La plimp que derramó Ranma por amor. Final

Vivir sin Ranma es como vivir sin las llaves. Sabes que las necesitas. Sabes que tarde o temprano tendrás que salir de casa y no las tienes. Comprendes que cada segundo que pasas sin conocer su paradero se acerca más el inevitable "catapum". Pero te consuelas pensando en que pronto aparecerán. Que ni vale la pena ponerse a buscarlas activamente. Si al fin y al cabo deben de estar en alguno de los lugares acostumbrados: practicando en la esquina, o zampándose un okonomikyaki con Ukyo. Y sin embargo, una parte de ti te grita al oído: "No volverás a verle jamás. Antes del amanecer, tendrás que ir al cerrajero a pedirle que te consiga un nuevo prometido".

Aquella mañana yo atravesaba la segunda fase, la de negarle importancia al asunto, creyendo que pronto el destino volvería a juntarnos, dada su abierta incapacidad de sobrevivir sin mi presencia. Sin embargo, por mucho que intentara hacerme la fría y distante, en el momento en que sonó el timbre, recorri la distancia que me separaba de la puerta en tiempo record. Si no aparecí en el Libro Guiness de los records en salto escalerístico y zigzagueo mueblístico, fue pura y exclusivamente porque en ese entonces ningún árbitro de aquella colección estaba presente para validar mi marca: quince metros en dos segundos.

-¡Ranma, has vuel…! ¿Usted quién es?

-Me llamo Ikubi. Doctora Ikubi.

-¿En qué puedo ayudarle Doctora Ibuki?

-¡IKUBI! ¡My name is "Ikubi"!

¿Ikubi? ¡Qué nombre más extravagante! A tono con su aspecto. Alta, morena, guapa, con bata de doctor pero sosteniendo una expresión demencial en el rostro que le asemejaba a personaje de cuento de terror y le alejaba de cualquier otro estereotipo.

-Lo siento. Adelante, por favor.

Al principio intenté comportarme como toda una anfitriona. Le acomodé en la mejor silla del comedor, le ofrecí una taza de té y le oí divagar sobre su vida y sus objetivos laborales. Al final volví a preguntar.

-¿Entonces…? ¿Ikubi?

-¿Sabes? –me dijo-. Me recuerdas una historia familiar bastante divertida. Pones la misma cara que cuentan que puso la enfermera al enterarse del nombre que mi abuelo le puso a mi padre.

A continuación la doctora Ikubi me relató con lujo de detalles las desventuras de sus antepasados, unos nobles europeos venidos a menos. El último jefe de familia realmente poderoso había sido su bisabuelo quien murió trágicamente cuando su primogenito tenía tan solo dos años. Así pues el abuelo de Ikubi se había críado prácticamente a sí mismo, sin una pauta clara de comportamiento que imitar. Rico, pero no demasiado. Influyente, aunque sin grandes ideas sobre cómo o para qué influir en los demás. Y "cortés" a su manera y según sus impresiones subjetivas. Tuvo la mala suerte de enamorarse de una condesa tiránica que se ocupó muy bien de cortar todas sus excentricidades. Si desde los dos hasta los veinte años había hecho y deshecho a placer, con ella tuvo que sentar cabeza. Su última rebeldía se materializó el día en que le encontró más débil e indefensa, cuando acababa de dar a luz y no podía ocuparse de los trámites pertinentes.

-¿Nombre del bebé? –le preguntó la enfermera mientras cogía los documentos del padre.

-César Julio Morales.

-Muy bien. Julio César Morales.

-No. No. César Julio. César primero.

-¿Disculpe?

-César primero.

La enfermera le miró, preocupada. Ni un solo rasgo de la cara de su interlocutor daba la impresión de estar gastándole una broma.

-Lo normal es ponerle "Julio César" como el…

-¿Es un nombre compuesto? –le interrumpió.

-No…no.

-¿Existe el nombre "César", verdad? ¿Y existe "Julio" también? ¿Por qué no puedo ponerle así? Soy el padre.

-Claro, claro, solo quería asegurarme de que no hubiese un malentendido, señor…-miró el documento que llevaba en la mano-…Hugo Víctor Morales.

Aquella estúpida falta de consideración hacia su hijo, lejos de considerarse una tradición familiar, fue interpretada por la condesa como ausencia de amor a su familia y fue la piedra sobre la que se cimentó un pésimo matrimonio que les llevó gradualmente a la ruina. A la edad de dieciocho años, César Julio Morales decidió escapar lo más lejos posible de aquel ambiente envilecedor y se mudo al país más exótico que encontró: Japón. Había heredado alguna de las mañas de su padre y un poco de la estricta mala leche de la madre.

Allí siguió los pasos de los genes sin darse cuenta. Enamoramiento de una pretenciosa jovencita de alta alcurnia. Enlace sin comprobar que el amor fuera correspondido, pronto embarazo y…gemelas. Terrible desgracia para un noble pues según la costumbre, una de las dos debía vivir a la sombra de la otra, la heredera oficial. ¿A quién elegir? ¿Cómo querer más a una que a la otra siendo idénticas en todo? ¿Cómo entregarle el poder y el dinero a la una y negárselo a la otra? Al final, sintiéndose totalmente impotente, decidió que no había solución posible y que por tanto debía dejar actuar a los genes. Así pues, le puso a una Ibuki, la gemela mala y a la primera, Ikubi, la buena y heredera. A César Julio le daba igual si aquello de los gemelos buenos y malos se trataba de una estúpida patraña. Le habían educado así y así las crió. Como a dos seres que lejos de sentir amor fraternal, debían odiarse y repelerse ya desde la cuna. Hubiese sido moralmente más sencillo, esperar a que naciera un heredero varón pero no, en ese aspecto sí que era un hombre moderno y poco retrógrado: hombres y mujeres de alcurnia tenían para él las mismas obligaciones y deberes estúpidos.

- Es una historia…fascinante –le dije cuando terminé de oirle- pero…¿qué quiere?

-Vengo a advertirle. Cuando Hachiro despierte, intentará llevársela por la fuerza. No se resista. Le conozco; si esta vez no lo logra por las buenas, perderá la paciencia. Ya me ha estropeado quince proyectos prometedores por culpa de su temperamento. En el fondo no es su culpa. La sustancia X es muy difícil de controlar.

-¿Estropeado?

-Ya me entiende…según mis cálculos ya se ha despertado. El laboratorio está a siete kilómetros de distancia. Yo diría que tardará unos quince segundos en llegar. 1, 2, 3, 4, 5, 6…

¡Boom! Cayó la puerta del Dojo envuelta en una nube de polvo. Cuando se disipó, pude observar la innegable silueta de Hachiro. Los músculos tensos como los de un inverosímil Hulk japonés. Los brazos bien separados del cuerpo y los dedos, también alejados unos de otros. La pose delataba un sentimiento tan genuino como masculino: ansias de aplastar cabezas.

Un bramido confirmó las sospechas de la Doctora Ikubi que seguía asombrada por el tiempo formidable de Hachiro, mucho más digno que el mío de entrar en el Libro Guiness:

-¡ESTOY EN FORMA!


La línea anterior, la que separa la primera parte de la segunda, debería, en condiciones normales, ser una elipsis que dé a entender al lector que la damisela en apuros ha sido raptada con cierta facilidad. Luego se tendría que dar paso a la guarida del villano en donde ella aparece encadenada y él cuenta su malvado plan o bien, se muestra el sitio de descanso del héroe, quien mediante un ardid literario –normalmente recurriendo a un personaje secundario-, se entera de la mala nueva. En ambos casos deberíamos encontrarnos con un cambio de narrador. ¿Por qué entonces sigo narrando yo, la dulce y briosa damisela? En primer lugar, porque me defendí con uñas y dientes. La lucha duró al menos cuarenta minutos hasta que la Ikubi esa aprovechó un descuido por mi parte para atacarme a traición. En segundo, porque el héroe seguía ausente y sin aviso…bueno, perdón…lo que es avisar, había avisado. Y bien clarito lo había dejado. ¡O me dejaba apostar o, de castigo, me ocupaba yo solita de los enemigos formidables! Y en tercer lugar, porque la guarida del villano no disponía de cadenas. Me desperté en una camilla de hospital, un tanto mareada. Un poco de gasa pegada con celo a mi brazo y el dolor de una punción por debajo, eran signos inequívocos de que me habían quitado sangre.

-Lo siento, Ikubi –sonrió Hachiro con un tubo de ensayo rojizo en la mano-. No es compatible.

Ikubi suspiró. Si hasta el momento le guardaba cierto aprecio por su intento de ayudarme anteriormente, pronto descubrí que su único interés en mi persona era el de utilizarme como rata de laboratorio.

-En tal caso, puedes hacer con ella lo que te plazca.

-Con esto bastará –hundió el brazo en la gran piscina de líquido verde y esperó a que se le hinchara del todo. Puro músculo. Luego me golpeó con él.

Había logrado cubrirme por puro instinto. Practicar y practicar, día y noche con un bruto como Ranma tenía esas cosas. Aunque en ese momento no me protegiera físicamente, su experiencia estaba allí, junto a mi, para cuidarme por él. Aún así, el golpe había sido tan violento que me vi forzada a saltar hacia atrás, aturdida otra vez y mareada. Un segundo impacto volvió a dar en mi férrea defensa y me tiró contra el suelo. ¡Era demasiado fuerte para mí! Poco a poco me desvanecía. Las probetas, sus números, su contenido…todo se hacía borroso. Levantó el puño otra vez. En esta ocasión bien cerrado y sobre mi cabeza. En cuanto le dejara caer, sería el fin del cuento. Ni Ranma podría pararlo, aún si se le diera por aparecer a último momento para quebrar su promesa y salvar a su estúpida marimacho que le alejaba por error. Mi campo de visión ya casi no llegaba ni al 30% de capacidad. Tan solo veía un microscopio, un pelo en él y siete frasquitos más atrás con diferentes líquidos de colores. Como cuando niña, cuando me quedaba dormida en la guardería admirando los frascos de acuarelas. Solo que esta vez ya no volvería a abrir los ojos.

¡Paf!

Los ojos gigantescos de Hachiro se abrieron de par en par sin dar crédito a lo que veían. La damisela en apuros había detenido el golpe y con las manos desnudas.

-¡Ese pelo! –grité-. ¡Ese pelo es de Ranma!

-Ja. Podría ser de cualquiera. Céntrate en tus propios asuntos. Tu próxima muerte.

-¡ES DE RANMA! ¿DÓNDE ESTÁ?

Ikubi se acercó hasta mí. Mi tembloroso cuerpo que apenas si podía mantener la pose erguida mientras iba cediendo poco a poco a la fenomenal potencia del brazo de Hachiro, fue repasado por ella por delante y por detrás.

-Formidable, chica. Luchas a la par de Hachiro sin sustancia X y reconoces el pelo de ese tonto a diez metros de distancia y con la visión nublada. ¿De dónde sacas tanta fuerza?

-¿DÓNDE ESTÁ? ¿QUÉ LE HABÉIS HECHO?

-En la habitación del fondo. Con mi hermana. ¿Quieres verle? –le guiñó el ojo a Hachiro quien esbozó una risa demencial en señal de aceptación.

Unos veinte minutos después, luego de una feroz resistencia por mi parte, Hachiro logró lanzarme dentro del cuartito medio oscuro y cerró la puerta.

-¡Maldita sea! Esta mujer es incluso más odiosa que el Saotome engreido. Voy a tomarme un baño en sustancia X y luego si queda algo de ella, verá lo que es bueno.

Ikubi miraba expectante por la mirilla. Sus ojos dementes, lo único que se le podía ver en esa situación lo decían todo: disfrutaba como una niña con juguete nuevo.

-¿Qué opinas de tus nuevos compañeritos? Uno de ellos es Ibuki. Otro Ranma. Son mis experimentos fallidos. Ya ni yo sabría diferenciar a uno de otro.

Me rodeaba, efectivamente, un sin fin de "monstruos" deformes y ausentes. Hombres y mujeres con el mismo aspecto gigantesco de Hachiro pero en los que la sustancia X había actuado con mucha mayor voracidad. Les había anulado los sentimientos, la consciencia y el don del habla. Parecían animales. Sus caras y cuerpos, hinchados por el líquido potenciador les daban una apariencia irreconocible. Como una escultura de Botero. Su fenomenal fuerza por el momento no me asustaba. Lucían calmos y agotados. Se notaba que acababan de firmar una tregua grupal momentánea y por puro cansancio, luego de meses de intentar devorarse mutuamente. Las paredes mostraban signos de rasguños leves. Compuesta de un duro metal, forjado y reforjado con arte, por el momento les impedía huir de allí.

-Tienes suerte. Acaban de cenarse un electricista incauto que pasó a solucinar el problema de mi cafetera chispeante.

-Encontraré a Ranma y le sacaré de aquí.

-Suena interesante. La especialista en reconocer a su prometido vs. la sustancia X. Que tengas suerte.

Ikubi se mostraba de lo más confiada. Los monstruos no podías salir y yo sola no podía ganarles. Pero había cometido un error de principiante. Había introducido un cerebro dentro de un cuarto repleto de hombres fuertes y necios. Siete bofetadas después, los tenía a todos paraditos y en línea, acomodándose entre ellos para atacarme. Desde luego el impacto de un solo monstruo difícilmente causara daño en la estructura del cuarto, pero si reuníamos el ataque concetrado de siete descerebrados y luego los esquivaba junto a una pared…voila. Teníamos un lindo agujerito en el fondo, la parte del cuarto que daba a la calle. En el exterior, llovía a cántaros.

-¡Hachiro, Hachiro! -gritaba Ikubi mientras más y más monstruos escapaban al exterior-. Ven pronto. Que están huyendo.

Esta vez, mi oponente imponía respeto. Había alcanzado la altura de casi dos metros y medio. Dos puñetazos suyos en la pared lateral terminaron de tirar abajo la habitación entera y parte del laboratorio. Solo su piscina de líquido verde, la famosa sustancia X, permanecía a salvo. A lo mejor lo había calculado así. En tal caso, si tan bien dominaba su poder, debía andarme con mucho cuidado. De todas formas, tenía por el momento que preocuparme de algo más urgente. Los tontos monstruos indefensos en lugar de aliarse en contra de Hachiro rodeaban a una servidora en busca de venganza. Y uno de ellos, a saber cuál, era mi prometido.

Cada vez caían gotas de lluvia más y más fuerte. Splatc. Plomp. Moriría empapada por el ataque de los descerebrados o de Hachiro y el único que podía salvarme, Ranma, se convertía en un enemigo más sin rostro y -menos ranmesco aún- sin habla. . Plef. Plimp. Splash. Salieron todos volando por los aires, impelidos por mi mazo. El alto y feo, el más regordete y patoso. Y también el que había dejado caer la plimp que solo yo era capaz de distinguir entre las gotas de lluvia. Cayó, gracias a Dios por mi gran puntería, en la piscina de Hachiro, la que contenía la sustancia X correcta. A lo mejor ya era tarde, pero valía la pena intentarlo.

-¿Estás segura muchacha? –preguntó Ikubi-. Sin duda, es una forma de traerle otra vez, licuando la sustancia R que le inyecté con la X pero si ya ha fracasado en dominar una menos poderosa que le ha dejado en ese estado, ¿cómo va a lograrlo con la X y definitiva?

-Con motivación, Ranma puede lograr lo que sea.

Hachiro se avalanzó sobre mí.

-¡HAS PROFANADO MI SANTUARIO! Ahora olerá a Saotome. ¡NO TE PERDONARÉ!

Intenté ponerme en la pose defensiva que tan buenos resultados me había dado antes sin éxito. Su tamaño era tan enorme que fue capaz de cogerme del cuello tan solo con el dedo índice y gordo de la mano derecha. Luego presionó.

-Uno, dos, tres…no creo que llegues a cinco.

No hacía falta aguantar tanto. Ya una coleta asesina que venía precedida por un prometido iracundo, le tiraba al suelo de un solo golpe. Me cogió en brazos con dulzura. Ya en nada se parecía al tonto que se había enojado conmigo y parecía odiarme. Aún sabiendo que era capaz de aguantar eso y mucho más me protegía con suavidad. Como si fuera frágil.

-Dijiste que ya no derramarías más plimps por mí. Y que no intervendrías en mi lucha con Hachiro.

-Soy tu "prometido". Cualquier promesa posterior que interfiera con mi deber de "prometido" queda sin efecto ante la primera y principal: protegerte.

-¿Sigues enojado?

-¿Y tú?

-Sí, pero con él…¿podrías…? Ya sabes…¿Romper tu promesa a lo grande y de paso, romper también cada uno de sus huesos?

-Me dejó sobre una silla.

-Eso está hecho. Tú descansa.

Sin embargo, el demonio de Hachiro había adquirido una velocidad supersónica. Los ataques de Ranma, aún los de truco de las castañas, parecían lanzados en cámara lenta. Uno diez minutos después, Ranma cayó exhausto junto a mí. Magullado, roto y destrozado.

-¡Ja! –resopló un Hachiro invencible. Solo un pequeño hilillo de sangre que caía desde su pelada hasta la nariz podía contarse cómo única herida-. Te he vencido.

Ranma escupió sangre al suelo y apoyó un brazo sobre el otro para ayudarse a levantar la cabeza.

-"Casi" he perdido. No es lo mismo. Y hablando de "casis". ¿Sabes qué ocurre cuando te rodean más "casis" de los que puedes esquivar? ¡Tienes un todo!

Hachiro miró aterrado en todas direcciones. Le rodeaban pequeñas bolas de energía que se acercaban desde todos los ángulos. Los golpes que poco a poco había ido escondiendo Ranma entre los infinitos fallidos, para que su rival no los viera.

Kaboom. Hachiro cayó por fin desplomado y sin fuerzas.

-¿Todos…los puñe…tazos errados han sido…a propósito? Para disfrazar los correctos…es brillante…se trata de una técnica tan poderosa…¿cómo se te ha ocurrido?

-Cortejando a Akane. Las agresiones nunca fueron en vano. De tanto decirlas, cada tanto los estorbos bajaban la guardia y nos permitían una escena romántica sin interrupciones. La acumulación de encuentros aislados derivó en amor, igual que mis golpes en tu derrota.

Dejamos al cosmetólogo atrás, envuelto en sus vapores de derrota y volvimos al Dojo. Esta vez no hubo beso. No hacía falta. "Prometida" y "prometido"después de todo significaba lo que había dicho Ranma, una promesa que ambos sabíamos que íbamos a cumplir. Unos años después, cuando completamos nuestras respectivas carreras, todos nuestros casis dieron lugar a una nueva familia.

Fin-


Historia bonus

¿Qué hacemos?

Creo que no soy el primero que lo nota pero, puesto que la situación amenaza con ser alarmante, me gustaría tratar un tema taboo. LA ACTIVIDAD EN ESTE FANDOM SE HA REDUCIDO EN UNOS POCOS MESES A MENOS DE LA DÉCIMA PARTE. No me refiero a los reviews que es lo que suele preocupar más a los escritores y que desde luego han bajado también, sino a la cantidad de lecturas en general y de fics publicados. Hay ocasiones en las que tengo dos capítulos preparados, por ejemplo, el nudo y el desenlace de un three-shot. Así pues, publico uno y me espero tres días para publicar el final. Más que nada para darle tiempo a la gente a leer. Sin embargo, resulta que entre mi primer capítulo y el segundo solo me encuentro con tres o cuatro de otras personas. Hace ocho meses, en ese lapso podían aparecer hasta cuarenta. Obviamente el descenso de actividad es normal dado el tema antiguo que tratamos. Ya dudo que nadie consiga tener 150 favoritos o más como los mejores fics iniciados entre 2007 y 2009, simplemente porque la cantidad de lectores constantes ha descendido en estos cinco años.

Sin embargo, noto ciertos síntomas de estancamiento. Menos lectores de habla inglesa, menos lectores nuevos, menos lectores de otros fandoms que han extraviado el rumbo momentáneamente, etc.

Generalmente miramos para otro lado y decimos: "es lo normal" o "es temporada baja" o "la gente tiene un vida real que en estos momentos le está distrayendo", "ya publicarán, comentarán o leerán en cuanto puedan". Esto es verdad pero ya pasaba también antes. Los lectores y escritores del pasado también tenían vida real y si no podían leer unos, pues leían otros y si no podía publicar uno, pues publicaba otro. La realidad es que se ha desacelerado el ritmo de publicación y por tanto el de lectura y una cosa va llevando a la otra. A menos lectura, menos escritura y a menos escritura, menos lectura. El círculo ya no se retroalimenta como antes.

Mi propuesta para renovar este mundillo sería "colaborar" y "abrir horizontes". Por "colaborar" me refiero a cosas como tener por costumbre acudir a "betareaders". No se trata de que el corrector se ponga en plan pedante y diga: "Como yo escribo mejor que tú, te doy directrices para mejorar". Solamente con señalar los errores más recurrentes a quién lo pida, el escritor novato mejorará, ganará en prestigio y se revitalizará el sentimiento de comunidad que vamos perdiendo poco a poco. Desde luego, sin Minefine7 de betareader no llegaría ni a la esquina. Otra forma de "colaborar" es que los lectores se comprometan más en el apartado crítico. En mi caso, aunque tímido, tengo la autoestima alta. Por supuesto, si me criticáis una tontería como que Shampoo aparece poco os diré "ajá" y miraré para otro lado pero si me señaláis un error verdadero como que "Ibuki" es nombre de chica y no de chico, me alegraré y lo solucionaré. No temáis ofenderme. Solo existe una forma de saber si lo que escribimos gusta o es necesario enderezar el rumbo: la palabra del lector.

Y por "abrir horizontes", me refiero a publicar en otros fandoms para atraer lectores y escritores al nuestro: "Inuyasha" sería un buen comienzo. O mucho mejor, conseguirnos alguien que nos traduzca al inglés. Comparados con los fics en inglés, los escritos en castellano no llegan ni al 30 por ciento del total. Y la cantidad de lectores crecería exponencialmente. He visto casos en inglés de gente que tiene 200 reviews y 400 favoritos y yo me pregunto, ¿cómo es posible? ¿Cómo puede tener tal cantidad de favoritos y solo la mitad de reviews? La respuesta es obvia. Hay mucha gente que sabe leer en inglés pues es su segunda lengua pero no escribir. Por tanto leen, les gusta, agregan a favoritos pero luego no comentan. ¿A que sería lindo que nos leyeran además de en Estados Unidos, Inglaterra o Australia, en Alemania y Francia por ejemplo? De seguro allí hay un montón de lectores potenciales que no entienden español pero sí inglés.

Seguro que hay muchas otras ideas geniales que se os ocurren a vosotros. Espero que las compartáis.

Lo que está claro es que a este nivel de descenso participativo, la cosa será más difícil de reconducir en un par de meses si no hacemos algo antes.

Y no es por levantar el dedo acusador sin pruebas pero creo que tengo una idea bastante clara de quién es el culpable de esto: RUMIKO. Tendría que habernos dejado un final más abierto aún, para que el trauma en lugar de durarnos solo 17 años, durara al menos cincuenta. ¿Siempre es culpa de ella, no?

Fin de la historia bonus.


Comentarios

Estimada Massy13 (cap. 64). Me alegro de que te gustara el final. Seguramente es efecto del retraso en la lectura. El suspenso todo lo puede.

Estimada Massy13 (cap. 65). Intuyo que repruebas las capacidades deductivas de la intuición masculina.

Estimada Massy13 (cap. 66). Minefine7, Gohan y yo somos zurdos también. Bulmita es ambidiestra (pega igual de fuerte con una que con otra mano)

Estimada Massy13 (cap. 67). Aunque Minefine7 no es muy llorona podría escribir un librito o dos sobre sus llantos. Obviamente sobre los de Bulmita, sería un tomo enciclopédico.

Estimada Miztu-chan. Ikubi, Ibuki. ¿Qué más da?

Estimada Ai. El especial 70 es todo también desde la visión de Akane. Paciencia; ya llegará.

¿Sabes que aquí se llaman "Las supernenas"? Aunque prefiero el nombre latino.

No es definitivo ni seguro, quizá tenga alguna que otra recaida pero el nacimiento de Ikubi es el principio del fin de Hachiro e Ibuki. Dadme tiempo para que haga el duelo.

Espero que ya te encuentres mejor. Al final los días malos se pasan y olvidan. Cuídate.

Estimada Minefine7. Finalmente, de tanto hablar de gemelas, me salió una gemela de Ibuki. Tu culpa.

Estimado Hikarus. Tienes razón. Al final, aunque lo prometa, Ranma simplemente no puede dejar de lado un desafio. Espero que te haya agradado el desenlace.