Capítulo 4Mejores Amigas
Ya habían pasado meses desde que comenzaron las clases, pero a mí me parecían años. Todo era más de lo mismo; tareas, proyectos, trabajos en grupo, lecturas y ejercicios. Para mi gran sorpresa, muchos estudiantes querían trabajar conmigo en más de una ocasión, y no creo que fuera sólo para ayudarles a sacar una buena calificación. Los trabajos en grupo eran los más fáciles de soportar. Podía estar segura de que Michiru estaría en mi grupo y tambien podía darle una oportunidad a otro estudiante interesado en unirse. Al parecer, aquellos que eran amigos se tomaban turnos en trabajar conmigo y sabían de memoria cuándo había sido la última vez que trabajamos juntos y cuál había sido el proyecto. Parecía que mi pequeña acción al entrar al salón en el principio del semestre me había ganado puntos de popularidad no sólo con los estudiantes de mi salón, si no que con toda la escuela! Mis actos en la clase de Educación Física tambien mantenían mi reputación a flote.
Esperábamos con mucha emoción nuestros primeros ejercicios para la clase de Educación Fisica. Lo único que hicimos los primeros meses fue aprender en qué juegos participaríamos y sus respectivas reglas. Michiru, Akemi y hasta la misma Junko querían saber si alguien notaría mi verdadero género con el uniforme asignado para la clase. Al parecer, el único deseo de Asuka era tratar de derrotarme. El uniforme estaba formado por pantalones cortos color azul y una simple camiseta blanca con la insignia de la escuela. Los uniformes de los chicos y de las chicas no se diferenciaban en nada. Nos entregaron los uniformes y todos los demás estudiantes fueron a los vestidores a cambiarse mientras que yo me quedé en el salón con el pretexto de querer revisar algo para la próxima clase. Cuando pude verificar que todos estaban en la cancha de baloncesto empezando con sus calentamientos, me apresuré a los vestidores de los varones para hacer mi cambio de ropa.
No se por qué, pero me gustaba un poco más fingir que era varón. Quizás era que ya me había acostumbrado a que todos me trataran como uno de los chicos. Me trataban mejor de lo que hubieran hecho si supieran que era una niña que vestía como niño, eso es seguro. O tal vez era el hecho de que me sentía más cómoda al coquetear con las chicas de la escuela sin que pensaran mal de mi... Si, me gustaba coquetear con las chicas de la esuela. Me sentía como una mujer con todas las armas que los hombres poseen a la hora de conquistar a alguien. Estaba segura de mí misma, segura de que todo me saldría bien, porque yo tengo algo que ellos no. Tengo el conocimiento de lo que las mujeres enamoradas desean escuchar y cómo quieren que las traten; sé lo que en verdad buscan. Sin embargo, esto si era difícil a veces. No porque los demás podían descubrir mi identidad en cualquier momento, no he hecho nada que alguien pueda lamentar después, si no que en ocasiones se me llegaba a hacer dificil verificar cuáles eran mis verdaderos sentimientos en la situación. Estaba en esa edad en la que muchos empiezan a definir qué dirección tomarán sus vidas, al menos en sentido romántico.
En ocasiones me encontraba sintiendo cosas que una chica como yo no debería sentir, pensando cosas que no eran normales para los demás. Esos sentimientos y pensamientos surgían cada vez más mientras cierta chica se encontraba cerca. No podía dejar de pensar en ella mientras estaba en mi casa. Ella era la única razón por la cual quería seguir asistiendo a la escuela. Claro que yo era una estudiante de buenas calificaciones, y mi conducta y todos mis actos en los deportes eran excepcionales, pero eso no es todo lo necesario para que un estudiante sea bueno. Pasaba todo mi tiempo libre pensando en temas dignos de su atención para nuestras futuras conversaciones, cosas que quería mostrarle y hasta alguna manera de invitarla a salir algún día.
Todos estos planes se esfumaban entre mis dedos en la próxima vez que nos veíamos. Me convertía en un saco de puros nervios cuando la veía llegar, cuando me hablaba por primera vez en el día o tan siquiera si me miraba directamente. Mi otro problema era que enverdad nunca estábamos solas. Akemi, Junko y Asuka siempre estaban cerca, y parecía que observaban todos nuestros movimientos. Solo teníamos tiempo para nosotras solas cuando debíamos hacer algún trabajo en la biblioteca, pero ese no es un lugar en el que te gustaría que te pillaran tratando de invitar a una niña a salir. Otras oportunidades que se presentaban eran cuando la acompañaba a esperar el autobús, el cual la llevaría a su casa y lejos de mi hasta el próximo día, pero simplemente estábamos muy cansadas para formar cualquier tipo de conversación con algo de sentido. El teléfono estaba fuera de mis opciones, ya que mi madre al fin y al cabo se topó con la buena sorpresa de que su hija hablaba con una amiga desconocida hasta las altas horas de la noche. No quiero recordar el sermón que me dieron ese día. Duró por varias horas...
Creo que me tardé demasiado cambiándome el uniforme y pensando en mis fallidos intentos, pues los varones ya estaban jugando un poco bajo la supervición del entrenador. Bajé rápidamente a la cancha y me topé con algún chico de un grado superior. Era un poco más alto que yo, con cabello y ojos oscuros y piel un poco pálida. Lo había visto en varias ocaciones durante mis tardes en la biblioteca pero nunca le había dirigido la palabra. Nunca le hablaba a nadie de algún grado superior al mío, no mientras pudiera evitarlo. Se que suena estúpido, pero cuando entré a está escuela me digeron que los de grados más altos solo buscaban entablar amistades con los menores para luego utilizarlos de forma egoísta o burlarse de ellos a espaldas de todos. Yo no podía darme el lujo de que alguien además de mis amigas supiera mi 'terrible' secreto. Prefería ser el 'chico' a quien todos admiraban desde lejos pero mantenía su aura misteriosa. Eso, y que a las chicas les encantaba el suspenso...
Como estaba sumergida en mis pensamientos, tropecé con dicho joven y no pude evitar hablarle. Tenía que disculparme, no? Además, él tambien estaba lleno de misterios para mi y no me gusta dejar las cosas así por mucho tiempo.
"Discúpeme, Sempai. En verdad no lo ví. Estaba pensando en algo y se me nubló un poco la vista" Después de mi tonta disculpa, me preparé para lo peor. Vaya sorpresa cuando mis nervios fueron asegurados por una tierna sonrisa.
"No te preocupes, Tenno-san. Son cosas que a mi también me pasan todo el tiempo. Mejor deja de disculparte y apresúrate a la cancha, creo que esperan por ti." Su voz era bastante masculina, pero no como la de cualquier otro chico. Tenía un gentileza bastante peculiar. Y su manera de utilizar amabilidad en vez de un regaño, como creo que hubiera escogido otro, me dejó un poco intrigada.
"Gracias por entenderme, Sempai. Que tenga buenos estudios en la biblioteca." Si nadie lo sabía hasta el momento, se hubieran dado de cuenta en lo torpe y nerviosa que me convierto cuando hablo con alguien a quien no conozco. Con otra sonrisa cálida de parte del chico, éste se marchó efectivamente a la biblioteca. Ahí es donde pasa sus horas libres la mayoría del tiempo y probablemente sea ahí donde lo conozca más a fondo.
Después de una larga clase de Educación Física llena de agotadores entrenamientos, nos dirigimos a las duchas. Bueno, los demás se dirigieron a las duchas mientras yo seguía lanzando la pelota par de veces como escuza para no tener que ducharme con los chicos. Tengo de seguro que muchos quedaríamos traumados por los descubrimientos que tomarían lugar ahí. Esto me pasa mucho, sumergirme en mis pensamientos de la escuela y otros asuntos personales cuando practico algún deporte, pero siempre termino con buenos resultados. Lo único en lo que tenía que trabajar era en tratar de no asustarme tanto cuando alguien se acercara, como me sucedió poco tiempo después de varios intentos victoriosos.
"Casi me matas con esa pelota, Haruka-kun. Debes estar más alerta o le vas a hacer daño a alguien." Grandes ojos color azul me miraban con algunos restos de sorpresa mientras la chica trataba de recupar su aliento. No sé en verdad si era por el susto o por el ataque de risas que le dió después de ver mi cara de asustada. Su risa siempre me dejaba con un sentimiento de inmensa felicidad.
"Lo siento, Michiru-chan. En verdad me concentro mucho en el deporte que practico en el momento y pierdo conocimiento de mi alrededor." Estaba colorada como tomate por el pequeño incidente y porque Michiru tenía algunos de sus hermosos rizos mojados por la ducha.
"No te preocupes, no hubo accidente... todavía." Volvió a reir al ver mi intento de poner cara de preocupada u ofendida. No recuerdo. Michiru a veces me hacía olvidar varias cosas. "Solo vine hasta aquí para avisarte que ya puedes utilizar las duchas." Dijo esto último con un sentido de orgullo, como mensajero que termina un buen trabajo. Yo solo sonreí.
"Muchas gracias, Michiru-chan. Debo agradecerte de alguna manera por todo esto. Solo avísame cuando necesites algo." Terminé tirándo una de mis ya famosas guiñadas y sonrisas. No me gustaba utilizar esos gestos con ella. Eran resevados para conseguir lo que quería de los demás, algo de lo que comenzé cansarme rápidamente. Yo, "el gran patán manipulador", no quería ver a Michiru como alguna de mis numerosas víctimas. En verdad quería dedicar cada una de mis sonrisas y gestos sólo para ella, sin motivos escondidos.
"Ah, bueno... No te preocupes, Tenoh-kun. Estoy segura de que encontraré alguna manera para que me pagues estos favores. Se ponen bastante difíciles aveces." Esá sonrisa pícara estaba en sus labios una vez más. Esa sonrisa que también era utilizada para sus propios propósitos egoístas. Mi temor a ser simplemente utilizada como yo misma utilizo a los demás. Ser utilizada por ella sería devastador para mi. Una de las razones por las cuales temía demostrarle mi verdaderos sentimientos. Pero, cuáles son mis verdaderos sentimientos por Michiru?
Al parecer lo había hecho otra vez, por que lo próximo que recuerdo es una de sus hermosas manos en mi rostro y la sensación de cómo mi piel se calentaba mientras un intenso colo rojo ocupaba mis mejillas. Ambas nos alejamos por instinto, como hacemos en otras ocaciones, y tomamos direcciones opuestas sin decir una palabra. Ella se dirigió al salón de Educación Física a buscar sus pertenencias mientras que yo me dirigía a las duchas, un nuevo torbellino de pensamientos formándose a causa de aquella simple caricia.
Verdaderamente frustrada, me tardé lo suficiente como para no levantar sospechas pero no lo suficiente como para calmar mi corazón. Busqué mis cosas y escuché que nuestro próximo profesor estaba ausente por razones que ahora no recuerdo. Como Michiru no estaba cerca, supuse que estaba con alguna de las chicas y me dirigí a la biblioteca. Casi vacía excepto por algunos niños estudiosos o dormilones, me pareció el lugar perfecto para tratar de organizar alguno de mis pensamientos. Tomé un asiento cerca de una ventana en la parte de atrás del desolado lugar y escogí un libro al azar para pretender que estaba leyendo y así aumentar las posibilidades de no ser molestada. Pasaron algunos minutos en completo silencio y cuando creí que al fin había encontrado un manera de estar sola por largos periodos de tiempo, una voz poco conocida me sacó de mi trance.
"Te gusta leer mucho, Tennoh-san?"
"En ocaciones, pues si." Respondí mirando hacia arriba, verdaderamente aliviada de encontrar al estudiante de hace algunos minutos sonriéndome.
"Eso es bueno. Pero, una sugerencia?" Ascentí con la cabeza un poco dormida, otorgándole permiso para continuar. "Creo que sería mejor si lees el libro de otra forma."
Cualquiera en mi posición se hubiera sonrojado y hubiera deseado no estar ahí en esos exactos momentos, pero yo simplemente reí fuertemente, ganando un severo regaño de parte de la bibliotecaria. Desde que tomé aquel libro en mis manos nunca me fijé en el hecho de que estaba al revés y mucho menos de que era de mi materia menos favorita, Japonés Moderno. El estudiante misterioso y yo reimos en casi suspiros por unos segundos hasta que al fin me armé de valor e hice la tan esperada pregunta.
"Sempai, usted conoce al menos mi apellido pero, yo de usted solo entiendo el hecho de que le gusta estar aquí en la biblioteca. Me podría decir algo más sobre usted?" En esos momento me sentí como una adolescente hablando con su sempai soñado por primera vez. La situación no hubiera sido tan diferente si él no pensara que soy chico y si en verdad hubiera sido mi sempai soñado. Tales cosas, como chicas soñando con chicos mayores y apuestos, sólo me daban ganas de no volver a ver ninguna telenovela o película juvenil en mi vida.
"Bueno, suena como algo justo. Soy Utada Takashi, catorce años, grado nueve, miembro del Club de Biblioteca, y me gustaría ser fotógrafo algún día." Dijo todo esto con su cálida sonrisa tomando turnos en mirarme a los ojos y luego a mi libro ya olvidado.
"Buena presentación. Soy un poco curioso, Utada-sempai. Cómo sabe tanto sobre mi y es sólo ahora que me entero de algo de usted?" Mi curiosidad en verdad había aumentado al enterarme más sobre Utada-sampai. Aveces soy de esas personas que no se satisfacen si no tienen todos los detalles. Me encontraba en una de esas ocaciones.
"Eres un estudiante con una fama bastante amplia, Tenoh-san. Todas las chicas de mi salón hablan de ti. Tienes a algunos de los chicos curiosos. Nos gustaría saber cómo es que un joven como tú tiene la atención de la mayoría de la población femenina en el cuerpo estudiantil." Dijo esto con un rostro y un tono completamente distintos. Creo que mi curiosidad al fin está metiéndome en problemas.
"Bueno, pues yo... Eh..." En verdad no sabía que decir. Me ha tomado por sorpresa con esa noticia de que chicas mayores que yo están interesadas en mi. Creo que esto está bastante serio. Es acaso Utada-sampai algún chico molesto porque la chica en quien está interesado piensa sólo en mi? Qué me espera en el día en el que todos aprendan sobre mi verdadero género?
Mis pensamientos llenos de futura histéria fueron interrumpidos por una sonora carcajada de parte de Utada-sempai. Poco después fue silenciado por la bibliotecaria, quien llevaba una expresión de enojo y desilución al encontrar a alguien de su club rompiendo las reglas de la biblioteca. Utada-sempai trataba de calmarse mientras yo trataba de borrar mi cara llena de sorpresa. Tantas preguntas pasaban por mi mente en esos momentos que apenas pude ver a Michiru entrando sola a la biblioteca. Me miró, dirigió una sonrisa hacía mi y se movió a una parte de la biblioteca que no pude ver desde mi asiento. La sonrisa que utilizó hace unos segundos parecía algo triste. Decidí encontrar la razón a eso después de terminar la conversación con Utada-sempai. Sentía que me miraban y poco después Utada-sempai se dirigió a mi.
"Siento mucho el haberme reido de esa forma, Tenoh-san. Es que tu cara me hiso pensar que talvez te asusté un poco. Pero lo que digo es verdad. Las chicas de mi edad se interesan mucho en ti y los otros chicos no están muy felices. Yo, sin embargo, quiero saber..." Bajó su tono de voz a tal extremo que tuve que esforzarme para escuchar el murmuro de sus próximas palabras. "cómo es que una chica como tu logra engañar a todos con tanta facilidad?"
Tuve que luchar conmigo misma para no gritar de horror. Alguien más sabe sobre mi identidad y es alguien a quien a penas conozco. Un estudiante mayor que yo sabe sobre mi secreto y puedo utilizarlo en mi contra. Ese estudiante... me sonríe con la misma sonrisa cálida de antes. En su rostro perfecto entendimiento de mi situación y aceptación. En sus ojos la llama de la evidente confianza que puedo depositar en él... y yo poniéndome poética ahora! Su próxima acción me toma por sorpresa y me asusto un poco, él solo me sonríe. Coloca su mano sobre la mía y acerca su rostro a sólo centímetros de distancia antes de hablar en voz baja.
"No te preocupes, Tenoh-san, tu secreto está seguro conmigo. Sólo espero que algún día puedas contarme sobre tu desición."
Segundos después, Michiru salió de la biblioteca rápidamente sosteniendo su kaban muy cerca de su pecho y con su mirada pegada al suelo. Cualquiera hubiera podido dejar pasar por alto esos pequeños detalles, pero ella era demasiado importante para mi. Su mirada era muy diferente a la que llevaba cuando entró. Estaba demasiado triste, casi al punto de derramar lágrimas por esos hermosos ojos que me torturaban en sueños que llegaron casi todas las noches desde que la conocí. Me disculpé con Utada-sampai, el hecho de que mi mejor amiga estuviese llorando demasiado fuerte como para poder ignorar, y salí a buscarla. Simplemente el por qué de su tristeza era suficiente como para tranquilizarme un poco. Si tan sólo supiera por qué estaba triste, podía buscar alguna forma de remediarlo. El pensar de que alguien se hubiera atrevido a hacerle algo en mi ausencia me llenaba de rabia. Si ese era el caso, el pobre bastardo debería prepararse para rogar su perdón y aceptar justo castigo ante mis propias manos.
Como era la hora de salida, mi búsqueda fue interrumpida por el torbellino de rostros y voces que desalojaba los salones en esos momentos. Mi desesperación crecía con cada segundo que pasaba sin rastro de Michiru. Tenía que tratar de encontrarla antes de que su autobús llegara y se llevara consigo alguna oportunidad de saber que la entristecía a tales extremos. Michiru era una chica fuerte, más fuerte que cualquier otra que conocía, incluyendo a Asuka. No demostraba cuando algo la incomodaba, siempre se hacía cargo de sus propios problemas con tal de no estorbar a los demás. Cuánto daría por hacerle entender que yo no soy como los demás. Hacerle entener que me interesan sus problemas, sus pensamientos, sus logros y fallas, su vida. Decirle que me muero por hacerle entender que... dejarle saber cuánto la amo.
Cuando los autobuses llenos de nuestros compañeros se marcharon, creí ver una cabeza adornada por rizos color acuamarina cerca de la salida principal de la escuela. Yo estaba cerca del estacionamiento de los maestros, que queda al otro lado de la escuela, pero sabía que mi vista no fallaba y que en verdad era ella. Olvidándome de que mi uniforme no estaba hecho para tal cosa y que llevaba conmigo mi kaban, corrí lo más rápido que pude hasta llegar a mi objetivo. Correr es mi deporte, es cuando estoy en mi elemento. Sentir como el viento juega con mi cabello y acaricia mi cara es una de las cosas que más anhelo en esta vida mortal. No, lo que más quiero en esta vida es ser el viento. Ser libre para hacer mi voluntad, ir y venir cuando lo crea correcto, no dejarme ser atrapada por las reglas y costumbres de un mundo no comforme con sus habitantes. Ser libre de toda atadura es mi sueño. Un sueño que en esos momentos estaba lista para dejar si de eso dependiera la felicidad de Michiru.
Cuando llegué donde se encontraba Michiru, mi cabello estaba parado en todo tipo de lugares y estilos, dándome un apariencia extraña. Mi rostro ardía y sudaba con exceso mientras trataba de recobrar el ritmo normal de mi respiración. Michiru me miró con una cara rara, sus ojos todavía con esa sombra de tristeza en ellos, antes de hablar en un tono distante y tan diferente al que moraba en su voz normal.
"El autobús ya se ha ido, llevándose consigo a tu nuevo amigo. Tendrás que ir a tu casa a pie o llamar para que tu padre te recoja." No me miró para nada mientras hablaba. Era como si quisiera ignorarme, como si eso la hiciera sentir mejor de alguna forma.
"Sabes que no tomo el autobús y que mi padre trabaja hasta después que yo llego a mi casa. Y, qué es esto de un 'nuevo amigo' eh?" En verdad quería saber qué le incomodaba tanto de mi precensia si pasamos todo el grado pasado esperando juntas por su autobús y el principio de este semestre.
"Utada-sempai. El estudiante de noveno grado con quien hablabas en la biblioteca." Todavía se negaba a mirarme.
"Al parecer yo era la única que no lo conocía. Es acaso una mala persona? Suenas algo molesta por el hecho de que he hablado con él." Ya me estaba desesperando un poco pero aún así intenté buscar algo para conversar.
"No es mala persona. Es solo que debes tener cuidado que no revele tu verdadera imagen, Haruka-chan." Ahora estamos con 'chan' otra vez? Aveces me confundes, Michiru.
"Ahora perece que te molesta que la gente se entere de que en verdad soy mujer. Hay veces en las que no las entiendo a ninguna..." Me estoy irritando rápidamente pero tengo de seguro de que Michiru me dirá directamente por qué está triste.
"No me molesta que la gente lo sepa! Solo me preocupa lo que te puedan hacer si saben que los has engañado. Me preocupo por ti, baka..." Esto último lo dijo en lo que pareció un suspiro. Su tristeza es visible ahora, sus ojos casi desbordados con lágrimas que se niegan a caer.
"Michiru-chan... No sabía que te preocupaba tanto. No dejes que mis problemas te molesten. No quiero que gastes ni una sola lágrima por mi en este asunto." Traté de sonreirle para alegrarla un poco. Sus ojos me evadieron y sus mejillas tomaron un poco de color. Al parecer sus ojos habían encontrado algo intresante en el suelo, pues se negaba a mirarme.
" No voy a llorar por si te descubren..."
" Y entonces?" Acaso hay algo más que la molesta?
"Son problemas... personales. No quiero hablar de eso ahora, si no te molesta."
"Por supuesto que no me molesta. Solo ten en cuenta que simpre estaré aquí para ti si quieres hablar. Somos... mejores amigas... Verdad?" Quizás mis ojos delataron mi deseo de una respuesta positiva porque Michiru secó esas lágrimas que nunca bajaron y me sonrió.
"Si, Haruka-kun, somos mejores amigas."
En esos momentos pude ver el autobús que nos separaría por unas cuantas horas hasta nuestro reencuentro el próximo día. Tomé su kaban y la acompañé hasta la puerta del autobús. Estaba a punto de subir cuando no pude detenerme y tomé su mano con la mía, sintiendo como ambas temblamos por el contacto repentino. Michiru me miró con algo que no pude distinguir como sorpresa, nervios o esperanza así que decidí soltar esa pregunta que tanto me había molestado.
"Michiru-chan. Si no estás ocupada este sábado... Quieres ir al cine conmigo?" Mordí mi labio inferior inconscientemente esperando su respuesta.
"Me encantaría, Haruka-kun. Pero primero debo consultarlo con mi madre."
"Está bien. Por favor llámame con tu respuesta." Creo que sonreí como una loca en esos momentos. En parte si estaba loca. Loca, pero de felicidad.
Le di un último apretón a su mano antes de soltarla para cerrar la puerta del autobús y puedo jurar que el conductor me sonrió y hasta me guiñó un ojo en felicitaciones silenciosas. Después de asegurarme que la puerta estaba cerrada pude ver como mi mejor amiga se alejaba hacía su casa, dejándome a mi parada en la entrada de la escuela con un corazón que parecía latir a mil por hora y una sonrisas que parecía hacer que mis labios visitaran mi orejas.
Ese día supe que tenía una mejor amiga cuando en el fondo ya quería mucho más...
Fin del Capítulo
Próximo capítulo: Después de Aceptarlo (Ya que Haruka ha aceptado sus sentimientos por Michiru, podrá vivir con su silencio?)
Notas de la Autora
Lamento la tardanza, queridos lectores. No tengo excusas, excepto el hecho de que he perdido a alguien muy especial en mi vida. Por ella vivía mi días esperando un mañana y sin ella voy por este solitario camino esperando un fin que no llega. Mi koibito, mi Michiru, ha fallecido y lo único que puedo hacer es contar nuestra historia atrevés de este fic. Espero que sigan leyendo nuestra historia y que sea de su agrado. Dejen reviews si quieren más. Siempre dejen saber a sus seres amados cuánto los quieren. Besos y abrazos.
