VII

Contempló el paisaje silvestre a su alrededor, incrédulo sobre los peligros que aguardaban en tan bellos horizontes, mientras con un ala sostenía la herramienta que lo ayudaba enfrentar la muerte cada segundo que pasaba fuera de su poblado. La Villa Rito había estado a salvo de aquellas tierras salvajes, protegidos por un precipicio además de los arqueros que componían la aldea, aún si no se trataran de una fuerza militar en toda regla. Teba había recibido el título de guerrero, así que se había vuelto una costumbre vigilar desde lo más alto la zona para anticiparse de peligros. Muchos de sus compañeros le habían dicho que estaba siendo demasiado serio, pero no podía evitar realizarlo después de que hubiese sido asignado a la tutela del campeón orni, el arquero más destacado del pueblo.

Pensar en él, incitó a Teba bajar la mirada en busca de su silueta. No era difícil encontrarlo para su entrenada vista, pues terminó por convertirse en un experto cuando se trataba de encontrar con quien pasaba la mayor parte del tiempo entrenando. Cuando notó que no estaba a la vista, suspiró pesadamente, en cierta forma decepcionado, ya que no hace mucho estaba descubriendo que el campeón le atraía de una forma que no debería ser correcta. Teba compartía una relación amorosa con Saki, y disfrutaba pasar tiempo con ella. Sin embargo, tal situación no parecía impedir que perdiera la mirada en la figura de su superior, incluso en los momentos menos oportunos.

El sonido de aleteo y pasos a sus espaldas lo obligó disipar sus pensamientos, ya que no le apetecía ser descubierto en el acto. En cambio, se giró para identificar a su inesperada compañía, dedicándole una sonrisa amistosa al único que podría llamar su mejor amigo. Harth le devolvió el gesto, acomodándose a su costado para admirar la vista, asintiendo con aprobación al darse cuenta que nada interrumpiría la celebración de aquel día.

—Te felicito, Teba. Haz encontrado el mejor centro de vigilancia en todo el poblado. Deberíamos construir una choza aquí para no estar expuestos a los ataques aéreos.

—¿Cuántas criaturas inteligentes conoces con nuestra habilidad para volar?

—Te sorprenderías.

—Inténtalo —desafió Teba divertido.

—Me atrapaste —bufó quien cuyo plumaje negro contrastaba evidentemente en presencia de su amigo—. Oye, pero Nyel me ha hablado de algunos, eso sirve de algo ¿no?

—Pero no los has conocido de frente.

—No, soy un orni sedentario, no soy bueno viajando. Y no me recuerdes la primera vez que tú y yo lo intentamos. Me gané mis respectivos traumas, ahora ya no puedo ver murciélagos sin pensar que en cualquier momento tirarán chispas y nos electrocutarán a todos.

—Y yo aquí creyendo que ya lo habías superado.

—Las viejas cicatrices tardan tiempo en desvanecerse, algunas no lo hacen. —Teba rió con las palabras de su acompañante, deslizando la mirada sin intención hacía abajo, antes de notar la silueta inconfundible de Revali caminando hacia adelante, moviendo la cabeza de un lado a otro, al parecer buscando a alguien; la idea hizo a Teba prestar su completa atención—. ¿Problemas? —inquirió Harth a su lado, entonces el guerrero recordó que no estaba solo sobre aquella punta rocosa.

—No, es Revali —dijo, tratando de sonar lo más relajado posible.

—Oh, el campeón. Si, ese tipo es alguien especial. No he hablado con él mucho pero dicen que su forma de usar el arco es legendario. Sino mal recuerdo, te asignaron para ser su compañero de batalla ¿no? ¿Cómo es?

—Es... estricto, poco flexible y en ocasiones arrogante, pero no es tan malo. Todo aquel en medio de un aprieto desearía tenerlo a su lado. Me ha salvado el pellejo muchas veces.

—Así que has caído en buenas manos ¿eh? —comentó Harth con una sonrisa burlona—. Si llegara estallar una guerra, serás la envidia de los arqueros.

—No es para tanto —replicó Teba sin perder de vista a Revali, quien se había recargado en un barandal todavía impaciente por ver a quien esperaba.

—No seas modesto, se te ve en la cara cuanto te gusta ser su compañero.

—Es bueno, si.

—¡No me eludas fingiendo desinterés! —le reclamó Harth pero Teba estaba lejos de importarle su comprensible cambio de humor—. De verdad que no te entiendo en ocasiones, amigo. Siempre has ambicionado un puesto importante en el grupo y tener un compañero competente para la batalla. Ahora que tienes todo lo que deseabas, ¿simplemente actuarás como si no te importara?

—Yo no hago eso. Estoy feliz.

—Pues no parece. —Los ojos de Teba se enfocaron cuando un capitán del segundo grupo de arqueros se presentó ante el campeón. Era un orni de plumaje marrón que todavía llevaba encima las tres plumas rojizas que lo señalaban como tal. Revali era bajo de estatura, así que no fue una sorpresa que aquel arquero lo superara en tamaño, pero sin duda su intercambio estaba siendo llamativo. Los vio compartir un par de palabras con sonrisas y algunos gestos de sus alas, antes de emprender el camino rumbo a la plaza. Aquella era la tercera semana que sucedía, así que Teba empezaba a sospechar que había algo entre aquellos dos; eso de alguna manera lo inquietaba—. ¿Sigues aquí, amigo?

—Oye, ¿alguna vez viste al campeón con una hembra?

—¿Hembra? —La pregunta de su mejor amigo lo tomó desprevenido—. ¿Osea cómo?

—Ya sabes, un interés amoroso.

—Pues... no. Sé que hay algunas compañeras de mi novia que babean por él, pero jamás he escuchado que comparta una relación con alguien.

—Ya veo —asintió Teba, mucho más intranquilo que antes. No quería pensar en las posibilidades, especialmente porque aún le incomodaba lo que él mismo sentía hacia Revali, pero el pensamiento le generó un extraño vacío. ¿Sería prudente siquiera considerarlo? Podría estarse equivocando, en realidad era eso lo que Teba esperaba.

—¿Por qué la pregunta?

—¿Eh? Oh, no, no, por nada —se excusó Teba con torpeza—. Curiosidad.

—Dime que no estás pensando nada peligroso o estúpido. Que para eso eres experto.

—Déjame en paz, Harth —exigió de mala manera. Harth suspiró.

—Estoy preocupado por ti, Teba. Ya sé que es tu vida y que no es de mi incumbencia pero creo que te estás desviando. Incluso Saki me ha pedido consejos para llegar a ti porque has estado muy distante estos días. Hazte un favor y no desperdicies la oportunidad de ser feliz con una hembra tan maravillosa como ella por perseguir aventuras.

—¿De qué clase de aventuras hablas? —cuestionó Teba frunciendo el ceño—. Por supuesto que estoy decidido a proponerle matrimonio una vez llegue el momento indicado, no hay otra mujer en mi vida además de Saki.

—Si, no dudo que ninguna orni te haya cautivado tanto como Saki, pero ¿qué tal un arquero?

Teba sintió a su sangre helar frente semejante declaración. Jamás se le había cruzado por la cabeza la probabilidad de que su amigo lo supiera, si es que no era otro de sus juegos sucios para evaluar su reacción y entonces comprobar sus sospechas. Ante esta maniobra, Teba se obligó guardar compostura, mirando a su mejor amigo a los ojos sin dejar drenar la confianza en su semblante, aunque era posible que su fachada no funcionara en Harth cuando ellos dos se conocían desde que eran unos polluelos.

—¿De qué estás hablando?

—Mira, como amigo, sólo te pediré que pienses detenidamente lo que quieres para ti —dijo Harth cruzándose de brazos—. Ya no somos niños persiguiendo sueños: somos adultos con responsabilidades y, asumo, madurez —agregó posando un ala en su pecho de forma condescendiente para luego extenderla a los costados—. Te suplico que no dejes a tus impulsos arruinar el poco cerebro que tienes.

—Mira quien lo dice —comentó Teba con acento irónico mientras levantaba una ceja.

—¿Qué? ¿Dudas que no he aprendido algo de mis errores? No me subestimes y por favor no me hagas subestimarte. Quiero confiar por una vez que sabes lo que haces.

—Sé lo que hago —confirmó Teba desviando la mirada, enfocando sus pupilas en todas partes para no mirar a su mejor amigo quien, nada convencido, se permitió volver a suspirar para liberar la tensión en sus hombros.

—En todo caso, hoy habrá una velada tranquila, y quiero que tú y Saki la pasen bien. Reflexiona un poco en lo que dije, entonces haz lo que tengas que hacer ¿de acuerdo?

Posando los dedos sobre uno de los hombros de Teba momentáneamente, fue como Harth se despidió, acomodándose con la intención de emprender el vuelo pero Teba decidió retenerlo un segundo más. No sería un rasgo característico suyo guardar silencio cuando podía vengarse de su molesta custodia amistosa.

—Deberías dejar de comportarte como mi padre, te recuerdo que somos de la misma edad.

Con una risa divertida, Harth se abalanzó sobre las corrientes de aire para planear hacia la izquierda y descender al poblado con movimientos glamurosos. Al verlo Teba comprendió porqué su amigo siempre fue un imán para las hembras, pues además de tener higiene, poseía una gracia varonil bastante atractiva. Sino lo considerase casi su hermano -y no fuera consciente de sus preferencias- probablemente habría intentado cortejarlo en el pasado, en la época en la que aún se estaba descubriendo a sí mismo. Tomó un respiro, antes de darse cuenta que su charla con Harth lo había distraído de seguir el camino de Revali. Debería tomar el consejo de su amigo y dejar ir cada sensación que había experimentado al convivir con el campeón orni, desgraciadamente Teba no era bueno ignorando inquietudes.

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Luego de un escaneo de rutina a los alrededores, Teba volvió a su casa a prepararse para una buena noche a lado de su pareja, a quien fue a recoger varios minutos después. Saki lucía hermosa con su atuendo color miel, quien le saludó con la misma dulzura a la entrada de su choza, no dudando entrelazar sus dedos mientras caminaban. El clima era agradable, la música y la charla casi lograron atrapar a Teba por completo, más su paz mental decayó al advertir las figuras de Revali junto al mismo orni con quien le había visto caminar durante la tarde. A simple vista parecían simples amigos pero entonces los dedos de aquel orni marrón tocaban al campeón con tanta intimidad, haciendo que inmediatamente los instintos de Teba saltaran alarmados. Esforzándose en ignorarlo, Teba tomó un par de tragos rápidos mientras seguía la conversación establecida con su animada acompañante.

Después de dos horas, la pareja había decidido alejarse del bullicio para gozar de un momento de privacidad. Ya que ambos conocían el poblado de pies a cabeza, no les fue difícil sentirse libres de moverse hacia las partes más naturales y ahí dejaron pasar el tiempo entre gestos cariñosos. A Teba jamás le había gustado ofrecer muestras de afecto en público, por lo que sus cercanías se efectuaban en privado, así que de regreso al hogar de Saki, compartieron la cercanía de sus picos con ternura en un beso como despedida.

Teba se dirigía a su hogar satisfecho con la velada pero pareciera una maldición el que estuviera obligado visualizar una escena desconcertante. A dos chozas de su posición se encontraba Revali recargado contra el muro, cruzado de brazos mientras era acorralado por el mismo orni con el que lo había visto. Ninguno había notado la presencia de Teba, así que continuaron su charla sin interrupción y -por lo que Teba apreciaba- no estaba siendo placentera.

Revali había adoptado un gesto prepotente en su rostro ante un comentario, lanzándole una sonrisa rígida a su compañero, quien parecía a un soplo de estallar en furia. El capitán había hecho un movimiento brusco pero su acción no alcanzó a Revali ni lo lastimó, intercambiando sus intenciones por un beso que congeló a Teba en su lugar. Revali mostró resistencia al principio pero instantes después se entregó al acto, cerrando los ojos en respuesta. Teba no pudo apartar la mirada, petrificado con la imagen, más cuando se alejaron entre sí, la sonrisa herida del campeón hizo que el otro orni se marchara, al parecer fastidiado por el resultado.

Sin saber cómo moverse, Teba buscó una manera de reaccionar al suceso pero la mirada escandalizada que le dirigió Revali lo hizo comprender que lo había visto, así que no pudo ocultarse ni fingir, tuvo que continuar su camino. Revali lo esperó y Teba sintió a sus nervios acumularse bajo sus plumas mientras más se acercaba al campeón, después de todo no tenía idea qué le diría cuando estuvieran de frente.

—Que noche ¿eh? —comentó Revali como primera instancia. Teba se removió incómodo.

—Si... bueno... he tenido mejores —respondió Teba sin saber que decir.

—También yo.

—Me dirigía a mi choza ¿sabes? No pretendía mirar, así que...

—Está bien, no fue nada. Estas cosas pasan. Aunque debo admitir que eres tú quien menos quise que me viera en una situación así.

—No te preocupes, no le diré nada a nadie. —Revali sonrió con sus palabras pero su sonrisa distaba mucho de los gestos que Teba había conocido de él, por lo que enseguida se descubrió preocupado—. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Si gustas. No quiero molestarte.

—Dudo que estés dispuesto a darme lo que quiero —murmuró para sí mismo pero Teba alcanzó a oírlo, aun cuando Revali le impidió reaccionar a ello—. Creo que optaré por rechazar tu tentadora oferta, sabré manejarlo. Gracias de todos modos... Teba.

El guerrero tragó saliva con dureza instintivamente, pues el tono con el que Revali pronunció su nombre le causó un gracioso cosquilleo en la nuca. Su mirada se desvió con timidez, en busca de algún punto donde posarse mientras hacía un esfuerzo por recuperar compostura.

—Entiendo. En ese caso... supongo que te veré mañana.

—Hasta entonces.

Teba no pudo evitar balbucear un poco tras retomar su camino, haciendo un gesto con el ala hacia Revali cuando cruzó a su lado. La despedida había sido tensa pero Teba creyó haber huido de un suceso grande. El beso entre Revali y aquel capitán se repitió en su cabeza sin razón aparente, por lo cual no tardó sentirse desconcertado. Sus sospechas habían sido acertadas, y al tenerlo presente una extraña molestia se revolvió en su interior. Las palabras de su mejor amigo volvieron a su cabeza al siguiente instante, así que se obligó seguir caminando. Entonces detuvo su andar, tratando de convencerse sobre hacer algo. Y cuando miró a sus espaldas, notó que Revali ya no estaba donde lo dejó sino que había volado a saber en qué dirección, por eso sólo se limitó a mirar su vuelo nocturno antes de emprender marcha a su propia choza.

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Los días posteriores no fueron diferentes al resto, aunque el mal humor de Revali era evidente para todos los que conformaban su pequeño escuadrón. Teba notó que el campeón estaba intentando ser lo más profesional posible, más solía fallar un poco en momentos cruciales, especialmente cuando se trataba de comandar a cierto capitán. A contra de su voluntad, sólo por ocupar el momento y lugar inapropiados, Teba fue testigo de los cortos enfrentamientos que ocurrieron entre estos dos, aunque no llegaban más allá de un intercambio cortante o sugerente por el contacto físico.

Observando desde la distancia, Teba comprendió que esa relación se encontraba en sus últimos momentos, por eso intentó no involucrarse. Sin embargo, debido a sus propios sentimientos, se descubrió cuidando el comportamiento del campeón de cerca, ya que muchas veces debió ser él quien lo consolara, acompañándolo durante los largos lapsos de silencio, animándolo con una competencia de arco a la cual Revali jamás hubiese podido negarse, entusiasmado por regodearse de sus indiscutibles habilidades en el aire. Teba observó entonces que su compatibilidad incrementaba, a medida que emprendían el vuelo juntos y se conectaban al momento de tomar decisiones.

Sin embargo, la duda se mantuvo a flote para ellos. Teba nunca dejó de frecuentar a Saki, por lo que Revali tomaba este hecho como ventaja para hacer bromas que poca gracia le causaron a Teba, culpa de tantos pensamientos que cruzaban su mente. Incluso aunque Revali no quiso admitirlo, Teba notó que lo miraba con gran intensidad en los momentos menos íntimos, mientras que en estos se mostraba el doble de comprensivo, y aquello era decir demasiado tratándose del orgulloso orni.

Teba pretendía mantener su decisión final sobre lo que realmente quería para su futuro. Iba a proponerle matrimonio a su actual pareja, por ello se esforzó en disipar a Revali de su mente, más fue inútil. Gracias a ello, la frustración se había acumulado dentro de su cuerpo y no pudo soportar la reprimenda que Revali le había hecho respecto a su última misión. Habían vuelto a la zona de entrenamiento. No habían otros ornis más que ellos, por ello Revali había aprovechado para señalar los errores que su compañero cometió, tales que casi los arrastra a ser gravemente heridos en batalla. Sin embargo, Teba no pudo reprimirse más, demasiado aturdido por los acontecimientos ocurridos alrededor de los dos para detenerse.

—Cállate —espetó en voz baja, agravada por el enojo. Revali arqueó una ceja con confusión.

—¿Disculpa?

—He dicho que te calles. Cierra el pico, excusa de campeón —declaró levantando la mirada, el volumen de su voz tornándose agresivo de momentos.

—¿He escuchado bien? —Revali se mostró sorprendido por el atrevimiento de Teba, pero rápidamente adoptó un semblante petulante—. ¡Ja! ¿Acaso fuí tan duro que herí tus sentimientos? Espero que no creas vas a intimidarme usando ese tono conmigo. Si tienes una queja, adelante, te escucho —agregó cruzando las alas con una sonrisa altiva.

—Tengo muchas en realidad —replicó Teba al instante—. Te crees tan sabio e inalcanzable, que el mundo gira alrededor de lo que tú haces, olvidando que dependes de todos los arqueros para sostener la posición que tu pueblo te dio. ¿Sabes qué? A mi me importa poco, pues no pienso seguir aguantando tus caprichos de niño mimado, estoy harto de ti.

— …Continua —le retó Revali después de recuperarse de la impresión que le generaron aquellas palabras. Teba comenzó acercarse.

—Has recibido tantos halagos que dejaste se te subiera a la cabeza. Te creaste una imagen tan alejada de la realidad que te sientes con derecho de humillar a los que están por debajo de ti, sosteniendo, lo que por cierto, te olvidas de terminar como el arquero que se supone eres.

—¿Algo más?

—Si —espetó con la suficiente fuerza para hacer a Revali retroceder instintivamente. Y en medio de un arrebato, Teba lo hizo golpear contra el muro, dejándole desarmado por completo, sin nada con qué contrarrestar sus argumentos—. Siempre estás presumiendo, alimentando más y más ese molesto ego tuyo. Me pones nervioso. ¡Y cuando menos necesito recordarte, te niegas a dejar mi mente! —exclamó de pronto, congelando la rabia que los llevó a terminar en esa situación. Teba inclinó la cabeza, tomándose un momento para recuperar el aliento que perdió realizando tal confesión, aturdiendo aún más el entendimiento del campeón orni, quien no pudo hacer más que mirarle—. No dejo de pensar en ti... Cada cosa que haces o dices me molesta. Me vuelves loco...

La respiración de Teba se aceleró poco a poco al igual que su corazón, mientras se acercaba cada vez más al rostro del campeón, pronunciando su nombre con ansiedad.

—Revali.

— …Teba.

Revali correspondió de la misma manera, entrelazando sus picos en un beso apasionado, sus respiraciones agitadas por la necesidad de saborearse, arruinarse. Teba no dejó de repetir el nombre de Revali mientras se movían por la zona sin alejarse entre sí, encontrando al fin el mejor sitio donde terminar con lo que iniciaron. El raciocinio de ambos arqueros se había desvanecido, lo único que podían reconocer era el calor del otro y percibir el movimiento de sus extremidades al frotarse con aquella ansiedad. La voz de Revali se quebró, abrumado por el ritmo que su compañero imponía, demasiado complacido para sugerirle una mejor posición, pues pareciera que no tuvieran tiempo para establecer límites. El hambre los había cegado y no estaban dispuestos a permitir lo contrario hasta ser satisfechos.

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El viento fuera de la choza continuaba siendo frío y salvaje, más la cercanía de sus cuerpos emplumados impedía que la brisa invernal los perturbara. Acurrucados sobre un nido provisional, ambos orni yacían de frente, silenciosos pero no inquietos. Sabían lo que habían hecho pero no estaban listos para afrontar la situación aún. Eran conscientes de que no podían seguir evadiendo lo que sentían por el otro, como tampoco ignorar a quienes compartían sus días en una relación. Revali había determinado que su amorío no podía ofrecer más pero era diferente para Teba, él y Saki habían sabido equilibrar todos los problemas que acontece dentro de una convivencia amorosa, pero esta era la primera vez que Teba cometía una falta semejante. El guerrero dudaba fuera fácil enfrentarse a las consecuencias, pues un desliz como este había arruinado todo lo que planeaba hacer.

—Voy a terminar con él —dijo Revali sin culpa, una declaración arrasadora, decidido a romper el silencio que los acogía—. Lo que sucedió hoy me ha demostrado que es inútil continuar engañándome. No puedo seguir a su lado. ¿Qué harás tú?

—Primero quiero hablar con ella... dependiendo de lo que suceda yo... lo aceptaré.

—Bien —Revali asintió, levantándose del lecho que habían construido, incitando a Teba imitarlo por inercia—. Que día. No imaginé que tuviera tanto estrés acumulado. Ahora estoy más tranquilo. —El joven campeón dejó de frotarse las alas, encontrando un detalle en el entorno lo suficiente importante para generarle una idea, antes de dedicarle una mirada burlona a su amante y agregar—. Me debes una cita.

Teba sólo pudo acompañar su gesto con un bufido divertido, mientras Revali volvía a romper la distancia entre los dos para recargarse en el hombro del guerrero, quien no se apartó, cómodo con el peso de aquella cabeza y el calor de su cuerpo.

—¿Crees que Saki me odiará después de esto? ¿Llorará? —quiso saber Revali.

—En todo el tiempo que la conozco, jamás le he visto derrumbarse por nadie. Confío que esto no le afectará demasiado y sabrá recuperarse. Lo sé, fue a quien elegí para ser mi esposa. ¿Y tú? ¿Por qué lo escogiste a él?

Revali reflexionó unos instantes en la respuesta, recogiendo memorias de sus experiencias pasadas para darle forma a los aspectos que lo cautivaron de su personalidad. Ciertamente había dejado de sentir cualquier cosa por él en la actualidad, pero debía reconocer que no maldecía los momentos que compartió a su lado, porque nunca fue aburrido estar ahí.

—Supongo que fue su espíritu de combate. Era muy aventurero cuando lo conocí, además que no era nada reservado al momento de expresarse, ni tampoco le tenía miedo a probar cosas nuevas. Pero me temo que fue eso mismo lo que trajo discordias entre nosotros, él me dijo que planeaba abandonar su puesto para viajar y yo... yo amo demasiado este lugar. No me imagino lejos de mis raíces, ni de mi gente —confesó—. Aún ahora, me cuesta trabajo pensar cómo será el día que sea convocado por el rey Roham para enfrentar al cataclismo. Pero supongo que eso será inevitable, después de que aceptara la propuesta de la princesa Zelda sobre pilotar a la bestia divina.

— …Había olvidado que te marcharías —comentó Teba entristecido con el simple pensamiento. Saber al campeón lejos por tiempo indefinido, le torturó más de lo que siquiera hubiese considerado en un principio.

—Sólo serán un par de días, o eso es lo que quiero creer.

—Sea como sea yo estaré aquí, esperándote.

—¿Ah si? —inquirió Revali con una sonrisa—. ¿Dices eso cuando aún no sabes el futuro de tu charla con Saki? No pensé que tuvieras tanto sentido del humor.

—¿Qué tiene de malo? Cual sea el resultado, es un hecho que eres importante para mi.

—Preferiría que no te ataras a una esperanza pero eres testarudo, sé que no me escucharás.

—Así es —Teba le dio la razón al campeón, cerrando su pacto con un breve contacto de sus picos, tan íntimo que Revali sintió que podría volver a confiar en la palabra de alguien más.

—Entonces espérame y asegúrate de mantener todo en orden hasta mi retorno.

—Así lo haré, Revali —respondió el guerrero con absoluta convicción.

Fin.