con tu cita con Gerald.

—Estoy emocionada.

Esa era la verdad. Más o menos. Estaba emocionada por salir y tener una buena cena y estaba emocionada porque conocería a alguien nuevo. Y después de lo que pasó entre ellos en la tienda, realmente necesitaba conocer a alguien. Cualquiera menos él.

—Ajá.

Sacudiendo la cabeza, caminó hacia el gabinete de las especias. Ya era hora de cambiar el tema.

—¿Qué harás este fin de semana?

—Trabajar. No cambies el tema. Quiero saber más sobre el abuelo Gerald.

—Oh, Dios mío —rió, dándose la vuelta completamente— Estoy bastante segura de que Gerald tiene mi edad, así que déjalo, Abuelo.

Esos impresionantes ojos eran agudos cuando se enfocaron en ella, y se dio cuenta en ese mismo instante, algo había cambiado. No podía poner su dedo en eso, pero sus sentidos se disparaban de izquierda a derecha.

—No me di cuenta de que querías estar en una relación.

—No dije que lo fuera a estar.

Él se enderezó.

—Entonces, ¿por qué vas a salir en una cita?

Ella lo miró fijamente, casi sin habla durante medio minuto.

—¿Por qué la gente sale en citas, Naruto?

—¿Para follar? —respondió.

Guau. No era exactamente a dónde iba con ese tren de pensamientos, pero escuchar eso salir de su boca la hacía sentir cálida en áreas que no necesitaban sentirse tibias. En absoluto.

—Iba a decir que para conocer gente nueva, pero quiero decir, supongo que si eso es lo que sucede, sucede.

No tenía idea de si eso sucedería, pero sabía que tendría que gustarle de verdad Gerald para que eso pasara, y esperaba que así fuera.

La cabeza de Naruto se inclinó hacia un lado.

—Entonces, ¿estás buscando un ligue?

—No estoy diciendo que estoy buscando activamente un ligue…

—¿Pero te retirarías si Gerald lo está?

—Pensé que estábamos de acuerdo en no tener esta conversación —le recordó.

—No sé lo que crees que acordamos. Quiero hablar de ti y Gerald —Se levantó del taburete y cruzó la cocina, viniendo directamente hacia ella— ¿Sabes cómo se ve?

—Um, sí, TenTen me mostró una foto —Apretó la mano sobre la botella de comino— Es lindo.

—¿Lindo?

Se detuvo frente a ella. Hina echó la cabeza hacia atrás.

—Sí.

—Interesante. —Dio un paso adelante y sus pies descalzos rozaron sus zapatos.

Ella se presionó contra el mostrador, todavía aferrándose a la estúpida botella de especias.

—No estoy segura de por qué encuentras algo de esto interesante.

Colocando sus manos a cada lado de sus caderas, él hundió su barbilla y de repente sus bocas se alinearon. Hina aspiró suavemente cuando su corazón amenazó con salirse de su pecho.

—¿Qué estás haciendo? —susurró.

—A punto de tener una conversación incómoda contigo otra vez.

—¿Y eso requiere que estés en mi espacio personal?

—Sí. —Una pequeña sonrisa dibujó sus labios.

—No creo que ese sea el caso.

Inclinó su cabeza ligeramente, y cuando habló, su aliento bailaba sobre sus labios, enviando escalofríos por su columna vertebral. ¿Se dio cuenta de lo cerca que estaban sus bocas? Mejor aún, ¿estaba loco?

—¿Sabes lo que no puedo imaginar? —preguntó.

—Supongo que me lo vas a decir.

Gruesas pestañas bajaron, protegiendo sus ojos.

—Lo haré. ¿Lista para ello? No puedo imaginarte ligando con un tipo llamado Gerald.

¿Qué tan enojado se volvería si le tirara el comino?

—¿Es porque crees que sigo siendo la pequeña Hina?

—Estoy bastante seguro de que dejé de verte como la pequeña Hina hace unos cuatro años.

Sus ojos se agrandaron. ¿Qué acababa de decir?

—De vuelta a mi punto. ¿Sabes por qué no puedo imaginarme a ti ligando con un tipo llamado Gerald?

—¿Por qué? —susurró.

Naruto se inclinó, rozando su nariz contra la de ella. Su pecho se elevó bruscamente mientras aspiraba aire.

—Eso allí mismo —dijo— Esa pequeña inhalación que acabas de hacer. Es por eso.

Un rubor dulce y embriagador recorrió el frente de su cuerpo. En lo único que podía pensar era en esos breves momentos en su taller. Él presionado contra ella, su mano apretando su cadera.

Esa no había sido su imaginación.

—Yo no…. No sé de qué estás hablando —dijo, tragando saliva.

—Sí, lo haces —Su nariz rozó la de ella otra vez, enviando otra fuerte oleada de escalofríos por todo su cuerpo, y luego se retiró— ¿Seguro que quieres salir en esa cita? —¿Qué cita?

Respirando pesadamente, lo vio alejarse y luego volverse. Tomó su batido y tomó un largo trago. Estaba a punto de preguntarle exactamente qué demonios estaba haciendo, pero el sonido de tacones atrajo su atención.

La maldita Kin entró en la cocina.

Había pocas llamadas de atención más fuertes que ver a Kin Otsutsuki. Su delgada figura se veía absolutamente elegante con un vestido azul pálido que complementaba su tono de piel. El cabello rubio helado estaba recogido detrás de sus orejas, mostrando relucientes pendientes de diamantes. La amenaza de Toneri surgió, y Hina se volvió hacia el cordero. Mirando la especia en su mano, se preguntó qué demonios planeaba hacer con eso.

—Estaba buscando a Neji —dijo Kin.

—No sé por qué crees que Neji estaría en la cocina. —Naruto colocó el batido en el mostrador.

Por las esquinas de sus ojos, podía verlo cruzando los brazos mientras se apoyaba en el mostrador.

—Bueno, tú estás en la cocina, ¿verdad? —El tono de Kin fue espeso y dulce como la melaza:

—Yo vivo aquí.

Kin se rió, pero Hina no estaba segura de lo que era tan divertido.

—Neji vive aquí, también. Podría estar en la cocina.

—Obviamente no conoces al hombre si crees que está aquí —El tono de Naruto era plano, como lo había sido cuando estaba molestándola por la cita— ¿Necesitabas ayuda con algo?

Hina rodeó a Naruto y abrió la nevera, agarrando el tomillo fresco que necesitaba cortar.

—Es muy amable de tu parte ofrecer. —La voz de Kin sonó más cerca.

Poniendo los ojos en blanco mientras levantaba la tabla de cortar, Hina miró a Naruto. Arqueó una ceja. Mordiéndose el labio para no sonreír, sacó el envase de la hierba. Era como si no existiera en la habitación y eso estaba bien para ella.

—Esperaba que pudieras ayudarme, en realidad —dijo Kin— Traje esta pintura que quería que Neji colgara en su oficina. Ya que no puedo encontrarlo, ¿podrías ayudarme?

—¿Intentaste buscarlo en su oficina?

—Por supuesto —Rio de nuevo, el sonido áspero— Incluso busqué al señor Hyuga, pero creo que debe estar en un descanso.

Hina recogió el cuchillo.

—Kakashi tiene la tarde libre —Se apartó del mostrador— Te ayudaré.

—Eso es muy amable de tu parte.

El brazo de Naruto rozó el de ella.

—Terminaremos nuestra conversación más tarde.

Hina no dijo nada mientras asentía, porque en lo que a ella le concernía su conversación ya había terminado. Porque su cita era algo que no iba a discutir con Naruto.

Naruto apenas escuchaba a Kin hablando de la pintura que tenía en su coche cuando salían por la puerta principal, donde estaba su BMW rojo.

—Está en el asiento trasero —decía— Es una sorpresa para Neji. ¿Crees que puedes colgarlo para mí?

—Voy a dejar que Neji se encargue. Es su oficina. —Tuvo cuidado de mantener una buena distancia entre ellos.

Kin abrió la puerta de atrás y Naruto se asomó. ¿Era enserio? La pintura era tal vez un pie de largo y un pie de ancho.

—¿No pudiste llevar esto?

—Es más pesado de lo que parece.

Se inclinó, recogiendo fácilmente la pintura envuelta con una mano. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y volvió a la casa. Kin se apresuró a alcanzarlo.

—Por favor ten cuidado.

—Está bien. Lo llevaré a su oficina. Puedes esperarlo en una de las salas de estar.

—¿Esperarlo como si fuera una invitada? —Puso una mano en el brazo de Naruto— Cariño, pronto seré tu cuñada. No necesito esperar en la sala de estar como si fuera una invitada.

Sacudiéndose de su toque, abrió la puerta principal.

—Hasta que te cases con él, eres una invitada en esta casa.

Se dirigió a las escaleras, pero Kin se lanzó delante de él.

—Mientras tengo tu atención, pensé que había algo de lo que necesitábamos hablar.

—No creo que haya algo de lo que tengamos que hablar —Era una lucha mantener el tono de voz— ¿Quieres que lleve esto arriba? Vas a tener que moverte.

Kin miró a su alrededor antes de dar un paso adelante, bajando la barbilla en lo que Naruto solo podía suponer que era un intento de parecer recatada.

—¿Te acuerdas de la universidad? Solíamos ser amigos.

—Nunca fuimos amigos, Kin.

—Eso no es cierto —Comenzó a colocar su mano sobre su pecho, pero él dio un paso atrás, y sus dedos se cerraron alrededor del aire— Bueno, supongo que era más cercana a Shion que a ti. Qué tragedia lo que le sucedió entonces.

Su mandíbula se apretó.

—¿Cómo diablos sabes eso?

La calculadora mirada de Kin se elevó a la suya.

—Oh, ¿no te habías dado cuenta de que sabía lo que le había pasado?

Todo lo que podía hacer era mirar a Kin. Ella chasqueó la lengua suavemente.

—¿Cuál era su nombre de nuevo? Oh. Lo recuerdo. Christopher Fitzpatrick. Me pregunto qué le pasó a él —Inclinó la cabeza hacia un lado— ¿No se… perdió? Qué conveniente es lo que les sucede a quienes han ido en contra de la familia Uchiha o a aquellos que les importan.