Hola a todos. En esta ocasión os traigo una oferta irrechazable. Dos historias por el precio de una. En la primera, Akane toma clases de cocina. La segunda es una cosa que me pasó en la vida real y que supongo que os hará bastante gracia.

Un saludo como siempre a todos mis lectores y a los comentaristas: AkaneSayumi, Shiroki-San, AiHiwatari, angelikitap4emmett, minefine7 y akaneyangtz.


Duelo de "marimachos"

Akane abandonó el Dojo Tendo con la cabeza gacha. Se sentía ninguneada. Peor aún, despechada, agredida, dejada de lado, tirada, ignorada y demás sinónimos que revoloteaban por su mente alterada.

"Eso qué has cocinado es horrible". Se lo había oído muy clarito a Ranma. ¿Cómo se atrevía el muy cobarde, horrible y traicionero decirle algo así a otra? ¿Qué pasaba? ¿Su comida ya no era suficientemente asquerosa para él? ¿O era que la chica esa le resultaba más atractiva aún que ella? Akane, por mucho que se enojara, sabía muy bien que "Marimacho" significaba "guapa" y "mala cocinera", "comeré todo lo que me cocines cuando nos casemos". ¿Entonces? ¿A santo de qué venía esos insultos-cumplidos hacia otra? Podía aceptar que la agrediera porque le daba vergüenza confesar sus sentimientos. A ella le pasaba igual. También podía aceptar a regañadientes que tuviera múltiples prometidas porque no era 100% su culpa. Pero ¿esto? No, no toleraría que atacara verbalmente por timidez a nadie más que a ella. En ese Dojo solo había espacio para una sola "marimacho". Y si Ranma no era capaz de entenderlo…pues bien, que se quedara con la otra que cocinaba peor que ella. Ukyo y Shampoo que no tenían orgullo podían soportar quedarse a observar como Ranma se enamoraba de otra. Pero Akane no. Ella prefería dar un paso al costado antes que ponerse al nivel de las busconas.

Maldita sea la hora en que se me ocurrió anotarme en clases de cocina -pensó-. Maldito seas tú también Ranma Saotome, que tienes el corazón en el estómago y mejor ni te digo dónde tienes el cerebro calenturiento.

Mientras pensaba todo esto, Akane acarreaba un bolsito repleto de cacerolas, cubiertos y demás utensilios de cocina (nota del autor: soy hombre, no tengo ni idea si existen más utensilos de cocina o si esos que nombré lo son, así que haced como si lo fueran). Aunque la muchacha intentaba tener cuidado al caminar, el caso es que chocaban unos contra otros haciendo demasiado ruido.

-Akane, ¿dónde vas?

-¿Ahora resulta que soy "Akane"?

Ranma se frotó ambas manos contra las sienes. Ni entendía lo que pasaba ni deseaba entenderlo. No era capaz de ver que su prometida esperaba que le llamara con una muletilla irónico-tímida del tipo "pechoplano". Por supuesto que era Akane. ¿Quién más si no? ¿La madre Teresa de Calcuta? Aquello le hizo gracia y estuvo a punto de decírselo pero a su más que atrofiado e hiper-escuálido sentido del tacto, justo en ese momento se le dio por funcionar bien. Así que solamente insistió.

-¿Dónde vas tan tarde? Hace frio. Te vas a enfermar.

-¿Y a ti que te importa? Vuelve con Yuko. Esa que cocina tan mal. Seguro que necesita ayuda de Ranko.

-Uy, no. Por hoy he dado suficientes clases.

-Si hubiese sabido que eras tú el profesor de cocina francesa…¿Por qué demonios te has puesto un nombre falso en el cursillo extracurricular que te inventaste?

-Porque Ranko no existe desde el principio. Y si iba como "Ranma Saotome" las pesadas de Ukyo y Shampoo se enterarían. Sobre todo quería ocultartelo a ti. Eso de que cocino bien. Ya sé lo sensible que eres con ese tema.

-Pues sí. La verdad que me ha fastidiado bastante. Podrías habermelo dicho antes, ¿no? ¿Tienes idea de lo que me he esforzado en aprender a cocinar para ti? ¿Y ahora resulta que tú ya sabes?

Ranma tartamudeó.

-¿Para mí?

En el mismo momento en que el chico de la coleta comenzó a tartumedear, Akane se ruborizó sin saber bien qué decir. Había metido la pata. De tan enojada que estaba se le había escapado una media confesión.

-No me cambies de tema, mentiroso manipulador. Dime ¿cuándo has aprendido a cocinar?

-Bueno, es evidente, ¿no? Me he pasado años entrenando solo con mi padre. Era aprender o morir de hambre.

-Y eso que le has dicho a Yuko. ¿Es verdad? ¿No te parece un poco borde decirle a una alumna que cocina horrible en el primer día de clases?

-Sí, tienes razón. Se me escapó. Es que se parecía mucho a uno de tus platos. Solo que…

Alrededor de Akane se formó una nube negra y densa. Un ki de combate como nunca antes había manifestado.

-¿Solo que…qué?

-Solo que no he enfermado. Con el tuyo estuve una semana en cama.

-Entiendo. ¿O sea que podríamos decir que mis platos además de saber horrible, te enferman?

Ranma se llevó las manos a la cabeza.

-Supongo que sí.

Terminado aquel ida y vuelta, Akane soltó el saco con los utensilios de cocina y rebuscó entre sus ropas hasta encontrar una pequeña libretita. En ella anotó: Tus platos me enferman=Por favor no te vayas. No lo volveré a hacer.

Luego ambos muchachos volvieron juntos al Dojo. Sus dedos se rozaban sin que ninguno se atreviera a darle la mano al otro.

Cuando lo termine. Cuando esta libretita sea un libro completo. Entonces te diré lo que siento, amor mío, sin miedo a no entender tu respuesta.

Fin.


Historia bonus real: Lo que da más miedo de Rumiko.

Esto me ocurrió durante la última semana. Como alguno ya sabrá tengo dos hijos con Minefine7. El mayor de siete años, tiene muchas cualidades de las que resaltan dos. La primera, que es muy obstinado (de esos que chocan contra una pared una y otra vez hasta tirarla abajo antes de pararse a pensar si debieran intentar estudiar esa cosa con picaporte que se encuentra al lado suyo). La segunda, que es fanático de Dragon Ball a niveles Otaku. Se sabe de memoria aboslutamente todos los díalogos, número y nombre de capítulo como si de un artículo de wikipedia andante se tratara y además tiene teorías. Muchas teorías. Sobre qué aspecto tendría un Supersaiyan 5, 6, 7000, etc. O cómo sería una fusión de Goku con Pikolo o de Vegheta con Freezer. Y por supuesto es capaz de calibrar cuál de los dos engendros resultantes sería más fuerte y por qué.

En fin, me ocurrió hace exactamente cinco días que Gohan (vamos a llamarle así para preservar su privacidad) vino muy enfadado y me dijo:

-Papá, ¿por qué nunca me has dicho que existe un dibujo animado tan parecido a Dragon Ball?

-Te lo he dicho muchas veces, Gohan. Hay muchos de peleas. Tienes Naruto, One Piece, etc.

-No, yo me refiero a "Anusilla".

Intenté indagar qué era eso de "Anusilla" de múltiples maneras hasta que me di por vencido y le acompañé al ordenador. Resulta que Milkefine7, se había dejado el youtube abierto con un capítulo de Ranma. Gohan había aprovechado un descuido de ella, para hacer click en un enlace de "también te puede interesar" que llevaba al capítulo 1 de InuYasha.

-¿Por qué no me lo has dicho, papá? En lugar de buscar siete bolas mágicas, buscan muchos fragmentos de una esfera mágica que concede deseos. Es lo mismo.

-Sí, visto así tienes razón. Pero aparecen muchos monstruos. No me pareció que estuvieras en edad…

-Ya vi tres capítulos -me interrumpió- y no da nada de miedo. Esos monstruitos comparados con Freezer son debiluchos.

-Pero son feos -insistí-. Freezer solo es malo. Majin Buu es un regordete rosa que te convierte en chocolate. Pero estos son feos de cojones. Deberían asustarte.

Al final tuve que aceptar, puesto que es tan cabezón, que vería Inuyasha entero igual, haciendo oídos sordos a mis recomendaciones. Y que era más prudente como padre estar alerta hasta el momento en que se asustara y consolarle con un "te lo dije" que prohibírselo.

Pasaron tres días y el Otaku llegó al capítulo diez. Yo cada tanto me pasaba y le decía: "¿Y? ¿Tienes miedo?". Y el otro: que no. Que no asusta.

Finalmente ayer le oí proferir todo tipo de insultos hacia Rumiko y llorar desconsoladamente.

Vino envuelto en lágrimas a decirme que tenía razón. Que se había asustado mucho y que el autor de eso era un enfermo mental de mucho cuidado.

-Vale -le enjugué las lágrimas con un pañuelo-. ¿Qué ha sido? ¿Una araña? ¿Un elefante gigante? ¿Una araña gigante con forma de elefante?

-¡Peor! ¡Ha revivido Kikio!

Largué una sonora carcajada para mis adentros y me ocupé del crío.

-¿Quieres que apague el ordenador?

Meneó la cabeza.

-¿Quieres que vaya a ver contigo el final y te haga compañía?

-Sí. Buahhhhhh.

Fue entonces, mientras veíamos juntos el final del capítulo, que descubrí que no importa cuántos monstruos la exhuberante imaginación de Rumiko pudiera crear, siempre lo que daría más miedo de ella, sería su capacidad de torturar al lector/espectador psicológicamente.

En fin, ahora está más tranquilo porque Kikio desapareció y yo me encuentro en el dilema moral de decirle o no que luego reaparecerá. ¿Alguna sugerencia?

Para finalizar, juro que la historia es 100% real. Ni exagero ni miento. No solo eso. Creo que estoy en todo mi derecho, a la luz de los hechos, de henchir el pecho y decir con cierto orgullo que mi hijo es pro-Kagome.

Fin de la historia bonus.