Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
16
Hina se había puesto muy nerviosa cuando le envió un mensaje de texto a Naruto el domingo por la mañana y le preguntó si quería reunirse con ella en el refugio. Una parte de ella esperaba que él rechazara su oferta, pero eso no fue lo que sucedió. Su respuesta había sido inmediata y ahora estaban frente a Ned Rivers, con correas en la mano. Ned era uno de los supervisores voluntarios en el refugio de animales, un anciano que había crecido en la ciudad y había tenido una mala racha en sus años de juventud, que incluyó una estadía en prisión. Mientras pasaba el tiempo, había participado en un programa que incluía perros de rescate y desde entonces había dedicado su vida a una segunda oportunidad.
Y de eso se trataba este refugio. Segundas oportunidades… Parecía extrañamente apropiado estar allí con Naruto.
En este momento, Ned le estaba dando a Naruto una mirada especulativa. Hina confiaba en que no tenía nada que ver con ser la primera vez que Naruto estaba aquí, sino más bien sobre quién era él. Muy pocos lugareños no sabían quiénes eran los Uchiha.
—Gracias, Ned —Hina tomó la correa mientras el anciano miraba a Naruto— ¿Quién necesita el ejercicio hoy?
—¿Además de mí? —bromeó Ned, sonriéndole— Fusion y Diesel —Echó un vistazo en dirección a Naruto— Son Pitbulls de tamaño completo. ¿Crees que puedes manejarlos?
Naruto le dio una media sonrisa.
—Espero que sí.
—Estarás bien. —Hina sonrió a escondidas mientras le quitaba la correa a Ned— Fusion y Diesel son solo bebés grandes.
—Sus nombres no dan esa impresión —comentó.
Ned resopló mientras recogía un archivo de su escritorio, pero mantuvo la boca cerrada. Hina enganchó su brazo alrededor de Naruto y lo sacó de la puerta principal de la oficina.
—No creo que le guste al tipo —dijo Naruto mientras rodeaban el exterior del edificio, acercándose al sonido de los perros ladrando.
—No te conoce.
Hina le soltó el brazo mientras se acercaban a la gran cerca de alambre que rodeaba la perrera. Si los de Vincent no fueran tan conocidos en todo el país, habría pasado como cualquier voluntario normal, vestido con holgadas sudadera gris y camisa lisa.
Dios mío, con eso se veía bien vestido. Lentes de sol de plata puestas, con el pelo recogido hacia atrás en la nuca en un pulcro moño. Por otra parte, casi siempre se veía bien.
—Gracias por venir —le dijo ella, deteniéndose frente a la puerta.
Uno de los trabajadores se apresuró a abrirla.
—No hay problema. Estaba despierto y no tenía algo programado.
Hina sonrió al trabajador que hizo una doble toma en la dirección de Naruto.
—¿No irás al taller?
—Más tarde —Colocó una mano en su espalda baja mientras caminaban por la puerta abierta— ¿Tú?
Ella levantó un hombro.
—Tal vez.
—Deberías.
Su mano se arrastró sobre su cadera, causando que temblara. Hina se mordió el labio mientras caminaba hacia las perreras.
—¿Hay alguna razón por la que crees que debería?
—Infinitas razones.
Se detuvo para acariciar a un golden retriever y miró por encima del hombro a Naruto.
—¿Una de esas razones involucra un sofá?
Esos lentes de sol le tapaban los ojos, pero podía sentir su mirada cachonda.
—Puede. Pero también hay un escritorio que creo que se sentía solo anoche.
Ella rió mientras rascaba debajo de la barbilla al retriever. Después de unos momentos, apartó su mano, y el retriever se quejó.
—Ya has tenido tu paseo, bebé. Lo siento.
La punzada en su corazón mientras se alejaba del pobre perro no era nada nuevo. Se encontró con el trabajador en las dos últimas perreras, y en unos momentos Diesel y Fusion eran todo patas y colitas moviéndose mientras olfateaban los zapatos de Naruto.
—Espero que eso signifique que les gusto —Los miró fijamente.
—Son todos parecidos. Los Pitbulls son perros amistosos —le dijo, llevándolos a la gran extensión de césped— Sin embargo, tienen una mala reputación.
Naruto estaba sonriéndole al Pitbull con manchas blancas y negras.
—¿Cuál es este?
—Ese es Diesel.
—Es muy fuerte.
Diesel estaba emocionado tirando de la correa, olfateando cada brizna de hierba al parecer, mientras Fusion hacía lo de saltar, que era cómo caminaba cuando estaba emocionado.
—Me imagino que ser voluntario aquí tiene que ser difícil para ti —comentó Naruto, atrayendo su mirada— Me imagino que adoptarías a todos los perros.
—Ojalá pudiera —Apartó un mechón de cabello de su cara— Si tuviera mucho dinero, me encantaría tener mi propio refugio.
Naruto rió entre dientes.
—Suenas como Sakura. Dijo lo mismo.
—Eso es porque Sakura es una buena persona —Sonrió— Quiero tener un perro, pero con un apartamento, tendría que conseguir uno pequeño y perezoso. Estos chicos se volverían locos dentro de uno.
Naruto se quedó callado por un momento.
—Sasuke siempre quiso uno de estos cuando estaba creciendo.
—Tu padre habría tenido un fuerte ataque... —Sus ojos se agrandaron— Lo siento. Fugaku habría tenido un ataque.
—Está bien —Sonrió— Fugaku era mi padre aunque no fuera biológico. Es el único padre que he conocido. Y tienes razón. No había manera de que nos permitiera a ninguno de nosotros tener una mascota.
—Porque haría ruido —le comentó, recordando el día en que el senador estaba en la casa— Y dejaría pelo de perro en todas partes.
—Aunque casi una vez convencimos a nuestra madre. En realidad, fue Izumi. Quería uno de esos perros pequeños. El tipo que muerde los tobillos —Se arrodilló junto a Diesel y le dio unas palmaditas. El perro inmediatamente se dejó caer de costado, rogando para que le acariciara la panza. Naruto obedeció— Creo que era un Yorkie o algo parecido.
Por lo que Hina recordaba de Izumi, podía imaginarse a la niña a menudo malhumorada paseando a ese tipo de perro. Observó a Naruto rascarle la panza a Diesel.
—¿Por qué tu madre no terminó por conseguirlo?
—No lo sé. Ella y mamá tuvieron una relación extraña. Pasó de ella haciendo todo y cualquier cosa por Izumi a como si no estuvieran hablando entre sí. —Retiró los dedos del pecho del perro y Diesel arrojó la cola sobre la hierba— Pero sabes cómo terminó todo eso.
Lo sabía, y aún no podía creerlo.
—Realmente lamento que alguno de ustedes haya tenido que pasar por eso.
Él levantó la barbilla y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
—Hace que te preguntes si la maldición de los Uchiha es real, ¿no es así? La maldición tenía algo que ver con las mujeres.
Se decía que el terreno donde se situaba la casa estaba contaminado. Aparentemente, se usó mucho como área de cuarentena durante los brotes de gripe que afectaron a Nueva Orleans. Cuenta la leyenda, que se advirtió al patriarca de los Uchiha que no construyeran una casa allí, pero él no había escuchado, lo que enfureció a los espíritus de todos los que habían muerto en la tierra. Lo extraño de la maldición, si es que uno creía en ese tipo de cosas, era que parecía odiar realmente a las mujeres. Dos cosas les sucedieron a las mujeres Uchiha. O bien terminaron... inestables, o muertas.
Y había una muy probable y larga historia de esas dos cosas.
—¿Crees en la maldición? —le preguntó ella, rascándole detrás de la oreja al Pitbull mientras lo miraba.
La mano de Naruto se detuvo a lo largo del lomo del perro y pasó una larga pausa antes de responder.
—Solía pensar que era solo una historia interesante que mi abuela nos contaría, pero a veces me pregunto si hay algo de verdad en ello. ¿Ni siquiera contando todas las extrañas muertes en nuestra familia que han durado siglos? Solo mira lo que ha pasado en los últimos años. Nuestra madre. Shion. Nuestra hermana. Sakura podría haber muerto esa noche en la azotea. Así que tal vez la maldición sea real. Parece que todo, todos los que tocamos terminan malditos.
—No todo —Se acercó y le tocó el brazo, sentía pesar por él, por su familia— Yo no.
La observó un momento y luego sonrió.
—Tú no.
Hina probablemente era la tonta más grande con vida, pero no pudo evitar la sonrisa en su rostro mientras recogía la pila de toallas el lunes por la tarde y comenzaba a llevarlas arriba.
Neji le había dado libre el viernes para que se concentrara en su mudanza, diciéndole esto antes de irse a Houston. Así que no solo pudo comenzar temprano su mudanza, sino que no tuvo que preparar la cena durante el resto de la semana, ya que él no regresaría hasta el sábado por la tarde.
Eso también significaba que, dado que Neji no estaba aquí, tampoco habría razón para que Kin o Toneri lo estuvieran.
Bingo. Bingo.
La sonrisa tonta que había estado apareciendo desde el sábado por la noche no se debía completamente al gesto considerado de Neji o su ausencia. Mucho se debió a lo que ocurrió entre ella y Naruto. Eso jugó un gran papel en ello.
Dioses.
Naruto era... realmente era insaciable.
Sus mejillas se sonrojaron mientras el fin de semana se repetía por centésima vez. El sábado por la noche había sido... increíble, pero ¿el domingo por la tarde y la noche? Fue una repetición del sábado y algo más. Se había asegurado de que el escritorio no se hubiera sentido solo, colocándola en el borde y dándose un festín antes de que la levantara y la girara, inclinándola. Cuando la había tomado por detrás, nunca había estado más excitada en su vida ni nunca había sido... tomada tan duro antes.
Encontró que realmente, realmente le gustaba.
Naruto no se había detenido allí. Había ordenado el almuerzo en el restaurante, tal y como lo había hecho el sábado por la noche, lo había recogido para ellos y, después, la había puesto en su regazo y habían vuelto a tener sexo.
La última vez… se había sentido diferente. Había sido más lento, y de alguna manera era mucho más intenso. Se había sentido como si estuvieran haciendo el amor. Y habían hablado, solo hablado de todo. Su inminente mudanza y Naruto le dijeron una vez más que necesitaba conseguirse un perro, lo que sacó a relucir todo el asunto del armadillo. Hina no estaba en contra de conseguir un perro, pero sabía que necesitaba evitar eso. No quería tener un perro y nunca estar en casa porque estaba trabajando y yendo a la escuela. Y hablaron sobre la mudanza de Sasuke, y cómo sería extraño que él no estuviera en la casa. Naruto habló más sobre su hermana, lo que había hecho y lo que había significado para él y sus hermanos. Incluso hablaron sobre quién podría haber sido su padre, pero Naruto realmente no tenía ni idea. Después de la cena y la última vez que tuvieron sexo, simplemente se acostaron juntos, y se sintió muy bien, muy normal.
Se sentía como algo real, algo profundo. Se sentía como el amor.
Se detuvo en el pasillo, cerró los ojos e inhaló profundamente. No debería permitirse pensar eso, pero no podía evitarlo. Su corazón era como un frijol saltarín en su pecho cada vez que pensaba en la forma en que la había besado al despedirse, como si no quisiera dejarla ir. Y no quería irse.
Una pequeña molestia se retorcía en la boca de su estómago como una serpiente que se despierta de su sueño. Hablaron de todo menos de lo que ellos eran. Y aun cuando el sexo fuera increíble, eso no resolvía nada. No respondió ninguna de sus preguntas persistentes.
Abriendo los ojos, se preguntó dónde estaba Naruto. No lo había visto. Probablemente estaba en la tienda, pero había pensado que volvería pronto. Siempre, como a esa hora, le traía un batido. Corrió por el pasillo antes de que sus brazos se rindieran. Al girar en la esquina, casi se topa con Sakura.
—Oye —La mujer inmediatamente alcanzó las toallas— Déjame ayudarte con eso.
—No tienes que hacerlo.
—Lo sé —Tomó la mitad de la parte superior, sonriendo— Pero odio ver a la gente haciendo cosas cuando yo soy más que capaz de ayudar. ¿A dónde vas con esto?
Una vez más, Hina recordó lo mucho que Sakura no era como Kin.
—Estos en realidad van al departamento de Sasuke.
—Entonces esto funcionó perfectamente —contestó, caminando con Hina— ¿Cómo está tu madre?
—Muy bien. Está casi terminando su tratamiento, así que estamos cruzando los dedos para que cuando realicen los exámenes, se demuestre que el cáncer se ha ido.
—Realmente espero eso.
—¿Cómo van las renovaciones de la casa? —preguntó Hina mientras se acercaban a las habitaciones de Sasuke.
—Casi terminamos. Creo que estaremos allí antes de las festividades, así que estoy viendo eso —dijo— Tú sabes, teniendo a mis padres abajo y todo eso. Realmente no los quiero viniendo aquí a cenar… —Sus ojos se agrandaron— Probablemente no debería haber dicho eso.
Hina rio.
—Está bien. Entiendo perfectamente porqué no querrías que tus padres pasaran el Día de Acción de Gracias en la mesa de los Uchiha. Probablemente sería la cena más incómoda y tensa de todos los tiempos. Créeme. He visto algunos de ellos mientras los padres estaban vivos.
—Sigo olvidando que sabes cómo es esta familia —dijo Sakura, mirando la puerta cerrada de las habitaciones de Sasuke— No creo que la gente en el exterior entienda cómo son.
—No lo hacen —acordó, pensando en Iruka.
No le había dicho a Naruto sobre su encuentro con él, pensando que realmente no necesitaba saber eso. Pero la gente como Iruka no entendería a los Uchiha. Siempre pensarían y asumirían lo peor.
—Y mis padres no lo harían. ¿Sasuke y Naruto? Claro —Sakura cambió las toallas— ¿Pero Neji y Kin? ¿El senador? No. Serían como ¿Qué diablos está mal con estas personas?
Hina sonrió.
—Creo que esa es una pregunta que muchos se hacen diariamente.
Riendo suavemente, la mirada de Sakura se dirigió hacia ella.
—Pero eres como una familia para ellos, así que entiendes todo esto. Sabes cómo los chicos parecen luchar siempre por lo que es mejor para ellos, lo que realmente quieren. Esa pelea los hace hacer y decir cosas estúpidas. —Hizo una pausa— Y estoy segura de que también lo sabes. Pareces ser muy cercana de Naruto.
Hina se quedó inmóvil, sin saber cómo responder a eso.
—Naruto siempre ha sido… amable conmigo —Pensó rápidamente en el fin de semana y se sonrojó. No había sido amable exactamente— A los dos nos gusta trabajar con madera.
—Apuesto a que sí —dijo Sakura sonriendo. Sus ojos se ensancharon.
—No quise decirlo como…
—Lo sé —Sakura rio— Como sea, así que sí, espero estar fuera de aquí para las festividades. No puedo esperar a que mis padres vean la nueva casa. Creo que Sasuke está planeando llevarlos a extraños recorridos por la ciudad o algo así.
Al principio, aliviada de que la conversación volviera a temas más seguros, Hina dejó que su sonrisa se desvaneciera un poco cuando la envidia cobró vida. Excursiones con los padres. Festividades con ellos. Un futuro feliz que incluía a las personas que te importaban. No importaba cómo se sentía por Naruto, no era lo suficientemente ingenua como para ver eso en su futuro. Y eso fue… bueno, fue solo triste.
Hina dejó caer las toallas y comenzó a bajar escaleras después de dejar a Sakura, pero se detuvo en el pasillo. Sus piernas simplemente se negaron a moverse cuando la realidad de la situación se apoderó de ella.
Estaba enamorada de Naruto. Eso no fue una sorpresa. Había estado enamorada de él desde el día en que la salvó en la piscina. Ese amor la había llevado a hacer cosas idiotas, cosas en las que Naruto había participado. Pero no lo había perseguido cuando regresó. Se había mantenido clara y fue él quien se acercó a ella, diciendo que quería ser su amigo. Fue él quien arruinó su cita e hizo el primer movimiento. Era Naruto quien la perseguía.
Eso tenía que significar algo.
Lo que Sakura acababa de decir salió a la superficie. Sabes cómo los chicos parecen luchar siempre por lo que es mejor para ellos, lo que realmente quieren.
Naruto la deseaba. Lo había demostrado una y otra vez, pero no era fácil. Estaban sus hermanos. Su historia. Sus padres. Su diferencia de edad. Nada de eso le importaba. Lo amaba y una pequeña parte de su corazón le dijo que era muy posible que Naruto sintiera lo mismo.
Después de todo, no era como si estuviera sufriendo por la compañía femenina. Fácilmente podría salir y encontrar a alguien si solo se tratara de sexo, y sería más fácil para él hacerlo. No habría todas estas complicaciones. Tenía acceso a una tonelada métrica de sexo sin compromiso, sin estrés. Había una razón por la que había ido por ella, y Hina no pudo evitar pensar en lo que TenTen le había dicho cuando le contó sobre la pequeña habitación que Naruto le había preparado en la tienda. ¿Qué había dicho TenTen? Que tal vez Naruto había pasado los últimos cuatro años odiándose a sí mismo, porque la deseaba desde entonces, como la deseaba ahora. No querías a alguien por tanto tiempo sin tener fuertes sentimientos por ellos.
Hina sabía lo que tenía que hacer. Necesitaba decirle a Naruto cómo se sentía.
Sus piernas comenzaron a moverse. No bajó las escaleras. Como su padre se había ido por el día, se rindió al impulso. Salió corriendo, tomando la ruta más rápida hacia la otra ala, caminando por el porche. Se estremeció cuando el viento sopló la lluvia. Subiendo las escaleras en el ala derecha, se dirigió al tercer piso, a la entrada exterior de la suite de Naruto.
Vaciló en las puertas y luego llamó. La puerta se abrió de a pocos. Había quedado sin seguro y sin cerrar. Su estómago se hundió. Naruto tenía que estar en la casa entonces. Entró en la sala de estar parte de su departamento. Las luces estaban apagadas y la puerta de su habitación estaba abierta. Podía oír la ducha correr.
Avanzando hacia el dormitorio, entró en la espaciosa habitación. Pensó en sorprenderlo desnudándose y saltar dentro, pero luego puso los ojos en blanco. Todavía no tenía exactamente el coraje de hacer eso, y además, si lo hiciera, no tendrían nada que discutir.
En su lugar, Hina miró alrededor de su habitación. No había estado en su habitación desde esa noche. No había limpiado sus habitaciones ni una vez, y él no se lo había mencionado desde el día en el gimnasio.
Ahora que estaba aquí, descubrió que había cambiado muy poco de lo que recordaba. Era escaso. Una enorme cama en medio. Una mesa auxiliar. Había un libro gastado en el soporte, junto a lo que parecía ser un portarretrato. La habitación era demasiado oscura para que pudiera ver de quién era la imagen. Había un gran tocador frente a la cama, uno que Naruto había hecho por sí mismo. La hiedra intrincada corría a lo largo de la hermosa pieza de mobiliario. Hina inhaló, captando el fresco aroma a limpio de su colonia.
Su mirada recorrió el aparador. Casi no lo vio ya que se mezclaba muy bien. Hizo una doble inspección y sus labios se separaron.
—No puede ser —suspiró ella, caminando hacia la cómoda.
Tomó el collar, reconociendo de inmediato la delgada y barata cuerda de cuero. Se quedó sin aliento mientras pasaba su pulgar sobre el medallón que había tallado para él. Era bastante simple y algo crudo. Solo un circulo con una espada y un cincel que ella había tallado. Por alguna razón, había pensado que agregar la espada era la cosa más inteligente de todas. Un poco tonto ahora; la idea que todo el cincel podía ser mejor que una espada, pero Naruto… Después de todos estos años, Naruto lo había guardado.
Las lágrimas pincharon sus ojos mientras curvaba sus dedos alrededor del medallón. Había guardado el collar que ella le había traído esa noche hacia cuatro años. No lo había escondido. Estaba en su cómoda, donde podía verla todos los días. Todos los días durante cuatro años.
Más afectada por eso de lo que podría haber imaginado, se llevó el collar a su pecho justo cuando escuchó que el agua se apagaba en la ducha. Incapaz incluso de detener su sonrisa que corría por su rostro, se volvió hacia el baño. Pasaron unos instantes y luego se abrió la puerta. El vapor se desplegó como… santa mierda.
Kin Otsutsuki salió de la ducha de Naruto, usando nada más que una toalla alrededor de su delgado cuerpo.
La boca de Hina se abrió.
—¿Qué demonios?
La mujer se sobresaltó, sus ojos se ensancharon. Palideció tan rápido que por un momento Hina pensó que en realidad podría desmayarse.
—¿Qué estás haciendo en la habitación de Naruto? —Kin se recuperó, tirando la pregunta.
¿En serio estaba haciendo esa pregunta?
—¿Qué estás haciendo en su ducha?
Sus labios se torcieron en una sonrisa mientras se aferraba a la toalla doblada encima de sus senos.
—¿Por qué crees que estoy usando su ducha?
Hina rio, solo rio. No pudo evitarlo, porque sabía lo que Kin estaba insinuando con ese comentario.
—Estás tan llena de mierda, como tanta mierda que no te queda espacio para un cerebro.
Ella retrocedió, con la boca abierta.
—¿Disculpa?
—No hay forma en el infierno que Naruto sepa que estas aquí arriba en su ducha, loca total. Si viniera aquí y te encontrara, te patearía el trasero.
Hina se rio de nuevo, mayormente por sorpresa. No podía creer esto. Darse una ducha en el baño de Naruto era más que aterrador. Estaba bastante segura de que había visto a los acosadores hacer esto en ese canal de televisión que se enfocaba en las historias de crímenes.
—Santo cielo.
—¿Qué sabes? —espetó Kin, su mano libre curvándose en un puño.
—Sé que no te soporta. Todos saben eso, así que ni siquiera te quedes ahí parada e intentes actuar como si él supiera que estas aquí —Hina se mantuvo firme— Y qué conveniente que estés aquí cuando Neji se fue a Houston. ¿Estabas aquí esperando sorprender a Naruto? Jesús. ¿Que está mal contigo? En serio.
—¿Y qué estás haciendo aquí arriba perra? Limpiando su cuarto y revolviendo sus cosas.
Las cejas de Hina se levantaron mientras se giraba. Necesitaba encontrar a Naruto inmediatamente. Esta cosa con Kin había cruzado todo tipo de líneas.
—En realidad tengo una razón para estar aquí. A diferencia de ti, tu extraña y triste mujer.
—Oh, sé porqué estás aquí arriba. Lo sé todo sobre ti y Naruto. ¿Te está follando cierto? ¿No es así, Hinata? —Kin esperó hasta que Hina se enfrentó a ella— No es que te culpe, pero espero que por tu bien, te des cuenta de que eso es todo lo que hará. Solo follarte —La miró con una mueca bastante impresionante— Después de todo, para eso sirve tu tipo.
—¿Mi tipo? Lo que sea. Ni siquiera quiero saber por qué piensas…
—¿Por qué pienso que ustedes están follando? Porque los escuché juntos la otra semana. Estaban en una de las habitaciones extras —dijo Kin— Suenas como una prostituta cuando dices su nombre.
Conmoción la golpeó. Había habido alguien en el pasillo ese día. Había visto un esbozo de la puerta abierta hacia la casa rara, pero había sido Kin. La ira rápidamente remplazó la conmoción. ¿Los había estado observando? ¿Escuchándolos?
—Al menos me está follando —dijo de vuelta, demasiado furiosa para detenerse— Apuesto a que eso te afecta, ¿verdad? Lo has querido por tanto tiempo y todo lo que puedes hacer es ¿bañarte en su baño como una acosadora?
Kin dejó escapar un chillido ahogado. Uno del tipo que enervaba a Hina. Ya era hora de que saliera de esta habitación y encontrara a Naruto. Algo realmente no estaba bien con esa mujer.
—¿Sabes que está enamorado de otra mujer cierto? —dijo Kin.
—¿Estás hablando de Shion? Sé todo sobre ella.
—Estoy hablando de la madre de su hijo —dijo Kin.
Todo dentro de Hina se detuvo cuando un escalofrío recorrió su columna. Pensó que no había oído bien. ¿La madre de su hijo?
—Naruto no tiene un hijo.
Una amplia sonrisa apareció en el rostro de Kin.
—Oh sí, lo tiene. Se llama Boruto y vive en Baton Rouge con sus abuelos.
Todo el cuerpo de Hina se sacudió. Baton Rouge. Naruto estaba buscando un lugar ahí… no, de ninguna manera. Kin tenía que estar mintiendo, porque después de todas las cosas de las que ella y Naruto habían hablado, después de todo lo que habían compartido, no había manera de que nunca mencionara que tenía un hijo.
—No lo sabias, ¿verdad? —Kin sonaba satisfecha— Eso es porque solo te está follando Hina. No está compartiendo su vida contigo.
Las palabras llenas de veneno fueron púas que golpeaban dentro. Negó con la cabeza y retrocedió, todavía agarrando el collar en su mano.
—Estás loca.
—No estoy loca. Estoy en lo cierto.
—Si piensas que Naruto va a estar bien con esto…
Kin entonces se lanzó hacia adelante, agarrando el brazo de Hina.
—Si sabes lo que es bueno para él, mantendrás la boca cerrada sobre esto.
Bajó la mirada hasta donde Kin estaba sosteniendo su brazo.
—Estás realmente locas si piensas que no voy a decirle algo a Naruto, a Neji. Tu prometido necesita saber…
—Abres la boca sobre esto y me aseguraré de que nunca vuelvas a hablar —Los pálidos ojos de Kin se pusieron fríos— No me subestimes, Hina. Los Uchiha no son los únicos que saben cómo hacer desaparecer a las personas.
La incredulidad se apoderó de Hina.
—¿En serio, me estás amenazando?
—¿Dices que sabes todo sobre Shion? —Kin sonrió— Apuesto a que no sabes que los hermanos mataron a su atacante, ¿verdad? Sasuke y Naruto. Su nombre era Chris. Lo golpearon hasta matarlo.
El pecho de Hina se volvió frio. No porque estuviera escuchando algo así. Había crecido en la casa de los de Vincent. Sabía de lo que eran capaces. Lo que la aterrorizaba era que Kin pudiera saber algo tan peligroso.
—Suéltame —dijo Hina, sosteniendo la mirada de Kin.
—¿Vas a mantener la boca cerrada sobre esto?
Algo se le ocurrió mientras miraba a Kin. Pensó en el día en que se había caído por los escalones al aire libre. Kin había estado ahí. Hina incluso había pensado en la posibilidad de que fuera Kin, pero lo rechazó, porque habría tenido que estar seriamente loca para hacer eso. También pensó en el día en que se rompió la ventana del pasajero de Naruto mientras estuvo sentada en el asiento. ¿Podría Kin haber estado involucrada en eso? Ahora no parecía tan loco. Kin podría haberla visto llevando las flores, cerrado las puertas del segundo piso de ese pasillo y luego esperado afuera. ¿Podría haber estado siguiendo a Naruto, siguiendo a Hina y viendo dónde vivía? Hina había pensado que podría haber sido Iruka esa noche el que había derramado champaña en Kin, pero, ¿y si era Kin?
Todo porque especulaba que algo iba a pasar entre Hina y Naruto.
Jesús.
—¿Fuiste tú? —preguntó Hina, su inquietud creciendo— ¿Me empujaste por las escaleras ese día que llevaba las flores?
Kin le dio una sonrisa helada.
—Si hubiera hecho eso, podría haberte matado. No soy una mala persona.
Su respuesta no hizo nada para que Hina se sintiera mejor. Tiró de su brazo libre.
—Aléjate de mí.
Se retiró de la habitación y luego se volvió, corriendo hacia la puerta interior. Kin la siguió hasta la sala de estar.
—Desearás nunca haber pisado la habitación de Naruto.
Hina ya lo hacía.
Naruto bajó las escaleras, el batido de fresa en la curva de su brazo mientras alcanzaba su bolsillo trasero por su teléfono. Había estado por toda la maldita planta principal, buscando a Hina. ¿Dónde en el mundo estaba? Había vuelto a la casa un poco más tarde de lo normal, pero normalmente estaba en la cocina a esta hora.
Estaba a punto de llamarla cuando la puerta de la escalera trasera se balanceó para abrirse y la persona que estaba buscando salió a toda prisa, pareciendo que hubiera visto un fantasma.
—¿Estás bien? —preguntó, caminando hacia ella.
—Sí. Creo. En realidad, te estaba buscando —Miró sobre su hombro— Necesito hablar contigo.
La inquietud creció en su interior.
—¿Qué está pasando?
Sacudió la cabeza mientras le agarraba del brazo y le empujaba a una habitación cercana, la que su madre utilizaba para ver películas con ellos. Cerró la puerta detrás de ellos y se inclinó contra ella.
La inquietud dio paso a la preocupación.
—Bien, estás empezando a preocuparme —Palmeó su mejilla, guiando su mirada hacia la suya— Habla conmigo, cariño. ¿Qué está pasando?
—Lo siento. Es solo que ha pasado la cosa más extraña.
Se separó de la puerta, caminando hacia el sofá. Al darse la vuelta, fue cuando vio algo colgando de su mano izquierda.
—¿Qué tienes en la mano?
Hina parpadeó y miró hacia abajo.
—Oh. Oh dios mío, no me había dado cuenta que lo seguía sosteniendo. —El color apareció en sus mejillas a la vez que abría la mano.
Naruto fue hacia ella, dejando su batido en la mesa de café.
—¿Eso es...? —Lo era. Estaba sujetando el collar que le había dado hace todos estos años. Había estado en su tocador—. ¿Estuviste en mi habitación?
—Subí las escaleras, buscándote. Las puertas del porche estaban abiertas cuando llamé. Pensé que estabas dentro, así que entré —Miró fijamente el colgante y después levantó la mirada hacia la de él— Escuché la ducha en tu baño.
Sus cejas se levantaron. ¿La ducha estaba encendida en su habitación?
—Sí, no era yo.
—Lo sé —Empezó a sentarse en el sofá, pero se detuvo— Encontré a Kin en tu habitación. Estaba en tu baño tomando una ducha.
No había manera de que la hubiera escuchado bien. La miró fijamente.
—¿Qué mierda?
—Esa fue más o menos mi reacción cuando salió del baño llevando solo una toalla —respondió Hina.
—¿Sigue ahí arriba ahora mismo?
—No lo sé. Simplemente me fui.
Ni siquiera había visto su auto aparcado fuera. El enfado quemó a través del él como ácido. Dándose la vuelta, se dirigió a la puerta. Iba a arrastrar el culo de esa mujer fuera de la casa. Había jodidamente acabado con esta mierda...
—Espera —Hina rodeó la mesa de café— Sabe acerca de nosotros.
Naruto se giró hacia ella. Tan malditamente enfadado, que casi no procesó lo que había dicho.
—¿Qué quieres decir?
—Nos escuchó la semana pasada en una de las habitaciones extra. —Hina tragó.
Infiernos.
Esa no era una gran noticia, desde que Neji ya especulaba la verdad y Naruto no había hecho mucho por negarlo, que Kin sepa lo de él y Hina solo le molestaba porque sabía cómo podía afectar a Hina. Esa mujer estaba suficientemente malditamente loca como para molestar a Hina por alguna clase retorcida de celos.
—Creo que había estado, no sé, acosándonos en esta casa.
Hina se estremeció.
—Es espeluznante. —Espeluznante ni siquiera era la palabra correcta para ello.
—Intentó insinuar que sabias que estaba ahí, pero lo sé mejor. Hay algo mal con esa mujer, Naruto —Hina levantó la barbilla, encontrado su mirada— No sé por qué no le has dicho nada a Neji, pero algo debe ser dicho, como ayer. Incluso me amenazó para que mantuviera la boca cerrada de ella estando allí. Está completamente ida.
No se habían hablado antes palabras más veraces. Una parte de él ni siquiera podía creer que Kin hubiera escalado hasta ese punto. ¿Qué había estado haciendo allí arriba? ¿Esperando para que él volviera a casa? ¿Realmente creía que tenía una mísera oportunidad en el infierno de seducirle?
—Creo... Sé que suena loco, pero creo que me empujó ese día que me caí por las escaleras —dijo Hina, sacudiendo la cabeza— Le pregunté y lo que dijo en respuesta realmente no era una negación, Naruto.
Un sudor frio bajó por su columna.
—¿Qué dijo?
—Que si lo hubiera hecho, podría haberme matado y que no era una mala persona —le dijo Hina— No es exactamente la respuesta más tranquilizadora. Creo... Dios, creo que me empujó, Naruto.
Mierda.
—¿Y te acuerdas de ese día que se rompió tu ventana? Sé que suena loco, pero, ¿qué pasa si ella estaba involucrada? Quiero decir, ese era exactamente el sitio donde estaba sentada.
Naruto luchó contra la urgencia de coger algo y lanzarlo. Hina podía haberse roto algo o peor ese día que se cayó. Era un maldito milagro que no fuera herida más seriamente. Lo mismo con el coche. ¿Y podría haber sido por él? Nada había empezado de nuevo entre Hina y él en ese momento, pero había habido esa cena donde Hina había salpicado el champagne sobre Kin. Había pasado toda la cena mirando fijamente a Hina. Kin lo habría notado.
—Siento que hayas tenido que lidiar con eso —Apretó los dientes— Jodidamente voy a asegurarme que tú...
—Eso no es lo único que dijo —Hina se pasó su mano libre por el pelo mientras miraba a otro lado— Dijo... dijo que tenías un hijo.
Cada músculo en el cuerpo de Naruto se tensó. No había manera. Kin no podía saber acerca de Boruto. Neji nunca se lo diría. A menos que esa mujer estuviera legítimamente acosándolo… Mierda, lo había estado haciendo. Para que Kin supiera acerca de Boruto, tenía que haber estado acosándolo. Enfermo y furioso, Naruto estaba actualmente sin habla. Mantuvo la boca cerrada acerca de Kin todo este tiempo porque su encaprichamiento o lo que malditamente fuera con él había sido inofensivo. Algo que ya sabía que Neji tenía que ser consciente, porque todos en el maldito mundo lo sabían, pero esto... esto era ir demasiado, demasiado lejos.
—¿No es verdad, cierto? —preguntó Hina, acercándose una pulgada a él, la cuerda de ese colgante balanceándose entre sus dedos— No tienes un hijo.
Hubo un breve momento en el que consideró mentir y eso le horrorizó directamente al corazón. No intentaría esconder la existencia de Boruto. No haría eso, pero supo en el momento que se lo dijera a Hina, que todo cambiaria entre ellos. No porque no pensara que ella estaría interesada en un hombre que tenía un hijo. Sino porque así era como lo había descubierto.
Ese sentimiento de desesperación del sábado por la noche surgió de nuevo a la vida mientras miraba sus preciosos ojos gises. Lo vio. Su absoluta negativa a creer que Kin estaba diciendo la verdad. Naruto no podía mirarla.
—Tengo un hijo.
No. No había manera.
Hina estaba demasiado sorprendida para pensar otra cosa durante bastantes segundos, porque no había manera en la que Naruto tuviera un hijo y no se lo hubiera mencionado ni una sola vez.
—No es divertido, Naruto. —Su mano se apretó alrededor del collar.
Seguía sin mirarla.
—No es una broma, Hina.
Su boca se abrió, pero no tenía palabras en ese momento. Dio un paso atrás, tropezando con la mesa de café.
— Tú... ¿tienes un niño, un hijo? ¿Shion y tú?
Sus hombros se elevaron con una respiración profunda.
—Sí. Su nombre es Boruto. Tiene cinco años.
¿Cinco años? Eso significaba... las cosas encajaron en su lugar.
—¿Cuándo se encontraron? Se quedó embarazada. Ese es el motivo por el que has estado yendo a Baton Rouge, porque estás buscando un sitio allí.
—Eso sería correcto —respondió, su tono tan frio e indiferente que Hina se sacudió.
—Tú... ¿le dijiste a Kin esto, acerca de tu hijo? —Su voz se levantó de una manera que era humillante para ella.
Su cabeza se balanceó en su dirección mientras finalmente la miró.
—Nunca le dije a Kin ninguna mierda. Las únicas personas que lo saben son mis hermanos y a lo mejor tus padres. Probablemente han escuchado algo, pero no hay manera en el infierno en el que le haya dicho algo a esa mujer. Tampoco Neji.
Hina no estaba segura de creerle más.
—¿Entonces como lo sabe cuándo yo...?
—La mujer ha estado acosándome —Una risa estrangulada se escapó de él— Es la única forma en la que tiene sentido. Querido Dios, de hecho lo ha estado haciendo.
Eso tenía sentido. Hina había visto la locura de primera mano, pero eso no explicaba por qué no se lo había dicho a ella.
—Nunca me contaste acerca de él.
Un músculo se flexionó en la mandíbula de Naruto mientras miraba hacia otro lado de nuevo.
—¿Cómo... como nunca entró en la conversación? Me has hablado de Shion, acerca de lo que le hicieron y lo que le pasó. Me lo podías haber dicho —Su corazón estaba latiendo tan rápido que pensó que iba a enfermar— Quiero decir, es algo grande. Tener un hijo es un gran asunto.
—Sí, lo es. —Sus rasgos estaban cincelados en piedra.
—¿Entonces por qué no me lo has dicho? Quiero decir, hablamos un montón. Compartimos un montón...
—Hemos pasado tiempo, juntos. Tuvimos sexo. Pasamos el rato. Eso es lo que hemos estado haciendo —espetó Naruto— ¿Por qué te contaría acerca de él? Ni siquiera voy a estar viviendo aquí a tiempo completo.
No acaba de decir todo eso… Oh Dios, realmente no acaba de decirle eso.
Hina tropezó hacia atrás de lo que se sentía actualmente como una bofetada en la cara. Su garganta amenazó con cerrarse mientras miraba a la cara de un hombre que se había convertido en prácticamente un extraño para ella.
Kin había estado en lo cierto.
"Solo te está follando. No está compartiendo su vida contigo".
El pecho de Hina se partió en dos. La verdad de esas palabras estaba justo delante de ella. Probablemente siempre lo había estado, pero había sido demasiado malditamente ingenua para verlo.
—Mierda —Naruto arrastró su mano a través de su pelo— Yo...
—Solo ha habido otra vez en mi vida en la que me he sentido así de estúpida, así de ingenua, y eso fue hace cuatro años cuando me levanté y me llamaste Shion.
Sus ojos se ampliaron ligeramente.
—¿No lo recuerdas? Me llamaste Shion —Su labio inferior tembló mientras los bordes del medallón se presionaron en su palma— Ahí es cuando supe que todavía estabas enamorado de ella.
—No —Su voz era áspera— No recuerdo eso.
—Por supuesto que no —Rio, y sonó amargo y frágil— Pensarías que eso es algo que se quedaría conmigo. Que me pararía de enamorarme de ti de nuevo.
Naruto empalideció. La sangre se drenó de su cara mientras la miraba fijamente.
—Pero cómo puedo enamorarme de ti cuando he estado enamorada desde que tenía dieciséis y me sacaste de esa piscina —dijo, tomando una respiración profunda, pero se quedó atascada en su garganta— Es por eso que fui a encontrarte hoy. Necesitaba decírtelo porque pensé... —Se cortó, porque era una idiota— No importa ahora. No sé lo que sientes por mí. Si sientes algo en absoluto, seguro como el infierno que no es de la manera en la que lo hago yo —Su voz se rompió, junto con su corazón— Hice una tonta de mí hace cuatro años. Y ahora estás haciendo una tonta de mí. No habrá una tercera oportunidad.
Abrió la mano, dejando que el collar que le dio hace cuatro años cayera a la mesa de café. Se empezó a dirigir hacia la puerta, desesperadamente tratando de mantenerse entera antes de perderlo.
—Hina...
—Aléjate de mí —advirtió Hina, levantando la mano— Si en algo me quieres, te quedarás lejos de mí.
