Capitulo 9

Padre Amoroso

Candy se separo, Amelia la abrazaba, platicaban animadas con Sussete, mientras William y Oscar, hablaban aparte, se unía Héctor y Tom. Albert les comentó

-En la mansión Grandchester rente para que se re estableciera de su salud mi sobrino Alister, su esposa está con él, lo mandaré llamar por si los Grandchester requieren su villa, si no es mucho molestar podrían vivir contigo mientras pasa la boda, para anunciar la llegada de Alister pues como estuvo siendo perseguido, lo he ocultado lo más que puedo, es muy precavido y defensor pues peleo mucho para escapar de su prisión. Oscar dijo

-Alister Cornwall es un Andrew y esta casa siempre serán bienvenidos mi familia, el será como dueño y señor aquí, nada le faltará, solo tienes que saber que tenemos otros problemas a parte sobre protección pues una Andrew es perseguida y ya sabes de quien se trata, ella normalmente se esconde en esta casa bajo nuestra protección. Héctor agrego

- Así que Alister será más que puesto de acuerdo para unir fuerzas con nosotros. Es sobrino mío también. Sonriente Héctor, al saber que habría alguien más capacitado para cuidar de la familia.

William le avisó a George, se puso en marcha para traer y proteger a Alister. George les contestó -Su esposa y ahora su pequeño hijo Alister. Le dijo sonriente. William sonreía feliz, esos hombres se abrazaban por lo que George les informaba.

Todos se subieron al pasillo principal para ir a sus habitaciones, las de ellos estaban juntas, Candy en medio de las dos recamaras la de William y la de Oscar.

– Hijo aquí no hay ningún problema como el de tus tías santurronas, puedes entrar a la habitación de mi hija con mi consentimiento, sé que ella está muy intranquila, es la primera vez que conoce a su familia, mi hijo, mi familia y cualquiera de esta casa saben que ya están casados, no les dimos la habitación unida porque ustedes viajaron separados. Besó a Candy, le dijo—Mañana te traerán todo lo que pida mi princesa, ropas, vestuarios lo mínimo que desees y pidas, todo te lo darán, este es tú hogar. Ya está tu ropa disponible, pagaré tu ajuar, tu boda, todo hasta la sonrisa de tu Tía Elroy, descansa mi niña, buenas noches mi bebita hermosa. El hombre estaba muy conmovido, su hija estaba de nuevo en Escocia, se sentía cansado, pero las emociones lo contrariaban.

Albert, entro con ella, la beso, la abrazo, le dijo

– Candy ¿estás mejor?

-Si, ya eres mi esposo, adiós capitán de barco sonreía animada. ¡Mi Albert! Suspiro, luego lo beso, interrumpió el beso sutilmente dijo, -pero hay que cumplir con Dios

-mmm dijo Albert haciendo un puchero, sonreían y se abrazaban.

-Albert, mi familia, es tu familia. Candy sonreía, nunca se imaginó todo esto, después de tanto saber de su familia, era imposible encontrarla, ella no era norteamericana, era escocesa, como su padre y su hermano… sonreía se sentía entre nubes, no podía ser más feliz, Albert la interrumpió volviéndola a la realidad.

- Candy, mi Candy… si lo hubiéramos querido, jamás lo imaginaría, ahora resulta que te quedaste sin familia por ir a conocerme.

- No digas eso, no lo sabíamos, solo unos niños, que culpa tenía de haber nacido, si no viniéramos a Escocia, conocería a mi familia después y solo por el medallón.

-Candy, mañana llegarán más personas, tengo algo que decirte que te he estado ocultando por mucho tiempo, y es que no es fácil asimilar las cosas, sin poner en riesgo la integridad de una familia. Candy estaba asombrada, lo miraba incrédula, todavía había cosas ocultas entre ambos continuaba Albert al ver que Candy estaba seria y atenta - Alister no murió.

-¿Cómo?, Alister vivo, que alegría Albert, desde hace cuanto lo sabes, porque no me lo decías, Candy lloraba, sonreía, estaba muy sorprendida.

Albert le dijo como fue perseguido, como muchos hombres son enviados a matar a los prisioneros, como forma de vengar a los caídos, que eso era muy desgastante, para Alister haber salvado su vida, fue un milagro, busco a Patricia, ella lo ayudo a salir, he estado pendiente de ellos por mucho tiempo.

Candy al escucharlo lo comprendía ahora sentía porque tardo tanto, si Alister estaba en problemas, estoy segura que debía sentir culpabilidad de que no haya regresado, lo haya apoyado, Patricia tiene mucho que ya no estaba en América si la informaban ella misma se uniría a Paty para ayudar a Ster, por supuesto ahora comprendía porque nadie le decía, el cariño por Ster es muy grande, como no quererlo si es parte de su vida.

-Candy… Alister y Patricia están casados, fueron perseguidos, los oculte aquí en Escocia, para que no lo maten, huyó y era prisionero de guerra, por eso nadie sabe nada, mañana será traído aquí, para desocupar la mansión Grandchester y entregarla, más ahora que estoy aquí, puedo proteger a Alister. Es posible que cuando su familia lo vea, se lo lleven de inmediato a América.

Candy feliz abrazaba a Albert, estaban conmovidos, a la vez cansados, intranquilos, una mezcla de emociones que no sintieran el tiempo, Candy no podía asimilar tanta información en tan poco tiempo, estaba en un sueño, muy hermoso y lo sentía tan vivo.

-Albert, me tengo que dar un baño, vamos a descansar, ya sé que estas aquí a mi lado, si no puedo dormir, créeme me iré a tu habitación esta es muy grande. Ambos sonreían.

- Descansa mi amor, oye se me olvidaba, mañana llegan Terry y su Padre.

-Le podemos decir es que estoy casada contigo desde que nací. Lo beso, lo abrazo y no quería soltarlo. – A dormir, creo que mi papá tampoco podrá dormir, lo estaré revisando, casi le da un paro respiratorio.

-Descansa, amor mío. Le decía Albert, mientras salía de la habitación.

Albert en su habitación pensaba, la verdad estaban muy cansados, pero temía por Candy, cada que la tocaba sentía sus músculos tensos, tal y como los suyos, tal vez mañana con la distracción y el ejercicio todo quedaría más relajado, por otra parte, no sabía porque se sentía inseguro con Terry ahí, libre. Pero a la vez sería mejor que supiera de una buena vez, no hasta el día de la boda.

Candy mientras tanto pensaba mientras se bañaba en la tina, Alister, Paty, como recordar que siempre has sido parte de mi vida, Ster, como deseo verte, estarás herido, aun tendrás cicatrices, Ster, casado con Paty, que alegría, es una suerte que no todos pueden gozar, Escocia… Escocia parece que estoy soñando, hace mucho que vine aquí, vaya si lo recordaré Terry, viudo, pobre Susana, ella que tanto lo amaba, que dio su vida por él, o Terry que harás en Escocia ahora, lo bueno es que estas con tu Padre por fin arreglarían las cosas entre ustedes, serás feliz Terry, me lo prometiste, fue tanto tiempo separados, es justo que ahora nos volvamos a encontrar, eres un ser maravilloso, será bueno verte.

¿Albert no se pondrá celoso?, no eso es imposible, ya soy su esposa, se reía de solo pensarlo recordaba como quería devolverse en ese barco con su tío, mi tío tengo familia, un hermano, muy guapo, sobrinitos, por fin, pequeños de mi sangre, Clarita es hermosa, Amelia mi cuñada, estaba tan asustada como yo de conocerla, si es una dama muy elegante y refinada, parece de la familia de Sussete, vaya tendré cuñadas muy finas, ambas son mis cuñadas, y no había visto damas más finas que ellas, esto se vuelve cada vez más increíble, acaso despertaré mañana y seguiré en casa, estaré soñando todavía. Se salía del baño para colocarse ropa de dormir, pero ¡Dios! donde está mi camisón, solo hay ropa corta, bueno es para dormir.

Mientras tanto en la habitación Albert seguía sumergido en sus pensamientos, mi amigo viudo, su padre igual en dos años como cambio todo, él ya no la busco, me imagino que al estar cerca de su padre y ahora debe estar buscando esposa digna del Duque… mi Candy ya no está disponible, ¡Bendito Dios!, casado desde niño, en otro momento estaría echando gritos, pero es con Candy que estoy casado, porque no me dijeron nada, dieron por muerta a Alexandra, estoy seguro que George tampoco sabía nada, no me lo dijo, jamás me tocaron este tema, era realmente importante y delicado, Candy, mi pequeña todo lo que debiste haber sufrido, por ir a América quedaste en un hogar de niños abandonados, mi Candy, que completo desastre estuvo en nuestras vidas, y como seguimos unidos a pesar de todo, cuando yo mismo te arrojaba a los brazos de Terry, si esto lo hubiera imaginado, que ni piense en acercarse lo mato, antes que te hiciera daño, mi Candy perdóname, todo es mi responsabilidad, todo.

Ya había pasado media hora y no podía dormir, pensaba y pensaba, eran tantas coincidencias, recordaba de niño, a Anthony, a Rosemary y no podía recordar bien a su padre y madre. Recordaba cuando conoció a Candy, cuando la tuvo en sus brazos, cuando la beso, la noche del barco, de repente.

- ¡Papá! como que todavía andas despierto, te he dicho que debes descansar, vamos voy contigo, te voy a cobijar y te dejaré dormido, no puedes estar vigilándome… si… me escape muchas veces, pero jamás me voy a escapar de ti…. Papá debes dormir.

En el pasillo salía Albert en pantalón sin camisa, con una mano en la cintura y otra en la cabeza, de otra puerta salía Tom con pantalón y una camiseta pegada al cuerpo con ambas manos en la cintura, otra puerta más Héctor con pijama y todo riéndose de ambos. Se voltearon a ver los tres y se sonreían pues al que regañaban era a Sir Oscar, su hija lo mandaba a la cama. Los tres no se movían, escuchaban, se reían en tono bajo. Albert y Héctor tenían la misma edad solo que el primero era mayor por meses.

-Papá ¿qué es esto?, se escuchaban risas ya sé que es

– Déjame tocarla para ti hija

– No, tienes que dormirte.

– Solo un poco, rogaba el Padre de Candy.

–Me quieres hacer enojar, he cuidado a pacientes como tú, así de tercos.

– Te va a encantar, escucha. De repente se escucho la melodía de una gaita, muy bonita. Candy la detuvo.

-Escúcheme usted, casi se me queda sin respirar esta tarde, ahora muy lindo soplando su gaita, no, no y no. Es un definitivo no. A dormir, al final lo dije a Albert que eso parece sonar como caracoles arrastrándose.

Sonora carcajada de Héctor y Tom se escucharon, ¡caracoles arrastrándose! que sale Candy molesta.

-Tom ya te escuche, ya verás y que corren cada uno a su habitación antes que los encuentre.

Cuando salió Candy solo se escucho el sonar de tres puertas cerrándose. Se sonrío.

-Papito lindo quieres que mañana te haga un delicioso pastel de chocolate, riquísimo, bueno si te duermes ahora, muy temprano estaré en la cocina y lo haré para ti, ¿quieres?

– Si mi bebita, por supuesto que sí, ya me voy a dormir, te lo prometo.

Candy salió, la puerta de Albert se abrió, asomándose a ver a Candy, la vio se quedo pasmado, no llevaba la bata puesta solo su camisón corto de seda, delgadito, la vio de arriba abajo con una mirada excitada, la jaló de su mano y la trajo con él. Cerrando la puerta. Ambos en voz baja.

-Mi amor, que linda te ves, estas hermosísima.

-¡Albert!, mañana será otro día, estoy cansada papá no tiene ganas de dormir tampoco, acaso ¿no vas a querer pastel de chocolate?

-No, te quiero a ti –Con una voz bajita seductora, al oído de Candy abrazándola y acariciándola

-Mi amor, eso es trampa, te dije que no nos casáramos en el barco Albert, eso es trampa.

-Trampa es la de salir así, frente a mí, esto es trampa.

-Te amo, pero realmente estoy muy cansada, ven duérmete conmigo, sé que estas cansado tu también.

-Tengo una idea que te hará relajarte y a mí también, ven confía en mí, le decía muy bajito Albert al oído, me case contigo siendo un niño,

- Eres un abusivo, me case apenas naciendo, no tienes idea por todo lo que he pasado, ambos se sonreían,

-Ven te tendré muy cerquita, prometo no hacerte mía, solo dormiremos, lo prometo.

- ¡Albert! Sonreía y ella era cobijada por él, mientras se quedaba fuera de las cobijas abrazándola.

-Candy ven acá, Albert tocaba a Candy, sus ropitas, era un juego de caricias, de agitaciones, sus seducciones él la acariciaba, ella hacía lo mismo, ella sentía estremecer su cuerpo, mientras Albert la besaba haciendo en ella que se destensara y se relajará al final, ella hacía lo mismo para con Albert, se sentía muy ligado íntimamente con ella.

Ambos en la habitación de Albert se quedaron dormidos, el cansancio los venció, durmieron por horas ya temprano antes del amanecer Candy despertaba, notaba a ambos así, el con su pantalón pijama, ella encima de él, una pierna abrazaba su cintura, el dormido y ella al moverse se abrazaba a él con todo su cuerpo, Albert se había quedado dormido y de que ella no quería adelantarse, pero la que se inquieto fue ella, estaba toda excitada, fue muy difícil tener a su Albert sin camisa y excitado como lo sentía, por Dios el tormento lo estaba pasando ella desde que se despertó y sin hacer ruido, salió a su habitación era muy temprano, nadie se había despertado aún, se recostó un poco más, la verdad si había dormido bien. Las caricias íntimas de Albert y ella hicieron que se relajará por completo, como puede uno amarse y no entregarse, pensaba Candy, me quedo con más ganas por estar cerca de él, sentirlo así tan mío, excitado, ambos queriéndonos ¡ah! Había visto personas desnudas, al único que deseaba era a su Albert, la hacía quererlo más, desearlo. ¡Ah!

Se levantó, recordó que iban a cabalgar, preparó sus cosas, se metió a bañar, ahora se arreglo mejor que nunca, por fin conocería la casa de sus Padres. Al salir del baño vio un cuadro encima de su cama, era una dama hermosa que Candy veía, parecía a la madre de Anthony, una bebe de cabellos rizados sonriendo en sus brazos. Se acercó y leía los nombres Alexandra Andrew de O´Donell y su pequeña bisnieta la heredera universal Andrew.

Candy Sorprendida terminaba muy arreglada mientras todos dormían, bajo a la cocina, apenas despertaba la cocinera, Candy ya estaba horneando pasteles de chocolate llevaba varios listos para el desayuno, le pidió café a la cocinera, ella dijo

- Si mi lady,

-llámeme Candy,

-Si mi lady Candy, se sonreía.

-Bueno sirva el desayuno que le hayan solicitado pero de poste agregue pasteles de chocolate cortesía de Lady Alexandra.

-Por supuesto mi Lady Candy Alexandra. Sonreía la cocinera, nadie de la familia cocinaba en ese lugar, ella sabía que era la dueña completa de la casa, ni como contrariarla, verla cocinar era un deleite, en su vida jamás se imagino conocer a una O`Donell cocinera, y tratarla como su igual, por Dios, la cocinera no podía dejar de admirara a la joven, es hermosa y de verdad está cocinando, "pasteles".

Candy se retiro, subió a cambiarse esta vez para desayunar, un vestido hermoso y sencillo, toco Albert a la puerta y le saludo de beso, lo abrazo, le dijo

– ¿Dormiste bien mi amor?

-Si mi vida y tu, sonrientes se miraban a los ojos.

-Muy bien, calentito, tocándote, besándote, que rico dormí. Suspiraba, por estar tan relajado y en casa de su familia durmió como un bebe. Ambos sonrieron por todo lo que hicieron anoche traviesamente, le dijo,

-Eres fantástica, ahora deseo que la boda sea ya y hacerte mía Candy. Ella sonreía apenada, toda ruborizada, salían de la habitación. Albert no quería estar lejos de ella, ahora estaría Terry en el castillo O`Donell, de solo pensar a Candy cerca, sola, se sentía mal, él la ama, es mi esposa, se decía para si mismo.