Capitulo 5

Entrega de Amor

En otra parte del barco, Albert se sentía muy celoso, por él fuera ya no quería llevar a su novia a la cena, pero también su ego lo hacía pensar que era de él, con su broche, su anillo de compromiso, no permitiría que nadie se le acercara, pensaba en cómo hacer eso, para que nadie se atreviera a pedirle o hablarle a Candy, antes de entrar, le coloco el antifaz, le dijo

– Pase lo que pase, no te lo quites hasta que regresemos a la habitación y te coma a besos. Candy se sonrío nerviosa, no sabía que apasionado era Albert, le contestó

– Creo que Tom tampoco me reconocerá, nunca me ha visto vestida así. Albert estaba extasiado, agitado y muy enamorado, ver a su futura esposa así, lo enloquecía, el nunca se había sentido de la forma en que se sentía ahora.

Entraron, todas las miradas voltearon a verlo, el traía el antifaz en la mano, pues apenas se lo iba a colocar, de inmediato lo reconocieron todos, pero la dama ¿quién era? traía en la mano el anillo de compromiso, pero nadie sabía quién era ella. Tom y Sussete se acercaron, muy incrédulo Tom le dijo

– ¿Candy eres tú?

-Sí Tom, te ves muy bien con ese antifaz. Que hermosa Lady Beumont se ve muy linda esta noche.

– Gracias Candy, dígame solo Sussete, ahora que soy la novia de su hermano, seremos amigas. Candy vio a Albert, ambos sorprendidos, sonrieron. Albert dijo

– Bueno que honor que sea novia de mi cuñado, mira Candy ya nos ganó, tiene novia más rápido que nosotros, Candy admirada, vio sorprendida y ruborizada a Sussete dijo

– No Amor, nosotros estamos juntos desde que tengo seis años, ella acaba de conocer a mi hermano, tu y yo tenemos mucho de conocernos, pero poco de ser novios no es tan rápido, somos nosotros los que acabamos de ser novios y deseamos casarnos, ajustando el brazo de Albert para que fuera un poco más condescendiente. Ambos sonrieron.

Acompañaron a Albert y Candy a su mesa, quienes esperaban ver si se quitaba el antifaz la dama que acompañaba al Patriarca Andrew, pero no fue así sino que además se unió otra dama muy elegante y hermosa a ellos, inició el baile, de inmediato antes de que alguien se acerca a Albert como siempre a requerirlo por cualquier detalle, tomo a Candy, le dijo al oído,

-Mi amor si me sueltas, no me dejaran volver cerca de ti. Candy de inmediato lo abrazo, como si alguien se lo fuera a quitar, Albert sonrió, mordió su labio inferior por haber logrado su cometido, pues ella lo ama tanto que por nada va a dejar que se lo quiten, poniendo sus manos en su cintura, la abrazo, la llevó al baile, causando la envidia de todos los caballeros. Muchos lo vieron entrar, nadie podía competir contra él, en ese barco y quienes iban ahí, ella estaba comprometida, por lo tanto era un imposible de pretender bailar con ella, cuando ya estaba sobre aviso quien era su pareja.

Él, que los veía se sentía tan orgulloso de su novia, que alzaba su mano mostrándoles que era su prometida, bailando con una majestuosidad, unos pasos que el dominaba muy bien, llevaba a Candy de tal manera que ella se sentía en las nubes, el baile apenas empezaba y seguían bailando sin descanso, Candy tenía miedo detenerse, que las damas se acercaran a comprometer a su novio a bailar con ellas. Desconocía varios protocolos, de solo imaginar que lo separaran, si ya se lo había advertido Albert, era mejor prevenir ese tipo de situaciones.

Albert intuía eso pues al decirle que si lo soltaba él lo dijo por los negocios, pero al ver la reacción de Candy, sonreía de imaginar el pensamiento de su prometida. Pasaron a la cena, por respeto nadie se podía acercar en ese momento, pero apenas terminaban, las melodías ahora eran más románticas.

Lady Beumont se sentía extraña, la habían interceptado varios caballeros, notaba que Tom, no decía nada, esperaba a que ella tomara la decisión que deseaba, ella contesto,

-No gracias estoy acompañada por mí novio, haciendo que Tom sonriera, se sentía muy complacido, varias damas veían en él un hombre muy atractivo, ella sentía unos celos, de solo sentir las miradas, ella lo volteaba a ver, y el solo la miraba a ella, haciéndola sentir segura.

Tom estaba muy enloquecido con esta dama, por más que sabía que eran muy distintos, le atraía como mujer, la deseaba, pero el ser hombre cualquiera lo es, ser responsable, comportarse como un caballero era lo que él deseaba cuando estaba cerca de ella. Así que solo se limitaba en complacerá y verla feliz.

Después de más de seis piezas seguidas, la banda haría un receso, a lo que Candy le dijo,

-Vayamos a fuera tomar un poco de aire, no quiero que te vayan a alejar de mi lado Albert. Este sonrió, le dijo

– No quieres tomar algo mi vida, en tono romántico y posesivo.

-Si pero no te vayas de mi lado, por favor.

-Solo será un momento mi amor, mientras traigo algo para beber.

-Te acompaño, no quiero quedarme sola. Albert mostraba una sonrisa abierta. Este no podía dejar de sentirse de maravilla, estaba por demás feliz y realizado, nunca imagino que un vestido pudiera hacerle sentir inseguridad, celos y aprensión para decirle a Candy que no se separará de su lado, que ella se sintiera tan igual que él, era ideal, pensaba sonriente Albert.

Tomados de la mano se acercó al bar donde todos los caballeros la veían con insistencia y un claro asombro, Albert al notarlo, atrajo a Candy la unió a él abrazándola de su cintura, entregándole una bebida a su prometida, mismo que él tomaba otra, le decía

-Salud mi amor, Candy de inmediato le sonrío, se recargo en su hombro con su cabeza diciendo

- Salud mi amor. Chocaron levemente las copas, tomaron despacio, ella se sentía feliz, le dijo – nos vamos – él le quito su copa, le dijo al oído

–A donde quieras mi vida- En tono seductor. Haciendo que Candy se abrazará tímida a él.

Salieron del salón tomo su abrigo, lo puso sobre sus hombros saliendo a la vista del mar, ella lo abrazó fuerte en un movimiento brusco del barco, quedando muy abrazada con él. Ya no pudo más, Albert se excitó de tal manera que Candy lo sintió de inmediato,

Albert apenado por su prometida que estaba sintiéndolo, cerró los ojos, sonrío apenado, a lo que Candy se acerco más a él, lo abrazó de su cintura, sorprendiendo a su novio, él que tenía a Candy de sus hombros, la abrazo de su cintura también recargándose en el barandal del barco, Candy sintiendo miedo de caer, lo jalo hacia ella, le dijo

- Vamos a otra parte donde no estés en riesgo, temo que te vayas a caer, sonriendo Albert camino hasta la parte delantera del barco recargándose en las escaleras que subían a otra sección, Candy se abrazó a él acercándose tanto que Albert se volvía loco de deseo.

-Candy ya no quiero regresar al baile, le dijo en tono seductor.

-Albert, yo tampoco, aunque puedo decirte que disfrute mucho bailar contigo, pero las miradas las siento tan insistentes que temo que te vayan a requerir en cualquier momento.

-No Candy, las miradas son de esas personas que admiraban tu belleza, estas tan hermosa, que no dejaban de verte.

-Albert, creo que las mujeres no dejaban de verte a ti. Entraste sin el antifaz, creo que te conocieron, te iban a requerir en cualquier momento.

Albert sonrío, abrazo fuertemente a Candy, la beso apasionadamente de tal manera que la llevó de inmediato hacia su camarote, ya no quería estar a la vista de todos. Entraron, había una sala hermosa en el camarote de Albert, Candy se quito el abrigo, estaba muy acalorada, él la abrazo y la acaricio,

-Candy me estas volviendo loco mi amor, ya quiero que seas mi esposa, te deseo tanto,

- Yo también Albert, te amo tanto que no quiero separarme de ti ni un instante, besándolo apasionadamente, Albert acaricio su cuerpo completo, el vestido de seda pegado hacía que fuera fácil sentirla, provocando en ella sensaciones que nunca antes había experimentado, estaba excitada, lo abrazaba, acariciaba su espalda y su cintura, después tocaba su rostro, su pecho, Albert ya no se podía controlar más, si no hacia algo la llevaría de inmediato a su cama.

–Candy, no puedo fallarte, tengo que alejarme de ti, no puedo más, me vas a volver loco.

–Albert creo que la enloquecida soy yo, lo beso tan efusivamente, haciendo que Albert besará su cuello, tocará sus senos, un leve gemido de ella, lo excito aun más. Haciendo que Albert la acercará a él entre sus piernas, Candy estaba ansiosa de deseos, Albert estaba excitado como nunca, se abrazo muy fuerte a ella, tanto como para presionar y detenerse Candy hacia lo mismo, trataba de contener su respiración, lo abrazaba del cuello, ajustando sus pechos al pecho de él.

–Amor perdóname, le dijo Candy

Le dijo lo mismo –Perdóname tú a mí, ese vestido, tan bella no sabes todo lo que me provocas.

–Ahora ya lo sé, créeme eres completamente correspondido te amo, no me importa nada, pero sabemos que no es malo esperar ya pronto nos casaremos, entonces mi alma estará enlazada con la tuya para siempre.

Diciendo esto Albert se sentía conmovido, soltó suavemente su abrazo, la llevó a su camarote que estaba cercano al de él. Suspirando y feliz Albert entro a su camarote, sonriendo por la hermosa mujer con la que se casaría pronto. Soñaba ansiosamente con ella, de pensarla pronto en sus brazos, de hacerla su mujer, de llevarla con él a todos lados, de esa espera que decía que su alma estaría enlazada a la suya, decía no es malo esperar, de presumirla, de tantas cosas que no podía pensar en otros asuntos que lo habían puesto nervioso antes.

En el pasillo iban una pareja muy feliz, había tomado un poco más, sonreían muy contentos, Tom acompañaba a Sussete a su camarote ya era muy tarde, ella lo abrazo, le dijo,

-Quédate conmigo esta noche,

- Sussete, me gustas mucho, por eso debo de respetarte más,

-No me dejes así por favor, quédate conmigo, jamás me había enamorado de un hombre, lo juro, no te vayas, quédate conmigo por favor.

– Sussete, tal vez es porque bebimos, no quiero que mañana te arrepientas de estar con un hombre que no cuenta con tu nivel y el apellido que tienes,

-La verdad no tome demasiado, no me arrepiento de nada, te deseo Tom, juro que jamás había sentido esto por nadie, lo juro.

–Después Sussete, que pasará con nosotros después.

– Lo que tú me pidas, pero por favor no me rechaces, nunca te has enamorado perdidamente de alguien, ella lo acariciaba, lo tomaba por sorpresa, jamás había estado con un hombre, tenerlo cerca y libre para ella. Tom viendo a sus ojos le contestó

-Sí… de ti, para después inicio besándola apasionadamente, tomando con sus manos su cintura y acariciándola.

Entro a su camarote, las cosas ya no serían igual, la elevó en sus brazos, sus prendas salieron lentamente, ambos se entregaron a la pasión desenfrenada que sentían, Tom se dio cuenta que ella era una dama, que ahora era solo de él, le dijo,

- Lo que quiera Sussete, júramelo, lo que quiera,

- Si Tom, lo que quieras.

–Nos casaremos, te amaré toda la vida y no nos separaremos jamás, júralo.

– Te lo juro mi amor, te lo juro. Siguieron en el vaivén de las emociones, no durmieron esa noche, por la mañana toco la puerta su dama Mica, ella respondió feliz,

-Estoy cansada te llamo más tarde Mica. La puerta tenía llave, nadie pudo entrar, ambos absortos ante lo que habían pasado, volvieron a entregarse, Tom le dijo

–Donde te quieres casar Sussete,

- Donde quieras, mi amor. Sonrío, Tom la volvía amar, la metió a la bañera, la acariciaba, le hacía el amor, le dijo

- Te deseo tanto, me gustaría que nos casáramos en este instante… Tom la veía que no le respondía a nada, ya había pasado la emoción del momento agregó… tengo que irme, voy a arreglar varias cosas. Ella le respondió

– Si Tom en este instante. Tom la vio, sorprendido con una sonrisa dijo,

-¿Eso es posible?

-Si, será entre nosotros aquí, ahora, en el barco podemos casarnos.

-Déjame arreglar esto, Tom notó que ella estaba feliz, que abría sus ojos y notaba un brillo, su alegría, tenía que hacer lo correcto, ella lo valía, era solo su mujer, la más hermosa mujer que pudo ver en su vida.

El Barco hacía una parada para llegar a Inglaterra de ahí se seguía a Escocia, en este lugar bajaban pasajeros, subían más de los que bajaban, pues ahora, estaban subiendo periodistas, toda clase de personas de alto renombre y familias de la realeza que se dirigían a Escocia, Albert sabiendo esto se reunió en el camarote de él con Candy, Tom y Sussete, comentando que ahora, tenían que estar más al pendiente pues nadie conocía a la prometida de Sir William, no quisiera adelantar nada a los periódicos antes que a la familia, ya en su camarote tenía una grande sala de estancia y trasladaban las cosas de Candy y Tom a las habitaciones dentro de la plataforma de Albert, Tom también era movido de su camarote, Lady Sussete los acompañaba, mientras Albert les decía.

-Cuñado, Lady Beumont, mi Amor, creo que será mejor no salir mucho, como nadie conoce a mi prometida, pueden investigar que venimos aquí, me gustaría que nadie adelantará telegramas de que estamos en este barco, George ya se está encargando de nuestra seguridad, saben que en esta plataforma viaja la familia del Capitán, el no tardará en venir a visitarnos, Lady Beumont si gusta usted, puedo trasladarla a las habitaciones de esta plataforma, para que le haga compañía a mí prometida y su viaje sea más seguro.

-Sir William, será un honor y un placer, le tomo la palabra, pues la verdad, me encantaría seguir conversando con mi novio el señor Stevens. Darme la oportunidad de conocer a su prometida.

Candy sonrió se decía a sí misma, que era una dama muy sincera, pues no había negado que la amistad no era con ella sino con su hermano, a lo que respondió

– Pues será para mí también un honor Sussete, que la novia de mi hermano quiera acompañarnos, es de verdad un placer. Sonreía abiertamente. A lo que Albert entendía inmediato, sonriéndole, giñando un ojo a su princesa.

Tom se acercó con Albert, hablaba aparte con él, comenzaba apenado, separado, Albert le daba confianza, le dijo

-Ya suéltalo Tom, lo que sea lo arreglaremos,

-La noche del baile, Sussete acepto casarse conmigo, no sé si sea bueno que sea rápido, pero me acepto, dijo que nos casáramos donde quisiera, que lo que decidiera, ella lo aceptaría, por favor Albert ayúdame, no sé qué hacer, nunca pensé adelantarme así, me siento mal por haberle faltado. Mis principios Albert, no debí, pero falle.

–Tom, no puedo interferir pero si puedo ayudarte, el capitán del barco puede casarte, en este momento, después podrán casarse ante Dios donde ella desee. Que ella tome la decisión y la fecha, cuentas con todo mi apoyo.

– Albert, mi padre me matará si sabe que le falle a una dama tan hermosa,

-Tom, presiento que no fallaste, las damas son muy insistentes, a veces quieren comprometerte, en el caso de Lady Beumont, estoy seguro que no va tras tu fortuna ella tiene mucho más que podrías ser el interesado y sé que no es así, creo que está perdidamente enamorada de ti. Candy y yo lo notamos. Estaré tras de ti, lo que decidan te apoyaré. En eso entró George, dijo,

- Sir William, ya todo está preparado, mis cosas están también en esta plataforma, para no ser visto y no llamar la atención, los camareros, todo el personal, ya sabe que somos la familia del Capitán Mac Kay quien trabaja para los Andrew desde hace mas de 15 años. En ese momento, el capitán saluda a Albert

– Sir William, es un honor contar con usted y su familia en este barco, todo se hará como usted ha solicitado.

- Capitán puedo hablar con usted en privado, Tom acompáñanos,

-Por supuesto Albert, respondió Tom. Sussete se quedo con Candy, ambas a solas fue entonces que Sussete decidió hablar con Candy

– Candy tu hermano me propuso matrimonio y acepte si nos casamos de una vez, espero no te sea molesto que sea tan indecente de aceptar un matrimonio así. Candy abrió sus ojos, sonrío, la abrazo, dijo

-Serás mi cuñada, que lindo, me encanta la idea, como no nos casamos también mi Albert y yo. Ya nos ganaron, son ustedes muy rápidos. Ambas sonreían, Sussete le contó a Candy, lo sola que se ha sentido desde que perdió a su padre, que una Tía, prima de su madre la atormenta presentándole personas que a su tía le agradan pero que ella siente que todo es por el dinero, no por amor o porqué les guste,

-Candy, con Tom es distinto, el me gusta mucho, lo elegí, y me acepta, por eso es que deseamos casarnos Candy di que sí.

—Vamos Tom y tu son los que deciden eso, no te preocupes cuñada, quiere mucho a mi hermano por favor, el es muy bueno, no te fallará. Albert llegó donde ambas conversaban, comentó

– Lady Sussete Beumont, también será movida a esta plataforma, acompañará a mi prometida para que aparte de sus damas de compañía, ellas tengan mejor trayecto. A lo que de inmediato George salió, dio la orden.

La plataforma de los Andrew era para todos la plataforma del Capitán Mac Kay, quien por ser así contaba con varias habitaciones muy elegantes y distinguidas, mismas que el Capitán gozaba de la primera, para no interferir con las habitaciones de su supuesta familia, la siguiente era de George, luego la de Tom, seguida la de Sussete, Candy y Albert, dejando las otras por fuera de la sala estas habitaciones como servicio para las damas de compañía y los sirvientes exclusivos. Seguidos por un estudio, una sección enorme de comedor y sala de estancia, todo elegantemente distribuido.