Advertencia: No me he olvidado de pronto de las reglas gramaticales más elementales.

Un problema mayúsculo.

happosai. siempre era culpa de happosai. si pasaba algo raro, fuera de la norma quizá se tratara de capricho de genma o tozudez de ranma pero si ocurría algo totalmente imprevisto, algo que daba vuelta todas mis convicciones y capacidades más arraigadas, entonces tenía que ser obra de happosai. cuando la profesora llamó al frente a ranma y le retó durante dos horas sobre su drástico bajón en el rendimiento escolar no pude más que reírme. más aún cuando el muy tonto negaba todas las acusaciones con la cabeza. bien sabía yo que llevaba más de dos meses sin abrir un libro. diferente fue todo cuando me tocó a mi recibir la reprimenda. ¿yo? ¿akane tendo, cometiendo errores de ortografía? imposible. alguien, seguramente ranma, había saboteado mi examen. estaba claro.

regresé a casa entre lágrimas. nada de "plimps". lágrimas. el contacto prolongado con ese necio engreído me estaba embruteciendo. era mi deber alejarme. aunque doliera. aunque se me hiciera trizas el corazón. estaba harta de ranma, las faltas y de esa estúpida línea roja que, siempre a mi pies, me seguía a todas partes.

entonces le vi. me esperaba en la puerta del dojo…¿avergonzado? creo que sí. ranma era especialista en ocultar sus sentimientos pero ya nos conocíamos desde hacía casi un año. ese gesto serio, esa pose casual, esa mirada sin brillo…era de congoja. daba igual si sufría también; demasiado tarde para arrepentirse o pedirme disculpas. si había saboteado mi examen o si su simple necedad se me había contagiado, el diagnóstico era el mismo: su presencia a mi lado, dañaba mi imagen de estudiante perfecta.

-¿tú también la puedes ver? –me preguntó de golpe.

asentí con la cabeza intentando ignorar la espesa línea roja que descansaba a sus pies. la suya mucho más densa y visible que la mía.

-vamos, no es tan grave. yo tengo una igual y no me preocupa tanto –le mentí alevosamente, intentado levantarle el ánimo.

-no es igual. la tuya apenas se ve. mi línea roja es enorme –como tu ego pensé yo mientras él me seguía explicando por qué su problema idéntico al mío era peor para él que para mi-. lo más grave de todo es que creo que cuando la gente la nota, se burla de mí.

entonces, con aquellas palabras, entendí que efectivamente era peor para él. yo estaba orgullosa de mis capacidades gramaticales y por tanto, el tema me dolía pero, teniendo en cuenta su carácter tan…"especial" (por llamarlo de alguna manera), era lógico que no tolerara ser el centro negativo de atención de toda nerima aunque se tratara de un aspecto que valoraba poco y nada.

-no sé…supongo que por el momento podríamos tratar de ignorarla.

-de ninguna manera –repuso cada vez más inmerso en aquello que nodoka me definió un día que estábamos a solas como "la histeria saotome"-. este problema que tenemos, mucho me temo que sea uno MAYÚSCULO. hay que hacerle frente. aunque nos sintamos minúsculos ante él.

aquella forma de pronunciar la palabra "mayúsculo" tan exaltada y pasional, tan sincera…me dio la clave de todo. por un momento había creído notar que la línea se hacía menos potente. y aquel detalle me recordó el principio de mi reflexión. algo tan gordo solo podía tener su origen en la calva diabólica de happosai.

-me siento vacío, deprimido –continuaba sufriendo ranma-. como si de pronto hubiese perdido el status de persona y la gente me tratara como a una cosa más. ¡qué pronto se olvidan de mis triunfos en nerima, kyoto y nagoya! solo se acuerdan del de tokio. y ni eso. la mayoría de las veces ni de tokio se acuerdan.

para ese entonces yo ya ignoraba todas sus palabras y le decía a todo que sí con la cabeza. incluso, ignoraba el hecho sorprendente de que al principio de cada frase suya la línea se tornara de color verde por unos segundos. lo único que me importaba era encontrar el escondite de hapossai y desenmascararle. lo que fuera que nos estaba pasando era su culpa. él nos los estaba haciendo.

de común acuerdo nos pusimos a buscar y rebuscar por toda la casa. en el desván, la cocina, en cada habitación…hasta que de pronto…ranma me gritó: "allí, allí, en el techo. tenías razón, akane. lleva un raro artefacto en la mano".

le rodeamos. no voy a mentir. no fue fácil pero lo hicimos. él era un gran maestro, veloz como un rayo y nosotros…nosotros unos jóvenes furiosos y enamorados (aunque me de vergüenza admitirlo) que por fin se habían puesto de acuerdo para hacer algo juntos. no nos iba a ganar por mucho que porfiara por huir.

-¿qué llevas ahí, viejo psicópata?

-Nada, nada –repuso dándole sendas palmaditas en la cubierta-. Simplemente que he activado este aparatito milenario. Es el autocorrector de Word…digo…de la vida. No se irá la línea roja en vuestros pies hasta que enmendéis vuestros errores. O lo que es lo mismo, hasta que Ranma me pida perdón por manducarse sin permiso mi comida. Y por supuesto, mientras el fallo persista, este se trasladará a vuestras palabras, pensamientos y escritos. No volveréis a decir o escribir nada bien.

-¡ohhh! –exclamé sorprendida-. ¿el okonomiyaki era tuyo? me lo he comido yo. lo siento…estaba en mi sitio. pensaba que me lo había dejado kasumi.

Dichas estas palabras, la maquinita exhaló una pequeña columnilla de vapor y acto seguido, desapareció mi tenue línea roja. El rostro de Happosai se puso un tanto morado, yo diría por la vergüenza. De hecho, la mandíbula se le había caído un palmo.

-No mientas para protegerle, Akane. Mira la enorme línea roja que le acompaña. Está claro que es culpable.

Efectivamente, aunque yo me sentía mucho mejor, relajada y libre, Ranma seguía atrapado por el poder de aquella maquinilla demoníaca.

-¿qué has hecho, akane? –me susurró al oído.

-Nada especial, Ranma. Solo reparar el error que cometí ayer a la tarde pidiéndole perdón. Ese fallo es el que provocó mi mal. Si tú te disculpas…

-¡nunca! –exclamó el muy orgulloso-. antes prefiero luchar.

¡Por supuesto! ¿Para qué hacer algo tan "difícil" como disculparse si podía hacer algo infinitamente más "sencillo" como perseguir por horas a un maestro de las artes marciales que corre tres veces más rápido que él? ¡Muy bien, Ranma! ¡Muy bien! Cada día él y su sentido común me sorprendían más.

Y me marché a mi habitación a estudiar. No es que se pudiera leer mucho con tanto ruido pero lo que ocurriera en el duelo de egos inflados ya no era de mi incumbencia. Si en el fondo estaba acostumbrada a concentrarme en la lectura con todo tipo de escenarios apocalípticos de fondo. Al rato, sin embargo, fue Kasumi la que interrumpió mi cita diaria con los libros y su gran sabiduría.

-Oye, Akane, ¿no piensas hacer nada?

-¿Yo? –fruncí el ceño- ¿Por qué siempre me toca a mí?

-Porque el necio de tu prometido es ciego para los buenos consejos del mundo real pero solamente tuerto para los tuyos. Sordo como una tapia para las advertencias de los que le rodeamos pero solo padece sordera temporal contigo. Tonto como un…

-…vale -le interrumpí-. Ya entendí.

Subí escaleras arriba esperando encontrarme con la escena de siempre. Paredes y muebles rotos, objetos tirados por doquier y una sana rivalidad de dos almas infantiles, de esas que se pelean por todo pero nunca permiten que la sangre llegue al río. ¡Cuán equivocada estaba! Nada más alcanzarles, me los encontré peleando en el baño. El uno, mi supuestamente inofensivo prometido, le atacaba con ese brillo en los ojos que solo le vi un par de veces en la vida, cuando me defendía de algún enemigo feroz. El otro, le respondía con la misma agresividad. Las bombas que usualmente caían a escasos centímetros del cuerpo por mera deportividad del maestro, en esta ocasión se apuntaban quirúrgicamente sobre los brazos y piernas a fin de ralentizar sus movimientos. Así de acorralado se sentía por un Ranma sospechosamente desbocado.

-¿¡Qué está pasando aquí!? –les interrumpí.

Ambos se hicieron un ovillo en su sitio y miraron para otro lado.

-Nada- dijo Happosai.

-eso. nada –agregó Ranma.

Les inspeccioné minuciosamente.

-¿Cómo que nada? Aquí hay sangre. Y aquí…y aquí. Ranma, estás malherido.

¡Inaceptable! Desvié mi furiosa mirada hacia el viejo quien advirtiendo el letal peligro en que se encontraba comenzó a defenderse antes de que le dijera nada.

-Es su culpa –le señaló-. Me ha acorralado en numerosas ocasiones. Nunca había peleado así antes por nada.

-¡PUES SI TE HA ACORRALADO, APAGA LA ESTÚPIDA MÁQUINA! ¿MEJOR ESO A MATAR A TU DISCÍPULO Y MORIR LUEGO APLASTADO POR MI MAZO, NO?

Happosai se abrazó al artilugio temblando de miedo.

-Jamás. Lo mismo vale para él. Mejor disculparse que morir a manos de su maestro.

Dijo todo aquello a gran velocidad y con un hilo de voz. Realmente parecían dos niños pequeños. Y aquello colmó mi paciencia.

-¡HAPPOSAI! ¡Estás castigado!

-P-pe…pero…-tartamudeó la momia senil como si realmente fuera un crío.

-¡CASTIGADO! ¡A TU CUARTO!

¡Y se marchó refunfuñando! Jamás se me había ocurrido que funcionaría tan bien una táctica así. Luego me encargué del otro niño.

-gracias, akane. aunque no hacía falta. estaba por ganarle.

Le observé, incrédula. ¿Hasta qué punto podía crecer su soberbia y orgullo? ¿Arriesgar la vida por una estupidez así? ¿Y yo soñaba de vez en cuando tener hijos en el futuro con alguien así? ¿Y si me dejaba viuda y a cargo de cuatro criaturitas porque le parecía que un mastodonte le miraba mal? Tenía que bajarle los humos ya.

-Oye… -le dije mientras aprovechaba que nos encontrábamos en el baño para sacar una vendas- sé que nunca hablamos de esto y no te lo tomes a mal, pero si pretendes seguir siendo mi prometido…

-…no pretendo –me interrumpió como siempre.

Le apreté la venda que le estaba colocando sobre la tripa hasta asegurarme que perdiera un poco de aire. Lo suficiente para que le costara más realizar su deporte preferido: hablar sin pensar.

-¡Ranma! ¡Que esto es serio! No puedes poner la vida en peligro por tonterías así y pretender que yo te siga…que no diga nada. Esto le quita valor a todas tus demás acciones heroicas. Si te da igual morir por nada…significa que cuando…ya sabes…cuando te expones por mi…en realidad no lo haces…por…ya sabes –le ajusté otra vez la venda antes de que un nuevo "ya sabes" me terminara de hundir en mis indecisiones.

La línea roja que le acompañaba brillaba más fuerte que nunca. Por un lado se confundía con la sangre que iba derramando poco a poco. Por otro, parecía que Happosai se había salido con la suya. Había aprovechado el "castigo" para huir con máquina y todo. Ranma callaba. Desde su despectivo "no pretendo" ni intentaba dialogar ni reaccionaba ante mis forcejeos al curarle. Ni protestó cuando le eché un frasco enteró de alcohol sobre una herida abierta en el brazo ni cuando le apreté tanto la gasa del tobillo que casi se le puso morado.

-¿Tanto te cuesta solucionar tu error de ayer? Si te comiste parte de su okonomiyaki discúlpate y ya está. Asunto zanjado.

-yo no me comí nada. por eso no puedo arreglarlo como tú me pides.

-Pues miente –le espeté con furia, y harta de tanta tontería-. Discúlpate sin sentirlo. Luego se quedará contento y apagará la máquina.

La camiseta de Ranma descansaba en el suelo. Él y todos sus músculos delanteros me daban la espalda. Solo los dorsales me miraban mientras el resto del cuerpo aguardaba a que le vendara la parte posterior de la caja torácica. Así estábamos bien. Más que bien. Genial. Podía cuidarle, retarle y espiarle sin que él se defendiera o se diera cuenta de a dónde miraba yo. Nadie nos interrumpía para vendernos fotos, pedir nuestras manos o clamar venganza por afrentas ridículas. ¿Por qué entonces tuvo que girarse? ¿Por qué? ¡Dios! ¡Cómo me temblaron las piernas cuando se paró y me miró con esa cara de perrito faldero extraviado! Seguía triste. Pero ahora que estábamos tan cerca y en situación tan íntima, veía más allá de las expresiones. No era depresión por ser señalado por el dedo acusador de la sociedad ni por haber perdido con Hapossai.

-¿¡Ranma!? ¿Algo más te preocupa?

-sí. el momento en que se activó la máquina. cuando te comías aquel okonomiyaki…estabas tan guapa. tú no me veías…no podías hacerlo. me había inclinado hacia atrás a propósito…como hago siempre. para verte mejor sin que me veas –sonreí; era lo mismo que hacía yo…miento, no sonreí, me moría de vergüenza…por fin lo estaba soltando todo-...en ese momento…yo…me prometí que te lo diría…aunque luego no lo hice. ese es mi fallo de ayer, el que causó que aparezca esto. nunca te dije que…TE AMO.

No sé si fue nuevamente por vergüenza extrema como en aquella vez en Jusenkyo que no le respondí o simplemente por arrebato amoroso, pero le besé sin responderle. Ya tendría tiempo de confesarle que también le amaba y que por él haría cualquier tontería, incluso alegrarme de que una misteriosa línea roja dejara de iluminar sus pies.

-¿Te gustó? –le pregunté al rato, cuando por fin decidí despegar mis labios de los suyos.

Asintió, agitando tres veces la cabeza de arriba hacia bajo. Estaba claro. Se había quedado sin aliento ni palabras.

-Me alegro –aproveché que no hablaba-. Tenía miedo de que se te subiera a la cabeza. Con lo engreído que eres.

-PARA NADA. ¿POR QUÉ SE ME IBA A SUBIR A LA CABEZA QUE ME DIERAS UN BESO? -repuso Ranma y se marchó silbando a su habitación.

Fin.


Historia bonus.

El Grinch.

Se acercan las Navidades y nuevamente caen todas las miradas acusadoras sobre mi (bueno, la de minefine7). Es una batalla que nunca se dirime ni encuentra vencedores ni vencidos. La verdad es que minefine7 no se desvive por estrenar un vestido en fiestas ni en ir a la peluquería por horas, etc., etc. Mucho menos le quita el sueño ser la que lleve la indumentaria más cara…digo "elegante"… (la gente en eventos sociales no se pone "ropa cara e incómoda" se pone cosas "elegantes"…que error más tonto de mi parte, confundir unas cosas con otras). Tampoco cae en ninguna de las otras miles de bajezas comparativas que tales eventos sociales propician. Tan solo me obliga a asistir porque es un compromiso que hay que respetar.

El tema es que yo no me comporto según mi mujer, respetando el sentido último de la Navidad. Para ella es pasarlo juntos en familia (para los demás, aburrirse hasta altas horas de la madruga hablando con otra gente). Por el contrario dice que tengo una mirada infantil del asunto. Que creo que todo se limita a recibir regalos y comer cosas ricas. Y sí….para mi no es más divertido quedarme en la mesa de los adultos platicando sobre la crisis y rodeado de fumadores que irme a un rincón a probar los juguetes de los nenes con una tableta de turrón bajo el brazo. En fin, que pretendo escaquearme de mis deberes de adulto e irme a jugar y comer golosinas. Ya sabéis lo "tontísimos" que son los nenes. No entienden lo supergratificante que es "opinar" sobre cosas de adultos. Si lo supieran arrojarían sus golosinas a la basura y sus ridículos regalos. De hecho, seguro que dejarían de esperar a Papá Noel o le rodearían a las tres de la mañana con cara de pocos amigos y le dirían: "¿Siempre con el mismo traje rojo? ¡Qué falta de estilo! La moda ahora es el azul ultramar con voladitos". Así que prefiero pasármelo con esos "tontos"; total, para cuando maduren y le hagan eso a Papá Noel, ya procuraré escaparme con mis nietos. Y me da igual que me griten desde la mesa de los maduros: "¡Grinchhhhhh!". La Navidad es una época de inmadurez, de Ranmas, Akanes y pequeños ingenuos.

-¿Pero vas a brindar este año? –suele decirme alrededor del 15 de diciembre.

-No me gusta el alcohol.

-La sidra no tiene alcohol.

-Claro, y la pizza de mozzarella no tiene queso.

-Un traguito no te va a hacer nada.

-No, claro, solo hacerme pasar un mal rato ingiriendo algo que no me gusta en el momento en que me lo debería estar pasando bien.

-ES NAVIDAD. EN NAVIDAD SE BRINDA. ¡NO ENTENDÉS LA NAVIDAD!

No, la Navidad de los adultos no la entiendo. Es aburrida. La otra la de los niños, sí. Es fantástica. Ellos sí que saben montarse fiestas. Habría que desdoblar las cosas. El 25 de Diciembre la de los niños y el 26 la de adultos. Y ya está. ¿No es cruel obligarme a pasar la de los adultos mientras espío de reojo la otra? Una vez disfrutada la que quiero disfrutar, ya no me molestaría tanto la otra. ¿Pero sufrirla mientras Gohan y Bulmita se divierten y les oiga reír y comentar lo buenos que están los dulces? Jamás. Sí, sí, bueno, ya. En la mesa de adultos hay dulces también….pero también hay "sociedad". Miradas inquisidoras que calculan la cantidad de presentes, la cantidad de comida, cuánto vale, cuánto trajo cada uno y por tanto que fracción exacta le corresponde a cada adulto. ¡Injusto! Yo quiero atiborrarme de pan dulce y turrones sin que nadie me esté juzgando. ¡ES NAVIDAD!

-Pero vas a hablar algo esta Navidad, ¿no?

-Sí, claro. Tendré que configurar el Furby y enseñárselo a usar a Bulmita y debatir con Gohan sobre los posibles otros usos de todos los juguetes del catálogo, además de los que le tocaron a él.

-Me refiero con los adultos.

-Sí, crisis, frío y fútbol. Y cuando las mujeres estén en la cocina aguantar que todos hablen mal de las esposas y me intenten obligar a hacer lo propio sobre ti porque somos hombres y es lo que toca.

-¿Qué te crees que ocurre en la cocina? ¿Que yo lo paso mejor?

-No, desde luego…pero yo no te envidio a ti. Los envidio a ellos. A Gohan y a Bulmita. De acuerdo. Alguna nena vendrá al día siguiente a mostrar su supermega cocinita que vale más que una real. Una cocinita que Papa Noel le dejó a ella y no a los demás porque su papá es rico y tiene contactos en la fábrica de duendes. Pero no es lo mismo. Los niños, aunque no logren escaparse de la sociedad al 100%, lo hacen más que nosotros y se lo pasan mejor.

-¡GRINCHHHHH!

Os preguntaréis ¿Por qué envidio la Navidad de los niños? ¿No tuve ya suficientes Navidades así cuando tocaba? No, ni una. Con cuatro años cuando le pregunté a mi mamá por qué los demás niños la festejaban y nosotros no; me contestó: "Papa Noel no existe". ¿Cruel? ¿Mala? ¿Atea comunista de convicciones fuertes? La tercera opción. No me quejo. También producto de esas convicciones tan duras me enseñó con cuatro años cosas valiosas como qué es la "plusvalía" y me colgó sobre el respaldo de mi cama una nota del diario que contaba cuántos miles de niños morían de hambre en el mundo. Y lo mejor de todo, me enseñó a leer y escribir cuando todavía estaba en el jardín. Claro que luego me obligó a leerme un libro por día (por "libro" me refiero a LIBRO y no a ilustraciones con dos palabritas por hoja) hasta que llegado el momento, conseguí hacerlo con cierta facilidad. Por supuesto, coronaba cada enseñanza, con su frase de cabecera: "la religión es el opio de los pueblos". Aún hoy, es difícil hablar con ella sin que me explique cualquier cosa irrelevante con aquella muletilla. Ya no recuerdo si me convertí en un tímido que disfruta escribir, producto de aquella educación o mi timidez natural se abrazó a aquel sistema de valores agradecido de la oportunidad de perderse en miles de historias diferentes.

Imagino que el lector fanático de mis historias bonus (porque habrá alguno, ¿no?) en este momento me pondrá una pega: según mi relato del cumple patinando en la pista de hielo, a mi mamá, la atea anarquista comunista y anticapitalista, le importaba mucho las apariencias sociales en aquella ocasión. Pues sí, mi madre es la superación más absoluta de Anticlímax, un tipo coherente y sensato al lado de ella. Por ejemplo, es la persona más machista que conozco. De hecho, está superorgullosa de tener dos hijos varones (siendo como es, no soportaría una Bulmita mini princesita de Disney de hija). Recuerdo que de pequeño me preguntaba si me había sacado más o menos nota que los demás. A veces le respondía:

-Me fue bien. Fui el cuarto de la clase (de treinta).

-Ya –me respondía-, pero Pedrito, Luisito y Huguito se sacaron más.

-Sí. Ellos un poco más. Y María, Mercedes, Paola, etc, etc, etc, etc, etc. menos.

-Esas no cuentan. Son nenas.

¿Insoportable, verdad? Y al mismo tiempo supergenerosa, valiente y pintora extraordinaria. ¿Genial, no? Pero sobreprotectora a niveles ridículos (si llueve mejor no salir. No hay que ver Pinocho porque te puede gustar el nombre que se parece a Pinochet). ¡Ufff, qué rollo! Pero buena y culta a niveles sorprendentes. Ah, y gritona y caprichosa. Mucho más que Bulmita. Y así podríamos estar con sus contradicciones por siempre. Todos mezclado con una rara enfermedad sin cura que le merma las fuerzas muuuuuuy lentamente desde que tengo uso de razón hasta ahora. En fin una mujer que desde siempre está postrada en una cama con la acidez inteligente de Bulmita y la ingenuidad generosa de Gohan.

Por supuesto, esa misma mujer, tan misteriosamente extraña y de tantos conflictos internos, perfectamente capaz de sostener dos conceptos totalmente opuestos en la misma conversación con el único fin de no perderla y capaz de aceptar sin la más mínima vergüenza que sostiene el concepto contrario al anterior porque ahora le conviene y antes no, sí que nos dejaba festejar Reyes. No solo eso sino que además ella misma dejaba sus zapatitos fuera de la habitación y esperaba que mi padre se ocupara de que a la mañana siguiente apareciera como por arte de magia un regalo para ella también. Por vuestro bienestar mental, si alguna vez os topáis con ella lavaos bien los oídos y aprovechad para aprender muchas cosas pero nunca, nunca, nunca, nunca intentéis insinuar que existe una contradicción en aquella forma de festejar las fiestas de fin de año.

Fin de la historia bonus

PS: Tampoco podéis decir "¿Irónico, verdad?". Odia las muletillas. Nuevamente, ni se os ocurra insinuar que la misma frase del opio de los pueblos repetida hasta el infinito podría considerarse como tal.

Dedicado a mi hermano Raditz que cumple años hoy.


Comentarios

Estimada Daia. Le tengo paciencia a Bulmita. Últimamente se turna con Gohan para llorar. Un día entero llora Bulmita porque Gohan la molestó. Diez segundos llora Gohan porque Bulmita le atacó con las uñas. Y así.

Estimada minefine7. Es un crossover bastante estrambótico el de Pierre Menard y Buffy. Lástima que no te gustan los crossovers...si no, a lo mejor lo escribiría.

Estimada Ai. ¿Lo dejamos en encarnación coonjunta 889?

¿Ya no hay dioses? Serían los piojos pro-Shampoo...son los únicos inmortales que quedan.

Estimada Akyfin02. Lo siento, tenía que publicar hoy por lo del cumple de mi hermano. Igual te sigo esperando que me gustan muchos tus reviews.