Estimada Massy13. Coincido contigo; si no fuera por Rumiko y sus finales, Ranma y ½ no tendría tantos seguidores, unas cuantas décadas después de terminarlo.

Estimada Ran-chanx. ¿Qué decir? Gracias por incorporarte a la nube de comentarios y bienvenida. Trato de no ser egocéntrico pero reconozco que escribo más contento cuando veo que va apareciendo gente nueva que le gusta mis historias.

Estimada Angelikitap4emmett. Igual ya me he enterado de las limitaciones del truco. Al parecer solo funciona una vez y si Minefine7 es tomada por sorpresa. En fin, fue bueno mientras duró.

Estimada Minefine7. Cuando bostezas, a veces te cae una lágrima y yo me creo que estás llorando. Hasta donde yo sé, es una estafa muy similar a la que intenté sin éxito instaurar en mi favor.

Estimada Maxhika. Era broma lo de no leer la historia bonus. Como también es broma lo que la historia bonus pone. Y has acertado; Nabiki es uno de mis personajes preferidos, me cuesta mucho ponerla de mala.

Estimada elena79. Pues la verdad es que tuve que hablar un poquito ya del tema con Gohan porque jugaba con todas sus amiguitas de forma totalmente inocente a tocarse en sitios inapropiados. Fue durísimo tener que explicarle por qué no podía hacerlo. Ni él entendía un "porque no" ni yo quería explicarle más que "no se hace y punto".

Estimada Mire2006. Pues yo me vi con Gohan también en youtube un combate de Goku contra un montón de personajes: Hulk, Superman, Pikachu, etc. Y Goku les ganaba a todos round por round. Cuestión de gustos. A Hulk, por ejemplo, le decía: "tengo un amigo verde como tú pero más fuerte"

Estimada Hiwatari. Bueno, Genma y Soun consiguen su objetivo a medias…uy, ya me estoy spoileando a mi mismo.


Desprometidos segunda parte.

Mientras Akane se convertía en un escudo opaco que ni dejaba pasar la luz del engaño ni al menos llegaba a notar el ataque, Ranma se veía envuelto en otro tipo de trampa.

-Me alegro mucho, Ranma, de que finalmente mi hija haya sentado cabeza. Has de saber que yo nunca aprobé sus encuentros con Ryoga. Me parecía repugnante que tonteara con ambos, siendo que solo tú eras su prometido pero…como el principal interesado no decía nada, tuve que callármelo hasta ahora. Quédate tranquilo, Ranma. He hablado seriamente con ella y Akane me ha prometido romper con Ryoga en cuanto regrese de su viaje. Lo de Mousse y Kuno ya queda lejos en el tiempo. Podríamos catalogarlo de tonterías de juventud sin importancia. Sobre todo lo de Kuno, que duró solo cinco meses. Bueno, y lo de Akira, Fudo, Ibuki y Goro ni a tontería llega. Al fin y al cabo, ¿por qué no se iba a tomar una noche de locura si no erais novios de verdad, solo prometidos forzosos? Yo también fui joven y os entiendo. Lo importante es que os comportéis con formalidad a partir de ahora. Da igual si ayer mismo Akane estaba con Ibuki a solas en su habitación. Lo importante es el hoy y el ahora.

Obviamente si Akane había confiado en Ranma, este haría lo propio con Akane. Desde luego, tenía pruebas más que suficientes de la virginidad de su mujer dada la lentísima escena del día anterior. Había que ser muy desconfiado, inseguro y ridículo para caer en una trampa tan sencillita…

-Akane, -su voz resonó por toda la casa- ¿quién es IBUKI?

Su mujer le observó, impasible, aproximarse hasta su posición, hecho una furia. Los ojos enrojecidos del rencor; los puños cerrados y levemente despegados del cuerpo, como los de un vaquero a punto de coger su arma. Y la cabeza hundida sobre el torso. Si alguna vez había tenido cuello era un hecho que no podía deducirse en ese entonces dado el aspecto de fenomenal rabia atragantada.

-Amor, ¿te pasa algo? Te veo cambiado –le dijo Akane mientras le apoyaba dos dedos sobre la frente-. ¿Tienes fiebre?

-¿Quién es IBUKI?

-¿Ibuki? –repuso Akane sin hacer caso del tono amenazante-. No lo sé pero suena a marca de lector de libros online. ¡Los nuevos Ebook Ibuki! ¡Qué bien suena!

Ranma le tomó de una mano con tanta fuerza y precipitación que casi se la dobló. De hecho, Akane dejó salir una mueca de dolor. La primera expresión que no delataba un cien por ciento de felicidad en el día.

-¡Tonto! –le retó con un golpecito en la cadera mientras se zafaba-. Espérate a que estemos solos.

Aquel toque de atención templó el ánimo de Ranma. Hasta un torpe y engreído celoso crónico, era capaz de comprender que su Akane no poseía la ración de cinismo suficiente para reaccionar así, si estuviera ocultando algo.

-Vale –se disculpó-. Se me ha ido un poco la olla. Lo siento. Mejor cuéntame quiénes son Akira, Fudo y Goro que parece que hay en marcha un nuevo malentendido.

-Tampoco los conozco. Pero Fudo podría competir con Facebook perfectamente. Es un nombre alegre pero más corto y sutil. Y Goro como buscador que compita con Google tiene que ser el no va más…lo de Akira sí que me tiene en ascuas. ¿Marca de ropa?


Solucionados sendos incidentes con Soun y Genma, los recién casados regresaron a terminar lo que habían empezado. La muchacha se echó sobre la cama con los brazos extendidos sobre la cabeza. Nada le protegía los pechos ni más abajo aún salvo una faldita corta que muy fácilmente podría hacerse a un lado. Ranma se recostó a su lado, de perfil y dejando que todo su cuerpo entrara en contacto con el de su mujer.

Aunque de forma consciente la semilla del mal no había germinado, el subconsciente de ambos jovencitos inocentes les jugaba malas pasadas. A veces, Ranma creía oír, cuando le acariciaba, que Akane gemía: "Ibuki". En otras, la muchacha sospechaba que Ranma no tocaba con las palmas ciertas zonas suyas porque en comparación con Shampoo ella salía perdiendo y no, por puro pudor. Aquello se tradujo en una torpeza extrema y falta de sincronización. Lo que durante la noche anterior, había sido intimidad plena bordeada de inmensa timidez, durante el día se transformaba en recelo, miedo e impaciencia. Akane se preguntaba si Ranma no avanzaba porque estaba disfrutando al máximo el momento o porque ella misma no era suficientemente deseable. A Ranma, del mismo modo, le intrigaba el por qué del cambio en la expresión de su esposa. De suave, delicada y entregada había pasado a nerviosa y distante. Casi desdeñosa. Mirando el techo. ¿Lo estaría haciendo mal? Quizá lo mejor sería acabar con todo de una vez e ir al grano. O mejor aún, que Kasumi les interrumpiera otra vez. Ranma hubiese dado lo que fuera por una interrupción. Y puesto que no la hubo, el muchacho tímido tuvo que tachar de su cabeza el plan C (la distracción arbitraria) y el plan A (esperar a que de manera milagrosamente casual sus partes penetraran las de su mujer). Solo el plan B, el crudo y arduo acto de amor carnal permanecía como opción dentro de su mente.

-No…no te apures- protestó Akane envuelta en los vapores que emanaban de su cuerpo producto de su propio sonrojo.

¿Qué no me apure? –pensó Ranma-. Ayer tenía sentido y era el literal…pero hoy, ¿qué significa realmente? ¿"Ve más despacio" o "No lo hagas"?

Una cosa estaba clara: ya no le miraba con desdén. Era una mezcla de miedo y deseo que le perturbaba. Las palabras decían una cosa, los gestos, otras. Si el amor es tan confuso ya de por sí, imaginad lo que sería para un muchacho inexperto cuya cabeza, a punto de explotar, no lograba quitarse del todo las palabras de su suegro. Akane, por su parte, se había puesto en plan dócil. Lo que tenga que ser, será que en su idioma significaba: "Hazme tuya", pero en el de Ranma bien podría significar: "Tú y sólo tú, esposo mío, violador mío, tienes la responsabilidad de lo que ocurra. No creas que no te lo reprocharé cuando acabes de saciar tus impulsos animales sobre esta delicada virgencita".

Pasadas las diez de la noche, Ranma abandonó el cuarto nupcial dando un portazo. Palidez cadavérica, manos temblorosas y desorientación absoluta en lo pasos, que pese a todo, le llevaban muy lejos de allí a marcha forzada.

Al rato, lo abandonó Akane, entre lágrimas. Padre y suegro se frotaban las manos desde su escondite. Habían destrozado la primera vez de sus hijos. Método infalible para alcanzar lo más rápido posible sus objetivos oscuros.

La ruta embarullada que los pies de Ranma seguían, se detuvo justo frente a la puerta de salida. Nabiki le cortaba el paso. Mientras tanto una Akane molida moralmente abandonaba el Dojo por la puerta de atrás. Las palabras hirientes de Ranma al finalizar se repetían una y otra vez: "¿Quién lo hace mejor, Ibuki o yo?". Poco le habían importado al muchacho tozudo y tonto las innegables pruebas de virginidad pues las rebatían con más y más indirectas directas del estilo: "¿Y ese Ibuki no se apellidará Ryoga, verdad? ¿Ibiki, Ibuki, qué casualidad, no?".

-¿Qué has hecho? –indagó Nabiki.

-Le dije que…

-Ya veo –le interrumpió-. Lo de siempre: hablar de más. Ibuki todavía no existe. Es invención de la mente demencial de mi padre. Pero podría existir y muy pronto si no corres a por ella ahora mismo y aclaras las cosas.

A continuación, Nabiki expuso con lujo de detalle todos y cada uno de los por qué en su compromiso y posterior pelea.

Ranma escupió en el suelo, asqueado.

-¿Todo esto por un poco de dinero? Akane vale más que todas las fortunas que puedas imaginar, Nabiki. Y como hermana, por muy manipuladora que seas, lo sabes de sobra.

Nabiki asintió con la cabeza y le entregó las llaves de su nuevo coche y un pequeño mapa para hallar el templo cercano en donde sabía que su hermana se ocultaba cuando no tenía dónde ir.

-Pero…¿qué has hecho, Nabiki? –protestaron dos sombras ambiciosas que abandonaban su escondite-. Así ya no podremos...¿por qué nos traicionas?

-Porque Akane, como bien dijo Ranma, vale más que unos trilloncitos. Y no estoy hablando metafóricamente.

Nabiki abrió su portátil y les mostró su página Web "Nabiki and Company". Su nueva empresa de ebooks Ibuki tenía ya más de dos millones de reservas pagadas. Su nueva red social Fudo había alcanzado en un par de horas más de cinco millones de usuarios activos. El nuevo buscador de páginas de Internet Goro supera a Google como número uno en toda Asia. Por último, su tienda de moda Akira ya rivalizaba con las compañías más prestigiosas, al punto de que ya tenía programados dos desfiles en París y Milán.

-Todas juntas –hizo Nabiki un gesto con la mano- están destrozando los nervios de los accionistas timoratos de la bolsa de Tokio que todavía no ingresaron en el negocio. No sé cuántos trilloncitos pensáis que hay bajo nuestros pies pero yo ya he ganado ochenta de esos en unas horas con sus ideas. Además lo del petróleo da igual. Ayer por la noche me casé con Kuno y me divorcié. Como primera hermana que se divorcia me corresponde elegir qué porción de Dojo quiero. Y he elegido el tercio sur que curiosamente coincide con cierto yacimiento. Y ahora por favor, abandonad este terreno que me corresponde –repuso Nabiki mientras le hacía señas a unas excavadoras para que avanzaran.

Aún no había abandonado el Dojo, cuando llegó a los oídos de Ranma la siguiente protesta de Soun: "Eh…que los nombrecitos los escogí yo. Merezco un porcentaje…".


Ranma registró el templo entero en vano. Allí no había nadie, ni esposa destrozada, ni ser humano alguno. Maldijo a su suegro por engañarle así, a su padre, por anteponer sus deseos personales a los suyos, a sí mismo, por herir a Akane con su desconfianza y hasta a Nabiki por no advertirle a tiempo. Solo Kasumi se salvó y eso que la tenía entre ceja y ceja después de que la muy metida le descubriera como novios y más tarde le interrumpiera la faena con su mujer.

-Akane –gritó-. Akane. ¿Estás aquí?

Una única respuesta taladró sus oídos.

-¡Miauuu!

Fin de la segunda parte.

En el próximo la conclusión.


Historia Bonus.

Bulmita: Papiiiiiiiiiiiiii (si, así estirando la "i" durante al menos cinco segundos), cuéntame un cuento pero que sea de Ranma y Akane. ¿Por qué nunca me cuentas cuentos de Ranma y Akane y a mamá sí?

Leandro-Sensei: Porque a ti no te gustan los cuentos de amor. Los que te hacen gracia son los de animalitos y cosas que cobran vida, etc, etc. O los de encantamientos como el de la gente que se quedaba dormida si pronunciaba una palabra con "jota".

Minefine7: Podrías contar uno para las dos.

La historia de la montaña Akane que un buen día se aburrió de estar siempre en el mismo sitio y le crecieron pies.

Había una vez una montaña muy alta, muy alta, muy alta, que se hartó de llamarse "Montaña" y se puso a sí misma otro nombre: Akane. Akane tenía un problema bien gordo. Por su orientación, el sol la bordeaba siempre perpendicularmente de tal manera que le daba mucho calor en la ladera del frente y en la otra, solo sombra. La verdad es que la espalda le picaba horrores. Así que un buen día decidió moldearse unos pies con las piedras que tenía y con ellos logró girarse a gusto. Pasaron varios días en los que Akane vivió muy feliz dando vueltas sobre si misma hasta que se le ocurrió una idea de lo más osada: aprovechar sus nuevos pies para ir a explorar el mundo. Al principio se tropezaba con todo, así que reunió algunos minerales preciosos que tenía almacenados en su interior y con ellos se hizo unos preciosos ojos verdes de esmeraldas.

Cuando llegó al primer pueblito, Piruleta Azul, descubrió en el centro del mercadillo una jugosa carretilla repleta de tomates.

-Amable vendedor –dijo la montaña-. ¿Podría venderme un millón de tomates, por favor?

El vendedor miró a la izquierda, luego a la derecha y luego abajo pero no vio a nadie.

Me lo habré imaginado –pensó-. Jaja. Un millón de tomates ¿Quién puede tener tanta hambre?

-Por favor –volvió a insistir Akane.

Ahora el vendedor, volvió a mirar en todas direcciones. Se preguntó si esa montaña del fondo estaba allí hacia unos instantes y luego como no vio a nadie, siguió con sus faenas.

-Que me vendas los tomates, carambolas –gritó la montaña mientras le daba una buena patada de piedra en el culete al vendedor (risas de Bulmita).

-Ohhh, disculpe montaña, aquí tiene pero solo tengo doscientos. ¿Cómo piensa pagarme? ¿Con piedras?

Akane pateó dos veces en el suelo y luego hizo caer un gran cofre de oro que unos piratas habían escondido en una de sus grutas.

-¿Es suficiente?

-Sí –gritaron los vendedores que habían observado el prodigio y se aprestaban entre todos a reunir la suma de tomates requerida.

A continuación a Akane le pareció una buena idea crearse con sus piedras una boca para comer y unos brazos para coger las carretillas.

En el pueblo siguiente, comenzó a tener frío en la cabeza, porque era tan alta que llevaba como un cucurucho invertido de nieve en la azotea. Pero de pronto, vio una tienda de sombreros y golpeó a la puerta. Toc. Toc. El sombrerero se asomó, miró a la izquierda, a la derecha, arriba y abajo y como no vio a nadie se volvió a meter.

La montaña Akane que ya se iba acostumbrando a estos problemas, volvió a golpear y mientras el sombrero miraba a izquierdas y a derechas le pidió: "Hazme un sombrero". Pero el sombrero no le hizo caso y se metió de vuelta en su tienda.

¡Catapum! Tiró abajo la puerta una Akane enfurecida que no por ser montaña, había perdido su mal carácter. –¡Que me confecciones un sombrero! ¡Ahora!

El sombrero se puso a temblar, se fue huyendo hasta su estudio y se pasó toda la noche cosiendo todos los sombreros que tenía entre sí hasta conseguir una manta muy larga con forma de cono de la que pendían dos lacitos.

Akane se puso su nuevo sombrero, notó que le abrigaba y le escupió en recompensa dos cofres de oro y perlas. Sin embargo, al rato, pasó un viento muy fuerte y por poco se lo lleva volando.

-Tienes que atar los lacitos a las orejas –le gritó el sombrero desde el banco en donde estaba depositando su nuevo tesoro.

-Vale, gracias –le gritó Akane y se hizo aparecer unas orejas de piedra.

En el pueblo siguiente se paró junto a una biblioteca, repitió toda la escena de siempre, incluida puerta caída y consiguió un libro pero se dio cuenta de que este era tan pequeño que no lo podía leer bien. Así que golpeó en la puerta del oftalmólogo.

El óptico se asomó a la izquierda, se asomó a la derecha, se preguntó si esa montaña tan bonita con sombrero y todo estaba allí a la mañana anterior, también se preguntó si se estaba volviendo loco pues le parecía oír que le pedían que confeccionara unas gafas enormes y por fin se metió de vuelta en su tienda.

¡Catapum! Cayó la puerta. Entonces el óptico vio a la montaña emanando un extraño ki de combate gigantesco, se murió de miedo y huyó presto a su taller. Allí se pasó toda la noche, moldeando infinitos espejos para formar dos lentes gigantescas y atando veinte troncos de árboles entre sí para conforma el armazón.

Al día siguiente la montaña sonrió encantada y le pagó con tres cofres llenos de perlas. Esta vez no le ocurriría lo del sombrero. Tenía ojos y tenía orejas para sostener las gafas. Pero…ploinc. Las gafas se le fueron hacia abajo y le golpearon en los dientes.

-Oye –le gritó el óptico que seguía abrazado a sus cofres del tesoro-. Que te falta nariz.

-Ahhh –exclamó-. Es verdad –y se moldeó en seguida una larga y puntiaguda nariz de piedra-. Muchas gracias.

Por fin Akane, notó que cada día más se parecía a una humana y decidió que le daba vergüenza seguir andando por el mundo medio desnuda. Así que se detuvo en la casa de una jotera y le pidió que le hiciera un vestido para bailar la jota.

La jotera que no era nada tonta y la vio a la primera le respondió:

-Yo, ciertamente, podría coserte un vestido precioso pero…¿qué vas a hacer después cuando se te ensucie? ¿Pedir que te hagan una lavadora tamaño montaña? ¿Dónde la vas a enchufar? ¿También pedirás un tendedero tamaño montaña? Ya que eres tan buen transformándote, ¿por qué no te haces pequeñita, pequeñita del tamaño de un humano?

Y así lo hizo Akane. Entonces la jotera le regaló un traje chulísimo. Justo entonces, cuando acababa de probárselo, se encontró con el montaño Ranma que había atravesado todas las mismas dificultades para convertirse en humano, se enamoraron y se casaron en seguida porque las montañas no son ni tímidas, ni lentas ni tienen padres entrometidos. Tuvieron tres montecitos que siempre ganaban cuando jugaban al escondite con sus amigos humanos. ¿El truco? Hacían trampa: cuando los humanos se ponían a contar, ellos crecían tanto de tamaño -hasta confundirse con el paisaje-, que ninguno de sus amiguitos les descubría jamás.

Fin de la historia Bonus.