Capítulo 6 Celos y Sospechas

Estábamos en el segundo semestre del octavo grado, esperando que fuera al menos tan interesante como había sido el anterior. El semestre anterior había tenido un buen porcentaje de oportunidades para todo el cuerpo estudiantil. Muchos aprendieron cosas nuevas sobre las materias que cursábamos y creían estar listos para pasar al noveno grado pronto. Otros habían hecho nuevas amistades mientras conservaban las de grados anteriores. Yo, me encontraba cada día más pendiente de la misma persona. Hablaba todos los días por teléfono después de hacer las asignaciones, salía al cine los fines de semana disponibles, entrenaba mi cuerpo para tratar de lucir en forma para esa personita tan especial. Creía estar enamorada, creía que cualquier día sería perfecto para confesar mis sentimientos. Gracias al cielo, no me había llegado el valor tan necesario. Debía pensar mejor las cosas, la chica no mostraba muchas señales de querer algo más que una amistad.

Me encontraba parada en uno de los pasillos de nuestra escuela, lista para salir hacia el portón principal tan rápido como llegara cierto autobús privado. Ese autobús que traía consigo a una de mis mejores amigas y a su vez, la única persona que me interesaba en esos momentos. Una chica de cabellos color aquamarina y profundos ojos azules que me controlaba con tan solo una mirada o un gesto. Ella, que sin saberlo, es querida y anhelada por este corazón inquieto y adolorido. Inquieto por los deseos de verla y de algún día confesarle todo lo que siento y adolorido porque, en el fondo, sabe que esos mismos sentimientos no serán correspondidos. Cómo es posible que alguien tan frágil, tan inocente, tenga este poder absoluto ante un ser de carácter volátil y explosivo? Cómo es que ella es dueña de mi alma sin al menos imaginarlo?

Después de haber esperado por más de una hora, impaciente al ver que su autobús no llegaba, me dirijí al portón para ver qué más había de nuevo. Los mismos rostros que siempre había visto, pero a cuales dueños no había conocido. Las mismas voces que antes había escuchado pero nunca había atendido. Es acaso todo así de monótono siempre, o solo cuando decido prestar atención? Sabía que estaba mal depender tanto de una sola persona, pero ella era la única que en verdad lograba que mis ojos y mi corazón notaran la diferencia en este mundo estudiantil. Solo su voz merecía ser escuchada por mis oídos, solo sus ojos merecían ver su reflejo en los portales de mi alma. Solo ella me hacía sentir tan poeta! En serio, si me da otro episodio poético al pensar en ella o al verla, confesaré mis sentimientos en el momento y el lugar!

Nisiquiera podía ver a mis otras amigas ahí, para qué quedarme más tiempo? Cansada de hacer nada en absoluto, me dirijí a la cancha de baloncesto. Seguramente encontraría algo de interés en ese lugar. Algún juego de práctica, noticia de última hora, recordatorios de un examen. Cualquier cosa bastaba para mantenerme ocupada hasta que lograra localizar a alguna de mis amigas, preferiblemente mi interés personal. Es raro que ocurra algo fuera de lo habitual a estas horas de la mañana, pero no hacía daño hechar un vistazo.

Como era de esperarse, había un juego en proceso cuando llegué. Algunos chicos de mi edad jugando en contra de otros de grados superiores. La infinita rivalidad de juventud versus experiencia en toda su gloria. Al parecer, muchos habían dejado sus apuestas en los estudiantes de los grados superiores. Si no era porque en verdad pensaban que tenían talento, era porque se sentían intimidados por lo que pensaran los demás. Quién apostaría a favor de algunos novatos que apenas sabían diferenciar cuál era su parte de la cancha? Al parecer, yo era la única persona con esperanzas para los nuevos retadores.

El juego no era muy interesante que digamos. Una simple pelea por el balón con un poco de coreografía añadida. Pude reconocer a algunos de los jugadores y decidí unirme al coro que llamaba sus nombres en algún momento determinado. En verdad no importaba quién o de qué grupo, solo quería dejar escapar un poco de presión. El no ver a mi mejor amiga a la hora de costumbre me tenía un poco preocupada e irritable. Lamentablemente, los chicos de mi preferencia estaban siendo masacrados. La experiencia y el conocimiento pueden llegar a sobrepasar la juventud y energía. De qué te sirve tener tanta fuerza, si no sabes cómo utilizarla a tu ventaja?

A punto de finalizar el juego, dirigí una última mirada a los rostros de los estudiantes presentes. Todo, al igual que en la entrada a la escuela, me parecía monótono y aburrido. Estaba a punto de alejarme cuando fijé mi mirada en una cabellera de color inusual. Esos hermosos rizos que imitaban al océano me llamaban la atención sin importar el lugar o la situación. Me moví un poco para tratar de ver el rostro de la dueña del cabello acuamarina y mi recompenza fueron los ojos azules que atormentaban mis sueños. Esos ojos que me habían cautivado en silencio desde que los miré fijamente, aquellos que deseaba ver llenos de amor hacia mi. En esos momentos, se encontraba en ellos el brillo de un amor floreciente. Era un amor que hacía que esos ojos se pegaran a la cancha de baloncesto y no hacia mi.

Estará mi visión en lo correcto? Los ojos de mi diosa, emanando amor silencioso hacia alguien en el juego que estaba por acabar, su atención sin ser dividida. Suspiraba al ver cada movimiento hecho por los jugadores. Se emocionaba al ver que el grupo de los estudiantes superiores anotaba punto tras punto. Sin duda alguna, le atrae alguno de los jugadores. Eso es bastante obvio, incluso con la distancia entre nosotras, pero quién? Quién me robaba de alguna oportunidad con mi musa? Quién era el afortunado idiota que recibía tantos amores sin darse de cuenta?

Me dirijí a su lado, dispuesta a saber más sobre este reciente descubrimiento. Sin mucha dificultad, me senté a su lado y esperé que me prestara la atención que por derecho merezco. Atención de mejor amiga, pero atención de todos modos. Segundos alargados como eternidades transcurrían y lo único que recibo es un grito de parte de su boca, no hacia a mi, si no que hacia la cancha. Lo único que pude escuchar es un "Ganbatte" que sale emocionadamente de sus dulces labios. Para quién es dirigido? Si hubiera sido yo en aquel juego, me hubiera gritado lo mismo? Con más ánimo y emoción, o forzado y por deber? Aclaré mi garganta, preparándome para hacer mi presencia reconocida.

"Michiru-chan?" Mi voz era casi inaudible gracias a los gritos de parte de la mayoría de las féminas en el grupo. "Michiru-chan, cómo estás?"

"Haruka-kun? Hola. No sabía que habías llegado. Cómo estás?" Al fin me dirige la palabra, pero no como esperaba. En lugar de la sonrisa cálida, como la que recibía todas las mañanas desde hace un año, recibí una sorisa fugaz y una mirada distraída. Su atención regresó a la cancha por completo cuando terminó de articular las útimas sílabas.

"Estoy aquí desde temprano. Te esperaba frente a la entrada, como de costumbre, pero ya estabas aquí." Dije, con tono casual. No sería bueno demostrar cuánto me incomodaba no ser el centro de sus atenciones.

"Oh, lo siento mucho, Haruka-kun. Mi madre decidió traerme a la escuela esta mañana." Su madre? Nunca la he conocido, trabaja mucho y casi nunca viene a la escuela. Mi mejor amiga nunca causa problemas, asi que no creo que esa señora tenga razón para venir muy seguido.

"Michiru-chan, las clases comenzarán pronto. Has desayunado algo?" Preocupación evidente en mi voz, mis ojos pegados a su rostro en busca de alguna señal de que me escuchaba.

"Si, he desayunado. Comí algo antes de que mi madre me trajera a la escuela. Gracias por preguntar de todos modos." Qué demonios le pasa? Normalmente no es así.

"Bueno, yo no he comido nada. Te gustaría acompañarme a comer? Si no estás muy ocupada, claro..." Mi corazón acelerado, anticipando su respuesta.

"Es que le prometí a Yoriko-chan quedarme con ella hasta el principio de las clases de hoy, Haruka-kun. Está muy entretenida observando el juego, sabes? Y, debo admitir, está muy interesante." Nisiquiera me miró al rostro como acostumbraba hacer. Y quién es Yoriko-chan? Acaso es alguna de sus amigas que no conozco?

"Michiru-chan, mira! Kenji-sempai anotó otro tiro!" Gritó una niña al otro lado de Michiru. Es esa Yoriko-chan? La he visto antes, saludaba a Michiru casi todas las mañanas. Es una chica un poco alborotosa, sus calificaciones en medio, no muy buenas ni tan malas. Sus vivos ojos azules y su cabello castaño claro la hacen muy atractiva, pero no de mi gusto. Mi corazón y mis ojos ya tienen dueña, aún si ella misma no lo sabe.

"Es bastante bueno, verdad? Es prácticamente el que hace que su equipo lleve la delantera..." Michiru le contestó segundos después, aplaudiendo al unísono con los demás del público. Cómo es eso de que el tal Kenji-sempai tenga a su equipo a la delantera? El baloncesto es un juego de equipo, un solo jugador no puede llevar el balance del juego.

Claro, el chico es rápido, con cuerpo atlético y buenos reflejos, pero no puede ser el único jugador bueno en el grupo. Solo recibe el balón de los demás jugadores y anota unos cuantos puntos. Necesita de los demás para anotar, no podría sobrevivir en esa cancha él solo. Apuesto a que podría anotar más puntos que él en un juego, uno a uno. No sería la gran cosa sin sus compañeros. Vaya jugador estrella que podría ser...

"El juego está a punto de terminar, justo a tiempo para entrar a clases. Qué dices si nos vamos ahora? No será bueno salir con todo el grupo de estudinates a la vez." Mi voz sostenía el mismo tono casual. Ante oídos de cualquiera, hubieran pensado que en verdad no quería problemas al salir. Si tan solo supieran mis verdaderas razones, como los celos que comenzaban a nacer en mi.

"Unos segundos más, Haruka-kun. No me gustaría perderme el último tiro. Las cosas se están poniendo rudas y el otro equipo podría ganar..." Michiru insistía en hablarme mientras observaba el juego. Sus ojos parecían estar pegados en una sola posición, parecían perseguir solo a Kenji-sempai.

"Como quieras, quédate a ver el último tiro. Probablemente sea Kenji-sempai quien lo anote, siendo él 'el que hace que su equipo lleve la delantera'..." Me levanté de mi asiento y me dirijí al salón de clases. Tanta gritería hacía que mi cabeza latiera, tantos intentos ignorados hacían que mi corazón doliera.

Ya en el salón pude notar que todo, absolutamente todo el grupo se encontraba pegado a los asientos de la cancha. Al parecer, Michiru no era la única interesada en lo que sucedía allá, aunque sus intenciones eran otras. Era la única estudiante en el salón, mi única compañía era el profesor Robinson. Ese profesor que me tenía el ojo pegado desde que llegué por primera vez a su salón. Aunque su acento había mejorado considerablemente desde el principio de clases, a muchos de nosotros se nos hacía un tanto difícil entenderlo. En ocaciones, no se sabía quién le enseñaba a quién.

"Mister Tenoh, veo que llega temprano en el día de hoy. Acaso no le interesa el juego?" Me lanzó una mirada desde su escritorio, sus ojos apenas visibles por sus lentes. El sol de la mañana tocaba su escritorio y le daba un brillo al cristal de sus lentes, la tarea de mirarlo directamente a los ojos casi imposible.

"No, el juego no es de mi interés, Sensei. Y el hecho de que las chicas griten tanto solo porque los estudiantes mayores hagan algo que ellas ni entienden parece algo de comportamiento idiota." Sin aviso previo, la imagen de Michiru gritando palabras de ánimo para Kenji-sempai invadió mi mente. No pude evitar ponerme casi roja de furia. Qué tiene él que yo no? Además de lo obvio, claro...

"Si, eso parece como algo que te molestaría..." Su voz tenía un tono pasivo, pero su rostro parecía como si algo le incomodara. Recuerdo que en alguna clase pasada tenía esa misma mirada, la misma expresión pensativa en su rostro. "Tenoh-san, tengo algo que preguntarte, si no te molesta."

"Eh, claro. Pregunte lo que quiera, Sensei." El uso de un honorífico en vez del habitual "mister" me había dejado un poco desorientada. Observé como se lavantó de su silla y dió la vuelta a su escritorio, colocándose en un asiento frente al mío.

"Por qué no utilizas el uniforme escolar correcto? Por qué insistes en llevar el de los varones?" En sus ojos la curiosidad era más que visible. Por qué esta pregunta? Por qué ahora?

"Y por qué esa pregunta ahora? Después de un semestre de clases con usted, esta pregunta llega un poco tarde." Mi curiosidad parecía tanta como la del profesor. Por qué tiene que preocuparse por mi uniforme ahora? No es como si impidiera mis estudios o los de alguien más.

"Es, simplemente, algo no muy común. Pensé que eras varón, como todos los demás deben haber pensado, hasta que me fijé en el registro. Debe haber sucedido lo mismo con los demás profesores. Todavía me sorprende que no se acerquen a hacerte las mismas preguntas. Al principio, lo dejé pasar por alto, era nuevo y no sabía como trabajaba todo aquí. Pensaba que todos sabían sobre tu género y tu manera de vestir, creía que estaban a gusto con todo, pero luego lo entendí. Luego, noté la actitud de los estudinates hacia ti. Te trataban como uno de los chicos. Es increíble, pensé, en serio los ha engañado. Dejé pasar eso también, en verdad no era mi problema. Pero no he podido sacarlo de mi mente en su totalidad."

Se acomodó en el asiento, como si tratara de prepararse para lo que faltaba. Parecía un niño al cual le contaban un historia interesante, aunque era él quien hablaba de todo. Era un hombre apasionado con lo que le interesaba. Su clase no era aburrida, como habían sido las demás que se destacaban en la misma materia. Su pasión por su trabajo lo distinguía mucho, lo dejaba en un lugar aparte de los demás profesores. Era visible que mi pequeño dilema lo eludía, lo intrigaba. Y, quién soy yo para negarle un poco de satisfacción a su inquieto cerebrito? Además, quizás así pueda estar en paz conmigo misma, con mis sentimientos y mi manera de ser.

"Bien, profesor, vaya al grano. Cuál es su verdadera pregunta? Siento como si hubiera dejado algo fuera. Haga su pregunta directamente." Lo miré casi con la misma intencidad que podía ver en sus ojos.

"Haruka-kun, acaso te gusta vestir como varón por tu sexualidad? Te hubiera gustado ser un chico para así estar a la par con tus sentimientos?" Esa sed por conocimiento, ese fuego en sus ojos, se hacía cada vez más evidente. Casi no podía contenerse. Pero, qué clase de persona hace preguntas como esta? Este señor en verdad es interesante.

"La verdad, nunca lo había pensado así. Nunca había tenido mi sexualidad en mente, mucho menos en consideración. Solo me gusta el uniforme, me siento más cómoda. Me gusta ser una chica, simplemente no me comporto como la sociedad dice que debo hacerlo. No me gustan los papeles según género. No creo que deba ser un chico para estar a la par con mis sentimientos." Me sonrió cálidamente.

En esos momentos, los estudiantes comenzaban a entrar al salón, Michiru incluída. Todos estaban comentando sobre los resultados del juego. Al parecer, el equipo de los estudiantes mayores había ganado. Como si no fuera obvio. Y mientras todos hablaban emocionados y se sentaban, Michiru se encaminaba silenciosamente hacia su asiento. Se sentaba detrás de mi, como de costumbre, pero algo parecía diferente esta vez. Parecía como quisiera evadirme, como si tratara de ignorar mi presencia. Escuché como soltaba su kaban, como tomaba asiento y como buscaba su cuaderno. Todo igual, todo lo mismo, excepto el hecho de que antes efectuaba estas tareas mientras hablaba conmigo. No pude aguantar más y me viré para enfrentarla.

"Cómo estuvo el juego?" La miré directamente a los ojos. Su mirada estaba hacia abajo, pero cuando fuera a responder, tendría que mirarme fijamente.

"Estaba-- Ah... Fue un juego muy interesante. Pude poner a prueba mis conocimientos. Ya sabes, los adquiridos en la clase de Educación Física." Exactamente como lo planeé, así sucedió. Cuando su mirarda buscó mi rostro para responderme, sus ojos se toparon con los míos. Sus mejillas tomaron un dulce color carmín, su mirada rápido me esquivó al darse de cuenta del contacto personal pero a su vez sin ser realmente corporal. Ya había sucedido antes, lo había utilizado para poner a prueba si en verdad seguía siendo tímida conmigo. Nunca había sido de esta manera. No se bien por qué, pero en esta ocasión parecía sentirse culpable por algo.

"Y me imagino que el grupo de Kenji-sempai ganó. Estoy en lo cierto?" Al mencionar a Kenji-sempai, el color en sus mejillas volvió, esta vez con más intencidad.

"Si, ganaron. Tienen mucho talento, sabes? Además de tener más experiencia." Ya nisiquiera me miraba, solo intentaba buscar la nueva página en su cuaderno.

Por qué, Michiru? Por qué me evitas ahora? Qué ha sucedido que estás tan distante conmigo? Y qué hay con Kenji-sempai? Será él quien te tiene así? Desde cuándo? Y por qué demonios tengo tantas preguntas! Mis inseguridades no me dejan en paz. No conseguiré paz alguna hasta saber todo sobre ti. Qué piensas, en quién, quién te atrae, qué sientes por mi... Estas son solo algunas de las preguntas que me plagan, algunas de las cosas que no me dejan dormir en la noche. Esto, junto con tu voz y tu sonrisa, es el dulce castigo que espero recibir por toda una eternidad de silencio. No creo poder aguntar más. Pronto, todo esto saldrá a la luz y--

"Haruka-kun? Me estás escuchando?" Mis pensamientos fueron arrebatados por su voz preocupada. Me miraba con extrañeza, tratando de desifrar qué me sucedía.

"Eh? Lo siento mucho, Michiru-chan. No pude prestarte atención. Podrías repetirlo?" Dije mientras masageaba el puente de mi nariz. El dolor de cabeza de temprano en esta mañana volvía con vengaza y nuevas fuerzas.

"Olvídalo, Haruka-kun. No era nada importante." Pude ver como sus ojos perdían algún brillo mientras intentaban concentrarse en el cuaderno que tenía en frente.

"No, Michiru, todo lo que digas es de importancia para mi. Fue un grave error quitarte mi atención." Pude ver como Michiru levantó su vista a nuevas velocidades. Junto con eso, noté el fuerte color en sus mejillas. Parecía a punto de un ataque de nervios, o como si se hubiera llevado el espanto más grande de su vida... Y luego, como ráfaga de viento huracanado, me atacó la gran verdad. "Eh! Michiru-chan! Lo siento, no se qué me sucedió. En serio, estoy muy apenado. Qué desgracia! No pienses mal de mi, te lo suplico. Este dolor de cabeza no me deja pensar bien y--"

"Tranquilo, Haruka-kun. No es nada. Solo... me sorprendiste un poco, es todo. Un momento de confusión es aceptable. En serio te duele la cabeza? Deberías ir a la enfermería..." Volvió a bajar su mirada, esta vez un poco más tranquila. Pude ver los inicios de una leve sonrisa, pero rápido fue opacada por el velo de la concentración ante un ejercicio del cuaderno. Sus mejillas aún conservaban el leve color carmín que había adquirido hace poco. Lo único que no sabía era por qué seguía ahí. Por mis interrogantes ante el juego con Kenji-sempai, o mi falta de honorífico?

"No me has repetido lo que dijiste antes. Sabes, lo que no escuché?"

La miraba fijamente a los ojos, deseosa de ese contacto nuevamente. Es hábito desde que salí del sexto grado, algo que hago inevitablemente. Nunca miraba a las personas a los ojos cuando era menor, no hasta que decidí tomar mi propia voluntad. Después encontré que era más fácil hablar con las personas. También que me trataban con más consideración. Desde ahí también comenzó mi obseción con los ojos de las personas. Si me atraía alguien, lo primero que me debía gustar eran los ojos. No por color o por forma, si no por ese brillo que aveces es difícil de encontrar. Los ojos de Michiru en verdad me tenían hechizada. Aunque no muy fuera de lo común, como otros que había visto antes, muy especiales.

"Pues pregunté si estabas molesto conmigo por algo. Te veías un poco distante hace poco, cuando estábamos en la cancha..." Seguía sin mirame, solo atenta a su cuaderno. Por qué evades mis miradas? Qué he hecho para merecer esto?

"Yo? Distante?" Ella era quien estaba distante conmigo. Más bien en trance por estar viendo a Kenji-sempai.

"Si, tu, distante. Al fin le haces honra a tu nombre. Por qué estabas así conmigo?" Al fin me miró a los ojos, en ellos una mezcla de dolor y reto. Me retaba a que le mintiera, sabe bien como detectar mis mentiras. Pero, por qué de dolor? Acaso le he hecho algo que no recuerdo?

"Interesante que sepas que significa mi nombre, pero yo no estaba distante contigo. Eras tu quien me ignoraba por mirar el juego. Eras tu quien tenía ojos para solo una persona." Mis ojos tenían una mirada desinterezada, lo sé. Intentaba calmarme para no contestarle con algo que pudiera herirla, pero se hacía tan difícil no descargar todas mis emociones con ella. Ella me dejó esperando por más de una hora frente a la escuela, casi me ignora cuando la saludé, evadió mis intentos para conversar, y ahora me reclama por haber sido distante. Qué demonios sucede aquí?

"De qué hablas? Ojos para quién, Haruka-kun? Y no te ignoraba, solo quería saber qué sucedaría en el juego." Estaba un poco agitada. El color que hace poco tenía en sus mejillas cubría la gran parte de su cara ahora. Su respiración era un poco desnivelada por tratar de contenerse.

"Sabes bien de qué hablo. Tus ojos estaban pegados a los jugadores, preferiblemente Kenji-sempai. Me ignorabas, supuestamente, por el juego. Tratabas de ver lo que sucedía y para eso tendrías que sacrificar mis intentos de formar conversación. No creo que hayas aprendido mucho en ese jueguito de principiantes, pero te diré algo que quizás te ayude en el futuro; trabaja en diferenciar tus prioridades para la próxima, decide de una vez si debes atender un juego o a tus amigos. Y otra cosa, trabaja otra vez con tus modales, princesa. Creo que los degradaste un poco por tu método de conversación..." Tengo de seguro que le regalé una mirada de pura frialdad. Si me hubiera podido detener, lo hubiera hecho, pero en esos momentos tal cosa no me era posible. Es que no podía contenerme más. Me enojoba hasta nuevos límites que me ignorara por observar a alguien con quien nisiquiera había hablado.

"Haruka-chan..."

Su mano izquierda apretó un poco más la esquina de su cuaderno mientras que su mano derecha parecía viajar hacia su pecho por instincto. Sus ojos brillaban por las lágrimas que se negaban a salir, lágrimas que llegaron ahí sin que nos diéramos de cuenta. Su mano derecha apretó inconsientemente y lo próximo que vi fue como la propia Michiru se deslizaba rápidamente por los asientos de los demás hasta llegar a la puerta. Dirijió una mirada fugaz al profesor y salió corriendo hacia un destino desconocido. Todos en el salón de clases miraron hacia la puerta y segundos después fui bombardeada por miradas de todas formas. La únicas que me pudieron importar fueron las de Asuka y Junko.

Asuka me miraba con cara de actriz estelar en película de horror. Era muy raro ver esa mirada en ella, casi tan raro como verla dirijiéndome una mirada durante una clase. Además de la mirada de horror tan obvia que tenía, pude diferenciar algo más en ella. Era como si tratara de preguntar silenciosamente el por qué de las acciones de Michiru. También sentí como si tratara de regañarme por lo que probablemente era mi culpa. El caso de Junko era muy diferente. Ella me miraba con cara de asombro, como si no pudiera creer que algo así hubiera sucedido. No estoy muy segura, pero luego vi algo como una sonrisa en sus labios. Por qué una sonrisa? Qué otros gestos efectuó cuando se viró en su asiento para atender al pizarrón?

"Mister Tenoh, podría hacerme un favor?" La voz del profesor Robinson, cargada con su acento americano, me sacó de mis pensamientos.

"Diga usted, Sensei. En qué le ayudo?" Pregunté un poco nerviosa. Acaso preguntará por el pequeño espectáculo que acaba de suceder? Preguntará cuál ha sido mi papel en esta pequeña obra? Me hizo una señal de que quería que fuera a su escritorio y seguí la órden como si de mi vida tratara.

"Podría salir y encontrar a Miss Kaioh, por favor? Me preocupa un poco que alguien como ella saliera así, sin pedir permiso. Déjele saber que me gustaría hablar con ella después de la clase." Me entregó dos pases que permitían estancia en los pasillos. Unos de ellos era para mi. El otro, deduje que era para Michiru, que simplemente salió de salón sin explicación alguna.

Asintir con la cabeza y no articular palabra fue lo que creí como más seguro en esos momentos. El profesor no era estúpido, y con la conversación de ésta mañana, creo que tendrá en mente que quizás tenga sentimientos por Michiru. Quizás creía que el comportamiento de Michiru se debía a una pequeña discusión de "enamorados". Esos eran mis deseos más profundos. Cómo deseaba que esa discusión hubiera sido provocada por celos de pareja, y no por los caprichos de una simple amiga.

Salí del salón y traté de localizar a Michiru con la vista. Nada de nada. No había estudiante alguno en los pasillos de la escuela. Las clases ya habían comenzado y estaba prohibido estar en los pasillos a menos que tubieras permiso de algún profesor. El silencio y la falta de tráfico en los pasillos debería hacer mi misión más fácil, pero en verdad no ayudaba mucho. Si hubieran estudiantes cerca, podría preguntar si habían visto a Michiru. Se me podría considerar un poco antisocial, pero cómo deseaba a alguien conmigo en estos--

"Haruka-kun? Qué haces por aquí? No se supone que estés en clase?" Una voz masculina me sorprendió en medio pensar.

"Utada-sempai! Qué susto me ha dado!" Casi le grité. En verdad que teníamos talento para toparnos uno con el otro.

"Lo siento, Haruka-kun. Solo me estuvo un poco raro encontrarte afuera a esta hora. Pero, veo que tienes un pase." Obeservó detenidamente antes de volver a hablar con una sonrisa en los labios. "No, no uno, si no que dos. Por qué tienes dos? Buscas a alguien?"

Debí haberlo mirado como si tuviera luz celestial a su alrededor. Este chico si que es un milagro abstracto. Mira que encontrarlo aquí, a estas horas y que me haga esa pregunta. Sin pensarlo más de dos veces, le conté como había tenido una pequeña discución con Michiru y que ahora la buscaba por preocupación de Robinson-sensei. Utada-sempai debe haber deducido que yo también estaba preocupada, me miró con cara de lástima antes de preguntar.

"Kaioh-san? Kaioh Michiru-san? No es una chica de cabello acuamarina, ojos azules? Bastante bonita..." Trataba de recordarse de tal forma, que hasta sus ojos se cerraban poco a poco en concentración.

"Si, es ella." Fue lo único que respondí. Poco después, Utada-sempai rió un poco. "Qué? Qué sucede? No le veo lo gracioso."

"Pues yo si. Hubieras visto tu cara cuando mencioné lo bonita que era Kaioh-san. Es ella una buena amiga? O quizás la razón por tu vestimenta?" Me miraba de reojo, tratando de descifrarme. Por qué es que todo el mundo piensa que Michiru es la razón por la cual visto así? Por qué no entienden que solo quiero estar cómoda?

"Bueno, ella... Ella es mi mejor amiga. La razón de mi vestimenta no tiene nada que ver con ella. Por qué debería? En todo caso, la has visto o no?" Un poco impaciente, nada más.

"Si, la vi cuando venía por éste pasillo. Parecía dirijirse a los baños. No se veía muy bien, Haruka-kun. En serio deberías ver qué le sucede." Su cara estaba llena de preocupación evidente. Utada-sempai apenas conoce a Michiru por haberla visto desde lejos, probablemente porque siempre estamos juntas. Sin embargo, le preocupa su situación. Quizás se pueda ver en él los requisitos de una amigo. Pero, esas son cosas para pensar después.

"Muchas gracias, Utada-sempai. No le quito más de su tiempo." Con una pequeña reverencia, me despedí. Unos pasos después pude escucharlo suavemente.

"Cuidado si te sorprenden en el baño, Haruka-kun. Puedes alegar que te preocupaba tu amiga, pero siempre piensan lo peor." Volteé a verlo y pude ver una sorisa burlona en su cara. Hice una mueca y corrí a toda velocidad hacia los baños.

Al llegar a los baños, lo único que pude recordar fue el comentario de Utada-sempai seguido por su sonrisa burlona. Esa sonrisa nunca la hubiera esperado de alguien como él, sin mecionar que no tenemos tanta confianza como para actuar así. La puerta del baño de los varones, la que yo utilizaría con cuidado si de una necesidad se tratara, quedaba a la derecha. La del baño de las féminas, tras la cual probablemente se encontraba Michiru, estaba a la izquierda. Nadie en el pasillo, lo único que debía hacer era cruzar esa puerta y enfrentarla. Tras todo lo que le dije, después de todo lo que sentí al decirlo y ver como reaccionaba, hacerme cargo de que se encontrara bien. Armándome de valor, tomé los pasos restantes y entré al baño.

Nadie. Todo vacío. Tomé otros pasos de precausión, probando como mis zapatos sonaban en el piso del baño. Mientras más me movía, más me preocupaba el bienestar de Michiru. Si no estaba en el baño, dónde podría estar? Haciendo completo silencio, esperé. Percibí un ruido, leve y casi inaudible. Me acerqué más a las pequeñas puertas tratando de descifrar cuál contenía a mi amiga. Fui prácticamente deslizándome, una por una, hasta llegar a la última. Miré por debajo de la puerta, esperando encontrar zapatos pertenecientes a alguna estudiante. Podrían creer que no había nada?

"Michiru-chan?" Me eventuré a llamarla. Al no conseguir respuesta alguna, repetí mi llamado. Luego escuché algo que sonó como una pequeño llanto.

"Haruka-kun?" Su voz no se parecía, era temblorosa e insegura.

"Michiru-chan, dónde estás?" Traté de sonar tranquila, aunque en verdad no tenía mucha paciencia. No por culpa de Michiru, si no porque estaba segura de que todo lo que le sucedía ahora era por mi culpa y quería saber que estaba bien. Jugar a las escondidillas con ella no iba a ayudarme mucho con eso, verdad?

Escuché el mismo ruido casi inaudible desde la última puerta. Segundos después, esa misma puerta abrió, pero nadie salió. Me quedé allí parada, esperando a que saliera, dándole tiempo y espacio para que no se sintiera apresurada. Eso, y dándome tiempo para tratar de tranquilizarme a mi misma para cuando tuviera que hablarle. No sería nada bueno si empeoro las cosas en vez de arreglarlas. Solo unos segundos después, Michiru salió lentamente de detrás de la puerta.

"Haruka-kun, qué haces aquí? Si te encuentran aquí te regañarán..." Dijo mientras aún trataba de salir por la puerta.

"Eh... Michiru-chan? Qué hacías ahí dentro?" Pregunté mientras trataba de controlar mi voz, manteniédola a buen nivel.

"Qué crees que podría hacerse en el baño?" Preguntó mientras trataba de reir una risa forzada y cubría sus ojos con su mano derecha.

Me acerqué tentadoramente al principio, luego con más seguridad, hasta que llegué a estar frente a frente con ella. Aparté su mano, miré directamente a sus ojos y no me gustó para nada lo que encontré. Lágrimas cristalinas luchaban contra su voluntad por libertad, queriendo desbordarse hasta ya no poder más. Sufrimiento, dolor, desesperación, inseguridad. Todo esto había suplantado su brillo, su seguridad, en cuestión de minutos. Era miserable, la tristeza inmensa que emanaba de su mismo ser, era toda por mi culpa. Mis palabras sin medidas, la frialdad en mi mirada, mi ignorancia en toda su gloria. Todo esto era por mi causa, por mi maldita estupidez.

Tomé su mano derecha en la mía, quitándole la pesadez de las lágrimas por un instante, para sentir una diminuta parte de su dolor. Secando suavemente esas gotas, no apartaba mis ojos de los suyos. Más palabras no eran necesarias, al menos no por ahora. Todo lo que me importaba era tratar de arreglar mi falla hacia ella, tratar de arreglar esa pequeña parte de su corazón que dolía por mi causa. Estaba tan envuelta en la tarea de hacer desaparecer todo ese dolor que no me di de cuenta que sus lágrimas ya habían desaparecido casi por completo, tan solo quedaban las pequeñas gotas testarudas que aún se negaban a dejar sus ojos. Tampoco me importó cuando su mano derecha se soltó de mi agarre y, junto a su izquierda, fue a parar en mis hombros. Me quedé en blanco mirando sus ojos, ahora un poco parecidos a los que llevaba diariamente.

La acerqué más a mi cuerpo, uniéndonos en el abrazo más tierno que pudiera producir. Su cabeza descanzó un poco en mi pecho y comenzó a temblar un poco. Segundos después, solo su llanto se escuchaba en el baño antes silencioso. Todo lo que necesitaba para dejarse soltar era un abrazo, un soporte, aunque fuera de parte de aquella que le hiso el daño. Nos quedamos así por poco tiempo, hasta que terminó de desahogarse y se separó casi por completo de mi. No dejé que se alejara mucho, aún tenía cosas que decirle y no quería que estuviera muy apartada.

"Michiru-chan, siento mucho el haberte hablado así. En verdad no quería hacerte daño, lo juro. Es que me enojé porque tuve que esperarte, después estabas ignorándome por Takashi-sempai, no me acompañaste a desayunar..." Me sentía como tremenda idiota escuchándo mis quejas. Eran estupideces que nisiquiera merecía sentir. Una chica no debe ponerse a reclamar cuando una amiga llega tarde, la ignora por un chico o la deja ir sola a algún lugar.

"No te preocupes, Haruka-kun. Acepto que hice esas cosas mal. No es del todo tu culpa." Decía con una tímida sonrisa.

"No debes tomar responsabilidad por esto, Michiru. Yo fui quien te hiso sentirte así, fui quien te presionó. No es mi lugar el estar reclamándote, no tengo derechos para eso." Dije mirándola severamente a los ojos, pero cuidando mi mirada. No quería sonar como si estuviera regañándola.

"Haruka," Me sonrojé un poco al darme de cuenta que no utilizó un honorífico, pero lo acepté porque yo tampoco había utilizado uno al dirigirme a ella hace poco. Me abrazó nuevamente y continuó "por qué mejor no aceptamos nuestras propias fallas y dejamos esto aquí? Estoy segura de que ambas tenemos razón y equivocación, no podremos arreglarlo todo aquí. Además, tenemos que volver a clases."

"Ah, si, eso. Robinson-sensei quiere hablar contigo sobre esto. Quiere saber como una estudiante como tu pudo tener este comportamiento. Creo que se preocupó y me envió a buscarte por eso. Si no, te hubiera parado antes de que crusaras la puerta."

Estaba un poco nerviosa, me había dado de cuenta de la situación por completo. Estaba en el baño de las chicas, agarrando a la niña de mis sueños por la cintura, con su cabeza recostada en mi pecho. Era ella quien me abrazaba, estaba recibiendo una muestra de cariño, llenándome un poco de esperanza. Al menos podía abrazarla sin que se diera de cuenta de mis sentimientos. Quizás creía que la abrazaba solo para tranquilizarla. Eso era cierto, en parte, pero mis sentimientos algo egoístas estaban presentes de todos modos.

"En serio? Crees que estoy en problemas?" Me miró inocentemente.

"No lo creo, no has hecho nada para meterte en problemas. Sensei solamente parecia preocupado. Habla con él, cuéntale lo sucedido y promete que no volverá a suceder. Yo te prometo que no volveré a hacer algo así." Dije mirándola dulcemente.

"No tienes que prometerme algo así. Creí que ibamos a dejar ese tema... Crees que debo contarle lo que sucedió?"

"A ver, antes tus ojos, qué sucedió?" Deberías saberlo. Por qué me preguntas eso a mi? Es tu decisión si vas a decirle o no.

"Mmm... Tuve una pequeña discusión con Tenoh-kun, me sentí mal y corrí. Ahora todo está bien... Cierto?" Me miraba con cara de interrogación. Se veía tan inocente, se me hacía difícil contenerme.

"Exacto. Todo está bien." Nos miramos por unos cuantos segundos. Sentí como poco a poco me inclinaba hacia su rostro, hacia sus labios. Estaba solo a unos cuantos centínetros cuando me percaté y solo paré al colocar mi frente junto a la suya. Cerré mis ojos por un instante, solo disfrutando de la cercanía entre nosotras. Michiru debía estar extrañada, se quedó sin hacer movimiento o articular palabra.

"Haruka..." Sus ojos capturaron los míos, había una clase de brillo especial en ellos. "Ya nos podemos ir, verdad? No sería bueno si nos atrapan aquí, así." Miró nuestra cercanía con color carmín en sus mejillas. Al notar esto, me puse de color similar y traté de hablar.

"Etto... Si, deberíamos volver. Vestida así, parezco cualquier chico. No se vería bien si alguien entra." Reí nerviosamente, no pude ni ocultar la forma en que mi risa temblaba.

"Eso significa que ya debes soltarme, si?"

"Ah! Claro, ya te suelto..." Aparté mis manos a nueva velocidad y mi mirada buscó algo interesante en el suelo. Qué hubiera hecho si Michiru no hubiera sugerido que saliéramos? Hubiera besado sus labios sin temor a las consecuencias que le siguieran? Qué hubiera hecho ella?

Mis preguntas no podrían ser contestadas en esos momentos. Ahora tenía que pensar en una manera de salir sin que me sorprendieran. Eso, o en alguna escusa si me llegaban a encontrar. Michiru parecía estar pensando en lo mismo, quizás por eso sugirió que saliéramos ya. El color en sus mejillas aún no la avandonaba. Me dirigí a la puerta para tratar de escuchar algún movimiento afuera. Todo estaba tranquilo, parecía que no había movimiento alguno en los pasillos. Tomé la pirilla en mi mano derecha, respiré profundamente y escuché como mi compañera hacía lo mismo. Giré lentamente y cuando ya era hora de abrir la puerta por completo, paré por unos segundos. Después de la espera, abrí la puerta y aventuré mi cabeza al pasillo.

"Hasta que al fin deciden salir!" Era el susurro más alto que había escuchado en mi vida. Di un brinco hacia atrás y caí entada en el suelo del baño. La otra habitante del pequeño espacio me ayudó a levantarme rápidamente.

"Qué demonios haces ahí? Qué no tienes clases?" Pregunté mientras arreglaba mi uniforme con ayuda del poco orgullo herido que me quedaba tras la caída.

"Si, tengo clases, pero también tengo un pase. Por ahora, al menos. Me preocupé un poco por lo que me dijiste que había sucedido. Decidí quedarme a vigilar a la puerta por un rato, y luego escuché un poco de llanto."

"Se escuchó hasta afuera?" Preguntó Michiru, que se encontraba detrás de mi.

"Si. El eco del baño hace que algunas cosas se escuchen afuera. No saben lo mucho que me preocupé."

"Gracias por preocuparte, Takashi-sempai, pero no debiste. Te meterás en problemas por haberte quedado tanto tiempo fuera de clase." Lo miré con admiración en esos momentos. Quedarse haciendo guardia fuera del baño solo por haber escuchado lo que sucedió.

"No te preocupes por eso, Haruka-kun. Todo arreglado, verdad?" Ascentímos a la vez y Takashi-sempai sonrió brillantemente. "Pues valió la pena." Cerró todo con una guiñada para ambas.

Nos dirigimos por el pasillo en el cual había encontrado a Takashi-sempai anteriormente, nos despedimos y nos encaminamos a nuestros respectivos salones. Antes de salir, le había entregado el pase a Michiru y nuestras manos rozaron. Se nos subió el color a la cabeza y no nos dirigmos la palabra hasta sentarnos en nuestros asientos.

"Nos están mirando mucho, no?" Comentó Michiru desde su lugar detrás de mi.

"Demasiado, diría yo." Hablé entre dientes, para tratar de disimular un poco.

"Qué crees que estén pensando?" La curiosidad atacaba mucho su voz ultimamente.

"Pelea de novios." Escuché como su lápiz cayó al piso, me viré y se lo devolví.

"Gracias, Haruka-kun. Siempre estás tan pendiente a mi." Me dijo en un tono bastante alto, suficientemente alto como para que algunos escucharan. Me sonrió pícaramente y me viré en mi asiento.

"De nada, Michiru-chan. Sabes que siempre estaré ahí para ti." Sonreí abiertamente, sin importar si alguien veía o no.

Trataré de estar aquí,

siempre para ti, sin importar los obstáculos.

Mi amada Michiru...

Fin del capítulo

Próximo capítulo: Fortaleza para una Debilidad (Podrán ser fuertes antes un pequeño reto de parte del destino?)

Notas de la Autora:

Hola! Tanto tiempo sin leer de mi, eh? No se preocupen, no dejaré esta historia sin terminar. Buscaré tiempo para escribir al menos un capítulo por mes. Todo se ma ha juntado y debo organizarme mejor. Si, para los que no lo sabían, soy desorganizada y en necesidad de mejoras. Universidad, cosas en la casa, tiempo para mis amigos, tiempo para pensar en nada... Jejeje.

Este fic se balancea peligrosamente entre la ficción y la realidad. Los que me conocen y saben de mi vida junto a "mi Michiru" saben eso y tendrán facilidad para saber qué sucedió y qué no. Al menos, eso creo. Muchos de mis amigos que leen este fic me conocieron después de entrar en la escuela superior. Los otros no saben de esta historia aquí, o no les gusta leer.

Bueno, espero que les haya gustado este capítulo y me perdonen por la larga espera. También tengo presente el hecho de que deben haber bastantes errores de ortografía por ahí. Envíenme un e-mail con la lista de errores a Arisugawa-sensei (at) hotmail (punto) com. (Se entiende eso?)

Este no es mi mejor capítulo. Fue un poco dificil escribirlo ya que los sentimientos de ahora no dejaban recordar los del pasado. Mi redacción no me gustó mucho para esto tampoco. Dejaré que ustedes mismos sean los jueces de todo eso. Si no les gusta el capítulo, envíen una queja. Pero, eso si, no esperen que lo elimine. Ya está publicado y quiero seguir con la historia.

Besos y Abrazos!

Hasta el próximo capítulo!

Espero que sigan leyendo!