La orden de los Caballeros Mortales
Por Javier Delgado R.

Fan fiction, inspirado en "Oh mi diosa" de Kōsuke Fujishima.

Capítulo XLI

Interludio: ¿Que es el cielo?

Ascendiendo por una sinuosa carretera avanzaba un solitario motociclista, a pesar de que a momentos alcanzaba una gran velocidad, en realidad no parecía tener prisa pues bajaba la velocidad hasta casi detenerse cada vez que el paisaje ameritaba echarle un vistazo, y eso ocurría con frecuencia.

El hombre conducía una moderna y elegante maquina, el suave ronroneo del motor estaba muy lejos rugido del viejo motor de Otto de combustión interna que hasta hacia poco había sido el estándar de las motocicletas. A pesar de lo silencioso, la facilidad con que el hombre aceleraba daba idea de que estaba usando la maquina solo a una fracción de su capacidad, y el hombre parecía disfrutar eso, aceleraba y desaceleraba solo por el placer de sentir esa sorprendente maquina en sus manos. Súbitamente se detuvo, examino el terreno y entonces abandonó la carretera para entrar en un sendero, que por las marcas parecía que estaba hecho para bicicletas de montaña, pero la maquina avanzó sin problemas. El hombre parecía decidido a probar la maquina a fondo y avanzó sin titubeos por el difícil sendero.

Súbitamente llegó a la cima, el lugar estaba desierto pero seguramente los fines de semana estaría lleno de ciclistas disfrutando el esfuerzo de su labor de por escalar hasta ahí. Ante la vista que se le ofrecía hombre gritó satisfecho, disfrutando de la adrenalina provocada por la subida.

Examinó los alrededores y vio un mirador que había sido instalado encima de en un imponente espolón rocoso que sobresalía por encima de un acantilado, se bajó de su máquina y avanzó hacia él. Ya en el borde respiró satisfecho y se apoyó en el barandal del mirador para apreciar el imponente espectáculo.

Desde ahí se percibían una imponente vista la zona montañosa de la península de Bōsō en el distrito de Chiba. El lugar donde se encontraba, el monte Nokogiri, no era particularmente alto, pero eso no era razón para que la vista fuera menos espectacular. A lo lejos se adivinaba la bahía de Tokio, pero la mayor del paisaje eran zonas boscosas y era fácil hacer caso omiso de la civilización moderna, al menos… temporalmente.

Era media tarde y el sol aun brillaba, pero a lo lejos se veían negras nubes que anunciaban un chubasco de verano y en el aire ya se percibía el olor de la lluvia y la tierra húmeda, sin embargo el hombre sabia que tendría tiempo de disfrutar del paisaje, gracias a los últimos avances en computación la meteorología se había convertido en una ciencia precisa y él sabía exactamente cuánto tiempo le quedaba.

El hombre estaba ya entrado en sus 30 años, pero su ropa lo hacía parecer más joven. Sus pantalones y su chaqueta a la moda definitivamente le daban un aspecto juvenil; se quitó su casco y reveló un rostro sereno con un ligero bronceado que mostraba que le gustaban las actividades al aire libre, tenía unos elegantes lentes de un delgado armazón metálico que daban énfasis a unos ojos que miraban al mundo lleno de curiosidad.

Cerró un momento los ojos, luego los abrió, miró a la motocicleta que había dejado atrás, luego miro las ropas que vestía y comenzó a reír como un niño que ha cometido una travesura y la disfruta. Examinó su chamarra, se quitó un momento sus lentes para examinarlos, como si fuera la primera vez que los veía y entonces suspiro profundamente.

El Dr Shugahara Kenji, profesor de la universidad de Chiba se dio cuenta de que era feliz como nunca antes lo había sido. Aun sentía correr la adrenalina por su sangre, y eso aumentaba su sensación de felicidad ante lo que era ahora su vida.

¡Vivía con una diosa! El había imaginado que la mítica Urth había sido una mujer cuya historia había sido embellecida por el mito, pero la realidad había sido más maravillosa de lo que él pudiera haber soñado. Ahora vivía en un mundo donde sabia que dioses y demonios eran reales, un mundo donde el mismo era importante. Se tocó el rostro, en donde estaban esas marcas que sabían que los demás mortales no podían ver, pero que lo señalaban como un juez de demonios y dioses… La orden de los caballeros mortales…. Rio alegremente, el nombre sonaba fantástico y en cierta forma, hasta ridículo, y sin embargo, era real y respetado.

Su vida había cambiado radicalmente, y lo disfrutaba, incluso disfrutaba sus nuevas ropas. Sabía que algunos de sus colegas habían expresado sorpresa ante su cambio de vestuario, pero todos habían expresado que les gustaba el nuevo Dr Shugahara.

Con una mirada ensoñadora recordó como había ocurrido. Había pasado poco tiempo después de que Urd había regresado de Hell, cuando se dio cuenta de que ya no podía vivir separado de su diosa y ella sentía lo mismo así que sin que fuera necesario mucho, se había convertido en un nuevo residente del templo de Tarikihongan. Sin embargo había un trámite inesperado que tuvo que cumplir… algo que por unos instantes hizo dudar al honorable profesor. Urd, había puesto como condición que ella se haría cargo de su vestuario.

La diosa fue implacable, sus amadas corbatas habían sido sepultadas en el estrato más inferior de sus pertenencias, tal vez para ser desenterradas en eras venideras para sorpresa y maravilla de futuros eruditos. El resto del análisis crítico de su vestuario había sido rápido, puesto que prácticamente toda su ropa era idéntica… y recibió el mismo tratamiento que sus corbatas, para seguir luego una nueva selección de ropa.

Por supuesto al principio las sugerencias de Urd había sido realmente ridículas, el carácter de la diosa no podría pasar por algo una oportunidad así y divertirse a su costa, pero Kenji se había sometido al procedimiento con una completa confianza en ella y estaba dispuesto a aceptar todo lo que su diosa quisiera. Urd finalmente se dio por vencida y pronto ejerció su gran sentido del gusto. Para su sorpresa, Kenji se adapto rápidamente al nuevo vestuario. El profesor pronto descubrió que la gente lo trataba distinto, lo escuchaban con más atención, las autoridades le tenían mayor deferencia… y también se dio cuenta que más mujeres lo volteaban a mirar… y esto ciertamente era algo muy peligroso.

¡Cambios!, pensó Kenji mientras recordaba divertido todo el episodio. El mundo estaba cambiando y el no se podía quedar atrás, especialmente porque el había sido parte importante de esos cambios. Se inclinó para ver el gran precipicio y luego miro a su alrededor, se sentía lleno de paz.

Ahora el mundo parecía un lugar muy seguro, la magia y la tecnología avanzaban y se estaban complementando. La humanidad poco a poco se adquiría el poder de erradicar muchos males, y al parecer ahora existía la sabiduría para evitar nuevos. Sin embargo no podía olvidar que aun había un enemigo oculto. Un enemigo tan grande que había logrado atacar a el cielo y a Hell, un enemigo que sabía que había causado la muerte de una diosa, la desventurada Giörel y al parecer no era la única, otras diosas desaparecidas podían haber sufrido el mismo destino. Un enemigo temible que podía atacar tanto en el mundo de los dioses y demonios como en el de los mortales.

La paz que sentía en ese lugar lo abandono por un momento, sintió un escalofrió que no tenía nada que ver con los vientos que empujaban las nubes de tormenta. Cerró con fuerzas sus manos sobre el barandal mientras se preguntaba: ¿que podía hacer un mortal como él para proteger a su diosa de un enemigo tan grande? Claro que no estaba solo, estaba rodeado de personas inteligentes y sabias, y ahora con el poder del gran centro de computo y su combinación con la magia Galileo había podido comenzar a descifrar la información que había traído con él y completarla con lo que había obtenido Keiichi en Yggdrasil. Gracias a eso, comenzaba a sospechar la naturaleza de ese enemigo, pero al parecer los registros más antiguos del cielo habían sido destruidos de manera metódica y deliberada. Los dioses y demonios tenían un pasado que habían borrado y tenían guardianes que les impedían el poder recuperarlos. Ni siquiera el alto nivel de Urd había logrado obtener más información. La diosa se sorprendió al saber que los registros más antiguos de Hell estaban protegidos y ni siquiera ella tenía acceso a ellos, su madre le había ordenado que se olvidara de ellos pues Nieghood guardaba esos secretos con celo, y tal vez ni siquiera Hild los podría obtener.

Pero en la mente del profesor comenzó a formarse una idea. Algunas de las leyendas de la tierra tiene una base real y podían usarse para examinar el pasado y gracias a Urd supo que tanto los dioses como los demonios tenían su mitología, sus cantos, su cuentos y leyendas y a veces es posible recuperar el pasado a partir de ahí. Después de todas las tradiciones eran su especialidad. Podría investigarlas sin causar demasiados conflictos, y luego rio como si le hubieran dicho una broma. Su especialidad actual era la de especialista en "estudios etnobotánicos de las tradiciones europeas", tal vez era hora de ampliar sus horizontes un poco más… ¿especialista en mitologías divinas e infernales?

De alguna manera su sentido del humor siempre lo ayudaba y sus temores de hace un momento habían desaparecido, lentamente su mente se lleno de un plan de trabajo, y eso lo hacía feliz, era un plan que sabía que Urd disfrutaría.

En ese momento una ráfaga de viento lo distrajo, y una voz impersonal con un anticuado acento, proveniente de la motocicleta, le dijo:

- "Shugahara dono, le recuerdo que se acercan las lluvias, si le place salir en este momento podrria llegar al templo de Tarikihongan a tiempoy asi evitar mojarse. -

La afectada voz parecía salida de una a obra de teatro de época. De alguna manera los especialistas habían decidido que si las pequeñas inteligencias artificiales que estaban creando sonaban a sirvientes de aristócratas del siglo XVIII a XIX, estas serian mas aceptadas por los humanos… En lo personal el profesor Shugahara odiaba esa idea, pero en ese momento tenía su mente en otro lado, deseaba ya regresar a su nuevo hogar pues ya era un residente del templo de Tarikihongan y su amada diosa lo esperaba. Sin contestar a la inteligencia artificial se subió a la motocicleta y se dirigió a su hogar.

De haberse demorado un poco más tal vez habría notado que a lo lejos, sobre el ominoso contorno de una nube negra que avanzaba en su dirección y había algo, una vista realmente inusual…

... Era la silueta de una joven volando en una escoba.


Belldandy miró a su alrededor para evaluar la situación. Se encontraba volando dentro de una espesa nube y esperaba que su perseguidor no la pudiera localizar, al menos por unos momentos.

La negra nube pronto dejaría caer su carga de lluvia pues sentía la humedad que impregnaba sus ropas y las pegaban contra su esbelto cuerpo. Había estado volando casi al tope de la velocidad que podía alcanzar en el mundo mortal, pero la poca visibilidad la había obligado a alentar su vuelo, aunque sus extraordinarios sentidos la ayudaban, pues podía ver y percibir hasta la dirección del campo magnético de la tierra, la carga de electricidad de la nube la cegaba.

Finalmente se detuvo flotando suavemente en el aire, en ese momento de tranquilidad fue que la alcanzaron los pensamientos de los que había estado tratando de huir. Una pregunta la asalto, era una pregunta que Keiichi le había hecho hacia tiempo y que ahora se volvía terriblemente importante.

- "¿Quien eres realmente?"-

¿Cómo responderle a esa pregunta, pues ella misma no sabía la respuesta?

Ella había intentado ser para Keiichi la mujer perfecta, una verdadera "yamato nadeshico", como le decían los japoneses al ideal de la mujer tradicional y realmente lo había disfrutado. Había tenido que esforzarse, pues era un gran contraste con sus responsabilidades en el cielo, pero descubrió que encontraba todo ese trabajo domestico reconfortante. Lo había convertido en un ritual cotidiano, y como todos los rituales, se puede hallar confort en él. En lugar de las altas responsabilidades, por un tiempo el simplemente concentrarse en identificar los alimentos que le gustaban a Keiichi, el organizar la limpieza del templo, lavar ropa y todas esas tareas la habían llenado de paz, olvidando las altas responsabilidades que algún día deberían recaer sobre ella.

Todo eso Keiichi lo había aceptado de una manera natural, porque ella lo había hecho de manera natural. Ella, la grandiosa que se esperaba algún día pudiera tomar el lugar de Kamisama, se encontró satisfecha con la tarea de hacer feliz a un efímero mortal.

Siempre había escuchado que se esperaban grandes cosas de ella y ella había querido satisface a todos. Se había esforzado tanto en ser siempre la mejor en todo y sin embargo no parecía suficiente. Especialidad tras especialidad, concursos, retos. Pero a pesar de sus esfuerzos, todo parecía ser esperado. Nadie dudaba de sus capacidades, solo para que al final, cuando tenía que cumplir el deber para el que había sido creada, había fracasado.

En contraste este mortal la aceptaba tal como era, no esperaba más de ella, no le exigía nada, en lugar de eso, le daba todo lo que podía y más.

¿Quien era ella? La diosa especial de la que todo mundo esperaba grandes cosas, la mujer que se contentaba con tratar de hacer feliz a este mortal, o la gran diosa que había perdido sus poderes, incapaz de encontrar otra solución que al parecer nadie deseaba. ¿Como podría explicarle todo a Keiichi? ¿Sus verdaderos temores?, ¿sus dudas?, ¿tal vez dejarle ver que ella no era esa diosa perfecta y especial que todo mundo creía ver en ella?

Cuando Keiichi había llegado a ella, con esa pregunta y al mismo tiempo rebosando de amor por ella. Había sido mucho más fácil de lo que esperaba. Se daba cuenta que parte del amor es compartir también las propias debilidades. Keiichi no quería exigirle nada, solo quería conocer más a fondo a la mujer que amaba y que ella había querido ocultar. Ahora era consciente de lo que siempre había sabido, Keiichi la amaba también a sus imperfecciones que ocultaba a todo mundo, pero que el conocía, la amaba con todas sus dudas, sus miedo e incluso con sus celos, que le había costado trabajo reconocer.

Y luego… cuando llego el momento de tomar el puesto de Kamisama, había fracasado. El mundo real había resultado muy distinto de sus sueños y expectativas, había fracasado al enfrentarse a él. Si tan solo hubiera actuado de otra manera, sin tan solo hubiera… Belldandy se mordió los labios, sentía que le había fallado a todos, pero especialmente a Keiichi, pues estaba lejos de ser la diosa perfecta.

Entonces, ¿Quien era ella? La diosa, la mujer o un ser fracasado y sin futuro. ¿Cómo podría hablar ante Keiichi y revelar su verdadero ser? Ella era alguien que siempre había intentado estar al servicio de los demás, de cumplir las expectativas de otros antes que las de ella misma. Sus sueños y aspiraciones y había fracasado.

¿Pero cuál era ahora su destino? Ya no era una diosa, no podría volver al cielo, y el papel para el cual había sido destinada incluso antes de nacer, ya no existía.

Después de que había despertado y descubierto que Keiichi había crecido sin ella, se había sentido profundamente deprimida, pero de alguna manera Keiichi la había vuelto a rescatar.

Keiichi sabía que la dulce diosa en el fondo era alguien que disfrutaba y necesitaba ganar, y logro rescatar a Belldandy gracias a ello. Keiichi sabía que Belldandy era la campeona en competencias en el cielo y ese espíritu de competencia también lo poseía el.

Keiichi se emocionaba con sus maquinas corriendo a toda velocidad y poniéndose a prueba. Ella, la gran corredora del cielo. A petición de Keiichi la había comenzado a relatar esa vida. Keiichi había escuchado arrobado sus relatos de las competencias de carreras. Sus escobas especiales para alta velocidad, los estadios celestiales, el esforzarse al máximo, lo suficiente para olvidarse de una misma. Esos eran sentimientos que Keiichi compartía y podía comprenderla. Y entonces vino una serie de preguntas. Y finalmente, una propuesta inesperada. ¿Podían entrenar juntos?

Y gracias a ello Belldandy había salido de su depresión.

En eso vio una silueta detrás de ella. ¡Keiichi la había alcanzado y ahora él la estaba adelantando! Belldandy no pudo evitar un gritó de placer. Keiichi había aprendido rápidamente a dominar el vuelo en las escobas mágicas. Incluso ahora podría competir contra los mismos dioses. Los ojos de Belldandy brillaron, Keiichi podía competir contra los dioses, pero ella era aun Belldandy, la número uno y era hora de competir. Aceleró para alcanzar a Keiichi.

Pero decirlo era más fácil que lograrlo. Belldandy tenía sus capacidades celestiales, veía los campos magnéticos de la tierra, las variaciones de humedad, podía sentir la las emanaciones de la tierra y el aire, pero Keiichi, al igual que su padre, tenía un extraordinario instinto de corredor aunado a una gran inteligencia, y los dos intentaban dar lo máximo de si para complacer a su rival.

Pero debido a que sus corazones estaban sincronizados y para cualquier posible observador, esto no parecía una competencia intensa, sino un bello y extraordinario ballet aéreo. Conforme cruzaban las nubes cargadas de humedad, ellos se adivinaban los movimientos uno al otro como si estuvieran cuidadosamente ensayados. Lo que uno hacia el otro parecía saber inmediatamente que hacer. Giraban unos contra otro, se alentaban uno al otro, y sobre todo, se entregaban uno al otro.

Finalmente Belldandy aterrizó en el templo con una gracia y elegancia más propia de un ballet que de una competencia, había ganado, pero solo por unas fracciones de segundo. Sintió un supremo placer cuando Keiichi llego detrás de ella, apenas con un instante de retraso.

La intensidad de la competencia hacia que ambos jóvenes rieran desbordando sus emociones.

Entonces Keiichi trató de caminar hacia Belldandy, pero súbitamente comenzó a sentir un dolor en todo el cuerpo. Había dado lo mejor de sí, pero finalmente era un mortal y había llevado su cuerpo al límite, ahora tendría que pagar las consecuencias.

Se desplomo por el dolor, pero fue recibido por los brazos de Belldandy. Ella por un momento se llenó de temor hasta que vio la sonrisa de Keiichi.

-¡Ahhh!, no es nada importante, son mis músculos no me responden, creo que abusé de ellos. Solo necesito un descanso.

Belldandy frunció los labios en un mohín de enojo que la hacía ver encantadora y le hablo en tono formal.

- Keiichi-san, no deberías haber hecho eso, puedes resultar lastimado.

-Vamos, no es nada que una de las pociones de Urd no logre resolver...

Belldandy rió aliviada pero inmediatamente pretendió estar muy enojada.

- ¿Las pociones de Urd?, Keiichi san, ¿Usted no confía en mi?, yo tengo mi propia magia, y un tratamiento especial que tengo reservada solo para usted.

Keiichi sonrió un poco desconcertado, había algo especial en el tono de su voz y su forma de hablar, pero sus pensamientos se dispersaron cuando Belldandy lo levantó fácilmente entre sus brazos, este se sintió un poco ridículo al ser cargando por esta joven de apariencia delicada, pero la cercanía del cuerpo de la diosa pronto lo hizo olvidar su orgullo. Belldandy sin ningún esfuerzo lo llevó a su cuarto.

Ella lo colocó boca abajo en su futón y comenzó a darle un suave y lento masaje en las articulaciones y músculos conforme entonaba un canto curativo.

Al principio Keiichi gimió de dolor. Sus músculos estaban rígidos por el esfuerzo que había realizado, pero ponto el lento y rítmico masaje comenzó relajar sus músculos, el canto mágico lo llenó de energía conforme los procesos de su cuerpo seguían los dictados de su magia. Las manos suaves y cálidas, el movimiento rítmico y el perfume que emanaba del cuerpo de Belldandy pronto comenzó a hacer su efecto, sin darse cuenta de lo que estaba pasando, el gemir de Keiichi, poco a poco dejo de ser de dolor.

Repentinamente Keiichi se dio cuenta y se asustó.

-Belldandy, por favor ya no sigas, yo... Yo ya me siento bien, no quiero que pienses que.

Belldandy respondió con una hermosa risa. Ella sabía muy bien lo que Keiichi intentaba decirle pues ella no cometía el mismo error dos veces. Cuando recién había conocido a Keiichi, ella había confundido su excitación con una fiebre y había intentado curarlo.

Ahora conocía mejor a los humanos y a este mortal en especial lo conocía mucho mejor. Luego bajo la voz, hasta un susurro apenas perceptible, y que él solo podía escuchar, mientras un ligero rubor cubría sus mejillas.

-Keiichi San. Ahora se bien que esa sensación que sientes no una fiebre, y esta requiere un tratamiento muy especial de mi parte.

El corazón de Keiichi dio un salto al escuchar la emoción que había puesto en esas palabras, e hizo un esfuerzo para incorporarse. Logro darse la vuelta para ver a Belldandy y entonces se encontró con sus ojos que lo miraban fijamente. Pero no eran los ojos de la dulce Belldandy que estaba acostumbrado, sino de la Belldandy que había descubierto que estaba detrás, la de la campeona de carreras, la joven que gustaba de los retos y las competencias, la Belldandy que también estaba llena de pasión, y le gusto lo que vio pues finalmente ambos compartían ese sentimiento y habían llegado al punto de atreverse a aceptarlo. Intento hablar, pero Belldandy dulcemente le puso sus dedos en los labios y luego comenzó a acariciar su rostro, mientras el cuarto se inundaba de su perfume, fue entonces que Keiichi se dio cuenta que el aroma de una diosa era mucho más que un perfume, era la magia que irradiaba de su aura.

Repentinamente fueron interrumpidos por una voz aguda

-One-sama, Keiichi ¿Que están haciendo? No lo voy a permi...

La voz se corto cuando Belldandy extendió su mano en un movimiento apenas perceptible y súbitamente todo se hizo silencio, como si hubiera sido un apagador, todo lo que se encontraba alrededor de ellos también se volvió borroso y comenzó a desvanecerse.

Keiichi miro sorprendido a su alrededor y reconoció sorprendido la barrera física que podía levantar Belldandy como protección. Belldandy solo la usaría en caso de amenaza extrema, pues sus poderes de diosa habían desaparecido y usarla le consumiría una gran cantidad de energía proveniente de Gaia. Mientras estuviera levantada no había poder en la tierra que los pudiera molestar. Keiichi trago saliva al darse cuenta de las implicaciones.

Belldandy puso la palma de su mano en el pecho de Keiichi, forzándolo a recostarte e inicio un suave y estimulante canto lleno de magia. Magia tan antigua y poderosa como el mundo, la magia del amor. Keiichi sintió una oleada de energía que lo inundaba, y una suave luz los comenzó a envolver, Belldandy le prestaba sus sentidos y por primera vez, pudo ver su propia aura, y como esta se mezclaba con la hermosa aura de Belldandy volviéndose una sola. La joven dejo de cantar y lentamente se comenzó a reclinar y acercarse a su rostro.

Súbitamente Keiichi se sintió transportado, ya no se encontraban en su cuarto. Era un lugar maravilloso. No podía comprender lo que veía, entonces se vio a sí mismo, su cuerpo estaba desnudo y brillaba con una hermosa luz. Nunca había imaginado algo tan hermoso, y se preguntó que podría ser esa luz y en su mente escucho una voz.

- Esa es tu aura, así es como yo te veo. A los ojos de los dioses que podemos ver en tu interior, tú eres hermoso, tanto como un dios… eres el más hermoso de los mortales.

Keiichi sintió una extraña emoción, que no era su emoción... Esa emoción provenía de Belldandy, era... ¿celos? Y entonces Keiichi comprendió. Si así era como lo veían los dioses, ahora comprendía la actitud de Peorth, Lind y otras diosas hacia él y pudo comprender mejor los sentimientos de Belldandy. A ser haber sido una poderosa diosa, se sentía tan insegura del amor como cualquier mujer.

Entonces sintió la presencia de la diosa detrás de él y giro para verla. Ahí estaba ella, su cuerpo divino y que por vestimenta solo tenía su aura. La visión lo hizo sentirse embriagado de amor.

Ella al igual que él, se había despojado de todo, más aun, al compartir sus emociones se dio cuenta que Belldandy había hecho mucho más que desnudar su cuerpo. También había desnudado su alma ante él.

Keiichi se acercó a ella, quien extendió sus manos para tocar las suyas, y la atrajo hacia él mientras sus cuerpos se estremecían.

Antes de sumergirse en su amada, Keiichi solo alcanzo a pensar:

-¡Esto es el cielo!


En lo alto de la colina se encontraba un joven en el que ya se adivinaba el inicio de la adolescencia, especialmente porque tenía cierto porte y seguridad que lo hacía ver un poco mayor. Su uniforme ayudaba a eso, era ese uniforme obscuro que por capricho de algún obscuro burócrata del siglo pasado, estaba inspirado en los uniformes militares alemanes del siglo XIX, el mismo uniforme que usaban millones de jóvenes japoneses de su edad, pero que a pesar de ser tan común, a él le sentaba bastante bien, pero también los viajes y eventos que habían vivido acompañando al Dr Shugahara lo habían hecho madurar más. Desde el incidente con los terroristas había acompañado al doctor en otras misiones alrededor del mundo.

Pero de momento, parte de esa madures parecía haberse evaporado, pues el joven Kawanishi Sentarō caminaba nerviosamente de un lado al otro sin poderse estar quieto. Sabía que Skuld no debería tardar, y el pánico comenzaba a manifestarse. No podía dejar de hacerse esa pregunta. ¿Que era lo que sentía por Skuld?

Para alguien de esa edad, la palabra amor parece quedar grande. Sobre todo cuando los fuegos del deseo apenas comienzan a arder. Estaba seguro de quererla, comenzaba a extrañarla cuando no la veía, y su rostro se le aparecía constantemente en sueños.

Algo le había dicho el doctor Shugahara. No sabemos que es el amor. Pero si podemos ver los síntomas. ¿Cuales síntomas? El sabia cuales era sus síntomas, deseaba estar cerca de ella, cuidarla, protegerla, quería verla feliz y compartir esa felicidad. ¿Serian esos los síntomas de los que hablaba el doctor?

El ya había jurado luchar por ella y protegerla. Y sin embargo aun le costaba trabajo hablar de ciertas cosas con ella.

Se detuvo súbitamente. Ese uniforme que usaba todos los días le apretaba y se sintió acalorado.

En ese momento, vio a lo lejos a Skuld, que finalmente llegaba a su cita. Se sintió débil. La noche anterior había estado hablando con su padre quien él había dado varios sabios consejos, pero eso no lo hacía sentir mejor.

Vio acercarse a esa hermosa jovencita y se estremeció cuando recordó algo que le había dicho el Doctor. Al crecer seria igual de hermosa como sus hermanas. No se atrevía a imaginarse a Skuld como mujer.

Skuld caminaba distraída, mientras intentaba conciliar sentimientos contradictorios. Lo que sabía estaba ocurriendo en el templo la afectaba. ¿Por qué odiaba aun tanto Keiichi? Belldandy lo amaba de una manera total y sabía que era feliz a su lado. Tan feliz como nunca antes la había visto. Se había intentado convencer de que Keiichi no la merecía, pero sabía que el joven daría su vida por ella. Tal vez a ella le faltaba poder sentir lo mismo por alguien más.

Finalmente Skuld llegó a la cima de la colina y miro extrañada al niño que la esperaba.

-Sentaro aun. ¿Porque tienes el uniforme puesto? Viniste directamente de la escuela.

Skuld no pudo evitar admirar a Sentaro. Ella no asistía a ninguna escuela por lo que esa ropa tan común en millones de jóvenes japoneses era una novedad para ella. Tenía que reconocer que ese informe lo hacía ver más formal... y un poco mayor.

- Bueno, no, es que quería decirte algo y por eso el uniforme...

- ¿Necesitas el uniforme para decirme algo? No entiendo.

Sentaro se sintió más nervioso. ¿Podía ser que ella no supiera que significaba lo que quería hacer? Al parecer el asunto sería más complicado de lo que esperaba

- yo creo que... Bueno, Si es necesario. Es que hay algo importante que tengo que decirte.

- No me digas que otra vez te vas a mudar- Skuld comento con preocupación. Ya había pasado por eso antes.

- No, esta vez no se trata de eso.

Sentaro sintió que se le hacia un nudo en la garganta. Al ver el rostro preocupado de Skuld se desconcertó aun más. Ahora no sabía por dónde empezar.

Sentaro abrió la boca, agito los brazos, pero no pudo emitir ningún sonido. Skuld lo miro con inquietud. Era obvio que algo le pasaba pero no tenía idea de que podía ser.

Finalmente al darse cuenta de su imposibilidad de hablar, Sentaro decidió ignorar todo lo que tenía planeado decir. Tomó la mano de una sorprendida Skuld, y con la otra se arrancó el segundo botón de la camisa del uniforme, entonces le coloco el botón en la palma de la mano.

Skuld se quedo boquiabierta ante esa acción. Examinó el botón con cuidado. Era un botón ordinario sin nada de especial, luego miro a Sentaro que la veía con ojos expectantes. El estaba esperando una respuesta. Pero ¿Cual era la pregunta? Debía ser algún tipo de ritual de los mortales, Skuld trato de pensar sobre lo que había leído de las costumbres japonesas en esa zona….

-Humo, veamos Botón, uniforme, escuela secundaria... ¡Y entonces recordó!:

"es costumbre que en el segundo grado algunos jóvenes entreguen el segundo botón de la camisa de su uniforme a la joven que quieren para expresar su deseo de tener sellar un compromiso..."

Skuld gritó de sorpresa y arrojo al aire el botón como si fuera una braza ardiente.

Sentaro miro al botón elevarse en el aire. Había discutido con su padre las distintas posibilidades de lo que podía ocurrir, pero ninguna se refería a "...la jovencita grita y arroja el botón al aire".

Repentinamente, escucho un aleteo y vio algo parecido a plumas volando.

Era el ángel de Skuld.

Debido a que la magia de Skuld no era muy poderosa, su ángel era mucho más independiente que de otras diosas y podía salir por voluntad propia sin ser invocado. El botón en lugar de caer, comenzó a flotar. Era obra del ángel, quien que suavemente con su magia hacia levitar.

Lentamente este flotó a la mano de Skuld que aun se estaba extendida. Skuld se sonrojo al sentir el contacto del botón en su mano pues ahora comprendía su significado.

La pequeña diosa miró a su ángel sorprendida, pero tuvo que reconocer que había actuado según los deseos de su propio corazón, a pesar de que le costaba trabajo reconocerlo. Le sonrió a su ángel y este rodeo el botón con sus manos, al retirarlas tenia colocada una delicada cadenita de metal.

Skuld volteo a ver a Sentaro, tragó saliva y tomo una decisión.

La diosa tomó la mano del desconcertado joven y le coloco el botón con la cadena en la palma. Sentaro sintió que el corazón se le encogió, ¿lo estaba rechazando?

Entonces Skuld le dijo con una coquetería de la que Urd abría estado orgullosa.

- "Creo que tú me lo debes poner en el cuello...- Al tiempo que le daba la espalda y levantaba su cabellera para dejar al descubierto su hermoso y blanco cuello."-

Sentaro tartamudeo un tímido – "¡Sí!"- y con manos temblorosas procedió a colocarle la cadena con el botón.

Entonces Skuld se dio la vuelta y aprovechando la cercanía se inclino y le dio un delicado beso apenas rozando sus labios, y luego se alejo rápidamente, asombrada por su propio atrevimiento.

Sentaro se puso rojo, no podía creerlo, ella había aceptado el compromiso. ¿Que tenía que hacer ahora?

Solo se le ocurrió decirle algo, que dada las circunstancias, parecía lo más apropiado.

- "Ahhh. Este... ¿Quieres un helado?"

Skuld rió de placer...

- " Claro, vamos, anunciaron que hoy llegaron sabores nuevos a la nevería del centro comercial."-

Skuld tomo la mano de Sentaro, y se dirigieron por el camino al centro comercial. En eso Sentaro le entro el pánico, ahí se reunían muchos de sus compañeros, los verían tomados de la mano, el con su uniforme y a Skuld con el botón. Pronto media ciudad o al menos media escuela lo sabría.

Mientras caminaban tomados de la mano, Skuld se inclino y dejo recargar su cabeza sobre su hombro. Todos los temores del joven se esfumaron. En realidad si quería que todos se enteraran de lo feliz que era. Levanto su brazo y lo puso sobre los hombros de Skuld, entonces pensó:

-"¡Esto es el cielo!"


El doctor Shugahara se encontraba examinado una pastilla de forma extraña. Estaba intrigado, la rozó con los dedos, para sentir su forma, la acerco a su nariz mientras intentaba percibir sus aroma, finalmente se volvió y le comento a Urd.

- "¿Entonces esto es una pócima amorosa?"

Urd le contesto muy orgullosa.

- " Si, es una de mis especialidades, y en esa forma es más práctica que las pociones liquidas, además basta una sola dosis para obtener el efecto deseado, claro, es mejor si se usan dos, una para cada uno de los prospectos."

- " ¿Y realmente es amor? - Urd suspiro un poco, pues ese era su punto débil. Belldandy lo había llamado "Amor ilusorio".

- "En realidad es una poderosa ilusión, el amor siempre inicia como una ilusión."

El doctor puso su mano en la barbilla, mientras pensaba, no podía evitar sentirse un poco escéptico, sabía que Urd estaba orgullosa de esa pastilla y no dudaba de su habilidad con las pociones, pero hablar de amor era un tema muy especial.

- "¿Y qué pasa cuando se acaba el efecto?"

Urd flotó y se colocó detrás del intrigado doctor, quien aun sostenía la píldora en forma de corazón, lo abrazó apoyando su barbilla en su hombro, para mirar también la píldora con su rostro casi rozando el de él.

-Muchas veces al terminar la ilusión ambos sienten un vacío, por lo que intentan acercase de nuevo a la persona que les ilusiono. Eso usualmente termina en un verdadero amor, pero a veces también se genera un rechazo.

- "Ahhh"... "- El doctor se rasco la cabeza mientras pensaba y luego hablo casi para si mismo- " Creo que eso se podría corregir."

Urd ser rió divertida por esas palabras, y no pudo evitar burlarse.

- " Entonces ¿también eres experto en amor, Sensei Shugahara?" - y en tono ligeramente desafiante añadió: - "¿tienes mucha experiencia?"

El doctor no pudo evitar sonrojarse un poco, Urd había sido la ilusión de toda su vida. Nunca había intentado acercarse a otra mujer.

- "No. No tengo... experiencia personal, pero si he leído y meditado al respecto..."

- "¡Ah! Entonces ustedes los científicos han logrado meter al amor al laboratorio y medirlo... Eso si me gustaría verlo."

- " El amor es un síndrome de actitudes" - afirmó el Doctor enfático, y luego sonrió apenado. Ella no era uno de sus alumnos para hablarle así. Además la tibieza de su cuerpo contra el suyo lo comenzaba a afectar, tomo a Urd de las manos, y levanto la mirada para ver sus hermosos ojos y le dijo: - "Discúlpame, no quise decir eso. Tienes razón, no podemos medir el amor, ni saber cómo siente la gente enamorada. Pero hay otras formas. Podemos ver cómo actúa una persona. Cuando no podemos averiguar la causa de algo, lo podemos diagnosticar con sus síntomas, a eso le llamamos un síndrome."-

- "¿Síntomas?, ¿síndrome?, hablas como su fuera una enfermedad"-

- "Una hermosa enfermedad"- El doctor le sonrió a Urd, y suspiro profundamente, la cercanía de la diosa aun lo hacía estremecer. Respiro profundamente para darse valor y le dijo: - "Los síntomas del amor son: respeto, responsabilidad, cuidado y conocimiento."

- "Kenji"- le dijo Urd con ojos ensoñadores - "En el fondo de tu alma hay poeta. Tienes razón, la ilusión es solo parte del proceso. Los amantes deben conocer también no solo las virtudes, sino también aceptar los defectos de la otra persona. Para respetarlo y desear ayudarlo a superar sus defectos."

Los dos se quedaron mirando uno al otro, mientras cada uno de ellos intentaba seguir el pensamiento del otro, Kenji añadió:

- "Se debe conocer a la persona que se ama tan bien como a uno mismo, para poder ayudarla a crecer. Tenemos el caso de esa jovencita del motorclub. Creo que se llama Sora. A pesar de que han pasado varios años ella sigue enamorada de ese playboy, pero está enamorada de una ilusión. Para que se pudieran realmente amarlo, ella tendría que verlo como es realmente: alguien engreído y vacío por dentro, y aun así, aceptarlo de todas maneras, para encontrar como ayudarlo a llenar ese vacío que tiene ese hombre. El también debería ser capaz de verla a ella tal como es: tímida e insegura, pero con una gran capacidad de entregarse y ayudar otros. No deben verse solo como una ilusión, sino también darse cuenta que son personas reales, y aceptarse con sus virtudes y defectos, como ellos mismos."

- "Interesante teoría, Doctor Shugahara Kenji. "- Le dijo Urd y con tono retador añadio: -" ¿Por qué no la ponemos en práctica?"

-"¿En práctica? ¿Cómo?"

Urd lo sé separó de él y fue por varios ingredientes de su anaquel. Los colocó cuidadosamente en su mesa de trabajo, y procedió a preparar su instrumental de trabajo.

- "Con estos ingredientes podremos provocar esos "síntomas" de los que me hablas."

- "Pero no es simplemente mezclarlos"- objetó el profesor- "Hay un proceso que se debe seguir: primero deben ilusionarse y luego conocerse y abrirse, compartir sus vulnerabilidades y luego..."-

Urd lo interrumpió, poniendo su dedo en su boca y fingiendo seriedad le dijo:

- "!Doctor Shugahara¡. Me está decepcionando. Estoy segura de que puede pensar en algo para solucionarlo, después de todo, Usted me habló sobre los medicamentos de liberación programada, y de cómo podemos controlar en qué momento y que dosis se libera cada ingrediente."

La cara del doctor se iluminó. Era un reto interesante.

Pronto ambos se enfrascaron en una entretenida discusión mientras comenzaban a mezclar los ingredientes, discutieron sobre dosis, tiempos de efecto, niveles de liberación, tiempos de reacción etc.

Una par de horas después, el doctor sostenía en su palma un par de pastillas que examinaba con cuidado. Urd exclamo divertida.

- "Felicitaciones Sensei Shugahara. Acabas de crear tu primera pócima de amor. ¿No es emocionante? Ahora. No te gustaría probarla"

- "¿Cómo? ¿Probarla? Pero deberíamos primero hacer una prueba en animales. No me arriesgaría a probarla en humanos."

Urd hizo un gesto de enojo, puso sus manos en las caderas y luego con una voz que invitaba a la travesura le dijo:

-" Vamos Kenji. ¿Como va a reconocer el amor en una rata de laboratorio? No puedes negar que tienes curiosidad de ver qué pasa. Además sabes que si funciona con esa pareja sería algo muy bueno para ellos."

El doctor se quedo pensando, y luego una gran sonrisa lleno su rostro, para ser substituida por una expresión traviesa que habría asombrado a cualquiera de sus alumnos y dijo simplemente:

- "¡Siiiiii...!"

Miro a Urd y ambos rieron como niños a punto de cometer una travesura. Entonces el doctor comentó.

- "Pero antes, tal vez debamos ponernos en ambiente romántico, te traje algo. Aun no termino de entender porque te gustan tanto, pero reconozco que pueden ser muy adictivas."

De una bolsa que había traído, saco varios paquetes, de uno de ellos contenía una serie de anticuados discos DVD, que le entrego a Urd. Ella miró el contenido encantada y asombrada mientras el doctor enunciaba orgulloso:

-" Son discos originales con la temporada completa de "Sonata de invierno" y además , tambien conseguí la versión en Anime. Ademas esta el resto del ciclo que incluye: Canción de primavera, Sinfonía de verano y sonata de otoño. Me han dicho que es el mejor ciclo de telenovelas coreanas que se ha hecho hasta la fecha."

- "Kenji. ¡Los conseguiste!- Exclamo Urd emocionada, se acercó al Doctor, para darle un sonoro beso."

El doctor se ruborizó un poco, y afirmo:

- "Siempre cumplo lo que prometo. Tuve que poner a algunos de mis alumnos a investigar, les di unos puntos por "investigación de mitos contemporáneos." - Rió ante la idea- fue un pequeño abuso de mi posición de maestro."

También te traje esta laptop para reproducirlos. El televisor de la sala está ocupado prácticamente de tiempo completo con Lind, Skuld, Ghadril y en ocasiones hasta Belldandy. Tienes que explicarme porque las diosas se sienten tan atraídos por esas historias. ¿No tienen sus propias historias?

Saco una hermosa maquina, un modelo de moda con un elegante acabado, pero que el doctor había seleccionado cuidadosamente por su potencia, mientras Urd meditaba las palabras del profesor.

- "Tenemos nuestras historias, pero en el cielo todo conflicto importante es rápidamente resuelto por las autoridades usando magia, y raramente llega a suceder algo importante. Cuando se tiene una vida inmortal, los sentimientos se diluyen… en cambio aquí los mortales viven sus sentimientos con gran intensidad… sentimientos como los tuyos Sensei Shugahara".-

Urd adopto una pose sensual que sabía que nunca fallaba en impresionar al doctor.

- "Ahhh si... Bueno. Ahhh..."- La miro arrobado y sin aliento, esa pose nunca dejaba de estremecerlo así que decidió desviar un poco el tema - "También traje un poco de sake, no es mucho, mañana tengo que dar clases, es tú preferido"

Se inclinó a sacar la botella, de repente escucho un suave ruido detrás de el...

Ya había aprendido a reconocerlo, era el ruido producido cuando Urd usaba su magia para cambiarse de ropa.

Giró lentamente mientras Urd hablaba con voz sensual:

- "Entonces también tendré que usar algo de ropa apropiada para ese ambiente romántico que quieres..."

El doctor casi tiro la botella cuando vio frente a él a la más celestial de las visiones, y vio a Urd flotando lentamente hacia él.

Su corazón comenzó a acelerarse cuando esos hermosos brazos lo rodearon y entonces alcanzó a pensar:

-"¡Esto es el cielo!"


Fin del capitulo XLI

Nota: agradezco a Ralph Vagan Williams y a su hermosa romanza "La alondra ascendiendo" que me inspiro este capítulo. También es música celestial.