Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
15
Maldiciendo a su hermano y a sí mismo, observó a Hina deslizándose entre las cortinas y desapareciendo.
¿Qué demonios estaba haciendo Neji aquí?
Se reajustó a sí mismo, porque lo último que necesitaba era reunirse con su hermano con una furiosa y evidente erección, y después abrió las cortinas. Saliendo bajo el cielo nocturno, escudriñó la azotea y encontró a su hermano junto a una de las plantas altas. Tenía una bebida en la mano.
—¿Qué estás haciendo aquí arriba? —preguntó, caminando por la azotea.
—Ahí estas —Neji se volvió hacia él— Me dijeron que subiste aquí con una dama muy bonita. —Frunció el ceño, mirando alrededor— Tenía curiosidad.
—Escuchaste mal.
La mirada de Neji se deslizó de vuelta a la suya.
—Qué cosa tan extraña para haber oído mal.
No respondió a eso, porque había una buena oportunidad de que fuera a golpear a su hermano por interrumpir lo que se había convertido en uno de los mejores momentos de su vida.
—Si no estabas con alguien, ¿qué estabas haciendo?
Naruto exhaló por la nariz.
—Solo disfrutar de la soledad. Obviamente no funcionó para mí.
—¿En serio? —la respuesta de su hermano fue seca— Parece contra-productivo venir a un restaurante a buscar soledad.
—Sí cené —respondió Naruto— y después pensé en subir aquí.
Su hermano sonrió con suficiencia mientras tomaba un trago.
—Interesante.
Nada en la forma que lo dijo hizo que Naruto pensara ni por un segundo que creía una sola de las cosas que salían de su boca.
Neji confirmó sus sospechas un segundo después.
—El camarero que te mencionó dijo que estabas con una jovencita.
Naruto se quedó quieto y no de una buena manera.
—Dijo que era muy bonita con esos grandes ojos grises —continuó Neji— Me recuerda a alguien que ambos conocemos.
—Conoces a un montón de chicas bonitas.
—Lo hago —Le echó una mirada a Naruto— Pero no tantas a las que subirías aquí arriba. Solo puedo pensar en una.
Naruto no dijo nada. El silencio cayó entre ellos y después Neji preguntó:
—¿Qué estás haciendo, Naruto? Esperaría algo como esto de Sasuke, bueno, antes de que conociera a Sakura. Nunca me preocupé de que tú pasaras tus tardes con una...
—Cuidado cómo terminas esa frase —advirtió Naruto.
—Así que, ¿es verdad? —Neji le encaró— No te molestes en mentir. Tienes este ridículo hábito de defender a Hina desde que era una niña y se metía en problemas.
Naruto no dijo nada.
—¿En qué estás pensando? —demandó Neji una vez más— Espera. Lo tengo. Tiene veintidós y es hermosa. ¿Qué hombre no estaría interesado? Pero tú de todas las personas deberías saberlo mejor. Correrse no significa...
—Suficiente —gruñó Naruto, dando un paso hacia su hermano— No voy a debatir de Hina contigo. Ni ahora. Ni nunca.
Su hermano inclinó la cabeza. Pasó un momento.
—Estoy aquí con unos cuantos de los miembros de la junta. Desde que parece que no estoy interrumpiendo nada, por qué no te nos unes. ¿Al menos por una bebida o dos?
La mandíbula de Naruto se apretó. Unirse a su hermano es lo último que quería. Preferiría encontrar a Hina. Se sentía como la mierda por echarla de esa manera, pero no quería que Neji los encontrara así. Neji esperó.
—Bajaré en un momento —dijo.
—Estaremos esperando.
Naruto vio a su hermano desaparecer mientras sacaba su teléfono del bolsillo, abriendo sus mensajes. Después de pensar qué decir, le mandó a Hina un mensaje rápido.
Los siento por eso. Envíame un mensaje cuando puedas.
Naruto miró el mensaje por un momento y después maldijo. Hizo que sus pies se movieran y después se dirigió abajo para encontrarse a su maldito hermano. Ella no había respondido para cuando se encontró con su hermano en la mesa, prácticamente manteniendo una maldita corte, y mientras los minutos se convirtieron en horas, no respondió.
Hina se sentía... asquerosa.
No enferma asquerosa, sino del tipo que había hecho algo mal y tenía que darse una ducha. Se había sentido así antes, hace cuatro años, y después de la noche del viernes, se estaba sintiendo así de nuevo… Y si no era una llamada de advertencia, no sabía lo que era.
Cuando ese estúpido reportero había hablado acerca de gente buena que salía herida, estaba segura que no se refería de esta manera, pero había estado en lo cierto. Su corazón dolía.
Eso la enfadaba, porque se había traído eso a sí misma. Realmente lo había hecho, porque ¿en qué narices había estado pensando para tontear con Naruto? ¿Por qué en el mundo pensó que su corazón no se iba a involucrar? Ni siquiera sabía porqué estaba sorprendida o decepcionada por el hecho de que no quisiera que Neji le viera con ella. Incluso cuando él clamaba que no le preocupaba, lo hacía. Y a ella le preocupaba que lo descubrieran, porque... no quería sentir como si tuviera que esconder esta cosa con Naruto. Pero la verdad era que había estado escondiéndose. Así que Hina ignoró los mensajes de Naruto el sábado, encerrándose en su habitación y enfocándose en empaquetar las pocas pertenencias que no estaban almacenadas. Después terminó el brazalete, pintándolo de rojo para que combinara con la bolsa que le había dado TenTen. La colocó en una pieza de cartón arrancado y la dejó fuera para secar.
Después de tomar una ducha rápida, cogió su bolso y se dirigió escaleras abajo. Su madre estaba en la sala de estar, hojeando una revista. El color estaba empezando a regresar a sus mejillas.
—Me dirijo afuera para agarrar algunas cajas más. ¿Necesitas algo?
Su madre miró hacia arriba, sacudiendo la cabeza.
—No, pero gracias.
Caminó hacia ella, besando su mejilla.
—Te ves bien hoy.
—Me siento bien. —Su madre sonrió cuando Hina se enderezó— Estoy pensando en salir al patio y quitar las malas hiervas.
—¿Y qué dirá papá sobre eso?
Su madre bufó.
—Si sabe lo que es bueno para él, no dirá otra cosa excepto "Elimina la maleza, cariño".
Hina rio, sabiendo que eso no era lo que su padre iba a decir.
—Los veo luego.
El cielo estaba nublado mientras Hina caminaba por delante de su viejo Ford. Esperaba que su madre no estuviera fuera si empezaba a llover. Los resfriados se convertían en neumonía cuando tu sistema inmune había sido destruido por la quimio.
Saliendo del camino de entrada, Hina sabía de un lugar que tenía muchas cajas vacías y ese era el taller de Naruto. Dudaba seriamente que estuviera ahí a esta hora, tan cerca de la cena. No es que estuviera evitándolo, porque en serio, iba a tener que verlo el lunes. Simplemente no sabía qué decirle en este momento.
El tráfico hizo la conducción a su tienda más larga de lo necesaria, pero estuvo aliviada al encontrar aparcamiento en la misma cuadra. Quitando la cerradura a la puerta principal, respiró hondo y ojeó dentro. La planta principal estaba a oscuras. Alivio fluyó a través de ella. Cerrando rápidamente la puerta detrás de ella, la bloqueó y se apresuró hacia el pasillo de atrás, hacia una pequeña habitación donde sabía que Naruto tenía almacenadas cajas deshechas.
Cruzó la planta principal, sin dudar. Todo lo que quería era conseguir las cajas y salir. Alcanzando el pasillo, miró la puerta cerrada a unos cuantos pasos del pasillo, la que sabía que se dirigía a la oficina de Naruto. Sacudiendo la cabeza, alcanzó la otra puerta y la abrió. Hina dio un paso cuando su corazón se lanzó a su garganta al momento en que la puerta de la oficina se abrió.
Naruto salió al estrecho pasillo.
Mierda.
Eso era todo lo que podía pensar. Mierda.
Pasaron varios segundos mientras se miraban fijamente.
—¿Por qué has esto ignorando mis mensajes? —preguntó… no, demandó.
Su columna se enderezó.
—¿Por qué estás aquí?
Levantó una ceja.
—Es mi taller.
—Sí, pero todas las luces estaban apagadas, y estabas en tu oficina, con la puerta cerrada, y… y eso. —La última parte sonó tonto para sus oídos.
—Estaba en mi oficina, porque necesitaba encontrar una orden de alguien que llamó. Las luces no están encendidas, porque no había planeado trabajar —respondió— Y tú no has respondido a mi pregunta. ¿Por qué has estado ignorando mis mensajes?
—No he estado ignorando tus mensajes —mintió— He estado ocupada. De hecho, sigo muy ocupada. Empaquetando. Vine aquí para agarrar algunas cajas adicionales que vi.
—Tonterías —Caminó hacia delante, y desde que el pasillo no era tan grande, estaba ahí mismo, cerniéndose sobre ella— Te he mandado mensajes cinco veces.
—No —dijo— Enviaste mensaje...
—Tres veces hoy y dos veces la noche anterior, y la última vez que lo comprobé, tres más dos es igual a cinco.
Sus ojos se entrecerraron.
—Pensé que te referías hoy, astuto.
—Nadie está demasiado ocupado para devolver un maldito mensaje.
Eso era cierto.
—Lo que sea. Simplemente necesito coger algunas cajas... — Empezó a girarse, pero cogió su mano. Sus ojos fueron hacia los suyos— En serio. Solo quiero agarrar unas cajas y salir de aquí.
Sus hombros se tensaron.
—Estás enfadada.
Hina estaba a punto de negarlo, pero entonces, lo dejó salir. Todos esos feos sentimientos que había estado cocinando desde la noche anterior explotaron fuera de ella.
—Anoche me hiciste sentir como la mierda —dijo, sacudiendo su mano para liberarla de la de él— Como si fuera algo que esconder, algo de lo que avergonzarte…
—No me avergüenzo de ti, Hin. —Sus ojos se ampliaron— ¿Cómo podrías pensar eso?
—¿En serio? —Se rio— Literalmente me quitaste de encima y me dijiste que corriera antes de que Neji nos encontrara. ¿Cómo se supone que me haga sentir?
—¿Realmente querías que Neji nos encontrara así? —preguntó— ¿Neji?
—Obviamente no quería ser encontrada con mis tetas fuera para que el mundo lo viera...
—Me alegro de que estemos en la misma página en lo referente a eso.
Ignoró eso.
—Pero tampoco me gusta que me hagan sentir que tengo que esconderme, y eso es lo que tuve que hacer.
Sus ojos buscaron los de ella.
—No quería que te sintieras de esa manera.
—Bueno, lo hice —Se cruzó de brazos, sacudiendo la cabeza mientras la frustración aparecía— ¿Qué diablos estamos haciendo, Naruto?
Él se calló. Su pecho se levantó con una respiración dolorosa.
—¿Alguno de tus hermanos sabe esto? ¿Lo que sea esto? No. Tampoco mis padres. Supongo que es porque no estamos en una relación, ¿verdad?
Naruto miró a otro lado, un músculo se flexionó en su mandíbula.
—Así que, ni siquiera sé porqué estoy enfadada o decepcionada, porque no es como si hubiéramos hablado acerca de qué infiernos estamos haciendo.
—Estamos hablando ahora.
La risa de Hina fue áspera.
—Sí, bueno, es un poco tarde para esto.
—¿Lo es? —Su mirada se deslizó de vuelta a la de ella— ¿Cómo es que es demasiado tarde cuando ahora mismo estamos hablando de esto?
—¡Porque estamos hablando ahora de esto! —Tomó una lenta y uniforme respiración— Como la noche anterior no fue ni siquiera una cita. Fue una cena para celebrar que he conseguido un apartamento, pero...
—¿Cómo que no fue una cita? —disparó de vuelta— Salimos. Cenamos. Te hubiera recogido, pero fuiste tú quien fue tajante contra eso.
Abrió la boca. Bueno, mierda. Tenía un punto ahí.
—Y estábamos llegando a la parte de la noche en la que realmente se sentía como una cita antes de que fuéramos interrumpidos.
—¿Quieres decir cuando me pediste que saliera corriendo antes de que tu hermano nos encontrara?
Las aletas de su nariz se abrieron.
—Mira, entiendo que manejé esto mal, y sí, me sentí como la mierda después. Estaba intentando protegerte.
—¿En serio? ¿O estabas intentando protegerte a ti mismo?
La mandíbula de Naruto se endureció. Pasó un momento.
—Supongo que estaba intentado protegernos a ambos.
Le miró fijamente, insegura de cómo se sentía con eso.
—No quería que tuvieras que lidiar con Neji. Lo conoces. Hubiera dicho algo increíblemente ofensivo, porque así es como es —continuó Naruto— Pero no debería haberte echado. Eso estuvo mal, porque no estoy tratando de esconderte.
—¿No lo estás? —El nudo estaba de vuelta en su garganta.
—Esta situación no es fácil, Hina. Lo sabes —Pasó una mano por su pelo mientras su cabeza daba una pequeña sacudida— Todo lo que sé es que… mierda, no puedo parar de pesar en ti. Cuando no estás delante de mí, me pregunto dónde estás y qué estás haciendo. Y cuando estás cerca de mí, me toma literalmente todo en mí para mantener mis manos lejos de ti. Sé que te deseo más de lo que he querido a nadie en mi vida. —Retrocedió como si sus propias palabras le sorprendieran.
Lo que dijo… guau. ¿Más que nadie en su vida? ¿Más que Shion? Porque si ese fuera el caso, esto era enorme, pero esto… esto era lujuria. Era sexo. No era romance. Estaba segura como el infierno que no era amor.
¿Amor? ¿Cuándo entró el amor en el juego?
Sus hombros se cuadraron. No se mentiría a sí misma más tiempo. El amor estaba envuelto, porque si anoche había herido su corazón era porque su corazón estaba abierto a él.
—Dices todo eso —dijo ella—, pero ni siquiera me has besado, Naruto.
—¿Qué? —Parecía confuso.
—Besarme. En los labios con tus labios —explicó, poniendo los ojos en blanco—. Así que no te quedes ahí de pie y me digas…
Se movió tan rápido que se preguntó si tenía poderes especiales. Antes de que siquiera pudiera tomar su próximo aliento, sus manos estuvieron en sus mejillas y estaba inclinado su cabeza hacia atrás.
Y después su boca estaba en la de ella. Era solo un beso, su primer beso, pero Hina supo en el momento en que su boca tocó la de ella, nunca la habían besado así.
Sus labios estaban sobre los de ella y no había nada suave y dulce en este beso. Oh no, este beso la marcó en segundos. Su boca se movió a lo largo de la de ella mientras sus dedos jugaban a través de sus mejillas. Todo lo que habían estado discutiendo unos segundos antes desapareció, y era solo él finalmente, finalmente, besándola. El cuerpo de Hina, su corazón y cada parte de ella, se hicieron cargo. Levantándose sobre las puntas de sus zapatos, envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras le devolvía el beso.
Naruto se estremeció, y Hina pensó que podría haber dejado de respirar en ese mismo momento. Su mente se tambaleó y sus sentidos giraron; tembló cuando el beso se profundizó, y cuando la punta de su lengua rodó sobre la de ella, estaba perdida. Y había tenido razón. Nunca la habían besado así, como si la estuviera probando y fuera suya. Un sonido casi primitivo retumbó dentro de él.
Naruto levantó la cabeza, respirando pesadamente.
—Tienes razón. No te he besado. No debería haber esperado tanto tiempo.
Y luego la estaba besando de nuevo.
Hubo un breve segundo donde a Hina le preocupaba que esto no fuera inteligente. Su corazón, oh Dios, su corazón estaba en esto y sabía lo que eso significaba. Ella… lo amaba, y todo lo que él decía de ella no significaba que sintiera lo mismo, pero no podía contenerse. Hina quería esto desesperadamente. Siempre quiso esto
Naruto deslizó las manos sobre sus mejillas, bajó por sus brazos, llegando hasta sus caderas. La levantó, y el instinto se hizo cargo. Envolviendo sus piernas alrededor de su cintura, se sostuvo mientras Naruto se giraba, presionándola contra la pared detrás de ellos. Su estómago se hundió como si estuviera en la parte más alta de una montaña rusa. Su cabeza se inclinó, profundizando el beso una vez más mientras mecía sus caderas contra las de ella. Sus dedos se enredaron en los suaves bordes de su cabello mientras gemía en su boca. Su corazón estaba acelerado, su pulso palpitaba mientras sus piernas se apretaban a su alrededor.
Los movió a un lado, golpeando algo que estaba apoyado allí. ¿Una escoba? No estaba segura. Se estrelló contra el suelo, y Naruto se echó a reír en el beso mientras la apartaba de la pared. Sus manos cayeron a su trasero y apretaron mientras comenzó a caminar. Un alboroto de sensaciones se disparó a través de ella cuando la mantuvo allí, devorándola mientras los llevaba a la oficina.
Solo había entrado una vez, sabía que había una mesa, algunas sillas y un sofá. Tenía la sensación de que era donde la estaba llevando, y estaba muy de acuerdo con esa idea.
Cayeron hacia atrás, sobre el sofá, sus labios no se separaron cuando se hundieron en los suaves cojines. Acercándose, él agarró sus muslos, su mano abriéndose y cerrándose, y luego levantó su pierna, enganchándola alrededor de su cintura. Su boca aún reclamaba la de ella mientras rodaba las caderas, presionando hacia donde ella palpitaba por él. Ella inclinó sus caderas, buscando lo que ambos querían. Él respondió con un gemido irregular. Los labios de él quemaron los suyos mientras rebuscaba bajo de su camisa, la piel áspera de su mano quemando su piel. La presión de él empujando contra ella era casi demasiado, pero nunca suficiente. El agarre en su muslo casi le dolió mientras se movían uno contra el otro, las manos de ella enredadas en su cabello, él tirando de la copa de su sujetador a un lado y cerrándose alrededor de su dolorido pecho.
Entonces su boca dejó la de ella, bajando un sendero caliente por su garganta. Alcanzó el cuello de su camisa mientras tiraba de su pezón.
—Naruto. —Arqueó la espalda, gritando.
Él se meció hacia atrás, sacando su mano de su camisa. Por un breve y decepcionante segundo, temió que fuera a detener.
—Quítate. La. Camisa. Ahora.
De acuerdo, entonces definitivamente no se estaba deteniendo. Antes de que incluso se moviera, él ya estaba quitándose la camisa sobre la cabeza y tirándola a un lado. Sus ojos se ensancharon cuando sus manos cayeron al botón de sus jeans.
—Ponte al día, cariño —dijo él.
Hina se incorporó lo más que pudo y alcanzó su camisa, pero al parecer no se movía lo suficientemente rápido porque él casi se la arrancó.
Maldición.
La atrapó antes de que se recostara, envolviendo su mano alrededor de su cabeza, manteniéndola en su lugar mientras su boca se movía sobre la de ella una vez más. Su otra mano no estaba en nada bueno, encontrando el cierre a lo largo de la parte posterior de su sujetador. Obviamente, tenía mucha experiencia en ese departamento, porque en cuestión de segundos, lo tenía desenganchado. Con una sola mano. Las correas se deslizaron por sus brazos. Las alcanzó entre ellos, enganchando sus dedos a lo largo del centro de su sujetador. Lo liberó, y eso también golpeó el suelo.
Luego la soltó.
Ella se recostó sobre sus codos, sus labios hinchados mientras lo observaba mirarla, su intensa mirada se sentía como un toque.
—Te necesito. Mierda, Hina. Te necesito tanto —dijo, sus ojos ardiendo cuando se encontraron con los de ella— No tengo un condón conmigo, pero estoy limpio.
Su corazón se lanzaba contra su pecho tan rápido y fuerte que pensó que podría tener un ataque al corazón.
—Estoy tomando la píldora.
—Jodidamente gracias. —Se inclinó sobre ella, colocando una mano junto a su cabeza. Los músculos de su brazo se tensaron— ¿Quieres esto? Si no quieres llegar tan lejos, podemos detenernos. Ahora mismo. Sólo dime.
—Sí. Quiero esto —No dudó. Ni por un maldito segundo, y probablemente se arrepentiría de eso más tarde, pero no en ese momento— Te deseo.
Naruto se vio como si murmurara algún tipo de oración y luego estaba balanceándose del sofá. Ella se volvió, incapaz de mirar hacia otro lado mientras él se quitaba los pantalones, calzoncillos y todo, y después estaba de pie ante ella, completamente desnudo. Miró su erección mientras se mordía el labio.
—Sigues mirándome así, esto va a terminar antes de que comencemos.
Oh, Dios.
Forzó su mirada hacia él.
—Eso sería decepcionante.
—Exactamente —Su rostro estaba tenso— Levántate.
Un fino escalofrío la recorrió mientras hacía lo que le pidió. Le quitó sus pantalones y la tuvo desnuda en un tiempo récord. En serio, si se tratara de un deporte olímpico, habría obtenido una medalla de oro.
Comenzó a reír, pero entonces él la estaba besando de nuevo y poniéndola sobre su espalda, acomodándose entre sus piernas. Podía sentirlo, duro contra la parte más suave de ella.
Hina se tensó, preparándose para que la penetrara, como había sido esa noche, pero no fue lo que sucedió. Naruto la besó de nuevo, pero este beso era... Era diferente. Lento. Dulce. Afectuoso. La besó como si la atesorara, y siguió besándola hasta que se sintió relajada.
Entonces su boca dejó la de ella. Besando y mordisqueando su piel, se abrió camino por su garganta. Los bordes de su suave cabello rozaban la curva de su pecho, estirando sus nervios. Metió el pezón en su boca mientras deslizaba su mano libre entre sus muslos, y cada parte de su cuerpo cobró vida. El placer rodó a través de ella cuando sus uñas se clavaron en su cabello. El jadeo de Hina se convirtió en un gemido cuando empujó su dedo dentro de ella. Sus caderas casi se desprendieron del sofá cuando se movió hacia su pecho y lo introdujo profundamente en su boca. Su cuerpo se apretó alrededor de su mano mientras un estremecimiento tenso y caliente la sacudió. La estaba volviendo loca, moviendo su mano lentamente y torturándola con su boca y lengua. Hina gimió su nombre mientras mecía las caderas contra su mano.
Una sonrisa satisfecha le partió los labios mientras levantaba la cabeza.
—Maldita sea. Me encanta escucharte decir mi nombre cuando tengo mi dedo dentro de ti.
El placer se disparó cuando deslizó otro dedo dentro.
—Dios, estás tan mojada —Su pulgar pasó sobre la concentración apretada de los nervios, inundando su cuerpo con calor húmedo— Estás lista para mí.
—Sí —Agarró un puñado de cabello, arrastrando su boca hacia la de ella. Un estremecimiento corría por sus venas— Ahora —dijo contra su boca— Te quiero ahora.
Él hizo ese sonido de nuevo cuando retiró sus dedos, y luego lo sintió de nuevo, duro y caliente en su centro. El brazo que empujaba en el sofá se sacudió cuando rompió el beso, presionando su frente contra la de ella. Empujó lentamente hacia adentro.
—Oh, Dios —jadeó, agarrando sus brazos mientras avanzaba lentamente, estirándola. La mordida del dolor se mezcló con el placer, girando juntos.
Naruto se detuvo.
—¿Estás bien?
—Sí —Apartó un trozo de su cabello hacia atrás— Solo ha sido un momento. Como un momento realmente largo.
Naruto se estremeció.
—Sé que me convierte en un idiota, pero no tienes idea de lo mucho que quiero follarte después de escuchar eso.
Hina tembló.
—¿Más que antes?
—No creí que eso fuera posible. —La besó—. Pero sí.
Ella deslizó su otra mano por su brazo, curvando sus dedos alrededor de su antebrazo.
—Entonces hazlo.
Naruto levantó la cabeza, y esos ojos verde mar ardían.
—¿Hacer qué, Hina?
Nunca en su vida había pronunciado esas palabras, pero lo hizo en ese momento, sin una onza de vergüenza.
—Fóllame.
Sus caderas empujaron casi por reflejo. Los ojos de Naruto se cerraron mientras gemía. Empujó hacia adentro, y ella lo tomó, levantando sus rodillas y enganchando sus piernas alrededor de su cintura mientras él se hundía hasta el fondo.
Durante un largo momento, ninguno de ellos se movió. Sus cuerpos estaban al ras, cadera a cadera, pecho a pecho. Podía sentirlo palpitando profundamente dentro de ella, y luego comenzó a moverse. Su enorme cuerpo tembló cuando se retiró lentamente y luego se balanceó hacia adelante, ocasionando que la espalda de Hina se arqueara.
—Dios —gimió— Te sientes... Dios, te sientes muy bien.
Él también. Quería decirle eso, pero estaba más allá de las palabras en ese momento, completamente perdida mientras él establecía un ritmo lento que la llevó al punto de ruptura, pero no del todo. Su boca encontró la de ella una vez más. Inclinando sus caderas, se encontró con cada profundo embiste hasta que no pudo, hasta que el ritmo se aceleró y su cuerpo estaba sosteniendo el de ella.
La mejilla de Naruto presionó la de ella mientras el sofá chillaba debajo de ellos y golpeaba la pared. Podía sentirlo hinchándose y apretándose con cada respiración que tomaba. La tensión creció profundamente dentro de ella cuando le clavó los talones en la espalda, instándole a moverse más rápido y con más fuerza, y él respondió.
Se sintió como si todos los músculos de su cuerpo se tensaran y la bobina que giraba profundamente dentro de ella se desplegara a un ritmo vertiginoso. No hubo una acumulación lenta para el clímax. Los embistes profundos la enviaron al borde.
Gritando mientras el placer más intenso la envolvía en apretadas y cálidas olas, todo lo que podía hacer era aferrarse mientras sus caderas la golpeaban en un ritmo que se estaba rompiendo.
—Naruto... oh Dios, no puedo...
Su cabeza retrocedió cuando Naruto pasó un brazo por debajo de sus hombros, acercándola a él mientras apoyaba sus caderas en ella. No podía decir si estaba teniendo otro orgasmo o si era el primero que todavía la estaba destruyendo. Cayó hacia atrás, con los ojos cerrados, el cuerpo casi flácido. Su nombre fue áspero en sus labios cuando se retiró en lo que pareció el último segundo, empujando su excitación contra su estómago mientras se venía, pulsando contra su estómago.
Naruto apoyó su peso en un brazo, sus caderas aún sacudiéndose cuando sintió que él le besaba el hombro. Pasó un momento y luego le besó la comisura de sus labios.
Hina respiró hondo.
—Eso fue… un increíble beso.
Naruto miró hacia el techo, escuchando cómo la lluvia golpeaba el techo mientras pasaba sus dedos por el brazo de Hina. Su cálido aliento bailaba a lo largo de su brazo. Estaba de espaldas, recostada entre él y la parte de atrás del sofá, y él estaba de lado, apenas acostado del sofá. Su brazo estaba debajo de sus hombros y ella estaba usando su bícep como almohada, pero no le importaba. Nunca había estado más cómodo en su vida. Y el sexo nunca se había sentido así en su vida. Ni siquiera con Shion.
Estaba un poco sorprendido de cómo ese pensamiento no lo atravesó como un látigo con punta de púa. Simplemente estaba allí. Un pensamiento. Un pasado. Nada más. Nada menos.
Naruto apartó la mirada de su rostro. La había limpiado con su camisa, pero ninguno de ellos estaba tapado. Sus pechos se levantaban y caían con respiraciones profundas y uniformes. Amaba esos pequeños pezones regordetes. Sintió que su pene cobraba vida mientras su mirada se dirigía hacia donde se extendían sus muslos. Estaba casi desnuda entre los muslos. Sólo un poco de vello. Ya lo sabía. Obviamente, pero al verla, toda ella, tendida junto a él, completamente cómoda, era algo completamente diferente.
Su mirada encontró su camino de regreso a sus pechos. La piel profunda y rosada de sus pezones le hizo agua la boca.
—¿Estás mirando mis pechos? —preguntó ella, con voz suave.
Sonrió cuando su mirada voló a su cara. Su cabeza todavía estaba apartada de él, pero podía ver que sus ojos estaban cerrados.
—Tal vez.
—Creo que lo estabas haciendo.
—No era lo único que estaba mirando.
Volvió la cabeza hacia él. Sus pestañas se abrieron de golpe, y luego se quedó mirando esos hermosos ojos grises.
—Eres un viejo sucio.
—Maldita sea que sí.
Apretó su pene contra su muslo. Sus ojos se ensancharon un poco.
—¿Estás duro?
—Casi —Levantó su mano a su mejilla— Tengo una hermosa mujer desnuda acostada junto a mí. Voy a estar en un estado permanente de dureza.
Ella se rió suavemente. Mirando por encima del hombro al reloj de la pared, él suspiró.
—¿Tienes que estar en algún lugar?
—No, pero probablemente debería enviarle un mensaje de texto a mi madre —dijo bostezando— Le dije que iba a conseguir cajas.
—¿Quieres que tome tu teléfono? Creo que tu bolso está en algún lugar en el suelo.
—Todavía no —dijo— Porque eso significa que tendrías que moverte, y estás cálido, y yo estoy cómoda.
Bien. Tampoco quería moverse.
Demonios, Naruto no quería dejarla ir.
Ese pensamiento pareció salir de la nada, pero en realidad fue así. Lo apartó a un lado.
—¿Tienes hambre?
Ella hizo una especie de sonido no comprometedor y levantó un hombro, que sacudió sus pechos, y ahora su pene estaba duro como una roca.
Genial.
Sus ojos se habían vuelto a cerrar. Trazó su labio inferior. Probablemente deberían hablar. Estaba seguro de que en realidad no habían resuelto nada, pero ¿cómo hablar podía resolver las cosas? Tenía la sensación de que hablar empeoraría las cosas, porque ella había estado muy cerca de tocar el tema de lo que eran, y no tenía una respuesta para ella. Su jodida cabeza era un desastre cuando se trataba de esta mujer.
Naruto cerró los ojos cuando una aguda sensación de desesperación se apoderó de él. La sensación de que había una fecha de vencimiento en esto, en ellos, era difícil de ó en lo que Neji le había dicho la noche anterior. ¿En qué estaba pensando? Debería centrarse en conseguir un lugar en Baton Rouge y construir una nueva vida con su hijo. No esto, no construir una vida con Hina.
Naruto nunca planeó apartar a Boruto de sus abuelos. Por eso estaba buscando un lugar en Baton Rouge. Eventualmente, quería que su hijo viviera con él a tiempo completo, pero eso tomaría tiempo. Más de tres meses, y la cosa era que tal vez nunca hubiera suficiente tiempo para que los Rothchild lo cedan. Si los Rothchild pelearan con él y lo llevaran a la corte, no se vería bien si Naruto estuviera saliendo con una mujer mucho más joven. Naruto lo sabía, sabía que la gente hacía cosas terribles para proteger a los que amaban. Demonios, había hecho algunas cosas feas para proteger a la gente. Aunque no era Neji. Tenían el poder y el dinero a su alcance para asegurarse de que no habría problemas con la custodia, pero no le haría eso a su hijo. No les haría eso a los padres de Shion que habían perdido a su propia hija.
Era una situación jodida.
Una quemazón se centró sobre su pecho. Lo que estaba haciendo era injusto para Hina. Naruto la deseaba, pero sabía que no iba a poder quedarse con ella, porque ella querría más. Merecía más, y no tenía eso en él. Se preguntó si alguna vez lo tuvo, incluso con Shion. Tendría que renunciar a ella.
Sus ojos se abrieron al sentir el movimiento de su lengua en su pulgar. Sus miradas se conectaron cuando ella atrajo su pulgar hacia su boca, chupando lo suficiente como para enviar un estallido de pura lujuria a su pene.
Mierda. Todos los pensamientos se evaporaron.
Se alzó sobre su codo, con la mirada pegada al lugar en el que esos exuberantes labios estaban envueltos alrededor de su pulgar.
—Te voy a follar —dijo él.
Los ojos de Hina se cerraron mientras gemía alrededor de su pulgar.
Mierda. Eso era lo más caliente que había visto y escuchado en mucho tiempo.
Manteniendo su mano enroscada alrededor de su barbilla y su pulgar en su boca, la puso sobre su estómago. Se aferró a su cadera, levantando ese dulce trasero en el aire.
—No te muevas —dijo, y una vez que estuvo seguro de que estaba de rodillas, tomó su pene y se dirigió a la parte más bonita de ella. Sacó el pulgar de su boca y rodeó su brazo con sus hombros, manteniéndola en su lugar.
Recordó lo apretada que había estado, así que cuando se acomodó dentro de ella, lo hizo lentamente, dándole tiempo para adaptarse a su tamaño. Luego ella sacudió su trasero, inclinándolo de nuevo sobre su pene.
Naruto aspiró aire.
—Pensé que te dije que no te movieras.
—No puedo evitarlo —dijo, haciendo un círculo estrecho y lento con sus caderas— Te sientes muy bien.
Naruto se quedó quieto mientras se mecía hacia atrás, montando su pene. Viendo su trasero moverse… Sí, esto no iba a durar mucho. De ningún modo.
Usando su mano, detuvo sus caderas mientras bajaba su boca a su oreja.
—Te voy a follar ahora. Duro, cariño. Te voy a follar duro.
Hina se estremeció. Y eso fue lo que hizo, No hubo acumulación lenta. Esto no fue una seducción lenta. La folló con fuerza, penetrándola, empujado por la forma en que su espalda se inclinaba y sus suaves gemidos llenaban la habitación.
Sabía que debía frenar. Ella había dicho que había pasado un tiempo, pero no podía. Su sangre latía con fuerza y ella se sentía demasiado bien, tensándose y apretándose contra él. Buscó a su alrededor, encontrando su clítoris, jugando con ella mientras la embestía.
Sus gritos se hicieron más fuertes mientras empujaba sus caderas hacia él, montándolo tan fuerte como lo estaba haciendo con ella. El sofá iba a hacer un maldito agujero en la pared, pero no podía detenerse.
La vas a perder.
Un escalofrío recorrió su espalda.
Naruto perdió toda apariencia de control cuando sintió su espasmo a su alrededor. Retirando su mano, la sujetó, una mano en su espalda baja, la otra levantando sus caderas. Empujó dentro de ella una y otra vez, sintiendo como si perdiera un poco de su mente mientras su liberación lo impulsaba.
Sintiendo que perdió un poco de sí mismo.
