Capitulo 4. "Beso".
-"Realmente subestime su deseo sexual". –Pensó Rin mientras chupaba el miembro de su profesor, una semana después.
Era la quinta vez esta semana, encontrándose de rodillas delante de Taisho-sensei.
Rin tenía que admitir que esto no era desagradable ni nada. Pudo haber sido mucho peor. Mucho, mucho peor.
El miembro de Taisho-sensei siempre estaba limpia, y sabía bien. Por supuesto el tamaño dificultaba mucho su trabajo, pero después de las primeras veces se había acostumbrado, ahora su mandíbula ya no le dolía. Además, la mayoría de las veces, Taisho-sensei hacia la mayor parte del trabajo, sosteniéndole la cara mientras follaba su boca.
Sin embargo, había ocasiones, como hoy, en que Taisho le ordenaba lamer y chupar su miembro despacio. Eso era más difícil, pero su sentido interno de responsabilidad no le dejaba hacer un trabajo a medias. Taisho-sensei le pagaba mucho dinero por esto, después de todo.
Si alguien le hubiera dicho, hace una semana, que estaría dándole una mamada a un hombre todos los días, Rin se habría reído.
Si alguien le hubiera dicho que dejaría que el profesor Taisho, de todas las personas, usara su boca para desahogarse, Rin habría pensado que era una muy mala broma. Y no una broma divertida.
Sin embargo, aquí estaba ella, chupando el pene de Taisho, su gran mano guiándole la cabeza, mientras ella succionaba con avidez, moviendo su lengua en la punta del glande de su maestro. Sí, no sabía mal. Rin se dio cuenta de que con cada día que pasaba le preocupaba menos el sabor.
Taisho gruño, sus caderas empujando más rápido. Rin no estaba segura de que decía de ella, el que supiera que Taisho-sensei estaba cerca de terminar.
-Mírame. –Taisho exigió.
Rin se encontró con los ojos dorados y fríos, y chupo la punta lentamente, luego mas duro.
Taisho agarro el cabello de Rin, empujó con fuerza, y se corrió en su garganta.
Rin lo tragó, no era fan del sabor, pero sabía que al hombre le gustaba cuando lo hacía. El sabor no era tan horrible, así que no importaba.
Después de un rato, sintió la mirada de Taisho sobre ella, y levantó la vista de nuevo.
Taisho la miraba con una extraña expresión en el rostro. En ese momento, Rin se dio cuenta de que todavía tenía el suave miembro de Taisho en su boca, y todavía estaba chupándolo sin prestar atención, como si fuera una enorme paleta.
Sonrojándose, Rin lo sacó de su boca y se puso rápidamente de pie. –Yo... Solo estaba en otra parte. –Dijo alejándose y limpiándose la boca.
-Yo no dije nada. –Dijo Taisho.
Cuando escucho el sonido de la cremallera, Rin volvió a mirarlo.
Una vez más, el profesor Taisho se veía imponente e intocable. Si Rin no lo supiera mejor, nunca hubiera sabido lo que había pasado en esa oficina hace unos minutos.
Rin se removió incomoda en su lugar, pasándose de un pie al otro.
Taisho se echo hacia atrás en su silla y la miro, enarcando las cejas. -¿Sí?
Carajo.
Esto era increíblemente incómodo, pero el doctor le había dicho que tenía que comprar los medicamentos lo antes posible, y para empeorar las cosas, su renta vencía hoy. Así que se obligo a hablar. –Necesito dinero... ¿Cree que me pueda pagar ahora?, Qui-quiero decir... Sé que no era nuestro trato, pero yo–
-Ven aquí.
Rin cerró la boca a media frase, y dio un paso hacia él, no podía leer su expresión.
Taisho le tomo la muñeca y la tiro a su regazo.
-¿Eh? ¿Qué pa–?
-¿Qué ganaría yo con esto? –Le dijo, burlándose claramente de ella, usando las palabras que ella le había dicho hace una semana.
Rin puso sus manos en el respaldo de la silla de cuero de Taisho. Nunca se había imaginado que estaría en esta situación. Sentada en el regazo de Taisho-sensei, y tratando de sacarle dinero. Se sentía como en una mala película de Gánster donde la chica trataba de quitarle dinero al Mafioso.
-¿Qué quiere? ¿Otra mamada?
Taisho-sensei la estudio por un momento. –Si dejas que te toque y bese, te daré el dinero.
Rin parpadeo. Miro los labios del hombre y sintió una sensación incomoda en su estomago. –No lo sé. Quiero decir, nunca he besado a alguien y... No sé, es algo muy personal para mí, supongo.
Los labios que estaba mirando se torcieron. -¿Mas personal que tener mi polla en tu garganta, Jundo?
Rin se puso roja, y sintió un pequeño impulso por reír que reprimió. –Bueno, cuando lo pone de esa manera supongo que tiene razón.
La mano grande del hombre se envolvió tras su cuello y le acaricio la nuca con el pulgar. -¿Entonces?
Rin suspiro. –"Y yo que quería que mi primer beso fuera algo especial". Está bien.
Parecía como si Taisho hubiese estado esperando solo por esas palabras, porque lo siguiente que Rin supo, era que tenía la lengua de su profesor en su boca.
Los ojos de Rin se abrieron por la sorpresa, pero se obligo a relajarse. Cerró los ojos, tratando de distraerse de lo que estaba sucediendo y fallando en el intento. Sorprendentemente, Taisho-sensei era bastante bueno besando, no es que tuviera con quien compararlo. No era descuidado, y el beso no era horroroso, pero era extraño. Era extraño ser besada. Se sentía tan abrumada por las sensaciones y texturas en contraste. Taisho besaba de la misma forma en que actuaba: Mandón, Exigente y Duro.
Unos minutos más tarde, Taisho había terminado de besarla, y sentía sus propios labios que estaban hinchados y sensibles mientras trataba de recuperar el aliento. Se sentía un poco extraña.
Taisho la miro un momento, antes de resoplar y empujarla fuera de su regazo.
Rin se puso de pie, tambaleándose, y se dio la vuelta para irse.
-Usted no cobró su pago, Jundo.
Pago. Cierto.
Rin se acerco sin mirarlo antes de que Taisho metiera dinero en el bolsillo de su chamarra.
-Ahora váyase. Tengo tareas que corregir. –Dijo secamente.
Rin estaba simplemente, extremadamente, feliz por obedecer y salir de allí.
Una vez que estuvo fuera de la oficina, tocó sus labios doloridos. Estos le hormigueaban.
Frunció las cejas y se alejo para poder irse a su casa, Kaede estaba en casa y afortunadamente hoy tenía el resto de la tarde para cuidar de las más pequeñas.
Miro el reloj, tal vez después de realizar sus pagos podría comprar la cena.
-¡Oye! Te he estado buscando. –Kagura se abrazo al cuello de su amiga y la acerco a su cuerpo con una sonrisa. –Pensé que ya te habías ido.
Rin le sonrió falsamente y correspondió el abrazo. Por supuesto, Kagura no sabía nada, y nunca debía saber nada. Mientras menos gente supiera de esto, mejor.
-Estaba en la biblioteca.
Kagura hizo una mueca. -¿Enserio? Acabo de venir de allí.
Rin se puso pálida, pero se recompuso rápidamente.
-La biblioteca es enorme. Además tenía los audífonos puestos.
-Tienes razón. –Se encogió de hombros. –Como sea, ¿Quieres ir conmigo una fiesta el próximo sábado? Va a ser en una bodega, y van a ir chicos de otras Universidades.
-Pensé que no debías ir a más fiestas, Kag.
La de ojos rojos bufo. –Ya hablas como mi padre, he estudiado como posesa todo el mes, no he ido a fiestas, reuniones, ni siquiera he tenido relaciones sexuales en 30 días... ¿No puedo divertirme un poco?
Rin negó con la cabeza pero le dio unas palmaditas en la espalda. –Bueno, creo que te lo has ganado.
-Exactamente... Entonces, ¿Hago que te pongan en la lista?
-No puedo. La niñera de las niñas descansa los fines de semana, y yo también. No tengo con quien dejarlas. Además quería ponerme a repasar los apuntes de las clases en las que voy mal, y–
-Oh, por el amor de Dios. No puedo creer que sea amiga de un ratón de biblioteca como tú.
Rin se rio, Kagura no lo decía enserio, por que se conocían desde hace años. De hecho, cuando cualquier otra persona le decía eso, Kagura era la primera en saltar al frente y lanzar una amenazante mirada al imbécil.
-Lo siento. Pero en compensación, búscate un apuesto chico y cógetelo en mi representación.
-Odio ser la chica de los mandados, pero está bien. Le haré el amor a un sexy chico extranjero porque eres mi amiga y te quiero.
La risa de ambas retumbo, haciendo que atrajeran miradas de reproche de los profesores, admiración de las chicas de primer año, y de deseo en algunos chicos mayores. Kagura les sonreía coqueta, mientras que Rin no se daba cuenta.
La más alta miro de reojo a su amiga que parecía hacer cuentas mentales.
-No les haría daño que tú salieras a divertirte por una vez.
-Tú sabes que no disfruto las fiestas llenas de extraños y música a niveles muy altos. No me molesta la gente, pero sí que no conozca a nadie y no sepa que hablar con ellos. Además siempre me dejas sola. –Lo ultimo dijo haciendo pucheros.
-Fue solo UNA vez. Y fue en tu primera –y única– fiesta de chicos grandes.
-Sí, y de esa Única vez que fui, termine ebria, en el departamento de un desconocido, y con dos niñas.
Kagura se mordió el labio, incomoda.
-Lo siento, sabes que yo no...
-No te estoy reclamando. No me arrepiento de mis pulguitas, y aunque es difícil, es algo satisfactorio llegar a casa y verlas sonreírme al ver que llegue a casa.
Kagura la envolvió con un brazo y beso su mejilla ruidosamente. La sangre se le congelo al sentirse repentinamente observada y volteo ligeramente la cabeza. El profesor Taisho las observaba, aunque estaba algo lejos, era difícil no notarlo, y mas, sentir su fría mirada sobre ella. Esto era extraño, y muy, MUY incomodo.
Rápidamente tomo la muñeca de su amiga y se la llevo al estacionamiento. –Déjame darte un aventón.
-Pero yo–
Kagura no la escucho, y se la llevo corriendo.
Algo le daba muy mala espina.
