La orden de los Caballeros Mortales
Por Javier Delgado R.
Fan fiction, inspirado en "Oh mi diosa" de Kōsuke Fujishima.
Capítulo II
La hechicera
Keiichi había terminado de desayunar, y esperaba a que Belldandy se sentara junto a él. El delicioso aroma del té que se estaba preparando, complementaba de manera perfecta el momento. Belldandy tarareaba una tonada, mientras limpiaba y recogía la cocina, tendrían unos minutos libres antes de partir junto con Keiichi a su trabajo como mecánico, diseñador, dependiente y mensajero en Whirlwind.
Keiichi disfrutaba verla moverse, era como si fuera una coreografía perfectamente ensayada. Ella colocaba, recogía, limpiaba todo en un movimiento tan perfecto y al mismo tiempo tan elegante, que parecía un ballet e incluso, terminaba en la cuarta parte del tiempo que él hubiera tardado.
Finalmente ella se sentó junto a él, en un movimiento delicado y elegante. Aun disponían de unos minutos para disfrutar un té. El balance perfecto del sabor del desayuno, la mezcla especial de este té, que era una de las especialidades de Belldandy habían aguzado sus sentidos. Creía sentir el calor de su cuerpo y el dulce aroma de su presencia. Todo parecía indicar que sería un día perfecto. Miró en silencio a Belldandy.
Al principio esos silencios le habían parecido embarazosos, pues se sentía como un tonto sin nada que decir, pero ahora sabía que a veces las palabras sobraban, solo sonrió a Belldandy y ella correspondió con el gesto y recargó su cabeza en el hombro de Keiichi y él se estremeció un poco. Sí, sería un día perfecto...
Repentinamente recordó algo. Se rasco la cabeza, no estaba seguro por dónde empezar, pero finalmente dijo:
—Belldandy, noté que Urd no está en su cuarto... ¿no la llamaron al cielo o algo por el estilo?...
Keiichi ya sabía por muchas experiencias previas, que cuando Urd desaparecía o salía muy temprano, usualmente era señal de algún problema. Para decepción de Keiichi, Belldandy enderezó la cabeza y le sonrió gentilmente, pues sabía hacia donde iban sus pensamientos.
—No, Keiichi-san, esta vez es algo menos dramático, Urd hoy se levantó temprano, pues quería ir a la universidad de Chiba, hay un libro que necesita y se encuentra en su biblioteca.
— ¿Urd?, ¿Un libro de la universidad?...
Keiichi se sorprendió, normalmente lo único que parecía leer Urd eran mangas shōjo... si bien últimamente había comenzado a utilizar la computadora de Keiichi para visitar algunos sitios de Internet.
Un par de meses atrás, Keiichi había disfrutado unos breves momentos de diversión, en lo que le explicaba el funcionamiento de "ese primitivo mecanismo" a la SysOp de lo que posiblemente era el sistema de cómputo más poderoso del universo. Pero una vez pasada la frustración inicial, Urd había logrado dominar el equipo y posiblemente ahora le llevaba años de delantera en su uso. Su computadora estaba ahora irreconocible, con las "optimizaciones" de Urd...
Con todo, la mirada de extrañeza de Keiichi impulso a Belldandy a proveer más detalles.
—Habrás notado que las pociones de Urd no siempre funcionan...
Keiichi hizo una mueca mientras lanzaba una exclamación indignada. Más de una vez había sufrido por los efectos de sus pociones y las consideraba algo peligroso e inestable, aunque reconocía que a veces podían servir de algo.
—Sé lo que piensas, que todas las fallas se deben a su carácter impulsivo y que no mide consecuencias, pero esa no es la única razón. — Keiichi sonrió apenado, eso era exactamente lo que pensaba. — Desde pequeña siempre me impresionó con sus pociones y estas siempre habían funcionado a la perfección. No fue sino hasta que vino a la tierra a vivir con nosotros que comenzaron a fallar y volverse inestables. Ella posee un gran talento para eso y está muy orgullosa de ello por lo que ese problema le ocasiona una gran frustración.
—Pero… ¿Qué no existen libros, o lo que sea que usen en el cielo, mucho más avanzados que podamos tener aquí en la tierra?
Belldandy se puso un poco seria, al parecer Keiichi había tocado un punto sensible.
—No Keiichi-san. En el cielo encontrarás muy poca información sobre pociones. En el cielo los dioses nos enorgullecemos de utilizar la magia de manera directa, para la mayoría de nosotros, los medios indirectos como el uso de pociones, es visto de manera semejante a como en la tierra se ven los remedios caseros. Recuerda como Peorth-san se atrevió a alterar una poción de Urd pensando que era algo muy fácil de hacer y lo que resultó de todo ello. — Keiichi se ruborizo por el recuerdo, con esa poción todas las mujeres, ¡incluyendo a su propia hermana!, se habían sentido atraídas por el — Casi todos los dioses creen que saben sobre el tema. Yo misma llegué a lastimar a mi hermana al expresar opiniones similares, pero he visto el poder que pueden llegar a tener y he aprendido a tenerle respeto.
Keiichi meditó un poco en lo que digería esa información, había un aspecto de Urd que no conocía. Por la gran pasión que Urd mostraba por las pociones, había esperado que estas fueran algo muy importantes y al contrario, era considerado algo trivial y casero en el cielo. Pensándolo bien, eso estaba en muy acorde con su falta de respeto por la autoridad. Repentinamente recordó a Skuld...
—Pero, si los dioses consideran los métodos indirectos como poco dignos... ¿entonces las invenciones de Skuld?
Esta vez, Belldandy cerró un instante los ojos, como meditando, y luego se acercó a Keiichi y comentó en voz un poco más baja, pues sabía que Skuld estaba cerca, y dando a entender que era un secreto.
—También pasa lo mismo con sus mecanismos, a pesar de que Skuld habla mucho de querer regresar, creo que es feliz aquí porque sus inventos causan admiración en lugar de desdén. — Miro a Keiichi a los ojos y casi le susurro — Ahora que está comenzando a desarrollar su magia, todo mundo esperaría que dejara sus invenciones atrás, pues se consideran infantiles. Pero, por favor, no se lo comentes, ella es muy orgullosa, tanto o más que Urd. Esa es la razón por la que se pone furiosa cuando la gente la trata como niña.
Keiichi se quedó callado un momento, como ingeniero le maravillaban las creaciones de Skuld, pero también le exasperaban. Ella era capaz de construir aparatos de gran complejidad, solo para terminar cometiendo errores básicos de ingeniera. Recordó como su hermana Megumi había terminado en un duelo de robots con ella, solo porque le hizo notar algunas fallas elementales de diseño cuando Skuld reconstruyó su motocicleta.
Keiichi, como ingeniero que amaba la simplicidad y la elegancia de diseño, exigía la atención a los mínimos detalles, siempre previniendo los imprevistos. Si tan solo pudiera enseñarle eso a esa testaruda jovencita. Pero ella no tenía ningún respeto por él y ni por su "tecnología primitiva". Belldandy lo miraba con ojos sonrientes, no necesitaba leerle la mente y ya rara vez lo hacía, simplemente ya lo conocía bien. En una actitud conspiratoria le dijo en voz muy baja:
—Solo dale tiempo, ella ya te tiene más respeto del que se atreve a expresar...
Keiichi abrió la boca por la sorpresa. Saber que Skuld lo respetaba era toda una noticia. Belldandy se enderezó y comentó en voz normal.
—En cuanto a Urd, puedes tranquilizarte. Al parecer hay un hombre, un maestro respetado, que ha recopilado muchas antiguas pociones, y por lo que se comenta del libro, en él se mencionan algunas pociones que son casi idénticas a las de Urd, así que quiere compararlas, y conocer al autor de libro. El profesor trabaja en la universidad de Chiba. Estoy segura de que eso no causará ningún problema.
¡Rara vez Belldandy era refutada tan rápidamente! Repentinamente escucharon un estruendo en el cuarto de Urd, y escucharon una voz preocupada.
—Keiichi, Belldandy, ¡Necesito su ayuda!
Se levantaron a toda prisa y corrieron al cuarto de Urd y ambos lanzaron un grito de sorpresa. Ahí estaba Urd: en el suelo y sosteniendo a un hombre con la cabeza ensangrentada. Urd habló con voz preocupada, pero al mismo tiempo, segura de la situación.
—Keiichi, por favor, ayudarme a acomodarlo y luego trae algo para lavar la herida. Belldandy, este hombre tiene una contusión en la cabeza, necesito que realices un hechizo curativo, y yo, tendré que preparar algo, no creo que sea fácil de explicarle al doctor que hace aquí, lejos de su universidad.
La seguridad de Urd y la visión del hombre ensangrentado, no daba tiempo de hacer preguntas, Keiichi ayudó a colocar al hombre en el futón de Urd, y luego partió a conseguir agua y trapos limpios. Belldandy se acercó, coloco sus manos sobre la cabeza del hombre, se concentró para percibir su estado y saber que necesitaba hacer. Tenía una fea herida en la cabeza, pero parecía superficial, más seria era una inflamación cerebral en proceso y necesitaba revestirla para evitar daños.
Una vez realizado su diagnóstico comenzó un canto curativo. Eso era algo que ella siempre disfrutaba. Normalmente el proceso curativo del cuerpo humano es como una turba desordenada. Todos los sistemas del cuerpo lanzan sus recursos, a veces estorbándose mutuamente. Bajo órdenes del canto de Belldandy, la turba y el desorden, se convertían en un ejército, todos los sistemas actuaban en perfecto orden, y al igual que un ejército, podían realizar su labor en una fracción de lo que haría una turba… el resultado, bueno ¡parecía cosa de magia!
Sin decir una palabra, para no interrumpirla, Keiichi había comenzado a limpiar la sangre y pudo atestiguar como la herida comenzaba a sanar rápidamente y el rostro del hombre pasaba poco a poco, de la inconsciencia, al sueño tranquilo.
Finalmente, ya que parecía que la emergencia había pasado, Keiichi se animó a preguntarle a Urd:
— ¿Quién es este hombre? ¿Qué le pasó?
—Es el doctor Sugahara Kenji...
— ¿Qué?— Keiichi miró a Urd y luego al Doctor con incredulidad — ¡El Dr. Sugahara.! ¡De la universidad de Chiba! ¿Raptaste al profesor?
—Un momento, yo no rapté al profesor, él… — Urd se interrumpió bruscamente al darse cuenta de lo que le decía Keiichi— ¿Cómo? ¿Lo conoces?
—Es una celebridad. La Universidad de Chiba está muy orgullosa de él — Keiichi dirigió un dedo acusador a Urd— Es algo así como especialista en plantas curativas y remedios antiguos y dicen que ha logrado desarrollar o mejorar varias medicinas, que son tan efectivas que parecen cosa de magia.
— ¿Magia? —Preguntó Urd sorprendida — ¡Será posible que un mortal esté haciendo magia!... Keiichi, creo que sabes más que yo.
Keiichi levanto los brazo en exasperación —No sé mucho más de él, escuché que un gran erudito en mitología nórdica, que tiene fama de tener una mente muy disciplinada y capaz de aprender fácilmente sobre muchos temas.
Al escuchar esto último, Belldandy y Urd intercambiaron miradas de extrañeza, pero no comentaron nada, pero se notaba que sospechaban algo. Urd parecía querer comentar algo, pero no en presencia de Keiichi. Después de pensarlo un poco se fue a buscar entre sus pociones, pero no parecía muy segura. Keiichi lo notó y recordó las palabras de Belldandy; sus pociones no estaban funcionando bien.
Belldandy entre tanto volvió a poner su mano sobre las sienes del hombre. Quería verificar las palabras de su hermana. Le dijo al hombre inconsciente. — Discúlpeme sensei, voy a leer su memoria de corto plazo para verificar que no tenga daños — y realizo un pequeño encantamiento, una extraña tonada llena de instrucciones mágicas.
Urd seleccionó un par de frascos y comenzó a preparar algo, pero se quedó petrificada cuando Belldandy interrumpió repentinamente su canto, y habló con una voz seria y autoritaria.
— ¡Urd! ¿Qué le has hecho a este hombre?
Urd sintió pánico. Cuando su dulce hermana usaba ese tono de voz, siempre le producía escalofríos. ¡Solo su madre, la numero uno de las regiones infernales, era capaz de producir el mismo efecto!
—No le hice nada, fue un accidente, un estante de libros le cayó encima.
—No me refiero a eso. ¡Este hombre! ... Este hombre está enamorado de ti. Y no solo eso. No es el amor ilusorio de tus pociones. Es algo... algo… — Belldandy hizo una pausa, mientras colocaba de nuevo sus manos en las sienes del hombre— ¡… algo muy profundo...! — dudó un momento, antes de seguir —. Hay una idea que parece dominar su cerebro. Es tu imagen y tu presencia, que lo envuelve todo.
—Pero, si nunca lo había visto antes. No le he dado nada. Él es solo el autor de un libro que trata sobre... pociones antiguas... y... ¡eh! ¿Magia nórdica?
Urd se interrumpió. Recordó la laptop, que en ese momento tenía la pantalla obscurecida al entrar en modo de suspensión. Se acercó a ella, como si fuera un bicho raro y la reactivó.
Ante la sorpresa de Keiichi y Belldandy apareció un dibujo de ella en la pantalla, estaba realizado en un estilo antiguo semejante al de las pinturas romanas. Además tenía una apariencia más joven, parecido a una joven Urd de 19 años. Keiichi fue el primero en preguntar, señalando la pantalla.
— ¿De dónde salió eso, quién lo hizo...?
Urd se quedó en silencio un momento, impresionada por ese retrato que antes solo había tenido tiempo de ver unos breves instantes. No entendía cómo podía haber llegado ahí. Cerró los ojos un momento, luego miro a Keiichi y hablo como si sintiera culpa de algo:
— Creo reconozco ese estilo. Conocí a un hombre que pintaba así. Se llamaba Fafnir, vivió hace 1,200 años.
Belldandy escuchó el nombre con sorpresa y luego de meditarlo, le dijo a Keiichi, un tanto abruptamente.
—Creo que debemos dejarlos a solas. Urd tendrá que arreglar algunas cosas de su pasado. —Y dirigiéndose a su hermana, añadió con voz seria —.Y por favor Onee-sama. No lastimes a este hombre. Él te ama mucho.
Keiichi quería protestar, pero la actitud decidida de Belldandy lo hizo callar. Parecía que había un problema familiar y de momento, lo más seguro era no intervenir. Pero la experiencia le decía que tarde o temprano, él se vería involucrado.
Urd entre tanto, se quedó confundida. ¿Amor profundo? ¿De un desconocido?
En realidad era algo irónico, ella que se autodenominaba la diosa del amor, con una sola excepción, solo había tenido noviazgos y encuentros fortuitos que parecían infantiles comparados con el amor de Keiichi y su hermana.
Incluso ahora era consciente que su romance con Trovadour había sido en realidad superficial, y había sido un niño mortal con el que había ayudado a recuperar la ilusión del amor. Pero, ¿este hombre? ¿Y esa imagen? ¿Tendría realmente algo que ver con Fafnir? Se estremeció, ese era un nombre que quería olvidar.
Se inclinó sobre el doctor, que dormía ahora un sueño tranquilo. Su bien cuidado pero anticuado traje, su cabello en un conservador y relamido corte, sus gruesos anteojos, le hacían parecer un viejo profesor. Su rostro redondo era más propio para provocar ternura que amor, curiosamente tenía un bronceado que no parecía corresponder a un profesor sedentario.
Todo eso era lo más alejado que podía pensar de un posible enamorado, sin embargo, tenía que reconocer que tenía una hermosa aura, que al parecer no estaba manchada por pensamientos negativos.
Miro al hombre inconsciente y le dijo:
—Sensei ¿Qué debo hacer contigo? Si lo que dice mi hermana es correcto, ninguna de mis pociones será capaz de hacerte olvidar. Con el amor profundo no se juega.
Finalmente se decidió por una poción para reanimarlo, mezclado con otra que lo haría sentirse confundido y crédulo, para poder inventarle algún cuento fantástico y novelesco, del tipo que le gustaban. Le abrió los labios y le dejó caer unas gotas de su poción.
El doctor pronto abrió los ojos, al principio tenía una mirada perdida, pero repentinamente adquirió conciencia, y se levantó de golpe... miró a Urd con ojos incrédulos y preguntó:
— ¿Dónde estoy?, ¿Qué hago aquí?, y lo más importante... ¿Quién eres tú?
¡Urd respingó! Parecía que la poción para confundirlo no estaba haciendo efecto, esas eran exactamente las preguntas que en ese momento ella no quería contestar.
Entonces notó que el profesor estaba realmente haciendo un esfuerzo por mantenerse enfocado, parecía en medio de una lucha interna. Estaba luchando contra la poción y estaba ganando. Su mente debía estar impecablemente disciplinada.
—Profesor Shugahara, por favor, tranquilo, sufrió un golpe en la cabeza. Debe estar confundido y...
— ¿Que es todo esto? — El hombre miró a su alrededor, tratando de identificar el lugar, lo observaba todo y lo registraba todo —. No estoy en la universidad, eso es definitivo. Esto parece tener la disposición de las habitaciones de un templo, ¿Tal vez sintoísta? Creo que hay uno abandonado o inactivo, cerca… creo que por… la ciudad de ¿Nekomi?... ¿Nekomi?... ¿Urd?... tú debes ser Urd... la que me escribió un e-mail... ¿Es esta tu habitación?
Definitivamente la poción no estaba funcionando, Urd entendía lo que había dicho Keiichi sobre una mente disciplinada y entonces vio como el profesor se le quedaba mirando con ojos soñadores. Eso era más agradable, pero las palabras inquisitivas y precisas del doctor la hicieron estremecer:
— ¿Es posible que seas tú? ¿Eres Urð hétu eina? ¿La nombrada Urth?, la "Darraðarljoð", la hechicera que vivió hace más de 1,200 años, la mujer que trajo alegrías y sueños a la tierra, que tejió mitos, leyendas y dejó escritos de magia, pociones y conocimientos que dicen que eran sobrenaturales
Urd se sorprendió, hacía ya muchos años que no escuchaba esos títulos, ni ese idioma. Además de que la descripción encajaba perfectamente. Su plan de tejerle un cuento fantástico a un profesor confundido, parecía que no funcionaría. El doctor continuó hablando, pero sin dejar de examinarla, como queriendo averiguar si no era una alucinación, extendió su mano hacia ella, pero no se atrevió a tocarla.
— Se decía que defendía a las mujeres y traía alegría a los niños, pero también que disfrutaba escuchar el sonido de los escudos y las espadas en combate, dicen las leyendas, que con sus hermanas tejía los destinos de dioses y hombres en una tela especial. Además se decía que: Sjá er orpinn vefr ýta þörmum ok harðkljáðr... — El profesor repentinamente pronunció estas palabras en lengua antigua y se detuvo para ver su efecto.
Para entonces Urd, o para ser más precisos "Urth", estaba haciendo una perfecta imitación de un pez boqueando fuera del agua. Ella misma había inventado eso de: "la tela estaba hilada con los intestinos de los guerreros muertos en combate"
— ¿Intestinos de hombres?... ughhh., ¡No yo nunca haría algo así!
El doctor exclamo sumamente emocionado — ¡Ah, y además entiendes el norse, la lengua nórdica antigua!
Urd se dio cuenta que había caído en una pequeña trampa. El doctor tenía una mente muy aguda. El vio su laptop encendida y sonrió al ver la imagen. Luego volteó a verla a ella, y sus ojos se llenaron de humedad.
— Debo estar soñando. No puedes ser real. ¿Sería posible que fueras Urth? ¡Una de las Normas! — El doctor se acercó a Urd, y con una gran ternura, pasó su mano sobre las marcas de su rostro, pero sin atreverse a tocarlas, como si esperara que se desvaneciera.
— Urth... cuantas veces no soñé en estar frente a ti, conocerte y escuchar de tu voz los fantásticos relatos con los que llenaste de mitos a este mundo... yo... yo quisiera...
El doctor se estremeció. Era la imagen de la misma persona, pero con una diferencia. Esta ya no era una jovencita, sino una mujer de extraordinaria belleza. Y algo que lo tomo más por sorpresa. ¡Tenía un sensual cuerpo de mujer! El dibujo tampoco le hacía justicia a su larga y bellísima cabellera, que parecía envolverla como un manto de platino.
Urd comenzó a comprender, este hombre efectivamente estaba enamorado, pero no exactamente de ella, sino de la Urth casi adolescente que había visitado la tierra hacía 1,200 años. De esa joven, impulsiva, sensible, salvaje y que había provocado la muerte de un hombre. De esa Urth que ella quería olvidar, a pesar de que era ella misma. De alguna manera, él la conocía, no sabía cómo era posible, pero casi parecía saber todo de ella.
Impulsivamente, Urd tomó la mano del hombre, que se estremeció con su contacto.
—Doctor, no soy ningún sueño.
Lo atrajo hacia ella, y puso la mano del hombre sobre su pecho. El doctor se estremeció al sentir bajo la mano su carne tibia y firme. Sintió como lo asaltaba una inesperada ola de sensualidad. El sentimiento era completamente inesperado y casi sentía que la mano le quemaba, pero no la retiró.
Urd tuvo que reconocer que el doctor tenía una gran presencia de ánimo. Casi había esperado que saltara y saliera corriendo. El doctor cerró los ojos y aspiro lentamente. Parecía querer cerciorarse de que esa tibieza y ese contacto, eran reales. Finalmente abrió los ojos y exclamo:
— ¡Eres real! ¿Quién eres realmente?
Urd suspiró. Tenía que hacer un cambio de planes. Entonces tuvo una idea, tal vez podía funcionar. Pero había que comenzar con algo de la verdad. Retiró la mano del profesor, lo miró a los ojos para hablarle, pero se sorprendió por su mirada.
Vio unos ojos marrones, brillantes, llenos de vida y de inquietud, que se veían pequeños detrás de esos lentes, pero que tenían una sorprendente intensidad.
— Doctor Sugahara, sí, me llaman Urd, soy la joven que le escribió un e-mail solicitando conocerlo y para obtener una copia de su libro, yo soy una…
El doctor la miró, parecía desilusionado y la interrumpió.
— Entiendo. Entonces, debes ser una joven que quiere aprender de la magia antigua, como tantos jóvenes del new age, te has apasionado tanto, que has aprendido lenguas, y te has puesto esas marcas y... y…
Volvió a ver la imagen en la pantalla. El hermoso rostro, las marcas, el lenguaje antiguo, todo parecía coincidir. Pero no podía ser. La razón le decía que eso no podía ser real, a pesar de que la evidencia parecía decirle lo contrario.
— ¡Desearía tanto que fueras ella! Incluso cuando la razón me dice que es imposible.
Urd pudo sentir la desilusión y la confusión del doctor, pero esta confusión no era causada por su poción sino por su lucha interna. Podía sentir su pasión interna, pues se reflejaba en su hermosa aura y sabía que ella era el objeto de esa pasión. No pudo evitar sentirse conmovida, pero también aliviada.
Al parecer el doctor estaba dispuesto a convencerse a sí mismo de que solo era una apasionada y extravagante y que hacía cosplay.
Urd decidió que era buen momento para averiguar más y tal vez distraerlo un poco de ella, había mucho que ella no entendía. Le señaló la imagen de la pantalla y le preguntó:
— ¿Esa imagen?, dónde la obtuvo. ¿Quién es ella?
El doctor escucho con sorpresa la pregunta. Al menos parecía que ella no pretendía tener 1,200 años de edad. Suspiró e intentó recuperar la compostura propia de un doctor universitario. Se acercó lentamente a la laptop, mirando ese rostro con ternura, y luego volviendo a ver a Urd, dudó, pero finalmente comenzó a explicar:
—Hasta donde sé, esta joven, llamada Urth, vivió en el siglo VII de nuestra era, cerca de lo que ahora conocemos como Jutlandia. — bajo la voz, y describió como si todo estuviera frente a el — Era una época turbulenta, el emperador Carlomagno estaba expandiendo su imperio e imponiendo el cristianismo a sus súbditos. Poco a poco, los pueblos de Europa caían ante su dominio: En el norte, conquistó a los avaros. Y luego se dirigió al norte y entonces su imperio llegó a la frontera de una zona que les parecía primitiva. Sus habitantes ahora los llamamos: los antiguos normandos.
El doctor comenzó a hablar con más vehemencia y uno casi se podía imaginar el encuentro.
— Esa gente esa casi desconocida para las naciones que se consideraban civilizadas. No eran una verdadera nación, sino una serie de tribus dispersas y con muy poco en común aparte de su idioma. Esa compleja amalgama de humanidad se encontró cara a cara con el imperio más poderoso de Europa y de alguna manera, lograron mantener su independencia. Y esta joven, tuvo algo que ver.
Urd repentinamente se sintió débil y se estremeció. Como diosa tenía estrictamente prohibido intervenir en los conflictos humanos, especialmente en sus guerras. ¡Y este hombre le decía que había provocado un gran cambio! Así que apenas y se atrevió a preguntar:
— ¿Cómo fue que esa joven que parece adolescente fue capaz de hacer eso?
El hombre miro a Urd, y luego con una emoción que delataba su gran admiración por esa joven exclamo:
—Eso es lo más extraordinario, posiblemente ella no se dio cuenta. Los detalles de su historia son muy confusos, he pasado años siguiendo su rastro, pero sin ella los normandos habrían sido solo una colonia más del imperio y su identidad habría desaparecido.
— ¡Doctor! Yo sé que la diosa Urth es un personaje mítico. Solo es una deidad mitológica. Debe estar equivocado…
El doctor sonrió con ironía.
—Sí, eso dirían mis colegas, por eso no lo he mencionado en mis publicaciones. Por eso he pasado una década buscando información, datos, relaciones, y finalmente lo encontré...
—No entiendo, eso es un dibujo, ¿Qué es lo que encontró? ¿Qué es lo que demuestra?
El doctor miró el hermoso rostro de Urd, sus bellísimos ojos, su preciosa cabellera, su sensual cuerpo... Cerró los ojos como si quiera escapar de su hechizo y luego comenzó su relato, al principio, con una voz casi inaudible, como hablando para sí mismo:
— Hace años, cuando era un joven estudiante, encontré un libro de pociones y hechizos. Era un libro lleno de fantasía, pero me dio curiosidad. Pensé que seguramente eran solo remedios tradicionales, pero tal vez si investigaba esas viejas recetas, podría descubrir nuevas substancias medicinales. Comencé a probar uno por uno los remedios y para mi sorpresa, algunos funcionaron. Y no solo eso, sino que sus efectos estaban más allá de lo que se podía esperar de las propiedades de sus ingredientes…
Urd saltó con esa simple declaración, ¡Un mortal... haciendo pociones mágicas!
—Por eso busqué más fórmulas y pociones antiguas. Muchas no funcionaban, o eran solo fantasía, pero otras si era efectiva. Y me di cuenta, que las que funcionaban estaban redactadas en un lenguaje muy parecido.
»Por eso pensé que podían ser de una misma persona. Así que busqué escritos que usaran un lenguaje similar y poco a poco encontré más fragmentos, Una hoja perdida en un libro, una referencia en otro libro, algunos relatos conservados en canciones y leyendas antiguas. Todo eso, parecía tener un mismo origen y finalmente me llevó a la mitología nórdica...
»Fue un trabajo largo, pero llegué a la conclusión de que había sido una mujer, una joven extraordinaria, quien creó todas esas preparaciones, las refinó, las organizó y las escribió. Pero hizo mucho más. Recorrió esas tierras contando historias fantásticas, que luego darían lugar a la mitología nórdica, a ella le debemos las historias de las valquirias, el árbol de Yggdrasil, el mito de Loki, los mitos de los Vanir, los Jötnar, los Álfar y los Dvergar. No sé de dónde sacó esas maravillosas historias, pero sedujeron a los hombres. Estos las adoptaron y con ello otras enseñanzas que estoy seguro ella había mezclado con las historias a propósito. Y esos pueblos dispersos y distintos, con el tiempo, adquirieron unidad.
»Ella recorría los pueblos, enseñaba a las mujeres a curar, jugaba con los niños. Con su belleza rompía los corazones de hombres pero a veces... —Y el doctor rio, como quien ríe de la travesura de alguien querido — ¡... les rompía otras partes del cuerpo!
Urd no pudo evitar reír también al recordar eso. Sí, había roto más de una nariz y al menos un brazo. Había sido una joven impulsiva, voluntariosa, y no soportaba a los hombres impertinentes. El doctor había interrumpido su relato para escuchar fascinado su risa, después de una pausa, continuó, y tomo por los hombros a Urd y le dijo emocionado:
—Y algo extraordinario, ella sabía escribir, no sé cómo, tal vez lo aprendió en el sur, entre los sabios del imperio. — la soltó, y en voz más baja mientras movía las manos, como tratando de dibujar:
Pero ella no usó el alfabeto latino, usaba unos extraños símbolos, que luego se llamarían runas... y todo lo que aprendía lo escribía, pero no en los rollos que se usaban en la época, — El doctor levanto las manos con aire dramático — ella escribía en algo que solo podría llamar por su nombre moderno: una libreta de notas.
Afortunadamente el doctor estaba emocionado con su relato, o hubiera notado la agitación de Urd... ella pensó.
—Mi libreta de notas... no puede ser... lo que escribí ahí... ¡la libreta debía haber sido destruida!
—Y entonces ella conoció a un hombre, un bardo o un noble, no lo sé con exactitud, pero debió ser un joven extraordinario para poder ser aceptado por ella. Él aprendió a leer lo que ella escribía, y se dio cuenta de lo que significaba. Viajaron juntos, ella se confió en él y le compartió sus secretos. No estoy seguro, pero creo que comprendió el conocimiento que había ahí y se la robó...
Urd se estremeció conforme los recuerdos comenzaron a llegar...
Fin del capítulo II Rev. 04
Notas:
1: ¿Templo sintoísta o budista? Existe algo de controversia sobre si la residencia Morisato fue un templo sintoísta o budista. Por un lado, en el anime, vemos a Belldandy pulir una estatua de Buda, pero la disposición del templo y sus adornos, sugieren que sea sintoísta. Incluso cuando Belldandy restaura el templo, ella comenta que su verdadero dueño ha llegado, sugiriendo que en ese templo se le rindió culto... algo que solo sería posible en un templo sintoísta. Así que la hipótesis más plausible, es que fue construido como sintoísta, y posteriormente transformado en budista. Eso no es raro en Japón. Más adelante hablaré de los elementos budistas, pero el profesor reconoció el templo solo por su arquitectura.
2: Nekomi es una ciudad ficticia del universo de OMG. Lo único que sabemos de ella es que esta en la prefectura de Chiba, de manera que no debe haber problemas en que la haya ubicado cerca de la Universidad de Chiba.
3: Norn o Nórdico antiguo. Es un lenguaje también llamado Nord germánico, que desapareció alrededor del siglo XV y era utilizado por los antiguos normandos, aunque sobrevivió en fragmentos y poemas como los que estoy citando hasta el siglo XIX. Pero no existe ningún texto antiguo en esa lengua, de ahí la emoción del profesor y sus colegas por un texto del siglo VIII. Los fragmentos que estoy citando, proviene de la tradición de Islandia y son muy posteriores, pero son algunos de los fragmentos donde se habla de las Nornas.
4: Advertencia. Me tomare algunas libertades con la historia de Jutlandia, pero todo vale por una buena historia.
