Capitulo 6
Un Tío Feliz
En el barco subían los Grandchester, Padre e hijo se instalaban en el barco, ambos molestos por dejar a Eleonor, pues todavía no estaban casados, sin embargo en Inglaterra y en la mansión de su padre, ella tenía todos los cuidados de los sirvientes, el Duque le prometió a Terry que en la fiesta irían todas las damas dignas de él, que si no veía interés, no lo obligaría pues deseaba la felicidad de su hijo.
-Terrance, volveremos pronto, no me gusta dejar a tu madre sola, estoy seguro que vendré por ella, si deseas quedarte más tiempo.
-Como guste, realmente me molesta dejarla de nuevo, pero estoy seguro ella estará bien.
-No será por mucho, ella será mi esposa y no volverá a estar sola jamás, te lo prometo Terrance.
Ambos en un abrazo de lado sonreían, sus vidas habían cambiado tanto, ahora se veían con mayor respeto, tal vez porque Terrance finalmente había accedido a sus peticiones, tal vez por la madurez que ambos ya mostraban, por la situación que los unió al haber perdido parte de sus vidas, sin entender que para Terry, solo era un compromiso el de Susana, pues el realmente había amado por mucho a su novia de la juventud, que ahora estaba casada en América, solo Dios sabe con quién, lo cierto es que presentía que era feliz, y el buscaría también su felicidad.
Ya en el barco en la plataforma baja, Terry recordó la vez que conoció a Candy, se sonreía de pensar en su pecosa sorprendida. Lo mejor de todo era recordarla como una amiga inolvidable, al final ella debía cumplir la promesa de ser feliz, él jamás volvería a buscarla después de la última vez que lo intentó.
Sussete y Tom, platicaban solos en la estancia de su sección,
- Sussete, lo que quieras y como tu desees, quiero cumplir contigo, me encantaría que nos casáramos de inmediato.
– Tom, tenemos unos días de conocernos y ya te amo, me enamore de ti, estoy tan feliz de ser tu mujer, lo juro. No tengo padres, no tengo familia, no tengo a nadie Tom, quede huérfana, los socios de mi padre manejaron la fortuna, con mil condiciones, hasta que cumplí 21 años, me entregaron mi fortuna, los deje en la misma fase en la que estaban con mi padre, como socios, audite mi fortuna, desde que la tome, la hice crecer, para honrar a mi familia, para que donde estén se sientan orgullosos de mi. Nos casaremos por la iglesia en América, con tu Padre. Dentro de un tiempo mi amor. Ahora eres mi familia. Nadie nos separará.
– Te amo Sussete, gracias por amarme así, no te fallaré jamás, le decía Tom. Ellos, aun con habitaciones separadas se escondían para seguir amándose.
El Capitán Mac Kay, un hombre alto cabello rojizo rizado de ojos verdes, mayor, se reunió en la sala, dijo… Estamos en el trayecto a Escocia, nos gustaría oficialmente llevar a cabo el matrimonio del Sr. Thomas Stevens y Lady Sussete Beumont, quienes en este momento…. Haciendo la ceremonia, Candy y Albert eran testigos, su hermano se casaba, Candy pensó, Jim si hubieras estado aquí, estaríamos juntos, Tom sería muy feliz… uno en sagrado matrimonio, con el poder que me otorga la ley, los declaro marido y mujer.
A partir de ese momento, ya son la familia Stevens, ofrecieron una comida entre ellos, nadie en el barco sabían que pasaba en la plataforma alta, todo era tranquilidad.
Albert estaba en privado platicando con Candy, ahora se besaban y se enamoraban, estaban sorprendidos que alguien se le adelantará, ellos tuvieran que esperar, Albert pensaba, como es posible amo a Candy desde hace tanto, debimos casarnos desde hace mucho y no estar con la sociedad, como lo hizo Lady Beumont, espero que Candy no piense que la quiero menos, que comprenda mi situación, las responsabilidades a mi cargo, Alister y Patricia también se amaron libres, el perseguido y ahora con el amor de su vida. Miraba a Candy pensaba la noche en que Candy deseaba entregarse a él y que si él hubiera seguido ambos ya estarían durmiendo juntos y de solo pensarlo se emocionaba, su corazón se agitaba. Candy lo noto pensativo, le sonrió se abrazo a él, le dijo
– Albert así nos tardemos mucho, jamás dejaré de amarte mi amor, nuestro amor es como el mejor de los vinos. - ¿Cómo el vino Candy? dijo Albert sonriendo,
- Si mi amor, lo hemos guardado mucho dentro de nosotros, solo para nosotros, así que cuando lo probemos será el mejor. Albert la vio sorprendido, estaba ante una mujer que lo ama, que no dejaba dudas, la besaba apasionado. Candy todo el tiempo a petición de Albert portaba el medallón en el cuello, le lucía hermoso, la cadena era delicada en oro blanco al igual que el medallón, Albert al verlo sonreía, le dijo,
- -Candy imagínate que cuando tu familia vea ese medallón te reconozca, te digan que son tu familia.
-Que cosas dices Albert, es hermoso, pero es solo un medallón debe haber muchos en Escocia iguales, este es precioso, ahora que me dices que lo use, me da la sensación de que mis madres están conmigo.
-Bueno Candy, si es tuyo desde que naciste, tus madres no te lo pusieron, tal vez fue tu madre, quien te lo puso para identificarte y que supieras lo mucho que te ama.
-Albert, me vas a hacer llorar, no sigas con esto me encanta entonces es de mi familia, con eso es suficiente, está bien y tu mi amor eres mi familia, desde siempre lo has sido, mi príncipe, mi salvador, mi amigo, ahora mi prometido.
-Candy si seguías así, dirías que tu tío, tu abuelo, mejor que eso tu esposo.
-¡Albert!, te amo, mi amor, y sí eras el Tío Abuelo… y mi esposo por supuesto que sí.
En eso entró el Capitán Mac Kay saludándoles, al ver a Candy, se quedo sorprendido al reconocer el medallón que portaba. Solicitó a Sir William hablar con él. Albert entendiendo, pidió disculpas a Candy, le dijo
-Permíteme mi Amor. Separándose a una buena distancia de ella.
-¿Dígame Capitán?
-Sir William, disculpe usted, pero ese medallón es de mi sobrina la hija de mi hermana Clara Sofía Mac Kay de O´Donell, la niña perdida en América todos la hemos buscado, ese medallón es de la abuela paterna, su descripción fue enviada para buscarla en América, dígame por favor ¿es ella?
-Me temo que sí Capitán, solo que su medallón se lo acaban de entregar las personas que la cuidaron todo este tiempo, ella aun no lo sabe. Me acabo de enterar que mi prometida, Candy White, es la hija de mi Tío Sir Oscar O´Donell Andrew, me lo entregaron unos días antes de salir para Escocia, cuando ya estábamos comprometidos, me explico. Sé que tiene todo el derecho de reclamar al ser tío de mi prometida, pero ella no lo sabe, espero que sea su Padre quien se lo diga.
-Sabe usted que habíamos perdido la esperanza de encontrarla con vida, verla aquí, tan hermosa como mi hermana, con sus ojos, su boca, su cabello rizado, mi pequeña Alexandra usted no sabe el regalo tan grande que lleva de vuelta a Escocia, deme el permiso de avisar a los Mac Kay, que no falten a la celebración de los Andrew, por favor deme su consentimiento para avisar, ella es mi familia, por favor, se suplico.
-Por supuesto, manéjelo con toda la discreción posible, que George este con usted, pues nadie debe saber que viajamos aquí, no quiero ningún problema por esto. Mucho menos para ella.
-Sir William, como es que el Sr. Stevens es su hermano si ella se apellida White.
-El Señor Thomas, la encontró de bebe, la salvó siendo un niño, desde entonces se crío como su hermano. Ambos se cuidan el uno al otro, son huérfanos.
El Capitán al saberlo no soporto más, al escuchar la palabra huérfanos, sus lágrimas salían sin poder controlarlas, no podía creer lo que escuchaba, entro George al ver tal situación, agregó
-¿Puedo ayudar en algo?
-George, el Capitán es cuñado de Sir Oscar O´Donell Andrew y Tío de Candy, acaba de reconocer que es hija de su hermana. El nombre de mi Candy es Alexandra O´Donell Mac Kay. Le comento que Candy y yo no sabíamos nada. George agregó,
- Capitán, disculpe usted por la seguridad de los Andrew, permítame decirle que la Srita. Candy conoce a Sir William desde que tenía seis años, ha sido protegida por él desde entonces.
Cuando dijo esto, el Capitán reaccionó como Candy, abrazó fuertemente a Albert dejando sorprendidos a ambos, a lo que Candy al verlos desde lejos que el hombre lloraba, se acercó de inmediato alarmada, revisando que no pasará nada,
-Mi amor está todo bien, Capitán puedo ayudarle soy enfermera, ¿Se siente mal?
-¿Cómo?... ¡es enfermera! usted la prometida de Sir William Albert Andrew ¡es enfermera!
-Si. Capitán una dama no se puede avergonzar de ser quien es, soy enfermera, estoy muy orgullosa de serlo. Ahora dígame se siente usted mal, ¿puedo revisarlo?
-No mi Lady, no me siento mal estoy de maravilla, más feliz, acabo de recibir la mejor noticia de mi vida, gracias por querer ayudarme, su presencia me ayuda más de lo cree
–Tomo su mano, la beso sin dejar de llorar. Candy le dijo
—Permítame Capitán, deje darle un abrazo, y felicitarlo por la noticia que ha recibido.
– A lo que el Capitán se sorprendía, por la maravillosa sobrina que tenía.
-Gracias, mi Lady, usted es una gran enfermera, sabe que la mejor medicina es el amor, un abrazo como el suyo, definitivamente cura cualquier cosa.
-Capitán me va avergonzar, disculpe usted, cual es la noticia que ha recibido u lo ha dejado tan feliz, ¿acaso va a ser padre? El Capitán dejo de llorar para sonreír, contestó
-No, mi Lady soy un tío muy feliz. Gracias, permítame retirarme.
-Pase usted, que gusto ver a una persona que llora igual que yo cuando estamos felices.
El Capitán, asombrado por lo que escuchaba, sonreía y seguía llorando, la dama a la que escuchaba, le decía, algo que tenían en común, el llanto por encontrarla, ella le decía que lloraba cuando ella se sentía feliz.
Albert al escucharla, se sentía tan orgulloso de su princesa, que no había tan hermoso encuentro como el de saber cuando la viera su Padre. Que le dijera que también era su primo lejano
George, al ver tal escena, acompañó de inmediato al Capitán dejando solos a Candy y Albert.
– Candy, ¿estás bien?
-Mi amor, pensé que me llamarías la atención por abrazar al Capitán. Albert sonrió
–Bueno acaso me tengo que poner celoso, porque has abrazado al Capitán y a mí no.
- ¡Mi amor! - se lanzó en sus brazos-, -no ves lo feliz que estaba el Capitán, invítalo a comer con nosotros, mira que llorar por ser un tío tan feliz, que conmovedor, tal vez sea un bebe de su hermano… mmm… no será que es tío abuelo, porque el capitán ya es grande, para recibir un bebe a estas alturas. Albert soltó una carcajada, no podía creer lo que escuchaba de su princesa, adivinando la suerte del Capitán por ser un tío feliz.
-Candy, Candy me vuelves loco, soy el hombre más feliz del mundo, no sabes cuánto te amo, Candy te amo más que a mi vida, eres única mi amor.
-¡Albert!, también te amo tanto, que duele… no me gustaría pensar que cuando llegue a Escocia, la Tía Elroy descubra que soy tu prometida y se niegue a que nos casemos, mi amor no quiero ni imaginar perderte.
-¡Candy! Aunque la Tía se negará, me casaría contigo ahorita mismo. Candy con picardía le dijo
-Lo dices en serio mi amor. Pues con mayor razón debes invitar a comer al Capitán Mac Kay, tengo que hacerme su amiga, por si se niega la Tía Elroy a que nos casemos, mejor nos adelantamos. Albert soltó más que carcajadas, al escuchar a Candy temerosa de la Tía Elroy, tanto reía que Tom y Sussete, salieron a su encuentro e intrigados se acercaban a ellos. Tom pregunto
– Candy de que se ríe Albert, ¿le estás haciendo cosquillas?
-No Tom, que me ha dado una idea hermosa, el Capitán Mac Kay puede casarnos ahorita mismo si queremos. Imagínate, nos evitamos tanto susto en Escocia, tanta preocupación, me entregas y listo. Tom sorprendido dijo,
- ¡Candy! Que no sabes que ya está todo listo para tu boda en Escocia, vas a decepcionar a tus invitados, hasta es probable que Ann ya este allá, tu quieres casarte en este barco, todo mareado del cual ya deseo bajarme, quieres que te entregue y nos regresemos otras dos semanas más, ¡no señorita! nos bajamos y haber que otra cosa hacemos para volver después. ¡Ya quiero llegar!
Lady Sussete y Albert soltaron carcajadas al escuchar a Tom contestándole a Candy.
Albert no podía creer que Tom tenía las mismas ocurrencias de Candy al hablar. Ellos realmente eran hermanos, tan juguetones, muy parecido en sus formas de ser, respetuosos, alegres, dedicados, juntos nadie podía dudar que son los mejores hermanos del mundo y si Jim estuviera aquí alegando con Tom por su hermana Candy, inmediato se le ocurrió la idea de investigar si Jim podría llegar, le encargaría eso a George, pues Ann junto a Archie era seguro que estuvieran en su boda, pero hacer sentir mejor a Candy era una prioridad para él.
Albert se tranquilizó, abrazando a Candy de la cintura y sentándose en una silla del pequeño bar, muy cerca de la sala de estancia, jalaba a su prometida hacia él, Candy quien ya no podía disimular el miedo a la Tía Elroy, abrazaba a Albert de su cuello y se recargaba en su hombro.
-Bueno Albert, si acaso la Tía no quiere de regreso le pedimos al Capitán Mac Kay que sea en su barco en el que nos devolvamos y nos casamos como Tom y Sussete si la Tía se niega, me encargo de tu secuestro, ¿Te gusta la idea?, se sonreían, Albert la besaba enamorado, definitivamente Candy era parecida a él.
-Candy, la Tía no se negará, sabes cuantos periodistas van en este barco, imagina que van a ver la boda que la Tía Elroy se negó, no es posible, - sonreía Albert siguiendo las ocurrencias de Candy.
Albert pensaba, que bueno que antes viaje a Escocia, que mi Tío y mi primo me aprecian, ahora que sepan que seré su Yerno y cuñado, ya no habrá más que decir, que la niña que tanto buscaban regreso para casarse. Y si se niega a que se case, el Tío Oscar, puede querer que pase un tiempo con él. Tiene derecho a posponer la boda hasta un año por ser el padre de Candy, bueno será mejor que pensemos en quedarnos un tiempo aquí en Escocia, para que conozcan bien a Candy.
Ahora el que sentía miedo de que no lo dejaran casarse era Albert, pues el padre de la novia no había visto a la novia todavía.
–Ahora era Albert quien sonreía tímidamente, se aferraba más a Candy.
