Advertencia: este fic no solo no es romántico -salvo los primeros párrafos-anzuelo-, sino que además, no ha superado la censura de Minefine7 y es publicado a escondidas y sin que se entere. ¿Qué puedo decir? Lo siento, era esto o mandar a Akane de nuevo al hospital. Para compensar he agregado tres historias bonus.
El carnet de secuestrada VIP
Era una noche despejada y serena como las de las películas. Algún que otro gato rompía la silenciosa armonía de Nerima con sus maullidos pero el resto se mantenía calmo. Las familias en general se habían recogido ya y dormían. A lo lejos, sobre los tejados, se podía observar una escena un tanto repetitiva: Akane regresaba a casa en brazos de su galante salvador por enecima vez.
-No puedo creer que alguien tan débil lograra retenerte.
Ya, bueno –pensó Akane-, Daisuke es débil pero mejor volver al Dojo en brazos que caminando.
Se acurrucó sobre su pecho mientras Ranma daba saltos en una y otra dirección. De tanto repetir la misma escena, Akane notó que el contorno perfecto de su cabeza cabía, como si se tratara de dos piezas de un puzzle, sobre el corazón del joven que le sostenía en brazos. Por momentos parecía encajar a la perfección, como si la constante repetición de la actividad hubiese erosionado partes de sus músculos –igual que el agua sobre la piedra- para formar su silueta perfecta. De ser novios, podría dormir sobre él magnificamente. Sus cabellos azules se habrían paso bajo el traje de Ranma. La primera vez que les tocó volver así, se le habian enganchado entre los botones. La segunda, había transpirado tanto que le dio vergüenza seguir así y tuvo que realizar parte del trayecto a pie y por separado. Pero ahora no, ahora era una experta en el curioso arte de ser rescatada. En su pequeña cartera guardaba todos los implementos que necesitaba: colonia, pasatiempos para no aburrirse durante la espera. Un bocadillo a medio masticar y un par de toallitas refrescantes. Se pasó una por la frente y luego alzó la cabeza. La barbilla de Ranma estaba tan cerca de su nariz que le hacía cosquillas. Sonrió. En esa pose el muchacho no podía verle la cara. Era su gran secreto. Asi, podía babosearse literalmente sin que nada ni nadie le interrumpiera.
-Gracias por salvarme.
-No es nada. Serás mi prometida a la fuerza, pero prometida al fin. No quiero quedarme sin una.
Pedante y agresivo pues le echaba en cara el "terrible esfuerzo de rescatarla". Y al mismo tiempo romántico: su frase era bastante clara, no pensaba en otras alternativas al matrimonio. Así era Ranma. Gentil valiente, tonto y provocador. Todo junto y mezclado. Alguna vez había imaginado que su prometido se convertía en una ensalada de frutas y que se le permitía degustar de él solo las partes que le agradaban. Ahora ya no necesitaba de esas fantasías. Se lo quería comer todo. Incluyendo tanto lo sabroso: las peras dulces y las uvas románticas, como también las guindas soberbias y los trozos de manzana poco comprensivos con ella.
-¿No te cansarás nunca de salvarme, no?
-De ti, solo me cansa que cada vez peses más –se frotó un brazo-. ¿Cuánto has engordado? ¿uno, dos kilos?
¡Como sabes que no te voy a dar con el mazo, aprovechado! –volvió a pensar la jovencita sin responderle y volvió a acurrucarse contra él. Así escuchaba los latidos de su corazón. Esos tontos inocentes nunca le mentían. Daba igual lo que dijeran los labios, la velocidad de sus latidos le revelaban otras verdades totalmente opuestas.
La puerta de su pieza parecía entreabierta y por debajo se colaba algo de luz. Le pareció extraño pues recordaba haberlo dejado todo en orden. Era parte de su rutina secuestrativa, después de todo.
-Bueno, aquí te dejo –le habló al oído Ranma, mientras miraba a uno y otro lado. Luego a Akane le pareció que el muchacho había aprovechado para darle un ligerísimo beso en la oreja pero no se animó a comprobarlo. Demasiado colorada estaba ella. Demasiado rojo estaba él como para ponerse a negar o aceptar lo que nadie había visto.
-Buenas noches, Ranma.
Y entonces entró a su cuarto. Dentro le esperaba una escena de lo más dantesca. Cinco mujeres aguardaban su regreso con una indescriptible cara de orgullo.
-Compañera…¡bienvenida al club!
-Descorcharon una botella de champagne.
-¡500 secuestros exitosos! ¿Cómo te sientes? Solo la mítica Louise Lane llevaba un record similar con menos de treinta años. ¿Cuántos tienes tú? ¿Veintisiete, veintiocho?
-Dieciséis.
La más alta del grupo le cogió la cara con sus dedos rugosos, un pulgar sobre un pómulo y los otros cuatro dedos, sobre el otro. Luego le inclinó hacia arriba y acercó la nariz. Le estudiaba de cerca.
-¿En serio? ¿Solo dieciséis? Bueno, es igual, querida. Ya eres parte de nuestro selecto club de secuestradas vip. Toma tu tarjeta. Con ella podrás obtener descuentos en todo tipo de insumos. Los muy hombres se pierden tanto en sus batallitas que se olvidan de que nosotras somos damas. ¿A que más de una vez te han secuestrado en medio de tu período? ¿Se para, don-secuestrador-de-turno, a preguntarte si quieres llevarte tus compresas? ¿Verdad que no?
Akane negó con la cabeza sin saber muy bien que hacer. ¿Seguirles el juego a esas chifladas, escapar o aceptar el objeto tan útil que le estaban ofreciendo?
-Venga, firma aquí, aquí y aquí –le extendió una carpeta y señaló tres puntos en un profuso contrato de más de siete folios de largo-. Bien, ahora solo necesito tu carnet y el de tu marido. Habrá que hacer fotocopias.
-Y-yo…yo no estoy casada.
-¿¡Qué!? –exclamaron las tres al unísono- ¿500 secuestros exitosos y no estás casada? Nadie es tan torpe ni timorata. Debe de ser una broma.
-Y-yo…soy muy joven. Estamos comprometidos…pero…
-¿Antes o después?
-¿Perdón?
-¿El compromiso es anterior o posterior a que comenzaran los secuestros?
-Anterior.
Las cinco se juntaron a cuchichear en un semicírculo del que excluyeron a Akane. Cada tanto se escuchaban frases sueltas como: "no es posible", "si lo tiene a huevo", "tiene que ser a propósito". Por último, la más vieja, la que le había sujetado el rostro antes, se volteó y habló:
-Ya sé lo que está pasando aquí. ¿Vas a por el record, verdad? La jefa no estará contenta. Te lo advierto. Desiste. No querrás ponértela en contra.
Y luego se marcharon. Una llevaba el pelo morado y un gran báculo en la mano. Irradiaba un aura divina. Otra mucho más pequeña y frágil arrastraba entre sus manos y por más de dos metros en el suelo, una enorme trenza enredada con infinitos nudos dorados.
-Me gusta el color de tu pelo, Raspunzel –le dijo la primera a la segunda-. Me recuerda el tono de mis esclavitos de oro.
-Nunca entendí, Saori, por qué teniendo DOCE caballeros de oro para protegerte, optas por usar a cuatro de bronce y un vago.
-Está más que claro. Si se pasan unos meses más en ocio, puedo despedirles sin tener que pagarles indemnización y podré por fin fundir sus dichosas armaduras. Seré rica.
-¡Silencio! –les interrumpió la más vieja-. Guardad un poco de recato. Recordad que sois damas.
Dos días después Ranma se topó en la puerta del instituto con Ryoga. De seguro, por la forma de moverse y porfiar por avanzar, deseaba decirle unas cuantas palabras "amistosas". Sin embargo, no lo lograba. Un mastodonte gigantesco vestido de traje y corbata le bloqueaba el paso. Llevaba unas gafitas diminutas y un mechón de pelo colgando sobre la frente.
Ryoga no se rebajaría a pedirle permiso ni a rodearlo. Estaba demasiado acostumbrado a arrasar con todo a su paso hasta golpear a Ranma. Por tanto, le empujaba con ambas manos y dejando que el peso entero de su cuerpo hiciera el trabajo en balde. Cuando el oficinista gigantesco reconoció a Ranma, extrajo una pequeña foto del bolsillo de su saco y les comparó. Sin duda se trataba de la misma persona. Luego se quitó de encima a la mosca insolente que le empujaba con un leve chasquido de dedos y depositó toda su humanidad tan rápido y tan cerca del joven de la trenza que parecía que había volado.
-¿Ranma Saotome?
-Sí, soy yo.
-Vengo a informarle de un reto que le han lanzado. Pienso destrozar todos y cada uno de tus huesos…perdón –se ajustó las gafas-…Superman….Superman piensa pulverizarle en menos que canta un gallo si no desiste de…
Ranma se encogió de hombros.
-¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Oh, sí, perdone mis modales. Es que a veces me emociono. Soy Su…su contacto con Superman. Me llamo Clark Kent.
-Pues dile al Slenderman…
-Superman.
-Eso. Dile que estamos en Japón. Aquí todos los superhéroes estudian en instituto. Le conozco de vista y le veo muy mayor para…
-Eso es mentira –bramó Clark Kent-. ¿Y Goku? ¿Y Luffy? No son estudiantes y están en el tope de ventas.
-Son clásicos.
-Pues mi representado también es un clásico. En todo caso no va con usted la cosa. Si doña Akane Tendo acepta cumplir con su deber, el asunto se zanjará sin huesos rotos. ¿Me ha entendido?
-Yo no tengo miedo a nadie –exclamó Ranma sin pensar mucho en lo que hacía o decía…vamos, como siempre-. ¡Soy un hombre entre los hombres!
-Y yo…digo…Superman…es un super hombre. No tienes posibilidades.
Luego se puso una mano sobre el pecho, estiró la otra y se marchó volando. Al rato regresó en la misma pose en la que se había despedido, se acomodó el traje y dijo:
-Perdón, a veces se me olvidan las cosas.
Y se marchó a pie.
Ranma tomó rumbo al Dojo tan rápido como pudo. Más que miedo, tenía bronca. ¿Cómo podía ser que todos los norteamericanos fueran tan ciegos como Tatewaki o Akane? Una cosa era que dos personas no fueran capaces de distinguir a un maldito de Jusenkyo de su transformación y otra muy distinta, que una Nación entera se dejara despistar por unas gafitas y un cambio de peinado.
Al final, se encontró con Akane en la puerta del Dojo. Salía de compras.
-Oye…
-No tengo tiempo, Ranma. Tengo que aprovechar esta oferta. La dichosa tarjetita es increíble. 70% de descuento a las primeras veinte…
Ranma dio una vuelta en el aire precedida de un salto y le cortó el paso.
-¿Se puede saber qué cojones le has hecho a Superman para que venga a molestarme? Ya bastante tengo con lo que usualmente tengo para que encima me agregues algo así.
-Sus exigencias son ridículas y excesivas –repuso Akane mientras amagaba con retomar el camino al shopping center.
Ranma le cogió de los hombros con ambas manos.
-Nada es excesivo cuando la opción es enfrentarte a una montaña de músculos sin cerebro.
-Quiere que nos casemos.
Ranma se llevó los brazos a la espalda y dio media vuelta.
-Tampoco será tan fuerte.
-Eso mismo pensaba yo.
Luego cada muchacho se fue por su lado. Ranma a elaborar un plan anti-músculos y Akane a aprovechar las ofertas antes de que su prometido se deshiciera de los nuevos enemigos y le retiraran la tarjeta. Podría sonar mezquino y extraño proviniendo de la siempre dispuesta a sacrificarse Akane pero no lo era. Sabía de sobra que Ranma vencería a ese y cualquier enemigo por fuerte que fuera. Por el camino al shopping se detuvo a admirar el mural que alguna loca enamorada había pintado en honor a Ryoga en el muro contiguo a la farmacia. Sus rasgos habían sido retratados con tal perfección que parecía que de un momento a otro saldría de su prisión de ladrillos para ir a comprar unas vendas en la tienda de al lado. Y así fue, solo que Akane ya no pudo percatarse de su error. Una sombra trajeada, tan veloz y agil que no le dio opción a defenderse, le alzó en brazos y se la llevó volando.
Quince minutos después, Clark Kent aterrizó en el Daily Planet.
-Mira, querida, lo he resuelto.
Los ojos de Luisa Lane se abrieron grandes como platos. No tanto como solía hacerlo Akane porque ella no estaba dibujada a la japonesa, pero bastante.
-Déjame ver, querido. Repasemos los hechos. Esta jovencita –le señaló-, amenaza mi record de quinientos veintitrés secuestros consecutivos sin casarme, te mando a que les intimidés y a ti…¿ no se te ocurre mejor idea que aumentar su cuenta en un secuestro más? Ya me decía mi madre que tenía que casarme con Batman…por lo menos el es rico.
-Luisa…Luisita, querida –se arrodilló y comenzó a seguirle de rodillas por toda la redacción-…yo…puedo arreglarlo.
-¿Cómo? ¿Vas a des-secuestrarla? Mírate, si ni siquiera te has acordado de cambiarte de traje y has venido volando…otra vez.
-Si me permiten –interrumpió Akane-. Yo no tengo el más mínimo interés en superar ningún record. Solamente no quiero casarme todavía. Además, no me creo que me hayan secuestrado ya tantas veces. ¿Cómo hacéis para llevar una cuenta tan perfecta?
Luisa le dio un empujón a Clark Kent y se acercó hasta Akane.
-Es muy fácil, querida. Somos periodistas, después de todo. Yo me ocupo de las secuestradas nacionales y el descerebr…y mi marido, de las del otro lado del charco. ¿Ves? –cogió una carpeta y rebuscó en la lista hasta hallar su ficha-. Aquí está todo. Mira, doscientos quince secuestros este verano…doscientos ochenta y cuatro en otoño y…espera un momentito. ¿Cariño? –se dirigió a Superman que ya se había cambiado de indumentaria convenientemente-. ¿Has incluido en la lista los fanfics, verdad?
-No. Esos no cuentan…
-Claro que cuentan. ¿Cómo demonios crees que llegué yo a quinientos veintitrés secuestros? Bueno, no será tan grave. ¿Cuántos puede haber? ¿Ocho? ¿Quince? Me record sigue a salvo.
-Listo, amor. Ya lo he corregido. Ahora tengo que irme. Acabo de oir una erupción en Uruguay.
-No hay volcanes en Uruguay.
-¿Uruguay? Quise decir Paraguay.
Luisa Lane le cogió de una oreja.
-Ven aquí. ¿Qué es esto? ¿Seis millones de qué? ¿De minutos sin escapar? Raspunzel se enojará. Déjame ver. Eso son cien mil horas. Es decir, unos cuatro mil doscientos días. Once años y medio…no puede ser. Si solo tiene dieciséis.
-S-son de secuestros…en fanfics…durante los últimos años…igual me salteé alguno que hable del tema pero no lo mencione en el título. Ya sabes, mi visión de rayos-x no es tan precisa como antes.
Sus ojos fulminantes de reportera resentida se anclaron con idescriptible odio sobre su rival. Luego intentó enternecer la mirada y se dirigió a su musculoso subordinado-marido.
-¿Lo sabe alguien?
-N-no.
Luisa Lane le guiñó el ojo.
-Entonces ya sabes qué hacer.
-Ranma Saotome, vengo a destruirte. Nada personal, son órdenes de arriba.
El joven de la coleta se puso un par de gafas y le respondió:
-Me confunde sin duda con otra persona. Mi nombre es Ryoga Hibiki. Si te caigo mal, recuerda ese nombre, Ryoga Hibiki. Soy reportero.
-¡Estimado colega! –le dio la mano tan fuerte que casi se la parte-. Siento haberle molestado.
Y se marchó caminando con su traje de Superman a cuestas. A la media hora volvió acompañado de Nabiki que se abanicaba con un buen fajo de billetes en la mano.
-Estimado Ryoga Hibiki, el reportero –le increpó con tono irónico-. ¿Puedes igualar o superar la oferta?
Ranma negó con la cabeza.
-Eso me imaginaba –contestó mientras le arrojaba las gafas al suelo de una feroz bofetada.
-¿Con que copiándome los trucos, eh, Saotome?
-No sé de quién me está hablando –sacó otras gafas más grandes del bolsillo y volvió a colocarlas sobre la nariz-. Mi nombre es Tatewaki Kuno. También soy reportero.
-Oh, disculpe.
Nabiki se frotó las manos. Quince bancos nacionales de Japón arrasados después y quince falsas identidades desenmascaradas después, Ranma Saotome se encontraba entre la espada y la pared.
Nabiki le había quitado el último par de gafas de un manotazo.
-No tiene gracia –bramó el superhombre-. Estás retrasando lo inevitable. ¿Por qué?
-Porque esto nunca fue un uno contra uno. Es un Ranma-Akane vs. Superman-Luisa Lane. Y tu podrás ser más fuerte que yo pero Akane lo es muchísimo más que Luisa. Y aunque no estemos casados para estas cosas funcionamos como una pareja de veteranos. Sé perectamente y sin hablar con ella, lo que está tramando. Por eso, hago tiempo. Para darle ocasión de derrotarte.
Dichas estas últimas palabras, Superman comenzó a sentirse cada vez más débil. Un trozo de kriptonita había caído sobre su capa.
-I-im…posible –cayó rendido-. Estaba oculta bajo siete capas de plomo y cinco paredes de acero. Ni Lex Luthor hubiese podido abrirse paso… ¿cómo pudo hacerlo una jovencita dulce e inocente?
Mientras salía volando –no gracias a sus grandes poderes kriptonianos sino a la furibunda fuerza de un macito japonés-, alcanzó a gritar:
-Ahora comprendo por qué no quieres casarte con ella.
Ranma se levantó del suelo y se golpeó en el pecho un par de veces con las palmas abiertas para que el polvo cayera.
-Gracias, Akane…aunque yo le hubiese ganado sin tu ayuda…¡igual cómo has tardado! Yo, enfrentándome a un subnormal asesino y tú, divirtiéndote por Ciudad Gótica.
Akane miró a Luisa Lane que le acompañaba todavía amordazada en la nave supersónica que se había tomado la libertad de robar de la mansión de los Kent.
-¿Me entiendes ahora? –le quitó la mordaza.
-Sí, sí, es casi tan idiota como… ¡Dios! ¡Dijo "Ciudad Gótica"! Es aún más idiota. Lo siento, querida. No volveré a molestarte. Y-yo…no sabía…somos tan parecidas…algún día quizá hasta podamos ser amigas…En fin, puedes quedarte con la tarjeta…¡La necesitarás!
Fin
Epílogo romántico forzoso para superar la censura.
(¿No pensaríais de verdad que me animaría a publicar a escondidas?)
Al día siguiente un nuevo secuestro tuvo lugar en Nerima y les obligó a desplazarse muy lejos de allí. Nuevamente, Ranma Saotome, héroe incansable, recorrió cielo y tierra hasta dar con el paradero de Akane Tendo, secuestrada VIP, y ponerla a salvo de unos rufianes villanos sin escrúpulos. El siniestro había tenido lugar cerca de una playa y el apresurado rescate, se había producido pasada la medianoche. Ambos jóvenes paseaban por las arenas desnudas de la muchedumbre habitual del día. La brisa fresca no llegaba a helarles pero tampoco invitaba a pisar las aguas. Ranma se había quitado parte del traje y ambos se cubrían bajo él, abrazados. Estaban demasiado lejos del Dojo y cansados como para pararse a discutir sobre detalles mínimos como si el status de "prometidos a la fuerza" les daba derecho a protagonizar una escena así o no. Akane se quitó los zapatos.
-Así caminaré mejor.
-Puedo llevarte en brazos…si te apetece…ya sabes…es lo que toca.
Akane se acurrucó contra su hombro y posó una mano sobre su pecho, invitándole a sentarse junto a ella sobre una roca.
-No hace falta. Así estamos bien.
-C-cla…cla…ro –tartamudeó el joven-. No hay prisa en volver.
-¿Es verdad lo que dijeron esos americanos? ¿Que no quieres casarte conmigo por mi forma de ser?
Ranma intentó alejarse un poco. Le faltaba el aire y el juicio para responder a una pregunta directa de Akane. Tenía ciertos anticuerpos mentales para defenderse del acosos de los demás pero nunca se había planteado prepararse para una ofensiva frontal de ella. Lo juzgaba como un imposible. Al final, respondió sin mucha convicción lo único que se le pasaba por la cabeza: la autentica y sincera realidad.
-Es verdad. Esa es la razón por la cual no quiero casarme contigo. No te soporto.
Akane sonrió en primera instancia. Estaba demasiado acostumbrada a sus mentiras. Por las dudas, antes de levantar la cabeza y desenmascararle, le apretó el brazo muy fuerte con ambas manos. Pasara lo que pasara, no dejaría que se escapase esta vez. Fue entonces, cuando tomó la decisión de seguir adelante con el interrogatorio, que la sangre se le comenzó a helar en las venas y el corazón a desacelerar sus pulsaciones. Acaba de hacer contacto visual con el muchacho y no cabía la menor duda. Le conocía demasiado bien. ¡No mentía! Ranma le miraba con la espontánea y sincera expresión del hombre vencido por las circunstancias. ¿No la amaba? ¿Sería posible? Pero…¿entonces…?
-N-no…no lo entiendo…yo pensaba…¿Por qué me salvas siempre, entonces?
-Para sentirme un héroe, claro está. ¿Por qué otra razón podría interesarme en una marimacho como tú que no tiene mayores virtudes que aparecer siempre en el peor momento y en el peor lugar posible? Si mantenemos el ritmo, en unos años seré tan fuerte que…
-…Idiota…-le interrumpió- no digas esas cosas ni de broma –le comenzaron a escapar las lágrimas de los ojos-…ya sé que te da vergüenza. A mi también me da. Pero esa no es razón para seguir hiriéndome. Por favor -le cogió de las mejillas con ambas manos para evitar que le rehuyera la mirada-, dime ahora y cara a cara que me amas. Como yo te amo a ti.
Ranma se dio vuelta.
-Caramba, Akane. Lo siento. No lo sabía. Por supuesto que no te quiero. Y me parece que he sido bastante claro durante todo este tiempo. Solo tengo un interés profesional en ti. Te secuestran, me hago más fuerte, te salvo…y vuelta a empezar.
-Eres cruel…
Ranma meditó muy bien las siguientes palabras como queriendo escoger las necesarias y en su justa combinación para lograr que el daño fuera lo menos devastador posible. Al fin y al cabo, algo de cariño fraternal sí que sentía por la muchacha de los cabellos azules.
-Ya es tarde. Hace mucho que dejé de amarte…
Fin.
Y punto final. Ya nada sería como antes para Ranma pero había tomado la decisión correcta. Aquello se le estaba yendo de las manos. Akane no lo había notado, cegada por su amor incodicional, pero los últimos enemigos habían sido brutales, terribles, superiores. Y la progresión de peligrosidad iba en aumento. ¿Cuánto más lograrían soportar? Seguían vivos de milagro y todo por su absurda forma de demostrarse amor a través de los secuestros. Lo mejor era romper con ella. Acabar de una vez con el oscuro círculo vicioso que tarde o temprano se terminaría cobrando la vida de uno de los dos. Y sí, era un cobarde. Lo sabía. Se sentía totalmente incapaz de optar por el otro camino, el de la felicidad. Y puesto que no podía, sería mejor destruir la relación antes que un monstruo destruyera sus cuerpos de un manotazo. Además…la terrible llaga que le había producido su último enemigo le ardía demasiado. Pronto caería desmayado. No podía seguir junto a ella. Si tenía que perder la consciencia que fuera solo y en privado. Como los hombres cuando lloran.
Akane ya estaba lejos. Se había marchado llorando y con las manos metidas dentro de la boca para intentar detener la avalancha de sentimientos que salían a borbotones por ella.
Bizarro seguía postrado en el suelo. El último ataque de Ranma sí que le había hecho daño. Pero no le había acabado. El truco de las castañas, casi tan potente como uno de sus golpes, le había tomado por sorpresa. Luego se levantó.
-Yo ser Superman. Si él secuestrar chica japonesa, yo secuestrar chica japonesa. Ser yo superhombre.
Ranma se giró sobre si mismo, angustiado. El pecho le ardía tanto que difícilmente pudiera ofrecer más resistencia. No le dolía, le ardía. Señal inequívoca que además de las fracturas internas, tenía algún derrame. Le estaba por llegar la hora y para colmo, lo haría con Akane odiándole. Sonrió. El simple recuerdo de su amada le dio fuerzas. Por lo menos, le había salvado. Ya estaba lejos. Contra Bizarro, la misma tática que contra Superman. Hacer tiempo. Contra el bueno, para esperar a que Akane le salve y contra el malo, para que la misma tuviera tiempo de salvarse ella.
-¡Ven aquí, bolsa de músculos sin cerebro!
Y Ranma luchó y luchó por amor y sin amor. Lo había perdido todo, instantes atrás. Y a cada puñetazo recibido perdía un poco más. Fuerzas, ganas de vivir y esperanzas. Eso sí, lo intentó todo. Como un héroe. Todas y cada una de sus técnicas secretas. Incluso la técnica Saotome que muy pronto se reveló como inútil contra alguien con el poder de los rayos-x en los ojos.
-Rendirte ahora. Yo ganar.
-¡Tiene gracia! –exclamó Ranma-. El segundo tío más feo que he visto en mi vida y la segunda chica más guapa, hablan igual.
El enorme trozo de pared que Bizarro sostenía en alto entre sus brazos, pareció moverse un poco. Como si de pronto, no lo sostuvieran tan firmemente como antes. Luego se desplomó sobre su cabeza. Bizarro cayó segundos después mientras una silueta conocida se posaba sobre él y completaba la frase de Ranma.
-¡Más te vale que yo sea la primera!
Era Akane y su mazo con kriptonita azul en su interior. La que también le había robado a Luisa Lane en su estancia en Metrópolis.
-Caramba, Akane. Si ya estaba por vencerlo.
-Solo volví para darte esto –le tiró el mazo con kriptonita azul por la cabeza-. Por si te hacía falta. Ahora, con permiso; tengo que ir a moderar mi carácter por si algún idiota se interesa por enlazarse con una exprometida vapuleada por la indiferencia de su prometido.
-Y-yo…Akane. Espera…
-Ser inútil –rió Bizarro-. Haber oído tus huesos crujir muchas veces. Seguro que no poder levantarte en meses. Y una cosa más. Bizarro no venir solo…
Akane tocó la puerta del cuarto de Nabiki. A falta de Kasumi –se había ido de viaje-, su otra hermana mayor era la única opción que le quedaba. A lo mejor tendría que pagarle por escucharla pero necesitaba desahogarse.
Golpeó otras dos veces.
-Ahora no. Estoy ocupada.
-Solo un momento, Nabiki. Es muy importante.
Por la hendija de debajo de la puerta se veían salir luces y centellas. Cada tanto parecía oir el ruido de monedas de oro cayendo unas sobre otras.
-Por favor…y-yo…he roto con Ranma. Mejor dicho…él rompió conmigo.
Se entreabrió la puerta.
-Un momento, hermanita –se volteó hacia el interior y dijo-. Déjame otro milloncito en monedas, dos coronas de oro y un Kltpzyxm.
-¿Y qué es un Kltpzyxm? –preguntó Mr. Mxyzptlk mientras le concedía su último deseo. Luego desapareció de aquella dimensión, intentando propinarle a Nabiki una y mil patadas que morían en el aire.
-Ja, duende ingenuo. Vale, hermanita. Cuéntamelo. ¿No le habrás creído? Está loco por ti y lo sabes.
Akane dejó salir un sentido suspiro.
-Eso pensaba yo. No obstante fue tan cruel y tajante. Sobre todo, claro. No me quiere. Tenías que haberle visto. Frio y distante. Fue horrible.
Soun apareció de la nada y le dio un beso en la cabeza.
-¿Papá? Pensaba que estabas con Kasumi, en Tokio.
-Lo estaba pero te oí llorar y aquí estoy. No te preocupes. Ya se arreglará todo…
Y poco más pudo decir Soun. Un estruendo terrible se dejó oir en el exterior del Dojo.
Nabiki se asomó a la ventana.
-Parece ser una especie de robot. Es mono.
Brainiac calculó el alcance de aquella frase durante unos segundos sin entender. Las ironías no iban con su personalidad robótica.
-¿Te parezco mono? He destruido Kripton y ahora haré lo mismo con la Tierra.
-Bien, por un millón de yens, te dejo hacerlo.
-¿Por qué debería pagar?
-¿Por destruir un planeta? Me parece una suma irrisoria. Además acabo de vencer a un enemigo más poderoso que tú. Puedes comprobarlo en tus sensores.
Brainiac activó una serie de botones laterales de su cabeza y leugo unos cuántos más de su pecho. Finalmente se abrió una especie de caja registradora. Brainiac extrajo los billetes y le acercó la suma indicada.
-Parece que no mientes.
-Por otro millón te dejo salvar la Tierra.
-¿¡Qué?! ¿Por qué haría eso? Si yo quiero destruirla.
-Me parece una suma irrisoria.
-Bueno, sí. Es verdad.
-La sensación única de ser un héroe…
-Sí, claro. Pero…
Nabiki aprovechó el momento de confusión para presionar la combinación exacta de botones que había memorizado. Luego cogió el dinero que asomaba de su pecho.
-Bien, ya me has pagado. Ahora no puedes echarte atrás. Sería faltar a tu palabra.
Brainiac asintió sin entender muy bien en qué momento le habían liado. Segundos después comenzó a darse puñetazos a sí mismo hasta destrozarse la armadura, oportunidad que aprovechó Nabiki para descender hasta él y terminar de desplumarle.
-¿Lo ves, hermanita? Aunque falte Ranma, siempre tendrás quien te proteja.
-En eso te equivocas, muchacha –dijo Lex Luthor desde su armadura de hierro-. Te he estado estudiando y no soy tan tonto como ellos –le apuntó con su laser-. Si abres la boca o mueves un músculo te dispararé. No lo dudes –luego extendió el pesado brazo izquierdo de su armadura y apuntó a Akane con su otro laser-. Señorita, la partida se ha acabado. Jaque mate.
Una fuerte ventisca se levantó de pronto.
-¿Qué fue eso? –se preguntó el villano.
-Creo que era un pájaro –aseveró Soun.
-O un avión –agregó Nabiki.
Pero solo Akane dio con la respuesta adecuada.
-¡Es Ranma!...digo…¡El idiota de Ranma!
Les Luthor se rascó la calva.
-No es posible. Bizarro dijo que tenías todos los huesos rotos y mi traje corrobora su diagnóstico. No deberías ser capaz de moverte.
Ranma no contestó inmediatamente. Apenas si podía mantenerse en pie.
-Es cerdad. No puedo moverme. Pero tampoco puedo dejar de amarla por mucho que lo intente. Entre la espada y la pared, los impedimentos físicos suelen ser menos determinantes que los del corazón.
Y allí cayó Ranma. Sus últimas fuerzas le abandonaron al pronunciar su declaración de amor.
Tres días después despertó en un hospital todo vendado. Akane estaba junto a él.
-¿Y Lex Luthor?
-Se lo cargó Nabiki.
-¿Será posible? ¿Vais a dejarme vencer a algún enemigo en esta aventura?
-Si aparece algún Hulk…
-No. No. No –protestó el muchacho cuasi-momificado-. Una cosa es mezclar manga con comics y otra muy distinta es fusionar personajes de Marvel y de DC. Está prohibidísimo.
Akane se acomodó sobre el colchón de su camilla en un sitio vacante muy cerca de la cara.
-Cambiando de tema y ahora que te tengo para mi solito, ¿así que no puedes dejar de amarme?
Las pupilas de Ranma se movieron nerviosamente intentando escapar. El resto del cuerpo, enyesado y rígido, no pudo acompañar el titánico esfuerzo ocular por huir de allí.
-No puedo…moverme.
-Ni dejar de amarme.
-Vale, vale. Ni dejar de amarte.
-¿Aunque sea una marimacho?
-¿Sabría una dama qué es la kriptonita azul y que debe usar esa y no la verde para hacer daño a Bizarro?
-Imagino que no –repuso Akane.
Ranma suspiró.
-No será muy romántico pero son esos detalles los que te hacen perfecta para mí.
Y se besaron, casaron y tuvieron muchos hijos con muchos superpoderes. Y fueron todos muy felices. Bueno, todos no. Luisa Lane que hizo de dama de honor en la boda, al poco de comenzar comentó como al pasar a Rapunzel:
-¡Claro! Ahora que ya pasó mi record, se casa. Si será calculadora.
Fin.
Historia bonus 1
-Papá, ¿qué estás haciendo?
-Escibiendo.
-¿Otra vez? ¡Qué aburrido! ¿Por qué no escribes un fic sobre Drangon Ball?
-Solo escribo sobre Ranma y Akane. Ya lo sabes.
-Pues haz que Goku pelee con Ranma.
-No se me ocurre ninguna razón para que peleen. A lo mejor con Superman pero es muy rebuscado…
-Bieeeen, hazlo, hazlo.
Fin.
Historia bonus 2
El cole de los niños se encuentra a las afueras del pueblo. Para llegar a él hay que recorrer un largo camino que desemboca en la ronda que va al cementerio y al aparcamiento. Sobre la mano izquierda del camino hay unas huertas unos dos metros más bajas del nivel del camino. Separándolas de los niños, se recuesta un muro de un metro de alto y un pie y medio de ancho que se alarga por medio kilómetro más o menos, el que recorremos todos los días hasta llegar a casa. Gohan y casi todos los niños revoltosos suelen escalarlos y caminar por él como si se tratara de una ley inquebrantable, una rutina que hay que seguir a rajatabla aunque nos haga llegar más tarde de lo deseado. Ayer iba caminando unos tres metros por delante de mí sobre el mencionado muro. Y le acompañaba Videl por la acera. Como todo padre prudente, en lugar de preocuparme por el vacilante equilibrio de mi hijo que podía revolcarle colina abajo, me distraje con imágenes románticas de los mini Ranma y Akane que imaginaba que caminaban por delante de mí. Y no fui el único, a Gohan también le habrá sonado conocida la escena porque en seguida soltó el siguiente razonamiento (suele gritar aunque no venga al caso y por eso le escuché a la distancia que estaba).
-Si ahora me pusiera a caminar con las manos y poniendo los pies hacia arriba sería como Ranma.
En lugar de prohibirle hacer algo tan poco conveniente para su integridad física, yo jugaba a adivinar la respuesta de Videl: "Y si yo fuera Akane, estaría encantada de que lo hicieras" o "llegaré al Dojo antes que tú", etc.
Por suerte, la niña con más sentido común que su novio y el padre de su novio le repuso:
-Y si yo fuera tonta, te dejaría hacerlo. Baja ahora mismo y dame la mano.
-Vale.
Historia 100% real. Reconozco que hay veces que les pongo un poco de sal a las historias bonus para que suenen más graciosas o tiernas. Por ejemplo Bulmita no es tan, tan, tan manipuladora como la pinto (solo es tan, tan, el tercer "tan" es exageración mía). En este caso, sin embargo, no hizo falta agregar nada. Gohan realmente estaba dispuesto a emular a Ranma y Videl -aunque no tenía ni idea de lo que le estaban hablando-, se lo impedía.
Fin.
Historia bonus 3
Cómo desaprobar un examen
1) No estudiar (obvio)
2) Estudiar mal: solo memorizar pero sin entender (también es obvio y sin embargo…lo que cuesta hacerlo bien)
3) Equivocarse de hora, sitio, tema de estudio. Suena tonto pero a mi me pasó muchas veces. Demasiadas…snif.
4) Desmayarse. Esto le pasó a un compañero en el secundario y…le desaprobaron. Fue lo más injusto que vi en mi vida pero hay que reconocerle al profesor que desde entonces los falsos certificados médicos que solía recibir disminuyeron un 74%.
5) Entregar antes de tiempo (estadísticamente el listillo que entrega primero suele sacar una nota por debajo de la media).
6) Decir lo contrario de lo que piensa el profesor sin haber dado signos de ser un alma librepensante antes. Mis colegas malhumorados suelen interpretarlo como falta de atención durante las clases y casi nunca como sana rebeldía.
7) Decir exactamente lo que piensa el profesor (no nos gusta que nos hagan la pelota al 100%; eso significa que no entendieron nada y que, por tanto, no son capaces de decirlo según otro punto de vista).
8) Ser el peor del curso. Es duro. Yo no lo hago pero suele pasar. Hay muchos profesores que por norma general desaprueban a los peores cuatro, seis o lo que consideren que corresponda. A esta gente sin escrúpulos se le ha metido en la cabeza que su imagen de buen profesor depende del nivel de fracaso escolar. Si pasan todos es que son muy blandos –aunque se trate de una camada de alumnos geniales- y si desaprueban muchos es que explicaron mal. Luego calculan el número de aplazos que consideran justo, ordenan los exámenes según merecimientos y ponen nota comparativa. En ese caso, vuestros compañeros son vuestros competidores. No basta con hacerlo bien, hay que hacerlo mejor que los demás.
9) Dormirse en los laureles. Los profesores buenos, los malos, los exigentes, los distraídos, todos tenemos un punto en común: nos gusta ver que aprendieron. Por tanto el estudiante trabajador, aunque le cueste un poco, si vemos que va mejorando nos causa satisfacción. El genio que no trabaja, aunque rinda bien, nos causa repulsión. Es muy fácil mentalmente para mi, aprobar al trabajador que ha seguido la siguiente progresión: 6-7-7,50 pero que necesita un ocho. Pero al otro, al que siguió la siguiente: 9-7-4,50…ese medio punto no pienso regalárselo. No se lo merece. De haber movido un dedo en todo el año se hubiese sacado 9-10-10 pero no lo hizo. Es su fracaso y el mío.
10) Dejar una pregunta vacía. Ya lo dije desde el punto de vista del alumno pero ahora lo repito desde el del profesor. Me predispone mal a leer el resto. Si le he pillado en un tema del que no sabe nada, ¿cómo sé que no hay más temas sobre los que no le pregunté y tampoco estudió bien? Aunque las otras preguntas estén bien contestadas, ya leeré yo todo con lupa y lo releeré hasta asegurarme de que realmente estudió bien y merece el aprobado.
11) Recibir el tema 3 o superior. Suele haber dos temas. Si hay más ya la cosa huele mal. Algo ha pasado antes y ahora el profesor se está desquitando con vosotros. Y si no ha pasado nada malo, peor. Alguien que simplemente se deleita trabajando más de lo necesario en la creación del parcial, espera el mismo nivel de compromiso de vosotros.
12) Ser pro-Shampoo confeso. O peor aún, pro-RyogaxRanma. Bueno, todavía no desaprobé a nadie por eso, pero tengo unas ganas de que me toque alguno.
Antes de los comentarios una pregunta: Es el tercer one-shot seguido que me sale de más de 7000 palabras. ¿Os gusta más así? ¿O preferís de los cortitos?
Comentarios
Estimada elena79. Ojalá existieran dolores de cabeza alegres. Suerte en los exámenes.
Estimada Majomich. Enhorabuena. A disfrutas de unas merecidas vacaciones. ¿Cambios de humor? No, no. Ningún cambio de humor. Yo lo definiría como un humor un tanto más elocuente de lo normal.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 45). ¡Has vuelto! ¡Qué gran alegria! Ya te imaginaba leyendo fics de Inuyasha o similar. Ya sabes no es lo mismo que se ausente un lector ocasional que uno VIP como tú o Ai.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 46). Esos finales en los que se juntan por fin luego de toda una vida me parecen tristísimos. El amor es para vivirlo.
Estimada Akyfin02. Sí, creemos firmemente en la existencia de la "regla alegre". El "hada de la limpieza" y la máquina del tiempo. Mi yo del futuro todavía no me la prestó por eso del continuo espacio-tiempo.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 47). Minefine7 estuvo a punto de estrangularme desde el primer día. Pero sobreviví…confesándole el final a las primeras de cambio.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 48). Es que no lo estábamos. A veces la verdad es la mejor escapatoria.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 49). Sí, sí. Ibuki se fue. Igual que tantas otras obsesiones mías. Lástima que luego viene otra cosa a ocupar su lugar.
Estimada Shiroki-san. "Increíble, ¿Sensei sabía que no todas las mujeres tienen cambios de humor en el período?". No me asustes. ¿No estarás insinuando que hay mujeres que también los tienen fuera del período?
Estimado Lu4AVG. A mí también me pasa. Sin ir más lejos, luego de publicar me olvidé de escribir el final. Era más o menos así: Ranma aparece desolado y solo en una habitación y Akane trata de consolarlo sin conseguirlo. Al final el primero exclama: "¡Todas! ¡Todas las mujeres de la historia de la humanidad son más fuertes que yo! ¡Más de la mitad de la población!".
Akane logra levantarle el ánimo explicándole que es el más fuerte de los hombres, un hombre entre los hombres, etc., etc.
Estimada Massy13. Sí, circulan muchísimos mitos sobre las mujeres como que conducen mal o no saben aparcar. Y a la inversa. Hay que aguantarse. No vale la pena ofenderse.
Estimado Avast. 1) Mi hermano y mi padre también son arquitectos. Sé perfectamente lo estresante que es hacer una maqueta. Tienen el tamaño justo para que no estén seguras en ningún lugar de la casa, estudio o donde sea que se planten. Todavía recuerdo a mi hermano llevándolas en el autobús a clase…los arbolitos cayéndose a la menor brisa, etc.
2) Creo que ya he tomado una decisión sobre las diferentes opciones. Espero que te agrade.
3) Sobre tus chistes, espera, estuve practicando /Suspiro de concentración extrema/. :D XD o algo así.
4) Solo una cosa que decirte: EXISTE. La periodicidad no es de dos años; eso lo puse por exigencias del guión, pero ten fe: EXISTE.
5) Claro. Existne un montón de formas y técnicas de aprobar un examen sin estudiar. Pero no seré yo quien se ocupe de enseñarlas (lamentablemente para mis alumnos, me las conozco todas).
Estimada angelikitap4emmett (cap. 50). ¿Te gusta el ajedrez? Muy bien, a ver si me ganas. Jugada 1: P4R.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 51). Me gusta la versión de Ecuador.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 52). Como ya te habrás dado cuenta, Hachiro no aparece por obsesión sino solamente para despistar al lector.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 53). Uy, la memoria interna. ¿Es esa cosa que no me deja hacer nada, verdad? Ahora entiendo por qué Minefine7 no se bajaba jueguitos al movil.
Estimada angelikitap4emmett (cap. 54). Muchas gracias y hasta la próxima.
Estimada Minefine7. ¿Te das cuenta? Tanto reirme y me olvidé de ficcionalizar lo más importante. ¡EL KIT ANTIREGLA! Atención lectores míos. Esto no es un mito. Existe de verdad. Minefine7 puede dar buena fé de ello.
Estimada Ai. No sé si exista la regla alegre o no pero ¿un profesor avisando lo que va a tomar al día siguiente? Eso sí que no existe. Lo que cuentas sobre aprobar sin saber y desaprobar sabiendo es muy común. No se trata de suerte o complot mundial en tu contra. Es el resultado de haber prestado más o menos atención a la personalidad del profesor. Inconscientemente, esa información faltante te hace desaprobar sabiendo o, en caso de poseerla, te salva aunque no sepas nada. En mis épocas de estudiante era perfectamente capaz de adivinar lo que me iban a tomar. Estudiaba primero eso y luego el resto por las dudas. No lo aconsejo ocmo táctica para niveles avanzados porque el profe que enseña y el que toma el examen suele ser distinto.
