Capitulo 8

Defendiendo al Amor

Héctor le dijo que él estaba casado y su esposa estaba en casa de su padre atendiendo a los invitados que habían llegado, que tenía tres hijos sus sobrinos, que mañana los conocería. Que este hogar es de ella y de su Padre, que podía quedarse el tiempo que deseen. Héctor le dijo a William,

-Y Bien nos vas a decir cómo es que conoces a mi hermana desde niños y que la has protegido todo este tiempo. Lo miraba con insistencia, pero su voz era fuerte, como Tom, pero Candy no lo conocía, no sabía cómo era Héctor.

Candy escuchó se asustó un poco, volteo a ver cómo estaba cuestionando a Albert, sentía que atacaban a Albert como reclamándole de inmediato se retiro de donde estaba, regreso con él, lo abrazo, contestándole a su hermano y recordando la tradición que Albert le platico del medallón y todo lo que sucedía inmediato para que no se opusieran a su boda con él decidió hablar.

– Soy quien puede contestar como es que estoy comprometida con Albert desde los seis años.

Todos se quedaron atónitos al decir que estaba comprometida desde los seis años, con él y ella tan fuerte y firme al hablar. En ese momento Albert se sorprendió, Candy hablaba muy decidida, firme, defendiéndolo, no sabía que así hablaba su hermano, este es su primo, tampoco sabía nada de la situación pero le encantó que recordará la tradición del medallón y sonrío, pues adivino lo que su amor es capaz de hacer para que no los separe nadie.Candy ya más tranquila con tono sereno, dijo

-Permítame explicarles, pasaron al despacho Tom y Sussete, Héctor, Aurora y Alfred, Bastián y Marian, George, Albert y su padre Oscar. Ella segura sin soltar el brazo de Albert, empezó a pedirle a su padre que tomará asiento, porque el hombre que estaba a su lado, no solo le debía su protección sino la vida. Con tranquilidad, muy mesurada y sin rebuscar palabras comenzó

Cuando Tenía seis años, conocí a un joven que vestía traje escocés , tocaba la gaita y me consolaba de llorar, para que volviera a sonreír, después desapareció, dejándome esto (señaló su insignia, Andrew), desde entonces deje que me adoptarán para ir en busca del joven Escocés, (Albert agradecía en silencio que no le dijera su príncipe) la familia que me adopto, no lo hizo, me tomo como sirvienta, una ocasión me salí huyendo de su casa, me quede dormida en una barca caí por una cascada, donde Albert me rescató, me salvó. (En ese momento todos se preguntaban quién era el tal Albert). Posteriormente me rechazaron enviándome a México, donde Sir William Andrew mando por mí para rescatarme, en el regreso, pensé que me secuestraban, fueron a buscarme mis amigos Alister, Archie y Anthony, pero me había escapado de George, pensé que era un secuestrador de mujeres, ( George miraba a Sir Oscar y este lo miraba con el seño fruncido)después llegue con la Tía Elroy, ella recibió instrucciones precisas de Sir William Andrew que me había adoptado, ahora sería Candy White Andrew, la hija de Sir William, fui muy consentida por mis nuevos primos, jamás había tenido vestidos más elegantes, estudios y una buena educación, ser la hija consentida de un hombre que nunca veía, pero un día Anthony murió, enferme de tristeza, me escape pues alguien pensaba que fue mi culpa su muerte, me encontré con Albert nuevamente, me tranquilizo.

Sir William Andrew mi padre me envió a estudiar a Inglaterra para ser una dama de sociedad, pero de ahí también me escape, (En ese momento ya eran muchos escapes, así que Tom y Héctor se veían) decidí ser libre como Albert, busque mi camino convirtiéndome en enfermera, ya cerca de graduarme, recibí a Albert con amnesia, lo cuide, pensaban que era un criminal, así que me lo lleve, me fui a vivir con él, con la ayuda de mis primos Archie y Alister conseguimos un departamento con dos habitaciones donde atendía a mi paciente y mi amigo Albert, para que nadie nos viera mal, dijimos ser hermanos y vivimos juntos, perdí mi empleo por cuidarlo y vivir con él, él busco trabajo de cocinero (al decir esto Tom, Héctor se miraban sorprendidos y los caballeros mayores miraban asombrados a George y a William) me ayudo, tiempo después conseguí un trabajo cerca de casa de enfermera pero ganaba muy poco, una ocasión caminaba por el parque se escapó un león me atacó, Albert se atravesó, no sin antes dejarle tremendas heridas por protegerme. (Todos abrían los ojos asustados y George tocaba la espalda de Albert con aprecio).

Después recuperó la memoria, avergonzado por vivir conmigo que me tacharan y pudieran hablar mal de mí, se fue. Busque mucho a Albert, un día lo encontré, cuando busque a Sir William Andrew, para que no me obligaran a casarme con Niel Legan, él me salvo de un matrimonio falso, pues jamás nadie dio la orden de que me obligaran a casarme… (Se hizo un silencio, las damas lloraban tristes, Tom se acercaba y abrazaba a Albert, el no sabía todo eso).

Papá, Sir William Andrew es Albert mi amigo, el que me ha rescatado varias veces y hace tiempo nos hicimos novios y me propuso matrimonio, acepte, fue a pedir mi mano le entregaron mi ropita de bebe, (en ese momento se la dio a él) un muñeca con el nombre bordado de Candy y un medallón, que se le hizo conocido, investigo cuando veníamos para Escocia, gracias a George y al Tío Bastián, descubrió que soy Alexandra, que pertenezco a su familia. Al terminar todos estaban atónitos, preguntaban

-¿Quien la había tomado de sirvienta? Mostrando odio Héctor impotente y desesperado

- -¿Dónde habían vivido juntos? – Dijo Sir Oscar, porque ellos buscaban a Alexandra

- -¿Por qué la culparon de la muerte de Anthony?- Decían sus tíos, si era todavía una niña,

- ¿Por qué no les dieron sus cosas cuando la adoptó William? George agachaba la cabeza en señal de culpabilidad. Albert contestó

-Todas sus preguntas se las contestarán Tom, Candy y pronto se unirá a ellos Jim quien también viene en camino, ellos son hermanos de Candy, pues ella se formo cerca del hogar de niños huérfanos que la recibió como familia y la han amado siempre, solo he sido su protector, mi adopción fue anulada, no era posible creer que soy el padre de Candy. Sir Oscar, ya más tranquilo por lo que Candy les había dicho, lo abrazo, le dijo

–No. Tú eres su esposo. Candy se sorprendió, ya adoraba a su Padre, pues con eso le decía que no se negaba a casarla con Albert. Se acercó, le agradeció a su padre que no la separará de él, Candy lo abrazó, dijo

– Gracias papá, estás de acuerdo, no me separas de Albert, gracias, feliz Candy y todos la escuchaban, Albert la miraba angustiado porque sentía muy preocupada a Candy, Tom abrazó a Albert y Héctor también.

Dieron instrucciones para servir la cena, afuera en la sala había muchas personas parte de la familia de Candy, la Tía Aurora era de cabello rizado castaño claro, ojos grises, el Tío Bastián tenía los ojos verdes como Héctor y Candy, la madre de Candy también los tenía verdes. Candy, no se separaba de Albert. Este sentía que Candy estaba nerviosa, que todo esto no estaba muy bien para ella, él la abrazaba fuerte para darle confianza.

Pasaron a un comedor enorme, muy elegante, Albert se sentó en la cabecera principal, Candy a su lado y Tom del otro lado de Albert mientras en la otra cabecera estaba su padre y su hermano, a un lado de Candy estaba Sussete, quien también la apoyaba con sonrisas y palmeando su mano.

Ella seguía muy nerviosa, cada que podía tocaba la mano de Albert, la miraba y la tranquilizaba. Termino la cena, pasaron a la sobremesa, llego un carruaje en ese momento, entraban Sir Enzo Mc Ollwen, su hija y sus tres nietos. Enzo de inmediato se sorprendió al ver a Sir William ahí, saludaron con reverencias a Albert. Tom se sorprendía de cómo era tratado Albert por todos ahí, vieron a los Mac Kay, después vio a Candy, su medallón y su cara, tocándose el pecho al verla, sorprendido.

Candy dijo

- Albert creo que soy un peligro en Escocia, aquí todo el mundo me ve y se asusta. Lo mejor es que regresemos a América. Acercándose a Sir Enzo Mc Ollwen - Se siente bien, ¿quién es usted? De inmediato se acercó Amelia su hija,

- Hola, Soy Amelia O´Donell, él es mi padre Enzo Mc Ollwen, veo que tu eres. Candy al ver que no contestaba agrego

– Me dicen que soy Alexandra O´Donell Mac Kay ¿Tu cuñada?, me imagino que estos jovencitos son mis sobrinos. Los chiquitos corrían y la abrazaban

-Eres como la foto de la abuela, muy bonita, - Si, como mi abuelita, - Eres muy linda, mamá quien es ella,

- La hermana de tu papito, es tu Tía Alexandra. Albert los veía, la pequeña que le había llamado su atención corrió hasta él,

-Tío William, viniste, cumpliste tu promesa, la niña le dio sus bracitos, en señal de querer abrazarlo, Albert se agacho por completo, la abrazo,

-Hola Clarita, te dije que eras muy bonita, ves a tu tía Alexandra

- si, es muy bonita. Albert la elevó, se acercó a Candy,

-Bueno cuando estaba pequeña era muy parecida a ti princesa. La niña se sonrojo, Candy se enternecía al verla,

- Tío cuando sea grande tendré un chico como tú. Albert al escucharla le dio un beso en su frente, le dijo – ¡Mejor!

-Se siente mejor Sir Enzo, decía Candy, alejándose de Albert y su pequeña admiradora.

-Oh si hija, mucho mejor, no es necesario que te vayas a América, es un honor tenerte de nuevo con nosotros. Sonreía, la veía cariñoso. Se dio vuelta y Enzo conversaba con el padre de Candy,

-Oscar, ya se nos hizo tarde para regresar, mi hija y tus nietos, tienen sus habitaciones aquí, pero ya no hay disponibles para nadie más en mi hogar, nuestra mansión está llena, siguen llegando invitados a la boda de Sir William. También me dicen que un amigo tuyo y socio está hospedado junto con su hijo en el hostal del pueblo, pues su mansión esta arrendada a unas amistades de Sir William Andrew, les he mandado traer para acá a tu mansión serán dos habitaciones, ¿no hay problema?

Albert de inmediato tomo cartas, soltó a Clarita dándosela a su Padre, dijo

– ¿Quiénes son?, mi prometida y yo no queremos presión para la boda, ya que estaremos unos días con su familia sin ser vistos. Además Tío le voy a suplicar que no les diga que nos ha visto aquí, nadie puede saber que llegamos, Alexandra desea estar con su familia unos días sin ser molestada. Oscar intervino

—Pero habíamos hablado que recibí un telegrama que nadie podía venir aquí, Enzo Mc Ollwen habló,

- Vamos que la prometida de Sir William es tu hija Alexandra, por Dios si ellos ya están casados desde niños, y haciéndote del rogar. Este matrimonio es irrompible. Los que llegan mañana son los Grandchester Padre e hijo, que vienen a la boda de Sir William y tu hija, llegarán mañana temprano, el joven hace tiempo paso una tragedia, su esposa murió, el Padre perdió en un accidente a su esposa y dos de sus tres hijos, quedando su hijo mayor del primer matrimonio y una niña de su segundo matrimonio. Candy al escucharlo, se asustó, abrazo a Albert muy fuerte

- ¿Cómo que estamos casados desde niños William y yo? Al decir esto Albert también se sorprendió, el había captado más sobre los Grandchester no sobre un matrimonio infantil. Contesto inmediato Sir Enzo

-Por supuesto al nacer, tu compromiso fue firmado por sus padres y fuiste llevada a América a conocer a tu esposo. -Oscar, que no tienes el pergamino, acaso lo rompiste. Oscar, se quedo callado, luego contestó,

- Hija, el pergamino, por mucho tiempo fue el causante de que te perdiera, quise romperlo, pero el juramento entre mi primo y yo estaba firmado, él murió, no podía romper mi esperanza de encontrarte. Al casarte con William, la fortuna de los Andrew deja de estar partida en dos y vuelve a ser una sola, tu bisabuela por eso te dio su medallón porque tú y William serían la unión nueva entre los Andrew y los O´Donell.

Candy miró con ternura a Albert, lo abrazó. Este se dio cuenta que ni se mortifico por los Grandchester, que ella estaba muy pendiente en ellos, para volver al pasado. Albert dijo

– Independientemente de todo, nosotros en general nos acabamos de enterar que mi prometida es Alexandra y que existe tal pergamino. Con respecto a los Grandchester, ellos son nuestros amigos, así que no hay ningún problema, pero quien venga aquí, no se podrá regresar, usted Enzo queda advertido de que no sabe nada y no ha visto a nadie aquí.

Después de la sobremesa, empezaron a retirarse a sus habitaciones los Mac Kay, que habían viajado mucho, Amelia se hacía cargo ahora de todo el funcionamiento de la casa, asignaba por categoría y nivel, poco a poco se quedaron solos Candy, Albert y Sir Oscar.

-Hijos ya que estamos solos tenemos que terminar de hablar, hija mía, con las investigaciones por encontrarte, solo encontró mi primo a tu madre quien murió en un accidente muy grave, nevaba y ya no estabas en sus brazos, creemos por lo que nos dicen ahora, que una buena persona te acercó a un hogar, donde fuiste adoptada por William, quien jamás tendría la posibilidad de ser tu Padre, efectivamente mi primo y yo por solicitud de la abuela, casamos a nuestros hijos desde niños, con la seguridad que nadie te eligiera por tu fortuna y tampoco a William por la de él. Que se visitarían. Cuando naciste, no pude ir a América, mi esposa, su dama y tú viajaron con la escolta y fueron a que te conocieran, donde William te daría la insignia en símbolo de su compromiso.

-Actualmente nadie hace este tipo de compromisos, la fortuna, jamás la he alejado de los Andrew, desde que mi primo murió, soy quien cuida la fortuna pero todo siempre la he considerado del Clan Andrew, con la firma para mí fue una sesión de derechos, con la muerte de mi esposa, su dama y los escoltas, la tristeza al no encontrarte, juré que no descansaría en paz hasta volver a verte, nunca mencionamos el casamiento, pero es real y aquí lo tienen. En ese momento le daba en manos de Candy un pergamino, de extraño material, que ella al recibirlo, lo abrazo consigo.

-Hija me encantaría que tu Tía Elroy se negara, que te quedarás conmigo todo el tiempo que desees, desde que llegaste, tienen ese brillo en su mirada, un amor noble, que sé que jamás nadie te separará de William. La historia de tu reunión con él, de cómo has vivido a su lado, me da la certeza de que si alguien alguna vez hablo mal de ti, eso es imposible tu estas casada. Nadie puede separarlos, solo ustedes mismos. El pergamino tiene los sellos, son dos este que es el de los O´Donell Andrew y el otro que debe estar con los bienes de William, por cierto no se pueden romper, solo se queman. El pergamino es de piel.

-En estos días conocerás a tu familia, habrá un gran festejo que organizaré en tu honor, como dice tu esposo, quienes vengan no podrán irse, tendremos mucho por convivir mientras llega tu ajuar de novia, todo lo que necesites, las joyas de la abuela son tuyas y las de tu madre se las hemos dado a Amelia por ser la esposa de tu hermano, la convirtió en la Duquesa O´Donell, tendremos mucho por hacer, organizare un segmento completo de actividades por la llegada de mi hermosa Alexandra, todo está vigilado, nadie podrá verlos, nadie avisará al castillo Andrew hasta que sea la boda, mi hija sale vestida de blanco de aquí que es su hogar.

-La entregaremos con todos los honores Escoceses, la respaldarán los hombres de mi familia y nadie jamás podrá dudar del honor de mi hija, no se podrá tener duda alguna que ella es una digna Andrew, merecedora de todo, te querrán más de lo que puedes creer hija, tu desde que naciste ostentas el título de Duquesa Mac Kay de Irlanda de tu madre, Duquesa Andrew de Escocia de la abuela, ella te cedió todo a ti hija. Su nieta digna de las Andrew, mira que mi hermana tiene una digna descendiente Andrew pero ella nació meses después de ti, no lleva el apellido Andrew directo por ser hija de mi hermana y la abuela te dejo todo a ti mi niña, a ti… en toda la casa veras imágenes tuyas, la abuela y con Andrea O´Donell tu bisabuela O´Donell, la que te dio esa pequeña muñeca que tanto amabas, hasta mi madre se ponía celosa de esa muñeca, ella quería ser tu consentida, llegaba su suegra y por Dios se amaban tanto. La abuela Mac Kay murió cuando nació su hija Aurora, los Mac Kay vivieron con su abuelo, él murió después de que me casé con Clara Sofía Mac Kay, por eso los Mac Kay están aquí, a ellos los casé yo, han sido de mi familia todos estos años, también estaban en tu búsqueda.

-Ellos vivieron conmigo, aunque tenía las propiedades de Irlanda, las puse a nombre de los hermanos de tu madre, nosotros no necesitamos tanto hija, los O´Donell son muy importantes tanto como los Andrew, el honor que une a estas familias data de muchos años atrás cuando un hombre defendió el honor de los Andrew y asesinaban a varios varones Andrew, Héctor O´Donell Campbell mi abuelo salvó a los Andrew varones y el patriarca en honor, caso a su hija Alexandra Andrew, dividió toda la fortuna Andrew en dos, quedando como una fortuna de las más importantes de Europa, los O´Donell tienen una inmensa fortuna, pero Alexandra le prometió a su hermano que volvería a quedar unida la fortuna dividida de los Andrew, e hizo un juramento, que nuestros descendientes se unirían en matrimonio, con ello la alianza de amor que tuvieron Héctor y Alexandra, la tendrían William Andrew y Alexandra O´Donell.

-El día que naciste, temíamos que fuera otro varón pues el vierte de tu madre, saltaba de patadas, ella se divertía con su nuevo bebe, no le importaba nada, solo lo saludable y fuerte que era. Cuando dijeron que eras una niña, William se acababa de ir a América, por eso fue la prisa de que te conocieran los Andrew.

-Bueno ya que conocen su historia, les aviso esa historia la sabe toda Irlanda y Escocia, Alexandra, esta es tu casa y este es tu esposo, por haberte casado sin tu consentimiento, te pido perdón, puedes reclamar a este hombre como tuyo, porque si no, les quitamos toda la fortuna a los Andrew, incluyendo la parte de ellos por cancelar el matrimonio. Se soltaron a reír, ella le daba de besos, le dijo,

-No sabe como deseaba escuchar que no me separarían de Albert, Papá. Salieron del despacho, vieron que habían algunos platicando por ahí todavía… Oscar agregó

-Los días que desees William, esta es tu casa, aquí nada les faltará, como es muy retirado del Castillo Andrew, este castillo es enorme podrás tener a todas las personas que desees y protegeremos a las Andrew con el alma hijo mío. Esto lo sabemos los Andrew, los O´Donell, los Mac Kay y casi una Escocia completa. Hija quisiera llamarte Candy, pero tienes nombre apellido, un gran amor que llegó contigo, ahora no puedo ser más feliz, donde decidan vivir, compraré una casa, estaré cerca de ti por el resto de mis días, lo juro. La miraba sonriente, por fin recuperaba a quien daban por perdida desde niña… Alexandra.