Notas Iniciales: Escribí esto para el día del amor y la amistad pero... ya saben como están las cosas. Retrasos, falta de tiempo. Se hace lo que se puede. Como sea, disfrútenlo.
VIII
Aquel campamento fue planeado como un viaje de entrenamiento saludable, uno donde dos arqueros de profesión, un artesano y un poeta pretendían ampliar sus horizontes y así mejorar en el ámbito. Pero en realidad se trataba de una sospechosa reunión de parejas: Nyel y su prometida Ameli, Teba y su novia Saki, Harth y su más reciente cortejo llamada Vami. Revali se preguntó qué podría salir mal al ver el entusiasmo de sus amigos con este paseo, motivo por el cual no dudó un segundo en seguirles el juego e invitar a quien compartía una relación con él: Mazett, un orni de aspecto fornido que (tras unos segundos de comerse el cerebro debido a los nervios), aceptó su propuesta.
La mañana siguiente se prepararon con anticipo antes de reunirse en la plaza de su pueblo, entonces partieron a su establecido destino; sitio sugerido por Nyel, quien figuraba como el más experimentado del grupo en esos aspectos como viajero frecuente.
El vuelo inicial fue disminuyendo en pequeños intervalos y luego de un descanso sobre tierra, continuaron su travesía no demasiado lejos de la región de Tabantha, donde decidieron recorrer varios metros a pie para disfrutar de la nueva perspectiva que la paz les ofrecía, hasta que al fin llegaron a una tranquila zona silvestre, cuya altura era considerable al nivel de las montañas donde podía visualizarse muy a la distancia su amado pueblo.
Lo primero que realizaron para instalarse fue tomar el almuerzo. Las chicas se ocuparon de ayudar a la nueva hembra integrarse al grupo mientras el resto se enfocaba en sacarle información a la pareja de Revali para molestarle en momentos posteriores, algo que el nombrado jefe de escuadrón se ocupó de impedir al ser conocedor del humor pesado que manejaban sus amigos. Mazett por su parte se había limitado a reír y bromear un poco sobre la actitud de Revali, quien después de aquello se rindió y prefirió alejarse ante la mirada complacida de sus amigos.
Al terminar de comer y charlar un rato más de temas diversos sobre el frondoso pasto, se detuvieron a organizar las siguientes actividades. Ya que pasarían la noche en aquel sitio, querían tener todo listo antes de que la oscuridad los sorprendiera, fue por eso que se dividieron en dos grupos, uno de los cuales se encargaría de levantar las casas donde cada pareja haría su nido, en tanto el otro equipo se ocupaba de traer la leña necesaria.
Sin verdaderos ánimos de realizar tal actividad a pesar de su declaración, Revali lideró el camino en busca de ramas y otros trozos de madera en los alrededores. Teba señaló el lugar que había visto desde su llegada, entonces los cuatro se pusieron a trabajar. Sin alejarse demasiado, Saki y Mazett caminaron juntos para cumplir su parte y comenzar a conocerse mejor mientras Teba y Revali se desviaron para obtener la leña requerida a orillas del terreno. Ambos arqueros habían empezado a tratarse desde el ascenso de Revali en las fuerzas orni y se habían convertido en compañeros de batalla, por ello Teba fue el más impactado al enterarse de las preferencias que gozaba su excéntrico hermano de armas. No pudo evitar observar un poco al orni de plumaje marrón con interés.
—Así que has cazado a un buen chico ¿uh? —comentó mientras amarraba los leños obtenidos—. No creí viviría para conocer a alguien que cumpliera tus altos estándares.
—Hice una excepción con él, quiero decir, hay pocos sujetos con su humor. Además sus plumas son increíblemente suaves y esos rasgos faciales combinan muy bien en él, considerando lo común de su color. No es el ejemplar perfecto pero no me quejo tampoco. Decidí tomar tu consejo y ponerme a prueba.
—¿Consejo? —repitió Teba confundido.
—No me digas que lo olvidaste.
Teba se esforzó en cavar entre las memorias acumuladas en su cerebro, entonces un recuerdo iluminó su mente: él había hablado del tema con Revali varios meses atrás. Principalmente había sido una charla ociosa y corriente, por ello no esperaba que el otro realmente lo hubiera escuchado y aceptado su consejo con tal seriedad. Revali no era el tipo de orni que escuchara con atención a otros, a menos que sintiera sincero respeto o cariño hacia estos. La simple idea removió algo en el interior del orni blanco.
—A-Ah, si... me parece que si hablamos algo. Gracias por tomar en cuenta mi humilde opinión, hoy me has sorprendido.
—¿Qué dices? Siempre estoy pendiente de tus palabras —espetó el ave azul con gesto obstinado. Tal vez esto no hubiera significado mucho para Teba de no ser porque era el propio Revali quien estaba haciendo semejante declaración—. Tu experiencia me ha ayudado mucho en la vida diaria, no sólo en combate. Quiero disfrutar de mi juventud mientras sea tiempo, no quiero ser visto como un amargado amante del trabajo. Amo el trabajo duro y el esfuerzo pero no porque sea un amargado. ¿Entiendes mi punto?
Teba comenzó a reír sin ser capaz de evitarlo; siempre le había parecido inmensamente graciosa toda la mímica que Revali acostumbraba ejecutar mientras hablaba, aún cuando estuviera hablando de un tema serio. Sin embargo, Revali no se tomó de tan buena manera su reacción, así que posó sus dos manos sobre la cadera sin dejar de mirarlo.
—¿Qué?
—Discúlpame, es sólo que... mueves demasiado tus alas.
—¿Ah? ¿Y qué?
—No lo digo en mal sentido, me refiero a que es lindo cuando lo haces.
Las palabras habían surgido fuera de su pico antes de que Teba se hubiese dado cuenta o siquiera procesado en su cabeza, así que fue instantáneo el impacto que su comentario tuvo en ambos. Nervioso, Teba trató eludir la mirada fija de su acompañante, carraspeando un par de ocasiones la garganta para disimular la extraña timidez que lo golpeó. Debía encontrar el pretexto más conveniente para desviar su atención de la reciente revelación. Por suerte sus presuntos intereses amorosos volvieron antes de que Revali pudiese profundizar en lo ocurrido, optando por marchar de regreso al campamento junto a su acompañante.
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Cuando regresaron, Nyel, Ameli, Harth y Vami ya tenían montadas las respectivas tiendas para cada pareja. Reuniendo los leños en un sólo lugar, se dispusieron organizar una competencia de arco mientras Nyel entonaba algunas melodías desde un lugar seguro. Sumergidos en la divertida actividad, Teba y Revali lentamente se olvidaron del intercambio que tuvieron momentos atrás, cayendo por voluntad propia en la armonía que figuraba enseñar a las entusiastas hembras a sostener el arco para dispararlo o en acompañar los cantos de Nyel junto a su prometida. Y antes de darse cuenta la noche les abrazó, incitándolos preparar una fogata para cocinar sus alimentos; donde pronto realizaron agradables bailes, intercambiando sus parejas por diversión.
La bebida no hizo falta, así que el ambiente se encargó de hacer el resto.
Cuando se dio cuenta de la escasa coordinación de sus dedos en su instrumento musical favorito, Nyel se vio obligado dejar el acordeón junto a su asiento para atender a la conversación que la mujer recargada en su hombro inició. Harth y Vami ya habían comenzado a acicalarse las plumas del rostro entre sí recostados en el pasto, mientras que Revali y Saki parecían no cansarse del baile al cual daban seguimiento desde el momento en que se convirtieron en pareja en mitad de las canciones de su mutuo amigo; todavía divertidos.
Teba nunca fue muy amante a bailar, por lo que ni siquiera esa noche se convirtió en el compañero de Saki, aún así le fue imposible no sentir cierta envidia por la habilidad de Revali; él que se mostraba tan seguro y atractivo guiando a la hembra con gran maestría. Con un suspiro trató de ignorar la figura de esos ornis, cuyas plumas en contraste ondulaban grácilmente por el viento. Teba había terminado su conversación con Mazett, quien en esos instantes lucía bastante ebrio mientras se apresuraba unirse a la animada charla entre Nyel y Ameli. La mirada del orni blanco se dirigió a su mejor amigo, sintiendo cierta incomodidad por el descaro que tenía al dar rienda suelta a sus deseos públicamente; se suponía que habían montado las tiendas temprano por una razón y él prefería hacerlos espectadores de aquellas muestras se afecto.
Tras percibir un mareo que movió todo su rango de visión por un segundo, Teba hizo a un lado su bebida y se levantó para alejarse. Necesitaría de unos momentos a solas para recuperarse de su reciente debilidad, después de todo acababa de prometerle a Saki que no se iría borracho a la cama.
Cuando encontró el lugar apropiado para su objetivo, Teba no se impidió gemir y suspirar gustoso. No era como si le desagradaran esta clase de reuniones pero los breves momentos de reposo nunca le venían mal antes de volver unirse al ambiente. Harth y Nyel habían sido los principales autores para que tal campamento se suscitara, pero Teba no negaría que su principal motivación para apoyarlos fue Saki. Había ansiado con fervor una noche a solas con ella, lejos de la indiscreción que sin querer ofrecía el poblado, sin mencionar lo estricta que era la madre de su novia en esas cuestiones, así que sus momentos de total intimidad eran escasos y sólo en viajes como aquel podían disfrutar su relación al cien por ciento. Sonrió sin poderlo evitar ya que pronto lograría su objetivo, pero entonces el sonido de unos pasos entre la verde maleza lo sacó de sus cavilaciones.
—Así que aquí estabas. —Era Revali que avanzaba sin novedad hasta su posición—. Me enviaron a comprobar que no caíste al barranco porque eso habría devastado a Saki.
—Por fortuna para ella y para mi, no cedí a la tentación de emborracharme.
—Lo cual para mi es una lástima. Esperaba que Mazett fuera testigo de lo gracioso que es verte transformado en un orni gruñón.
—¿Le haz contado? ¿Cómo te atreves? —se mofó Teba divertido.
—Si, le he contado algunas de nuestras aventuras. Como esa en que te contoneabas como todo un macho alfa frente a un espantapájaros porque decías te había golpeado el hombro con su escoba. Recuerdo que Harth y yo casi nos ahogábamos de la risa.
—Oh, no. —El orni blanco se llevó un ala al rostro en señal de su vergüenza—. Hubiese dado lo que fuera por borrar esa imagen de sus mentes y ahora tu novio también lo sabe.
—Vamos. Deberías estar orgulloso de que nos causaste unas buenas risas.
—No puedo estar orgulloso de ser la burla de mis amigos.
—Que va, a todos nos gusta verte en ese estado, siempre y cuando no nos ocasione problemas con terceros.
Al ver una oportunidad para volcar la balanza de aquella esporádica conversación a su favor, Teba gestó una sonrisa maliciosa antes de recargarse en el muro de piedra y cruzarse de alas sin apartar su mirada de Revali, quien sólo pudo devolverle una mueca irritada al adivinar lo que su amigo le diría a continuación.
—Quieres decir, ¿como tú cuando te involucraste a base de picotazos y puño limpio con ese hyliano, sirviente de la realeza, enfrente de todo el consejo?
—Sabes que no soporto a ese tipo.
—Link —mencionó a sabiendas de que la sola pronunciación de su nombre exaltaba al otro.
—Link... —gruñó Revali, inspirando una risa breve por parte de Teba—. Siempre está buscando la manera de retarme.
—Técnicamente no dice nada.
—¡Ese es exactamente el problema! —espetó haciendo reír a Teba otra vez, pues la forma en que el campeón orni saltaba por el tema de su rival le resultaba gracioso, por no decir adorable, pues su parte racional establecía que el uso de tal connotación pecaba de incoherente—. Me tranquilizaría si siquiera se dignara a responderme pero no, siempre debe extender ese molesto silencio suyo como si mi palabra no valiera nada.
—¿No has pensado que quizás considera que callando hará que desistas?
—¡No puedo creer tu ingenuidad, Teba! ¡Es obvio que está subestimándome! Su forma de mirarme lo dice todo, se cree superior a mi.
—No puedes afirmarlo sino lo ha dicho, sólo estás interpretando su silencio.
—¡Si lo digo es porque lo está haciendo! —replicó Revali, apartándose de forma violenta para completa diversión de Teba; simplemente no podía tener suficiente de este Revali infantil—. Es sólo que tú prefieres no darte cuenta, o peor, ponerte de su lado.
—Yo no hago eso.
—Lo haces.
—Bien, supongamos que es cierto que te denigra con su silencio. ¿No debería ser más fácil demostrarle lo contrario con hechos? Si hablar no funciona, seguro los actos si.
—¿Y cómo se supone que lo sabría yo si lo calla?
—¿Qué más da que lo reconozca en voz alta o no?
—Es importante para mi —dijo y sus palabras borraron la expresión entretenida del guerrero blanco, incitándole prestar su absoluta atención al líder de los arqueros, pues su tono casi había sido desesperado pese a todos los tildes que había implantado al pronunciarlo.
—¿El reconocimiento de Link?
—El reconocimiento de todos en general —declaró con cierto dolor, uno muy camuflado en sus esmeraldas ojos pero que no pasó desapercibido para Teba—. ¿Cómo sabré que lo estoy haciendo bien si no me lo dan a conocer? Necesito de una afirmación, pequeña o como sea, pero una afirmación en palabras. El silencio puede estar cargado de respuestas inciertas. ¿Para qué sirve el lenguaje sino es para comunicarle a otros lo que pasa por tu mente... ? Lo que sucede alrededor tuyo... lo que se quedó atrás...
—¿Revali?
Confundido, Teba se apartó de su soporte para acercarse al aludido. Revali había bajado la mirada, dejándola perderse en el infinito por unos sofocantes instantes, hasta que pareció reaccionar, darse cuenta que esta vez había hablado demasiado y tal vez demasiado pronto. Se frotó una ala con la otra, intentando sacudirse una pena que no terminaba de superar sin importar el tiempo transcurrido. No entendía cómo la había expresado tan fácilmente cuando aún le costaba conversarlo consigo mismo en la privacidad de su choza, donde nadie podía juzgarlo ni ver la fragilidad con la que se dormía cada noche.
—No me mires así, Teba —casi suplicó, aunque un acento rasposo había dado el efecto de una gran molestia al emerger fuera de su garganta, una ilusión sobrepuesta por la preocupación sincera de su acompañante—. No es nada. Olvídalo, ¿quieres?
Ambos sabían que le estaba pidiendo un imposible cuando sólo con él se había permitido exponerse como nunca hacía ante el resto de arqueros, hylianos, zoras, gerudos, gorons o incluso el resto de sus amigos. Teba había visto parte de esa personalidad más reservada y temerosa que mutaba a egocentrismo y liderazgo frente a otros. Y le dolía pensar que aún había cosas que desconocía de esa pequeña figura que parecía tan grande en ocasiones pese a su físico.
—Si gustas hablarlo, sabes que estoy aquí —dijo en un susurro confidente.
—Que amable de tu parte, sin duda digno de un arquero que aspira a ser héroe —respondió Revali en son de broma pero realmente no podía negar haber sentido el apretón que su corazón recibió con tremenda proposición—. Gracias.
Revali le dedicó una mirada, la cual Teba sostuvo con gusto, hasta que un extraño sentimiento brotó de sus pechos. El líder de los arqueros acortó la distancia entre él y el guerrero, quien permaneció quieto, expectante sobre lo que haría. Más nunca imaginó que le robaría un roce de sus picos, el cual dejó paralizado a Teba sin saber cómo reaccionar antes y después de que esa traviesa lengua se colara a su tibia cavidad, incitando a sus lenguas danzar suspendidas mientras sus alientos eran arrancados de sus pulmones. Por eso cuando Revali se separó, Teba se reconoció aturdido por la forma en que su cuerpo y pensamientos se diluyeron en ese contacto primario, absolutamente impulsivo.
—Lo siento —susurró Revali todavía cerca, relamiéndose instintivamente el sabor que la respuesta de Teba dejó—, no me resistí.
Sin más, el orni azul huyó de la zona, también conmocionado por lo que acababa de acontecer a sus espaldas. Teba se quedó en el mismo sitio, siendo consciente de la erección que acababa de despertar entre sus piernas. Sin fuerzas se dejó retroceder hasta tocar con su espalda el muro, intentando descifrar los motivos por los que había correspondido tan sumisamente al beso de Revali, si en un principio nunca fue su intención brindarle esa clase de señal. Sólo podía pensar en que estaba demasiado ansioso porque comenzara la acción esa noche con Saki, aún así tal no justificaba que actuara ante el mínimo contacto. Al final si debía estar borracho.
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Más tarde, cuando finalmente logró ordenar sus prioridades, volvió a la casa de acampar donde Saki lo estuvo esperando hecha un manojo de nervios, pudo identificarlo en el momento que se saludaron con un torpe roce de sus picos. Ambos sabían lo que querían, así que no tardaron ingresar a su nido mientras se distraían hablando trivialidades. La sonrisa de Saki embelesó a Teba tanto como lo hizo la primera vez que la vio y eso sólo lo animó romper cualquier charla insulsa para besarla como había deseado hacer desde incluso antes que fuera consciente. Y después de algunos juegos previos, los dos se aventuraron a la intimidad.
Teba sorbió el aire de manera ansiosa mientras Saki se posicionaba para crear fricción entre los dos. Las caderas de la hembra ya habían comenzado agitarse cuando su pareja la abrazó, permitiendo que sus pechos impactaran con suavidad antes de que ocurriera lo inevitable. Saki gimió lo más silenciosamente posible iniciando los movimientos, transmitiendo placer mutuo con cada estocada. Sus miradas se encontraron, entonces Teba no pudo resistir y marcó el ritmo, descontrolado y necesitado.
Fue en esos momentos que su mente voló hacia sus más profundas y lascivas fantasías.
Un par de alas extra lo rodeó desde atrás mientras aún percibía el calor de Saki colándose bajo sus plumas. Los dedos varoniles de Revali acariciaron sus pectorales, aferrándose sin ningún pudor. Teba se estremeció ante la sensación que le entregó aquel imaginario aliento en su nuca, manteniéndose atento a las respuestas de Saki, quien también había perdido el control de su cuerpo, dispuesta a satisfacer hasta el último rincón de su lujuria. Sus ojos dejaron de guardar compostura y únicamente demostraban vigor, a Teba le fascinaba verla de aquella manera, por eso no se resistió a besarla cuando ella se acercó.
"¿No eres el orni más afortunado?"
La inexistente voz de Revali lo obligó abrir los ojos, visualizándolo a espaldas de Saki, presenciando como sostenía esos esbeltos senos, ayudando a que estos rebotaran con cada salto. Su sensual mirada incitó a Teba relamerse el pico, sintiendo como el interior de su amada se apretaba alrededor de su virilidad, justo como si hubiese otro miembro rozándose contra el suyo entre esa satisfactoria humedad.
—Teba... —susurró Saki, tal vez finalmente notando la aparente ausencia de su pareja. El guerrero respondió recostándola bajo su figura.
—Sabes hacerme trabajar... no voy a contenerme más. Prepárate.
Con una sonrisa Saki rodeó el cuello de su amante, con quien compartió saliva unos instantes para enseguida ser penetrada con satisfactoria rudeza; ella lo aprobó con una risa apenas perceptible, elevando sus caderas con la intención de atrapar cada embestida adecuadamente, mientras con sus dedos alborotaba las plumas negras en la espalda de Teba, apretando su musculatura cuando lograba golpear con precisión dentro de ella.
—Así, Teba. Si... No te detengas... cielos... —Saki jadeó extasiada y continuo gimiendo, complacida por la atención. En este punto, Teba se reconocía dominado por el placer.
"Obedécela, Teba. ¿No es deliciosa esta sensación entre sus piernas? ¿Percibes ese aroma? Es la prueba de su deseo carnal por ti. No la desperdicies. Consúmela y gózala"
—Saki... —aclamó el orni en voz alta, suspirando por Revali en sus pensamientos.
Imaginar que estaba dentro de aquel reducido espacio con ambos, creaba todo un torbellino de sensaciones calientes en su vientre, los cuales conseguían mantener la actividad física e interna. Cada vez que besaba a Saki, podía sentir la afilada lengua de Revali invadiendo su cavidad. Las alas brillantes rosadas se tornaban azules de momentos; las imágenes siendo reemplazadas constantemente sin descuidar la agradable realidad. Entre más pensaba y sentía, mayor era su placer. Nada lo excitaba tanto como imaginar que tenía a Saki y Revali sólo para él, complaciéndolo, cediendo turnos para follarlo y ser penetrados por él. Aunque en la actualidad el diestro arquero poseyera una relación estable, nada le impedía tenerlo en sus mente durante el acto sexual, pues sólo en sus fantasías podía permitirse ser codicioso.
—Saki... deseaba tanto hacer esto contigo.
—Teba, estoy... estoy cerca, yo...
—Dámelo, querida —susurró Teba de forma libidinosa contra su cuello, a Saki le gustó, pues no había tardado en estremecerse y tensarse alrededor suyo—. Déjalo ir sobre mi.
—Teba... —Saki gimió, retorciéndose de placer.
"Como te mojas, pequeña puta"
—Mierda... —jadeó Teba sin aliento, sintiéndose cerca de la cima también, imaginarse a Revali diciendo cosas sucias durante el coito le resultaba tan estimulante, pues era un lenguaje que él jamás usaría, no con Saki, a menos que ella se lo pidiera.
—Amor.
—¿Si?
— …Bésame —se esforzó Saki en pronunciar.
Teba asintió y rápidamente cumplió su petición igual de rápido que un mandato, disfrutando de la sensación que intensificaba a cada momento hasta explotar. El acto parecía tan obsceno pero mágico al mismo tiempo mientras las entrañas de la pareja se quemaban con el furor de su pasión, aquella que debían contener a la vista del mundo por cuestiones culturales. De pronto Teba detuvo todo movimiento, dejando a la hembra retorcerse insatisfecha.
—Quiero que me pidas que lo haga —murmuró con voz ronca, complacido por la manera como las plumas en el dorso del cuello femenino se crisparon en reacción para que él pudiera darles el trato que se merecían—. Pídeme que te haga sentir bien.
—Teba... —protestó Saki, su respiración cortándose como muestra de su interés.
—Dilo.
«Cójeme. Hazme tuyo, idiota»
La primer respuesta provino del Revali dentro de su mente, la cual le hizo gemir ansioso por impactar sus caderas contra el cálido cuerpo a su alcance, pero se contuvo, pues su amada todavía no aceptaba su petición y realmente le interesaba que contestara de manera positiva para completar el erotismo del momento, que nublaba tan gratificantemente su raciocinio.
—Teba... —Sólo escucharla en ese estado tan indefenso envió una corriente de fuego naciente en su vientre, corriendo por sus venas hacia todo su cuerpo, abriéndose paso hasta su cerebro, semejante en esos momentos a una masa moldeable—. Por favor... no puedo... muévete, cariño. Yo... —La virilidad de Teba palpitó—. Lléname... por favor, házmelo bien.
Incapaz de resistirlo más, y sin previo aviso, el orni blanco penetró de una sola estocada a Saki, quien no logró contener su voz a tiempo, por lo que liberó un grito sorprendido y extendido ante el agresivo goce apoderándose de todo su sistema. No sabía cómo es que su pareja lo hacía, pero siempre transformaba el dolor repentino en placer puro; absoluto. Y después del orgasmo, se tumbaron para recuperar el aliento. Saki se acurrucó sujetando a Teba de un brazo, al tiempo en que la imagen difusa de Revali montándolo le entregaba las últimas descargas de éxtasis al sistema nervioso del guerrero, ayudándole descansar con una sonrisa en las comisuras de su pico, abrazando a Saki amorosamente instantes después.
—Tenemos que hacer esto más seguido —comentó la hembra con convicción.
—¿Si? ¿Te gustó?
—Me encantó —replicó al instante, lo cual hizo a Teba reír en acuerdo.
—También a mi.
—Estoy segura de eso. Te noté bastante concentrado en algo más que yo. ¿Qué pensabas?
—Eh... —Teba no pudo responder a observación tan acertada. Saki le dedicó una sonrisa maliciosa, casi pervertida.
—¿Podría ser uno de tus misteriosos fetiches?
—No quieres saberlo —espetó Teba con cierta incomodidad, pues dudaba fuese a ser agradable para Saki escuchar lo que había estado fantaseando mientras intimaban.
—Pruébame.
—¿Más? —bromeó en su intento por desviar la atención. No funcionó.
—Vamos, amor. Te juro que no voy a juzgarte. —El guerrero permaneció en silencio, desviando la vista con una mueca, pero esto no persuadió a Saki en lo más mínimo—. ¿Qué te parece esto? Una fantasía a cambio de otra. Aunque no lo creas, tengo varias que seguro te sorprenderán. ¿No quieres oírlas?
—No lo sé. ¿Afectará lo que tenemos ahora?
—Por supuesto que no. ¿Me amas?
—Si, mucho.
—También yo te amo, te amo con toda mi alma. Eso es suficiente, ¿no? —Teba alejó su mirada otra vez, inseguro. Saki se acomodó en el lecho, dispuesta a convencerlo de contarle sus secretos eróticos, después de todo quería que su relación se profundizara más y creía que esto ayudaría a su desempeño sexual—. Comenzaré yo. Tengo fetiche por el exhibicionismo.
—¿En serio? —La repentina confesión llamó la atención antes dispersa del orni blanco.
—Por eso me sentía excitada desde el principio, ¿sabes? —Saki entrelazó los dedos de sus alas en un gesto tímido—. Estas casas son como mantas de hamaca, reflejan figuras con la luz de la lámpara. Seguro que nuestras siluetas podían apreciarse perfectamente desde afuera mientras hacíamos el amor —agregó con un sonrojo visible por las plumas crispadas de sus mejillas, las facciones de Teba equivalieron su peso—. Además, cuando te fuiste, vi a Harth y Vami en el pasto... la forma en la que se besaban y entrelazaban las piernas despertó en mi el deseo de imitarlos... si. Hizo palpitar mi vagina. Ya lo dije, ahora es tu turno.
Teba reflexionó con cuidado lo que diría, pues las expresiones faciales de Saki y lo explicito de su confesión habían revelado que se trataba de un fetiche realmente atractivo para ella, así que él no podía sino corresponder con el mismo tono de sensualidad; sería de mala educación reservarse. Se aclaró la garganta, aceptando el reto que le confería la situación, dispuesto a llegar a las últimas consecuencias.
—Hace unos momentos fantasee que teníamos un trío —dijo suavemente, sin atreverse a mirar la expresión que le dedicaba su pareja—. Conoces mis preferencias, ¿cierto? Imaginaba que había un varón aquí que me ayudaba a darte placer. —Teba se esforzó en ignorar la forma en que su nueva erección palpitó, reaccionando al hecho de externar una fantasía prohibida a Saki, deseoso de que no omitiera los detalles—. Lo veía sosteniendo tus pechos, hablando de forma sucia mientras nos turnábamos, yo...
Pero se detuvo, pues nunca esperó que al alzar la vista se encontraría con la mirada intrigada de Saki, quien lejos de mostrarse disgustada, parecía a un paso exigir una nueva ronda de sexo desenfrenado; sus ojos yacían maravillados y ansiosos.
—¿Saki... ?
—Cuéntame más.
—¿Eh?
—No te detengas —demandó mientras volvía a sostenerse sobre la figura de Teba, acariciando sus muslos rumbo a la ancha espalda y finalmente detenerse encima de sus fuertes hombros—. Nunca antes me habías hablado de tus fantasías, quiero saber a fondo todo lo que has estado escondiendo de mi. Por favor, no pares.
—¿Tanto quieres saberlo? —inquirió Teba embelesado, permitiéndose trazar una camino de caricias alrededor de la cintura de su amada, una vez recuperándose de la sorpresa sufrida.
—Si... quiero conocer hasta el más mínimo elemento. Cosas como... ¿cuál es el nombre de aquellos que han formado parte de tus fantasías? No quiero perderme nada.
—Eso... sería una locura...
—¿Y qué si lo es? —espetó ella, emitiendo un dulce gemido—. No me importaría hacerlos formar parte mientras estemos solos, mientras se trate de excitarnos y hacer de nuestra experiencia algo más caliente. Quiero decir, no pienso compartirte con nadie pero... en nuestras mentes, nuestros deseos... es distinto, hay un mundo de posibilidades,
—Saki... —susurró Teba, encantado con la actitud de la orni rosa, ninguna de sus parejas anteriores se había comportado tan sexy. La estaba amando más y más.
—Así que dime, sin miedo, ¿quién te gusta para ese trío imaginario? ¿Es alguien de nuestros amigos? ¿Sería un orni alto, robusto con brillantes plumas como Nyel? ¿Alguien atento y obediente como Harth? Tal vez Revali o a su novio Mazett.
—No, no él... a Revali —replicó sin aliento.
—¿Te gustaría que se uniera a nosotros un terco y arrogante como él? Si, él ajusta a lo que dijiste antes, debí notarlo. Mazett me contó que es atrevido, apasionado y que le gusta dominar... —Saki gimió de nuevo, despertando por lo interesante que le había resultado a su cuerpo la idea y la humedad entre sus piernas lo confirmaba— …seguro no nos daría tregua ni descanso. Querría que superemos algún tipo de record suyo.
—Si... —Teba se animó a explayarse—, él sería el primero en desnudarse y luego se dirigiría a ti para que lo imitaras de forma más provocadora, sólo para divertirse a costa de mi fácil excitación. Porque me deleitaría apreciando sus cuerpos, incapaz de disimular mi hambre. Me tentaría follarlos al instante.
—¿No te detendrías aunque estuviéramos a plena vista?
—Con mayor razón los devoraría ahí mismo, haría al mundo testigo de mi obsceno deseo por ustedes —dijo con un gruñido ansioso mientras apretaba los redondos glúteos de la hembra, que se estremeció fascinada con tan terminante declaración.
—Teba...
—Podría suceder mañana mismo, a la vista de todos nuestros amigos y el propio Mazett.
—Teba, si, eso... —Las alas de Saki presionaron la espalda del guerrero orni, acompañado de un jadeo motivado y un par de movimientos circulares con sus caderas sobre la erección despierta—, ese es otro de mis fetiches. Ser vistos por la pareja de alguien más, excitándose a pesar del shock.
—Oh, Saki. Que traviesa eres.
—Me encantaría darte sexo oral mientras Revali se entretiene detrás mío. Podrían darse besos de lengua antes de que él comenzara acicalarte las plumas del cuello.
La idea formó una sonrisa en las comisuras de los labios de Teba, pues ciertamente la fantasía se hacía palpable cuando no hace mucho había probado la saliva de Revali con el viento nocturno abrazando sus formas, pero sería algo que no mencionaría, se limitaría a darle seguimiento al escenario que junto a Saki había formado para su propia satisfacción.
—Y después de que él eyaculara dentro tuyo, te querría debajo de mí para reclamar mi lugar de nuevo, mientras tanto... estaría bien que Revali me follara... duro.
—Empecemos entonces, cariño —declaró Saki, envolviendo sus dedos en la nuca de Teba antes de que se penetrase a sí misma. La velocidad había sido más fácil de establecer que nunca, el ritmo tan armonioso que Teba dudó no estuviera alucinando, más la mirada hambrienta de la hembra hizo que desechara todas sus dudas. Esto estaba ocurriendo de verdad y que placentero estaba resultando—. Llámame "princesa" mientras lo haces fuerte.
—Princesa —murmuró impactando con rigor las paredes que ya parecían salpicar ante cada movimiento, repitiendo entre suspiros y barítonos sexuales aquella palabra que tanto gustaba escuchar Saki durante el sexo.
La pesada respiración de ambos se tornaba difícil pero no importante mientras disfrutaban el nuevo y abrumador orgasmo que pareció derretir sus entrañas largos segundos, por lo que cada uno se tomó su tiempo para procesar lo ocurrido, recuperarse del mejor orgasmo que habían experimentado nunca. Entonces Saki se dirigió nuevamente a su pareja con un tono más confidente pero no por ello menos severo.
—Queda prohibido mencionar esto a nadie más que nosotros, ¿entendido?
—Sería incapaz de traicionar tu confianza. Y para ser justos, la próxima vez tú elige nuestro acompañante, es decir, si te apetece tener un nuevo trío imaginario. Aunque estaría bien que fuera Revali de nuevo.
—Calla, depravado —bromeó Saki dejando a sus picos rozarse dulcemente antes de acurrucarse contra él dispuesta a dormir.
Lo que ninguno sospechaba es que ambos habían comenzado a despertar un interés más real en Revali después de haber compartido aquella fantasía, preguntándose en silencio si sería posible que lo hicieran realidad eventualmente.
Después de todo, esa misma noche, la visión de Harth y Vami enredándose en el pasto no había sido el único evento que había logrado excitar a la orni rosa de manera tan incontenible. Pues mientras bailaba al compas de una melodía silvestre junto a Revali, y sus amigos parecían tan distraídos con sus propias actividades, la ligera ebriedad de sus cuerpos los había impulsado perderse en la mirada del contrario con dos últimos pasos de baile, cautivándose hasta que sus picos se encontraron en un beso duro y apasionado. Saki pretendió ignorarlo cuando se separaron de golpe y juntos volvieron a donde sus amigos reían y se abrazaban, alegando preocupación por Teba sólo para alejar sus pensamientos de lo que acababan de compartir con el otro orni.
Y después de que Revali saliese de su nido con la intención de despejar su mente por culpa de una comunicación fallida con su novio, sólo para escuchar la extraña conversación de sus dos mayores debilidades acerca de él, una sonrisa halagada surcó las comisuras de su pico antes de que alzara la vista hacia un cielo estrellado que parecía inclinado animarle de aquella noche accidentada.
Fin.
Notas Finales: ¿Qué puedo decir? Adoro escribir erotismo con un poco de trama.
