Segundo especial de San Valentín, cortito y simple. Que lo disfutéis.

Un nuevo saludo a Hiwatari, Massy13, elena79, minefine7, Ni-chan Tendo y angelikitap4emmett que me han comentado y a los demás que me habéis leido.


Amnar y Enaka

-Papi, papi. No puedo dormir. Cuéntame un cuento.

Ranma abrió los ojos con lentitud. La oscuridad del cuarto solo se quebraba por un rincón, el de la ventana. Unos pequeños rayos de luz, provenientes de la farola de la esquina, se escurrían por entre los visillos y dibujaban el contorno exacto del cuerpo de su hijita.

-Rimi -le dijo a la sombra de su niña-, son las tres de la mañana. Puedes dormir con nosotros si quieres. Pero nada de cuentos, ¿vale?

Cuando Akane oyó esa respuesta, se hizo a un lado, ofuscada. Desde su óptica la niña debía dormir sola como todas sus compañeras. Con cinco años ya estaba grandecita para estas cosas. Rimi lo sabía pero se hacía la tonta mientras se acomodaba entre ambos, temblando de frio. Unos minutos después el propio calor humano de los padres hizo de estufa perfecta y la niña comenzó a adormecerse. Akane aprovechó la ocasión para quejarse.

-Eres blando, Ranma.

-Tengo sueño, ¿vale? Era la única solución que se me ocurrió sin tener que levantarme.

-Claro, el gran héroe de Nerima, el artista marcial más fuerte de Japón, el musculoso prodigio que es capaz de correr cinco maratones sin agotarse según dicen, no puede de dar dos pasos por la noche para educar bien a su hija.

-Si te molesta tanto, mis músculos y yo darán unos pasos hasta el sofá y se dormirán allí.

Akane dejó escapar una risa.

-¡Tus músculos y tú! Sois blandos. Que os conozco a ambos de hace mucho.

-¡Oye!

-Que sí, que sí -repitió Akane con malicia pues luego de tantos años juntos había perdido mucho de timidez-. Ya verás cómo antes de que pasen cinco minutos le estás contando el cuento.

-Ni de coña; Rimi está dormida y pronto yo también.

Dicho esto último, Ranma intentó voltearse pero ya una diminuta mano le tironeaba de la coleta.

-Papi, cuéntame un cuento.

-Venga, papi -colaboró Akane imitando el tono de la hija-, cuéntanos un cuento.

Ranma seguía siendo orgulloso. De sobra sabía que en un dos contra uno tenía todas las de perder pero aún así se resistió durante unos seis minutos, un minuto más de lo que Akane había pronosticado.


-Esta es la historia de lucha y entrenamiento constante de un valiente art…

-Ufa, papi -interrumpió Rimi-. Ya sabes que no me gustan las de acción.

-¿…la historia de amor de una princesa apuesta y su caballero andante?

-Bieeeeen -palmearon las dos mujeres a la vez.

Ranma dobló la almohada sobre si misma y la acomodó tras de su espalda mientras se sentaba. Intuía que la cosa iba para largo. Rimi estaba desvelada y Akane iba en plan "niña vanidosa" para seguirle el juego a su hija y…para fastidiarle. Se tomó un tiempo para pensar y cuando juzgó que ya tenía todas las piezas del puzzle en la cabeza, comenzó con su relato.

-El caballero era huérfano. Perdido en medio de la jungla fue criado por una manada de osos panda. Amnar, así se llamaba el caballero, nunca echó de menos la vida con los humanos pues los pandas era nobles, buenos y amables. Ellos le enseñaron a pelear con amor y paciencia y sin necesidad de acudir a ningún tipo de entrenamiento peligroso o borde. Con aquella exquista educación, Amnar creció fuerte, bien parecido y humilde. Ah, y musculoso. Eso es muy importante: musculoso.

-Y dale con los musculitos -interrumpió Akane-. ¿Así que se llamaba Amnar, eh? ¿De qué me suena esto? ¿La princesa no se llamará Enaka, por casualidad?

Rimi se dio media vuelta.

-¿Tú también conoces la historia, mami?

-Sí, claro -respondió Akane-. La princesa Enaka era bella, dulce y excelente cocinera.

-¡Oh, qué bien, mami! -volvió a emocionarse Rimi-. Pídele que te enseñe, entonces.

Se hizo entonces un incómodo silencio tripartito. El silencio de la inocencia, bordeado por el de la furia de la madre y por otro un poco menos silencioso y más bien ruidoso, pues era el silencio de un padre que se mordía los labios para no soltar una carcajada.

-Mejor sigo yo, Rimi. Que mamá me parece que ya no está de humor para cuentitos. Cuando Amnar cumplió dieciseis años partió en busca de aventuras. Montaba un brioso corcel de montura amarilla y negra y hocico de cerdo. Nachep tenía un sentido innato de la orientación que le resultaba muy útil. Bastaba con susurrarle el nombre de un rey o una princesa para que este se teletransportara de forma inmediata hasta el castillo del susodicho noble.

Akane se acurrucó junto a Ranma y puso a Rimi del otro lado de la cama.

-La niña se ha dormido. Ya solo te queda una oyente. A propósito, ¿Nachep? ¿Y ese quién es?

-Déjalo, Akane. Nunca lo has entendido y nunca lo entenderás. Mejor será que nos durmamos.

-Ah, no, tonto. Eso sí que no. Yo quiero saber cómo se conocieron Amnar y Enaka. Cómo se enamoraron. Qué pasó con la bruja Oopmahs. ¿Por qué hay una bruja Oopmahs, verdad?

-Sí, la hay y también un dragón Oyku y un gigante tonto Onuk y…jolín, que esto ya se está convirtiendo en un trabalenguas. La verdad es que Amnar tenía una maldición terrible. Cuando se mojaba con agua fria se convertía en un guerrero aún más guapo y fuerte si eso era posible. Gracias a ese poder oculto fue capaz de vencer a todos esos enemigos.

-Vale, vale. Salteate a los monstruos si tan pocas ganas tienes de pensar la historia pero vamos al grano por lo menos. ¿Cómo se conocieron Amnar y Enaka?

-Se conocieron en una fiesta de San Valentín. Se enamoraron. Se dijeron que se amaban enseguida y se besaron. A las dos semanas se aburrieron uno del otro y se fueron cada uno por su lado. Fin. Buenas noches.

Ranma cerró los ojos sintiendo la extrema satisfacción del trabajo bien hecho. Luego contó en silencio: tres, dos, uno. Y efectivamente, Akane explotó a continuación, en una nube de reproches cuya última frase sonó a un ultimatum.

-Como no arregles esto de inmediato, aquí correrá sangre.

-La cuestión es que Amnar siempre había soñado con una chica guapa que cocinara bien y Enaka con un caballero que le dijera a todas horas lo guapa que era. A las dos semanas, Amnar tenía la tripa llena y el alma vacía. La pura verdad es que se aburría. Enaka por su lado, estaba tan harta de oir los mismos cumplidos sosos sobre su radiante belleza que estaba a punto de partirle un escudo por la cabeza al caballero…pero no lo hacía porque era muy educada. Así pues, cuando a Amnar se le ocurrió partir en un viaje de aventuras, a Enaka le pareció una idea brillante y le animó a hacerlo. No solo eso, también le recomendó que se tomará todo el tiempo que necesitara y colorín, colorado esta historia… -Ranma comprobó antes de continuar que el rojo furibundo del rostro de Akane brillaba en la oscuridad y continuó-…y colorín colorado, esta historia no ha hecho más que empezar.

Rimi había empezado a roncar. Ambos padres dejaron su disputa de lado por un instante para sonreir en la oscuridad de forma cómplice. Daba risa que su hija coqueta roncara así cuando caía en el mundo de Morfeo. Ranma aprovechó para pensar. Se había vengado de Akane por lo de antes pero se había metido en un buen lío a cambio y ahora le tocaba arreglarlo.

-Amnar se pasó los siguientes ocho meses buscando una chica nueva que le hiciera olvidar a Enaka. Enaka por su parte, se acostó en su cama de bella durmiente a esperar que le rescatara otro príncipe azul. Pasados los ocho meses, Enaka se levantó de su cama y nadie volvió a saber nada de ella. Así mismo, Amnar, siguió peinando todo Japón en busca de su amor esquivo hasta que, en vísperas de San Valentín, arribó a un viejo Dojo. Allí una jovencita idéntica a Enaka, estaba practicando karate con un precioso kimono blanco que no hacía más que resaltar sus curvas. La chica era malhumorada, terca y pésima cocinera. Y además, aunque se enamoró de Amnar apenas le vio, era tan tímida que tardó dos años enteros en superar todos los obstáculos que se le presentaron. Obstáculos muchos menores que enfrentar dragones, gigantes o brujas pero que a ella le coartaban. Obviamente se trataba de Enaka. Una Enaka que había recapacitado durante esos ocho meses que se pasó reposando en la cama y decidió cambiar de vida. Amnar lo supo enseguida y comprendió que volvía a enamorarse de ella. Solo que esta vez tuvo que esperarse dos años enteros para poder besarle de nuevo. Batallar contra múltiples prometidas, rosas negras y otras locuras no estaba dentro del rango de sus habilidades de caballero. Cuando por fin, vencieron todos los obstáculos, ya nunca volvieron a separarse ni aburrirse porque aprendieron el verdadero valor del amor, ese tan profundo tesoro que solo se puede captar cuando se lucha desesperadamente por él. Lo fácil y bonito es efímero. Lo difícil y trabajoso, eterno. Pasó otro año más y cuando se cumplió el cuarto San Valentín desde que se conocieron, se casaron. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Ranma depositó sus labios sobre la frente de "Enaka" que se había dormido y por fin cerró los ojos. A esa noche ya le quedaba poco tiempo para descansar pero no le importaba. Su tesoro y tesorito le hacían compañía.

Fin


Gracias por leer

Leandro-Sensei

PS: Algún día escribiré la historia de Amnar y Enaka como corresponde, en detalle y muchos capítulos. ¿Qué os parece la idea? ¿Os gusta? ¿O solo da para un one-shot?