La orden de los Caballeros Mortales
Por Javier Delgado R.
Fan fiction, inspirado en "Oh mi diosa" de Kōsuke Fujishima.
Capitulo XXII
Diosa entre los dioses
Anang Reng caminaba lentamente por una amplia avenida, sus ojos miraban maravillados todo lo que lo rodeaba. Después de haber estado desprovisto de toda percepción sensorial por un periodo de tiempo que no sabia si eran minutos o siglos, el estar de nuevo en contacto con el mundo sensorial prácticamente lo había embriagado y este no era cualquier mundo.
El cuadro que lo rodeaba superaba cualquier sueño que hubiera tenido. Acostumbrado a los cerrados espacios de Hell, estos grandes espacios abiertos, llenos de edificaciones que parecían filigranas exquisitas en lugar de construcciones y jardines donde hasta el ultimo ser vivo era parte de un todo estético, con olores, sabores, sensaciones, sonidos y texturas planeadas por algún artista para producir un experiencia total, todo era parecía maravilloso.
Embriagado por tal asalto a sus sentidos, después de la negación absoluta de estos, tardo antes de darse cuenta de donde estaba. Este era el cielo, el hogar de sus ancestrales enemigos.
Se detuvo repentinamente al ser consciente de su ubicación. Busco en lo profundo de si la profunda sensación de odio que debía tener hacia este lugar, y sorprendentemente no encontró nada. El absoluto aislamiento al que había estado sujeto le había proveído de una extraña paz interna.
Poco a poco tomo consciencia de los seres que se movían a su alrededor. Eran dioses, algunos eran altivos, otros mas humildes, pero todos se movían con un propósito en sus miradas, y ese propósito no parecía tener nada que ver con la búsqueda de poder y prestigio que era la norma en su propio mundo.
Anang Reng continuo caminando hasta un delicioso parque donde varios jóvenes dioses ejercitaban sus habilidades en una alegre confusión llena de camaradería y libre de preocupaciones. Pronto descubrió que nadie parecía prestarle atención. Cuando un joven dios en su juego, pasó a través de él, Anang Reng se dio cuenta de que todo debía ser una ilusión, una ilusión proyectada en su mente. Pero ¿con que propósito?
Pero de momento no importaba, intentaría disfrutar estas sensaciones antes de volver a ese terrible aislamiento, adonde estaba seguro que seria regresado, así que decidió continuar explorando ese mundo. Fue un largo tiempo que parecieron ser horas. Llego a donde un joven dios entrenaba en lo que parecía una compleja forma de danza. El movimiento parecía perfecto, pero el aun no estaba satisfecho. Una y otra vez repetía segmentos del movimiento, y cada intento, lo interrumpía con una exclamación de enojo. Anang-Reng no pudo evitar recordar a su hijo cuando practicaba sus ejercicios de combate. Sin darse cuenta, se quedo absorto en la contemplación del joven dios, cuando escucho una conmoción detrás de él.
Había un majestuoso edificio, una hermosa filigrana de cristal, piedra y otros extraños materiales, que de inmediato reconoció. El edifico del gran consejo celestial.
Pero algo pasaba, de su interior salía un fiero resplandor, mientras la tierra comenzaba a estremecerse. Había algo familiar en el fenómeno, y soltó una exclamación de asombro al reconocer lo que veía. Era un recuerdo antiguo de las épocas más terribles de la guerra entre dioses y demonios. Ese resplandor era inconfundible y había esperado no volver a verlo, era la energía contenida en el cuerpo de un dios antiguo siendo liberada en forma catastrófica y violenta. Un dios antiguo había dado su vida para convertirse así mismo y todo lo que lo rodeaba en una pira funeraria.
Algunas ves eso se había considerado una forma honorable de morir antes que ser derrotado y al mismo tiempo, destruir a tantos enemigos como fuera posible. A jugar por la intensidad de lo que veía, este debió ser un dios de muy alto nivel.
Pero eso era algo solo debía ocurrir en un campo de batalla, no en medio de los suyos. Anang Reng observo con mirada crítica y de experto como las defensas mágicas de la ciudad intentaban contener la destrucción. El edificio genero un campo que intentaba retener esa energía, pero había diseñado para defenderse de un ataque externo, no algo desde su interior. El edificio logro contener la fiera llama de destrucción, pero Anang-Reng sabia que no aguantaría mucho.
Miro a su alrededor y vio como muchos de los dioses también habían reconocido el fenómeno y comenzaba a invocar sus barreras físicas. Con un inexplicable horror recordó al joven absorto detrás de él. Ese dios era su también su enemigo y sin embargo intento gritarle, hasta que recordó que para el no existía.
Volteo de nuevo y vio como el edificio se disolvía y una pavorosa explosión materia/ultra materia se expandía vaporizando los edificios de este hermoso mundo. Quedo mudo cuando el joven dios fue tragado por el furioso plasma lanzando un doloroso grito de pavor y sorpresa. Pronto vio como las defensas de este mundo comenzaban a contener el daño, pero sabía que muchos dioses deberían haber perecido en esa orgía de destrucción.
Apenas y se dio cuenta de que la explosión no le había causado ningún daño, recordándole que todo esto era solo una ilusión dentro de su mente. El mundo que lo rodeaba se lleno de confusión, de gritos, de alarmas, del horror de la destrucción y de la muerte.
Y entonces oyó una voz áspera y terrible que taladraba su mente.
- No pareces muy feliz. - Y escucho una risa que le producía dolor - Esto que ves, ocurrió realmente, no es solo una proyección en tu mente. Así que deberías estar feliz de ver humillados a tus enemigos de esta manera... Pero no te lo enseño para tu placer, pues no puedo olvidar que tú me fallaste. El plan era que derrotaras a Hild y aprovechando esta confusión, lanzarías un ataque sobre el universo de tus enemigos. Ahí donde solo veo dioses corriendo confusos, debería ver dioses corriendo llenos de terror, huyendo de la ira de los habitantes de Hell. - La voz se detuvo, pero ahora hablaba con ira, una ira terrible y pavorosa - Me has fallado, ya no me eres útil, hay otras formas de someter este mundo que tal ves me proporcionen mas diversión. Solo que tendré que esperar un poco mas de tiempo. Pero eso puede esperar, ahora debo planear también como hacer sufrir también tu mundo en castigo por haberme defraudado.
Repentinamente la escena cambio, Anang-Reng se vio repentinamente en su mundo, por un momento se sintió aliviado al verse de nuevo en un lugar familiar, pero pronto comenzó a darse cuenta de los gritos y la confusión, y se dio cuenta de que Hell pronto seria puesto a prueba en su capacidad de soportar el dolor y el sufrimiento.
Jenny Rossenthal miraba a su alrededor sin poder dar crédito, con manos un poco temblorosas tomo una pequeña taza de café Express, aspiro con placer el fuerte y delicioso aroma e intento relajarse. ¿Este era su cubículo?
No parecía muy distinto de su cubículo anterior, donde seguramente ahora solo había una taza de café frío. Pero había algo que no era igual, el lugar donde estaba ese cubículo y con emoción apenas contenida deletreo lentamente: -" C E R N, L H C"...
Su voz era entrecortada. Para una joven pos-graduada era como encontrarse en medio de la búsqueda del santo grial. No solo eso, en este lugar no era una estudiante que tenia que hacer méritos. Hacia una hora, algunos de los mas grandes físicos del mundo, nombres que solo había leído en publicaciones especializadas, la habían cuestionado a fondo, preguntas complejas que pudo responder sin dificultad por lo que al final ¡La habían felicitado! Casi se había desmayado, pero esos hombre la habían aceptado en su grupo y el interrogatorio pronto se convirtió en una animada discusión, donde la teoría de cuerdas se mezclaba con espuma cuántica y universos adimensionales.
Todo había sido tan intempestivo, apenas el día anterior había corrido llena de temor a intentar detener la síntesis. Casi derramo el café caliente al recordar lo ocurrido. No había logrado detener la síntesis de los cristales, y sorprendentemente todo había funcionado tal como ella había planeado.
Apenas estaba intentado recuperarse del pánico, cuando un grupo de hombres prácticamente la habían arrancado de su laboratorio para llevarla al aeropuerto con la promesa de enviar su ropa y pertenecías después. Solo había logrado traer su laptop con los resultados de la síntesis y los cristales fruto de su trabajo. Antes de darse cuenta, ya estaba en un avión sin escalas a Suiza.
Poco a poco el cansancio y agotamiento la comenzó a invadir, apenas alcanzo a dejar la taza en el escritorio cuando se quedo profundamente dormida en la silla.
Durante toda su estancia en el gran laboratorio, Jenny había estado tan emocionada, que apenas y se había dado cuenta del guardia que la seguía a todas partes. El guardia era un hombre maduro de mirada severa y su rostro lleno de pequeñas cicatrices, un experto que había protegido a políticos y celebridades. Se sentía intrigado ante este nuevo trabajo. Desde los cristales del cubículo había observado como la joven caía rendida. Entro con cuidado y la tomo en sus brazos para acostarla en el mullido sillón del cubículo. El hombre se quedo contemplando un rato el sereno rostro de la joven, no pudo evitar un suspiro ante esa muchacha que parecía poseer secretos que justificaban las órdenes que le habían dado. Él debía dar su vida para protegerla. Lentamente salió del lugar, apago la luz y tomo una silla y se sentó, dispuesto a no separarse del lugar. Mientras el estuviera ahí, nada le pasaría a ella.
Eroviel miro a su victima, conforme esta se disolvía; No, no era un de ″ellos″. La figura que yacía en postrada en el piso, aun mostraba la sorpresa y no cierta tristeza, conforme su conciencia de disipaba en el vacío dejando un cuerpo cristalizado.
Su alta y casi aristocrática figura, contrastaba con su rostro nervioso, un temblor constante en los labios delataba su lucha internar. Sabia que había hecho algo malo, pero Eroviel no tenia tiempo de pensar en eso, algo le decía que no debía apiadarse se esa diosa, en lugar de eso tenia que seguir buscando a ″los otros″, sin importar el costo. Un odio ciego lo hizo buscar a su alrededor. A lo lejos percibió una figura que se movía. Parecía inofensiva e indefensa, pero no se dejaría engañar, la voz en su cerebro le decía que el enemigo podía adoptar cualquier forma. Intento tranquilizarse, sabía que su uniforme que lo identificaba como un tutor inspiraría confianza
Preparo su arma y la oculto detrás de su cuerpo, la había robado de un museo de los tiempos antiguos, para evitar tener que usar su magia que lo podría delatar. Se dispuso a acechar a la pequeña figura que se acercaba. Esta lo vio con temor, pero él le sonrío, la voz le decía que debía ocultar su odio. La pequeña figura, una diosa casi niña, vio su sonrisa y suspiro agradecida así que se le acerco. El hombre puso la mano sobre su arma oculta, era una suerte, solo tenia que esperar a que se acercara un poco más.
Súbitamente el cielo se ilumino, y el suelo comenzó a estremecerse, mientras un aura poderosa lo invadía todo. Alguien de gran poder debería estarse acercando. Miro a su alrededor sorprendido, mientras la pequeña diosa salida corriendo atemorizada a buscar un refugio. Ignoro a la pequeña diosa y siguió buscando el origen del fenómeno.
Y entonces vio un magnifico espectáculo incluso para los criterios de un dios. Un gran portal, que por su tamaño anunciaba la llegada de alguien poderoso, se abrió en el cielo. En su interior se veían danzar los símbolos mágicos que lo estabilizaban. Pudo leer los símbolos, era un portal multiverso, un portal que conectaba con el universo mortal.
Eroviel sonrió, eso era una prueba más. De ese maldito lugar no podía venir nada nuevo. Aun así, no pudo evitar estremecerse maravillarse ante lo que veía.
Del portal salió una formación de mujeres guerreras, con sus ángeles desplegados en pose ceremonial, finalmente, en la posición de honor había una diosa. Debía ser una poderosa diosa a juzgar por el resplandor que irradiaba y el rango de las guerreras. Estas cantaban un himno lento y sublime.
La sensación de poder del grupo lo avasallaba. La diosa vestía un traje azul celeste y blanco, con una gran cantidad de amarres para contener lo que debía ser un gran poder, las guerreras que la escoltaban vestían trajes blancos de gala, adornados con insignias de rango en los colores de la diosa: plata y azul.
La entrada de la diosa había sido percibida por muchos, de entre los edificios poco a poco comenzaron a salir figuras temerosas, que miraban a la recién llegada, ese canto lento los llenaba de esperanza, pero aun no se atrevían a acercarse.
Eroviel era uno de los mas cercanos, en el fondo de su corazón nació un sentimiento de admiración y orgullo ante ese ser maravilloso, pero que fue inmediatamente acallado por una voz que le decía - ″ no te dejes de engañar por los impostores″.
El grupo descendió lentamente y se poso con dignidad en el suelo, las guerreras inmediatamente se colocaron en posición de guardia de honor y presentaron sus armas con admirable disciplina, sin alterar una sola nota de su canto. Sus ángeles flotaron encima del grupo dejando caer una continua cascada de copos de luz, que le daban un aire onírico a la escena.
Eroviel hizo un esfuerzo por reaccionar y se acero lentamente a la diosa. Temió encontrarse con un rostro altanero y orgulloso, pero en lugar de eso, en ese hermoso rostro había tristeza, tenía ojos tristes e incluso una sonrisa triste.
Esa sonrisa pareció tocar su corazón, algo le decía que debía hacer todo lo posible por alejar la tristeza de ese rostro divino, pero pronto la voz le recordó que debía luchar contra ese sentimiento.
La guerrera de mas alto rango se cruzo en su camino impidiéndole acercarse mas y con voz severa, le pregunto
- ¿Quien eres?, no logro ver tus marcas de rango e identificación ¿Que ha pasado aquí?
Eroviel se inclino fingiendo respeto, y rápidamente inventó algo.
-¿Que paso con mis marcas? - dudo un poco en lo que ordenaba sus ideas, su rostro se ilumino cuando se le ocurrió algo que decir- Al fallar Yggdrasil muchos perdimos nuestras identidades- Eroviel recordó complacido como había logrado deshacerse de esas marcas antes de que lo infectaran- pero ahora por la falta de marcas nos podemos distinguir de ″los otros″.
Lind lo miro con sospecha:
- ¿Quienes son los otros?
El dios trato de fingir temor, pero su voz no resultaba convincente:
- Creemos que hay intrusos, y estamos buscando como defendernos, ellos se ocultaban tras las marcas de los dioses, por eso ahora podemos identificarlos, pero tú tienes marcas, ¿Quien eres?
La guerrera levanto las cejas en actitud de incredulidad. ¿Como era posible que alguien de su mundo no la conociera? Algo muy extraño estaba ocurriendo. Sin dejar de vigilar al dios, le dijo.
- Solo soy una servidora de Belldandy, diosa entre las diosas, que ha regresado a asumir su puesto asignado a nuestro mundo.
El miro a la gran diosa que tenia antes sus ojos, rodeando a Lind se acercó a ella, embelesado por su belleza, mientras la voz en su mente le decía: ″ella debe ser de los otros, hay que acabar con ella″. Lind lo dejo acercarse, pues esas eran sus instrucciones. Se coloco cuidadosamente frente a la gran diosa y repentinamente, lanzando un grito, saco su arma escondida, era un arma de los primero tiempos, temible para dioses y demonios, un arma que podría cristalizar el cuerpo de un dios y disolver su mente. Del arma se formo algo que parecía una delgada hoja de encaje, pero que estaba diseñada para penetrar en el cuerpo de un dios y destrozar sus códigos atravesándolos de manera que no pudiera regenerarse...
Levanto su arma para dejarla caer en la diosa, la miro a los ojos, pero en lugar de ver temor, solo vio... tristeza y lastima... La diosa se estaba apiadando de él. La sorpresa lo dejo congelado por un instante, luego la diosa simplemente levanto un brazo y antes de que pudiera reaccionar, su arma había sido disuelta. Una fracción de segundo después, su cuerpo estaba aprisionado por dos valquirias. Dos de las guerreras habían creado un lazo de energía que lo aprisionaba sin posibilidad de escapar
Lind se le acerco lentamente y comento:
-¿Realmente pensabas en poder causarle daño? ¿Aun no entiendes quien es ella?
Entonces la poderosa diosa dio una orden.
-Lind, libé ralo, deja que se acerque a mi.
Los ojos de Lind brillaron brevemente y giro el rostro para confirmar la orden que había recibido, pero al ver el rostro de Belldandy, sin dudarlo dio la orden de liberarlo.
El dios miro con sorpresa a la poderosa diosa que tan fácilmente lo había desarmado y al acercarse vio algo que lo conmovió y que le hizo dejar de escuchar la voz que intentaba controlarlo: de sus hermosos y límpidos ojos azules brotaba una lagrima y supo, que esa lagrima era por el. La diosa le dijo:
- ″ Pobre criatura, confundida y temerosa, entrégame esos sentimientos que pesan sobre tu corazón″.
Y la diosa extendió su mano, la coloco el pecho del dios, quien grito cuando el sufrimiento de los últimos días salió a flote, y que poco a poco lo fue abandonando, mientras que en el fondo se sentía culpable: Él era culpable de esa lágrima divina.
Al final se quedo sin liento, expiro todo el aire de sus pulmones y aspiro violentamente, como un nadador que saliera repentinamente a la superficie. Se estremeció de pies a cabeza como un arbusto sacudido por el viento, Aspiro profundamente, ahora había lucidez en sus ojos y exclamo...
- Tu eres Belldandy, yo fui tu tutor... ¿ahora eres...? - miro a su rostro con asombro, luego cayo sobre sus rodillas y comenzó a llorar, se dejo caer ocultando su rostro mientras lloraba sin control- Diosa entre los dioses, perdón, pido perdón, he hecho cosas terribles, he tomado vidas, por favor, ¡toma mi vida inmediatamente antes de que la locura vuelva a mi!. Su cuerpo se estremecía sin control al recordar lo que había hecho. Entonces sintió algo suave que lo tomaba de sus hombros y que sin embargo de manera irresistible lo obligaba a erguirse, y tuvo que enfrentar al rostro de esa diosa entre los dioses.
Tomar tu vida no traerá de vuelta esas vidas, he visto la locura que se albergaba en ti y te aseguro que no regresara, la he aprisionado dentro de mi - lo volvió a tocar y su cuerpo se estremeció al ser tocado de nuevo por el poder de la diosa. Las marcas del dios volvieron aparecer, Eroviel, licencia de primera clase, tutor de nivel medio. Belldandy lo leyó como un libro, su nuevo estatus le permita el acceso a todos los niveles de información. La joven diosa se tomo unos segundos antes de responderle al dios:
- Eroviel, ayúdanos a salvar vidas, se nuestro guía para localizar a los que tiene esta locura que te invadió. Con eso podrás pagar tu deuda.
El dios volvió a llorar, pero en sus ojos había decisión y emocionado dijo:
- Mi diosa, daré mi vida por cumplir tus órdenes y resarcir mi deuda. Usa mi vida como mejor te plazca. Se donde podemos encontrar a los poseídos, la voz nos llamaba para acabar con los nodos de control Yggdrasil, ahí es donde los encontraremos. Deben estar atacando el centro de control.
Lind miro interrogante a Belldandy, y esta asintió con la cabeza, ella confiaba en este dios pues había tocado su corazón. Lind sonrió, no tenia dudas de la decisión de Belldandy. Señalo a varias de las valquirias de su escuadrón.
- Vayan a nuestro cuartel central, convoquen a todos los escuadrones, incluso llamen a las reclutas y las aspirantes, necesitaremos toda la ayuda que se posible, pero tengan cuidado. Sospecho que esta locura podría afectar a cualquiera incluso a nosotras, a la menor sospecha séllenlas antes de que puedan ser un peligro. Luego sigan a Eroviel al centro de control de Yggdrasil e impidan que sea dañado. Las alcanzaremos ahí.
Lind volteo a ver al dios, que miraba expectante, deseando poder ayudar.
- Acompáñalas y guíalas, diles todo lo que sepas de esta locura. Nuestras vidas pueden depender de ello.
El dios agradecido ante la oportunidad, se arrodilló ante Lind, y luego ante Belldandy, se elevo en el aire, y se dispuso a seguir a las valquirias. Después de que el grupo partió, Lind miro interrogante a Belldandy, y le dijo:
- No puedes hacer eso, sentí como te debilitaste al absorber su locura, no lo debes hacerlo, estas usando tu propia energía vital, hasta que Yggdrasil no esté en línea no tendrás tus poderes completos.
Belldandy cerró los ojos para ocultar sus ojos humedecidos y contesto:
- Si no tengo otra alternativa, así lo haré con todos los que encontremos en nuestro camino. Tal vez Urd nos habría ayudado con sus pociones, pero tiene una misión que cumplir. La información que venia de Hell también hablaban de esta locura que invadía a sus habitantes. Si ella logra encontrar una cura, también nos servirá.
Belldandy entrecerró los ojos y una decisión se formo en su mente.
- No podemos dejar que haya mas muertes, te ordeno que captures a todos los estén invadidos por esta locura y tráelos a mi. Keiichi me ha enseñado que a pesar de que él es solo un mortal el siempre da todo lo que puede por los demás, no puedo ser menos.
Lind intento protestar, pero ya conocía bien a Belldandy, y sabía que si se trataba de hacer el bien a otros, no habría fuerza capaz de detenerla, así que se volvió a hablar a su escuadrón.
- Kamisama ha hablado. Ya vieron como es esta locura y saben como identificarla, capturen a todos los poseídos que se encuentren en nuestro camino y tráiganlos ante Kamisama.
Las valquirias inclinaron la cabeza aceptando sus órdenes y se elevaron para buscar a los poseídos por esa locura. Lind miro a su alrededor, observando la destrucción general, parecía impasible, pero para los que la conocían no cabía duda que sufría ante lo que veía, se permitió un leve suspiro y le comento a Belldandy
- Los reportes de Keiichi fueron correctos hasta el mínimo detalle. Keiichi-san parece conocer nuestro mundo mejor que nosotras. No se como pudo aprender tanto, debe tener un acceso de alto nivel...
Belldandy se estremeció al escuchar el nombre de su amado:
- ¿Crees que estará a salvo? Esta locura ya invadió al cielo y a Hell, ¿podrá afectarlos en la tierra?
Lind se permitió una leve sonrisa:
- La orden de los caballeros mortales sabrá defenderse. Incluso sin magia han hecho tanto por nuestro mundo. Ghadril esta con ellos y les enseñara a usar sus armas. Pocos son capaces de enfrentar las armas de los primeros nacidos, Kamisama.
¡Kamisama!, de nuevo ese titulo, Belldandy aun no podía aceptar que se refería a ella, a pesar de que sabia que desde antes de nacer estaba predestinada a portar ese titulo.
Kamisama! La palabra sonaba extraña y lejana. Belldandy como en medio de un sueño comenzó a recordar lo que había pasado después de que Lind le había proclamado la lealtad de su escuadrón.
Miro a su alrededor, por todas partes se veía la destrucción y estaba segura de que también que la muerte yacía bajo las ruinas. Su rostro de lleno de lágrimas por los que habían perecido y sabia que era su responsabilidad evitar que hubiera más muertes. ¡No les fallaría!, sin importar cuantos sacrificios tuviera que hacer. Cerró los ojos un momento y recapitulo los hechos de las últimas horas mientras esa palabra seguía resonando en su mente.
¡KAMISAMA!
Belldandy vio de nuevo el momento en que Lind había presentado la promesa de lealtad del escuadrón de Valquirias. Ella estaba parada en medio del cuarto, cubierta solo con una manta que le había dado Keiichi, rodeada de un escuadrón de guerreras en traje de gala, todos tardaron en entender lo que significaba, pero el silencio que se hizo en el cuarto que fue roto por Hild.
- Así que la pequeña diosa finalmente cumplirá su destino. Pero mi querida Bell-chan, no esperes que te llame con ese ridículo titulo. Realmente no creo que una diosa tan delicada e inexperta como tu logre sostenerse durante mucho tiempo.
La frase de Hild había caído como un balde de agua fría entre el grupo, pero Belldandy en el fondo se la había agradecido, la había ayudado a reaccionar. Aun estaba asimilando la reconstrucción de su código, que había sido realizada por los subsistemas de Yggdrasil, y poco a poco sentía incrementarse su nivel de energía que seguía fluyendo hacia ella, este ya estaba por arriba de su nivel de diosa de primera clase sin imitadores, muy pronto si no usaba imitadores en este mundo, su poder se podría salir de control.
Le costaba trabajo enfocarse ante todas estas sensaciones nuevas y ante unos nuevos poderes que excedían con mucho sus anteriores. Miro a su alrededor intentando concentrase en la situación, Urd abrazaba aun feliz a Kenji, en el fondo percibía como acababa de despertar a Skuld, quien abrasaba feliz a Sentaro. Estaba Lind y su escuadrón, Hild y Marler, y además percibía un numeroso grupo de mortales alrededor del templo. Pero algo faltaba, no sentía la presencia de Yggdrasil.
Extendió las manos para sentir la energía que seguía fluyendo, y se dio cuenta de que algo estaba mal. Yggdrasil solo debía estar parcialmente operativo. ¿Entonces que autoridad la había elevado a Kamisama? Si los subsistemas la habían nombrado Kamisama, sin ninguna ceremonia o aviso previo, eso significaba una cosa, que Kamisama había muerto o estaba completamente incapacitado y el consejo no había designado a ningún sucesor. Debía ser una medida realmente desesperada. Miro a Keiichi, y pregunto:
- Keiichi ¿que ha pasado? Esto no debería ocurrir aun...- Mientras señalaba a sus marcas.
Keiichi se rasco la cabeza, no estaba seguro de como tratar a ahora a Belldandy, con su nuevo titulo, pero Belldandy solo lo miro y él se dio cuenta de que seguía siendo la misma. Trato de explicar la situación:
-Belldandy, Kamisama esta moribundo, todos los miembros del consejo están muertos, e Yggdrasil esta desactivado por una serie de atentados a los nodos de control mas importantes...
Belldandy se quedo muda de asombro, y luego miro a Hild con sospecha.
- ¿Tiene algo que ver con el segundo deseo de Sensei Shugahara?
Keiichi se apresuró a contestar...
- Debido a eso, el cielo cerro toda comunicación con la tierra, y Lind se quedo atrapada en la tierra, pero… - Keiichi se detuvo, no se sentía cómodo de revelar su fuente de información, pero esto era demasiado importante – Gracias a que Urd dejo una puerta trasera de acceso a Yggdrasil en mi computadora, pude establecer contacto con el cielo, estaba buscando ayuda para salvarte, contacte con Peorth quien me explico todo,
Belldandy extendió sus manos, con su nuevo estatus tenia autoridad para cancelar cualquier bloqueo y ya no requería usar la línea telefónica para accesar a Yggdrasil, pero aun así, no sentía el fluir de conocimiento que esta siempre le proporcionaba, solo funciones de bajo nivel que eran las que estaban dándole poder. Funciones automáticas e independientes. Eso debería hacer imposible toda comunicación, y sin embargo, Keiichi, un mortal, había logrado lo que ella no podía hacer en ese momento. Comunicarse con su mundo.
¿Seria esta la razón por la que el sistema había protegido tanto a Keiichi? Porque había previsto que la combinación de oportunidades, talentos y motivaciones de Keiichi algún día como este, seria decisivos. De ser así, el futuro que ella tanto temía estaba en marcha. Ese futuro donde Keiichi moriría en circunstancias terribles. El recuerdo de esa visión pavorosa, hizo que Belldandy se sintiera desfallecer.
Keiichi, que había estado observándola, se apresuró a sostenerla, ignorando completamente la reacción de las valquirias que instintivamente se aprestaron a defenderla, estas se quedaron inmóviles ante un enérgico gesto de Lind.
- Belldandy, ¿te encuentras bien?
El contacto con Keiichi la tranquilizo, respiro profundamente tratando de recuperarse, no podía darse el lujo de ser débil, nunca se había dado por vencida, su vida había sido un duro entrenamiento para este momento y Keiichi la necesitaría, sin importar lo que pasara, ella era la diosa Belldandy, miro al joven que la sostenía y le dio la respuesta mas honesta que pudo.
- Lo siento Keiichi, es solo que aun estoy confusa. Hay terribles implicaciones en lo que esta pasando- Tomo la mano de Keiichi mirándolo con sus ojos azules, esos ojos de diosa que a pesar de todo lo que había pasado, conservaban su inocencia y confianza en los demás.
Conforme dominaba sus miedos y temores sintió cierta turbación en Keiichi, quien se veía sonrojado y nervioso. Se dio cuenta de que había dejado deslizar la manta con la que Keiichi la había cubierto y no pudo evitar sonreír. En ese momento, para Keiichi eso era mas importante que el que ella fuera Kamisama. El mundo estaba lleno de acciones que podían parecer triviales, pero que conducían a otras, la actitud de Keiichi-san le recordó que necesitaba tomar un nuevo atuendo, Poco a poco se estaba llenando de energía y pronto necesitaría limitadores para poder la controlar, y no los limitadores de una diosa de primera clase. Delicadamente tomo el rostro de Keiichi y lo obligo a verla, y luego le robo un fugaz y delicado beso, que provoco el asombro de Keiichi.
Belldandy siempre había vivido rodeada de reglas que debía cumplir, que había asimilado como parte de ella, al punto que eran parte de su forma de ser, pero por toda la energía que estaba recibiendo y tal ves por la euforia del momento, sintió que esas reglas era cosa del pasado.
Belldandy se separo un poco de Keiichi, realizo un breve gesto con la mano y la manta de disolvió ofreciendo al Keiichi un breve vistazo de su cuerpo de diosa antes de que un nuevo atuendo la cubriera. Este era completamente distinto de todo lo que había visto antes. Recordaba un poco a su traje ceremonial de diosa, pero al mismo tiempo era mucho más rico y elaborado. La blanca tela tenía sutiles grabados apenas visibles llenos de lenguaje mágico y a lo largo de todo el cuerpo, tenia sellos mágicos que la ayudaría a controlar la poderosa magia de su nueva asignación. Adornos de azul celeste, y plata complementaba ese vestido pensado en realzar su elegancia y dignidad.
Belldandy sabia que seguía siendo ella. Solo su papel debía ser distinto, pero había algo más. Antes de conocer a Keiichi había aceptado este destino como algo inevitable, era solo un paso más en su larga lista de deberes. Pero con Keiichi había nacido un sentimiento extraño, pero que había estado creciendo, un sentimiento de rebeldía en contra de ese papel impuesto antes de nacer.
Miro en los ojos a Keiichi, una ves mas, se embeleso en su tímida sonrisa y la atesoro, se dio el lujo de dedicarle unos segundos más, antes de asumir su deber.
Finalmente se enderezo, su postura adquiría una nueva dignidad, imbuida en ella desde su niñez para este momento y concentro toda su atención al momento y se dirigió a Hild.
- Hild, gran Daimakaicho, te pediré que cambies la segunda parte de tu contrato con Sensei Shugahara. El que la gran líder de Hell irrumpa por la fuerza en el cielo, al frente de un escuadrón de Valquirias podría crear una impresión equivocada...
Hild rio ante la declaración...
- Ya comienzas a pensar como líder, realmente esperaba disfrutar ese momento. Normalmente me abría negado, pero ahora tienes la autoridad para solicitarlo ese cambio.
Keiichi reacciono azorado, no había pensado en eso...
- Perdón Belldandy yo no imagine algo así...
- Keiichi-san, No tienes por qué disculparte, era la única opción que tenias, una medida desesperada para una ocasión desesperada, y te lo hubiéramos agradecido, pero todo cambio, pronto tendré el poder para hacerlo yo misma. Pero algo me intriga. ¿Como lograron que Hild aceptara todo esto? Un contrato con un demonio requiere algo en valor similar a cambio. No imagino que le pudieron ofrecer a Hild.
Shugahara y Urd aun seguía abrazados, el doctor se separo para hablar y sus palabras fueron contundentes
- Le ofrecimos a Hild devolverle sus poderes, los poderes que perdió en la gran batalla con Kamisama hace 50 millones de años.
Belldandy se llevo la mano a la boca en un involuntario gesto de sorpresa. Ningún dios o demonio podría haberle ofrecido a Hild algo semejante, solo una extraña combinación de circunstancias podría haberle dado a un mortal semejante capacidad, al igual que con Keiichi, eso no podía ser una casualidad. El doctor continúo...
- Pero además, algo pasó en Hell, algo muy extraño pues Hild se encontraba al borde de la muerte. Así que lo que le dimos realmente a Hild fue la oportunidad de salvar su vida, la vida de su hija y salvar a su mundo.
Hild lanzo una exclamación de indignación y en un movimiento casi imperceptible lanzo un hechizo destinado a castigar semejante insolencia. Belldandy levanto la mano para bloquear ese hechizo, pero antes de eso un furioso relámpago lo bloqueo, disolviéndolo en una inofensiva nube de humo. Urd exclamo:
- Madre, nunca vuelvas a intentar algo parecido. No lo permitiré.
Hild no pudo evitar mostrar sorpresa.
- Urd, tu poder ha crecido, me impresionas...
Urd se preparo para enfrentarse a su madre, pero antes de que pudiera decir algo, una voz autoritaria e imponente exclamo:
- Hild, basta de juegos, es hora de hablar. - Por un instante la poderosa Hild se sintió como una niña regañada, tal era el poder de la voz de Belldandy. Miro sorprendida a la gentil diosa quien continuo en un tono solemne -¿Te das cuenta de lo que esta pasando? Nuestros dos mundos están en peligro al mismo tiempo. Eso no puede ser una coincidencia.
Hild por un momento se quedo sin habla, se dio cuenta de que Belldandy tenia razón, era demasiada coincidencia, la euforia de haber recuperado su poder la habia vuelto descuidada.
Belldandy se dio cuenta de que había tocado un punto sensible, pero necesitaba presionar un poco más para obtener su cooperación.
-Dime, ¿sabes que esta pasando en tu mundo en este momento?
Hild intento aparentar calma, pero Belldandy percibió que era otro punto sensible, repentinamente tuvo un sobresalto al darse cuenta de lo que estaba intentando. Estaba tratando de manipular a Hild utilizando las circunstancias y su ego. Eso no era propio de ella, ¿seria posible que hubieran añadido algo a su código al convertirla en Kamisama? Era tarde para echarse para atrás. Tenía que terminar este juego, pero debía estar atenta a sus propias acciones...
Hild, molesta por su propio desconocimiento, ordeno:
- Marler, regresa a Hell, reporta lo que esta pasando.
La demonio se apresuró a arrodillarse a los pies de Hild, Su traje maltrecho y sus movimientos aun un poco torpes delataban su reciente encuentro con Lind. Aun así, su voz no dejaba dudas de su deseo de servir. - Si mi señora- y se apresuró a partir, pero un gesto de Hild la detuvo.
- Espera, necesito que tomes el control de mi guardia personal, y reúnas al ejercito, tal ves necesitemos usar algo de fuerza.
- Pero mi señora Hild, ellos solo obedecen órdenes directas de la gran Daimakaicho.
Hild sonrió y extendió su mano para tocar la frente de Marler, en donde trazo algunos símbolos mágicos, y loas marcas de demonio en el rostro de Marler cambiaron, desapareció el triangulo invertido para ser remplazado por un polígono, y Hild dijo con una sonrisa.
- Pero obedecerán a mi representante y comandante de mis ejércitos.
Marler toco sorprendida su rostro y comento...
- Pero hacer milenios que nadie tiene ese puesto...
- Desde hace milenios no ha habido nadie en quien pudiera confiar. Te dije que te recompensaría, ahora lleva esto...
Hild cerró sus manos y canturreo suavemente. Al abrirlas, había un pequeño cristal verdoso, era idéntico a los que los hombres habían bautizado como Las lagrimas de Hild, pero esta vez Hild no lloraba... Miro a Marler en un tono solemne abandonando temporalmente su pose zalamera y burlona.
- Toma esto y restituye la energía los que me han sido fieles. Necesitare su ayuda. Tienes autoridad para organizarlos, ahora ve.
- Cumpliré tus órdenes.
Se inclino ante Hild, pero ya no había una actitud servil, sino de respeto, sin decir más se alejó, tenia que regresar a su cuartel donde se encontraba el portal a Hell.
Belldandy estaba a punto de hablar cuanto escucharon un llanto inconsolable... ¿Skuld? ¿Le había pasado algo? Como respuesta casi fue derribada por la pequeña diosa que lloraba inconsolable...
-¡Bampei!... - alcanzo a decir entre sollozos- ¡Bampei y Sigel fueron destruidos! No es justo.
Repentinamente, se percato de la presencia de Hild, que la miraba burlona y divertida.
- Ella, ella debe ser culpable, fueron culpa de los demonios
Se preparo a lanzar una de sus bombas, de las que siempre parecía tener un dotación ilimitada. Pero fue retenida por Belldandy, quien simplemente la abrazo, y luego le dijo con ternura.
- Ambos te fueron fieles hasta el último momento, también les debemos nuestra vida y les estaremos agradecidos, tenlos en tu corazón y así vivirán contigo, pero no podemos hacer más. Hild no es la culpable, ella nos salvo la vida a mí y a Urd. Esta aquí como huésped y debes respetarla. Las palabras de su hermana y la llenaron de confort. Skuld sollozo un rato, ante la impaciencia de Hild, pero poco a poco se fue tranquilizando, finalmente dejo los brazos de su hermana, y se quedo petrificada al ver su rostro.
- Belldandy esas marcas... ¿como es posible...? ¿Que ha pasado?...
Belldandy coloco su dedo suavemente en los labios de Skuld, para interrumpir la andanada de preguntas y le dijo.
- Por favor, te pido un poco de paciencia, Sentaro te podra explicar muchas cosas, junto con Keiichi-san y Sensei Shugahara el lucho valientemente para salvarte. Ellos te podrán explicar mucho más que yo. Ahora tengo que atender a nuestro huésped, nuestro mundo esta en peligro y necesitare tu ayuda.
Skuld miro tímidamente hacia Sentaro y sonrojándose un poco, se dirigió a él, entonces Belldandy comento a una irritada Hild.
- Hild-sama, esperemos noticias de tu mundo, pero tenemos que hablar olvidándonos de consideraciones políticas, y de diplomacia. He podido ver tu corazón, siempre he sabido que tu actitud es solo un escudo, tu pueblo te interesa y sé que harás todo lo que sea posible para protegerlo. En este momento nuestros mundos son vulnerables, y lo que menos necesitamos es atacarnos mutuamente. Quiero proponer una tregua magna entre nuestros dos mundos.
Hild miro boquiabierta a la diosa. ″Tregua Magna″, era una palabra que no había escuchado en millones de años...
- Para tener tan poco tiempo en el puesto te arriesgas demasiado, no creo que el gran consejo del cielo apruebe algo así, ni siquiera el viejo Kamisama habría tenido poder de invocarla. Tampoco veo la necesidad de algo así. Podemos encargarnos de nuestros propios mundos. Dime una sola razón por la que desearía una tregua magna.
Belldandy miro a Hild con la expresión de un maestro que necesita volver a explicarle algo a un alumno.
- Hild- Sama, ya escuchaste que el gran consejo ya no existe. No necesito convencer a nadie, excepto a ti, y para eso, solo necesito decirte algo: ″El sistema doblete″...
Keiichi que había estado atento a la conversación se sobresalto, buscando información sobre Belldandy, había aprendido mucho de la historia del cielo, y entendió lo que estaba implicando Belldandy, sin poder contenerse intervino:
- Muchos dioses han muerto, pero la falla de Yggdrasil ha impedido que se invoque el sistema doblete, cuando sea restaurado muchos demonios será ejecutados...
Hild se mantuvo en silencio mientras evaluaba sus opciones, la idea de garantizar que el cielo no los atacaría mientras resolvía sus problemas, pero eso era algo que no podía aceptar ante su pueblo, seria como aceptar públicamente su debilidad, pero el temor a la muerte del sistema doblete era un gran argumento ni siquiera ella estaba a salvo del sistema. Entonces tuvo un presentimiento y miro con respeto a Belldandy.
- ¿Esa era tu intención desde el principio? ¿Realmente deseas salvar la vida de mi gente? Si el viejo Kamisama me lo hubiera propuesto, habría dudado de sus propósitos. Eres increíblemente ingenua, tanto que sé que puedo confiar en ti.
Fueron interrumpidos por una conmoción, Marler había regresado, pero no estaba sola. Un joven demonio venia con ella, junto con dos guardias personales de Hild, dos grandes demonios de músculos hipertrofiados y mirada vacía los escoltaban cubriendo completamente la entrada. Las valquirias se habían colocado en posición de combate, bloqueando su paso. Súbitamente la tensión en el cuarto se había elevado.
Marler miro a Hild, había preocupación en su rostro, y desde la puerta dio su reporte:
- Hild-sama, la locura ha invadido a Hell. Hay luchas y revueltas, muchos creen que se prepara una invasión y que hay infiltrados, todos sospecha de todos, especialmente porque no saben de ti. Debemos actuar antes de que la situación se deteriore.
Belldandy le dio una orden a Lind:
- Lind déjalos pasar, pero creo que los guardias deberán quedarse afuera, ocupan demasiado espacio.
Walharen y Marler se acercaron a Hild, y el joven demonio comenzó su reporte. El rostro de Hild se obscureció ante las noticas.
Las noticias parecían tan mal como las del cielo. Lo que parecía una rebelión en contra de Hild, se había convertido en caos, donde todos luchaban entre si. La confusión era terrible, pero hasta ahora no habían logrado afectar a Nidhogg, sin embargo el caos parecía aumentar de manera exponencial, los demonios eran afectados por una extraña locura, sin importar su sexo edad o rango.
Finalmente Hild miro a Belldandy y le dijo con ironía
- Bell chan, parece que tenias razón, y no solo eso. El gran consejo de Hell también ha sido disuelto o inutilizado, así que no necesito pedirles su aprobación. Belldandy, no te llamare Kamisama, ese nombre mes es aborrecible. Seras Belldandy, diosa entre los dioses.- Hild inclino levemente la cabeza hacia la joven diosa, para ella esa era un gran concesión. - Ahora necesitamos algo más. La tregua magna fue definida en los primeros días, cuando había otras razas, ¿quien ocupara su lugar para servir de árbitro?
Belldandy lanzo una exclamación de sorpresa, y se llevo la mano a la boca. Había olvidado esa parte del protocolo, se requerían tres jueces, tres seres con aura de sabiduría, un aura como las de los tres mortales que se encontraban con ellos. Ahora no habia duda, Keiichi-san estaba por cumplir su destino y dar el primer paso en dirección a su muerte. Miro al joven mortal, deseaba protegerlo, alejarlo de ese destino, y sin embargo, sabía que él se negaría. Estaba en su naturaleza dar lo mejor de si por los demás, y no dudaría en dar su vida de ser necesario. Entonces Belldandy recupero su aplomo y con voz solemne dijo.
-Aquí tenemos a nuestros tres jueces tal como lo exige la tradición. Yo invoco los nombres de Morisato Keiichi, Shugahara Kenji, y Kawanishi Sentarō.
Incluso las disciplinadas valquirias no pudieron contener una exclamación de asombro. Los tres mortales, lentamente se colocaron frente a Belldandy, no entendían muy bien lo que tendrían que hacer, pero sabían que era algo importante, Kenji fue el primero en hablar.
- No estoy seguro de lo que debemos hacer, pero nos ofrecemos voluntariamente al papel que deseen asignarnos, si con eso logramos salvar vidas.
Hild se acercó lentamente a Belldandy mientras observaba con ojo crítico a los hombres.
- ¿Tres mortales como jueces? Incluso aunque sus auras sean las correctas, ellos no tienen ningún poder. Deben tener poder para respaldar su autoridad...
Belldandy estaba pensando en lo mismo, tal ves como Kamisama les podría compartir algo de su poder, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por Lind.
- Les podemos dar ese poder. Urd, hice un intercambio contigo a cambio de tus pociones curativas. Aun no sé que me impulso a hacer eso, pero será adecuado para esto.
Urd miro incrédula a Lind, ¿confiarle eso a unos mortales? Pero luego miro a Kenji, ya los otros dos, y supo que ellos entre los miles de millones de mortales, eran los adecuados. Sus dudas se evaporaron rápidamente y les dijo:
- No sé que es mas demente, la idea de Lind o la de Belldandy, pero son momentos desesperados. Hild, ¿te parece que el que se les den las armas de los primeros nacidos sea suficiente poder?
L a exclamación de asombro de Hild se propago a todos los presentes. Las armas de los primeros nacidos. Las armas de sus antepasados antes de convertirse en dioses, símbolos de un pasado perdido en las neblinas de tiempo incluso en la memoria casi eterna de los dioses. Finalmente Hild hablo recobrando su porte altanero.
- Es aceptable, pero solo por el hecho de que aun tengo un contrato abierto con uno de estos mortales.
Urd inclino la cabeza ante su madre, aceptando su decisión y continúo:
- Ahora necesitamos una ceremonia especial para convertirlos en los jueces.- Se acercó a Keiichi, y en una actitud solemne que Keiichi nunca había visto en Urd, especialmente dirigida a él, Urd dijo:
- Morisato Keiichi. Tú eres el guardián designado del templo Tarikihongan . Este lugar ha sido considerado sagrado por tu gente, ahora solicito tu permiso para convertir el salón del templo en tierra sagrada para dioses y demonios.
Keiichi sintió un estremecimiento, Nunca había pensando en que ese lugar que ahora llamara hogar, estuviera bajo su custodia, y el que toda las miradas convergieran en el no ayudaba, miro nervioso a todos, luego miro a Belldandy, y su sonrisa le dio seguridad, finalmente hablo, tratando de corresponder a la solemnidad de Urd dijo lentamente.
- Yo, Morisato Keiichi, asignado guardián del templo Tarikihongan acepto la solicitud.
- Gracias Keiichi.- Urd miro a su madre y a Belldandy. - Nunca espere participar en esta ceremonia, y sin embargo, pareciera que esta escrito y preparado de antemano. Pueden proceder a preparar el lugar. Skuld, Lind y yo preparemos a los jueces.
Los tres mortales se miraron mutuamente, no entendía que estaba pasando, Belldandy y Hild salieron de la habitación en dirección al recinto del templo, seguidas por Walharen, Marler y parte del escuadrón de Valkirias. Después de su salida, Kenji miro nervioso a Urd y le pregunto:
- ¿Que es todo esto? ¿Que va a pasar ahora?
Urd se acercó, le tomo la mano:
- Kenji, confía en mí. Pronto te explicare todo. De momento solo debes preocuparte por darme un nombre para ustedes tres...
Súbitamente Sentaro interrumpió.
- Ya tenemos un nombre, somos La orden de los caballeros mortales.
Skuld, que aun tenía los ojos enrojecidos por el llanto, no soltaba la mano del niño, comento:
- ¡Que magnifico nombre!
Urd miro a Kenji divertida.
- ¿Eso fue idea tuya?
- En realidad el crédito es de Sentaro.
- Así será entonces. Desde el día de hoy, la orden de los caballeros mortales, será reconocida con respeto por dioses y demonios. Desde hoy, su nombre será leyenda.
Fin del capitulo XXII
