¡Maldita seas, Rumiko, la mangaka! Segunda parte.

Y un buen día Ranma Saotome descansó. Llevaba seis días, entre sesión akanil y sesión akanil, mirando el techo con la luz encendida. Un extraño efecto visual reflejaba las suaves mareas del agua de la bañera en la bóveda superior de su habitación. Aquella especie de danza de sombras que reproducía el baile acuático del baño, le tranquilizaba. Por supuesto, no eran esas imágenes informes las que más le llamaban la atención. Más abajo, sobre la parte seca, la cama, se encontraba recostada su flor y vio que esto era bueno y la besó. También notó que dos lumbreras tan intensas como el sol y la luna le observaban con belleza divina. Esto, obviamente también le pareció bueno y volvió a besarla. Luego, probablemente, agobiado por la vergüenza, volvió a mirar al techo y la bañera. Las sombras parecían multiplicarse en infinitos peces y aves que se dispersaban por toda la habitación. No fue hasta entonces que pensó por primera vez si no habría algo de pecaminoso en sus recientes acciones akaniles, si no se arriesgaban a reproducir nuevos seres vivientes en la parte seca y se sobresaltó. ¿Estaba preparado para amarla? Sí, lo estaba. ¿Y para asumir las consecuencias de ese amor incontrolable? No estaba seguro. Como siempre le repetía Akane, eran muy jóvenes. Más le valía continuar en ese bucle infinito de indecisión por al menos cuatro o cinco años más que precipitar las cosas. Y sin embargo, ya no había marcha atrás. Las cosas ya se habían precipitado. Intimar, quererse y decirse las cosas a la cara se había vuelto una costumbre.

Se levantó y se dio unas palmadas en el pecho. Hoy era su día libre. No tenía por qué agobiarse con pensamientos sin respuesta. Lo mejor sería seguir viviendo el día a día e improvisar sobre la marcha…aunque había que admitir que eso de improvisar muy bien no se la daba. Los pasos anárquicos por la habitación le llevaron azarosamente hasta su bella durmiente. Así era siempre. Podía sentirse perdido, podía dar pasos en falsos pero aún así, esos mismos andares sin equilibrio le volvían a acercar a su Akane. Probablemente se hubiese pasado toda la mañana mirándola dormir con esa cara tan sosegada, tan ajena a los problemas y las decisiones difíciles. Sin embargo, un ligero resplandor…¡morado! asomaba tras las cortinas. Aquello ya era demasiado para su curiosidad. Akane podía sorberle el coco todo lo que pudiera y más en esa pose de abandono sugerente pero tarde o temprano la curiosidad terminaría por obligarle a levantarse y abrir de par en par las ventanas. Poco después, pasadas tres horitas ínfimas de relajante contemplación, el muchacho se alzó cuan alto era y corrió las cortinas. Para ese entonces, los rayos y centellas que creía adivinar tras el telón espontáneo que formaban las cortinas, habían adquirido tonos dorados.

-¿¡El Apocalipsis?! –exclamó sin lograr contener sus pensamientos de asombro en voz baja. Efectivamente, el paisaje no llegaba a ser aterrador -no había zombies por todas partes devorando cerebros ni cuatro jinetes bíblicos destruyéndolo todo- pero sin duda parecía tratarse del fin del mundo. Una especie de torbellino huracanado a escasas manzanas del Dojo no paraba de despedir todo tipo de objetos, luces y vientos potentísimos. Como dije, no era del todo amenazador en sí, tan solo alcanzaba el rango de extrañísima amenaza local. No obstante, un ligero detalle le otorgaba la categoría de peligro apocalíptico: no paraba de crecer. Si no se detenía –y vaya uno a saber cómo parar algo así de extraño-, pronto tendría el tamaño suficiente para causar destrozos masivos.

-¿¡El Apocalipsis!? –volvió a murmurar sorprendido-. Si hasta recién parecía que acaba de crearse mi mundo…¿y ya se acaba? ¿Tan poco dura la felicidad, que entre su creación y destrucción apenas si me ha dado tiempo de parpadear dos veces?


Seis días antes Doofenshclimax recibía una visita muy especial: la legión de agentes del Mayor Monogram al completo. ¿La razón? Se había detectado un inicio de actividad radioactiva peligrosa en su edificio. Algo demasiado comprometido y urgente para encargárselo solo a Perry, el cerditorrinco. En teoría, más allá de la gravedad de la situación, la resolución debía de ser pan comido. Si Perry usualmente bastaba y sobraba para dominar a Doofenshclimax, con tantos aliados la batalla no debía durar ni un suspiro. Y hasta aquí la teoría. La práctica fue otra cosa. El nuevo villano, merced a la fusión, se había desecho de sus dos principales defectos. Su maldad primitiva, tan inocente y enrevesada, había adquirido un poco de la mala leche de Anticlímax. Así mismo, su bajo nivel de inteligencia emocional que le provocaba todos y cada unos de sus fracasos, había dejado su lugar a una mentalidad más práctica y decidida. Sin los titubeos y distracciones que usualmente permitía a los agentes recobrar la iniciativa. Por contrapartida, sus inventos habían perdidos brillantez y eficiencia. Si en algo destacaba anteriormente Doofenshmirtz, era precisamente en que todas sus locuras funcionaban de maravilla. No existían límites ni imposibles para sus inators. Así las cosas, Perry se encontró ante una situación atípica. La trampa, su trampa, llevaba incorporado un scanner de utensilios de espía y unos brazos mecánicos que le privaron de todas las herramientas que ocultaba bajo su sombrero. La jaula era la típica de animales. Sin ningún tipo de adorno o excentricidad. Y los barrotes…muy gruesos. Imposible romperlos o pasar la mano entre ellos. Sencillo, letal y práctico. Todo lo contrario de lo que solía ser. Un genio diabólico reducido a la décima parte de su capacidad y precisamente por eso, extraordinariamente efectivo. Y también por esa razón, incapaz de arreglar el aparato que Perry había arruinado días atrás. El crossoverinator, invención demencial de un raciocinio sin límites y despreocupado por el impacto de este en la vida real, no respondía a las órdenes ni a los intentos de manipulación del nuevo villano.

El agente oso panda fue el primero en asumir que no lograría escapar por la fuerza de su jaula e intento dialogar con él. Un cartel con palabras sinceras y de sentido común apareció como por arte de magia entre sus garras: "¿Por qué no lo apagas?".

-Porque ya he ganado –respondió Doofenshclimax sin dejar de trastear con un sinfín de cables-. Esta fusión me ha otorgado la capacidad de atraparos y la próxima me defenderá de esos extraños e imprevisibles sucesos aleatorios.

Un nuevo rótulo asomó entre los barrotes de la trampa del agente oso panda.

"Destruirlo todo, incluso a ti mismo, no es la mejor forma de conquistar el Área de los tres Tokios".

-Tienes razón. Tienez razón. ¿Dónde demonios está el botón de autodestrucción de este cacharro? –se lamentó Doofenshclimax mientras revisaba cada una de las paredes de la máquina-. Si lo he fabricado yo mismo. ¿Irónico, verdad?

No tanto. O mejor dicho, no más que de costumbre. Todo en su vida pasada rezumaba ironía, razón suficiente para que el crossoverinator le hubiese elegido al Dios de la Ironía como alma gemela a fusionar. Hija guapa siendo tan feo. Amistad verdadera y profunda con su rival de toda la vida. Y ese extraño carisma que provocaba en más de un espectador cierta empatía hacia su causa y odio a su hermano Roger. El botón, pues, seguía en su sitio pero Doofenshclimax no daba con él por una simple razón. En el fondo, no deseaba impedir que el haz de luz creciera poco a poco ni que dejara de succionar personajes de diferentes mangas sin fusionarlos. En el fondo, el desperfecto le había convertido en una nueva arma mucho más letal que la anterior. Solo algunas personas habían encontrado sus cuerpos y mentes reunidos con los de alguien de otro Universo. Los demás, simplemente no habían hallado destino compatible y se aglomeraban en el epicentro del minitorbellino que se agigantaba a cada segundo. De allí, la ausencia de muchos amigos de Ranma, de allí que el muchacho de la coleta viera seis días después un soprendente tornado morado que amenazaba con desatar el Apocalipsis. Aquellos vientos huracanados violáceos eran el producto de la fusión incontrolada de miles de personajes heterogéneos, producida por una máquina malfuncionante.


La madre de Heinz y Roger, el peor y más horripilante ejemplo de parcialidad hacia uno de sus hijos, había encontrado también seis días atrás, un cuerpo idóneo donde fusionarse. Nada más y nada menos que en la generosa humanidad de la matriarca Ibuki. Y en su nueva posición, el defecto inicial solo había conseguido multiplicarse a niveles ridículos.

-¡Stuart Chas! Es hora de tu baño con gel. ¡Hijos número 2, 3, 4 y 5! –así se llamaban sus hermanos-. ¡Venid y prepararos para acicalarle!

Los cincos hombres acudieron al llamado de la matriarca murmurando. Primero Stuart Chas.

-Puedo hacer solo –aclaraba para sus adentros teniendo especial cuidado de que nadie le oyera.

Luego número 2: "ojalá pudiera yo también gozar del beneficio de un baño" –pensaba mientras se olía el sobaco maloliente.

Y más atrás 3, 4 y 5 rezongando por la desagradable y mutuamente humillante labor de tener que lavar a un adulto. Y sin embargo, había que hacerlo. Sobre todo Stuart Chas se sentía obligado a obedecer porque ese servilismo era el precio a pagar por ser tan inmúndamente rico.

-Pues hoy no pienso hacerlo –se paró en seco Número 5, el más fornido de los hermanos-. Es ridículo tanto favoritismo por uno de nosotros.

-Mamá dice que es el más delicado por ser el menor -justificó Número 3.

-¡Tonterías! Somos gemelos. Stuart solo tiene treinta segundos menos de vida que yo y cinco menos que tú.

Número 4 seguía caminando en silencio, distraído por los rocambolescos adornos de la enorme mansión Ibuki. Alguna vez había soñado con escapar y hacer su vida por separado. Idea que había rechazado pronto por varias razones. En primer lugar, tendría que separarse de sus hermanos. En segundo, allí fuera solo le esperaba pobreza teniendo en cuenta que solo Stuart había gozado del privilegio de una educación. Y en tercero, soñaba secretamente con convertirse en un gran artista. En aquella fría cárcel de mármol y soledad, había para su suerte grandes colecciones de esculturas y cuadros. Dos o tres Van Gogh originales, un Picasso y más de veinte obras de Klee, las que más le llamaban la atención. Los Modiglianis los toleraba solo porque adoraba aquellos cuellos de jirafa y porque compartían sala con los puntillistas de Signac. Aunque lo que más reverenciaba no eran las carísimas obras que atesoraba la matriarca como simples inversiones. Su principal obsesión artística radicaba en los ornamentos barrocos del edificio, más precisamente en los del techo. Cada firulete, cuerno y estrella que se entrelazaba con otro en perfecta y simétrica armonía le hacían olvidar de las tristezas ocasionales de su vida de pseudoesclavitud. Y en el fondo eso es la esclavitud, la degradación de un ser humano a servir a un "hermano" no por amabilidad o sentimiento fraternal, sino por imposición externa de quien considera a uno más valioso que a otro.

Cuando Número 4 tropezó con Número 5 y Número 3, los hermanos que se habían detenido a debatir sobre la conveniencia de cumplir con la orden, la paciencia de Stuart Chas, lógicamente un malcriado, estalló. Odiaba a todos sus hermanos y en especial a Número 4, precisamente por compartir con él una misma fantasía, la de convertirse en un gran artista.

-Madre, los inútiles de mis hermanos la han vuelto a liar. ¡Castígales!

Un huracán de hostilidad –no el violáceo del crossoverinator, uno más aterrador, el creado por una madre furiosa- desencadenó a continuación una lluvia de manotazos, patadas, cachetadas y demás calamidades que solo una matrona sabe propinar con amor y precisa puntería.

Aquella escena dejó a Stuart Chas de un humor de perros durante todo el día. Creía recordar haber querido a sus hermanos en el pasado. Incluso haberles respetado como a sus iguales. Probablemente, de haber practicado algún tipo de interacción fraterna normal, aquel sentimiento se hubiese afianzado. Pero no. Nadie tenía nombre en esa casa salvo él: "Stuart Chas", apelativo horrible pero apelativo al fin. Los demás…incluída la madre, "la matriarca", solo disponían de titulos abstractos. En el pasado se hubiese preguntado si odiaba la escena de la paliza por culpa, por odio hacia ellos o…quizá tal vez, por comprender perfectamente que era la matriarca la que actuaba erróneamente. Ya de adulto, le parecía imposible cuestionar las decisiones de su madre y por tanto, le invadía aquel mal humor que él mismo había provocado.

Se sentó en la enorme oficina de su firma de Abogados: Stuart Chas Ibuki Inc. Y contempló las otras cuatros sillas vacías. Recordaba perfectamente el día en que las adquirió. Una oferta irrechazable para un abogado como él. Pagaba una y recibía cuatro de regalo. En tres años de labor legal impecable, no había fantaseado nunca con el sueño evidente de compartirlas…y sin embargo, con qué primor limpiaba de polvo cada uno de los vericuetos de su final piel negra.

Como todos los días, pasó a saludarle su vecino del rascacielos Ibuki, utilizando la misma muletilla hiriente.

-Cinco hermanos y cuatro sillas vacías. ¿Irónico, verdad?

Stuart le repuso con su chispa acostumbrada.

-Miles de planes perversos saboteados por un cerdo con sombrero.

-Hoy no. En fin…veo que no ocurre nada. Así que me voy.

Stuart Chas enarcó una ceja. De sobra conocía los "no ocurre nada" de Doofenshclimax.

-¿Qué tendría que ocurrir hoy? ¿Saldrá el edificio volando? ¿O le crecerán patas por la tarde y echará a andar?

-No…no, al edificio nada. Estaba comprobando que tú siguieras siendo tú mismo y lo eres. Nada de qué preocuparse –dijo mientras se acomodaba en una de las butacas libres.

-¡SAL DE ALLÍ AHORA MISMO! –perdió los nervios Stuart Chas.

Doofenshclimax se puso de pie y se acomodó el traje.

-Sí, sí. Ya veo. Me he sentado en el sitio de tus hermanos. ¿Ir…

-NO es de ellos –le interrumpió aún más colorado-. ¡Son para mis herederos! ¡Incluída la mía!

Doofenshclimax intentó largar una risotada malvada pero solo consiguió desembuchar una especie de graznido empático. Él también sabía lo que era sufrir por el trato desigual de una madre.

-¿Piensas tener justamente cinco hijos y que formen un quinteto en igualdad? ¿Irónico, verdad?

Allí quedaron flotando aquellas dos palabras finales pronunciadas con extrema melancolía. Ambos hombres permanecían en silencio sin saber qué decir y sin sospechar que no solo la situación les hermanaba. De haber sabido que el alma mater de sus traumas era la misma madre desconsiderada, seguramente Doofenshclimax no hubiese podido reprimir una nueva pronunciación de su muletilla, esta vez cargada de cierto patetismo y desesperación.

-¿Quieres que te presente a alguien? –abordaron por fin el tema-. Conozco varias genias malvadas deseosas de enlazarse con un hombre rico que financie sus "proyectos". Así tendrías tarde o temprano a tus "herederos".

Mientras tanto una curiosa pareja se abría paso por una callejuela lateral cercana al gran edificio. La mujer, regordeta y de cachetes colorados, avanzaba a paso lento. A su ya figura poco esbelta se sumaban unos cuantos kilos de más, producto de un embarazo que ya iba por el octavo mes de gestación. A su lado un hombrecillo un tanto enclenque y de tez azulada, saludaba con la cabeza a cuanto transeúnte se les cruzara por el camino. Platicaban dulcemente sobre el futuro nombre de la criatura.

-Se llamará Hachiro como el padre.

La mujer le miró con malicia.

-¿Cómo sabes que eres tú el padre?

-Y-yo…n-no…y-yo…estem….

-Claro que es tuyo, tonto. Pero deberías espabilar, querido. Ya solo queda un mes para que nazca y ni has conseguido trabajo ni te desprendes de esas dudas crónicas. Un padre tiene que ser un hombre de acción. Un héroe para sus hijos.

-Algo encontraré –bufó Hachiro, enojado pero sin demostrar más que una tercera parte de aquel enfado que le invadía-. Lo que no entiendo es por qué tienes que trabajar tú hasta tan alto estadio del embarazo. ¿No tienes derechos? ¿Baja maternal?

-Sí, los tengo. Pero también dispongo de un jefe cruel, el marido más pobre del mundo, una tripa elocuente y muchas candidatas a ocupar mi puesto. No puedo distraerme.

La discusión se vio interrumpida de golpe por el agudo chillido de dolor de la preparturienta. Alguien, un peatón desconsiderado, le había empujado al atravesar la calle a marcha forzada, sin siquiera advertir el estado de su víctima.

-Oye…-intentó levantar la voz Hachiro sin éxito-. Nn-no…deberías…eso…estuvo…mal –completó el "enérgico" reproche bajando la voz y comiéndose las últimas palabras.

-No te canses –repuso la futura madre de nuestro héroe-. Ya se ha ido.

Hachiro cogió de la mano a Yuka -así se llamaba su mujer- con dulzura. Pese a esto, la palma todavía le temblaba. ¿Rabia? ¿Miedo? ¿Nerviosismo? Solo él lo sabía.

-Tenía que haberme casado con un tío rico como mi buena amiga Sayuri –dijo Yuka con rabia-. El señor Mamoru le da todos los gustos. Vale, tiene algún que otro problema de dicción pero lo compensa con un trabajo estable y decisión para protegerla de lo que sea. Su niña, Akane Mamoru, seguramente será feliz en la vida. ¿Podemos decir lo mismo de este? –se señaló la barriga-. Si queres que mi niño lleve tu nombre, gánatelo. Demuéstrame antes que puedes enfrentarte a lo que sea.

No era un ultimátum ni mucho menos -ninguna mujer de ocho meses de embarazo en su sano juicio impondría uno- pero lo parecía. Por lo menos a Hachiro así le sonaron aquellos razonamientos. Espabilar o perder el derecho a educar a su primer vástago.

El resto del camino hasta el edificio de oficinas que compartían Doofenshclimax y Stuart Chas, Yuka trabajaba de secretaria de este último, lo realizaron en silencio. Su mano derecha, la que cogía la mano de su mujer, ya no temblaba. Pero la otra…la izquierda, lo hacía por las dos. Llegaría el día en que aquel puño indeciso se cerraría con fuerza para defender a su familia. Lamentablemente para él, aquel no era ese día. Y eso que el destino le tenía preparada una oportunidad de oro para hacerlo.

Stuart Chas bajaba de su oficina aún más malhumorado que antes. La simple insinuación de obtener un heredero por vías naturales y por tanto, tener que interactuar con un ser humano normal, le provocaba escalofríos. No era que se hubiese pasado a la vereda de enfrente. En realidad, se trataba de un impedimento aún más complicado. No tenía vereda. O mejor dicho, su vereda había sido anulada y atrofiada por su particular educación. Se consideraba un ser asexual, asocial y apolítico. Incapaz de opinar por propia iniciativa sobre el valor de nada. Menos, sobre las mujeres que, como intuía, disponían de los valores más subjetivos y variados de la naturaleza. Se juzgaba, en definitiva, tan incapaz de reconocer la valía de una mujer como un cavernícola de hacer lo propio con un ordenador. Solamente el recordar aquel problema provocaba, por pura negación, que aflorara su veta más fría y disociada de la realidad, aquella que le convertía en un abogado excelente. En rigor solo había bajado a tomar un poco de aire y en rigor su secretaria, que venía avanzando lentamente por la acera de enfrente, todavía estaba llegando a tiempo, pero a Stuart Chas le dio igual. Se desquitaría con ella. ¿Su culpa? Haberse topado con él en el peor momento posible.

-¡Yuka! Llegas tarde. Por culpa de tu ausencia he tenido que bajar a tomarme un café al bar. La cafetera de la oficina está vacía.

Hachiro reconoció aquel reproche injusto como su oportunidad. No se trataba de nada grave y tenía todas las fichas a su favor. Imposible perder…si no se tenía en cuenta que se enfrentaba un abogado genial con un indeciso de mucho cuidado.

-Discúlpeme, señor Ibuki…-se llevó la muñeca con el reloj a unos centímetros de la nariz y simuló mirarlo aunque de sobra sabía la hora-. Todavía faltan diez minutos para que empiece su turno. Antes de eso llegaremos y tendrá su café listo.

-El café, mi querido amigo, tarda en prepararse unos diez minutos. Tiene que estar preparado para su ingesta al inicio del turno. Es de sentido común pensar en este detalle y llegar un rato antes. ¿No le parece?

-S-ssu...pongo.

-Es como ir al baño. Ha de hacerse antes de que comience la jornada laboral para perder la menor cantidad de tiempo durante esta.

-Y…ya…es que…está embarazada…la vejiga se contrae…ya sabe…es normal que vaya más a menudo.

Una gran gota de sudor comenzó a resbalar por su frente. Una gota cuya trayectoria Stuart Chas disfrutaba observar en sus interlocutores. Tenía suerte. Se había topado con el sujeto ideal para machacar.

-Además quedan solo cinco minutos ahora. Dudo que logre llegar a tiempo a la oficina.

-Eso es porque…nos hemos detenido a platicar con usted.

Stuart Chas ya sonreía definitivamente.

-Tenía que haberlo previsto.

-¿C-co..mo pre…tende que…?

-Hay que salir con tiempo por si pasa cualquier incidente. Obviamente no podían prever que se iban a topar conmigo pero también es de sentido común sospechar que una embarazada podría toparse con más obstáculos de lo normal.

Durante un instante, un ligerísimo y sereno instante, todos los músculos de Hachiro se tensaron hasta convertirlo en una persona más alta e imponente, una que no escondía bajo su espalda encorbada un cuerpo preparado para la pelea.

-Tambien es de sentido común no obligar a trabajar a una embarazada de ocho meses.

-¿Cómo dice? –se ajustó las gafas de abogado Stuart Chas.

-N-na…da…no…volverá a ocurrir…se lo prometo.

Si algo realmente disfrutaba el abogado era catar aquel espectáculo. Saborear el rápido desinflar de alguien que había tardado años en juntar el valor suficiente para hincharse de orgullo por un instante. Por culpa de aquella reacción, en el alma de Stuart se mezclaron un creciente buen humor con su veta de abogado y aquella mezcla tan única y extraña permitió que se le cruzara por la cabeza una idea horrible. Fue entonces que le pasó un brazo por sobre el hombro y se acercó hasta el oído de Hachiro. Luego le susurró su idea.

-No le demos más vueltas al asunto, mi amigo. Nosotros en el fondo somos hombres de mundo ¿verdad? –Hachiro asintió con la cabeza sin entender-. Y como hombres de mundo que somos comprendemos las circunstancias del otro. Usted entiende que tengo una agenda muy apretada y yo que su mujer tiene temporalmente la movilidad restringida, ¿verdad? –Hachiro volvió a asentir más aliviado; la conversación parecía seguir por derroteros más amables para él-. De hecho…me gustaría hablarle sobre una circunstancia mía que podría ser compatible con una suya.

Hachiro pestañeó tres veces inmerso en una perplejidad apocalíptica. ¿Había oído bien? ¿Sería posible que existiera un monstruo así en este mundo? ¿O tan solo le había malinterpretado? Su mandíbula ya acompañaba decididamente el tenue balanceo de los brazos y las piernas. Le temblaba literalmente todo el cuerpo. Tanto que tardó un poco en plagiar la pregunta de Stuart Chas.

-¿Cómo dice?

-Digo –repitió el abogado con el gesto y tono de una broma-, que yo necesito un heredero y usted, dinero. ¿Qué le parece un cheque en blanco? No tendría que trabajar nunca más.

-N-n…n…n-no, n-no….n-no.

La frase que el cerebro de Hachiro buscaba era literalmente: "Mi hijo no está en venta y ahora, con su permiso o sin él, voy a partirle la cara".

-Jajajaja. Era una broma, mi buen amigo. Para castigarle por no ayudar a su mujer a llegar a tiempo.

-Y-yo –la gota de sudor ya se había convertido en siete ríos que empapaban su camisa y parte de los pantalones-…por un momento…creí que…hablaba en serio.

Stuart Chas volvió a abrazarle y le susurró bajito.

-Si le interesa podemos seguir con esta broma en otro momento. Prométame que se lo pensará.

-D-de…acuerdo…me…lo pensaré.

Desde luego la bronca que tuvo lugar a continuación entre Hachiro y Yuka fue legendaria. Tanto, que Stuart Chas optó por desaparecer de inmediato. No le temía al indeciso de Hachiro pero a Yuka aún embarazada y todo, la sabía capaz de triturarlo de un sopapo.

-¿¡LO PENSARÉ!? ¿¡LO PENSARÉ!? ¿Pero es que te has vuelto loco o qué? Tú siempre palabras y mal dichas. Nunca acciones. Un puñetazo en toda la cara tendrías que haberle dado. El que no le encajé yo, solo porque pensaba que ibas a hacerlo tú.

-Y-yo…querida…y-yo…solo trataba de contentarle…es tu jefe…por supuesto que no…pero…temía por tu trabajo…lo que habías dicho antes…

-¿Mi trabajo? ¿Qué trabajo? Una vez cruzada la línea de la moralidad ¿qué posibilidades había de que yo aceptara mantener ese trabajo? –se miró a la tripa y comenzó a hablarle a ella-. Hijo, hoy he perdido mi única fuente de ingresos y a tu padre. Pero no te angusties. Acabo de descubrir que en realidad no he perdido gran cosa.

Yuka se arrepintió inmediatamente de aquellas palabras tan duras y que las hormonas revueltas le habían impedido censurar. Unas palabras que solamente debieron permanecer en su cerebro durante unos instantes de furia. Para cuando advirtió el charco de sudor que había dejado su marido en el suelo mezclado con la sangre que desprendían sus puños de tanto apretarlos, ya era tarde. Hachiro se marchaba más rápido de lo que ella podía caminar. Y mientras tanto, arriba de todo, en el gran edificio, una especie de torbellino morado comenzaba a tomar el tamaño de una sandía.


Seis días antes de que el Apocalipsis se desatara, Ukyela había terminado de hacer el recuento pertinente. Habían desaparecido también Baljee, Buford, Stacey, Kodachi, Shampoo, Happosai, Kuno y Soun. Demasiada gente que se había evaporado como por arte de magia. ¿Qué tenían en común? Nada. Ni aspecto físico, ni forma de comportarse, ni un enemigo en común. También había hallado el sitio que provocaba todos los cambios utilizando el regalo de Phineas. No entendía muy bien por qué había tantos animales con sombrero rodeando el edificio ni le importaba. Teniendo en cuenta todo lo dicho antes, estaba claro que allí había algún tipo de artefacto que de alguna manera provocaba los cambios. Por supuesto, no entró enseguida. Antes convenía esperar a que se despejara el sitio y estudiar mejor la situación. Así fue como presenció la invasión de la estructura por los integrantes de media arca de Noé. También fue testigo, al rato, de las risas diabólicas de un lunático que no paraba de gritar desde la azotea: "Los he atrapado a todos. ¡Qué ironía! ¡Qué ironía!".

Unos cuarenta minutos más tarde, aprovechó que el hombre con bata de médico que había divisado en la azotea salía del edificio acompañado de un abogado importante según se deducía del logo de su maletín, para escabullirse en el interior de la fortaleza enemiga. Antes, presenció la despedida de ambos hombres.

-¿Pensarás en lo que te dije, Stuart? –dijo el lunático.

-No, para nada. Antes que compartir fortuna con una desconocida prefiero obtener descendencia valiéndome de mis instintos de abogado. Adoptar a alguien que tenga bien en claro que me lo debe todo y sin que exista ningún estorbo con permiso legal para opinar sobre su educación.

-Ya –se rascó la cabeza Doofenshclimax-. Quieres ser tu madre. Diría lo de siempre…pero encuentro esta frase más apropiada: "¡Qué triste! ¿Verdad?"

Luego ambos hombre se separaron. El primero, el de bata de médico, se marchó por una calle y el otro, el abogado sin corazón, se topó con una parejita curiosa por la otra acera. Se trataba de una mujer embarazada que podría perfectamente destripar a ambos hombres de un solo golpe y de un jovencito timorato que, por los gestos y forma de moverse, parecía estar peleando verbalmente por primera vez en su vida. Su rival era nada más y nada menos que Stuart Chas. Ukyela no se quedó a observar cómo se desarrollaba aquella disputa. Tenía cosas más importantes que hacer. El interior del edificio se mostraba espectacularmente vacío de ornamentaciones. "Moderno" según el abogado. "Seguro" según el genio malvado. Pasado un largísimo pasillo, se accedía al ascensor y de allí al último piso. Allí sí, se podía observar otro tipo de decorado. En el ala izquierda, grandes retratos de una mujer de nariz puntiaguda, la madre de Stuart Chas y del otro, restos de todo tipo de artefactos y trampas destrozadas por la reciente invasión del zoológico municipal con sombrero. Cuando Doofenshclimax pasaba por el ala izquierda solía pensar: "Irónico, se parece tanto a mi madre". Y cuando Stuart Chas paseaba por el ala derecha, pensaba algo parecido: "un camino repleto de trampas. Se parece tanto a mi vida de abogado".

Ukyela recorrió el pasillo de las trampas con valor. Era posible que cayera en alguna que siguiera operativa. Hecho, que doy fé, le atemorizaba bastante. Su sentido de la responsabilidad y amor por Phineas, no obstante, le empujaba a seguir avanzando. Como toda mujer enamorada, atravesó los peligros sin llegar a ser perfectamente consciente de lo cerca que estaba, a cada paso que daba, de perderlo todo. Y por fin, llegó hasta las cientos de jaulas con animales presos y más allá, a un ordenador que controlaba el crossoverinator. Allí, en la base de datos, estaban todos. Ferb, Kuno, Baljee, Kodachi, Shampoo, Buford…todos menos Phineas.

Recordad estimados lectores esta lección porque alguna vez puede salvaros la vida. El orden de los factores no altera el producto casi nunca…siempre y cuando no estemos hablando del Apocalipsis. En esos casos…si os encontráis inmersos en el dilema de a quién liberar primero, a una tropa de agentes secretos o a vuestros amigos, recordad que es mucho más sensato hacerlo primero con los profesionales acostumbrados a lidiar con máquinas extrañas. Si por el contrario optáis, como Ukyela, por trastear con el crossoverinator, os puede pasar lo que le ocurrió a ella. Ser los responsables del principo del fin del mundo. Y así fue cómo ocurrió todo. El inocente torbellinito morado que crecía poco a poco en un solo sitio, se descontroló, o lo que es lo mismo, comenzó a crecer a una velocidad más aleatoria, a echar rayos de forma azaroza y a…moverse. Y como suele ocurrir en este universo, los primeros en sufrir el daño de una máquina maligna fuera de control, fueron los dos más necesitados de cambios, Stuart Chas y Hachiro.

Precisamente, en aquel momento una escena de lo más grotesca se estaba desarrollando en la mansión de los Ibukis. Hijo número 2 colgaba unas guirnaldas, subido a una larguísima y endeble escalera mientras Hijo Número 3 intentaba evitar que su hermano se estrellara contra el suelo. Por otra parte, lejos de allí, en la cocina del segundo piso de la residencia, Hijos Númer se embadurnaban las manos de nata para decorar una gran tarta de cumpleaños. Un muñequito pequeño que intentaba copiar la silueta del hermano faltante completaba la obra sobre la última capa de fresa. A la figura le acompañaba un pequeño maletín de chocolate y la frase "Feliz cumpleaños, Stuart Chas" escrita con crema pastelera.

El único invitado a la fiesta sorpresa, Doofenshclimax, dialogaba divertidamente con la gran Matriarca.

-¿O sea que hoy es el cumpleaños de Stuart?

-Sí, mi niño ya tiene treinta y ocho años.

-Ajá, ajá –ahogó una risita de las suyas el genio maligno-. ¿Justo hoy? ¿El 14 de febrero?

-Sí, ¿qué tiene?

-No, nada, nada. Solo que es ir…irrisorio…eso…es irrisoria la situación. ¿Se imagina la cara que pondrá cuando llegue? Seguro que se sorprende mucho. A propósito, ¿no vendría a ser el cumpleaños de ellos también? Son gemélos después de todo.

-Sí, ¿por?

-Por nada. Es que…-se enjugó una lágrima de felicidad que amenazaba con caer-…esto es tan...tan…ir…irrisorio…creo que es el mejor día de mi vida. Lo cual también es ir…risorio. Stuart cumpliendo años el día de los enamorados…cuatro hermanos que nacieron al mismo tiempo, armando una fiesta sorpresa para el quinto…no sé cómo podría mejorarse esto.

Justo en ese momento, ingresaron en la gran sala de estar los dos hermanos restantes sosteniendo a duras penas una tarta que por su peso, casi no se mantenía estable sobre la bandeja.

-Perfecto, chicos –aplaudió la madre en señal de aprobación-. Ahora, alejaos. Que es el cumple de Stuart y la tarta es solo para él.

Quiso la Diosa de la Buena Educación, que era muy amiga del Dios de la Ironía, darle una mano en tal delicado momento y por tanto hizo aparecer al quinto hermano justo en el momento en que Doofenshclimax ya se estaba poniendo morado por culpa de la risa contenida.

-Feliz ironía…digo, cumpleaños, amigo –le recibió efusivamente.

Ahorraré al lector el resto de angustiantes humillaciones que debieron pasar aquel día los cuatro hermanos de Stuart, básicamente porque fueron muchas y porque, por primera vez en treinta y ocho años, el abogado sin alma, sintió una serie de escalofríos que le recorrían todo el cuerpo. Ni pena ni vergüenza, simplemente dolor. Dolor de alma y agravado por ser la primera vez que lo sentía. Y al mismo tiempo, junto a ese padecimiento por la injusticia que toleraban tan fraternalmente sus hermanos, percibía también unos horribles deseos de quitarse la camisa y la corbata que le asfixiaban y echarse a cantar con ellos, aunque fuera, el feliz cumpleaños compartido. De haber notado este sentimiento en el cuerpo de su amigo, Doofenshclimax seguramente hubiese dicho por fin y a los cuatro vientos: "Irónico, ¿verdad?". Más que nada, porque en ese momento, precisamente el cuarteto relegado comenzaba a cantar.

Hey Stuart

Don't make it bad

Take a sad song and make it better

Remember to let her into your heart

Then you can start to make it better

Hey Stuart

Don't be afraid

You were made to go out and get her

The minute you let her under your skin

Then you begin to make it better

And any time you feel the pain

Hey Stuart, refrain

Don't carry the world upon your shoulders

For well you know that it's a fool

Who plays it cool

By making his world a little colder

Hey Stuart

Don't let me down

You have found her, now go and get her

Remember to let her into your heart

Then you can start to make it better

So let it out and let it in

Hey Stuart, begin

You're waiting for someone to perform with

And don't you know that it's just you

Hey Stuart, you'll do

The movement you need is on your shoulder

Hey Stuart

Don't make it bad

Take a sad song and make it better

Remember to let her under your skin

Then you'll begin to make it better

Better, better, better, better, better...

Demás está decir que la performance fue tan perfecta que solo la gran Matriarca no notó la singular metamorfosis que habían sufrido los cumpleañeros. Así, pues, el primero en reaccionar fue lógicamente Doofenshclimax. Stuart Chas Ibuki se encontraba simplemente patidifuso. Y la madre, asqueada de tanto protagonismo no deseado de sus otros hijos.

Cuando Doofenshclimax pasó su sensor portátil del crossoverinator sobre las cabezas de los cinco hermanos, la pantallita del mismo comprobó lo evidente: crossover: positivo. Los Beatles-hermanos Ibuki.

Stuart Chas se quedó observando el diagnóstico durante unos quince minutos. Hasta que por fin, luego de las explicaciones pertinentes por parte del genio malvado, tartamudeó:

-Entonces…

-Estonces eres el quinto Beatles.

-Pe..pero…si yo…quería…

-¿Irónico, verdad? Tú querías ser un artista y ahora ellos son los mejores de la historia.

Stuart Chas respiró hondo. Sentía envidía. Sí. Por supuesto que la sentía. Pero también seguía percibiendo aquel calorcillo extraño en su corazón. Ese que no le abandonaba desde que aquel extraño rayo le dio en el cuerpo.

-Hernamos –dijo Stuart-. Aprovechad la ocasión. Ahora sois los Beatles. No necesitáis seguir así. Afuera os espera libertad, fama, dinero y arte.

Los cuatro artistas se miraron unos a otros y llegaron a una misma conclusión sin siquiera tener que hablarlo.

-Stuart –dijo Jhon-, ven con nosotros. Sigamos juntos.

-¿¡Qué!? –tartamudeó el abogado-. Pero si yo os he rechazado siempre y relegado. Ahora vosotros sois los Beatles y yo el que sobra. Aprovechad la oportunidad y vengaos.

-Antes que Beatles –repuso George- somos hermanos y te queremos. No estaríamos completos como un cuarteto.

-Pero no tengo talento. Soy el que sobra.

Los cuatro hermanos ahora sí, se reunieron en ronda y dialogaron durante unos instantes. Se estaba fraguando un cambio que merecía ser debatido al menos por unos segundos.

-Pues seamos abogados. Todos juntos, sin madre.

-¿¡Vais a dejar de lado todos vuestros sueños, gloria y fama solo para no separarnos!?

-Bueno –aseveró Ringo-. Tú tendrías que renunciar a toda tu fortuna para estar con nosotros; nos parece justo.

Stuart se volteó y preguntó a su amigo.

-¿Qué te parece, Heinz?

-Estúpido, irónico, hermoso y nuevamente, irónico. ¡Me encanta!

Luego, por primera vez en sus vidas, los cinco gemelos se fundieron en un abrazo verdadero. Y mientras tanto, un torbellino morado descontrolado seguía absorviendo en el exterior a más y más personajes de ese y otros universos.


Ukyela huyó del edificio como alma que persigue el diablo y no se detuvo hasta llegar al Dojo. Ni siquiera se paró a preguntarse qué demonios estaba ocurriendo con Kandsumi y el Doctor Jeremy o por qué la primera estaba llorando a lágrima flynntendida y el segundo ni la consolaba ni cambiaba esa expresión tan dura y seria. En realidad, Ukyela no tenía planes. Pero ya estaba harta. Si su héroe, Phineas, no aparecía, tendría que recurrir a su otro héroe. Ranma, por muy ocupado que estuviera en labores desagradables según su punto de vista, podría tomarse un respiro para enterarse de lo que estaba ocurriendo.

Y casualmente se lo estaba tomando. Solo que no para salvar el mundo como ella esperaba. Simplemente, estaba preparándose para su acostumbrado baño de las dos de la tarde.

-¿Entonces? ¿Nos casamos ya, Akane? ¿O prefieres seguir arriesgándote a que todo vuelva a la normalidad?

Akane le miró. Todavía llevaba el torso desnudo y el resto, solo oculto por una toalla mal anudada. Por alguna extraña razón su hermana no aparecía para gritarle a Rumiko. Una oportunidad más que razonable para cambiar de tema. Le quería, le amaba. Pero algo no iba bien. No era al 100% el Ranma del que se había enamorado. Hasta que no descubriera qué había cambiado y por qué no podía consentir aquel casamiento. Si dilataba su respuesta con besos y arrumacos era precisamente para no tener que rechazarle frontalmente sin ninguna excusa válida. Su instinto, por mucho que confiara en él, no servía de nada sin averiguar primero lo que ocurría. Por eso mismo le retenía así durante tanto tiempo. No dejaría que interactúe con nadie más sin antes comprender la naturaleza de su cambio. ¿Pero qué? ¿Qué había cambiado además de las circunstancias? Porque de algo estaba segura. Ella seguía siendo Akane Tendo, pero el hombre que ahora mismo la estaba mirando con deseo, no era solamente Ranma Saotome. Solo entonces, una vez analizada la situación con calma, fue que una chispa de ingenio se encendió en su cerebro. A continuación, le mojó con un balde de agua fría.

Los ojos del rostro de Ukyela, que les espiaba por la ventana, se salían literalmente de sus órbitas. ¡Allí estaba! ¡Allí estaba Phineas! La nueva maldición de Jusenkyo, gracias al crossoverinator, transformaba a Ranma en Phineas si se mojaba con agua fría.

Fin de la segunda parte.


Historia bonus

El detector de tarados.

¿Todavía seguís allí? Increíble. No sé si os habéis dado cuenta…pero Ranma y Akane casi no has aparecido en este capítulo…otra vez. Y sin embargo, seguís leyendo. Interesante. Cualquiera diría que estáis aquí más por esto que por aquello. Por las historias bonus, digo. A lo mejor y por lo tanto, conviene escribir algo bien jugoso para premiaros por vuestra paciencia y fidelidad. En fin…vamos a ello. Hace más o menos un año, empecé un fic inconcluso, Misterios en Nerima, en el que caía del cielo, al estilo Death Note, un cuadernito que servía al portador para conocer los secretos de Ranma. La historia en sí no tenía mayor propósito que reirnos un poco de la desesperación del chico de los mil secretos cuando notaba que se los iban revelando uno a uno y no podía hacer nada para impedirlo. Todavía en esa época del año el formato de mis fics estaba en fase de experimentación. Y quizá por eso, decidí probar qué ocurriría si lo traducía al inglés. El experimento fue un tanto fallido porque a los tres capítulos me agoté y además descubrí que cometía demasiados errores si redactaba en la lengua de Shakespeare. Y aunque continué con el fic en español, dejé literalmente abandonada a su traducción. El caso es que ayer, más de un año después, recibí el siguiente review de un tal "guest" anónimo: "I don't know why, but when I saw the cover to your story, the first thing that came out of my mouth was, "Why is there an apple on the cover like this is Twilight? They aren't about to pull some Twilight bullshit out on us are they?". Les traduzco: "No sé por qué pero cuando vi el dibujo de tu historia, lo primero que pensé fue: ¿Por qué aparece una manzana como en la portada de Crepúsculo? No me estarán por poner aquí tonterías sobre Crepúsculo, ¿verdad?". En realidad, la manzana es la de Death Note, objeto emblemático del manga y que, de hecho, es ilustración del animé en varias propagandas. En mi enorme ingenuidad no había caído en la posibilidad de que alguien pudiera confundirlas y por eso la elegí para ilustrar el fic. ¿Por qué cuento todo esto? Porque esto va directo a mi test para dejar salir en un futuro o no a Bulmita con alguien.

1) Si usted, estimado pseudo humano, observa el dibujo de una manzana, ¿en qué piensa primero?

A) En Adán y Eva.

B) En que tengo hambre.

C) En Newton, por supuesto.

D) En Crepúsculo.

E) En Death Note.

F) En Guillermo Tell.

G) En la manzana dorada de la Guerra de Troya.

H) En la de Blancanieves.

I) En la del famoso cuadro de Magritte.

J) En el barril de manzanas en el que se esconde el protagonista de La isla del Tesoro.

K) En Manhattan, la gran manzana de New York.

L) En la Oda a la manzana de Neruda.

M) En las manzanas que le da Pikoro a Gohan cuando está durmiendo.

N) En todos esos menos en la D y en la B porque conozco a todos menos a Crepúsculo y ahora no tengo hambre. Jamás me atrevería a insinuar la posiblidad de salir con su hija sin tener al menos ese mínimo nivel intelectual.


Respuesta A: ¿Así que obsesionado con el pecado original? ¿No?

B) ¿Tienes hambre? Pues yo también. Y no puedo cenar sin Bulmita. Así que la quiero de vuelta a las 21:30.

C) La teoría de la gravedad. Claro, claro. Esa que dice que las cosas caen. Es verdad. Las cosas suelen caer por su propio peso sin necesidad de que nadie las empuje. Son accidentes que simplemente ocurren.

D) ¡FUERA DE AQUÍ!

E) ¿Podrías decirme tu nombre completo, por favor? No, no, por nada. Simple curiosidad. Agregarte en facebook y esas cosas. Nada raro.

F) Esa historia me encanta. ¿Te he mencionado que tengo un arco? No se trata de un escopeta pero es igual de efectivo y mucho más silencioso.

G) ¡La Guerra de Troya! Eso me recuerda que la enseñanza de esa historia es que no hay que dejar entrar a tu casa ninguna amenaza por las dudas. ¡FUERA DE AQUÍ!

H) Y sí, es que la Reina era tonta. Utilizaba venenos complicados. Los que yo conozco son inoloros, inodoros e indetectables. Y actuan por vía aérea. De hecho, podría haber soltado uno ahora y no te darías cuenta hasta dentro de una semana cuando ya sería tarde. A propósito, los antídotos solo funcionan hasta pasadas las dos horas de inoculación. Yo que tú, por las dudas, traería a mi nena en menos de ciento veinte minutos.

I) Ahhh, en el cuadro en el que aparece una manzana justo, justo delante de la cabeza de alguien. Venga, repitamos la escena. Coge esta manzana y póntela tapando tu cara. Gohan, tráeme el arco que me apetece hacer de Guillermo Tell con este muchacho.

J) Ah, bueno has leído a Stevenson y te acuerdas de detalles nímeos de su obra. Eso es otra cosa. Por supuesto que puedes salir con mi hija. De hecho, toma las llaves de mi coche y un poco de dinero. Yo invito. Divertíos.

K) Y a Manhattan te vas a ir de una patada.

L) Ah, bueno has leído a Neruda y recuerdas sus poemas. Eso es otra cosa. Por supuesto que puedes salir con mi hija. De hecho, toma las llaves de mi coche y un poco de dinero. Yo invito. Divertíos.

M) Bienvenido a la familia, hijo. Espero grandes cosas de ti. Toma la llave de mi coche y un poco de dinero. Divertíos.

N) Bueno, no está tan bien como la J, la L o la M, pero por ahora te la acepto. Toma las llaves de mi coche y un poco de dinero. Divertíos.

Segunda pregunta: ¿Sabías que si le disparo con mi arco a un ladrón que me ha robado mi dinero y ahora está intentado sustraer mi coche soy legalmente inimputable?

Por ahora llegué hasta aquí. Acepto sugerencias.

Fin de la historia bonus.


Comentarios

Estimada Ai. Sé lo que haces y me parece bien. Pronto llegará el review 1000 y quieres estar preparada con varios comentarios pendientes para ser tú la comentarista milenaria. Suerte.

Estimada Daia. Felices vacaciones.

Estimada Akyfin02. La intro en español de España es así: Más o menos cien días hay de vacaciones/ y llegan las clases de nuevo./ ¡Un problema en verano! y en ocasiones/ es cómo pasarlo de miedo./ Podríais hacer un puente, / luchar contra momias,/ escalar la torre Eiffel./ Descubramos algo que nunca existió,/ bañemos a un mono con gel,/ busco temporal,/ o vida artificial,/ sesos de Frankenstein./ -Están por allí./ Un ave en extinción,/ pintemos la nación./ Hagámosla enloquecer./ Como veréis mucho hay por hacer/ antes de ir otra vez a estudiar./ Quedaos aquí con Phineas y con Ferb/ que haremos eso y más./ Quedaos aquí con Phineas y con Ferb/ que haremos eso y más.

Sí, claro que me acuerdo de ese review. Tengo una memoria privilegiada…también me acuerdo de qué se trataban los capítulos anteriores. Sí, sí. Los guiñós a los lectores son un método de acercamiento y cohesión entre las historias y de ninguna manera una forma de no olvidarme de las cosas repitiéndolas una y otra vez. NO ESTOY VIEJO. Me alegro que te haya resultado tedioso el monólogo de Ukyela. Eso significa que NO ERES UNA UKYELA. Y me alegro por ti porque las Ukyelas suelen sufrir mucho.

Me ha encantado el capítulo cinco de tu historia. Ya empiezo a ver la luz al final de túnel. Tarde o temprano seré libre otra vez.

Estimada Isakura Tendo. Gracias. Me encanta tenerte de lectora. Para entender al 100% esta historia no hace falta mucho. Conocer a Phineas y Ferb, a Ibuki y Hachiro y haber leído el especial 100-101. Si nada falla, cuando termine con el relato del nacimiento de Hachiro espero escribir un fic normal de Ranma y Akane con ellos como únicos protagonistas.

Estimada Massy13. La historia de Kandsumi y el Doctor Jeremy para el próximo capítulo. Sé que el three-shot parece un poco disperso ahora pero el hilo conector es el torbellino morado apocalíptico. Cuando todo termine, se resolverán cada una de las historias planteadas y si todo sale bien, se explicarán muchas cosas sobre la forma de ser de varios personajes de capítulos pasados.

Estimado/a Guest. Es verdad que en la película Doofenshmirtz necesita efectivamente de la ayuda de Phineas para pasar a otra dimensión. Sin embargo, sospecho que esta ayuda se efectúa por razones argumentales, para que todos los personajes principales pasen juntos al otro mundo. En los capítulos normales, Doofenshmirtz a pesar de sus nulas capacidades sociales que le hacen ver como un tonto, demuestra que es tan brillante o más que Phineas para realizar invenciones. De hecho, en varios capítulos crea inventos que traspasan el espacio y el tiempo sin problemas. El chiste del bebé extraterrestre verde gigante que se come las cosas que le envían accidentalmente desde la Tierra es repetitivo, por ejemplo. Rumiko como personaje de este fic tiene unas motivaciones diferentes a las de la Rumiko real.

Estimada Linahi. A mi tampoco me gustan mucho los crossover pero necesitaba hacer esto por razones que ya se ven en este capítulo y se verán más en el siguiente. Porque me ayuda a explicar todos los ingredientes extraños que fui insertando en las demás historias. Mientras odies a Roger como yo lo odio, me da igual si quieres más o menos a Heinz.

Estimada Evanmychem (cap. 94). Luego del día bueno, Bulmita tuvo cuatro de un humor de mil demonios. Barco sospechoso…siempre son los mismos culpables. Los mayordomos y los barcos.

Estimada akari999 (cap. 43). Eres bienvenida. Siento que te quedaras a mitad de la lectura de otro fic. Estas cosas pasan en un medio tan inestable y cambiante como Internet. Lo importante es que eres fan de Ranma y Akane y aunque justo hoy no les he prestado mucha atención a ellos, suelo respetarlos como protagonistas.

Estimada akari999 (cap. 44). Muy bien. Este es un buen sitio para empezar a escribir y animarse a compartir nuestras creaciones. Ya me contarás si te animas.

Estimada Evanmychem (cap. 95). No, no. Es una historia real que utiliza como excusa para librarse de la multa…bueno, todo lo real que puede ser una historia como esta. A propósito, tengo que contar una histora bonus sobre la tortuosa relación entre Minefine7 y los metros-subtes.

Estimada minefine7. Bien. ¡Seis palabras! ¿Te fusionaste con Musa? Yo te querré igual. No, qué va. Fue superaburrida la fiesta sin Minefine7. Gohan se durmió a los diez segundos contados por reloj y Bulmita se fue con vos. Tuve que acostar al gordito que cada vez pesa más y lavarle los dientes en estado Gohanzombiesco. De paso le enseñé un poco de mates porque como todo el mundo sabe, los zombies son perfectamente permeables a la educación.

Estimada Evanmychem (cap. 96). Con tu permiso, es probable que utilice tu idea del mercado secreto para maestros pervertidos. Es demasiado buena. Así que sí; digamos por el momento, que consiguió la máquina de autocorrección allí.