Antes que nada quiero pedir perdón por el retraso. La verdad es que me propuse -luego de cinco capítulos de un universo alterno y ochenta de ideas entre locas y muy locas- escribir un fic normal. Sin Ibukis, sin fenómenos extraños, sin complicaciones excesivas…y para qué mentir…me ha costando un montón. Buena prueba de ello es que ya en la primera línea aparece un personaje nuevo. Aún así, he de admitir también, que el experimento ha fructificado en un one-shot tal y como lo imaginaba. Espero que lo disfrutéis. Dudo que vuelva a repetirse…


El día en que Ranma y Akane abrieron los ojos.

El abuelo de Tatewaki, Ryuto Kuno, llevaba varios años sin poder admirar las maravillas del mundo. Una progresiva ceguera por vejez se lo impedía. De la misma forma, el rival de Tatewaki, Ranma Saotome, llevaba también una vida entera sin poder admirar las maravillas del mundo. Su ceguera, en este caso virtual, se debía a su excesiva juventud que le mermaba la capacidad de raciocinio frente a su amada. Ambos extremos del ciclo de la vida, por tanto, sufrían un mal similar y lo remediaban de forma afin. Si Ryuto despotricaba sobre la insipidez de la sopa que estaba probando –en realidad, agua hirviendo para el té-, Ranma hacia lo propio sobre la sopa de Akane. Y ambos acudiendo al vocabulario más soez e hiriente que se les pudiera ocurrir. Cuando Ryuto olía el aroma de una flor que imaginaba bonita, maldecía a los cuatro vientos el no poder verla. De la misma forma, cuando llegaban a las fosas nasales de Ranma las fragancias akaniles, el muchacho iniciaba una serie de ataques verbales sin motivación aparente. El uno no podía disfrutar de los pequeños detalles de la vida por vejez y el otro no se abría al amor por juventud. Hasta que un día, el viejo gruñón accedió por fin a operarse, parapadeó cinco veces cuando todo terminó y sonrió encantado. Le gustaba lo que veía. Un día, también, Ranma abrió los ojos. Solo que en su caso, no fue bueno lo que observó. Dos compañeros de curso con los que casi ni se trataba se burlaban de Akane en el comedor.

-Esta bazofia que sirvieron hoy parece cocinada por Akane.

-Eh, no te pases, amigo –le interrumpió el segundo-. No tienes por qué insultar a esta inmudicia que no te hizo nada. Quizá dentro de muchos años, cuando se haya pudrido lo suficiente, se pueda comparar con un plato de Akane. Pero ahora es una simple pata de pollo quemada. Haz el favor de no comparar.

Desde luego los músculos de Ranma se tensaron en un segundo, los dientes se apretaron y toda su aura se puso en modo combate en un instante. Nadie insultaba a Akane salvo él mismo…pensándolo bien –se detuvo por unos instantes a pensar-, aquella frase sonaba rara. ¿Desde cuando se sentía con derecho a insultarla? Y en todo caso, ¿por qué?

Los jóvenes pasaron por delante del gran artista marcial sin siquiera verlo. El primero todavía sonreía por la gracia recién soltada y el segundo le palmeaba el hombro.

-Ha estado buena esa. Cada día te pareces más a Ranma.

-Oh, no, no –se sonrojó-. Estoy muy lejos todavía del "maestro".

¿Maestro? ¿Le admiraban e imitaban, entonces? ¿Así de cruel les parecía su actitud hacia Akane?

Imaginad por un momento la vergüenza que sintió Cain al matar a Abel o Rómulo a Remo. Y olvidad ahora la vergüenza que es para timoratos. Imaginad la culpa que han de debido de sentir. Sumadle a esa culpa la de Judas al recibir su paga. Y la de todos los protagonistas de accidentes de tráfico con desenlaces fatales. Así de tonto y vacío se sintió el joven de lengua procaz y sentido común nulo.

No muy lejos de allí, ya en el dojo, Akane tropezaba con una tabla del suelo perjudicada en su paralelitud por peleas anteriores, y caía sobre la mesa que utilizaban normalmente para comer.

-Ouch, ¡qué dura que es! –exclamó frotándose la frente.

-Pues es la que usas siempre para pegarle a Ranma cuando habla de más.

Kasumi soltó aquella respuesta sobre la peliazul sin ánimo de atacar, mucho menos, de que tuviera el efecto devastador de una bomba. Tan solo hacía hincapié en un detalle obvio para todos.

Akane examinó la mesa por delante y por detrás. Estaba abollada en varios sitios. En algunos, incluso, la pintura roja descascarada se confundía quizá con restos de sangre. Si a ella le dolía tanto la cabeza de solo chocarse accidentalmente, ¿qué sentiría Ranma cuatro o cinco veces al día cuando se la estampaban con toda la furia?

Probablemente sintió un grado de culpa aún mayor que el de Ranma –ya sabemos que Akane en el fondo es la más sensible de la casa-, aunque no tuvo tiempo de manifestarlo. Si había regresado antes que Ranma al dojo, no era por capricho. Tenían un proyecto importante esa misma noche para Ciencias Naturales. Su grupo de trabajo, compuesto por ella misma, el vago de Ranma y los enfermos Gunsokugi y Aoi, tenían que asistir al observatorio astronómico de Nerima. En su cabeza conscientemente revoloteaba una idea: "tendré que hacer todo el trabajo sola; mejor llegar a casa cuanto antes". Subconscientemente y aunque no lo quisera reconocer sus ideas se alineaban más o menos así: "no es una cita. No es una cita. NO ES UNA CITA…¿tendré que maquillarme? Mejor llegar a casa cuanto antes…por las dudas". Con semejante panorama, era lógico que a Akane el tema de la mesa se le olvidara rápido. Aún así, antes de hacerlo, se prometió a si misma que al menos durante esa noche que pasarían juntos, no le pegaría sin importar cuán denso se pusiera.

Una media hora después, Kasumi tocó la puerta de su cuarto para avisar que entraba a limpiar y pasó sin esperar respuesta.

-Akane, ¿qué haces?

-E-es…tu…diar.

-¿Con el maletín de maquillaje que te regalé hace tres años?

Akane miró al techo y cerró los ojos. De nada servía mentir en algo así pero tampoco se sentía segura de decir la verdad.

-Sí, es un experimento de ciencias. Estaba analizando el polvo acumulado en su interior sin utilizar en treinta y seis meses.

-Ah, vale –acordó Kasumi seguirle el juego-. Imagino que esas sombras mal puestas sobre tus ojos te han caído por casualidad en la cara. ¿Quieres que te ayude…a terminar el experimento?

La hermana menor de Kasumi, una mujercita que comenzaba a despertar sus hormonas de mujer, y que apenas podía contener el violento galopar de su corazón en el pecho, accedió con la cabeza pensando en que tenía la mejor hermana mayor del mundo y que solo por eso se explicaba –para compensar- que le hubiese tocado también una Nabiki en la familia.

Y hablando de Nabiki, justo es decir que tenía frente a ella a Ranma en persona en su momento más vulnerable. En la escala uno a cien de manipulación posible, se encontraba, de quererlo, cerca del 98% y sin embargo, justo entonces se asomó a la ventana, acto que le produjo un ligero sentimiento nostálgico al ver el columpio vacío en donde su pequeña hermanita solía balancearse por horas y por tanto, solo se aprovechó de Ranma un 97%.

-Veamos si he entendido bien –dijo la mediana de las hermanas Tendo cuando terminó de oir su historia-. Tú, Ranma Saotome, por tu propia cuenta y sin ayuda de nadie, ¿te has dado cuenta de que a veces, quizás, tal vez, a lo mejor, te pasas un poquito con Akane a la hora de verbalizar tus sentimientos de rechazo? ¿Y no solo eso sino que además has llegado a la conclusión de que aquello se debe a que más que rechazo sientes otra cosa?

El muchacho asintió con la cabeza, que, por cierto, tenía roja como un pimiento.

Nabiki pensó primero que quizás ya era hora de que por fin madurara. Que era lógico y deseable que eso ocurriera. También razonó con cierto aplomo sobre sus motivaciones. Indagó para sus adentros sobre las posibilidades de que se tratara de una trampa y llegó a la conclusión de que su casi cuñadito decía la verdad. Simplemente había adquirido un poco de sentido común. Y sin embargo…¿por qué, si había ganado un poco de sentido común, acudía a ella? ¿No era como descubrir que tu coche tiene una abolladura e intentar arreglarlo poniéndole una bomba? Solo había una explicación posible.

-De acuerdo. ¿Cuánto necesitas? ¿Mil? ¿Dos mil yens?

-Y-yo...no te he pedido nada…aún. Pero tienes razón; quiero hacerle un regalo. Darle algo para que me perdone.

Y mientras Ranma compraba un bonito brazalete con un diminuto diamante de imitación al precio de uno de verdad, Kasumi por fin terminaba su obra de arte. Solo alguien de su nivel de inteligencia y tacto hubiese sido capaz de potenciar tanto los rasgos femeninos de Akane sin tener que recurrir a más de dos o tres pasadas de cepillo y otras tantas de coloretes, el máximo que su alma infatil toleraría recibir. El resultado, no por poco trabajado, dejaba de ser brillante. Parecía por primera vez en su vida, una chica de su edad. Incluso más si la veía un incauto desconocido. Parte del logro correspondía al maquillaje sutil y otra parte al intenso color natural de sus mejillas que de pura vergüenza brillaban con una intensidad sublime. Ya no tenía caso mentir. Así solo podía ir a una cita. Si Aoi y Gonsukogi se habían enfermado, había que aprovecharlo. A saber cuándo el destino iba a volver a ponerse de su parte en los asuntos que más le interesaban.

Un gran espejo oval le regresaba su imagen magnificada. El vestidito morado que habían elegido, amplio de movimiento como a ella le gustaba, pero suave al tacto y sugerente a la vista le devolvían el aspecto de una mujer guapa. Ranma tenía que equivocarse mucho más que de costumbre para que volviera a hacerle daño con una mesa. Por lo menos mientras vistiera así. Le parecía casi como un sacrilegio.

-¿Tú crees que le duela? –se acordó de improviso del incidente de cuando llegó a casa.

Kasumi, no hay que olvidarlo, disfrutaba de la escena incluso más que Nabiki la suya. Y de hecho, recurría a las mismas técnicas de manipulación. La una para conseguir dinero, la otra para quitar por fin la venda que tapaba los ojos a su hermanita.

-Sí, y mucho.

-¿De verdad? –tembló su cuerpo sin que Akane pudiera evitarlo. Hasta el momento había logrado reprimir el sentimiento de culpa, simple y llanamente porque la mente había volado a otro sitio, agobiada por el problema principal de ponerse guapa. Y ahora que por fin se sentía así, el otro trauma volvía a cobrar protagonismo.

-Por supuesto –repuso Kasumi-. ¿No es eso lo que pretendes al pegarle? ¿Que le duela?

-Sí…no…realmente. Es tan fuerte. A Pe-chan jamás le haría algo así.

-Tonta. No es la cabeza lo que le duele. Es el corazón. Sé que cuesta creerlo pero te puedo asegurar que la leyenda es cierta. Los hombres también y aunque no parezca, tienen sentimientos.

-¡No! –meneó la cabeza a ambos lados con los ojos bien apretados y los puños juntados muy cerca del mentón-. ¡No es verdad!

Luego entreabrió los ojos de improviso y exclamó lo siguiente teñido de su furia habitual, la que había abandonado al disfrazarse de mujer que se prepara para una cita: "En todo caso se lo merece. Yo también tengo sentimientos y las palabras duelen más que las acciones. Todo el mundo sabe eso".

-¡Tienes razón! –le volvió a seguir el juego Kasumi-. Será mejor que te quites ya ese vestido. ¡No se lo merece! Si él no da el primer paso hacia la madurez, no tienes por qué hacerlo tú. Las mujeres debemos esperar al hombre pacientemente porque ese es nuestro rol social.

-Y-yo no dije eso…

-¡Claro que sí! El hombre fue el primero en pisar la luna, y el primero en llegar al polo norte. Lógicamente el hombre debe de ser el primero en elegir pareja para procrear. Se lo ha ganado históricamente. Nuestro papel, ya lo sabes, es el segundo plano. A lo sumo y en casos excepcionales, acompañarles en sus hazañas. Darles su cachetada necesaria en cada escala y aguardar a que los libros de texto alaben su valentía. Nada más nos corresponde…

De más está decir que manipular a Akane, incluso en el campo del amor, era tan sencillo como hacerlo con Ranma. Mientras una se levantaba cuan alta era, con un puño erguido en el aire y exclamaba: "ejerceré mi derecho moral a morrearme con mi prometido si me apetece", el otro también elevaba al cielo un objeto -una cajita con bisutería falsa- y exclamaba con la misma pasión: "me ha costado un riñón pero por Akane y su perdón, perdería hasta mi corazón".

Aquella desde luego fue la primera y última incursión en el sagrado arte de la poesía de nuestro artista marcial favorito. Ni uno como poeta ni la otra como gran pintora se ganarían la vida de forma digna. Lo suyo era, sería y es -aún tantos años después-, el estilo de Combate Libre.


La noche fue idílica. No por lo que ocurrió que también fue bello y digno de mención, sino por lo limpio y desprovisto de obstáculos que se encontraba el cielo. La bóveda celeste, más que estrellada, parecía la gigantesca piel de aquellos gatitos con infinitas pecas blancas sobre el lomo negro. Una piel con la que se abrigaba del frio espacial algún dios mitológico que por las razones que fueran, había decidido reposar sobre el cielo de Nerima. Solo así se explicaba que las estrellas parecieran tan vivas y la oscuridad de la noche temblara dulcemente sobre si misma, tal y como ocurriría si alguna boca gigantesca soplara sobre ella. Ambos jóvenes gozaban del prodigioso espectáculo desde la mejor butaca posible, la del telescopio del centro astronómico más potente de Japón.

-No es justo, Ranma. ¿Por qué tu telescopio enfoca tan bien y el mio se corta cada dos por tres?

El muchacho despegó el ojo izquierdo de su aparato y optó por repasar con la vista otro tipo de "belleza natural y única". Le acompañaban unos ojos almendrados de generosidad tan inmensa como el universo. ¿Necesitaba realmente de un telescopio para fisgar en los secretos gloriosos del universo? ¿O le bastaba simplemente con asomarse a las esferas cafés de su prometida para perderse por paisajes aún más misteriosos y atrayentes?

-Ranma, ¿me has oído? Mi telescopio no funciona bien.

El muchacho revisó de arriba abajo lo que no tenía muchas ganas de revisar –los muelles y la lente del aparato- mientras los ojos registraban a escondidas y en cada pausa lo que la mente si deseaba ver.-la escultural apariencia de una Akane trabajada por el arte de Kasumi, la culpa y unas cuantas hormonas revueltas-. Hasta que por fin, más por tacto que por vista, descubrió una especie de hendija en un lugar inesperado. Se trataba de la típica abertura redondeada acompañada de su inseparable leyenda: "insert coin". Ranma introdujo una mano en el bolsillo de su pantalón y extrajo dos monedas.

-Este es de los viejos –dijo mientras las introducía-. De los de pago. Tú utiliza el mío.

-Gr…gracias. La verdad es que había traído dinero pero…no sé qué pasó…el monedero está vacío.

Ranma sonrió.

-Tranquila, con todas las veces que me invitas tú…

En rigor la frase era verdadera y no escondía nada de especial ni en la entonación ni en su significado subyacente. Y sin embargo…llevaban más de media hora juntos sin pelear, a solas, más guapos que nunca y…comenzaban a ser amables el uno con el otro. Un rubor de inocencia pura recorrió toda la epidermis de Akane desde el pecho hasta la sien. Sí, por supuesto, a veces le prestaba dinero pero…¿no era ella una marimacho horrible y gruñona según Ranma? ¿No le tocaba, por tanto, recibir una respuesta hiriente en una situación así? ¿Algo del tipo: "te habrás distraido como cuando tiras azúcar a la sopa en lugar de sal"?

-¿En serio no te molesta?

-No. Al contrario…me he alegrado…digo…el tener la oportunidad de hacer algo por ti…

Lo último dicho con un hilo de voz y apretando fuertemente el brazalete de regalo entre sus dedos. El corazón le latía a esa velocidad extraña que solo sentía cuando se enfrentaba a un rival formidable en el campo de batalla. Solo que en aquellos casos, los desfiaba con la vista en alto y el gesto socarrón. Cara a cara con Akane, la vista no se levantaba ni un palmo del suelo y el gesto...bueno…no había gesto y si lo había, no se distinguía. Los labios de lo resecos que se encontraban casi ni se movían, el brillo de los ojos alcanzaba para fulminar a cinco toros sedientos de sangre si hubiese erguido el cuello pero no lo hacía. Eso sí, la mano poco a poco se extendía en dirección a la de Akane. Hecho sorprendente que su prometida no advertía pues se había quedado, al oir aquellas palabras, en una pose similar a la de Ranma. Cabeza anclada en el suelo como la de un experto contador de adoquines. Puños juntos y sobre las rodillas martirizando de puros nervios, el extremo de su vestido morado. Y un aura de combate invertida que le mantenía dura y en su sitio, cuando lo natural hubiese sido lanzarse a la acción.

Cuando por fin el brazo tembloroso de Ranma y hizo contacto con la muñeca de Akane ya nada del magnífico escenario nocturno les atraía la atención. Ya podían las estrellas jugar en el cielo a la gallinita ciega que los jóvenes no advertirían el fantástico espectáculo que se desarrollaba sobre sus cabezas. De hecho, si alguno de los dos hubiese osado levantar la vista, quizá hubiesen advertido que la piedra falsa del brazalete ya se había desprendido de su sitio y descansaba sobre un botón abandonado por anteriores visitantes.

No está pasando. No está pasando. No puedo creer que esté pasando –se repetía a sí misma Akane en su mente. ¡Está ocurriendo! ¡Por fin está ocurriendo! No puedo creer que nadie nos interrumpa –pensaba también Ranma.

Cuando las yemas de ambos dedos, el akanil y el ranmesco, cometieron el terrible pecado de quebrar por una milésima de segundo el primer mandamiento rumikense, ambos muchachos sintieron que a aquella caricia suave y fugaz que se habían dado ya no se las podría quitar nadie, que eran felices y que por tanto…por tanto…

-¿Y ahora qué? –se preguntaron los dos al unísono y en voz alta.

-No lo sé –repuso la menor de las Tendo-. A lo mejor deberíamos comer…

-¡Buena idea! ¡Muy buena! –respiró aliviado Ranma que estaba batallando mentalmente entre las únicas dos posibilidades que su cerebro procesaba en ese entonces: arrojarse sobre su prometida o huir de allí y no regresar nunca jamás al Dojo-. ¡Mucho mejor que lo que yo había pensado!

En rigor Akane había pensado exactamente en esas dos mismas opciones. Pero ella corría con ventaja. Le había preparado Kasumi antes de salir.

-Recuerda, hermanita. Si durante el estudio de las estrellas os atascáis de alguna manera imprevista y no podéis seguir "estudiando" correctamente…haz una pausa para comer. Ya sabes que Ranma tiene medio cerebro en los puños y la otra mitad en el estómago.

Mientras Akane aprovechaba las últimas palabras que le dijera Kasumi antes de salir a la cita…perdón…a estudiar…, Ranma también recordaba las últimas palabras de Nabiki, aunque claro está, no le resultaban tan útiles como a Akane.

-Y recuerda que, si luego de entregar el brazalete, os atascáis de alguna manera imprevista, no hay devolución. ¡No hay devolución! ¡NO HAY DEVOLUCIÓN! UN TRATO ES UN TRATO. Una vez dado el paso, ya no puedes volverte atrás.

Click. Clack. Las cajitas del almuerzo de ambos tortolitos se abrieron al mismo tiempo. En la de Ranma, había un poco de arroz con pulpo, mucho menos de la generosa ración que solían servirle siempre, una galleta china de la suerte y de postre algo más occidental, un huevo kinder. En la de Akane…solo un huevo kinder.

-¡Qué extraño! –se quejó Akane-. Hoy me desaparece todo. Primero el monedero y ahora esto.

-Come de la mía –hizo de tripas corazón Ranma-. No hay mucho pero nos alcanzará para pasar el rato.

-Y-yo…no quiero abusar.

-Vamos, no seas tonta –insistió Ranma. En el fondo, tú siempre me estás cocinando.

¡"Tonta"! Tres horas juntos y un mísero insultito de nada adornado con una frase que le cortaba la respiración de solo ponerse a pensar en los sentidos subyacentes. ¿Dónde quedaron los "tus platos son más venenosos que segundas intenciones de Nabiki".

-¡YA BASTA! –exclamó Akane- ¡Me puedes decir dónde demonios has escondido a MI PROMETIDO, falso fantoche!

-¿¡Yo falso fantoche?! ¿Y tú qué? ¡Ya me están doliendo los dientes de tanto apretarlos para amortiguar el mazazo que no llega!

El dedo de Akane se levantó de golpe y señaló a su próximo marido con toda la furia.

-¡Ajá! ¡Ya sabía yo que te dolía!

Ranma titubeó en su sitio sin saber bien qué decir.

-¡Pues claro que me duele, estúpida pecho plano…n-no…en realidad…no tanto. Más te dolerá a ti cuando digo cosas…-tartamudeó Ranma- ya sabes…recién y-yo…no quise…será mejor que me vaya.

-Sí, será lo mejor…

Por la mente de Akane se pasaron todas y cada una de las enseñanzas de Kasumi. Ninguna le servía para evitar que se fuera. Ninguna le valía para retroceder en el tiempo y cambiar las palabras. Por la de Ranma también se pasearon las ideas y palabras de Nabiki hasta que se topó con una. La del final: "Una vez dado el paso, ya no puedes volverte atrás".

Se dio media vuelta y volvió a mirar a Akane. Otra vez se había sentado mirando al suelo y retorciendo entre sus dedos el extremo inferior de su vestido. Detrás de ella a gran altura, las estrellas seguían decorando la escena con esmero y dedicación. Y ahora que se había girado y la veía tan guapa y vulnerable ya no se sentía con fuerzas para irse.

-Habría que terminar el trabajo de astronomía…antes de marcharme.

¡Sí! ¡Claro! ¡El trabajo! –se emocionó Akane-. ¿Cómo había dejado pasar una excusa así para retenerle?

Akane asintió con la mirada. No había logrado controlar su respiración todavía como para responder pero sonreía. Ranma pensó en que era un buen momento para intenar besarla. Antes, examinó el recipiente con la cena. Ya casi no quedaba nada. Tan solo las dos galletas de la suerte y los huevos kinder. Cogió una y la abrió: "Damiselas descerebradas las hay a raudales. Si encuentras uno que no lo es y notas que incluso sus estupideces son tus estupideces, síguela hasta el fin del mundo, le pese a quien le pese".

Crack.

Akane abrió la suya y desenrolló el diminuto papel que seguramente escondería una lección universal en su interior.

-¡Caramba! Está vacío. Esto ya es mala suerte. El monedero…la comida y la galleta. Está claro que el universo está intentado decirme algo. Como en el huevo kinder tampoco haya nada…-lo arrojó contra una pared sin poder contener las lágrimas que se le escapaban a borbotones y sin remedio.

-¡Pero Akane! ¿Qué te pasa?

-Me pasa que tú eres ese huevo kinder vacío y esa galleta sin fortuna y esa caja del almuerzo sin almuerzo. Eres un prometido sin amor. Por fuera luces muy bien… ¡pero no me quieres! No hay amor allí dentro –le pasó el dedo índice por el corazón y se detuvo temblando en su pecho. Demasiado tarde para descubrir que se había desahogado en voz alta. Ranma y las estrellas le habían oído perfectamente. Ambos, los seres celestiales y el celoso ser que le había tocado en suerte, resplandecían en su sitio con una calidez tal que casi ni eran necesarias las siguientes palabras disuasorias.

-Ojalá fuera yo un huevo kinder o una galleta de la suerte que pudiera mostrar su interior sin necesidad de hablar. Si pudiera abrir mi pecho y mostrarte mi corazón sin decir palabra, no tendría tanta Kodachi, Shampoo y compañía dando vueltas a mi alrededor. Todo el mundo -y especialmente tú- sabría que…que… ¡Un momento! ¿Me has comparado con un huevo kinder? ¿A mí? ¿A Ranma Saotome? Es la cosa menos romántica que he oído en mi vida… ¡YO SOY UN BOMBÓN! ¡UN FERRERO ROCHER AL MENOS! ¿QUÉ DIGO? ¡UN LINDT SUIZO!

Mientras Ranma seguía enumerando marcas famosas de chocolates y bombones, Akane respiró hondo y recordó una vez más las lecciones de Kasumi: "a un hombre nervioso solo se le puede callar de una manera". Muy bien sabía la jovencita del pelo azul de a qué método se refería su hermana pero, ¿sería capaz de hacerlo? –"¡Nestle! ¡Mon Cherry!" continuaba Ranma-. ¿O se asustaría a último momento? –"¡O también y por qué no: cortados de Trapa!"-. Pronto supo que haría cualquier cosa con tal de que se callara. Incluso, besarle.

-O los Godiva, que son belg…mmmh…as…estem…Akane ¿me has besado? –dijo el muchacho que solo había visto pasar una sombra tan rápido como el rayo que posaba sus labios sobre los suyos y luego huía hacia un rincón.

-Sí, he sido yo. Y ni así te callas.

-Pues no me ha gustado –cruzó los brazos sobre el pecho-. Ha sido de sorpresa y sin avisar. Yo me lo había imaginado diferente.

Akane recogió el huevo kinder entre sus manos y se acercó hasta Ranma. Estaba abollado en uno de sus extremos pero parecía todavía comestible.

-¿Así que nos habías imaginado besándonos?

-N-no. Claro, claro –se quedó duro-. Yo jamás…con una marim…contigo…nunca…yo no pienso en esas cosas. Soy un gran artista marcial y un bombón. Los bombones pensamos en banquetes y grandes proezas. No pensamos en besos y Akanes…solo a veces…casi siempre…¡Déjame en paz!

El terso chocolate negro del huevo cedió ante la presión de los dedos akaniles y dejó salir por fin su tesoro: unas orejeras. Juguete un tanto tosco al que sin embargo, Akane le encontró utilidad inmediata.

-Ahora, prometido mío –se las puso sobre los oídos y agradeció al universo su gentileza-, puedes decir todas las necedades que quieras mientras observamos las estrellas de la mano. ¿De acuerdo?

Ranma ladeó la cabeza de arriba abajo y apretó bien fuerte su mano con la suya. Y así se quedaron juntos y bajo las estrellas. El uno comparando las propiedades alimenticias del chocolate suizo con las artes marciales y la otra ignorando toda la perorata en silencio y apoyando su cabeza sobre su hombro. Ya lo dice el dicho: si no puedes callar a tu prometido, tapónate los oídos. Fue recién un cuarto hora después, cuando Ranma perdió la paciencia, le quitó los tapones de los oídos a Akane y le dijo:

-Si no me crees, pruébalos. Verás que mis labios saben mucho mejor que el chocolate.

Y por muy orgullosa que fuera Akane, al final tuvo que admitir que tenía razón. Y por muy orgulloso que fuera Ranma al final…bueno, en realidad nunca lo admitió pero los besos de Akane le sabían a…

FINAL ABIERTO.


PS: Del 1 al 10 ¿cuántos segundos creéis que tarda Minefine7 en censurar este final y preguntarme a qué saben sus besos?


Historia bonus

Miedo a las arañas

Hace aproximadamente unos siete años, cuando Gohan tenía un añito o un poco menos, mi vida era radicalmente diferente a la de ahora. En primer lugar, faltaba Bulmita. Su ácida mirada del mundo de los adultos, su extravagante forma de llamar la atención a todas horas, sus llantos continuos, en fin, su reinado, no se había constituido. Es precisamente porque la familia Sensei vivía en una democracia hace siete años, que se podían dar escenas que ahora son imposibles.

En segundo lugar y antes de pasar a la narración de la historia propiamente dicha, mi vida era diferente porque Gohan no hablaba. Bueno, algo sí que decía. "Agua" cuando tenía sed y "Aukum" cuando tenía hambre. "Agua", por supuesto, podía significar también leche, cocacola o bañarse. Y "aukum" significaba objeto sólido o "no-agua". Que comenzó siendo comida y terminó siendo un "comodín" para designar cualquier objeto que le interesara. Con aquel reducidísimo vocabulario más el dedo índice extendido que lo desambiguaba todo, se hacía entender. Es curioso, ahora que lo pienso, que alguien así, que reducía al mínimo la redundancia del lenguaje, luego agregara en su extenso vocabulario de cinco palabras los dos siguientes sinónimos: "Vam" y "Chaqueta". "Vam" significaba "vamos" o lo que es lo mismo: salgamos a pasear. Y "chaqueta"…pues lo mismo: "dame la chaqueta que quiero salir a pasear". La última y más importante palabra era la siguiente, la que aprendió primero cronológicamente hablando: "gracias". Bastaba que el Gohan de un añito extendiera la mano y dijera "gracias" para que los adultos entendiéramos que quería que le alcanzáramos tal o cual juguete. El premonitorio "gracias" nunca le fallaba. ¿Quién puede negarse a darle algo a un niño que de tan educado que era, te lo agradecía incluso antes de que se lo dieras?

Sucedió que un día, justo después de un enérgico "vam", acompañado de un más que intencionado reinicio del ordenador, me vi obligado a abandonar mis tareas y llevarlo a pasear. Desde luego, de haber existido Bulmita nada malo hubiese ocurrido. Pero a mi lado no había ninguna niña celosa que se pusiera a llorar a lágrima viva porque también quería venir. Así pues, los tres, el vocabulario hiperbásico, el niño que odiaba los ambientes cerrados y un servidor, salimos a pasear. Era un día soleado, sábado para ser más preciso. Fuimos cubriendo, pues, los destinos lógicos. Parque, heladería, parque, todos y cada uno de los portales con cortinas de tiras en los que alguien de su tamaño podía enmarañarse y jugar al escondite por horas, parque, río, parque -¿os mencioné ya que no existía ninguna Bulmita que me salvaré del bucle infinito, verdad?-, castillo (sí, en mi pueblo hay un castillo aunque solo queden los cimientos y es casi como ir al parque de divertido para los niños), etc.

Sucedió que en una de las tantas veces que fuimos al parque, noté que sobre la mano de Gohan había ni más ni menos que una araña de tamaño considerable.

-No te muevas.

-¿Aukum?

-Tenés una araña en la mano. Ahora te la quito.

-¡Aukum!

Diez minutos después volvíamos a casa. Se suponía que Minefine7 no había regresado antes de hacer las compras y no estaba en la cocina guardando las cosas, así que aproveché para dar rienda suelta a mi frutración.

-¡Pero es que eres tonto o qué, Gohan?

-¿Aukum?

-¿Te dije quieto, verdad? -Le repetí la pregunta varias veces mientras lo acomodaba en el sofá y le intentaba revisar el área afectada por si le habían picado.

-¡Aukum!

-Es que eres único. ¿A quién se le ocurre ver una araña así de grande y hacer eso? Si se entera tu madre nos mata a los dos. A ti por hacerlo y a mi por no impedirlo a tiempo.

Y sí, como todos ya os estaréis imaginando, "araña" en la escala de fobias de minefine7 ocupa un lugar destacado. Y sí, estaba justo detrás de mí cuando pronuncié aquella palabra.

-¿¡Enterarme de qué?! –interrogó desesperada mientras se abalanzaba sobre mi tonto hijo y lo revisaba de arriba abajo-. ¿No habrás permitido que una araña pique al niño?

-Jajaukumjajakum –se reía Gohan por las cosquillas que le provocaba el exhaustivo registro.

Por fin, todo se calmó un poco.

-No veo nada.

-Es que no le ha picado –confesé entre susurros.

-¿Entonces?

-Se la comió.

-¿Se la comió?

-Sí.

-¿Nuestro hijo se comió una araña?

-Sí.

-¿Has permitido que se comiera una araña?

-Bueeeno, ¿cómo podía adivinar que iba a hacer eso? Tampoco es que se vaya a convertir en el hombre araña.

Como dije, no existía Bulmita y este tipo de accidentes eran posibles. Hoy en día, da igual lo que haga Gohan mal, es ella quien le acusa con su madre y yo salgo indemne.


Y como os debo una historia bonus del capítulo pasado otra mini-historia de Gohan bebé:

-Piedra.

-Aukum.

-No, no, no. Di: piedra.

-No, no, no. Aukum aukum.

-Pie…dra.

-Au…kum.


Con dos años.

-Gohan, cuenta hasta tres.

-Dos, dos, tres.

-No, no. Primero va el "uno". Dí "uno" primero.

-Uno, uno, tres.

-Vaaale. Escucha: UNO, DOS, TRES.

-Dos, dos, tres.

-Bueno, es mejor que "Aukum, aukum, aukum".


Con tres años.

-Papá, mira, en el cole me enseñaron a contar hasta veinte.

-Te escucho.

-1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,19,2 0.

-Excelente, Gohan. Ya sé que será fácil para ti ahora que sabes esto, pero hazme el favor y cuenta hasta tres. Es un logro que tenemos pendiente.

-Dos, dos, tres.

-¡Pero si antes lo dijiste bien!

-Es que en el cole me enseñaron a contar hasta veinte. Hasta tres todavía no lo estudiamos.


Tercera y última historia bonus.

Esta semana por fin vimos la nueva película de Dragon ball.

Conclusión de Gohan: Nunca, nunca, nunca pero nunca hay que pegarle a Bulma delante de Vegeta.

Conclusión de Minefine7: Hasta en dragon ball hay escenas más románticas que en Ranma ½.

Conclusión de Bulmita: Yo me hubiese quedado con Yamcha y Vegeta (me da ganas de matarla).

Conclusión mía: Vale la pena. No es larga. Las escenas de pelea no son espectaculares pero es muy, muy graciosa.

Fin de las historias bonus


Ahhhh, casi me olvidaba: al capítulo pasado le puse de título "NO LEER" y me leyó más gente que nunca así que por favor, no me dejéis reviews. No los quiero. ¡NO LO HAGÁIS! ¡Ni se os ocurra!


Comentarios

Estimada Maxhika. Siempre un placer leer un comentario tuyo y más si es así de especial. Felicitaciones por los 800 reviews.

Kafka es uno de mis autores preferidos y creo que se nota a la hora de escribir. Así que te agradecezco de corazón la historia. Cuando llegues a los 60 capítulos intentaré corresponderte con otra que me recuerda un poco a "Akane y medio".

Estimado LuyyiAVG. Siéntete libre de spoilear tranquilo. Los reviews son para eso. Claro que si alguien me hubiese spoileado a mi el final de Ranma ½ me hubiese hecho un gran gran favor…

Al final parece a propósito pero hoy rompí la regla de la publicación veloz. Será el subconsciente que me estaba avisando. Y eso que me propuse escribir algo corto y sencillo.

Estimada sofiaflores1. Tienes razón. Yo, desde luego me he divertido un montón rompiendo los mandamientos y al mismo tiempo respetándolos. Me alegro que te haya gustado esta historia.

Estimada Akyfin02. ¿Qué tal tu ordenador? ¿Ya revivió? No deberías menospreciar "Mizaki". Es de lo mejor que he leído por Internet. Igual mejor si no te vengas por un final trágico en ningún lado. Ya sabes lo que dice Kasumi, que al parecer los hombres también tenemos sentimientos y todo eso.

Lo siento pero soy muy cuadrado con las cosas. Una vez que las recuerdo de una manera no hay forma de quitármelas de la cabeza. Tu perro es un chihuahua y ya. Así me lo aprendí y así quedará en mi mente hasta el fin de mis días.

Adivinanza: ¡dame un pista!

Estimado hikarus. Me alegro que te haya gustado tanto otra de mis historias. Siempre es un gusto tenerte de lector. Los finales múltiples son una realidad en este mundillo. Todos los autores tenemos nuestro propio final alternativo. Normal que también lo tuvieran los personajes, ¿verdad?

Estimado Paricutirimicuaro. Un placer leer tu comentario. Aunque nunca te he dejado un review sí que he leído varias de tus historias Y lo único que tengo que reprocharte es tu nick. Difícilísimo de escribir. Sigue así.

Estimada Ai (cap. 80).

1) Los personajes principales son los "plafuis".

2) ¡Final abierto! No le dio un "plafui"

3) Vaaaale, sí que se resolvió la tensión amorosa…se ve que hay mandamientos más difíciles de romper que otros.

4) Ahí me has pillado….pero…

5) Pero…no aparece Ibuké. Un cambio de rumbo sin Ibuké no es un cambio de rumbo verdadero.

6) Sí, supongo que tenía que haber puesto siete párrafos antes de cada beso…pero prefiero oir a Gohan debatir sobre la fuerza de los personajes de dragon ball por horas antes de volver a quebrar este mandamiento.

7) ¿En serio hubo historia bonus y comentarios? No me acuerdo. A menos que te refieras a los que dejé en mi club de fans. Claro que sería incapaz de mencionar eso públicamente. Me daría mucha vergüenza que la gente se entere que tengo un club de fans y que en él hay muchas ilustaciones preciosas y que cada tanto publico anticipos de mis capítulos para un selecto grupo de lectores de élite. Es como si te secuestraran en un fic o te compararan con Kafka en una historia. Son cosas que no hay que mencionar de forma reiterativa. Especialmente lo del club de fans. Si no la gente va a pensar que existe de verdad y va a empezar a preguntar si está en facebook o si se llama "Club de fans de Leandro Sensei", etc. NO LO VISITÉIS.

8) Tampoco lo rompí. Es la historia más rara de todas.

9) En un fic normal hubiese reformado a Phileas Fogg.

10) Pero lo rompí ahora. ¿Qué se le va a hacer?

Undécimo mandamiento: ni cerca estuvimos de romperlo.

"El review" diría yo. "El review" corrobora minefine7.

Mi número favorito es el 7.

Estimada minefine7. ¿Y si Bulmita me amenaza con pegarme? ¿O peor aún, con llorar? Ya sabés que le tengo miedo.