Capitulo 5. "Acuerdo".

Resultó, que los besos no eran una cosa de solo una vez.

Taisho parecía pensar que ahora que lo había echo una vez, tenía ahora el derecho de meter su lengua en la boca de Rin cuando quisiera. Y él parecía quererlo muy a menudo.

Como resultado, ella había pasado un montón de tiempo en el regazo de Taisho sensei, con su lengua en su boca y las manos del hombre sus caderas y trasero. Lo ultimo la hizo sentir bastante incómoda, pero Taisho-sensei no parecía querer otra cosa. Rin empezó a pensar que el albino no podía evitarlo, así que no dijo nada sobre ello.

Por lo general, después de 10 minutos de besos duros, Taisho le ordenaba que se la chupara, pero hoy se estaba tomando su tiempo, besándola una y otra vez, profundo y duro, hasta que Rin apenas podía respirar.

La sensación familiar de estar completamente abrumada era muy común últimamente, y Rin se encontró jadeando, y haciendo ruiditos vergonzosos, y ni siquiera estaba segura del por qué.

Era, simplemente, demasiado.

No estaba segura de si le gustase este sentimiento de estar completamente abrumada, o lo odiaba.

Por fin, Taisho rompió el beso, pero en lugar de ordenarle que empezara con la felación, como generalmente hacía, comenzó a bajar por el cuello de Rin.

-Eh-Estoy bastante se-segura de que esto ... N-no es parte del-del trato. –Dijo Rin entrecortadamente. Se sintió raro que le gustara que esos labios masculinos recorrieran su cuello.

Taisho la ignoro, claramente. Rin se mordió el labio, mortificada.

Desde que todo esto había empezado, había descubierto que Taisho-sensei estuvo reprimiéndose, y nunca demostró el alcance de su ... "personalidad". Cuando estaban a solas, Taisho-sensei no se contenía. Era completamente dominante. Todo tenía que hacerse del modo en que Taisho-sensei quería.

Rin salió abruptamente de sus pensamientos cuando sintió la gran mano de Taisho deslizarse por debajo de su blusa para acariciar su espalda desnuda.

-Oiga, está cruzando la línea. –Rin murmuró, aunque si era honesta consigo misma, no le molestaba tanto que Taisho-sensei la tocara.

Se pregunto si debería hacerlo.

No era la primera vez que se le ocurrió esa idea, de que no estaba tan asustada por todo el asunto como probablemente, debería haberlo estado.

Pero, de nuevo, ella terminaba de rodillas y chupando su miembro todos los días. Esto no era nada.

Taisho continuo mordiendo su cuello agresivamente, y ahora a Rin le preocupaba que dejara marcas que ella no sabría explicar, pero al hombre no parecía importarle en lo más mínimo.

Cuando finalmente se separó, la miro directo a los ojos y murmuró: -Sácalo y mastúrbame.

Antes de que Rin pudiera hacerlo, o procesar siquiera la información en su cerebro, el celular de Taisho comenzó a vibrar en el escritorio.

Maldiciendo entre dientes, Taisho separó su rostro del Rin y extendió la mano hacia su teléfono. -¡¿Qué?! –Espeto sin mirar al identificador de llamadas.

Rin observo con interés como el rostro de Taisho-sensei se convertía en una máscara de piedra. Obviamente, no le gustaba lo que sea que quien llamara le decía, porque su voz se volvió más fría.

-No me interesa, Izayoi. –Una pausa. –Me importa un bledo lo que quiere, guarda tu aliento. No voy a ir.

Con su curiosidad despierta, Rin se acerco lentamente al teléfono, tratando de escuchar lo que estaban diciendo.

-Tu padre está muy enfermo, Sesshomaru. –La mujer, Izayoi, dijo. –Te juro que no estoy mintiendo. Él nunca lo admitirá, pero yo sé que él quiere verte antes de ... Antes ... Por favor, solo esta vez y nunca más volveré a molestarte.

La mandíbula de Taisho se apretó. –Yo no voy a hacer lo que él quiere que haga, yo no me voy a casar con esa niña tonta.

-Zero es una joven agradable. –Dijo Izayoi. –Sí, su padre es amigo de tu padre, pero ella no es su padre. Ella es agradable y–

-Colgaré.

La mujer suspiro. –Solo ven a casa este fin de semana. Eso es lo único que te pido.

Taisho se pellizco el puente de la nariz. –Bien. –Escupió. –Ahora déjame en paz.

Colgó bruscamente y arrojo el teléfono sobre el escritorio. Ojala no se hubiera roto por la fuerza que empleo.

-¿Una amiga? –Dijo Rin.

Pensando que su profesor ya no estaba de humor para sexo, estaba apunto de levantarse y alejarse del albino, cuando Taisho la sujeto y la acerco en un beso. El beso fue cruel, duro y castigador. Se terminó tan rápido como comenzó.

Taisho la tomo de la barbilla y la miro fijamente a los ojos, aun se podía sentir la ira emanando de él. –Tú vas a acompañarme.

Rin parpadeo, tratando de procesar todo lo que pasaba en esta oficina antes de entender lo que le dijo. -¿Lo haré? Gracias por informarme. –Lo último lo dijo con un tono bromista.

-Te voy a pagar. –Dijo Taisho-sensei, pecado inmutarse. –Otros tres mil por el fin de semana.

Rin se le quedo mirando, incrédula. –No puede estar hablando enserio. ¿Va a pagarme 3 mil dólares solo para molestar a su padre?

La mirada que Taisho-sensei le dirigió la habría hecho estremecerse algunas semanas atrás. –Eso no es asunto tuyo. –Hecho un vistazo a su Rolex en la mano derecha. –Son casi las dos. Ve a casa y empaca para el fin de semana. Voy a recogerte en dos horas.

Rin puso sus manos en los hombros de Taisho-sensei para que la mirara. –Wow, espere un segundo. Yo no puedo ir a ningún lado. Hablo enserio. No puedo.

Taisho le lanzo una mirada irritada. -¿Por qué no?

Rin vacilo un momento. –Tengo dos niñas pequeñas, tienen solo 4 años, no puedo dejarlas el Fin de Semana. No tienen a nadie más.

Hubo un atisbo de sorpresa en el rostro masculino antes de que se volviera en algo que Rin no podía comprender.

-Consígueles una niñera. Yo lo pagare.

Rin se llevo las manos a la cara, pensando en cómo podía ser un hombre tan inteligente y a la vez un gran tonto. Se levanto de su regazo, un poco enojada ahora.

-¿Esa es su respuesta para todo? No sé si lo sepa, pero no se puede comprarlo todo. Yo no voy a dejar a mis hijas con alguien que no conocen. Su niñera habitual tiene el fin de semana libre. Ninguno de mis amigos sabe cómo cuidar niños, y no tengo familia.

Taisho hizo un sonido que parecía un suspiro de fastidio. Sus cejas estaban fruncidas y sus dientes estaban apretados. –Bien, trae a las mocosas con nosotros.

Rin se quedo en shock por un momento, antes de volver a replicar. –No creo que sea una buena idea. Ellas se ponen ansiosas con los extraños y usted... Bueno, usted es usted.

Una sonrisa irónica apareció en la cara de Taisho-sensei, y eso la asusto más que cualquier tono frio o enojado que le pusiera. –Aunque te sea increíble, contrario a la opinión popular, yo no como bebés para el desayuno. –Se puso de pie y camino hacia Rin. –Tú vas a venir conmigo. –Dijo, deteniéndose en toda su impresionante altura frente a ella. –No me importa lo que hagas con esas niñas, pero tú vienes conmigo.

Antes de que Rin pudiera decir nada, Taisho la tomo de la nuca y la tiro en un beso.

Unos minutos más tarde, Taisho finalmente le permitió respirar de nuevo, y Rin estuvo muy aturdida los segundos siguientes, antes de darse cuenta que tenía los brazos alrededor del cuello de Taisho-sensei.

-Está bien. –Dijo, aun algo aturdida, y parpadeando.

Taisho le dio un leve empujón hacia la puerta.

-Te recogeré en dos horas. Conozco tú dirección.

-Todo bien. –Dijo Rin de nuevo y se fue, sintiéndose más que un poco confundida y asustada.

No miro a nadie mientras salía del Campus, no miro a nadie mientras abordaba el Autobús a su casa, y no miro a nadie cuando entro a su edificio, mientras pensaba como le iba a decir a las niñas que iban a salir con un perfecto desconocido , que ni a su dulce y amable madre le simpatizaba.

Al llegar a su piso y desearle un buen fin de semana a la anciana Kaede, y hablar con su jefe sobre un asunto familiar urgente, camino a las niñas que estaban en la cocina y puso su mejor sonrisa.

-¿Quién quiere salir este Fin de Semana?