Capitulo 3. "Truco o Trato".

Rin miro nerviosa su reloj en la mesa de noche, esperando por que los segundos se alargaran. No quería levantarse. Quería seguir en su cama, quería seguir en su casa, con sus hijas, y aparentar que el mundo exterior no existía.

No quería ir a clases y verlo de nuevo.

Había perdido su orgullo, su dignidad, su respeto hacia sí misma, y sobre todo había defraudado a sus hijas. Por supuesto ellas no tenían idea de que era lo que pasaba, ni Rin pensaba decírselos nunca en su vida, pero ella siempre había sido creyente de que las mujeres podían lograr sus metas cumpliendo sus responsabilidades y que no había "atajos" en la vida.

Pero ahora, acababa de ser rebajada de una estudiante modelo a una Cualquiera, y solo en una tarde. Tenía ganas de llorar.

No quería volver a pisar la escuela, pero no había pasado por todo esto para nada. Tenía que continuar, por ese par de pulguitas que entraban dentro de dos minutos para saltarle encima, como todas las mañanas.

Pero ninguna entro por esa puerta.

Confundida, miro de nuevo el reloj, y el de su anticuado teléfono móvil por si acaso se había descompuesto. Pero no, 7:00 de la mañana. 7:01 y no entraban. 7:02, ni un sonido.

A las 7:15, ya estaba entrando en pánico, se levanto como un rayo y salió de la habitación azotando la puerta. ¿Se habrían lastimado?, ¿Alguna estaba enferma?, ¿Habría entrado alguien en la casa y ella no se había dado cuenta?

El alma le volvió al cuerpo al ver que las dos estaban sanas y salvas en su cama, despiertas y mirando muy interesadas el cuento que la señorita Hitomi, del piso de abajo, les había regalado el día anterior por haberle ayudado a capturar a su travieso gato. Era un poco viejo pero era un libro con varias historias y de pastas. Rin le había agradecido hasta el cansancio, y sus hijas, aunque no sabían leer, habían estado prácticamente obsesionadas con el manuscrito.

Pero ellas en este momento miraban el libro con interés... demasiado como para ser genuino.

Aclarándose la garganta, las pequeñas alzaron la mirada, fingiendo que no habían visto llegar a su madre, y le sonrieron dulcemente.

-Buenos días, mamá. –Dijeron con sus vocecitas más dulces, que ella no les compraba.

-¿Puedo preguntar por qué no fueron a darle los buenos días a su madre?

Las dos parecían avergonzadas. Setsuna gateo en el colchón, acercándose cabizbaja. -Fue mi culpa, mamá.

-¿Tú culpa?

-Te hice enojar porque no guarde mi muñeca ayer y casi te caes. Pensé que seguirías enojada porque estuviste bebiendo de la salsa de chocolate todo el día.

Rin suspiro. Claro que recordaba ese incidente. Pero no pensó que su niña estuviera mortificándose todavía por eso. ¿Qué clase de madre era?

Sonriendo, alzo a la pelinegra y la abrazo con fuerza, besando su frente con dulzura. –No, cariño, no estoy enojada contigo.

La más pequeña la abrazo, acurrucándose como un pequeño bebé Koala. Towa lanzo un quejido envidioso y abrazo la pierna de su madre.

Rin las miro discutir con una sonrisa. No, no iba a quedarse en casa, siendo una patética muchacha temerosa y tímida. Había echo un trato con Taisho-sensei, y ella lo había cumplido.

No iba a detener su vida, ni atormentar a sus hijas por estas estupideces.

-¿Quién quiere huevos con tocino?

. . .

Era más fácil decirlo que hacerlo.

-Relájate, mujer. –Dijo Kagura, dejándose caer en el asiento al lado del de Rin.

-¿Qué quieres decir? –Rin le dijo antes de mirar alrededor del aula antes de mirar a sus manos.

-Tu estas más tensa que la cuerda de un arco. ¿Estás nerviosa por tus calificaciones?, ¿No habías dicho que hablaste con el Profesor Taisho y lo convenciste de que te diera una segunda oportunidad?

-Sí, lo hice. Él no me reprobó (Aún), me acabo de enterar que me dio una "D". –Y Kami-sama, nunca había estado tan feliz por recibir una "D".

-Felicidades. –Dijo su amiga con una sonrisa, y dándole unas palmaditas en la espalda. –Aun me sorprende que te las arreglaste para convencerlo.

Rin se aseguro de no mirar a los ojos de su amiga, sin verse sospechosa.

-Y hablando del Demonio... –Kagura murmuro.

El silencio instantáneo que cayó sobre el aula era casi divertido. Casi.

Rin alzo su mirada para ver la alta y elegante figura de su profesor antes de apartarla.

-Las calificaciones de mitad de periodo ya fueron ingresadas. –Dijo Taisho-sensei, sin rodeos. –Informe las notas de 38 estudiantes cuyas calificaciones fueron menores a "C". Los informes fueron enviados a la oficina de la Secretaria, que las distribuyo a cada estudiante. –Dio un vistazo general al salón de clases. –Si tienen alguna duda, pregunten.

Silencio.

Alguien levanto la mano.

-¿Si, señorita Sakasagami? –Dijo Taisho-sensei, caminando hacia la estudiante.

Rin no los miro. Solo a través de su visión periférica capto sus siluetas.

-No lo entiendo. –Dijo Yura, una de las chicas que competía con Kagura por el título de la más sexy de la Universidad, no era mala estudiante, pero podía mejorar. –Tengo una "F", y al parecer eso es todo. ¿Ni siquiera puedo mejorar mi nota?, en todas las demás clases, las calificaciones de mitad de periodo no afectan nuestro "Promedio General". Estas existen, más o menos, para decirnos donde estamos en la clase, y si tenemos o no que trabajar más duro, pero al parecer, no en su clase. Yo no lo entiendo. Que carajos–

Rin se encogió.

-Pobrecita. –Murmuro Kagura sin mucho sentimiento. Casi sonaba divertida.

Hubo una pausa.

-Señorita Sakasagami. –Dijo por fin, su voz peligrosamente suave. -¿Ha leído el plan de estudios?

-Bueno... Sí, claro. –La chica lucia cualquier cosa menos segura.

-Si usted leyera el plan de estudios, sabría que las notas de mitad de periodo si afectan sus "Calificaciones Finales". En otras palabras, si usted no pasa con calificaciones aprobatorias, usted no conseguirá una Calificación Final aprobatoria. Sin excepciones.

-¡Pero no es justo! –Dijo Yura, exaltada. –Así no es como se hacen las cosas.

-Así es como se hacen las cosas en mi clase. –De ser posible, la voz de Taisho-sensei se volvió aun más suave. –Yo no pasare a una estudiante que tenga un record de asistencia pésimo para la mitad de periodo y fallo en entregar sus tareas, o las entrego con demora. Si usted leyera el Plan de Estudios, como yo les dije a todos que hicieran en el primer día del ciclo escolar, usted no estaría en esta situación. Puede dar las gracias solo a usted misma. ¿Tiene otras preguntas?, ¿Preguntas inteligentes?

-No. –Yura se quejo.

-Ahora, ¿Podemos comenzar la clase?, ¿O alguien más quiere perder mi tiempo con preguntas sin sentido de las cuales ya deberían saber las respuestas?

El silencio era casi sobrenatural. Nadie se atrevía a respirar.

-Bien. –Taisho-Sensei volvió a su escritorio.

-Wow. –Susurro Kagura, apenas audible. -¿Qué se le metió por el culo y murió allí dentro?

-"Probablemente, el enojo de que no pudiera reprobarme". –Pensó Rin.

La piel se le erizo. Miro hacia arriba y encontró a su profesor dedicándole una mirada de tal odio, que la hizo sentir como si estuviera siendo repelida de la habitación. Antes se hubiera estremecido. Ahora, después de su pequeña revelación con sus hijas, le devolvió la mirada con firmeza.

Enserio, ¿Cuál era su maldito problema? Ella no obligo al albino a poner su pene en la boca de su estudiante.

El pensamiento –Recuerdo- hizo a Rin sonrojarse y removerse incomoda en su asiento.

Miro el rostro de su maestro. Era realmente difícil de creer que realmente "eso" había sucedido.

Pero sucedió.

Rin miro las manos de Taisho-sensei, agarrando su cara y moviéndose dentro de su boca.

Se relamió los labios, su piel incómodamente caliente que podrían freír un huevo en ella, y fijo su mirada al frente.

No pensaría en eso. No tenía por qué pensar en eso.

. . .

Había pensado que podría fingir demencia y hacer de cuenta que el incidente en la oficina de su profesor nunca había existido. Había pensado que el hombre la ignoraría después del incidente. Se había equivocado en ambos casos.

Rin suspiro con resignación a la tarea que tenía enfrente de ella. Taisho-sensei había sido increíblemente duro los últimos días. Dándole tareas brutalmente difíciles, y constantemente riñéndola delante de toda la clase cuando Rin fallaba en completarlas, para satisfacción del muy sádico.

-¿Termino, Jundo? –Dijo una fría voz familiar.

Como ahora.

Rin se tenso.

Miro de reojo a Kagura, sentada a su izquierda, pero su amiga leía el libro en sus manos con interés exagerado. Traidora.

-Voy a terminar pronto. –Rin mintió.

Se puso rígida cuando Taisho puso una mano sobre su escritorio y se inclino a mirar el papel en blanco donde se suponía que debía encontrarse la dichosa tarea.

-Ya veo. –Dijo.

Rin alzo sus ojos para mirarlo y se sorprendió por lo cerca que estaba el rostro del hombre mayor. A pulgadas de distancia.

Los ojos de ambos se encontraron por un momento antes de que los labios masculinos se torcieran en una arrogante mueca burlona.

Taisho-sensei se irguió en toda su impresionante altura y dijo: -Su tarea debe estar lista en 10 minutos, señorita Jundo.

-Pero usted dijo-

-10 minutos. –Repitió con una voz que claramente decía que no iba a aceptar excusas, ni ninguna discusión.

Se alejo.

Rin miro la espalda del albino, incrédula. Volvió su mirada al papel delante de ella y lo miro sombríamente. ¡No era justo!

¿Cómo se suponía que iba a completar esta tarea en tan poco tiempo?

Las preguntas eran ridículamente difíciles, y dudosamente reflejaban lo que habían aprendido en clase.

¿Por qué no podía simplemente dejarla en paz?

Se sentía como si el hombre estuviera decidido a hacer de su vida un infierno, y estaba teniendo éxito.

Rin frunció el seño, tratando de mantener esa voz de niña traviesa bajo control, y bajando en el proceso. Estaba cansada, privada de sueño porque a Setsuna le había dado gripe y se había tenido que quedar con ella despierta hasta altas horas de la noche, tenía hambre y estaba enojada. Nada de esto era una buena combinación.

Más tarde, ella culparía de todo a su falta de sueño. Ella culparía a su falta de sueño por escribir lo que nunca hubiera escrito si no estuviera tan jodidamente cansada, hambrienta, y enojada.

Entrego su tarea exactamente 10 minutos más tarde, y regreso a su silla. Ni siquiera llego a la mitad entre los dos puntos cuando Taisho-sensei dijo, con voz muy suave: -Señorita Jundo, a mi oficina después de sus clases.

Con una nueva oleada de acidez subiendo por su estomago, Rin asintió.

-"Idiota". –Se dijo a sí misma. No debió hacerle caso a su temperamento. No debió dejar que se llevara lo mejor de sí misma.

. . .

Cuando sus clases finalmente habían terminado, Rin se dirigió a la oficina de Taisho-sensei, según le ordenaron.

Respiro profundamente, dándose ánimos a sí misma, y llamo a la familiar puerta.

-Entre.

Rin entro y cerró la puerta con cuidado. Luego camino al escritorio.

-¿Quería usted algo? –Pregunto, cruzando las manos sobre su pecho.

Lentamente, Taisho levanto su mirada de los papeles en su escritorio hacia ella. La expresión en su rostro era de piedra mientras movía un pedazo de papel por encima de la madera hacia Rin, la tarea que ella le había entregado.

-¿Cuál es el significado de esto?

Rin tomo el papel y leyó la única oración escrita allí, como si no supiera lo que decía.

"¿Quiere reprobarme para que no tenga mas

Opción que volver a ponerme de rodillas delante de usted?"

Por dentro, ella se encogió un poco. Aun no podía creer que había perdido los estribos y había escrito eso. Pero en voz alta, dijo: -¿No sabe leer, señor?

Hace solo unos días, ella jamás se hubiera atrevido a usar ese tono atrevido con su profesor, es más, ni siquiera lo habría mirado a los ojos. Pero al parecer, haber tenido el miembro de Taisho en su boca causo que le perdiera el respeto que antes le tenía.

El albino se levanto y camino hacia ella. Se detuvo frente a ella, a unas pocas pulgadas de distancia.

Rin no se movió, se negaba a dejarse intimidar.

-Puedo tenerla expulsada por esto. –Dijo con voz muy suave.

-Claro, pero se conseguiría el despido, el deshonor, y el desprestigio de su carrera cuando se enteren de que negocia calificaciones por sexo.

Taisho la agarro del cuello. –No te atrevas a amenazarme, estúpida. –Su mano se apretó en su garganta. -¿Estas amenazándome?

-No. –Rin dijo con algo de dificultad. –Pero yo realmente no disfruto que me intimiden. Yo no lo obligue a que metiera su pene en mi boca, profesor.

Las fosas nasales de Taisho-sensei se encendieron. Él no le dijo nada, los músculos de su mandíbula se movían con tensión.

-Enserio, ¿Cuál es su problema conmigo? –Pregunto Rin, removiéndose en el agarre que seguía en su cuello, luchando por respirar. –No puedo ser la única estudiante que utilizo. No estoy orgullosa de lo que hice, pero fue un trato justo. Ambos sacamos un beneficio de esto. ¿Por qué esta siempre encima de mi?

-Jamás he cambiado notas por sexo. –Dijo entre dientes. –Tú eres la única excepción.

Rin parpadeo confundida. -¿Nani? Pero yo escuche-

-Sí, tengo ofertas todo el tiempo, pero reporto a cualquiera que sea lo suficientemente estúpida como para sugerirlo abiertamente. ¿Me veo como alguien que cambiaria notas por cualquier cosa, Jundo?

-Bueno, no. –Esa era la razón por la que Rin no le había creído una palabra a Kagura cuando le había dicho del rumor. Pero aun quedaba un pequeño detalle. Rin miro a Taisho, estudiándolo. –Entonces... ¿Qué pasa conmigo?, ¿Por qué yo?

El silencio se prolongó.

Y se prolongó.

Y se prolongó un poco más.

O. Por. Dios.

Rin se puso más roja que un tomate. –Le-le... ¿Le gusto? –Soltó una risita nerviosa, aterrada, medio histérica. –Ammm, yo... estoy, estoy... Algo así como alagada... creo.

Sesshomaru la fulmino con la mirada, su agarre se apretó un poco mas alrededor de la garganta de la más joven. –Es solo lujuria, nada más. Yo no le daré un tratamiento especial.

-Ya lo está haciendo, profesor. Ha sido un completo tirano últimamente, incluso más de lo que normalmente es. –Rin se obligo a sostenerle la mirada. –Escuche, yo necesitaba pasar su clase, por eso hice lo que hice. Yo no lo obligue a aceptar mi oferta. Usted quería que le diera una mamada y obtuvo lo que quería. No es mi culpa que usted no pudiera resistirlo. Y estoy completamente segura que no es mi culpa que lo excite. Así que por favor, deje de asediarme. No sé nada sobre su vida sexual, pero estoy segura que puede conseguirse a cualquier chica que quiera, así que déjeme en paz, por fa-

-No lo creo. –Dijo Taisho-sensei en voz muy baja. A Rin no le gusto el brillo en sus ojos.

-¿Qué?

-Yo siempre consigo lo que quiero. –Dijo con voz muy suave, a diferencia del agarre duro en la garganta de la muchacha. Probablemente dejaría marca. –Si quiero tu boca, voy a conseguir tu boca, no la de alguien más. Ponte de rodillas.

Rin lo miro, incrédula y algo asustada. ¿Hablaba este hombre enserio?

-Yo... Yo no lo creo, profesor. –Dijo ella, con la voz firme, a pesar del pequeño pánico que crecía en su interior. –Usted quiere esto. Pero yo no. Usted no me gusta. ¿Qué ganaría yo con esto?

Los ojos dorados se estrecharon. –No voy a repetir mi error otra vez. Va a tener que trabajar por su nota final, como todos los demás. No le voy a dar una calificación que no se merece.

-Entonces, me temo que tendré que decepcionarlo porque será la primera vez que no conseguirá lo que quiere, señor. Déjeme ir, por favor.

Taisho no la soltó. Su mirada la evaluaba críticamente. –Dos mil. –Dijo finalmente.

Rin frunció el seño. -¿Qué?

-Dos mil dólares al mes.

Rin dio una risita nerviosa, incrédula, al borde de su cordura, definitivamente estaba tentada a golpearlo. –Tiene que estar bromeando. No soy una prostituta.

Taisho enarco las cejas.

Rin frunció el seño enojada, aunque sintió que las mejillas se le calentaban. –Eso fue diferente.

-¿Cómo es diferente? –Los labios del hombre se torcieron, pero Rin no llamaría a esa mueca una sonrisa. –En realidad es mucho más honesto que hacerlo por una calificación. Necesita el dinero, Jundo.

-¿Cómo sabe eso? –Dijo Rin, muy nerviosa ahora.

-Tengo ojos. La mayor parte de sus ropas están gastadas y viejas. –El tono del albino lo daba por hecho, y aun así ella se sintió mas consiente que nunca de la humildad de sus ropas en comparación del impecable y costoso traje de Taisho.

-¿No debería aprovechar en algo mejor su tiempo que en analizar la ropa de sus estudiantes?

Taisho acaricio con su pulgar el delgado cuello de la más pequeña. –Dos mil al mes solo por chupar mi polla. Piense en ello, Jundo.

Rin no quería pensar en eso. Quería salir con dignidad de la oficina y dejarlo frustrado y enojado, pero-

Pero.

Pensó en la nevera y armarios vacios en casa. Pensó en la renta que vencía la próxima semana. Pensó en el invierno que llegaría pronto, y en las facturas de calefacción. Pensó en el salario de la señora Kaede. Pensó en que apenas veía a Towa y a Setsuna porque tenía que trabajar en dos empleos y aun así apenas arañaban la vida. Pensó en su pequeña Setsuna que estaba enferma en casa y que necesitaba medicinas.

Ella fue tentada. Por supuesto que fue tentada. Porque esto ya no era sobre lo correcto o lo incorrecto, el bien o el mal. No la hacía sentir orgullosa, pero Taisho tenía razón. Necesitaba dinero, y ella no estaba en condiciones de ponerse exigente con el origen de este. Las niñas dependían de ella, contaban con ella.

-Tres mil. –Dijo finalmente, con los ojos cerrados. Se sentía tan asquerosa. Pero si estaba haciendo esto, no iba a ser barata. El hombre no estaba casado, tenía un trabajo estable y bien remunerado, y había publicado varios libros galardonados. Él fácilmente podía pagar este pequeño lujo.

El hombre en cuestión resoplo. –No puede estar hablando enserio. Puedo comprar a 50 putas por ese dinero.

-Estoy segura de que puede. Pero me quiere a mí, y yo no soy una puta.

-Tal vez me estabas mintiendo. –Parecía bastante convencido.

Rin decidió ignorar la provocación. Acerco su mano a la del hombre, que aun estaba sobre su cuello, acariciándola suavemente con sus dedos, mirándolo a los ojos. –No es que no pueda permitírselo. Tres grandes por chuparlo... Cada vez que quiera.

Noto la sorpresa y el deseo creciendo en los orbes dorados solo porque estaba mirándolo a los ojos. Su rostro era difícil de leer, pero su respiración acelerada y sus ojos fijos ahora en sus labios era difícil de ignorar.

La hizo sentir extraña, pero no incomoda. No había mentido cuando aseguraba de que el peli plata no le gustaba, pero era lo suficientemente honesta con sí misma para admitir que era bastante halagador que este hombre, este poderoso hombre al que todo el mundo temía y respetaba la deseara tanto a ella, de todas las mujeres en la Universidad.

-¿Cada vez que yo quiera? –Dijo, mirándola a los ojos.

Luego de basilar por un momento, Rin asintió. Después de todo, ¿con que frecuencia podría solicitar sus "servicios"? probablemente un par de veces a la semana, aproximadamente. Quizá 10 veces al mes. Y ella obtendría 3 mil dólares por esto. Podría dejar uno de sus trabajos y pasar más tiempo con las niñas.

Merecía la pena el intentarlo al menos.

-Muy bien. –Dijo Taisho-sensei, soltando finalmente su garganta. Volvió a sentarse en su silla y miro a Rin. -¿Qué está esperando, Jundo?

Rin trago duro y miro el impresionante bulto en los pantalones del hombre. Ella podía hacerlo. Solo 10 veces al mes, y tres mil dólares por sus molestias. Ya lo había echo una vez y no había sido repugnante ni nada. Podría hacerlo.

Rin volteo a poner el seguro en la puerta, y luego cayó de rodillas frente al profesor más odiado de la escuela.

. . .

Listo, el último capitulo del año, disfruten el año que viene con su familia cercana o por Video llamada. Cuídense y nos leemos en el próximo capitulo.

¡FELIZ AÑO NUEVO!