Notas Iniciales: Esta vez quería probar la total perspectiva de Revali. No me había dado cuenta que estaba haciendo esto desde el comienzo, quiero decir, primero Teba, luego Saki así que ahora es el turno de Revali, jeje.
Ignoto
III
Cuanto dolor experimentó antes de siquiera ser consciente de su entorno. Revali se había sentido sofocar por aquella caricia tan agobiante que parecía atacarle en todas direcciones. Miles de imágenes surcaron su mente, inteligibles y borrosas. La confusión lo abrazó, entonces una nueva reacción golpeó su cuerpo desde adentro, haciéndolo toser, era el mismo dolor del principio pero mucho más concentrado, como una pulpa de ácido. No recordaba haberse sentido de aquella manera antes y este pensamiento pesimista se encargó de mantenerlo enfrascado hasta que su visión se aclaró para entregarle a sus sentidos otras percepciones alejadas de aquel persistente dolor. Lo primero que reconoció fue el viento que entraba por sus plumas, el cual le ayudó pensar en los vuelos de otoño en mitad del campo abierto que tanto gustaba realizar en solitario, cuando no había ataques de monstruos contra el poblado. Su lengua seca lo incitó extrañar la frescura del agua bajando por su garganta. El paisaje que lo saludaba le dio las fuerzas que necesitaba para entender que estaba vivo, aún si en ese momento no consideró que tal cosa debía ser imposible.
Intentó levantarse pero sólo consiguió removerse un poco en el mismo sitio para volver a rendirse de alejar su rostro de la superficie rocosa. Sus músculos no respondían. Todas sus extremidades estaban entumecidas y no comprendía el motivo. No pudo quedarse dormido en mitad de la nada, nunca lo había hecho ni hubiese aceptado iniciar esa costumbre, sería una ignominia frente a sus iguales, tal pensamiento logró que su cabeza punzara y un sonido de aturdimiento asaltara sus oídos. Se quejó sólo para darse cuenta que su voz estaba ronca como si hubiera gritado sin descanso toda la noche.
¿Qué había estado haciendo hasta ese momento de todas formas?
Un grito y todo su entendimiento parecía vacilar otra vez, pues una pequeña orni le había descubierto a los pies de una monstruosa criatura de roca que Revali inspeccionó con esfuerzo. Vah Medoh era su nombre; era su bestia divina. ¿Por qué estaba a sus pies y no sobre ella? ¿Qué estaba sucediendo realmente? Escuchó a la niña llamarlo usando un apelativo respetable para un orni de edad mayor, pero él no era un adulto todavía, le hacían falta un par de años para cumplir el régimen de madurez en palabras de su instructor, o al menos era eso en lo que Revali pensaba cuando la escuchó decir que pediría ayuda. Le habría dicho que no la necesitaba sino estuviese demasiado ocupado recuperando sensibilidad y sufriendo por la misma. Era como si Vah Medoh le hubiese caído encima: el dolor estaba volviendo.
Después de un par de minutos alguien más se presentó, no logró verlo a tiempo porque sus ojos se cerraron ante el cansancio. Sin embargo, pudo sentir su toque y percibir su calor, incluso logró olfatear el perfume de su suave plumaje. De alguna manera fue familiar el contacto a pesar de que no pronunciaría un nombre que le resultaba desconocido, perteneciente a alguien que vivió cien años luz de su propia existencia.
Al despertar estaba en una cama hyliana pero el techo sobre su figura era la característica de una choza de su poblado. Al parecer había sido atendido por un medico de su tribu, quien inmediatamente le dio la información que necesitaba para sentirse menos inquieto sobre los acontecimientos que invadían su mente, pero nada lo impactó más que enterarse habían pasado cien años desde la calamidad, y peor aún, que Ganon había sido vencido. Darse cuenta de aquello lo desconcertó más de lo que lo calmó, pues los recuerdos sobre su último ataque al castillo con ayuda de su bestia divina le hizo darse cuenta que en realidad estuvo muerto todo este tiempo. Su espíritu había estado vagando en el interior de la bestia divina, en espera del momento decisivo donde Link terminaría la batalla pendiente. Más que nada, recordaba flotar sobre el castillo en compañía de sus demás compañeros campeones y el rey mientras Zelda se alejaba junto con Link, no era posible que estuviese de vuelta en el mundo que se resignó abandonar con su muerte. ¿Acaso a los otros les había sucedido lo mismo? Quiso levantarse pero fue detenido, entonces -en medio del pánico que azotó su mente- desfalleció para abrazar las miles de remembranzas en forma de sueños.
Los días pasaron en su recuperación. Muchos orni habían estado ansiosos por curiosear su estado, así que vio al medico ahuyentarlos muchas veces durante sus tan cortos lapsos de consciencia. Mientras recuperaba sus fuerzas, había notado que el número de espectadores reducía hasta finalmente dejar sólo a uno que frecuentaba también el mal humor del medico. No sabía cuál era su nombre pero terminó por acostumbrarse a su presencia sigilosa asomándose por las ventanas o directamente por la puerta, llegó incluso a generarle curiosidad porque -pese al tiempo- resguardaba el mismo nivel de interés en su mejora.
Tras haber recibido una visita del patriarca, tuvo la oportunidad para develar el nombre de aquel quien cuya presencia ya se sentía indispensable. Teba se mostró como un sujeto distraído, pues no contestaba a sus preguntas con rapidez así que Revali comenzó a fastidiarse conforme pasaban los días. Más que nada, le parecía inaudito que aquel fuera el mejor guerrero de la tribu cuando no podía darle un informe conciso sobre lo que acontecía alrededor, pues parecía más interesado en inspeccionarlo de pies a cabeza antes de siquiera pretender que todo estaba en orden. Pronto comprendió que toda su vida lo había admirado y por ello no podía evitar comportarse así ante su presencia. Ciertamente a Revali le halagaba tener un admirador, aunque no le causaba placer si este era un orni sin aspiración profesional. Pero más tarde, Revali se descubrió respetándolo por sus competentes habilidades; sabía que aún podía superarlo -si era honesto- pero no negó que cumplía las pautas de un arquero formidable que sin duda le daría batalla si llegasen a enfrentarse. Y aunque el primer roce que tuvieron estuvo lleno de tensión, con los días fueron acoplándose a la personalidad del otro, mejorando únicamente cuando se trataba de combatir, pues habían descubierto que eran un buen equipo.
Pero otra inquietud perturbó el día a día del campeón y eso estuvo más relacionado al interés que inevitablemente terminó sintiendo hacia Teba, no como arquero sino como hombre. Revali siempre experimentó preferencia por los varones, incluso su última pareja había sido uno de los capitanes de su guardia cuando aún gobernaba sobre la reducida fuerza militar cien años atrás. Más se dio cuenta lo problemático que era sentirse de aquella manera hacia Teba. No debería, fue lo primero que Revali se dijo dentro de su mente cuando lo consideró más a fondo. Teba era un hombre casado con una hembra maravillosa, con la cual además engendró un hijo igual de encantador; por muy atractivo que fuera, no podría. Sin embargo, lo prohibido siempre le había provocado tentación.
Pasaron meses antes de que se atreviera hacer el menor movimiento con la intención de cortejarlo, manteniendo la confidencialidad que le convenía, pues no quería que los rumores se dispararan y entonces fuera imposible mantener su indecentes intenciones en secreto. Aún así, por más coqueteos que ejecutara, Teba parecía inmune a ellos, bien porque no estuviera interesado o porque ni siquiera los notaba. Como fuere, Revali se frustró mucho debido a ello, pero a pesar de todo nunca consideró el rendirse, realmente ni siquiera lo pensó. La persistencia ya formaba parte de su personalidad así que siguió coqueteándole con discreción, hasta que tal se convirtió en una costumbre.
Un día enfrentarse a las consecuencias fue ineludible.
Fue durante un entrenamiento de rutina como tantos, uno donde Teba se había mostrado especialmente distraído. Ese día, Revali ni siquiera había planeado avergonzarlo ni molestarlo cuando volvieron a la choza que conformaba la zona de entrenamiento, pero de manera inconsciente le dijo una oración en doble sentido que Teba rápidamente correspondió con un nada usual atrevimiento que daba lugar a algo más sugestivo.
Había sido un momento incómodo para ambos pero eso Revali no lo sabía, por lo que retrocedió para mantenerse al margen de erróneas expectativas, aún así no pudo evitar mirarlo de reojo nuevamente. Teba continuó trabajando en su arco y sus facciones concentradas terminaron por hipnotizar al campeón, quien -decidiendo aventurarse- se acercó a él desde su espalda antes de extender un ala hacia sus hombros con la intención de tocarle pero se detuvo a mitad de la trayectoria, dudando. Sin embargo, el calor que hacía palpitar con tal fuerza en su pecho venció a la razón. Sus dos alas sujetaron los hombros del orni quien casi de inmediato reaccionó, deteniendo su actividad con una tensión más que evidente, notarlo animó a Revali continuar por lo que agilizó sus dedos sobre los músculos rígidos, esta vez por la destreza de su toque desplazándose en el blanco plumaje, masajeando con maestría.
—¿Revali? —le llamó Teba, apenas salvándose de tartamudear.
—Relájate —dijo Revali, sintiendo a su lengua cosquillear dentro de su pico tras percibir el nerviosismo en la voz de Teba. Ahora estaba convencido de que su atracción era reciproca y haberlo comprobado lo incitó ir más allá dentro del contacto. Pronto su masaje dejó de concentrarse en los hombros de su aprendiz para trazar una línea hacia la unión de su cuello, consiguiendo estremecerlo cuando palpó una zona especifica, la cual hizo a Teba suspirar, aunque se esforzó en ahogarlo—. Entiendo ahora por qué estuviste pésimo en el entrenamiento de hoy. Aflójate, estás muy tieso.
— …Lo haría si pudiera —confesó Teba entonces, no habiendo recibido muy bien las palabras que el otro había elegido para describir su estado físico. Por su parte, Revali sonrió complacido, pues sus oraciones habían sido deliberadas y ver que estaban causando un efecto positivo le estaba dando la confianza que necesitaba para proceder, después de todo no había recibido una respuesta así antes.
—Relájate —repitió.
Teba no lo hizo, no pudo calmarse hasta después de un par de largos y tortuosos minutos que amenazaron los planes del campeón con el inminente rechazo, pero muy pronto Teba dejó de apretar el arco que sostenía entre sus dedos, permitiéndose el dejar fluir su respiración contenida hasta entonces. Revali sonrió decidiendo tantear el terreno unos segundos más antes de aventurar sus dedos hacia más adentro, sintiendo la parte superior de los pectorales de Teba sólo un poco antes de volver a su actividad anterior. El silencio dejó de pesar, por eso el guerrero orni limpió su mente de pensamientos que lo habían atormentado durante los primeros momentos de esta cercanía, aún así sus alarmas volvieron a estar alerta cuando los largos dedos de Revali bajaron mucho más. No sólo estaba atendiendo sus hombros, esta vez también acariciaba su pecho, además el calor de su plumaje estaba justo contra su espalda, así que la tensión volvió a su anatomía. Por un instante no supo de qué manera reaccionar hasta que sus brazos comenzaron a ser masajeados, y sentir el aliento de Revali contra su oído empeoró su situación; pensó en apartarse. Revali notó su negativa por lo que se abstuvo de tocar más allá, sabía que debía ir con cuidado, por ello se distanció de nuevo y no volvió a pegarse a su espalda. Teba pareció pensárselo y Revali se preparó para enfrentarlo.
—Agradezco la intención, Revali, pero no creo que deba...
—¿De qué estás hablando? Sólo estoy tratando de ayudarte a despejar tu cabeza de ideas absurdas, por culpa de eso te estás distrayendo demasiado.
—Lo sé, lamento eso, pero... la forma en que lo haces...
—Creo que estás siendo muy malagradecido, Teba. Debes saber que no suelo proporcionarle a muchos mis habilidades terapéuticas. Sólo quédate sentado ahí y deja de imaginarte cosas —espetó con acento fastidiado, incluso Revali se sorprendía de lo fácil que le resultaba fingir ante los demás.
Teba abandonó sus intenciones de marcharse tras escuchar sus palabras, por lo que el masaje transcurrió en relativa calma después de eso. Revali se concentró en mejorar el momento, tal vez abandonar el objetivo que pensaba cumplir esta noche, pero prefirió actuar cuando presionó de nuevo la zona sensible de Teba en su cuello y éste no logró retener a tiempo un profundo gemido, acabando por ponerse rígido de pies a cabeza una vez más. Teba se llevó un ala al pico, escandalizado por su reacción, así que Revali volvió a presionarse contra él en medio de la sorpresa sufrida. Lentamente y con cuidado, acercó su pico al oído de su aguerrido aprendiz para susurrarle con un acento seductor, el más suave que encontró entre su basto repertorio.
—¿Te encuentras bien?
—No, me temo que no —declaró Teba, redundante, avergonzado—. Será mejor que me vaya antes de que...
—¿Antes de qué? —inquirió Revali con astucia, sujetando la cintura del guerrero con ambas alas antes de que intentase levantarse. Teba se tensó más mientras los dedos del campeón trabajaban en acariciarlo juguetonamente—. No tienes qué irte. —Teba cerró los ojos con fuerza, en busca de oponer resistencia a las ideas nada inocentes que lo abordaron frente al apasionado contacto físico. Revali no se evitó lamer el dorso de su cuello de un impulso, acción que hizo a Teba removerse al instante—. Quédate —agregó con acento aterciopelado, el sonido de su voz casi era una suplica pero el joven campeón se convenció a sí mismo de que sólo se trataba de una sugerencia comprometedora.
—Revali... espera.
—¿A qué le tienes miedo? —inquirió, de pronto ansioso por la falta de respuestas. Era obvio que no le era indiferente a Teba, podía sentir su excitación bajo su semblante de negación—. No dañarás a nadie. No planeo robarte de tu esposa, ni hacer llorar a tu hijo. Tienes una vida independiente de la mía. Sólo te ofrezco un momento... —Revali dejó de frotarse contra Teba, extendiendo una pausa abrupta entre los dos—, o puedo dejarte ir para nunca más hablar de esto.
Revali cerró los ojos cuando un lapso de silencio los golpeó. Ya había hecho su jugada, ahora sólo dependería de lo que su acompañante respondiera, aún así el guerrero orni dejó que los segundos se consumieran entre su incertidumbre, incapaz de hacer su elección. Cuando la espera se hizo larga, Revali saboreó el rechazo, por tal motivo no tardó más tiempo en apartarse del otro, dispuesto a marcharse a su choza con la intención de asimilar su movimiento fallido. Sin embargo, la voz de su discípulo lo llamó con tanto presuro que se vio obligado detenerse en la entrada, una extraña timidez acribillando su confianza usual ante la posible respuesta que recibiría. Se giró para mirarlo por sobre el hombro, conservando un porte seguro, aún si en realidad estuviera derritiéndose por dentro.
—Sólo... déjame darte un abrazo antes de que te vayas —dijo Teba desviando la mirada, pues al parecer estaba teniendo problemas para expresar lo que quería decir de verdad. Su petición no tardó en decepcionar a Revali pero accedió cuando pensó que esta podría ser la última vez que se verían cara a cara, más allá de su relación maestro-alumno. Aunque quiso recriminarle por burlarse de él, el campeón se encontró retornando sus pasos para rodear con sus alas la figura de Teba, quien inmediatamente correspondió, depositando su cabeza contra la nuca del joven campeón casi con ternura—. Gracias.
Revali no respondió, perdiéndose en la comodidad que le concedía el pecho de su pupilo. Se sintió extraño pensar que un adulto se convertiría en su mayor admirador, considerando que él no tuvo la oportunidad de crecer lo suficiente antes de haber sido vencido por Ganon. Alejó de su cabeza esos pensamientos para disfrutar un poco más de aquel calor que lo tocaba. Podía aspirar el perfume natural del plumaje que rodeaba a Teba y esto le llenó los siguientes segundos antes de que notara que éste temblaba ligeramente, justo como haría un amante con su pareja. La idea lo incitó hacer un nuevo intento, pues si esto no conseguía que Teba aceptara su invitación, se rendiría en definitiva.
—Teba... —murmuró su nombre mientras exploraba con sus alas el ancha espalda, que con sus trabajados músculos sostenía años de preparación en solitario, fortaleciendo la determinación que todo guerrero orni debería poseer.
El receptor se tensó de nuevo pero enseguida pareció entregarse a la sensación de aquellos dedos enterrándose entre sus plumas negras, entonces sintió a Revali apegarse más antes de frotarse en círculos contra su entrepierna. La debilidad que esto le causó, hizo que Teba se olvidara de guardar compostura, accediendo aunque con torpeza, aún tímido. Después de un par de minutos manteniendo el mismo ritmo, Revali se separó lo suficiente para poder apreciar su rostro, el cual no reflejaba negativa alguna sobre lo que estaba sucediendo y tal lo ayudó aumentar el volumen de sus movimientos. Teba se había rendido de fingir que no quería aquello, fue por eso que le había impedido a Revali marcharse después de todo: si algo debía suceder entre ellos, él quería que sucediera.
Siempre disfrutó de la compañía de Revali, y aunque al principio estaba confundido por lo que experimentaba cada vez que lo tenía cerca, en esos instantes finalmente encontraba la respuesta a todas sus preguntas existenciales. Deseaba a Revali, ya no más por el valor que éste representaba para su orgullo como guerrero, había descubierto que le atraía de la misma manera como sucedió con su esposa en el pasado, así que ya no le pareció tan incorrecto como pudo considerarlo en un inicio.
—Revali...
—Espero que no estés haciendo esto por lastima —le recriminó el joven campeón mirándolo a los ojos. La respiración agitada y su expresión menos severa de lo que pudo Teba anticipar—, porque eso me molestaría demasiado ¿sabes?
—Jamás haría eso.
—Si estás tan seguro —Revali tomó a Teba de ambas mejillas, haciéndolo sonrojar por la nueva cercanía que estableció para sus rostros—, demuéstralo.
La punta de sus picos hicieron contacto, entonces Revali entreabrió el suyo, encajándolo en la apertura que le concedió Teba segundos más tarde para entrelazarlos de manera que los nervios tiraron de ellos antes de profundizar cada vez más, hasta que sus lenguas encontraron su camino para tocarse y dar inicio a un apasionado vaivén que hizo girar sus mentes. Jadeando dentro del beso, los dos comenzaron acariciarse sin restricciones, encontrando entre sus plumas las zonas adecuadas para incendiar el interior del contrario. Tanteando su camino hacia el muro más cercano, Teba acorraló a Revali y éste deslizó una pierna alrededor de su cintura, manteniéndolo cerca. De pronto ambos se encontraron sobre la alfombra, donde Teba pretendió tomar el control, pero Revali cortó el beso que compartían, apartando la mirada como señal de su negativa, antes de empujar el pecho del guerrero hacia atrás.
—No —susurró una declaración, esto desconcertó un poco al otro.
—¿No? —Teba no comprendió lo que Revali quería hasta que su espalda se encontró esta vez sobre la alfombra, visualizando la imagen del campeón subiendo encima suyo con una sonrisa complacida adornando las comisuras de su pico.
—Así —dijo retornando a su actividad anterior, que consistía en frotarse de adelante hacia atrás consecutivamente, masturbando a ambos hasta lograr hacerles perder el aliento por completo.
Desconociendo lo que le aguardaba, Teba se aseguró de disfrutar el calor que viajaba por todas sus venas para mantenerlo cálido entre el contacto. Compartió una mirada nerviosa con Revali cuando se dieron cuenta que necesitaban más, entonces el campeón sólo le susurró se relajase mientras él se hacía cargo del resto. Teba observó cómo Revali tomaba una diferente postura sobre su cuerpo, penetrándose a sí mismo con el miembro masculino de Teba. El guerrero orni entrecerró los ojos ante la ola de placer que le abordó, todavía incrédulo por lo bien que se sentía. Admitió para sí que siempre se había mostrado un tanto conservador en ese aspecto, así que nunca lo había intentado, ni siquiera con su esposa, por tal no se molestó en pensar de qué manera concretarían el sexo dos orni varones. Y ahora que el misterio estaba resuelto, no pudo hacer más que jadear por el placer que lo golpeó en el momento justo que Revali comenzó hacer movimientos ascendentes, segundos antes de dejarse caer con fuerza y entonces repetir el proceso con una sonrisa lasciva, la cual para Teba en esos instantes fue la gloria.
—Revali... oh, mierda. Esto es... increíble. Nunca imaginé que... sería así...
—Me alegra... —murmuró Revali con dificultad—, porque... acabo de comenzar. —Tal amenaza logró encender una chispa en el cuerpo de Teba, quien inmediatamente después comenzó a jadear con fuerza, al darse cuenta se cubrió el pico y desvió la mirada avergonzado pero Revali se inclinó hacia él para sujetar sus manos a cada costado de su cabeza—. Mírame, Teba. Mírame y jadea. No apartes tus ojos de mi... verte así... sentir tu mirada me excita.
—¿En serio? —quiso saber con una sonrisa coqueta—. En ese caso, no dejaré de mirarte.
—No lo hagas —confirmó Revali, aumentando la velocidad.
Pronto los minutos fueron siendo engullidos por las horas, ajenas a la percepción de los dos que se encontraron perdidos en el orgasmo que los envolvió llegados a su límite. Complacidos no se evitaron mantenerse en la nueva posición, encontrando sus lenguas en un nuevo beso, el más lento que habían compartido durante todo su encuentro. Revali rodeó a Teba con sus alas con la intención de mantenerlo cerca hasta sentirse satisfecho, y mientras saboreaba la saliva de su aprendiz, seguía moviendo sus caderas en círculos, arrancándole gemidos eróticos a quien no pudo arrepentirse por tener esta experiencia.
—Eso fue fenomenal —elogió Teba con un murmullo entumecido aún por el placer. Revali bufó halagado por tan singular elocuencia, correspondiendo a sus palabras con otro beso, entonces se alejó de su aprendiz para buscar su armadura entre el desorden de objetos regados por el suelo y recordando algo importante se apresuró inspeccionar su alrededor.
—Será mejor que te prepares para irte, ya perdiste mucho tiempo aquí.
— …Correcto —asintió Teba con cierto pesar, alcanzando con un ala sus ropajes.
Mientras se vestía, Revali entendió que acababa de cruzar la línea. ¿Cómo sería su relación después de esto? Le gustaría que nada cambiara pero era evidente que nada volvería a ser lo mismo. Miró al guerrero de soslayo y una vez más dudó en concretar cualquier impulso. Sin embargo, fue Teba quien actuó esta vez, atrayéndolo contra su cuerpo para capturarlo en un profundo beso, el cual fue como droga para el raciocinio de Revali quien no pudo evitar avergonzarse por lo fácil que había sido bajar la guardia ante él. Y cuando Teba se despidió diciéndole que se verían mañana, el pecho del joven campeón volvió a calentarse, pero esta vez con un sentimiento de añoranza. Tal vez aquel había sido el último beso así que Revali se resignó a la indiferencia de su aprendiz el día de mañana. Pero no fue así como ocurrió.
Fin.
