9 razones para no casarse con Akane Tendo.
Razón número 1: Akane es tan borde que nunca escucha a mis palabras. Le hablo, se lo explico. Hasta le hago gráficos de barras y nada. Simplemente no atiende a razones. Para más de la mitad de los problemas imaginables es directamente sorda, ciega y cerrada. No hay que esperar de ella ni llanto ni risa, ni lucha. Solo negación. Sí, sí. Es cabeza dura. Mejor dicho, testaruda, terca. ¿Qué más podría decir? Ah, sí: intransigente. Sí, eso es. Intransigente. Tozuda como una mula empacada. Y una vez que ha decidido pararse en medio del camino, no hay razones o empujones que la muevan. Igual si decide caminar. Irá directo hacia el precipicio con sus orejeras de caballo tapándole la visión lateral y los oídos. Imposible advertirle. Imposible detenerla. Así es mi prometida. No hay más vueltas que darle.
Razón número 2: No sabe cocinar. Normal, teniendo en cuenta la razón anterior. ¿Quién en su sano juicio, sabiendo que le salieron los platos anteriores como le salieron, se los da a probar al resto sin degustarlo antes? Solo una borde tozuda que no escucha razones. Que ignora hasta las voces del más puro sentido común.
Razón número 3: No sabe nadar. No tiene mucho que ver con lo anterior pero creedme. Si viviéramos debajo del mar, no sabría caminar. Y si nos crecieran de pronto alas, aprendería a volar, tarde o temprano, pero jamás a planear. Es una negada para el equilibrio y la coordinación. Solo Dios sabe cómo es que aprendió alguna vez a andar en bicicleta. O cuántas horas habrá practicado desde que nació, para parecer ahora una artista marcial decente.
Razón número 4: Es temperamental. Si a pesar de todo lo dicho, insistes en hablarle…en repetirle una y otra vez la naturaleza de su situación y las únicas posibles salidas. Si logras por fin que alguna de tus razones lleguen a su cerebro y por milagro no encuentra una respuesta de las suyas: "déjame tranquila", "es mi vida", "yo decido", de seguro te golpeará una y mil veces hasta que decidas cerrar la boca por puro temor. Esa es su forma más eficiente de argumentar.
Razón número 5: Es desconfiada. Ella dice que no lo es. Que se lo cree todo. Y tiene razón en parte. En el fondo le puede su ingenuidad. Y de tanto ser ingenua y caer siempre en las trampas de Nabiki, al final desconfía de todo. Como no puede distinguir entre la verdad y una evidente mentira, calibra todo lo que se le dice como mentira. Por las dudas. Ya no es solamente que no me crea cuando le digo que fue Shampoo la que saltó sobre mi y me abrazó sin pedir permiso. La triste realidad se me antoja irreversible: no me cree nada de lo que le digo. Ni cuando sostengo que hay esperanzas. Que todo se puede revertir siguiendo otros caminos. Que nada se pierde con probar. Simple y llanamente no me cree. Tan solo gira la cabeza, cruza los brazos y me contesta: "así estoy bien".
Razón número 6: Tiene el carácter de una tortuga. No por lenta. Por lo de esconderse en si misma. Tampoco es cobardía. Que bien sé yo lo valiente que puede llegar a ser. Pero antes que enfrentar la situación y decir: "aquí estoy yo; lo superaré", prefiere cerrarse a todo y escudarse en su remañido: "No me pasa nada". "Claro que te pasa" contesto yo pero ella ya no está allí. Ha ejecutado la operación tortuga y aunque su cuerpo esté presente yo sé que su cabeza se esconde en su mundo de fantasía y ya no me oye.
Razón número 7: Es guapa. Ni exhubernate como Shampoo ni recatada como Ukyo pero sexy a su manera. Por mucho que intente equilibrar con argumentos, su nivel de irracionalidad cuando hablamos -más bien peleamos sobre el tema-, al final me puede el candor de sus ojos y se termina saliendo con la suya.
Razón número 8: Nadie me ayuda. Cuando el trio infernal se enteró de la noticia -especialmente Kodachi- un poco más y lo celebran con una fiesta por todo lo alto. Solo tiempo después, cuando se empezó a notar que la cosa era grave fue que dejaron de congratularse en público. Demasiado tarde; para mi como si ya no existieran. Pensaba al menos que Ryoga me ayudaría. Que aunque sea, le haría compañía en calidad de Pe-chan pero no. Desde entonces se perdió lo más lejos que pudo y no le volví a ver. El muy cobarde. El resto de la familia lo sufre como yo pero no argumenta en ninguna dirección. Tan solo dicen que son cosas del destino. Que ninguna opción es buena y que lo que tenga que ser, será.
Razón número 9: Es frágil. Sí, sí. No miento. Puede parecer fuerte por fuera pero basta una leve ventisca emocional para hacer añicos los tenues cristales que albergan su ego. Ayer por ejemplo en el momento de mayor intensidad en mis afirmaciones, me lo soltó: "¡Qué más da!". ¿Qué "qué más da" que te mueras, ridícula pechoplano? ¿En serio? ¿Tan poca autoestima tienes? Por supuesto que a mi sí que me importa. No creas que no entiendo la tristeza de Kasumi, Nabiki y Soun ni sus reservas a intentar la operación. Sé muy bien que tu madre optó por operarse también y murió en el intento. ¿Pero esa es razón suficiente para dejarse morir sin intentarlo? No tienes la culpa de estar enferma ni de haberlo heredado. Son cosas que pasan. Si el doctor dice que en un año morirás seguro, tienes que creerle. No miente ni exagera. Y si te dice que con la operación te curarás, aunque solo haya un diez por ciento de posibilidades de sobrevivir, también debes creerle. Entiendo que noventa por ciento es mucho más que diez. Pero como yo lo veo: un diez por ciento tiene que ser más eficaz que cero. ¿Acaso por ganar un año de vida no vas a intentarlo? ¿No te das cuenta de que cada día que pasa tus porcentajes de éxito disminuyen? El mes que viene será solo un 9 por ciento y al otro un exiguo 7. ¿A qué esperas?
Akane estaba en su cama de hospital con las mantas cubriéndole el cuerpo entero y buena parte de la cabeza. En aquella pose apenas si había podido entender la mitad o menos aún de mi carta. Al rato, se hicieron visibles los ojos llorosos que pese a todo irradiaban entre odio y bronca.
-¿A qué vienes exactamente? ¿A remarcar que estando así nuestro enlace es imposible? Pensaba que tenías más tacto. Por supuesto que no nos podemos casar, idiota. Si me quedan meses de vida.
-No es eso -repuso Ranma, tomándose la libertad de sentarse en la camilla, en el extremo opuesto a la cabecera-. Vengo a convencerte. Opérate. ¿A qué esperas?
Akane se secó una lágrima que, en tremendo acto de rebeldía, había osado escapar de sus ojos y bailoteaba por su cara, a punto de caer.
-Espero a que descubran una cura fiable de mi enfermedad.. La revista Science and Health dice que…
-No seas ilusa -le interrumpió Ranma-. ¿Te crees que te recomendaría arriesgar la vida sin antes estudiar bien las cosas? Me he suscripto a esa revista y a Salud ya, a Japoneses enfermos del mundo y muchas más. El panorama es el mismo de hace diez años. Tienes las mismas chances de sobrevivir y las mismas esperanzas que tu madre.
Akane volvió a taparse buena parte de la cara con la manta. La mención de la madre había bastado para que ella ejecutara la operación tortuga que tan bien conocía. Ranma sabía que estaba por perder a su presa, a menos…a menos que hiciera algo que ella no se esperaba, algo que la dejara con la guardia baja e indefensa a sus argumentos.
-Toma; esta es mi última carta.
Akane estiró la mano bien abierta sin mirar, esperando coger un mamotreto con los que siempre su prometido le obsequiaba. ¿Acaso no era eso lo lógico? ¿Siendo la última carta? ¿Qué fuera aún más larga y pesada -si cabe- que las demás? Pues no. El último intento de convencerla se reducía a un par de párrafos.
Razones para casarme con Akane.
Única razón: Porque aunque haya tantos obstáculos y ella sea como la describí antes, yo la amo y deseo casarme con ella. Siendo objetivos y estadísticamente hablando, mis razones para casarme con una supuesta moribunda cabeza dura son de una entre diez, es decir de un diez por ciento. Por suerte, yo no creo en las estadísticas; creo en el amor.
La carta cayó al suelo mientras poco a poco se bañaba el rostro de Akane de infinitos ríos de agua.
-Tengo miedo, Ranma.
Ranma le abrazó.
-Y yo. Por favor, no me dejes. Ni ahora ni dentro de unos meses. Vive conmigo por siempre.
-¿De verdad te casarías con este estropajo que se queda sin baterías?
-No, me caso con la madre de mis hijos, la abuela de mis nietos y si me apuras, con las bisabuela y tatarabuela de mis bisnietos y tataranietos. Con el amor de mi vida.
-¿Tienes idea de lo duro que es? Firmar el consentimiento para la intervención podría ser un suicidio. Firmar mi acta de muerte. Hoy podría ser mi último hoy. Tengo miedo.
Ranma le acarició el pelo. Y Akane se dejó hacer. Estaba desecha, al punto que se soprendió a si misma empujando a Ranma dentro de la cama mientras su cerebro repetía una y otra vez: "no pienso morirme virgen".
Tres días después, el Doctor Soma, el mayor especialista en enfermedades raras de Japón se hizo cargo de los preparativos. Un equipo de diez médicos más, traídos de diferentes regiones japonesas completaban el mejor equipo que se pudo reunir. La intervención duró horas. Bien sabía la familia que no valía la pena desesperarse. Que eso era así y había que aguantar. Especialmente Soun recordaba a la perfección cada uno de los minutos que se pasó en la sala de espera diez años atrás durante más de once horas. Y cuando por fin asomó el Doctor Soma y notó en él la misma expresión que había experimentado un década atrás mientras decía: "lo siento, ha habido complicaciones", no necesitó oir más palabras. Ranma, en cambio, si que las necesitaba. Durante los siguientes cuarenta minutos fue informado puntillosamente sobre cómo avanzó la operación. Lo bien que salió la parte difícil, extraer el tejido infectado. La suerte que habían tenido hasta entonces, pues ya estaba lista para cerrarle y darle el alta. Una milagrosa operación que acaba rápido y fácil. Y cómo después, empezaron a titilar más y más lucecitas de la pantalla a las que el Doctor les puso el nombre exacto pero que a duras penas si Ranma logró retener. Al final, cayó a mínimos el porcentaje de algo que Ranma tampoco atinó a recordar y tuvieron que entubarla y dejarla en coma inducido. Y así la habían dejado.
Disminuyó el porcentaje de eso. Todo se trataba de porcentajes, después de todo -pensó Ranma-. Tanto insistir en lo mismo y a la postre, la he matado.
El doctor Soma se despidió con una frase que se sabía de memoria, un consuelo escaso que estaba obligado a dar por cuestiones legales pero que no deseaba decir pues se trataba de un milagro en toda regla, una posibilidad de una en un trillón.
-En algunos casos excepcionales y rarísimos, el paciente despierta solo durante los primeros seis días. Si eso ocurriera, podríamos salvarle. Pero como ya le digo, no guarde muchas esperanzas. Ha ocurrido una vez en París hace veinte años y otra en Suecia el año pasado. Pasada la semana de precaución, pueden darle por muerta en vida.
Nabiki y Kasumi lloraron abrazadas. Soun llevaba la vista extraviada, anclada en el techo. Cada tanto se desdibujaban las líneas que unían cada toma de aire que atravesaban el techo. Se trataba de las lágrimas que caían de sus párpados sin cerrar y emborronaban la imagen que las retinas apenas si procesaban.
Ranma no decía nada. De hecho se había marchado ya. Sus pasos pesados le llevaban lejos de allí.
-La he matado. La he matado.
Al día siguiente, Ranma no apareció. Por la mañana del segundo, Nabiki le sorprendió en la puerta de la salita en donde Akane se encontraba "reposando". Llevaba entre sus manos múltiples cajas entre sus manos.
-¿Y esto? -las señaló Nabiki-. ¿Dónde estabas? Nos preocupaste mucho. Tuvimos que mandar a Ryoga y Genma a buscarte. Nadie sabía dónde estabas o qué te había pasado. Yo llegué a pensar en lo peor.
El rostro de Ranma no es que fuera totalmente inexpresivo pero tampoco se podía extraer gran cosa de él. Vacío. Sin emociones o nada que permitiera a quien le viera en foto, afirmar que se trataba del rostro de un ser vivo.
-Estuve investigando. El caso de Suecia y el de París tienen algo en común, ¿sabés? Los pacientes en coma, pueden oirnos en algunas ocasiones. A los dos lázaros en cuestión les ocurrió lo mismo. Se despertaron en estado de shock tras oir algo que les sorprendió hasta lo más profundo de su corazón. Casos de mujeres que confiesan estar embarazadas al hombre inconsciente seguro que habrá habido muchos y ninguno fue efectivo. En cambio estos…oyeron exactamente lo que estuvieron esperando oir durante años y ya habían perdido la esperanza de que se produjera. El sueco era un ludópata. Apostaba día a día pequeñas fortunas al mismo número. Durante el cuarto día, un familiar encendió la radio y el paciente oyó sin saberlo un programa cómico en el que se aseguraba que se iba a prohibir el juego en Suecia. Justo lo que secretamente deseaba oir. Algo que le impidiera, ya que era tan débil de carácter, seguir dilapidando sus generosos ingresos.
-O sea que en esas cajas tienes… -interrumpió Nabiki.
-Una máscara de Saffron y de sus secuaces. Recrearemos la escena de las fosas de Jusenkyo.
Durante los cuatro días siguientes, aunque se les partía el alma, especialmente cuando Ranma gritaba: "¡Vamos, despierta, dime que me has oído todo!", nadie se animó a llevarle la contraria. Día a día se repetía la escena a las 8, 12, 16 y 20 horas.
Durante la mañana del séptimo día les dejaron a solas. Un Ranma abatido y rendido a la realidad de que se quedaba solo, se postró en el mismo sitio de la cama de siempre. Akane llevaba una expresión tan dulce y sincera, tan de bella durmiente, que parecía mentira que ya nunca abriría los ojos.
En Ranma todo era tétrico. Ojeras, palidez, pelos revueltos, ojos enrojecidos y tensión se mezclaban en perfecta consonancia para generar el rostro de la más autentica amargura. Por dentro, poco que decir. Desolación y un nudo en la garganta que se tragaba casi todas las palabras del muchacho antes de que siquiera intentaran salir por la boca.
-Ak…akane. Hoy han publicado el último número de tu revista: Science and Health. Tenías razón. Hace dos días han descubierto una pastilla nueva. Dicen que podría ser la solución ideal para tu enfermedad. Que en dos meses se podrá pedir para casos especiales como el tuyo a modo de test. Tenías razón…si tan solo te hubiese hecho caso y hubiésemos esperado unos cuantos días más…-se llevó las manos a los ojos-. Tenías razón…te he matado.
El brazo de Akane tembló como en la películas y también, como en las películas, tardó un poco en levantarse sin que el protagonista lo notara y por último, se depositó en la espalda de Ranma y le acarició.
-¡Akane…!
Los frágiles labios de casi ultratumba de Akane susurraban unas palabras que se habrían paso por la reseca garganta. Sonaba como el aleteo de una mariposa sobreviviente que viajaba, agotada, del infierno al mundo real sin pausa y sin prisa.
-¡Dios, cuánto he deseado escuchar eso! ¡Ranma Saotome en persona dándome la razón en algo! ¡Y por triplicado!
El resto es un poco la historia imaginable. Una nube de doctores le rodearon y se la llevaron. Unas semanas e infinidad de estudios después, Akane fue dada de alta y la noticia de su milagrosa recuperación recorrió el mundo. Tres años más tarde, Nabiki y Ranma tomaban un café juntos.
-Algún día tendrás que confesarle que en un último y ridículo manotazo de ahogado, te inventaste lo de la pastilla nueva y el artículo en la revista.
Ranma depositó la cucharilla en su taza y generó un suave remolino con ella.
-Sí, ya lo haré. Tengo toda una vida con ella por delante para hacerlo.
Fin.
Gracias a todos por leer y en especial a Manuela-chan, Minefine7, xXx-aihiwatari-xXx y Massy13 por sus comentarios.
Para el que le interese, escribí este fic sumido en un profundo dolor de muelas. Supongo que un poco se nota por lo que les hice sufrir ¿no? El caso es que antes de ir al dentista no sentía dolor y ahora sí. Y puesto que esta semana viví en el mundo del revés, se me ocurrió hacer lo mismo con los personajes. No me ha dolido tanto como para escribir un Akane y medio como Maxhika pero sí para cambiar del tono romántico que acostumbro al tono trágico. Espero que les haya gustado y escribir algo romántico la semana que viene. Eso significará que cesó el dolor de muelas.
