Pobre Akane. Final
"Se les acusa a los dos del asesinato de Hibiki Ryoga y de encubrir los hechos delictivos durante un año". Detengo por unos segundos mi relato para tomar aire y evaluar su reacción. Sato sigue allí, impasible, recostado sobre el respaldo de la silla que le ofrecí al comenzar a contar mi historia. Es alto, más que Ranma, de rasgos un tanto mortecinos, pómulos filosos y pálidos. Y sin embargo, amable y dicharachero. De aquel tipo de persona que acostumbra, en caso de necesidad, llevar todo el peso de la conversación. Hoy no es el caso. Mi largo monólogo no se ha interrumpido nunca como yo tenía pensando. Los hechos dolorosos se desprenden de mis labios poco a poco, como gotas que caen de un grifo mal cerrado. De salir todas juntas dañarían al receptor con su potencia. Así, las cosas, tan solo deberían torturarle lo suficiente para ahuyentarle. Sato, sin embargo, aguanta pacientemente, simulando aguantar los golpes con entereza. No me deja más remedio que continuar con la narración. Sorbo un poco de té de la taza que me ha preparado antes. Curioso. Yo soy la anfitriona pero él quién me sirve. En otra vida podría haberme llegado a gustar cómo me mira de reojo cuando bebo su té. Prosigo, entonces, con la historia. A lo mejor, logro ahuyentarle finalmente.
-Así fue cómo le perdí primero psicológicamente y luego de forma física. Se lo llevaron preso. Creyéndose Ryoga, enfermo de culpa y además…culpable…a juzgar por las grabaciones de origen desconocido que disponía la fiscalía. El juicio fue largo, tedioso y horrible. No lo recuerdo bien. Demasiado nerviosa y alterada estaba para asimilarlo. Solo me persigue cada noche la inquisidora mirada del fiscal al preguntarme si conocía o no la doble identidad de la víctima y su risa socarrona cada vez que lo negaba. Al final, gracias a la convincente participación de Ranma atribuyéndose apasionadamente toda la culpa, me dejaron libre y solo le condenaron a él.
Sato se cruza de brazos y menea la cabeza. Parece, por fin, dispuesto a dar su veredicto.
-Akane, eso pasó hace ya siete años…
-Lo siento. En realidad, no esperaba que escucharas toda mi historia. Generalmente a mitad de esta, logro espantar a todos mis pretendientes…en fin…no volveré a confiar en un hombre. Mi niñez murió aquel día y también mi inocencia y mi amor a la vida. No podría salir contigo ni con nadie.
Sato apoya ambos codos sobre la mesita de estar y se aproxima un palmo hacia mi posición. Lo hace con suavidad. Un movimiento más brusco hubiese conseguido que me pusiera en guardia. Uno más lento, que se lo impidiera. Me pregunto por primera vez, si no será un Don Juan acostumbrado a tratar a las mujeres bajo esa cara de amable soñador.
-¿Le has vuelto a ver? –me pregunta de pronto.
-No.
Corto, seco, inapelable. Cualquiera, hasta el hombre más insensible del mundo, conoce el significado de un monosílabo bien pronunciado. Sato aguarda en su sitio. Comprende que debe callar pero no se resigna a marcharse. Le espío un poco. La lucha interna entre no deprimirse por mi historia o sí hacerlo, le ponen guapo. Se muerde la punta de los labios cuando cree que no le miro. Sostiene la nariz en alto con cierta altivez, como demostrando que la cosa no va con él. Pero los dedos de las manos le delatan. Ha retorcido más de doscientas veces el pobre pañuelo que sostiene entre ellas.
-Entonces, según entiendo no le has perdonado y mientras no lo hagas, no podrás acercarte a ningún otro semejante.
-Piénsalo un poco, Sato. Se trata de un hombre que se transforma fácilmente en mujer encerrado en una cárcel. ¿Cómo crees que será su vida recluido…allí…entre tanto psicópata? Por supuesto que le he perdonado. Ya bastante castigo le ha montado el destino para reprocharle yo nada.
Jaque Mate, Sato. La historia simplemente es demasiado triste. No hay nada que argumentar ni razones para seguir hablando. Y pese a todo, lo hace. Con suavidad, esquivando el tema duro y volviendo a lo que le interesa. Mi estado de ánimo. Desde luego, sabe cómo tratar a una mujer destrozada. ¿Por qué alguien con su habilidad natural pierde el tiempo conmigo? ¿Una pecho plano sin nada tras el pecho salvo cenizas de un amor torcido que nunca llegó a arder como corresponde?
-Dolor, angustia. Tristeza. El tiempo todo lo cura.
-Llegado a un punto de desesperanza, la frase cambia. En mi caso, Sato, sería mejor que pronunciaras más rápido el final: "El tiempo todo locura". Ese es mi estado. Cada instante que paso en el mundo de los vivos me atormento más. No sé que has visto en mi ni qué quieres pero está claro que no puedo ni quiero proporcionártelo.
Por primera vez, se exaspera. Parece que va a perder los papeles aunque luego todo se queda en una simple exclamación. Única vez desde que le conozco que levanta la voz.
-¡Quiero entenderte, Akane! Dices que estás rota emocionalmente pero cuando sonríes, pareces tan feliz. Eres bonita cuando…
-¿Entenderme? Eso es imposible –le corto como debí haber hecho desde un principio-. Ningún hombre ha comprendido jamás a una mujer y ¿tú pretendes hacerlo con una desquiciada?
-Intentarlo al menos.
Nuevo silencio. Ese último "intentarlo al menos" lo pronuncia bajando el tono y los brazos de forma perfectamente sincronizada. Pasando de la valentía y el arrojo al más puro derrotismo con demasiada facilidad. Bonito. ¿Por qué se queda con esa cara de perrito empapado por una terrible tormenta? ¿Si sabe que, pusiera la cara que pusiera, jamás le iba a invitar a quedarse?
-Ya es tarde…
-Ehmm –se sobresalta intentado ocultar que ha captado la indirecta-. Antes de irme platícame un poco más del juicio. ¿Cómo fue que le encontraron culpable?
-Bueno, para empezar le defendió su padre, Genma Saotome, abogado ocasional. Bastó que el juez le viera del lado de la defensa para que instantáneamente murmurara "culpable". Además, estaba el tema del vídeo. De alguna manera se filtró por diversos medios. La opinión pública le condenó incluso antes de que se iniciara el juicio. ¿El veredicto? Crimen pasional por celos. Nadie se creía realmente que yo no conociera la identidad de Pe-chan. O que Ranma fuera un prometido a la fuerza. Luego…atando cabos, Ranma le había matado para vengarse por mi "infidelidad".
-A mí me pareces más "inibuki" que "infidelia".
Lo siento, Ranma…pero no logro contenerme y me río. Aquello me tomó por sorpresa. Que fuera capaz de hacer un chiste que nadie más entendería salvo yo y un puñado más de personas. De alguna manera, había hecho bien su trabajo de investigación. Lástima. Con todo lo que me había esforzado por deprimirme para alejarle y de pronto me ataca con la artillería pesada.
-¿Lo ves? Eres bon…lo siento. Esa no es mi frase –baja la cabeza con pena.
-¿Qué? ¿Que soy bonita cuando sonrío? Adelante, puedes decirlo. Soy bonita una vez cada 50 años.
Sato se levanta, apretando los puños. Parece entre violento y decidido. ¿Cuántas veces le habré visto así a Ranma justo antes de echarse a correr y gritarme alguna tontería hiriente en lugar de lo que pensaba?
-Una vez cada 50 años es suficiente para mí. Tú lo vales.
¿Lo valgo? Un extraño sentimiento de alivio recorre mi cuerpo. Llevo demasiado tiempo convencida de lo contrario. Aquella frase, dulce catarsis, me hace sentir bien, aunque luego le empuje fuera de mi casa y le diga:
-Moe. Moe Sato. Por hoy hemos terminado.
-T-tú…t-tú…crees que…podrías darme…ante de irme…
-¿Un beso? Claro que no.
-N-no…solo…una copia del vídeo de la fiscalía. Ya sabes…Además de compañero tuyo en la oficina, también soy detective en mis tiempos libres.
Sorry, Ranma. Vuelvo a sonreír y creo que esta vez le deslumbro sin intención como nunca antes lo había hecho. Se me queda mirando la comisura de los labios embobado durante un rato. Le dejo. Su inocencia me recuerda lo que perdí y ya no tengo. No tapa ni un uno por ciento de mi dolor pero reconforta.
-Toma. Si te entretiene…
-Ya te dije. Soy un detective.
-Ver todos los capítulos de Detective Conan y ser uno de verdad no tiene nada que ver. A lo sumo, acepto que eres suficientemente terco como para mirártelo todos sin aburrirte.
-Podría mirarte sonreír una vida entera sin aburrirme.
La puerta se cierra suavemente sobre sus narices.
-Ouch.
-Buenas noches, Sato. Tienes suerte, la Akane del pasado te hubiese partido el tabique nasal de un portazo.
Por el orificio de debajo de la puerta se cuela un poco de aire y, mezclado con este, las últimas palabras de Sato: Yo no soy Ranma. No necesitas ser violenta conmigo.
Me alejo sin contestarle. Mi respuesta: "y yo ya no soy Akane" se ahoga entre mis dientes y permanece en mi boca toda la noche sin que logre escupirla o volver a tragarla.
Y no, ya no lo soy. Ahora me toca hacer de Akari.
-Ryoga…-le grito entre susurros que es mi forma de dirigirle la palabra ahora- ya puedes salir…ya se ha ido.
La mesita de la cocina, demasiado pequeña para ocultar todo su cuerpo se tambalea un poco sobre su espalda cuando recupera la posición vertical. Parte del cabello, rebelde y memorioso, intenta caer en forma de coleta. Sin embargo, Ranma se lo recoge con el harapo amarillo y negro del que no logra deshacerse y me saluda.
-Gracias, Akari.
Sí, desde luego, ya no soy Akane. No desde el segundo día de condena en el que se evadió y apareció nuevamente en mi cama a terminar lo que habíamos iniciado antes.
-Perdón, Akane, no puedo dormir –me dijo con suavidad como si fuera normal ser un prófugo, condenado por el asesinato de su mejor amigo y como si hubiera alguna forma de que realmente alguien le tomase por la víctima y no, por el acusado.
-Ranma, por favor…debes volver. Apelaremos, conseguiremos un buen abogado. Esto solo empeora las cosas.
-Llámame, R.
-Y un cuerno –le empujé con tanta fuerza que se cayó de la cama-. Eres Ranma y yo Akane. Jamás dejaría que Ryoga se acostase así conmigo…bueno…-tartamudeé y antes de que siquiera pudiera procesarlo mejor, estábamos los dos llorando abrazados en el suelo. Supongo que eso es lo que le faltaba para superar el trauma. Dejar de mentirme y hacer catarsis conmigo. Por primera vez le dije "Ranma" y asintió con la cabeza.
-Ranma…-le enjugué las lágrimas con la yema de mis dedos-…todo saldrá bien. Pero primero tienes que dejar de torturarte. Como dijo tu padre, ni tú elegiste pelear ni el momento ni el lugar. Por mucho que duela, fue un accidente en el que no tuviste nada que ver.
No contestó. Tan solo cerró los ojos y por fin, logró dormirse en paz, en mi regazo. Final no tan trágico que prometía comenzar a arreglarse por la mañana. Claro que lo único que se arregló al día siguiente fue mi cambio de vida hasta el momento. Si el que se durmió fue Ranma, el que despertó al día siguiente fue Ryoga otra vez. Solo que habiendo aceptado que Akane amaba a Ranma, su cabeza enferma, encontró una fórmula mucho más "sensata" que volver a ser mi prometido y era convertirme en Akari.
-Akari, he vuelto del mundo de los muertos por ti.
Desde entonces le oculto en mi cuarto. No sale, nada me pide. Se ha convertido en mi mascota más que mi marido. Somos Akari y Pe-chan. Creo que todavía le amo. Aunque odie su disfraz circunstancial. Algo de mi Ranma todavía queda en ese fantoche en el que se ha convertido. Necesita psicoanálisis…pero entonces tendría que salir al mundo y le atraparían. Su cuerpo, prófugo de la ley y su mente, encarcelada por las circunstancias. Ahora está en modo Pe-chan. Aprovecho para cambiarle la ropa y hacerle algunas cosquillas en la barriga. Esa faceta es mil veces mejor que cuando cree ser Ryoga. A veces me besa a la fuerza o me abraza. ¿Qué puedo hacer? Dejarme sería una forma de meterle los cuernos con él mismo. Demasiado retorcido. ¿Rechazarle? Tampoco puedo…le heriría innecesariamente. El resultado es que llevo 7 años dosificando mis demostraciones de amor intentando no volverme loca. Apretando los labios cuando me besa para que el contacto sea lo más leve posible y esquivando sus caricias haciéndome la distraída. Akane Tendo, acosada por el amor de su vida. A veces la situación me recuerda a Anticlímax. Y poco a poco caigo en la desesperanza…en la seguridad de que cada vez será más difícil recuperarle. Y aquello simplemente se va comiendo mi amor y disolviéndolo en la nada. Por suerte para él le amaba mucho. Tanto, que ahora que solo le quiero la décima parte, todavía daría la vida por él sin dudarlo. Eso sí, cada tanto, se me atraviesa por la cabeza la imagen de la dulce timidez de Sato, una timidez similar a la de Ranma pero más adulta y sin aristas agresivas, un suave calmante que me ayuda a seguir haciendo de niñera de mi prometido.
-¡Ese Sato no me gusta! –exclama Ranma de pronto. Los ojos le relampaguean como cuando Kuno me decía tonterías en el Instituto. ¿Celos? Ryoga nunca fue celoso. ¿Sería posible que Ranma todavía estuviera allí, aguardando a que los celos le trajeran a la superficie? ¿Acaso mi estúpida fidelidad se había convertido en el obstáculo para hacerle volver? Decidí comprobarlo.
-Me ha invitado a salir. A lo mejor, mañana le digo que sí.
-Me parece bien que compartas tiempo con tus compañeros de trabajo pero no le prestes dinero. Se nota a la legua que ese hombre es falso.
¿Dinero? ¿Pero es que acaso Ranma recuerda lo que es eso? ¿Mi niño-mascota-desequilibrado de pronto habla como un adulto normal? Solo una duda me carcome el alma: ¿Quién habla: Ranma o el fantasma de Ryoga?
-Sato es superdulce. Sería incapaz de decir una mentira.
-¡Por supuesto, Akan…Akari! Es como mi pa…panda amigo, Genma. Incapaz de decir "solo" una mentira.
El corazón me tiemble del gozo. Decididamente Ranma está porfiando por salir. Es hora de sacudirle el tejado un poco más fuerte.
-Creo que no lo has entendido bien, Ryoga. Sato me ha invitado a una cita…romántica.
La furia le carcome y yo…por primera vez en años disfruto de mirarle tensar los músculos y tartamudear en su sitio.
-De acuerdo, Akari…te entiendo. Tú también tienes derecho a jugar a dos bandas. Yo lo he hecho contigo y Akane.
Le acaricio el brazo y le pregunto.
-¿Cómo es Akane? Platícame un poco de ella.
Ranma intenta escapar…mira para otro lado y enfila hacia la puerta. No puede. Lleva demasiado tiempo recluido como para salir ahora de buenas a primeras.
-Akane es maravillosa, guapa. Educada, perfecta.
No es eso lo que quería escuchar aunque parte de mi salte de alegría por oírlo de sus labios. No busco la versión de Ryoga. Si no la de Ranma.
-¿Y cocina bien?
Ahora sí. Lo he metido en un lío. El ojo izquierdo se queda anclado en mis caderas y el derecho se desorbita un poco, admirando mi mentón. Las orejas le tiemblan y la garganta se mueve tanto que parece estar a punto de tragarse la nuez de Adán. Y por fin explota.
-¿Vuelan bien los elefantes, Akane? Claro que no cocinas bien. Ni aunque te salieran orejotas grandes como a Dumbo, serías capaz de levantar vuelo en el arte de la cocina…yo…-se arrojó al suelo-…yo…maté a Ryoga…le maté…soy un asesino…
Y vuelta atrás en el tiempo. Solo que ahora, al repetirse la escena, ya tengo veintitrés años. Y lo que una niña pequeña no sabía hacer, una mujer sí que puede. Le quito uno a uno los paños que le disfrazan hasta dejarlo solo en Ranma y le acaricio el pelo hasta acomodarle la trenza en su forma y posición exacta. Para cuando adivina lo que se le viene encima, poca resistencia es capaz de poner.
-Ranma, me conoces desde hace mucho. Mírame a la cara y dime si haría yo esto con un asesino.
No dice nada. Yo tampoco. Hablan nuestros cuerpos.
Y por fin pienso en nuestro presente, creo en nuestro futuro y me regocijo en nuestra felicidad durante unas cinco horas en el lecho nupcial con mi bello durmiente abrazándome, y digo cinco horas porque son a vuelo de pájaro, las que creo que tarda Ranma en despertarse y decirme al oído:
-¿Sabes, Akari? Tuve un sueño de lo más extraño. Yo era Ranma y tú, Akane.
Aquello colma mi paciencia. Tenerle sin tenerle con la esperanza de recuperarle algún día me parece bien. Pero que pase de uno a otro estado por sorpresa y sin avisos me asusta. No pienso darle la oportunidad de que vuelva a herirme así. Le empujo, le tiro y a punto estoy de echarle a la boca del lobo, despidiéndole de mi casa. Al final, hago lo que siempre debí haber hecho. Un clásico. Algo tan poco original que por fuerza debe funcionar. Le secuestro. Sí, sí. Lo que ocurre siempre que no hay otro medio de resolver las cosas. Me lo quedo para mí. Ya no soy más Akari. Ni le quiero más. Solo por piedad, porque sé que es inocente y que conmigo estará mejor que en un cárcel, le encierro en el sótano. Y prosigo con mi vida. Comienzo a salir de noche. Dejo que hasta el bueno de Sato me frecuente. Me olvido de lo que oculto allí abajo y casi ni le hablo. ¿Para qué? Si a la luz de los hechos, se encuentra cómodo y feliz. En el fondo, Ranma sabe lo que ocurre y entiende que perdida la libertad y perdido mi amor, mejor pasar el restos de sus días cerca de mi que en una mugrosa prisión. Claro que no lo dice así. Tan solo acepta mis bandejas de comida. Me saluda "Hola, Akari" y se despide: "oh, ¿ya tienes que irte?". En realidad y si soy sincera conmigo misma, es obvio que Ranma acepta la nueva situación. Si pudo huir de una cárcel con tanta facilidad, puede salir de aquí cuando lo desee. Aquella certeza me tranquiliza. Me ayuda a convencerme de que no soy un monstruo. De que la realidad es tan irreal que nadie podría acusarme de delitos tan graves como asesinato, ocultar a un prófugo o secuestro.
Esta noche viene Sato. Ya han pasado tres meses desde que me despedí de Ranma como prometido y ya estoy dispuesta a darle una oportunidad a mi compañero de oficina. ¿La excusa? Terminar con el "proyecto Hiboki" que hasta hace unos días parecía vivo, pero nuestros jefes decidieron fulminar de forma repentina. ¿Quién me hubiera dicho hace unos años cuando comenzamos a trabajar juntos en el proyecto que por culpa de su deceso como idea innovadora iba a terminar enrollándome con Moe? Si a lo mejor nos dejaran continuar con él pero no…debido a la testarudez de mis jefes…Sato se encuentra ahora mismo en mi comedor, tomando otra vez un té que él mismo se ha tomado la libertad de preparar para ambos. Como tema recurrente vuelve a mencionarme mi pasado. Se le ve más inseguro que un Godai ante el fantasma de Soichiro. Y eso que Ranma no está muerto. Y como Godai, me parece más mono que nunca. Especialmente cuando no logra mantenerse en pie más de dos instantes sin llevarse algo por delante.
-¿Qué se siente hacer algo normal luego de tanto tiempo?
Curiosa forma de empezar a seducirme. Con una dosis de hostilidad y haciendo hincapié en que llevo siete años sin vivir realmente. Sato, hasta el momento tan hábil para este juego, de pronto, me parece un novato que ni sabe ni ha seducido realmente a una mujer en su vida.
-No siento nada en especial. ¿Debería?
Sato apoya la taza sobre el borde de la mesa e intenta acercarse utilizando su forma sigilosa de antes. Mal. Primero porque ya le conozco las mañas y segundo, porque no calcula bien la ubicación de la taza y esta cae al suelo, estallando en mil pedazos. Como el corazón de Ranma si supiera lo que ocurre aquí arriba.
-Pareces nervioso –le reto con una sonrisa y me dispongo a recoger el estropicio. El también se agacha y nuestras manos confluyen por un instante. Quedamos cerca y en cuclillas, una pose rara que impide que responda con evasivas.
-¿Me quieres?
Puede. Solo que algo no va bien. Sato no lo sabe pero sigo entrenando. Soy una gran artista marcial todavía. Y quizá sea ingenua. Y quizá me guste pensar que la gente es buena y leal. Sin embargo, sé reconocer cuando una escena de batalla ha sido preparada. La taza no cayó accidentalmente. La tiró a propósito para ganarse el derecho a preguntarme eso con mi guardia baja. Respondo, pues, con una evasiva.
-Solo he querido una cosa en la vida y todavía la guardo en las profundidades de mi corazón…(y de mi casa).
Sato recupera la compostura. Reconoce que el primer asalto a caído de mi lado y vuelve a preparar el terreno para acosarme sutilmente. Huyo por la tangente hasta en cuatro ocasiones. Estúpida, Akane. Estúpida, Akane. Estúpida Akane. Céntrate. ¿Si te gusta Sato, por qué no lo aceptas? ¿Por qué cada uno de sus movimientos te parecen sospechosos? ¿Por qué repites una y otra vez en tu cabeza la dichosa frase de Ranma: "no confío en él"? ¿Acaso un solo pensamiento suyo, habiéndose perdido en una ensalada mental, vale más para mi corazón que toda la sarta de técnicas donjuanescas de Sato?
-Lo siento…Sato…sé que te di esperanzas de forma subliminal y no tengo perdón. El caso es que me he dado cuenta de que todavía amo a Ranma.
Moe se me queda mirando durante unos instantes. Más que desazón o decepción parece estar masticando ¿alegría?
-Antes no le querías y ahora sí. Eso quiere decir que sabes dónde está. Dime, pues, ¿dónde hallo a ese maldito?
¡Dios, cómo le odio! Hasta cuando enloquece tiene que tener razón…¡Ranma, te odio! El mazo polvoriento y con algunas telarañas se materializa en mis manos como cuando era joven. No sé bien cuáles son sus motivaciones pero está claro que Sato va a por mi Ranma. Toca defenderle. Y empiezo a mazazo limpio.
-¿Qué quieres de Ranma? –le acorralo fácilmente meneando dos veces mi arma sobre su cabeza-. ¿Cómo sabes que no está en la cárcel? –le apoyó el envés de la maza bajo el mentón.
-Quiero de él su silencio. Él me vio hace siete años cuando maté a Ryoga.
Al principio no logro retener bien sus palabras. Todavía me falta cierta malicia para aceptar que la gente tiene dos caras en este mundo. Luego le interrogo apretando más la maza contra su yugular.
-¿Tú? ¿Tú eres el conductor borracho?
-No menea la cabeza-, yo soy el exnovio de Akari. ¡Soy el conductor sobrio que atropelló intencionadamente a Ryoga para vengarse! Soy Ryu.
El mazo me tiembla entre los dedos. La realidad me supera. ¡Por un lado, alegría! Por fin podré demostrar que Ranma es inocente. Por otro, miedo, rencor y confusión. Mi rival había escogido el apodo Moe Sato reordenando las letras del apellido de Ranma. Una forma subliminal de atraerme. Demasiado hábil para ahora confesarme todo si no estuviera seguro de su victoria. ¿Qué me oculta?
-Aquella noche intenté arrollar a ambos pero Ryoga salvó a Ranma. Al final me vino como anillo al dedo y le dejé escapar como chivo expiatorio. Solo hacía falta alterar la filmación de mi hazaña y convertir el recuerdo en una prueba en su contra. Por supuesto, no lo develé todo en seguida. Dejé pasar un tiempo y lo aproveché estudiando medicina y la mejor forma de confeccionar venenos que se disipan rápidamente en sangre. A propósito, Akane. ¿No comienzas a sentirte mareada?
¡Menos mal! Me encuentro solamente envenenada. Por poco llegué a pensar que esas náuseas me convertían en futura madre del hijo de mi secuestrado. ¡Qué falta de profesionalidad! Ser el hazmerreír del sindicato de secuestradores. ¿Os lo imagináis? De seguro, me retirarían el carnet de secuestradora VIP. Por suerte, solo me encuentro privada de mis sentidos por culpa de un potente veneno. Mi reputación de secuestradora honorable se mantiene a salvo.
Ya, ya lo sé. He cambiado radicalmente de tono y eso a pesar de que corro grave peligro de muerte. No puedo evitarlo. La alegría me embarga. Ranma es inocente. Pronto se invertirán los papeles y todo volverá a ser como antes. Se oirá una gran explosión. Yo seré la secuestrada y él, mi salvador.
¡BROOOM! Una pared lateral cae generando una gran pila de escombros y una buena humareda de polvo.
Nunca falla. Me ama. Es un héroe. No puede evitarlo. La polvareda se disipa a medida que a Sato se le desencaja la cara. Finalmente, la silueta de mi Ranma se hace presente y este pronuncia la típica frase de entrada de todo superhéroe.
-Soy Ryoga Hibiki y vengo a vengar mi muerte. ¿Cómo pudiste matarme?
Bueno…es Ranma. Normal que encuentre la manera de sacar las cosas de quicio. Sato ni se inmuta. De seguro espera este momento desde hace mucho. Algo tendrá preparado. Intento advertirle. Recordarle a Ranma que ese tipo no es de fiar pero no puedo moverme. A duras penas si consigo mantenerme despierta para narrar la historia. Es lo mínimo que puedo hacer por él. ZZZZZZZZZZZZZZZ. Cuando despierto todo a mi alrededor ha sido destruido, incluso mi casa. La batalla ha sido presumiblemente violenta. Sato…perdón…Ryu…se encuentra despatarrado a unos metros de mi posición. A Ranma se le ha roto buena parte del traje y sangra por uno de sus pómulos. Por lo demás está bien. Su torso al desnudo entra en contacto con mi cuerpo cuando me levanta en brazos. Me dejo hacer. Como en los viejos tiempos. Solo tiene que llevarme con Tofu para que me dé un antídoto y listo. Salvo que no encuentra el rumbo. La situación no por patéticamente ridícula deja de ser grave. Poco a poco me fallan las fuerzas y "Ryoga" jamás encontrará el camino a tiempo. Pronto se da cuenta del detalle me coloca en el suelo y deja caer sendas lágrimas.
-Lo siento, Akari. Creo que no soy lo suficientemente bueno para salvarte.
No estamos lejos. Solo hace falta seguir recto tres calles doblar a la izquierda por la floristería y seguir recto hasta el puente. Luego cruzarlo y doblar a la derecha. Junto todas mis fuerzas y calculo que me queda energía para pronunciar dos palabras. Ranma nota lo que voy a hacer. Que pienso decirle "floristería", "puente" y desmayarme rogando a Dios que sea suficiente. Antes me detiene.
-No lo hagas. Es inútil. En cuanto te desmayes olvidaré tus indicaciones. Simplemente no puedo salvarte.
-Ranma puede.
Lo sé. He desperdiciado mis últimas fuerzas apostándolo todo a un absurdo. Pero si he de morir que sea porque Ranma se ha vuelto loco y no, porque Ryoga es incapaz de orientarse. Si no puedo escoger entre vivir o morir. Al menos opto por el modo en que la guadaña de la Muerte cortará mi hilo de la vida.
Ranma se levanta y vuelve a cogerme en brazos. Esta vez me sostiene con todas sus fuerzas. Sin embargo, no me hace daño. Al principio sospecho en que lo hace por simple ternura. Luego recuerdo que el concepto de ternura en Ranma consiste en decirme solo "marimacho" en lugar de "marimacho fea" y decido revisarle con la mirada. Está cubierto de heridas. A lo mejor Sato le ha envenenado también. Pronto compruebo mi teoría. Se está muriendo y mucho más rápido que yo. Desde luego le ha inoculado una dosis de veneno mucho mayor a él. Su verdadero objetivo. Caemos ambos a pocos metros de la casa de Tofu. De alguna manera ha logrado orientarse. Es de noche cerrada. Por la acera no transita nadie. Ni siquiera el típico perro vagabundo que suele husmear en los tachos de basura. He caído boca arriba. La majestuosidad de las estrellas me distrae por un momento. ¡Qué pena morir así! Tan cerca de la salvación. Al final, todo ser resume en dos palabras: "Pobre Akane". Cierro los ojos. Es el fin.
Despierto, según el relato de Nabiki, unos diez días después. Los que estuve luchando entre la vida y la muerte en la cama de la consulta de Tofu. Ranma está a mi lado. Resopla, me mira y vuelve a resoplar. Parece impaciente. Intento hablarle. No lo consigo. Gracioso. Me siento como si estuviera otra vez en Jusenkyo. Nuevamente le tengo cerca de mi jurando que me ama y que no toleraría perderme y otra vez le oigo y no consigo responderle.
Tofu se acerca y me examina.
-Pronto despertará. Una semana y media es lo que tarda una persona normal. Todavía no entiendo cómo no has caído inconsciente tú con todo el veneno que llevabas en sangre.
Ranma sonríe. Tan guapo y masculino que me doy cuenta que ha superado por fin su estúpido trauma.
-Cuando mi mente se adormecía, el resto del cuerpo se despertó y el primero fue el estómago. Y este no tenía dudas. Era mi estómago después de todo, no el de Ryoga. El mismo estómago que ha probado tantas veces los platos de Akane que ha desarrollado cierta inmunidad a los venenos. Fue comprender eso y recordar quién era. En esas circunstancias…solo yo podría haberla salvado.
Ohhh, mi Ranma. ¡Qué dulce! En cuanto pueda moverme le envenenaré de tal manera que su estómago saldrá de su propio cuerpo a pedirme piedad en persona. Mientras tanto, descanso. Me recupero. Y saboreo su compañía. Tengo la mano entumecida de tanto apretar la suya. Debe de llevar al menos una semana entera sin soltarme. No sé muy bien qué pasará de ahora en adelante ni qué me depara el destino. Solo una cosa tengo en claro: ya nadie volverá a decir: "pobre Akane".
Fin.
Mini historia bonus.
Durante la redacción de esta historia tuve un intenso dolor de muelas y de pronto, súbitamente se fue. ¿Adivináis cuándo? Una pista: cuando empezó a arreglarse todo.
Minihistoria bonus 2.
Gohan dixit: "Papá, Los Beatles, Rolling Stones, Queen, para mí que el idioma inglés se inventó para cantar y luego terminaron usándolo también para hablar y escribir".
Como siempre está equivocado y sin embargo, es muy difícil de refutar. Por favor, no le contéis a Ranmond.
Comentarios
Estimada Bry. Al final no reviví a Ryoga como era mi intención pero quedó todo más o menos bien. No sé si te hice sufrir en algún momento con la seducción de Sato pero espero al menos que el desenlace haya sido de tu agrado.
Estimada Akyfin02. Ranma nunca deja de ser Ranma ni cuando es AntiRanma ni cuando es un Ranma normal, ni cuando es francés, noruego o Anticlímax. Teniendo en cuenta todas las ideas negras que me invadieron estos días, podríamos decir que tuve piedad con los personajes. Las turbas nunca aparecen cuando uno las espera…pero aparecen. Yo que tú, dejaría al tigre sin alimentar un par de días por las dudas.
Gracias por tu apoyo. Hiboki rules.
Estimada misuki usagi. ¿Matar a Shampvíbora? Bueeeeeno, a lo mejor. ¿A alguien le importa lo que le pase a ella? Ahora que me acuerdo, la maté en mi faceta de Dark Sensei que publiqué el año pasado para el día de los inocentes: "Shampoo al desnudo".
Te diría que 14 años es una buena edad para empezar a leer obsesivamente pero sospecho que tú ya lees mucho desde antes. Sigue así.
Estimada Minefine7. Eso pasa un año después porque es cuando llega el video misterioso a la fiscalía mostrando cómo Ranma mató a Ryoga. Brobdingnag es el nombre del país de los gigantes en Los viajes de Gulliver. De allí el chiste con Giant Motors.
