Especial 111-112. Final
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La fábula del caballo y la almendra. Final
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La reunión de los 100 Ranmas y la única, pobre e indefensa Akane.
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La vuelta al mundo en 80 días II.
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A la deriva en el Más Allá II.
HECHO irrefutable número 25. Akanui era tierna y hasta tímida con el mundo. Si algo tenía de tsundere, aquello se manifestaba solo ante (y debido estrictamente) a la "necedad" de Ranmond. Claro que había otra cosa en este universo que la ponía frenética y que conseguía sacar toda su furia a relucir. Que ella misma fuera la que cometiera un fallo. Y si, como era el caso, quien lo cometía se parecía a ella, pues peor.
-¿Y TÚ ESTÁS DE ACUERDO CON TODO ESTO? –le dijo a la tabla casi como si le hablara a un oscuro y pálido espejo.
Sí –oyó una voz grave y delicada retumbar en su cerebro por telepatía-. Tú que todo lo tienes, no lo entenderías. La impotencia de amar y no poder siquiera abrazarle. Es lo mejor para él y para ti.
¡COBARDE!
En mi lugar harías lo mismo…por amor. No puedo moverme. A veces hasta dudo de estar viva. De no ser una mera imaginación suya.
PLAFUI.
Una o dos astillas del duro rostro de Balsakane amenazaron con caer al suelo cual lágrimas de madera al recibir la feroz cachetada de su reencarnación en un mismo tiempo.
Un poco más allá, en la sombra, vagaba un joven poeta italiano, de nombre, Alejandrino, que aún si observar la escena y por pura influencia del ambiente trágico, se puso a tararear un soneto que inventó para la ocasión:
-Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
Y más la piedra dura porque esa ya no siente.
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
-Muy bien –miró Akanui a los dos con asco-. Mancháis con vuestra estupidez lo más sagrado para mí: el amor. Que gane el más fuerte entonces que no es ni Ranmakán ni Ranmond. Yo misma.
Por un instante Ranmakán se quedó dudando en su sitio. Akanui tenía razón en todo. Era evidente. Y él, siendo sinceros, todavía amaba a Balsakane y no a la francesa. Quiso por tanto darle un abrazo a su tabla hermosa y echarse a llorar implorando por su perdón pero no pudo. Antes, la misma voz cadavérica que oyó Akanui en su cabeza, retumbó también en la suya.
No, cariño, no. No te engañes. Yo no soy tu amada. Soy la lápida de madera de ella. Su imagen para que la recuerdes, sin más utilidad que estar presente por los tiempos de los tiempos y sin más vida que la de un objeto inerte.
-Pero yo te quiero a ti. Y no a ella.
Yo soy ella. Si me quieres, gana mañana. Hazlo por mí. Luego, sin estorbos, lo verás todo más claro. Tienes que aprender a ser feliz.
-Yo era…yo…solo quiero que TÚ seas feliz.
En el presente por si alguien tenía dudas, Ranma seguía muerto.
Veinte minutos después, Akanui irrumpió en el cuarto en donde el moribundo todavía descansaba, arrastrando a Jhon Latch de una oreja.
-Cheri, despierta, cheri…CHERI…
Plafui.
Ranmond abrió los ojos.
-Extraña forma tienes de velar por mi sueño.
Por primera vez desde que se casaron y por única ocasión desde que el tema de Ranmakán le comiera los nervios, el galo notó un brillo diferente en la mirada de Akanui. El brillo que siempre quiso ver. El de si él no iba al Arco del Triunfo, el Arco del Triunfo iría a él.
-Estoy contigo –dijo Akanui-. En lo normal y en las idioteces. Hasta que la muerte nos separe. Y por eso, así de malherido como estás, planeo entrenarte toda la noche.
-Yo no necesito ser más fuerte.
-Claro que sí. Además, piensas presentarte mañana a pelear, ¿verdad?
Ranmond afirmó con la cabeza.
-¿Y no hay manera de disuadirte?
La misma cabeza que se movía de arriba abajo pasó a hacerlo de derecha a izquierda.
-Pues bien, si no se puede evitar, dame el gusto al menos de eliminar tus puntos débiles. Si vas a arriesgar la vida de todos modos, al menos gana.
Ranmond se levantó y exclamó.
-¡Soy francés! ¡No tengo puntos débiles!
Al decir estas palabras, el rostro de ambos galos se giró hacia Jhon Latch que observaba la escena con una palidez cadavérica. Si hasta el momento no estaba claro el por qué de su presencia en la escena, ahora se hacía más que evidente. Le habían invitado al experimento por una única razón: por inglés. Solo existía una forma de obligar a Ranmond a hacer algo que no quería y era por anglofobia.
-Cheri, del 1 al 10, ¿qué nivel crees tener en cálculo mental?
-Un 10, por supuesto. Y ya lo sabes de sobra.
-Y tú, ¿Jhon? –se dirigió al sirviente.
-Un 5. Normalito diría yo. Hago rápido lo fácil. Lento lo difícil y no soy capaz de realizar cálculos imposibles como Monsieur de Saotonnières. Además con los números grandes en francés me lío un poco.
Akanui exclamó: "¡Perfecto!", mientras le daba una caricia en el rostro a Ranmond.
-Ahora te mostraré tu principal punto débil, cheri. Decidme, primero, ¿cuánto es 537x8?
-4296 –respondió Ranmond en un segundo y ante la mira atónita de Jhon-. Ya te lo he dicho, no tengo puntos débiles.
Akanui sonrió.
-Muy bien. Lo difícil se te da bien. ¿Y podrías decirme ahora cuál es el número de tres cifras iguales más pequeño?
Unos instantes después, mientras la mente de Ranmond volaba muy lejos de allí, Jhon Latch respondió:
-Creo que 111, mademoiselle. Y disculpe pero…¿qué le pasa a Monsieur?
Akanui hizo un gesto de desprecio con la mano.
-Nada, nada. Conociéndole, le pareció tan fácil que, para complicarlo, le ha asignado una nacionalidad a cada número de tres cifras iguales y ahora está realizando una batalla en su cabeza por la supremacía numérica. El 999, el arrogante inglés, será dentro de unos minutos, destrozado por el menospreciado 111 francés y eso, a pesar de que al inglés le ayudan el prepotente 888 alemán y el 555 suizo que siempre simula ser neutral pero nunca lo es.
Efectivamente, cuando Ranmond dio, demasiado tarde con la respuesta correcta, ya hacía rato que un inglés malo en matemáticas le había ganado.
-¿Lo ves, cheri? Ese es tu defecto. Buscas siempre la luna en el cielo y a veces, simplemente está al lado tuyo, reflejada en un lago. Eres un poeta de la esgrima y por eso te amo. También eres un idiota que algún día perecerá por ello y no quiero tener que odiarte por morirte tontamente.
Mientras tanto, en el presente, la temperatura corporal de Ranma iba descendiendo segundo a segundo. Frío como un fiambre.
Al día siguiente comenzaron las semifinales. Por pedido expreso de Ranmanelli y para que el resultado de una no afectara a los combatientes de la otra, se decidió realizarlas al mismo tiempo. En la parte izquierda del escenario, Balsakane vs. Akanui y en la derecha, Ranmakán vs. Ranmond. Y en el medio, el aparatito divino de Controilclima.
Una lluvia de aplausos acompañó a los participantes hasta sus posiciones. Dos tronos en el lado siniestro de la pista y un foso con lava en el diestro presagiaban el tipo de prueba que tendría lugar. Por un lado, lucha a muerte y por otro…duelo de estatuas.
-¿¡Perdón?! –preguntó asombrada Akanui.
Controilclima se ajustó sus enormes gafotas sobre la nariz y repuso.
-Yo lo veo muy claro. Duelo de estatuas: la que más se mueva pierde.
-Mi rival se trata de una tabla de madera. Por supuesto que voy a perder. ¿Y encima pretendes que me quede quieta observando como mi marido pelea a muerte con un mastodonte aún más fiero que el de ayer? Esto sencillamente es ridículo por donde se lo mire.
-Ridículo, no. ¡IRÓNICO!
Akanui dedicó una mirada demoledora a Controilclima y luego otra a Balsakane. Al final, se acomodó en su trono farfullando: "con las ganas que tenía de darle su merecido plafui en toda la careta". A su lado se sentó todo lo que una tabla se puede sentar, Balsakane.
No sufras. Esto durará poco. Tu marido es tan rival para el mío como Ramón.
Tu tigre al lado de mi esposo parecerá un tierno gatito –le repuso mentalmente Akanui sin notar lo irónica que sería esa frase en vidas futuras.
Los europeos sois todos débiles.
Akanui se levantó de golpe y le amenazó con el dedo índice extendido.
-¡NO ES EUROPEO! ¡ES FRANCÉS!
-¡ÑAC! Balsakane 1 Akanui 0
-Pe…pero…-tartamudeó la galita furiosa-…ella…hizo trampa.
-¡ÑAC! Balsakane 2 Akanui 0
-¡Cómo vuelvas a decir "ÑAC" te arreo un plafui que le dolerá a toda tu descendencia!
Con un gran sentido común y entre susurros, Controilclima le dijo: "Balsakane 3 Akanui 0" y la invitó a sentarse.
¿Lo haces a propósito, no? ¿Para burlarte de mi? Yo que no puedo moverme ni amar teniendo que aguantar tus excesos de movimientos
La invalidez no es un impedimento para amar.
Claro que sí. Cuando veo a todas esas parejas tan felices…ella cocinándole…él comiendo gustoso sus platos…no puedo más que sentir envidia de las humanas. El orgullo que has de sentir cuando tu Ranmond te sonríe luego de probar una de tus delicias
-¿Te estás burlando de mi o qué? –volvió a levantarse Akanui al borde de la histeria…
-¡ÑAC!
Demasiado tarde ya, cuando un trono entero caía por su propio peso sobre su cabeza, Controilclima llegó a la conclusión de que la profesión de árbitro era mucho más dura de lo que él creía.
-Sí, sí, ya lo sé –dijo Akanui, mientras recogía el asiento y se volvía a acomodar junto a su rival-. Balsakane 5 Akanui 0. Pero qué a gustito me he quedado.
Más lejos, los dos supuestos combatientes a muerte, miraban el espectáculo de Balsakane y Akanui con los ojos abiertos como platos.
-Es curioso –razonó Ranmakán-. Pensaba que ganaría tu mujer pero entre la prueba elegida y la ventaja que ha sacado Balsakane…
-…Por supuesto que ganará Akanui –le interrumpió Ranmond.
-Yo no veo cómo.
-Es francesa. Solo por eso, sé que ganará.
-Pues la mía es de madera. No puede perder.
¿Le has oído? –reanudó Akanui la comunicación telepática-. Ayer dijo que perderían los farsantes y hoy pelea por mi pero porque tú quieres. En el fondo, prefiere que ganes tú.
Tú te estás dejando ganar para evitarle.
Claro que no. Ganaré. Por supuesto que ganaré. Todavía no sé cómo pero lo haré. Por Ranmond, por ti y porque soy francesa.
¿Por mí?
Sí, por ti. Si el amor se extinguiera ante la primera complicación grave, yo no estaría ahora con Ranmond. Cuando llegue el momento, lo entenderás. Y yo estaré junto a ti mostrándote el camino del valor.
Del otro lado del campo de batalla, ambos contendientes ignoraban por el momento el lago de lava y se centraban únicamente en medir fuerzas.
Y al cabo de un tiempo, fue el malayo quien dio por terminadas las preliminares y se arrojó sobre su rival al grito de:
-¡Akanui merece al más fuerte!
La espada más débil de Ranmond, la de metal, interceptó el gigantesco sable de Ranmakán en pleno movimiento compensando la menor fuerza con precisión. Justo en el ángulo y momento en que su técnica le permitía compensar la diferencia de empuje.
-No sé si Akanui desee realmente tener al hombre más fuerte o no, pero ya lo tiene. Y no me tiene porque le haya ganado como a un trofeo o porque vaya a vencer en esta batalla. Simplemente porque nos amamos. Por eso ella es mía y yo soy suyo.
-Yo sueño con ella y ella conmigo. El destino es algo más fuerte que simples afinidades compatibles. Lo vuestro no es amor. Solo un mutuo entendimiento que llena de forma incompleta ambas necesidades de amar. Cuando tienes hambre, momentáneamente todo sabe bien. Pero yo soy su plato preferido para el resto de su vida.
-Hablando de comida, espero que sepas cocinar porque Akan…ouch –se sobó la cabeza Ranmond al recibir un tronogolpe por detrás-. Vuelve a tu sitio, Akanui, que al final te descalificarán.
-Si ya me vuelvo pero antes para que mejores tus duelos verbales un ¡Plafui! de recuerdo.
¡PLAFUI!
Balsakane 6 Akanui 0.
Aquella demostración de amor marital tan particular, despertó la curiosidad del trozo de madera con corazón.
¿Pierdes un punto en tu duelo solo por ir a pegarle, además le mermas el rendimiento con un golpe doloroso y pese a todo insistes en que le amas? Eso a mi no me parece amor.
Amor no es sacrificarse por el otro como tú crees. Cuando amas lo das todo por tu media naranja pero sin perder tu propia esencia. Amar en igualdad para que ambos seamos felices. ¿Y tú? ¿Por qué haces esto? ¿Acaso no le amas?
Sí, por eso. El se merece a alguien que pueda andar, abrazarle, darle un beso. Descendencia.
Para mí dejar a Ranmond sería más imposible que dejar de ser balsa y comenzar a moverme. Si realmente le amas, ese es tu camino.
Ridículo, soy un trozo de madera.
Si piensas y amas, eres mucho más que eso. No seas cobarde. Levántate. Lucha por tu amor.
En el otro extremo de la arena, la espada de Ranmond y el sable de Ranmakán seguían forzando su camino hacia la yugular del otro sin lograr imponerse la una a la otra. Y junto al lago de lava, un almendro rojo que según los asistentes siempre estuvo allí y según los combatientes, se apareció como por arte de magia en el mismísimo momento en que cruzaron armas.
En el presente, el cuerpo de Ranma era examinando por el detective Mouri quien había acertado a pasar por el sitio en donde Amnar le había escondido. Le tomó el pulso y…efectivamente y ahora de forma oficial, se trataba de un cadáver.
Durante todo el siglo XIX, la mayoría de las disputas se solían resolver todavía cruzando espadas o incluso con el típico duelo con armas de fuego. Ese fue el caso, por ejemplo, del famosísimo enfrentamiento entre Alexander Hamilton y Aaoron Burr, vicepresidente en funciones de Jefferson a principios de siglo en Estado Unidos y seguía siendo el caso a finales de la centuria en Génova. Por esta razón, en el caso de los grandes combatientes, la fama del arma utilizada solía equipararse a la de su portador. Y en el específico de Ranmakán, la leyenda de su sable irrompible y encantado solo era desconocida en Nepal. Con ella utilizada a su máxima potencia había destrozado la excelente defensa de Ramón de un solo golpe. En el caso de Ranmond, probablemente sería en el segundo. Efectivamente, cuando Ranmond notó que Ranmakán levantaba nuevamente el brazo y esta vez corregía velocidad y ángulo de impacto para que fuera imposible compensar la diferencia física con técnica, toda su vida se le pasó por delante de los ojos. El día que le bautizaron francés, su primera bandera francesa, la primera vez que engañó a Akanui para que se vistiera de rojo, blanco y azul. Su primer "plafui". El dolor inmenso e inaguantable que sintió en ese momento. La noche posterior practicando golpearse una y otra vez el cachete contra la pared de su cuarto para entrenar la zona ignominiosamente débil, la vuelta al mundo, el casamiento y por fin, la noche anterior y a su mujer diciéndole: "Cuando todo esté perdido. No pienses. Haz lo más sencillo".
Luego un río de sangre cayó desde su sien hasta el suelo.
¡Dios mío! –exclamó Akanui, horrorizada-. ¡No es posible que lo haya parado con la cara otra vez!
Pese a la sangre que seguía brotando abundante y cálida por su pómulo, la mirada fiera del francés y la desconcertada del malayo, daba buena cuenta de quién había sorprendido a quién.
-He optado por el camino más sencillo como me recomendó mi mujer. Oponer mi mejor herramienta a tu mejor arma.
En ese mismo instante y a pesar de la tragedia que rodeaba a la escena, un trono salió volando desde una punta del escenario de combate hasta la otra y buena parte del respaldo se incrustó en la nuca del galo valiente.
-De ninguna manera y bajo ningún aspecto mis sabias palabras pueden interpretarse de esa manera, cheri. Como lo vuelvas a hacer, le pediré a Consomé que no vuelva a prepararte una sopa en tu vida.
Ranmond imitó por un instante a su encarnación del futuro y le dio la espalda a su mayor enemigo.
-¡Oye! ¡Qué los platos de tu hermana son geniales!
Cuando Akanui volvió a sentarse con un ignominioso 0-7 en su contra, la voz de su rival retumbó nuevamente en su cabeza.
Sigo sin entender por qué llamas a lo tuyo "amor" y a lo mío "mentira". Es evidente que os lleváis mal. Que no sois capaces de poneros de acuerdo en nada. Con Ranmakán serías más feliz.
Siempre empieza igual. Siempre mete la pata al principio. Pero te apuesto lo que quieras a que antes de que pasen cinco minutos tendrás al público aplaudiéndole su sorpresivo gesto genuinamente romántico.
Mientras ese tipo de debate mental se realizaba entre las dos encarnaciones pasadas de Akane, el espadachín francés sostenía en su interior otro tipo de querella: lo segundo más sencillo sería "hablar". ¡Qué asco! Lo que hay que hacer por amor.
-Ese sable…es bueno –dijo el galo-. He de admitir que nunca antes habían logrado herirme en la cara.
-Es mágico. Destruye todo lo que se me arroje encima con ánimo de lastimarme, incluyendo rostros de acero. Con mi próxima arremetida, quebraré tu espada al igual que lo hice con la de Ramón. El único ataque posible para contrarrestarlo, sería uno violento y que al mismo tiempo no quiera hacer daño. Y eso, desde luego, no existe –contestó el pirata malayo mientras iniciaba una nueva carga devastadora. Luego, una especie de eco sordo recorrió todo su cuerpo y no paró de aturdirlo hasta que se encontró de golpe, en el suelo y sin saber muy bien por qué.
-Claro que existe un golpe fuerte que no tiene ánimo de herir. Lo ha inventado mi mujer. Antes de asegurar tan libremente que estás destinado a ella, comprobemos al menos si eras capaz de sobrevivir a un plafui.
Por la mente de Ranmakán, todavía vagaba la onda expansiva en forma de ruido del cachetazo que Ranmond le había dado a su sable. Efectivamente, sonaba como un "plafui". ¡Cómo demonios hacía ese tipo para aguantar algo así en la cara si él no podía ni con la onda expansiva! ¿Era lo suficientemente hombre para enamorarse de un árbol pero no para aguantar una bofetada furibunda? En ese mismo momento comprendió, el buen pirata, que así era. Que Balsakane era su amor. Y que Akanui, el de Ranmond.
Si todo aquello le había resultado raro, más extraño aún le pareció a Ranmakán que, aunque de forma imperceptible, hubiese aparecido una ligerísima rasgadura en el filo. ¡De su sable irrompible!
Muy cerca de allí, junto al almendro rojo una figura extraña farfullaba: ¡Esa bruja me la ha jugado otra vez!
Después, un rayo cayó del cielo justo sobre la posición de Ranmond y le fulminó.
En el presente, Ranma por fin abría los ojos. Se encontraba a la deriva en una barca sin remos. El cielo violáceo, las aguas calmas y anaranjadas, una ligerísima lluvia que parecía a punto de desaparecer. Y dos hombres junto a él. En el otro extremo de la embarcación aguardaba el primero, galante, fuerte e idéntico a él y en el centro, un hombrecito de rasgos conocidos. Este último habló.
-Ranma, Ranmond, ha pasado un año y estamos otra vez a la deriva en el Más Allá ¿Irónico, giusto…? ...digo…¿Irónico, verdad?
En el pasado, Akanui incrementaba su estadística perdedora en un 0-8 totalmente histérico, nervioso y convulso. El cuerpo calcinado e inerte de su marido recibía un plafui tras otro sin reaccionar.
-Despierta, cheri –plafui-. Despierta, s`il vous plait –plafui, plafui-. No me dejes sola, cheri –plafui. PLAFUI. Plaf…-. No.,.me dejes –le acarició-. Yo…no lo permitiré –plafui. PLAfui. PLAFUI. PLAFUI…
-Es inútil, mujer. Es estadísticamente despreciable la posibilidad de sobrevivir a la caída de un rayo.
-¡Por suerte, yo soy francesa! ¡No creo en las estadísticas; solo en el amor! –dijo y luego, pasó a las acciones, unas acciones que jamás en tantos años de historia, había experimentado un almendro rojo. El mítico y terrible plafui doble sobre el rostro de Ranmond, un golpe que haría volver a cualquier muerto de su tumba.
En el Más Allá, el trío protagónico se mantenía en estricto silencio por la sorpresa hasta que aquello se quebró por parte del más locuaz de los tres.
-¡Tú! –exclamó Ranma dirigiéndose a Anticlímax-. ¿Otra vez tú? ¿Qué le has hecho a Amnar para que se comporte así?
-Nada. Siempre fue tan idiota como ahora. Solamente procuré que notara lo guapa que es Akane y que luego, se asustara con lo del almendro rojo.
Ranma exhaló un suspiro.
-¿Por qué? ¿No habíamos quedado tan amigos la última vez?
-Ya, pero se me ocurrió este plan tan genial para destruirte a ti, a Akane y a todas vuestras encarnaciones…que me pareció un desperdicio no hacerlo solo porque ahora nos llevamos bien. ¿Irónico, verdad?
Ranmond miraba a los otros dos hombres debatiendo en un idioma que no entendía en silencio. Por un lado, comprendía que Controilclima era el malo y al parecer no era un antepasado de Anticlímax sino el propio Anticlímax. Por otro, aquel muchacho idéntico a él le caía bien. Se daba cuenta por el idioma distinto que no era galo pero no le importaba. Algo le decía en su fibra interna, que un poco de sangre francesa poseía.
-Vale, muy bien –zanjó la cuestión Ranma-. Ya me has matado y al parecer a un antepasado mío también. Lo has conseguido. ¿Ahora qué quieres?
-Es mucho más complejo que eso. Podrías reencarnar y seguramente, dado tu profuso árbol genealógico, lo harás. Solo hay una forma de deshacerme de ti para siempre. Matar a dos encarnaciones al mismo tiempo. Si eso ocurre…se acabó. No hay encarnación posible. Claro que está el problema de Wu-Bei. Mira –dibujó una espiral en el aire-, el tiempo es circular. Vuelve una y otra vez. Por eso hay reencarnaciones y por eso puedo sincronizar vuestras muertes al mismo tiempo aunque en rigor ocurran en diferentes siglos. Y allí radicaba mi problema, en la época de Ranmond, Wu-Bei estaba todavía llorando por Vega. Así que tenía que deshacerme de él antes de mataros, lo cual, siendo todopoderoso e inmortal me parecía complicado. Por eso ideé el torneo y los enfrenté en primera ronda, para que la única persona capaz de vencerle sobre la Tierra hiciera el trabajo sucio por mi y allanara el camino a su propia eliminación. ¿Irónico, verdad?
-Pues te has equivocado –levantó una mano Ranma y dejó que una gotas de lluvia resbalaran por su palma-. Llueve. Akane o su reencarnación están llorando ahora por uno de nosotros.
-No. Akane todavía no sabe nada y la otra es demasiado orgullosa para llorar. Está tratando de reanimarle a cachetada limpia. Mi plan era perfecto salvo por un ligerísimo detalle que se me escapó. La muy estúpida de Shampoo está llorando por ti. Porque se siente culpable por haberte "metido los cuernos" con Amnar. Es igual. Como ves, no se trata de Akane. Es una lluvia corta, de no más de diez minutos y sin ninguna sustancia.
-Suficiente para vencerte y escapar. Recuerda que me sé el camino de vuelta.
-¡ÑAC! Cuando un caballo muere, la almendra simplemente pierde el control y se convierte en un almendro rojo –el que presagiaba la imagen que proyecté en vuestras mentes-. Mientras este siga en pie, nadie podrá moverse en el Más Allá. Pronto Akanui, así se llama la Akane del siglo XIX, matará llena de furia a Ranmakán, otra encarnación tuya y los tres pasarán al otro mundo al mismo tiempo. ¿Irónico, verdad?
Efectivamente, tanto Ranmond como Ranma comprobaron en una fracción de segundo que se encontraban paralizados.
-Solo una bruja como la primera Akane, Akaneva, logró anular su poder provocando un terremoto en el Más Allá. Magia y poder que está más allá (valga la ironía) del de vuestras Akanes. Y ahora con vuestro permiso. Tengo que irme antes de que se le dé a la chinita por irse a cocinar y olvidar su "infidelidad". No quiero chamusquearme la cara. Y un regalito de despedida –chasqueó los dedos-. Ya podréis hablar y entenderos. En el fondo soy compasivo. ¿Irónico, verdad?
En un primer momento se observaron los dos héroes fijamente si saber bien si sentir rivalidad, amistad o compasión por el triste y conjunto final. Al rato, sin embargo, el japonés comenzó a hablar.
-Ayer he soñado contigo. Te tomas lo de ser francés muy a pecho. Serías igual de formidable en cualquier otro país.
-Puede ser. Pero puestos a elegir, prefiero ser galo. Querer a Francia es quererme a mi y quererme a mi, me da valor para quererla a ella. También sueño contigo y con Akane y a ti especialmente te vendría bien encontrar algo así para superar tus miedos.
Ranma dejó caer una mano fuera del bote y acarició con ella las suaves aguas del Más Allá.
-Da igual. Estamos muertos.
-Tonterías. Levántate conmigo y di: "soy francés, amo a la Akanui de mi tiempo y venceré".
Ranma intentó encogerse de hombros sin suerte. Seguía paralizado.
-Soy japonés y no puedo moverme.
-Es igual. Tú simplemente hazlo. Siempre funciona.
Efectivamente, cuando Ranma intentó hacerle caso, la brutal onda expansiva del mítico plafui doble de Akanui, llegó hasta el Más Allá y provocó un gigantesco terremoto. Según las leyendas, la misma bofetada que le dio Akaneva a Adanma cuando le regaló para su cumpleaños una manzana.
-¿Lo ves? Tienes mucho que aprender de mi.
-Y tú de mí, idiota. Si cuando sueñas con el futuro, ocupas mi lugar. Y yo, el tuyo cuando lo hago con el pasado…Akanui no sueña con Ranmakán, sueña que es Balsakane y por eso sale Ranmakán. Y viceversa. Ranmakán sueña que es un egocéntrico francés que está enamorado de Akanui.
Aquella revelación, brillante e impropia de la inteligencia de Ranma, se vio interrumpida por la risa maléfica de Anticlímax desde la cueva del demonio Rubí. A continuación, el dúo más poderoso de la historia se puso de acuerdo.
-¡Somos franceses y venceremos!
Si en el Más Allá las cosas comenzaban a recomponerse un poco, en el pasado, en cambio, se salían de todo cauce.
-¡Tú! –señaló Akanui a Ranmakán cuando notó que Ranmond no recuperaba la consciencia ni con el doble plafui-. Tú le has matado.
Ranmakán ni se inmutó.
-No he sido yo. De hecho estaba a punto de rendirme. Tu marido me ha hecho ver que no estamos destinados y que todavía amo a Balsakane.
Un rojo penetrante y colérico tiñó la tez de Akanui.
-¡COBARDE! ¡YA ES DEMASIADO TARDE PARA ARRPENTIRTE! ¡TE MATARÉ!
Reacciona, Akanui. ¿Cómo va a invocar un rayo un pirata? Es una tristísima fatalidad sin culpables. No pierdas el control o sufrirás más.
Cierra la boca, estúpida tabla, y espérate quietecita en tu trono que luego te tocará el turno a ti.
En el Más Allá, el genial plan de Anticlímax estaba por llegar a su final. Si Shampoo dejaba de llorar rápido, dos encarnaciones de la misma persona, viajarían al Paraíso al mismo tiempo y ya no podrían reencarnar. Para lograrlo había organizado el torneo para deshacerse de su único obstáculo, Wu-Bei y había manipulado a Balsakane y Amnar para provocar las muertes a un mismo tiempo. Solo dos imprevistos, el plafui doble de Akanui les había liberado del embrujo del almendro rojo, y el llanto espontáneo de la chinita, les había otorgado la posibilidad a nuestros héroes de librar una batalla final por la supervivencia.
-Lo que no entiendo todavía -le dijo Ranma a Ranmond-. Es lo tuyo y Ranmakán. Sois contemporáneos.
-JAJAJAJA –atronó de pronto la voz de Anticlímax desde el cielo-. ¿A que es irónico? ¿Quién ha dicho que las reencarnaciones tengan que darse en distintos tiempos? Basta con que estén lejos. Uno es España, uno en Italia, otro en Malasia, para que no se crucen nunca.
-¿Y ese? –preguntó el galo-. ¿Cómo es que es tan poderoso?
-En el fondo es…Dios.
-¿Dios está pirado? Lo sabía. Solo así se explica que haya creado Inglaterra.
-Ranma –volvió a oírse la voz de Anticlímax desde el cielo-, ¿recuerdas el último impedimento para regresar al mundo de los vivos, verdad? La paradoja del amor. ¿Quién crees que inventó algo así? Estos son mis dominios y aquí soy todo poderoso. Además me traje una pequeña ayudita. Il divoratore di animes.
-¿Un otaku?
-No, el devorador de almas. El cancerbero. En italiano se dice así.
En el pasado, el malayo descubrió con horror que lo que no había podido lograr ni mil ingleses en aquella emboscada del año pasado, una sola jovencita furiosa estaba en perfectas condiciones de conseguir. Tras cuatro soberanas bofetadas que de tan nerviosa que estaba ni a "plafui" sonaron, el sable comenzó a resquebrajarse.
Para, por favor. Ranmakán será pirata pero también es un caballero. Jamás atacaría a una dama. A este paso vas a matarlo.
Eso mismo quiero conseguir.
A medida que el color carmesí iba ganado tonalidades más intensas en el rostro de Akanui, el árbol se secaba poco a poco, casi como si el cuerpo de la gala absorbiera mágicamente su savia y la transformara en sangre colérica. Y cuando se secara…probablemente llegaría el golpe final.
En el Más Allá, a Ranmond y Ranma le esperaba el mayor de los espectáculos. Atravesadas con éxitos las aguas anaranjadas del otro mundo, y encontrada la cueva del demonio Rubí, y entre unas paredes repletas de diamantes, se encontraba Anticlímax montado sobre una bestia descomunal, Il divoratore di animes, y tras ellos, el pozo que servía de pasaje al mundo de los vivos.
-El perrito es tuyo –exclamó Ranma-. Anticlímax mío.
El ego del francés estuvo a punto de sentirse herido al escuchar que le querían embolsar el rival más débil, hasta que observó el majestuoso tamaño del "perrito". Luego, simplemente le dijo:
-En garde.
Previsiblemente la batalla fue feroz y violenta, por lo menos, por las frases que llegaban a oídos de Ranma como: "guau, guau" y su réplica "¡Qué apropiado! Tú peleas como una vaca". Sin embargo, poco y nada pudo admirar de esta, enfrascado como estaba en su propio duelo particular contra el Dios de la ironía en el sitio en que era más poderoso. Literalmente y mezclados con las plimps chinas, caían tractores, aviones, lavabos y por supuesto, cajas fuertes. También cáscaras de bananas y señores que en el aire tropezaban con ellas. Una metacaída puesto que ambos ya se estaban desplomando que hacía mucha gracia a Anticlímax. Solo para acercarse al Dios de la ironía y sobrevivir en el proceso, Ranma tuvo que hacer uso de todos sus reflejos y técnicas de combate
Mientras tanto, en los cabellos del gran artista marcial, dos viejos conocidos hablaban.
-¿Por qué tiemblas, Ranmiojo? –le decía dulcemente la legendaria pioja inmortal a su marido y le acariciaba una antena.
-Porque estamos en sus dominios. Aquí, aún siendo inmortales, podría matarnos si quisiera con tan solo pensarlo. Normal que tenga miedo.
-¿Sabes lo que hago cuando me asusto? –le dijo Akanioja a su esposo.
Este meneó la cabeza.
-Eres el piojo más valiente que conozco. Luego, si pasa algo malo, me imagino que soy tú y ya no temo. Por favor, no te asustes. Si tú lo haces, lo hacemos todos –señaló a sus doscientos vástagos.
Con estas palabras, Ranmiojo se armó de valor y cubrió la distancia de siete mechones de pelo que le separaban del oído de Ranma en un santiamén y le susurró.
-Su punto débil es la "bruja" como él la llama, Akane. Haz lo que haría ella.
-¿Lo enveneno con un plato nauseabundo?
-¡Ja! ¡Muy buena! –le gritó Ranmond desde el fondo de la cueva-. O podríamos aturdirle desafinando como Akanui cuando se ducha por las mañanas.
-Chapeau. O impresionarle con nuestro estilo de nado.
-O darle una cachetada porque se nos metió en la cabeza que no le gustaba el bocadillo vegetal.
De pronto, Anticlímax cayó al suelo y comenzó a reírse a carcajada limpia mientras se sostenía el estómago y dejaba caer infinitas plimps de alegría.
-JAJAJAJA. Parad, por favor. "Plato nauseabundo, vencerme desafinando". JAJAJAJA. No puedo más de la risa.
En ese mismo momento, Ranma le lanzó un puñetazo al Dios de la ironía mientras preguntaba:
-¿En que se diferencia un plato de Akane y una rata muerta?
-No sé –repuso Anticlímax intentando recobrar la compostura y esquivando el primer golpe.
-En que la rata muerta no se mueve.
Un segundo puñetazo, realizado con la velocidad del truco de las castañas impactó en pleno mentón de su rival cuando este comenzó a reírse.
Con esto, la frágil mandíbula del Dios más escuálido de la historia cedió un poco y ambos cayeron al suelo. En este caso, el Dios abajo y el artista marcial encima impidiéndole todo movimiento.
-¿Conoces la historia de la espada de Damocles, Ranma? –alcanzó a farfullar un malherido Anticlímax-. No, imagino que no. Es un arma pesadísima que pende solo de un hilo delgado sobre el trono de los poderosos. Viene a representar el peligro y la fragilidad del cargo. Al menor descuido puede caerse. El primero en verla fue Damocles. De allí su nombre. Aunque su verdadero apelativo ha sido desde siempre la Espada de la Ironía. Invento mío por supuesto. Una metáfora de cuanto más poderoso eres, más peligros te esperan. Aunque a veces, simplemente es literal. Mira hacia arriba.
Efectivamente, justo sobre ellos, pendía de un hilo escuálido una gigantesca espada. Y antes de que pudieran siquiera pestañear, esta cayó atravesando el pecho de ambos.
Dos largos ríos de sangre se formaron a continuación ante la estupefacción de Ranmond y el Devorador de Almas.
-JAJAJAJA. Tranquilo. Solo es un poco de ketchup. Ya estamos muertos de antes. Aquí, todos somos Todopoderosos puesto que no se puede eliminar lo que ya no tiene vida. ¿Irónico, verdad?
Como única respuesta Anticlímax recibió otro puñetazo. Esta vez, el de Knockout.
-¿Por qué hace estas cosas? –se lamentó Ranma en voz alta-. Me pone de los nervios.
El Devorador de almas le lamió la cara a su amo para comprobar que estuviera bien y luego respondió.
-Porque últimamente Ibuki le estaba quitando protagonismo. Tenía que superar su especial 100-101 aunque fuera de manera tremendamente retorcida.
-¡Qué tontería! Yo podría haber hablado con Lensei si tanto lo deseaba. Tampoco sería tan raro en este mundo de locos un "especial 121: Anticlímax ½".
De golpe y con esas palabras, Anticlímax recuperó la consciencia.
-¿Harías eso por mi después de que te maté literalmente y traté de deshacerme de todas tus encarnaciones?
Ranma le dio una palmada en la espalda y contestó con una sonrisa.
-¿Irónico, verdad?
Aquella muletilla pronunciada por los labios del muchacho de la coleta puso de muy buen humor al Dios de la Ironía que ya daba tres o cuatro saltos en el aire y exclamaba antes de desaparecer.
-¡Genial! Voy a entrenar al caballo, la tortuga, la cabra y a la sirena que no sabe nadar.
Solo quedaba saltar al pozo y cada uno a su mundo y a su tiempo. Empresa innegablemente sencilla, dado que Shampoo había superado ya lo de Amnar pero por suerte estaba cocinando un plato con mucha cebolla y todavía lagrimeaba. Bastaba con dar tres pasos más y fin de la historia. Sin embargo…la contienda había destrozado el lugar. Gracias al saber hacer de Anticlímax, ahora la famosa cueva del demonio Rubí, se encontraba a cielo abierto. Y precisamente en el cielo, una piedra diminuta comenzaba a hacerse cada vez más grande.
-Parece una luna –razonó Ranma en voz alta-. ¡Qué extraño! No recuerdo haberla visto antes.
-Claro que no la recuerdas –repuso Il Divoratore di animes-. Esa luna es uno de los objetos que te arrojó Anticlímax en pleno frenesí de la batalla. Cae lento por la gravedad del Más Allá, aunque pensándolo bien. La luna es más grande. Lo normal sería que nosotros fuéramos atraídos hacia ella.
Irónicamente, bastó que se dijeran estas palabras para que las palabras de can milenario se hicieran realidad. Todo comenzó a elevarse hacia el cielo. Las gotas anaranjadas de agua simulaban una lluvia invertida pues caían desde el mar taciturno del otro mundo hacia la luna. Las rocas, por su parte iban partiéndose una contra otra. Solo Ranmond, Ranma y el perro que había clavado sus pezuñas en el suelo, aguantaban su posición. Las ráfagas de viento eran tan violentas que casi ni podían caminar. La salida seguía a tres pasos pero hacía falta una fuerza hercúlea para poder darlos. Y todo se complicó a continuación. La tierra se resquebrajó de diestra a siniestra y así, sin previo aviso ni piedad por la suerte de los héroes, el pozo salió literalmente volando por los aires.
Cuando Ranma quiso darse cuenta, ya era tarde para evitarlo o sorprenderse. Ya Ranmond le había empujado con infinita precisión en dirección al pozo pero perdiendo toda oportunidad de salvarse él.
-¿Por qué yo y no tú? –llegó a preguntar antes de caer en las aguas mágicas y esfumarse del Más Allá.
-Porque hace unos instantes he visto las aguas del pozo y Akanui está bien. En cambio, Akane se ha topado con tu primo y lleva las de perder. También lo hice porque soy francés. Ve a salvarla.
-Volveré por ti, Vega…digo Ranmond.
En el presente y en la puerta del Dojo, se desarrollaba una feroz batalla. Por un lado, Akane tan furiosa como Akanui en el pasado y por otro, un Amnar malherido que deseaba deshacerse rápido de ella para encubrir su asesinato.
Y mucho más lejos de allí, en la morgue de la comisaría especializada en crímenes sin resolver de Nerima, un empleado de esta se llevaba el susto de su vida. Lamentablemente, el cuerpo frío del artista marcial resucitado se hallaba a cientos de kilómetros del Dojo. Imposible que llegara a tiempo. Más aún teniendo en cuenta que una veintena de policías forenses le retenían para hacerle pruebas.
Así de cruel e irónico es el destino. Tanto batallar para volver a la vida, tanto sacrificio para que a la postre, todo fuera en balde. ¿De qué había servido realizar un milagro así, si no lograba salvar a Akane? ¿Acaso no se habían inventado para eso los milagros? ¿Para que triunfara el amor?
Claro que como le dijo una vez Ranma, candidato a primer ministro, a Secretaria Número 3, no hace falta estar presente físicamente para salvar a alguien. Basta con haber generado un efecto mariposa con nuestras acciones pasadas. Por eso mismo, que no extrañe a ningún lector desprevenido que Amnar cayera al suelo cuando estaba por inflingir el golpe de gracia, producto de una feroz patada.
-¿Qué haces, imbécil? –le reprochó el gorila a la chinita todavía lagrimeante-. ¿No ves que te estoy sacando la competencia de encima?
-Ranma decir antes que yo no ser mala en el fondo y yo creerle.
-Da igual. ¿Qué pueden hacer dos mujeres débiles contra mí?
Seis horas después, cuando por fin Ranma logró quitarse a todo un destacamento policial de encima y llegó al Dojo, se encontró con Amnar todavía revolcándose de dolor en el suelo.
-¿Doble patada media? Ni yo soy tan suicida para poner furiosas a dos mujeres al mismo tiempo. Es un HECHO irrefutable que sales perdiendo. Igual no te aflijas. Con esto, tía Amneg no te insistirá más con lo del casamiento. Dudo que puedas darle un nieto.
En el Más Allá, Ranmond calculaba infructuosamente todos y cada uno de los posibles caminos para regresar saltando de cascote flotante en cascote flotante. Imposible. El pozo simplemente se había alejado demasiado. Incluso para él. Y descartado lo imposible, solo quedaba según las enseñanzas de su mujer, "lo simple".
"Buscas siempre la luna en el cielo y a veces, simplemente está al lado tuyo, reflejada en un lago".
La luna efectivamente estaba en el cielo con su pozo. ¿Sería posible que la salida siguiera a solo tres pasos, en el agua que reflejaba la luna? ¿En el sitio exacto en donde antes estaba el portal mágico? Valía la pena intentarlo. Dos movimientos del sable invisible después, la potencia de este truco le empujaba hacia su fin o la reencarnación.
A fines del siglo XIX, el pirata más famoso de la historia se veía intimidado y al borde del colapso por la gala iracunda. Aún de haber intentado atacar, probablemente le hubiese costado bastante vencerla. Y puesto que solo se defendía con su espada mágica y puesto que el punto débil de aquella arma eran los plafuis, cualquiera comprenderá lo dificultosa que era su situación. Con cada golpe, más y más trozos de metal iban cayendo de la hoja supuestamente irrompible.
Amor. El único que la puede detener es Ranmond. Acabo de sentir cómo ha vuelto a la vida. Solo que se encuentra momentáneamnete inconsciente por el impacto del rayo. Hay que reanimarle.
Justo en ese momento, el Sable de la Malasia cayó hecho añicos al suelo.
-Adelante, mujer -se descubrió el pecho Ranmakán-. Si mi sacrificio sirve para aplacar tu ira por la muerte de ese inglés, bien vale la pena morir.
Algunas lágrimas cayeron de los ojos de Akanui: plimpui, plimpui.
-¡Era francés!
-Francés, ingles. Desde el punto de vista de un malayo ¿qué diferencia puede haber? Es lo mismo.
Y aquello fue suficiente para levantar a Ranmond. Antes que un plafui doble o pozos mágicos, lo único que necesitaba ese galo para volver a la vida era que le confundieran con un inglés.
-¡NO ES LO MISMO! –vociferó a continuación-. Un inglés jamás volvería del Más Allá por algo tan insignificante como el honor o el amor.
Hermosa y milagrosa recuperación que Akanui, roja de furia por culpa del Almendro colorado, no llegó a notar. Luego, sacó su kodachi, esa espada pequeña que se llevó de recuerdo de Japón y que nunca usaba y exclamó:
-¡Muere!
Ranmond comprendió que solo él podría detenerla pero que no tenía fuerzas. La muerte agotaba hasta a los más valientes.
-¡Cheri! –gritó-. ¡No lo hagas! Luego te arrepentirás.
-¡Ñac!
Ranmond giró el pescuezo, única parte de su cuerpo que lograba mover y se encontró con Anticlímax que había decidido volver de su morada a completar su trabajo de referí.
-Sí, Anticlímax, sí –se quejó el galo-. Ya sé que se ha movido hasta el hartazgo.
-No, lo decía por la otra.
El cuello de Ranmond tardó unos infinitos segundos en volver a girar en la dirección requerida. Y allí estaba el prodigio. Balsakane. Sí, Balsakane, se había movido a la velocidad del rayo para interceptar la Kodachi…por amor.
Tenías razón cofff…cooofff. Akanui…, yo era una cobarde…cooofff. No le he visto claro…hasta recién. Si no fuera por ti…-jamás hubiese dado este paso…cofff…
La hermosa tabla, tallada por manos desconocidas, cayó partida en dos. De un lado la parte siniestra. Del otro, la derecha.
No te sientas culpable…cofff…era mi destino. Amar a Ranmakán de verdad. Lo suficiente para superar mis limitaciones.
Un mes después, la historia del combate salía publicada en un diario ingles por la célebre cronista, Ibukline, periodista formidable. Quiso el destino que uno de los lectores del periódico, un artesano de nombre Hachirson, se emocionara tanto con el final del combate que viajara especialmente a la Malasia para asistir al funeral de Balsakane. Allí, entre unos escarpados precipicios y sentado sobre unas piedras imponentes, el Tigre de la Malasia, observaba el atardecer, sin mover un músculo. Era la misma pose que mantenía desde su llegada a su hogar hacía dos semanas. La escena de un anciano inglés, pequeño y de nariz de cereza como la de Yepeto y de un pirata enorme y absorto, (un verdadero muerto en vida), hubiese impresionado a cualquier testigo de ella. Claro que no los hubo. En aquel sitio y a medianoche, solo se aventuraría alguien tan fuerte como Ranmakán y alguien de mente tan gastada como la de Hachirson.
-Mi buen pirata, el destino existe y no siempre es amargo. Yo soy prueba de ello. Quizá no tenga tanto renombre como los matasanos pero en cuestión de muñecos de madera, puede llamarme Hachirson, el hombre de los milagros.
Durante tres días y tres noches Ranmakán permitió que el viejo artesano desplegara su arte sobre el cuerpo rígido de su difunta mujer. Y al cabo del cuarto su sortilegio hizo efecto. No me es posible explicar con palabras la emoción de uno y otro al reunirse otra vez. La mágica ternura que sentía Ranmakán por ver a su mujer otra vez con vida. O la inmensa alegría de Balsakane por las bisagras que Hachirson había incorporado en el lugar de las articulaciones. Solo decir que por fin se dieron un primer abrazo y luego muchos más. También que desde ese día y por respeto a la nacionalidad del reparador de muñecos, Ranmakán prometió no matar más ingleses. Tan solo vencerlos si osaban atacarle.
HECHO irrefutable número 26. Obviamente no en seguida, dada la tragedia de Balsakane, pero un mes después y sobre todo luego de que llegaran las buenas nuevas desde la Malasia, se celebró la ansiada final. Ranmond (vencedor por abandono) vs. Akanui ganadora sorpresiva dado el heroico movimiento de Balsakane.
En principio, puesto que llegaban a la instancia decisiva dos enamorados, más que un enfrentamiento se pensaba en la previa que se trataría de una simple celebración, un acto rutinario para proclamar un campeón y festejar por el buen final de la historia. Claro que con Controilclima de referí, todo se torcía fácilmente. Cuando su maquinita de la ironía situó su flecha sobre la prueba: "trituradora de hombres", un mudo murmullo hizo eco en todo el público. ¿Quién ganaría? ¿Por quién hinchar? Porque desde luego el resultado de ese tipo de enfrentamiento no dejaba indiferente a nadie. De pronto, la atmósfera se hizo más densa y en el aire se podía respirar más tensión que oxígeno.
-Las damas primero, cheri –dio inicio a la competencia con galantería y cierta fanfarronería Ranmond. Luego de volver del Más Allá por amor, ¿qué podría reprocharle de forma seria?
Por si hacía falta agregar más emoción al acontecimiento, las Akanellas desde cada extremo de las gradas inciaron su cántico de apoyo femenino:
-¡A-ka-nui! ¡A-ka-nui! ¡OUIIIII! ¡OUIIIIIII! ¡OUIIIIIIIIIII!
Por contrapartida, Ranmanelli y Ramón rodearon a Ranmond.
-Colega, no puedes perder. Tienes que conseguirlo por todos los Ranmas de la historia y por todos los hombres en general. Confiamos en ti. Sobre todo no te fíes.
Ranmond les tranquilizó extendiendo una mano sobre el hombro de cada uno de sus amigos.
-Soy francés. No perderé.
Consuelo ridículo puesto que Akanui también era francesa pero inapelable. Y por supuesto, todo el color y confianza que mostraba en su semblante se evaporó con las primeras palabras.
-¿Así que desafino en la ducha?
-¿Cómo demonios…? –tartamudeó Ranmond-. ¿Cómo te has enterado?
Akanui 1 Ranmond 0
-Porque soy una bruja ¿recuerdas?
Akanui 2 Ranmond 0
-P-pero yo soy…
-Francés –le interrumpió Akanui- y yo, una bruja francesa que desafina y cocina mal.
Akanui 3 Ranmond 0
-Volví de la muerte por ti.
-Dejaste que te mataran delante de mi y que sufriera.
Akanui 4 Ranmond 0.
-Ya entendí como va esto. Yo hablo y tú lo sacas de contexto. Mejor me quedo callado.
-Con eso no arreglas nada. Ya estás dentro de la trituradora. Te mataron por mantener tu estúpido honor. Dime qué piensas hacer para evitar que vuelva a pasar. Estoy harta de que nunca sea capaz de aceptar que te equivocaste.
-Yo nunca me equivoco.
-Dices que me quieres pero prefieres arriesgar la vida antes que encontrar una solución que impida que esta situación se repita en el futuro. Ya que no puedes cambiar, al menos encuentra un hecho irrefutable que te de la razón para siempre. Algo que me asegure que te tendré a mi lado por siempre y no peleando batallas absurdas cada vez que alguien diga que ha dado la vuelta al mundo mejor que tú.
En ese mismo instante, el aparato de la ironía de Anticlímax se transformó en un diminuto reloj de arena que solo para enfatizar el suspenso sonaba así: "tic-tac", "tic-tac", "tic-tac".
Cuando la mitad de la arena ya había recorrido su camino hasta el depósito inferior, Ranmanelli huyó despavorido hacia la primera floristería que encontró. Luego de la humillante derrota de su par francés, le tocaría a él el turno por la noche. Mejor estar preparado. Así mismo, cuando solo quedaban unos pocos granos de arena y Ranmond seguía mudo, Ramón huyó en dirección a la granja más cercana, en busca de abono para su almendro rojo. Y faltando solo un grano por caer, Ranmond por fin habló.
-La luna fue la primera en dar la vuelta al mundo. Por tanto no existe mejor aventurera en este mundo que mi luna. Luego, no me será necesario defender mi record nunca más porque desde ahora y para siempre pertenecerá a la luna.
Con el indisimulable tono bermellón de los cachetes de Akanui, Anticlímax dio por concluido el concurso y proclamó campeón por Knockout romántico a Ranmond.
C´est finí.
Epílogo 1
Unos meses después, Akanui se encontró en pleno patio de su casa a su marido construyendo un cañón gigante. Entre estupefacta y sorprendida solo alcanzó a hacer una pregunta.
-¿¡Por qué!?
-Porque si llego antes a la luna y esta pasa a ser territorio francés, legalmente hablando, una francesa inmensa habrá sido la primera en dar la vuelta al mundo.
Entonces sí, Akanui, al oír esas palabras, se sintió por fin preparada para cumplir con su destino.
¡PPLLAAFFUUII!
El eco del plafui doble se dice que dio la vuelta al mundo en menos de ochenta segundos. Solo entonces, cuando el sonido terminó de recorrer la Tierra, Ranmond dijo:
-Yo también te amo con todo mi corazón, amor mío.
Un hilillo de sangre resbaló desde su nariz por culpa del doble impacto. Dicen que desde entonces, se acostumbra en Japón que los jóvenes hagan lo propio como forma de demostrarles a sus amadas lo mucho que les gustaría emular con ellas a Ranmond y Akanui.
C´est fini.
Epílogo 2.
-Saotome, esto es tan horrible que no sabría por dónde empezar a criticarle. Que sepa que tiene un 1 y que deseo hablar con su padre.
Akane esperó hasta estar a solas y luego le dio un beso en la mejilla.
-Tonto, solo a ti se te ocurre entregar algo así a la profesora de Literatura inglesa.
The end
Epílogo 3.
Una semana después.
-Discúlpeme, Saotome. Luego de conocer a su padre, he de admitir, que su trabajo supera por mucho lo esperable del hijo de semejante patán. Tiene un 5.
El final.
Epílogo 4
-¿Y Enaka?
-¿Quién?
-Vamos, Ranma. No te hagas el tonto. Si existe Amnar, tendrá que existir Enaka también.
-¿Por qué? Amnar es malo. No merece una Enaka.
-A lo mejor tú también serías malo si no me hubieses conocido.
-Yo...no...por favor, no me hagas pensar en esas cosas que me mareo. De acuerdo. Tú ganas. Al día siguiente Amnar fue conducido a su celda por intento de asesinato consumado con éxito parcial o algo así. Es difícil acusar a nadie de asesinato si a la víctima se le da por revivir. La hermana gemela de Ibuki, Ikubi Enaka, se encargó de su defensa. Ella provenía de una terrible estirpe de abogados poderosos y temidos. Sin embargo, rehuía de la maldad de la profesión y pretendía ser una abogada social que salvara al mundo y reinsertara en la sociedad a los criminales arrepentidos. Aquel, su primer juicio, sería su prueba de fuego, la que determinara si era buena para la profesión, si podría ejercerla con la frente en alto y si caería en las redes del amor.. Lógicamente, entre ellos, la idealista de familia rara y el abominable Amnar de familia aún más rara, se dio primero una serie de malentendidos que al final derivaron en un profundo y sincero amor que llevó a la redención a nuestro malvado villano. Fin.
HISTORIA BONUS
El heroico 111 francés contra el 999 inglés.
Había una vez un 111 francés que tenía que soportar todos los días las fanfarronerías de su vecino inglés, el 999, quien aseguraba haber dado la vuelta a la escuadra en tiempo record. Un día, sin embargo, se enamoró de una hermosa 111 que parecía su alma gemela y juntos fueron un demoledor 111.111 que logró dar la vuelta a la escuadra más rápida aún que Phileas Fogg…digo que el fanfarrón 999.
C´est finí.
Comentarios
Estimada Evanmychem (cap. 104). ¡El eclipse! Me lo he perdido. Ya habrá otro por aquí...supongo. Da igual .Seguro que me quedaba dormido. Habrá que hablar con el maestro otaku, Gohan, para que nos aclare el misterio: ¿Quién tarda más? ¿Oliver en recorrer todo el campo en el supuesto minuto final? ¿O Goku en matar a Freezer?
Estimada Evanmychem (cap. 105). Tomo nota. Ya la usaré entonces. Happosai se pondrá contento. Hace mucho que no sale.
Estimada Evanmychem (cap. 106). Sandro Lensei se hizo millonario sobre todo vendiendo plimps congeladas. Y por supuesto conserva el dinero. Al principio del Monkey Island II, un juego de ordenadores de culto de mi época, al protagonista, un pirata un tanto especial, le quitan en la primera escena todo el dinero que había ganado en el primer juego. Escena que quiso ser un chiste de los autores pero que traumatizó a una generación entera. Por tanto, dejaré a Sandro Lensei que se quede con el dinero ganado con el sudor de su frente. Y no te vayas a pensar mal: las plimps congeladas no las hace con el sudor de su frente.
Estimada Akyfin02. Minefine7 no pudo ejercer de censuradora en el especial 111 ni en el 112 y eso se nota por ciertas libertades que me he tomado. Y lo siento. He matado a Ranma porque...(atención viene spoiler; los que miren los comentarios antes de leer el capítulo que cierren los ojos) la idea de juntarlo con Ranmond en el Más Allá me pareció épica. Nunca haría algo tan drástico solo por amor a la destrucción.
A propósito, tu historia me puso de buenas efectivamente. Un gran saludo a Ivet. Y no seas mala. Cuéntale algo. A propósito, Sandro Lensei está pensando seriamente en presentar su libro, El Desaliñado, a algún concurso literario.
Estimada Evanmychem (cap. 107). Bulmita ya volvió a lo de siempre. Enamorada platónicamente de Kendall de Big Time Rush (lo cual me agrada mucho porque sospecho que tiene un cuarto secreto en su armario).
Estimada Evanmychem (cap. 108). ¡Por Dios! Estaba a punto de publicar el final y contestando a tu review me di cuenta de que me falta Enaka. ¡Imperdonable! Ahora mismo escribo un epílogo cortito.
Estimada Evanmychem (cap. 109). ¿A que es bueno el chiste? Un consejo para desarrollar la capacidad de leer caminado: no temer a los postes ni a los coches. Lo que tenga que ser, será.
Estimada Evanmychem (cap. 110). Amneg físicamente es a Genma lo que Amnar a Ranma. Es decir, igual pero más fuerte, alta y fea.
Estimada Evanmychem (cap. 111). ¡Bravo! Por fin estás al día. Ha sido un camino largo. Y me gusta que fuera en el 111. Lo siento, tengo debilidad por las coincidencias numéricas. Por ejemplo, si hay especial 111 en vez de 110, es porque claramente el 111 es un número más bonito que el 110.
Estimada Ai (cap. 108). Se me hicieron siglos (Cae un plimp al suelo). Solo fueron unas semanitas largas en rigor pero historias como la de "Toda una vida esperando tu respuesta", están basadas en mi forma especial de sentir el tiempo.
Lo de Ranma así, se debe mucho a la percepción de Akane. A lo mejor él solo dijo. "Mira qué bonita esa almendra; se parece a ti" y ella ya armó en su cabeza el resto. Tampoco hay que pedirle peras al olmo. Claro que regresó Mousse, porque estaba preparando ya mi megaespecial con todos los personajes posibles. Si no me obligaba a usarlo al principio después se me iba a olvidar. Ya lo leeré a Malzieu.
Cabra y caballo. Sandro Lensei ando ocupado pero se lo ha delegado a Anticlímax. Seguro que se le ocurre algo coherente.
En realidad sí hay respuestas para ti en todos los capítulos pero entremezcladas en el propio texto. Una forma de no presionarte para comentar y al mismo tiempo que estés allí.
Estimada Ai (cap. 109). Lo siento. Es más fuerte que yo. Hasta a Amnar con lo idiota que es le tengo cierto cariño. Será difícil reinsertarle en sociedad pero si pude con Ibuki, tampoco costará tanto.
A mi tampoco me sonaba muy bien lo de Ukyo y Shampoo entregándose tan mansamente. Ha sido una licencia que me tomé para que el enfrentamiento con Akane se sintiera más tenso. Sin eso, lo otro hubiese sido menos fuerte y si lo otro es menos fuerte, no hay manera que Ranma espabile. En fin, cosas que pasan en historia cortas.
Me acuerdo de las jugadas de baloncesto pero no las fechas de los partidos. Igual que me acuerdo que la gente cumple años pero no cuando. Por ejemplo, ayer Gohan se perdió la carrera de fórmula 1 porque se olvidó de que era domingo.
Estimada minefine7. Lo siento, amor. Estabas a punto de llevarte todas las medallas. Sobre todo por el de los tres mosquiteros. JAJAJAJAJA. Pero...caballo atropellado y Esto-colmo ...te robó la dorada y plateada Ai en el último momento. Son tan...tan...perfectos.
Estimada Ai (cap. 110). Ambas cosas pasan pero en diferentes momentos. Ranma interrumpe la escena y luego Akane se defiende solita. Sí, hubo alguna escena hot pero por lo mismo. Para preparar lo de Amnar del final.
No, yo no soy de explotar botellas en el congelador. Lo mío es asesinar ollas de agua caliente dejando que el agua se evapore y el metal se calcine durante horas. Por suerte, a Minefine7 todavía no se lo hice nunca. A mi madre unas cuatro veces. ¡Qué bien que se siente responder a todos los reviews!
